inhábitat. sandina sánchez teufel
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Sandina Sánchez Teufelhábitat[in]exposición pictórica
Sandina Sánchez Teufel exposición pictórica
15 de noviembre al 14 de enero 2015
Tetrade´
15 noviembre al 14 enero, 2015
Galería Pórtico, vista general.
La geometría de lo ausente Víctor Villalobos (pág. 6)
Entre sombras y murmullos Soledad Sánchez Teufel (pág. 10)
Sandina Sánchez Teufel y sus secretos difuminados Alejandro Delgado (pág. 14)
Lista de obra (pág. 21)
Sobre la artista (pág. 54)
Agradecimientos (pág. 56)
Contacto (pág. 57)
*Víctor César Villalobos (Guadalajara, Jalisco, 1978)
Ha publicado en varias revistas y antologías, Calles, espejos y cantos es su primer libro.
6
La geometría de lo ausente Víctor Villalobos*
“Lo peor que podemos hacer es no mirar la realidad de frente, hacer como si la guerra no existiera porque todavía no te han golpeado,
porque todavía sobrevivimos.” Raúl Zobechi
Entramos. Este lugar, que parece tan aséptico, tan limpio, tan gris,
esconde debajo ruinas: una rotonda donde los anónimos confluímos
hacia la única posibilidad de ser públicos: en la muerte. Bajo la
arquitectura de la destrucción, luego de cavar un poco más en las capas
y capas de gris, encontramos un cuerpo desollado, alguna dentadura, al
final, una osamenta, un cuerpo violentado: “... la apremiante consciencia
de hacer y decidir lo que es mejor para México”, podemos leer en el
fragmento de periódico donde un desconocido funcionario justifica la
guerra contra el narcotráfico dentro de “La rotonda de los hombres
anónimos”. Sin un Virgilio que nos guíe, avanzamos saltando restos del
espacio civilizatorio, de ciudades que murieron en el sueño, en la
profundidad de un abismo gris. Nos golpeamos la frente con una varilla
que no hemos visto: las incisiones en las plastas de color donde un
continente amarillo sol es ahogado nuevamente, reprimido, aplastado,
por la marea parda. Sangramos un poco y nuestra sangre se pierde,
como en una película -acertaron- en gris.
Entre esta colección de imposibles restos, la geometría de Sandina
Sánchez Teufel no está en el volumen ni en los trazos, está en esa
búsqueda de los grises, de los no colores, de los no lugares, de los
ausentes. En este trayecto, la luz a penas nos alcanza para una visión
borrosa de la realidad, pero ¿es que nos es dado mirarla de otra
manera? Entramos, sin saber muy bien cómo, en el no lugar.
7
Muchos no lugares propuestos en los lienzos de la artista tienen
nombres propios que nos llevan semánticamente a grandes
cuerpos de agua: “Chapala” y “Pátzcuaro, casa de hielo”. Sin
embargo, la ausencia de líquido los transforma en un cubo blanco
rodeado de árboles y tierra yerma, en el caso del lago
michoacano y una serie de figuras que miran a un horizonte
ausente, como si quisieran descifrar esa ruina de cielo que nos ha
quedado, en el caso del cuadro que lleva el nombre del lago más
grande de México. Sentimos que tomamos aire fresco, pero el
sentimiento de seguir por un laberinto de escombros y polvo sigue
latente, a cada paso.
En el camino hallamos el comentario, quizá político, quizá sólo el
grito de supervivencia para levantar los despojos entre los que
nuestros pasos se encuentran. “Latinoamérica” hace descender de
unos improbables Estados Unidos la bilis y la rabia, contagia al resto
de este trozo de tierra y lo mancha. No es que seamos puros, somos
el lienzo donde se puede pintar a sangre y llanto. En “Sin Título”,
quizá motivado por el evento de los 43 estudiantes desaparecidos
de Ayotzinapa, muestra un sol sangrante, una ciudad indiferente en
sus alturas de edificios y arcos triunfales frente al cadáver aún
cálido de un personaje que se difumina. ”Ruina", parecieran clamar
el cadáver y el leve hedor del amarillo. Algo ha muerto en nosotros
sólo para despertar.
La guerra que no nombramos se transforma en lo gris dentro de la
obra de Sandina Sánchez Teufel. Los no lugares se transforman en
un espacio, una ciudad que no existe. Esta casa se difumina
mientras nosotros estamos dentro.
