los viejos carros de mulas

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p JARA los que sólo hemos vivido ayer —el ahora tiene desnudez de espe- ra— la imagen nos duele, nos hiere sin querer y, por parado- ja,, tiene la bondad del buen pan en la mesa, pues a muchos trae el alma fresca y blanca de la infancia. En la imagen, los carros de muías que, desde hace muchos años, ya no son en los caminos y carreteras de la isla. Ellos por tierra —por la mar los veleros y los vapores de cabotaje— die- ron vida, buena vida, al comer- cio tinerfeño. Eran los carros del basto bregar y el basto ga- nar. Eran los carros en que las muías -pobres muías— reza- ban la inacabable letanía del esfuerzo por las cuestas y veri- Sobre los callaos que empedraban las calles, los carros ponían su quehacer constante - p ' ' ••' ' •'" . - - ' ' Santa Cruz de ayer y de hoy Los viejos carros de muías cuetos de todos los caminos de la isla. La estampa es como el re- cuerdo de un recuerdo; tiene zado el punto en que comien- zan las nostalgias, la imagen nos estremece con su grito mu- do. Ahí, los viejos carros de atardeceres de lejana infancia, de muías, los que iban sobre la tie- cuando en las playas que ya'no son queríamos tomar el sol y oler la sal. Santa Cruz que ya no es y que, por paradoja, aún tiene calles que vienen y viven del mar, de todas las tierras, de to- dos los idiomas. Ahora, cuando hemos alean- TECRISA Promotora de 93 viviendas,de 2,3 y 4 dormitorios, garajes,canchas de tenis y mini-golf. f Pago en 15 años! Ubicación: Entrada a Los Cristianos (cerca Grupo Escolar) •Reservas (Entrega inicial) .... 100.000 pts. Beneficios fiscales rra estéril, cordilleras secas, llanuras y alturas peladas de las cordilleras. En su «Historia de Santa Cruz», don Alejandro Cioranes- cu escribe que «los transportes de mercancías o materiales se hacían antiguamente a lomos de peones o bestias de carga o por medio de corsas y carretas. Los borriqueros tenían su esta- ción en la entrada del muelle, en el espacio libre que media entre la puerta y la alameda, donde estaban esperando a sus clientes eventuales. También había camellos para las cargas, pero su número no ha sido nun- ca significativo.». Las corsas y carretas dieron paso a los carros de muías —primero de cuatro ruedas, luego de dos— que, como bien dice el señor Cioranescu, con la intensificación y los arreglos en la carretera de La Laguna, fue- ron una verdadera revolución en el tráfico rodado. «Las calles —dice— no estaban previstas para esta clase de circulación; muchas de ellas tenían atarjeas INFORMACIÓN Y VENTA EN EXCLUSIVA «INMOBILIARIA CASTRO 11 C/.Gral. Franc:o,8 (oficina de MAPFRE) Los Cristianos Tinos: 7912 69-791328 UNELCO UNELCO UNION ELÉCTRICA DE CANARIAS, S.A. Comunica a sus abonados, de acuerdo con el ar- tículo 68 del Reglamento de Verificaciones Eléctricas, que procederá a la suspensión del suministro de ener- gía eléctrica el próximo martes, día 23 de noviembre de 1982, en las siguientes zonas: ZONA SANTA CRUZ (de 8 a 14 horas) E.T. Miramar I y II de Ofra. ZONA CUEVAS BLANCAS (de 8 a 12 horas) Cuevas Blancas, Portacanúno, Cruz de la Galle- ga y Cañadas. ZONA LA LAGUNA (de 8 a 15 horas) Galletas Saylo, Verdellada, Camino San Roque, Molino de Agua, Seminario, Nuevo y Camino La Verdellada. Las líneas y cables se consideran en tensión du- rante el tiempo que está anunciada la suspensión de suministro. Rogamos disculpen las molestias que puedan ocasionar las interrupciones programadas para mejo- ra del servicio. Santa Cruz de Tenerife, 20 de noviembre de 1982. LA DIRECCIÓN en su misma superficie y su embaldosado o empedrado ofrecía poca resistencia al paso de los carros cargados». Viejos problemas de la ciu- dad que, poco a poco, iba au- mentando en todos los órdenes. Crecía el muelle y, con él, toda la economía, todo el comercio tinerfeño. Y todo a base —años del pasado siglo— de carros de muías y lomos de pacientes y humildes borricos sobre la tie- rra gastada y arrugada, sobre la soledad arenosa del Sur o bajo los ramos de frescura del Norte. Carros en la tierra y vapores en la mar, ellos abrieron —en labor larga y casi desconoci- da— muchas tierras isleñas al comercio. Y todo fue bajo el ga- lopar cálido del sol o el tranqui- lo y frío de la luna. Los carros de la Isla se han ido para siem pre —nadie puede parar el agua que huye— pero, mientras caen y mueren las vidas, crecen los recuerdos, las evocaciones de estos hombres cuya ausencia nos hiere, nos duele hondo en el corazón. Con la injusta manía de los olvidos, la justa manía de los recuerdos, de las evocaciones de los hombres del basto bregar y el basto ganar, de los qué, al compás de las sufridas muías, rezaban la inacabable letanía del esfuerzo por los caminos de toda la Isla. Cuando el crepúsculo rodaba y apagaba flores, bajo el carro lucía un triste farol de petróleo que, ya en la costa —con un amanecer de locomotoras em- penachadas y negros y espesos penachos de vapores fondeados a la gira— apagaba su pequeño puñal de luz. Hoy, en la lluvia del sueño sentimos de nuevo aquella débil luz cuando, por la vieja carretera —aquella de La Cuesta y Gracia— los carros su- bían a La Laguna en competen- cia con el tranvía de carga y al- gún que otro camión de ruedas macizas y estampa desgarba- da. Aquí, casi con la historia de nuestra niñez —de nuestra pe- quenez— la antigua estampa de los carros de muías bajo la luz gastada, cuando sólo turbaba la paz una campana, un pájaro, en las alegres claridades de los campos isleños. Y, de mano de la obra del se- ñor Cioranescu, volvemos a los problemas de tráfico del siglo pasado. «La verdadera solución era resignarse. Las carretas y los carros acabaron bajando hasta el muelle; las calles se es- tropearon y se volvieron a arre- glar; las atarjeas sufrieron a su vez, pero con el tiempo se en- contrarían las fórmulas apro- piadas para protegerlas». Carros por tierra y vapores de cabotaje por la mar. Esa fue la solución de buena parte del transporte isleño en los años que bien refleja la imagen. Sil- bido de la tralla en el malestar frío y verde de las madruga- das. Repique de férreas herra- duras y metálico sonar de acero sobre piedras llenas de siglos y de noches. Bajo los dar- dos del sol y la trasparencia oblicua de los hilos de la lluvia. Así, hacia los montes y los sur- cos --hacia los amaneceres de siembras y las noches de bos- ques— iba el carrero que, de cuando en cuando, se cruzaba con el pequeño río —lanudo, manso y balador— de las ove- jas. La bruma de los olvidos se ha llevado estampas de un an- taño casi reciente. Con ellas se fueron los hombres de corazón sencillo que trabajaban bajo los dardos del sol y con los besos de la lluvia. En ios carros, el te- soro de las cargas humildes ba- jo las tardes inmensas del oto- ño plateado y lloviznero. Can- taba el sol, lejos lo hacía el mar y el carrero lanzaba al aire su voz quebrada y cansada mien- tras, con esfuerzo, las muías ti- raban y tiraban agobiadas. Todo se ha ido —incluso la ciudad de la paz casera y dor- mida— y sólo nos quedan unas estampas, pocas, que nos ha- cen volver al ayer con dolor de corazones rotos, con claros atardeceres de lejana infancia, como cuando nuestra vida era buena y teníamos todo el sol en •nuestros ojos.— Juan A. Padrón Albornoz.

