larevoluciÓn keynesiana ysuspioneros* · 2009-08-24 · 104 larevoluciÓn keynesiana ysuspioneros...

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To .meet Mr. LauclIlin Currie and tlle Americ~11 Delegation His Majesty's Government in dIe United Kingdom of Great Britain and Nortllern lreland re<]uest tbe bOJlour of tbe compall)' of n n....._.._ at Luncbeon al Claridge' 5 Hotel, on Monday, tbe 5tlI February, 1945, at 1.15 p.m. for 1.30 p.m. . Mr. Dingle Foot, M.P., Parlinmentary Secretary, Ministry of Economic Warfnre, wiJl preside. .. are ¿U'b ru /k-z-neu.z, ~ venÚ, ~~Id> 1M- d. /ítc;te/~d:vue-~~ d ~... a }I~- ~UUj . f"' ~ ..~..~~ ¿¡¡¡~"e r/'ru/'dUI ~ -#7u~tl4ea ¿ 2~(dt;h"" ,1M g¡a6-~i1 rl'd:til'e,aeJ d7:d'Iah"al eommelual; 6, F5~mámje, dfJeh,e LA REVOLUCIÓN KEYNESIANA y SUS PIONEROS* LOS KEYNESIANOS y LA POLÍTICA DEL GOBIERNO 1933-1939 Alan Sweezy Profesor de economía, Instituto Tecnológico de California Traducción: Mario Carda * N. del E. Este artículo fue publicado porelAl/lericall Ecollolilic Review, Paperslllld Proccedillgs en mayo de 1972. Fue seleccionado para ser publicado en esta entrega por presentar un anMisis del aporte de Currie en el contexto de los debates de su época, y por destacar el carácter keynesiano de sus contribuciones en materia de política fiscal. Alan Sweezy, profesor del Instituto TecnolÓgico de California ha publicado diversos trabajos sobre historia del pensamiento econÓmico, en particular sobre la llamada" revolución keynesiana". Sweezy, Alan, "La revoluciÓn keynesiana y sus pioneros: los keynesianos y la política del gobierno 1933-1939", A/I1ericlIll Ecollo/l1ic Review 62, Papers and Proccedings, mayo 1972, pp.139-41. Traducción de María García.

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Page 1: LAREVOLUCIÓN KEYNESIANA ySUSPIONEROS* · 2009-08-24 · 104 LAREVOLUCiÓN KEYNESIANA YSUSPIONEROS 2.Nosóloteníamalas connotaciones lapalabra" gasto" -estando vinculada comúnmente

To .meet Mr. LauclIlin Currie and tlle Americ~11 Delegation

His Majesty's Government in dIe United Kingdom of

Great Britain and Nortllern lreland

re<]uest tbe bOJlour of tbe compall)' of

nn....._.._

at Luncbeon al Claridge' 5 Hotel,

on Monday, tbe 5tlI February, 1945, at 1.15 p.m. for 1.30 p.m. .

Mr. Dingle Foot, M.P.,

Parlinmentary Secretary, Ministry of Economic Warfnre, wiJl preside.

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LA REVOLUCIÓNKEYNESIANA

y SUS PIONEROS*

LOS KEYNESIANOSy LA POLÍTICA DEL GOBIERNO

1933-1939

Alan SweezyProfesor de economía,

Instituto Tecnológico de CaliforniaTraducción: Mario Carda

*N. del E. Este artículo fue publicado porelAl/lericall Ecollolilic Review, PaperslllldProccedillgs en mayo de 1972. Fue seleccionado para ser publicado en estaentrega por presentar un anMisis del aporte de Currie en el contexto de losdebates de su época, y por destacar el carácter keynesiano de sus contribucionesen materia de política fiscal. Alan Sweezy, profesor del Instituto TecnolÓgicode California ha publicado diversos trabajos sobre historia del pensamientoeconÓmico, en particular sobre la llamada" revolución keynesiana".Sweezy, Alan, "La revoluciÓn keynesiana y sus pioneros: los keynesianos y lapolítica del gobierno 1933-1939", A/I1ericlIll Ecollo/l1ic Review 62, Papers andProccedings, mayo 1972, pp.139-41. Traducción de María García.

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98 CAUSAS DE LA RECESiÓN DE 1937

Es así corno la organización entra en escena. Los trabajadores sin-dicalizados exigían incrementos en los ingresos por hora mayoresde los que podían ser compensados en el corto plazo por una ma-yor eficiencia. En consecuencia, su petición significaba un incre-mento en el costo laboral por unidad de producto. La industria,en general, estaba lo suficientemente organizada corno para nosólo ser capaz de cumplir con esta demanda, sino mantener tam-bién, mediante anticipas de precios, su margen de ganancia y enalgunos casos incluso aumentado, con base en un volumen dadode negocios. La industria del acero constituye un excelente ejemplode ello. El liderazgo de precios se encontraba allí tan bienestablecido que había muy poco incentivo para intentar bajar loscostos unitarios. Una buena ocasión de hecho para aumentar losprecios más que los costos. [oo.]

En otros casos, en los que el margen de ganancia era mayor que eladecuado para atraer el nuevo capital requerido hacia la industria,de modo que el costo del trabajo adicional por unidad podía serfácilmente absorbido sin un aumento en los precios, éstos fueronaumentados de todos modos. Tal parece haber sido el caso de laindustria automovilística.