8
*Soledad Sánchez Teufel (Morelia, Michoacán,1973) Escritora independiente
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Entre sombras y murmullos
Soledad Sánchez Teufel*
La serenidad con que Sandina va en su incansable búsqueda de lo
etéreo, lo intangible, lo frágil de la existencia humana y todo lo que surge
a partir de esta, la ha llevado a marcar una línea bastante definida entre
lo figurativo y lo abstracto. Estilo cada vez más arraigado durante el
intenso trayecto de transición en su nueva etapa pictórica.
Con mirada analítica, puesta en lo imperceptible, en la desolación de
aquello que habita en el paisaje interno y externo de la humanidad,
Sandina Sánchez Teufel nos muestra la cara que ella, desde su
comprensión ve en aquellos espacios habitables por las cosas simples, por
las desgracias humanas, por aquello que queda latente en la historia, y
que sobre todo, permanece envuelto en soledad. Es así como ha
desarrollado esta nueva serie de ideas proyectadas, partiendo
básicamente de colores, formas y texturas. Vía por donde filtra imágenes
de manera distinta a la natural hacia la mirada de los demás.
Crisol de Mar
Las agujas de un reloj se inauguran, se saludan, se persiguen, se adelantan, se consiguen, se anochecen.
(Daniel Viglietti)
Como las agujas de un reloj, el sol y el mar se cruzan. Se penetran, se
consiguen, se cohabitan, se dan vuelta, se repiten, se funden… se
redondean.
Allá donde el último rayo de luz oscila entre el agua y el cielo, baja el
ardiente sol a fundir su brillo en la hondura del mar, a culminar su
paciente viaje diurno... a enrojecer el agua en su remanso.
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Casa de ave
Sopla el viento, Y se va por las ramas Ave erguida.
Este cuadro es para mí un haiku. Reúne elementos básicos del
poema, hay un diálogo entre autor y espectador, hace referencia
a una estación del año, expresa sensibilidad, es conciso, capta un
instante, se basa en la naturaleza. Hay conciencia y realidad, es
breve... es simple. Y hay algo más, el ave reside constantemente en
los haikus japoneses, casualmente por este cuadro también.
Ruina
Corren buenos tiempos, buenos tiempos para esos caballeros, locos por salvarnos la vida a costa de cortarnos el cuello
(Joan Manuel Serrat)
Esta imagen es tan reveladora, es claro que a "esos caballeros" les
faltan ilusionistas para hacer creer que aquí no pasa nada, cuando
casi todo está bajo los escombros de una "catástrofe provocada".
Desolada y derrumbada está la integridad humana, un pedazo de
amor, uno de respeto, otro de dignidad, uno más de honor. Y así,
pedazo a pedazo la barbarie va tumbando a este país que ahora
se encuentra en ruina, detonado por todo ese abuso de poder, por
la excesiva y desmedida ambición de poseerlo todo.
12
La rotonda de los hombres anónimos
Cuadro en tono gris -como gris ha de ser la existencia en el anonimato- y
una glorieta desierta, desierta de aquellos hombres que han caído
muertos, víctimas anónimas de la delincuencia y la corrupción en todos
los niveles: la obscura guerra contra el narcotráfico, estudiantes
desaparecidos, niños quemados en una guardería, personas
secuestradas y mutiladas, infanticidios, muertas de Juárez, campesinos
fusilados, y miles más que suman la secreta cifra de los que han perdido
la vida.
Víctimas de aquellos que han sido capaces de mostrar su crueldad sin
exhibirse para no circular por las miradas de los indignados, para que su
nombre no suene en las voces de los inconformes; víctimas de esos que
han planeado sus trucos secretos para poder deslindar su responsabilidad
y dejarla desvanecer bajo la sombra del anonimato y la impunidad.
La mayoría de la obra de Sandina toca temas totalmente complejos,
difíciles de comprender. En virtud de esa mirada analítica llega a una
explicación, y lo hace muy sencillo al lograr abstraerlos y transformarlos
en imágenes verdaderamente delatoras. Pudiera decir que es la etapa
de revelaciones en su trayectoria de producción artística. Domina un
excelente equilibrio en cuanto a composición y armonía, además de que
muestra con clara determinación una considerable evolución en estilo.
13
*Alejandro Delgado (Morelia, Michoacán, 1951)
Artista visual, diseñador, docente y escritor de arte. Ha sido galardonado con distintos premio y becas
para su producción artística. Desde 1978 ha publicado ensayos, narrativa, poesía y libros sobre diseño prehispánico, artículos, ensayos,
reportajes y trabajos de creación en diversos periódicos y revistas del país y en el extranjero.