En la industria de la construcción, algunos sindicatos estratégicamentelocalizados, cuyos miembros habían disminuido en gran medida desdeel período de construcción activa que tuvo lugar durante los años 20,capitalizaron la creciente demanda por su trabajo al exigir y obteneraumentos en el salario por hora y al obligar a incrementar costos delas diversas actividades comerciales. Los contratistas buscaron recu-perarse durante los varios años de dificultad subiendo sus márgenes.Los precios de los materiales de construcción aumentaron por diversasrazones, muchas de ellas conectadas con la existencia de las organi-zaciones de empleadores y empleados.

La lección o moraleja que emerge es que, en el intento de brindaruna mayor estabilidad a los negocios, se debe poner mayor atenciónde la que se ha creído necesaria al problema creado por los precios11administrados", por una parte, y a la política sindical, por laotra. No existe en absoluto ninguna seguridad en que otra recupe-ración no pueda ser frenada por los aumentos excesivos de preciosy costos, ni en que las recuperaciones de las futuras recesiones noseráIl seriamente impedidas por el mantenimiento de niveles extra-ordinarios de precios y tasas de salarios. Nada garantiza, en abso-luto, que la industria de la construcción permitirá que la gran

CUADERNOS DE ECONOMÍA 18-19 99

escasez física de casas para vivienda que se observa actua~mentecon relación a los patrones de 1929 sea resuelta. En estas CIrcuns-tancias resulta imperativo el desarrollo, en conexión con la industriay el trabajo organizado~, de una política ~acional, c0.n .e.l fin de

garantizar que las medIdas no echen a pIque la posIbIlIdad deasegurar un mayor nivel de estabilidad económica.

3. Los problemas de una política fiscal compensatoria

Una última oportunidad para prevenir la recesión se presentó en laprimavera y el verano de 1937. Corno se dijo anteriormente, si elconsumo se hubiera incrementado de manera constante durante esteperíodo, es posible que el movimiento de recuperación se hubiesedesarrollado sobre la base de un nuevo nivel, más alto y estable, decostos, precios e inventarias. Un incremento permanente en elconsumo y un alza en las rentas habrían necesitado de mayoresgastos de capital y hecho de nuevo rentable la construcción residencial.

Un aumento sostenido en el consumo bajo las condiciones preva-lecientes en esa época, no obstante, sólo se habría logrado merced auna mucho mayor contribución del Gobiemo al poder de compranacional. No es necesario subrayar los obstáculos para seguir estecurso. Y, en el caso inverso, en el previo sucedido a mediados de1936, se encontraban dificultades que impedían la determinación eimplementación de la política acertada.

Dejando a un lado estas enormes dificultades, es evidente que,para que la política fiscal sea realmente compensatoria, se requierede un grado mucho mayor que el existente en la actualidad de fle-xibilidad en los gastos e ingresos. Es probable que tal flexibilidadno pueda ser lograda dentro del presupuesto. Gran parte de losimpuestos son recaudados con base en los ingresos del año anteriory de acuerdo con determinaciones previas. La mayor parte de losgastos se determina mediante apropiaciones hechas con muchaanterioridad al período en el cual se aplican. Posiblemente la solu-ción radique en asegurar la flexibilidad en gran medida por fueradel presupuesto regular. Se deberían explorar las posibilidades deotorgar discrecionalidad al Ejecutivo en la variación de los subsidiosy en mantener, acelerar o retardar varios tipos de gastos. Otraaltemativa sería la exploración de las posibilidades de que se garan-ticen variaciones compensatorias apropiadas en los ingresos y/oen los gastos mediante el uso de medidas automáticas y no discre-cionales que vinculen los ingresos y/o los gastos con los cambiosen la tasa de consumo y de producción.

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Resumen

Currie, Lauchlin, "La revolución keynesiana y sus pioneros:los keynesianos y la política del gobierno 1933-1939",Cuadernos de Economía, Vol. XIII, Números 18-.19, Bogotá, 1993,pp. 101-118.

En este artículo el autor, sobre la base de un análisis de lasprincipales contribuciones económicas de la década del 30destaca los elementos de Keynesianismo implíci tos en 1:J~primeros aportes de Currie y en general del grupo de "cerebrosjóvenes" que asesoraron a Roosevel t para la formulación de laspolíticas del New Veal. Sobre la base de una revisión de losprincipales debates de la década del 30 muestra que, fue alcalor de estos debates, que luego serían acallados por laSegunda Guerra Mundial, como se despejó el camino para laaplicación de políticas monetarias y fiscales 'razonables' ypara su conversión en pieza fundamental del bagaje institu-cional del Gobierno.

Abstract

Currie, Lauchlin, "The Keynesian Revolution and its Pioneers:The Keynesians and Government Policy 1933-1939", Cuadernos deEconomía, Vol. XIII, Numbers 18-19, Bogota, 1993, pp. 101-118.

In this art_ic1e, the author high1ights Keynesian elementsimplicit in CurLie's first contributions, and in general, inthe contribution of the group of "young brains" who advisedRoosevel:: on the t-ormulation af New Dea1 po1ices. He bases hiswork an an analysis af the principal economic contributionsof the 1930s. A revisison of the principal debates of the 1930s

sho¡v'S that these heated debates, ¡,'hich were late¡- silenced by

World Ward LI, served to clear the way for tileclpplicatian of'rational' monecary and fiscal po1icies and fer cheir con-versían into a fundamental part al the institutian3.l workingsaf gavernment.