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Sandina Sánchez Teufel y sus secretos difuminados
Alejandro Delgado*
“Circos abandonados, jardines de capitanes flor, prismas en la palmera… melodías de monedas de mármol
mientras los pálidos círculos terrenales se desvanecían.”
Sixto Rodríguez, Cold Fact.
Recuerdo haber leído hace tiempo algo que refería a las pinturas de Winslow Homer, que decía “pintar es vivir perdido en la luz”. O pintar es una indescriptible nostalgia de luz. Cabe entonces la asociación con la exposición (In) Hábitat de Sandina Sánchez Teufel, (Galería Pórtico) que resulta atractiva y desconcertante a la vez. ¿Bajo cuáles rayos del sol está Sandina? ¿En cuál luz se encuentra perdida Sandina? Para los adoradores o adoratrices de la llamada posmodernidad la exposición bien puede sortearles una difícil definición, aún encontrando en esos cuadros algunos elementos visiblemente conceptuales y que remiten a figuras o signos de una extraña alquimia, tal vez en un afán-búsqueda por establecer referentes externos al cuadro o como un punto de inflexión hacia la reflexión, de la que presumimos todo espectador es capaz. Lo conceptual en esas pinturas es de sugerencia tenue que nos invita a dudar si los signos intentan engañar al todo pictórico, como sutiles intervenciones en algo que tal vez intenta lo que sería un impasto sedoso pastel matiz. O no, si lo que se hace explícito es un impasto lavado o atenuado con finas veladuras. Lo cierto es que esos cuadros nos invitan y retan a otra forma de diálogo con su totalidad y entre sus partes. Es a la vez una afrenta a nuestro ya interpuesto facilismo, que nos atora en nuestros escasos referentes que se aluden a sí mismos destellando fórmulas probadamente legibles, recetarios racionalistas que nos someten a salir rápido del paso sin consentir primariamente la inmanencia de nuestros sentidos.
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Vivimos una época marcada por el viejo espejismo del movimiento
y la acción: lo que es lento o ingrávido, lo apacible y la serenidad
no alcanzan etiquetas en las que la caducidad se aprieta cada
día más en la mercadología del análisis y la supervisión de calidad;
deseamos y exigimos movimiento en continua rapidez so pena de
perder el interés sobre lo que presenciamos; de la misma forma
apuramos a los demás a emitir, señalar, expresar cualquier asunto o
tema a una velocidad ya predeterminada en nosotros, cual
cualquier aparato electrónico o APP de fácil función.
De esa forma nos han dicho debemos mirar el arte, solo haciendo
distingos pre adquiridos por nuestra engañosamente “diversificada”
consciencia. Asumimos nuestros sentidos y órganos primarios como
aditamentos en nuestro cuerpo, no elementos orgánicos que nos
advierten o nos incluyen en el goce sino solamente pegotes
carnales para el fácil y enervado consumo “racional”. El arte hoy se
hace solo para inductores cerebrales desprovistos artificiosamente
de sentidos múltiples e interactivos.
Quienes han festejado la dichosa “muerte del arte” solo han medio
presenciado un asistido aborto de un arte pródigo en insuficiencias
de todo tipo o dotado de un oportunismo fácil y mediador. Aquí lo
inasible del arte es puesto en una perspectiva amable por Sandina,
quien refina el detalle a una casi imperceptible situación.
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Aprendemos a leer signos para considerar que avanzamos en grado de
civilización. En lugar de ampliar y adiestrar a mejores niveles nuestros
sentidos, los hemos dejado “stand by” para ser exclusivos
decodificadores de signos y textos. Nuestros sentidos han sido
abandonados a usos domésticos, domesticados en favor de lo
racionalmente explicativo. De ahí que el arte se haya simplemente
clasificado dentro de lo “no útil”.
Precisamos de interpretadores no que nos ayuden a recobrar el potencial
de nuestro sentidos, sino a continuar su domesticación sin alterar nuestra
gnoseología. Así miramos los cuadros de una exposición, en una especie
de juego donde fichas serán insertadas en una muesca predeterminada.
Con la ayuda del leguaje el acto de mirar va perdiendo su carácter
sustantivo del sentir y el placer o dolor; buscamos con la vista
domesticada la reiteración de nuestro positivo, refuncionalizamos lo que
nos dijeron es la experiencia, más que sujeto nos convertimos en objeto,
decodificador.
El niño que mira nubes y encuentra en ellas rostros cambiantes, cuerpos
vueltos fantasma y unicornios con rostro de tortuga, tiene más capacidad
que nosotros de encontrar mundos en las pinturas de Sandina, porque a
ella como al niño no se les ha cancelado el imaginario cambiante que
puede ir de lo exuberante a lo simple, o hacer de lo simple un mago
creador de exuberancias. Los que aman profundamente la magia del
arte saben de qué estoy hablando. Si ese niño necesita polvo blanquizco
para nubes, este bien puede ser harina o mármol pulverizado; los cielos
bien pueden ser de chapopote agrisado o mermelada (“o un mandarino
con cielos mermelada”, Lucy in the sky with diamonds, The Beatles).
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Con (In) Hábitat, Sandina nos propone otra forma de mirar, que es la
forma cómo en ella surgieron imágenes y cómo en un uso primario y
primitivo de ciertos materiales la sencillez nos salta a la cara como
insinuación gentil o como reclamo a nuestra aceptancia de un mundo
superpoblado de cosas, de signos y símbolos de cosas. “Casa
suspendida” es uno de esos retos de Sandina, es un “mira, todo está
demasiado ordenado”, Alicia saltando sus ojos metiendo nubes y cielos a
casa, la casa que parece se empeña en ser pez o explosión hundida en
el mar-cielo solo de líneas que olvidaron la construcción de la geometría.
Hay que explorar esa cautela con la que Sandina pareció entenderse
con esos cuadros –que objetaríamos como muy simples, prejuiciando o
prejuiciados por nuestros propios reducidos aprendizajes. En ellos se
respira un aire despreocupado y una libertad que no busca
complicaciones. Son composiciones ordenadas en un espacio
triseccional, como siguiendo un consejo de retícula fotográfica, pero una
vista precisa nos detalla un uso rígido de la sección Aurea, con la que
sostiene esos como impactos que modela como caprichos discretos. Es
un caos delicado ocultando el rígido Canon ¿engaño para la mirada o
ardid para la percepción? Respuesta difícil. Son cuadros que no intentan
responder.
Se encuentra, en los cuadros de Sandina, lo que se antoja como
evocaciones: de inscripciones infantiles en muros diversos, abetunadas
páginas de papel guarda, accidentados planos en las servilletas, recados
en escritura gastada por la corrosión, retazos excedentes de otros
cuadros. ¡Vaya Usted a saber! Pues lo contrario de la complicación bien
pudiera ser el anverso de la complicación misma. Una especie de espejo
esmerilado que solo nos hace intentar adivinaciones que sabemos de
calidad errática pero con una firme propuesta a desparpajar la razón
escrutadora.
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La “Rotonda de los Hombres Anónimos” parece chocar con “la Casa de
Piedra”, el círculo clavado o desvanecido en los ángulos de los muros, lo
que a la vez es insinuación de diagrama transfiriendo nuestra vista al
árido del ocre acompasado por manchas en blanco, un blanco que se
diluye y derrite a la vez.
Las tenues insinuaciones de la pintura de Sandina son, a su vez, intentos
de gritos apagados, difuminados de pincel sobre brotes de algo que
intentó ser algo, un rasgar el lienzo con una imaginación peculiar, como
el aguijonear mieles sin precisar búsqueda de dulzores.
Algo hay ahí del silencio que se mantiene cuando la vista ha captado
algo, el detalle apagado por el ruido de la gente, el aletear adolorido del
ave frente a engañosos escaparates, o esa paciencia explorando la
ductilidad del material y la forma como desplegando los secretos del
agua en un espejo, es, el testimonio de Sandina que nos invita a traspasar
nuestra perplejidad y explorar con ella cantos que suenan a murmullos y
luces que nos atrapan sin deslumbrar.