No existían keynesianos propiamente dichos antes de la TeoríaGeneral. Esto hace difícil decir quién debería ser incluido en unalista de keynesianos de la primera época del New Dca!. Es posibleencontrar elementos de keynesianismo en el trabajo de varios au-tores pero nunca el producto completo. Con el fin de discutir so-bre aquellos que tuvieron influencia en la política de la primeraépoca, he seleccionado unos cuantos personajes sobresalientes que,de una u otra manera, contribuyeron a orientar la política en unadirección keynesiana: sus aportes fueron bastante diversos, tantoen alcance como en énfasis. Unos más, otros menos, todos fueroninfluenciados por Keynes. He incluido los elementos keynesianosde su pensamiento, 10 mismo que los no keynesianos, y señaladotanto los contrastes como las similitudes.

ANTES DE LA TEORÍA GENERAL

A la hora de examinar el trabajo de los primeros keynesianos, de-bemos recordar que existían en aquel momento obstáculos formi-dables para disei1ar y formular 10 que hoy consideramos políticasmonetarias o fiscales razonables:

1. La mayor parte de los economistas profesionales estaban másdispuestos a la búsqueda de falacias que a la de soluciones. A co-mienzos de 1934, siete economistas de Harvard -incluyendofiguras ya entonces tan eminentes como Schumpeter y Chamber-lin- manifestaron en la Introducción a La Economía del Progrnmade Recuperación:

Pero no fue parte de nuestro plan el sugerir medidas de políticaremedial... El análisis y la crítica tienen su lugar de maneracompletamente independiente de la existencia o la naturalezade propuestas alternativas.

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2. No sólo tenía malas connotaciones la palabra" gasto" -estandovinculada comúnmente a calificativos tales como "loco", "insen-sato" o "salvaje" - sino que existía también bastante confusiónacerca de sus efectos económicos. Los diferentes tipos de gastoeran evaluados de acuerdo con sus consecuencias técnicas, políticaso morales y pocas personas veían un elemento común a todos lostipos de gasto. Por supuesto, el déficit era considerado particular-mente malo puesto que involucraba un incremento en la deuda.

3. La idea de que existía un ciclo de los negocios dominaba porigual el pensamiento de los economistas y el de los hombres denegocios. Y junto con ella existía la convicción de que las recesionesdesempeñaban una función terapéutica. Las raíces de la depresiónse encontraban, según esta opinión, en los "excesos" y los"desajustes" del auge. Se pensaba que la venta de los valores, ladeflación de precios y la reducción de los ingresos eran necesariospara corregir esos desajustes. La duración y severidad sin prece-dentes de la depresión de los treinta eran atribuidos a los 1/ excesosextraordinarios" -incluyendo la pretendida inflación- de losveinte.

4. Había una insuficiente comprensión del proceso inflacionario.De hecho, las ideas prevalecientes rayaban con la magia. No sólose tenía la certeza de que un aumento en la cantidad de dineroproduciría inflación, sino que se pensaba que algunos tipos de di-nero eran mucho más inflacionarios que otros. Difícilmente se lehubiera ocurrido a alguien preguntarse hasta qué punto, dado elgrado de inactividad existente en la economía en 1932-1933, pudieraproducirse la inflación. La mala comprensión del proceso infla-cionario conducía al temor de que, si el Gobierno seguía las polí-ticas equivocadas, la inflación podría fácilmente desbordarse. Elloconstituía un freno poderoso a la experimentación en el área delas políticas monetarias y fiscales.

5. Un obstáculo final era la falta de una teoría comprehensiva,como de los datos que permitieran una evaluación cuantitativa ysistemática de las operaciones fiscales y monetarias del Gobierno.

La Reserva Federal se convirtió, desde finales de 1934, en la prin-cipal área de influencia keynesiana. Marriner Eccles acababa deser nombrado presidente de la Junta, trayendo con él desde elTesoro, a Lauchlin Currie, con quien había descubierto allí unaprofunda afinidad en los asuntos fiscales y monetarios. Mucho

CliADERNOS DE ECONOMíA 18-19 105

antes de ir a la Reserva Federal, ambos habían promovido acti-vamente políticas keynesianas. Por ejemplo, Eccles se había reu-nido, en noviembre de 1933, con Tugwell, Wallace, Hopkins,Ezekiel Y otros para proveerlos de argumentos "acerca de cómo

una política planeada de financiamiento adecuado del déficit podríaservir al humanitario objetivo que más directamente les concernía(p. 131). Currie ya había abogado por políticas monetarias y fiscalesexpansionistas, tanto en sus escritos C01l10en sus clases como ins-tructor de economía de Harvard antes de ir a Washington en elverano de 1934.

Eccles había atribuido el carácter avanzado de su pensamiento alhecho de que: a) era un banquero de provincia y b) nunca habíaido a la universidad. Tal explicación, aunque atractiva, no resistiríala verificación estadística más elemental. Deben haber existidocientos de banqueros de provincia que disfrutaron de la ventajade no haber ido nunca a la universidad y que, sin embargo, nocontribuyeron absolutamente en nada al pensamiento sobre la po-lítica monetaria y fiscal. La explicación es, más bien, que Ecclescombinaba una rara habilidad para llegar directamente a lo esencialde un argumento económico con la independencia intelectual y elcoraje de decir públicamente y de manera exacta lo que estabapensando.

turne, al igual que Keynes, se impacientaba con la actitud negativade muchos de sus colegas profesionales. Persuadió, a comienzosde 1934, a cinco de quienes éramos entonces instructores de econo-mía en Harvard para enviar con él una carta abierta al presidenteRdosevelt, respaldando los aspectos principales del programa derecuperación del Ncw Dca/.

deseamos recomendar muy especialmente aquella política quetal vez ha recibido más críticas que ninguna otra por parte deI).4estros colegas profesionales, su política monetaria.El abandono deliberado del patrón oro marca una de esas rarasocasiones desde la guerra en las que un gobernante a la vezque vislumbra el peligro, toma simultáneamente medidas paraconjurarlo.

y éUl.adíamos, como descubro al10ra con grata sorpresa al releer lacarta, "nuestro más cálido apoyo para su política de aumento en elgasto público."

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106 LA REVOLUCIÓN KEYNESIANAy SUS I'IONEROS

La mayoría de nosotros estábamos más influenciados que Curriepor la noción entonces prevaleciente de que, de algún modo, elanálisis en términos de dinero no era lo suficientemente "profundo"y le indujimos a añadir:

no creemos en la eficacia de las medidas monetarias por sí so-las... De hecho, nuestro interés principal apunta, más bien, asus programas de reforma de más largo alcance...

Lamento que no tuviésemos, en ese entonces, una idea clara decuáles eran las reformas necesarias. Sólo años más tarde, cuandoKeynes y Hansen mostraron el camino, habríamos de ver cómolas fuerzas históricas más amplias que afectan el nivel de inversiónpodían ser combinadas con el análisis monetario y el del gasto,para lograr así una explicación más profunda de la depresión.

Ya antes de partir hacia la Reserva Federal, Currie había hecho con-tribuciones notables a las teorías monetaria y del ingreso. Habíadesarrollado una serie de oferta monetaria, libre de la confusión en-tonces común entre crédito y din.ero, que mostraba cómo la cantidadde dinero había crecido lentamente en los aí10s veinte -muydifícilmente de 1927 a 1929- (Currie, 1933). Había condicionado a unanálisis crítico exploratorio la idea de que los ai'í.os veinte habían sidoun período inflacionario. Seí1alaba que la oferta monetaria había crecidorelativamente poco, que los precios de las mercancías habíanpermanecido estables, que no hubo escasez significativa de trabajo nide insumos y que la aCW11Ulaciónde inventarios no había sido excesiva(Currie, 1934, p. 161). Concluía que "es una lección de singularimportancia el que de ningún modo se necesita un auge previo paraalcanzar una depresión severa" (p. 168). O, como lo seí1alara D. H.Robertson, en lugar de una cima seguida por una sima, Curriedescribía la situación como "un pequeÚo repunte seguido por underrumbe." Las implicaciones que, para la política de los aíi.os treinta,tuvo esta nueva manera de ver a los veinte fueron, por supuesto,profundas.

Mientras estaba aún en el Tesoro en 1934, Currie, con la asistenciade Martin Krost, inició el cálculo de unas series que fueron llama-das en un comienzo series del "Déficit de impulso inicial", m.ástarde "Gastos federales generadores de aumento del ingreso", y,finalmente, "Contribución neta del gasto federal al poder de com-pra nacional". Esta fue una mejora técnica respecto al uso del dé-ficit oficial como medida del impacto de las operaciones fiscales

CUADERNOS DE ECONOMÍA 18-19 107

del Gobierno sobre la economía, y, lo que es más importante, untriunfo semántico de primera magnitud. Sacó a la luz el elementocomún a todas las operaciones fiscales. A nadie que se hubieraacostumbrado a pensar en términos de la contribución neta se lehabría ocurrido promover la recuperación mediante un aumentodel gasto en obras públicas y, al mismo tiempo, recortar los salariosdel Gobierno y aumentar las tasas impositivas1.

La serie de contribución neta logró, en 1937, llamar la atenciónsobre el efecto contraccionista de los nuevos impuestos de segu-ridad social. Con respecto a su posición acerca de la reserva deseguridad social, Currie señala:

Creo que siempre me opuse a la idea de un fondo para laseguridad social porque era una falacia de composición y porsu efecto deflacionario, y finalmente convencí a Roosevelt sobreeste punto a comienzos de 1940. La transición al "pague cuandolo use"2 y a un aumento en los beneficios había de constituir elgran debate en la campaña de 1940, pero fue olvidado a medidaque se fue acercando la guerra. Siempre sentí que ello seí1alabala real comprensión de la economía y de la política fiscal deRoosevelt -a diferencia de los aspectos humanitarios-o

Un apoyo calificado a las políticas keynesianas llegó de J. M.Clark y Arthur Gayer. En sus informes al Comité Nacional de Re-cursos abogaban por un programa contracíclico de obras públicas,financiado ya fuera por un aumento en la oferta de dinero o poruna activación de los depósitos ociosos. Clark era un pensadororiginal y complejo, lo cual era una fuente tanto de fortaleza co-mo de debilidad. Como ejemplo de su originalidad, desarrolló lateoría del multiplicador independientemente de Kahn. "Si una re-ducción de la producción y del ingreso es seguida de una reducciónmenor del gasto, entonces la serie de los efectos derivados es unaserie decreciente del tipo de las que convergen a una suma finita,

1 Albert Hart, quien ha sido mencionado como uno de los que idearon elconcepto de contribución neta, escribe: "Creo que en mi estudio del Tesorosobre las deudas (estrictamente sobre agencias de crédilo gubernamentales)argüi que la contabilidad usual incluia en el déficit ga5tos que, no sólo nogeneraban ingresos, sino que en ciertos casos eran intragubernamentales." Así,parece que Hart dio el primer paso en la evolución de la serie de contribuciónneta, si bien, como élm.ismo sei1ala, "el triunfo semántico de convertir losdéficit en algo positivo fue de Curric".