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Lista de obra
21
Ciudad plana 2014
Óleo y chapopote / tela / madera 80 x 80 cm
22
23
Dos ciudades (díptico) 2014
Óleo, chapopote / tela / madera 26 x 23 cm
24
25
26
Hábitat I (Casa de ave) 2014
Óleo, polvo de mármol / tela / madera 40 x 40 cm
27
Hábitat II (Casa de luz) 2014
Óleo, polvo de mármol / tela / madera 40 x 40 cm
28
29
Hábitat III (casa suspendida) 2014
Óleo, chapopote / tela / madera 40 x 40 cm
30
31
Hábitat IV (Casa de piedra) 2014
Óleo / tela / madera 40 x 40 cm
32
33
Dos casas (Díptico) 2014
Óleo, polvo de mármol / tela / madera 23 x 26 cm
34
35
Crisol de mar 2014
Óleo, chapopote / tela / madera 60 x 40 cm
36
37
Pátzcuaro (Casa de hielo) 2014
Óleo, polvo de mármol / tela / madera 80 x 100 cm
38
39
Latinoamérica 2014
Óleo / tela / madera 80 x 100 cm
40
41
Chapala 2014
Óleo, chapopote / tela / madera 100 x 80 cm
42
43
In hábitat 2014
Óleo, chapopote / tela / madera 80 x 80 cm
44
45
Ruina 2014
Óleo, chapopote / tela / madera 41 x 61 cm
46
47
Exilio 2014
Óleo, chapopote / tela / madera 41 x 61cm
48
49
Rotonda de los hombres anónimos 2014
Óleo, chapopote / tela / madera 40 x 40 cm
50
51
53
Sobre la artista
54
Sandina Sánchez Teufel nace en Morelia, Michoacán, México. Es
egresada de la Maestría en Historia del Arte por la Universidad de
Morelia donde estudió la licenciatura en la misma disciplina. Su
formación artística ha sido principalmente autodidacta asistiendo a
talleres y cursos libres en los talleres de Alfredo Zalce, Bert Glauner,
Karin Teufel, Enrique Ortega y Sergio Ávila. Ha participado en
diferentes exposiciones individuales y colectivas en México y el
extranjero.
Actualmente Sandina reside en la ciudad de Guadalajara, Jalisco
donde dedica mayor parte de su tiempo a la creación artística. Su
obra está representada por la Galería Mónica Saucedo, en Colima,
Colima.
Exposiciones individuales
2011. “De lo que estamos hechos”. Galería ZITRO. Tangancícuaro,
Michoacán, México.
2010. “De lo que estamos hechos”. Centro Cultural Antiguo Colegio
Jesuita. Pátzcuaro, Michoacán, México.
2014. “Arx Fest. Festival Internacional de Arte en Maravatío, Michoacán”. Maravatío, Michoacán, México. 2014. “Meta exposición”. Parque Bicentenario. Morelia, Michoacán, México. 2014. “Ciudad Naturaleza”. Galería Mónica Saucedo. Colima, Colima, México 2013 – 2014. “Toco madera”. Colectiva en el marco del Festival Internacional de Cine de Terror “Mórbido”. Centro Cultural Antiguo Colegio Jesuita. Pátzcuaro, Michoacán, México y Galería Mantra. Morelia, Michoacán, México. 2012. “Autorretractos”. Centro Cultural Antiguo Colegio Jesuita. Pátzcuaro, Michoacán, México. 2012. “La vida y la muerte, sus intermitencias. Exposición sobre las visiones de la vida y la muerte en México y Japón”. Fundación Japón en México. Ciudad de México; Centro Cultural Antiguo Colegio Jesuita. Pátzcuaro, Michoacán, México; Yamagata, y Tokyo Japón. 2011. “Ese extraño objeto del deseo. Interpretación de la partitura: Las mil y una esquinas, 9 microinstalaciones para sorprender y deleitar a la ciudadanía. Interpretación de Partitura Visual de Felipe Ehrenberg” Instalación: Calzada Fray Antonio de San Miguel. Centro Histórico, Morelia, Michoacán, México. Exhibición de registro fotográfico: Museo de Arte Contemporáneo “Alfredo Zalce”. Morelia, Michoacán, México. 2012. “Artistas de Pátzcuaro”. Museo de Artes, Cultura y Tradiciones “Fray Juan de San Miguel” A.C. Uruapan, Michoacán, México. 2010. “Atlacomulco-Pátzcuaro”. Museo de las Tres Estrellas (La Mina). Tlalpujahua, Michoacán. 2009. “El Maguey”. Centro Cultural Antiguo Colegio Jesuita. Pátzcuaro, Michoacán
55
Créditos
56
Tétrade (Shantal López) Gestión y promoción [email protected]
Víctor Villalobos
Texto de sala [email protected]
Catako
Registro fotográfico [email protected]
Soledad Sánchez Teufel
Textos
Alejandro Delgado Textos
Martín Sánchez Teufel Enmarcado de obra
Mezcal Don Mateo de la Sierra
Brindis inaugural [email protected]
01 (33) 1593 6291
044 33 1239 3496
Fb: Sandina Sánchez Teufel
@sandina_teufel
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