2 N. del Ell. En inglés" pays-as-yoII-go". (Las comillas no están en el original).

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108 LA REVOLUCiÓN KEYNESIANA YSUS PIONEROS

no infinita" (1934, p. 85). Él hizo muchas otras observacionesinteresantes sobre el funcionamiento del sistema económico. Falló,sin embargo, en mostrar cómo se relacionaban unas variables Conotras -por ejemplo, no hizo uso del multiplicador- o en señalarcuáles eran de importancia capital y cuáles meramente incidentales.

Clark y Gayer estaban todavía muy dominados por el esquemade pensamiento tradicional del ciclo de negocios. Gayer afirmabaque "la prueba del ácido de los trabajos públicos planificados estáen la medida en que logren corregir, durante las depresiones, losdesajustes que las causan, y prevenir, durante la prosperidad, sudesarrollo" (p. 380). En medio de tal clima de opinión, Currie fueosado al sugerir que no había existido "sobreexpansión" durantelos veinte.

La falta de apoyo en el Tesoro para impulsar las políticaskeynesianas fue el talón de Aquiles del New Dcal en su búsquedade una solución realista al problema del desempleo. Como señalaEccles, Hopkins e Ickes debieron tomar la iniciativa al señalarcomo urgente el impulso de un programa de gasto en gran escala.Pero su solicitud era generalmente dejada a un lado como unasolicitud especial. "Si el gasto hubiera sido publicitado por el Tesorocorno un argumento 'económico'... creo que se hubiera podidocontener parte de la implacable oposición que despertó el programade recuperación" (p. 184). Más aún, al ser unos reformadores"idealistas", los hombres del Ncw Dcal se encontraban expuestosal cargo de derrochadores. Hombres de negocios o financistas"testarudos" se hubieran encontrado en una posición mucho mejorpara defender aumentos deliberados en el gasto.

El Tesoro, en realidad, sí tenía, en el primer período, dos asesorescon una buena comprensión de lo que era entonces un análisisavanzado del dinero y del ingreso: James Harvey Rogers, del De-partamento de Economía de Yale, y Jacob Viner, entonces de laUniversidad de Chicago. Aunque con niveles similares de erudi-ción económica, eran de temperamento distinto. Rogers, a pesarde tener un pensamiento conservador en materia de filosofía social,disfrutaba, corno Keynes, sorprendiendo al auditorio con pro-puestas atrevidas y desconcertantes. En el verano de 1932 sugirióla creación de un ejército para tiempos de paz corno medio dedistribuir una gran cantidad de poder de compra adicional. Elejército podría ser usado, sugería, para cazar monstruos marinos

CUADERNOS DE ECONOMíA 18-19 109

en el Caribe o, mejor aún, para luchar contra los gangstcrs en Chi-cago y Nueva York.

En julio de 1933, Rogers señaló que "las obras públicas financiadasmediante la expansión del crédito" son el único tipo de inflaciónque sabemos que funciona y que el Gobierno, por tanto, deberíaestar preparado para incrementar "en gran medida" las obraspúblicas. Si bien se encontraba en esa época a la cabeza de la ma-yor parte de sus colegas en lo que concierne a la comprensión deÍa economía de la depresión y la recuperación, no hubo ningúndesarrollo significativo de sus ideas económicas después de 1933.Su influencia en la profesión, lo mismo que en la administración,se desvaneció después del primer período del Ncw DcaP.

A diferencia de Rogers, a Viner no le gustaba nada que sonaradramático o radicalmente innovador. En una conferencia dictada enla Universidad de Minnesota en febrero de 1933, dijo que podríaestar dispuesto a aconsejar "mayores gastos del Gobierno, financiadoscon emisión primaria O con préstamos" si sólo fuera factible que losEstados Unidos abandonaran el patrón oro. Estaba convencido, noobstante, de que las dificultades prácticas de tal medida eraninsuperables y que, en consecuencia, "si vamos a tener inflacióndebemos tenerla dentro del patrón oro y sin presupuestos tan malbalanceados corno para asustar a Wall Strcct". Ignoro hasta qué puntohaya promovido Viner una política de déficit deliberados entre 1933y 1936. De acuerdo con Stein (p. 102), apoyó a Morgenthau en octubrede 1937 en urgir al Presidente para que se adhiriera a W1a política deintervención del Gobierno con el fin de "brindar seguridad sobre unpresupuesto balanceado y estimular así la inversión privada." En sumensaje presidencial a la Asociación Económica Americana en 1939dijo que, mientras el punto de vista de corto plazo parecía justificar elnuevo dogma de los déficit en períodos recesivos, en el largo plazo"todavía hay vida para los viejos dogmas."

DE LA TEORÍA GENERAL A LA SEGUNDA

GUERRA MUNDIAL

La Tcoría Gcncral marcó un hito tanto en la evolución de la políticaeconómica corno en el de la teoría. Permi tió desechar por fin el ar-

3 Me he basado en gran medida en la discusión de Rogers sobre la disertacióninédita de Byrd Jones, además de otros materiales suministrados por él.

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110 LA REVOLUCIÓN KEYNESIANAy

SUS PIONEROS

gumento de la reducción de salarios como vía para la recuperaciónal mostrar que el único efecto general de una baja de salarios seríael de hacer el dinero relativamente más abundante. Puso en evi-de~~i~ lo difícil de una inflación en presencia de recursos ociosos.DeJo sm base el supuesto de que la actividad económica marcharíaen un patrón cíclico regular. Mediante los conceptos de la funciónde c~r:sumo. y del multiplicador, proporcionó un marco paracuantifIcar el Impacto del Gobierno sobre la economía. La excitaciónpenerad~ por la .Te~ría Gcncral entre los jóvenes economistas, y suIr:.fl:-rencIa subsIgUIente sobre Washington, han sido narradoshabrlmente.por J. K. Galbraith en "Cómo llegó Keynes a América"y no necesItan ser repetidos aquí. Galbraith señala también quelos datos estadísticos compatibles con la Tcoría GCl/cral ya estabanpor fortuna, siendo compilados por Kuznets y otros. '

Además de educarse a sí mismos, a los funcionarios del Gobiernoy al p~blico en los principios de la "nueva economía," loskeynesIanos -nuevos y viejos- hicieron contribuciones impor-tant~s al desarrollo posterior del sistema de pensamiento esta-blecI~o P?r Keynes en la Tcoría GCl/cral. En gran medida estascontnbucIOnes fueron estimuladas por la experiencia de recupe-ración y recesión de 1936-1938.

En el modelo keynesiano más sencillo, la expansión del productoocurre con precios estables hasta que se alcanza el pleno empleo.A partir de ahí, incrementos ulteriores en la demanda agregadaproducen inflación pura. Keynes mismo había seÚalado, noobstante, que el curso real de los hechos rara vez sería tan cómo-damente sencillo. Les aumentos de precios debidos tanto a laaparición de cl/cllos de botella como a cambios en la unidad desalario probablemente ocurrirían mucho antes de alcanzarse elpl~,no e.mpleo (1936, pp.296-304). Esto es exactamente lo que ocu-rno a fm~les de 1936 y comienzos de 1937. Factores importantesque contnbuyeron a este fenómeno, como Currie y Eccles seña-laron, fueron la aceleración del ritmo de recuperación que siguióal pago de bonos en 1936 y el manejo organizativo del CIO (Currie1938). '

Hubo. algún debate en 1938 acerca de la respuesta políticaapropIada ante los aumentos de costos y precios de 1936-1937. Deacuerdo con uno de los puntos de vista, era necesaria una dis-minución de la contribución neta del Gobierno con el fin de dismi-nuir la presión de la demanda. El otro, probablemente el punto de

(:l)ADERNOS DE ECONOMíA 18-19111

vista mayoritario entre los Keynesianos, era que la demanda debería

ser sostenida, toda vez que los factores que habían causado elaumento de precios y costos eran esencialme,nte d~

natura~eza

transitoria. En otras palabras, pensaban que sena posIb~e segu~r ~!

camino a través de los cl/cllos dc botclla. Este punto de vIsta recIbIOalgún respaldo en el hecho de que la renovada expansión de 1938

fue lograda sin aumentos de costos ni precios. Pero, por supuesto,aún nos encontrábamos lejos del pleno empleo tanto en 1937 comoen 1939.

La recesión de 1937-1938 también estimuló una revisión de la Teo-ría del impulso inicia14. Desde nuestra actual situación privilegiada,se distinguen dos versiones diferentes de esta teoría. Una es pura-mente mecánica: los incrementos en el consumo y en la inversióninteractúan de tal modo que logran el pleno empleo. En su formamás simple esta teoría implica que un pequeño incremento en elgasto del Gobierno lograría el pleno empleos. Hansen, quien habíamostrado un interés especial en el análisis del acelerador desde lavisita de Frisch a la Universidad de Minnesota en 1931, fue el pri-mero en cuestionar la validez de esta idea. En un modelo aritmético,usando un valor de un medio para la propensión n,arginal a consumiry de dos para el acelerador, mostró que el ingreso, en lugar de. crecerindefinidamente, conseguía primero superar el valor proporCIonadopor el solo multiplicador, pero caía luego nuevamente. Paul Samuelsondiseñó entonces una solución más general en su famosa "Interacciónentre el multiplicador y el acelerador" la cual mostró que, excepto enlos casos irreales de comportamiento explosivo, la conclusión de Han-sen era correcta.

La otra versión de la Teoría del impulso inicial era mucho menosprecisa. Descansaba sobre el supuesto de que la economía dealgún modo se había quedado paralizada y que 10 que se necesitabaera un empujón del Gobierno para salir adelante de nuevo. Variosescritores diferían sobre cuán grande debía ser el empujón y cuálsu duración. Lo que tenían en común era el supuesto de que unavez que se hubiese alcanzado el pleno empleo (o se encontrasecercano) la inversión privada tendería "naturalmente" a acomo-darse para mantener la economía en ese nivel. Sobra decir que amenudo se confundían las dos versiones. De hecho, la Teoría del

4 N. del Etl. En el original" P/llllp Prill1illg TI/I:ory".5 La Teoria del impulso inicial conduce a la conclusión de que el ingreso de-

bería expandirse en la medida en que la contribución del Gobierno fuesepositiva. Walter Salant mostró el error de esta idea.

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112 LA REVOLUCIÓ;\1 KEYNESIANAy SUS PIONEROs

imp.ulso ini~ial sólo 1?~día tener influencia en la medida en quenadIe exammara exphcltamente sus premisas.

Hansen también puso en duda la idea de que la inversión tiende aser -en un plazo relativamente corto- adecuada para mantener

e~ p,ler:o empleo. La inversión neta, sei"taló, depende de factoresdmam~cos tales como el cambio tecnológico, el crecimiento de lapoblaClón y la expansión geográfica. Los auges "mueren de muertenatural", no porq.ue inc~,ben desajustes y distorsiones, sino porquela demanda por mverSlOn generada por estos factores dinámicosse debilita. Más aún, puede haber largos períodos de debilidad enlos c~ales las depresiones pueden ser prolongadas y las recu-peraClones breves y anémicas. Keynes expresó una opinión similaren "Algunas consecuencias económicas de la disminución de lapoblación" y en pasajes sueltos de la Tcoría Gcncral.

Los térn1Ü~os "estancami:nto secular" o "econon1ía n1adura", quefueron, ap'hcados a estas Ideas, son equívocos por cuanto sugierenuna rer.dlda general de la capacidad para alcanzar el progresoeconomlCO. Keynes y Hansen no querían decir que la innovacióncesaría o que la productividad se estancaría, sino simplementeque, en una economía desarrollada, la velocidad a la cual se acu-mula capital podría rebasar el ritmo de desarrollo de las oportu-nidades para su empleo rentable.

Creo que todos nosotros hemos entendido las consecuenciasprácticas que tuvo la tesis de la "economía madura". Es incon-cebible que los responsables de la política econÓmica puedan jamásvolv.er a se~tarse sobre sus manos insistiendo en que el únicocammo posIble para curar el desempleo se emprenda a través deun ~umento en. la inversión privada. Tampoco es probable quena~le en el GobIerno, cualquiera que sea su teoría, llegue a insistirsenamente en tratar de balancear el presupuesto a lo largo del"ci~lo" o de cualquier período predeterminado de tiempo. En sín-tesIs, nuestra política es ahora exactamente esa clase de políticaflexible, pragmática por la que abogara Hansen.

Entre las posibles políticas para combatir una deficiencia de ladema.~da pa~a i.nversión, el recorte de los impuestos recibió pocaatenc.lOn haCla fmes de los treinta. Había buenas razones para ello.El, ~ledo a l~ deuda estaba tan profundamente arraigado en elpublIco que mcluso los más acérrimos keynesianos dudaban enproponer una política que incrementara abiertamente los déficit.

CUADERNOS DE ECONOMíA lH-19 113

Una razón aún más importante para rechazar los recortes deimpuestos era que la mayor parte de los liberales -y la mayorparte de los keynesianos eran liberales en aquellos días- sentíanque la alternativa, un gasto del Gobierno incrementado, era desea-ble por sí misma. Aunque nadie haya expresado la idea con lafuerza y claridad de La socicdad opulcnta de Galbraith, existía unafuerte sensación de que el sector público había sido relegado inde-bidamente en los Estados Unidos y que ya era urgente buscar unbalance adecuado.

Un acento de mayor seguridad apareció en los escritos de loskeynesianos de este período. En la medida en que habían confiado,consciente o inconscientemente, en la Teoría del impulso inicial,habían quedado a la defensiva para tratar de explicar por qué elgasto del Gobierno no había producido, a fin de cuentas, unarecuperación. Keynes nunca suscribió en realidad la Teoría delimpulso inicial, y esto también fue cierto en alguna medida paralos principales keynesianos. Pero tanto él como ellos dejaron sinanalizar la demanda por inversión, de modo que no hicieron nadapara despejar la fuente de las falacias del impulso inicial. Larecesión de 1937-1938 constituyó un revés especialmente duro.Los keynesianos habían esperado confiadamente que la recupera-ción, que había comenzado tan exitosamente en 1936, continuaríay que el Gobierno podría suspender su respaldo una vez que elpleno empleo se hubiese alcanzado. Algunos de ellos se preocu-paron por los efectos desestabilizadores de los aumentos de preciosy salarios de fines de 1936 y comienzos de 1937. También alertaronsobre una reducción demasiado rápida de la contribución neta delGobierno. Pero no cuestionaron el supuesto básico de que, unavez alcanzado el pleno empleo, la inversión privada bastaría paragarantizar que la economía siguiera su marcha.

El análisis de Hansen acerca de la demanda por inversión puso enduda este supuesto. Sería necesario, señalaba, continuar indefinida-mente con una contribución sustancial del Gobierno. Esto, com-binado con la convicción de que el sector público debía crecer pormotivos de bienestar, brindó a los keynesianos una confianza re-novada en la solidez económica y la rectitud social y moral de susrecomendaciones de política.

Un ejemplo palpable de este confiado espíritu de cruzado puedeapreciarse en Un programa cconómico para la dcmocracia amcricana,

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114 LA REVOLUCiÓN KEYNESIANAy SUS PIONEROS

escrito por un grupo de jóvenes economistas de Harvard y Tufts6y publicado a fines de 1938. Otras intervenciones un poco más cir-cunspectas a favor de un mayor nivel de respaldo gubernamentalpara la economía están contenidas en un informe, "Gasto federalen obras públicas", escrito por Galbraith y Griffith Johnson par~el Comité de Planeación Nacional de Recursos, y en el l1¡formcallual delSecretariode Comerciode 1939, cuya sección económica fueescrita por Richard Gilbert y Roderick RHey.

¿No ha demostrado la experiencia de la posguerra que la preocupa-ción de Hansen por una deficiencia crónica de la demanda porinversión era infundada? Para resolver esta pregunta debemosobservar primero otro desarrollo teórico del período inmedia-tamente posterior a la Teoría General, a saber, el teorema del mul-tiplicador del presupuesto balanceado. La primera exposiciónpublicada de la teoría que subyace a este concepto se encontrabaen el ensayo de Samuelson "El pleno empleo después de la guerra"(Harris, pp. 27-54). William A. Salant había, sin embargo, desa-rrollado el análisis de manera independiente y sirnultánea, yKeynes había establecido ya el punto esencial en un memo randainterno del Tesoro en septiembre de 1940 acerca del efecto de losmayores impuestos sobre el gasto de consum07.

Lo que Hansen había dicho, esencialmente, era que no podríamosllegar al pleno empleo, excepto ocasionalmente con esfuerzosexcepcionales, si no jugaban un papel mayor en la economía losgastos del Gobierno. Puesto que la palabra mayor significaba mayorque en la depresión, cuando los gastos del Gobierno en bienes y

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6 Además de Richard V. Gitber!, George H. Hildebrand Jr., Arthur W. Stuart,Maxine Yaple Sweezy, Paul M. Sweezy, Lorie Tarshis y John D. Wilson, quie-nes aparecían como autores en ese tiempo, Emile Despres, Walter Salant y yotomamos parte activa en las discusiones y en la escritura del libro. Para la épocade su publicación, estábamos trabajando con el Gobierno y, de acuerdo con lacostumbre prevaleciente de! anonimi1to de sus empleLldos, omitimos nuestrosnombres.

7 En una curta a Walter Salant, fechada e! 11 de agosto de 1953, Samuelsondecía: "Mi preocupación fundLlmental en el ensayo de Harris era precisamentela misma que Bill tenía en mente. Es una conclusión a la cual ambos llegLlmosindependientemente... Bill y yo llegumos a discutirla en el ulmuerzo un día yél me mostró un manuscrito en el cual él había desurrolbdo esta noción." Lainformución acerca del memorando del Tesoro de Keynes está contenida en R.S. Sayers. Los estudios sobre el concepto de! multiplicador del presupuestobalanceado de Henry Wallich, Hansen y Harvey Perloif, Nicholas Kaldor yTrygve Haavelmo aparecieron en el curso de los años siguientes al escrito deSamuelson.

CUADERNOS DE ECONOMíA 18-19115

servicios eran de cerca del 6 por ciento del PNB, difícilmentepodría uno refutarlo mostrando que habíamos tenido pleno empleocon gastos del Gobierno varias veces mayores que ese porcentaje.

Los keynesianos, en el sentido en que he usado este término,recibieron un fuerte respaldo en los frentes administrativo y políticopor parte de muc~os que no. eran ec~momistas ni se ha?ían es-pecializado en teona monetana o del mgreso. Isador Lubm, LeonBenderson, Ezekiel y Tugwell fueron especialmente importantesal apoyar a Eccles y a Currie en la continua batalla entre partidariosdel gasto y defensores del presupuesto balanceado. Morris Cookey Beardsley Ruml: de la Comisión de ~laneamiento de ~ecursosNacionales, tambIén ayudaron. Hopkms e Ickes asumIeron elliderazgo en el frente político para la administración y se les unióWagner en el Senado. Lean Keyserling, Tom Corcoran y Ben Co-hen ayudaron en diferentes instancias y de muchas formas. Currieha dicho de este último que era" el coordinador intelectual y elguardián de su conciencia" (de la del New Dea!). Con todo, porsupuesto, había otros; éstos eran sólo los más prominentes entrequienes ayudaron e instigaron a los keynesianos en la formulacióne implementación de sus políticas.

LOS TREINTA EN RETROSPECTIV A

A finales de los treinta, los keynesianos habían llevado a cabo unagran tarea. Habían despejado mucha de la confusión reinante acercadel gasto, acerca de la inflación y acerca de la naturaleza y causasde la depresión. Habían llevado a los conservadores bieninformados, representados en la Mesa Redonda de Fortul1c enmarzo de 1939, a aceptar, por lo menos, el gasto anticíclico. Habíancorregido la debilidad de su propia teoría, especialmente ladebilidad que surgía de la idea del impulso inicial. Finalmente,habían preparado el camino para que se aceptara la posibilidadde que el Gobierno tuviera que brindar un nivel de respaldo perma-nentemente alto a la economía.

Aún quedaban grandes obstáculos. Los conservadores se oponíanfirmemente a cualquier expansión sustancial del sector público; elmiedo a la deuda era aún fuerte. Más aún, la inercia de las insti-tuciones e ideas establecidas constituía un lastre serio para la acti-vidad económica. Incluso aunque los keynesianos estuvieran ga-nando al menos un respaldo calificado para el aumento del gasto

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116 LA REVOLUCiÓN KEYNESIANAy

SUSI'IONEROS

federal, los gastos locales y de los estados estaban siendorecortados y los impuestos, tanto locales como federales, aumen_tados. E. Cary B:own ha señalado que, si consideramos el conjunto

d: todas las umdades gubernamentales, sólo en 1931 y 1936, losa~o~ ?e ~os bonos de veteranos, el déficit de pleno empleo fuesIgmfIcahvamente mayor de lo que había sido a fines de los veinte

~a política fis~al p~recía más expansiva de lo que era porque eimgreso era mas baJo y la gente estaba acostumbrada a mirar eldéficit existente más bien que el de pleno empleo.

Nunca sabremos, por supuesto, si tales barreras habrían podidoser superadas de no ser por la Segunda Guerra Mundial. Talcomo ella se presentó, los candentes debates de finales de lostreinta nunca fueron resueltos, simplemente se desvanecieron enel paisaje. Un sector público bastante aumentado se convirtió enparte de la vida cotidiana. Las principales reformas del New Denldejaron, de la misma manera, de ser objeto de controversia. Inclusola deuda nacional dejó su puesto principal entre las preocupacionesde

!~ naci.ón. El camino había sido así despejado para que laspohhcas fIscales y monetarias racionales se \'01 vieran parte delb~gaje institucio~1al de nuestro Gobierno. Las políticas propiamentedIchas fueron, sm embargo, obra de los keynesianos, tanto dentroc?mo fuera del Gobierno, y la mayor parte de este trabajo habíasIdo hecho a fines de los aí10s treinta.

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CUADEI¡NOS DE ECONOMíA 18-19 117

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