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Artículo de Juan Antonio Padrón Albornoz, periódico El Día, sección "Santa Cruz de ayer y hoy", 1982/11/21

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Page 1: LOS VIEJOS CARROS DE MULAS

pJARA los que sólo hemosvivido ayer —el ahoratiene desnudez de espe-

ra— la imagen nos duele, noshiere sin querer y, por parado-ja,, tiene la bondad del buenpan en la mesa, pues a muchostrae el alma fresca y blanca dela infancia.

En la imagen, los carros demuías que, desde hace muchosaños, ya no son en los caminosy carreteras de la isla. Ellos portierra —por la mar los veleros ylos vapores de cabotaje— die-ron vida, buena vida, al comer-cio tinerfeño. Eran los carrosdel basto bregar y el basto ga-nar. Eran los carros en que lasmuías -pobres muías— reza-ban la inacabable letanía delesfuerzo por las cuestas y veri-

Sobre los callaos que empedraban las calles, los carros ponían su quehacer constante- p ' ' • • ' ' • ' " . - - • • ' '

Santa Cruz de ayer y de hoy

Los viejos carros de muíascuetos de todos los caminos dela isla.

La estampa es como el re-cuerdo de un recuerdo; tiene

zado el punto en que comien-zan las nostalgias, la imagennos estremece con su grito mu-do. Ahí, los viejos carros de

atardeceres de lejana infancia, de muías, los que iban sobre la tie-cuando en las playas que ya'noson queríamos tomar el sol yoler la sal.

Santa Cruz que ya no es yque, por paradoja, aún tienecalles que vienen y viven delmar, de todas las tierras, de to-dos los idiomas.

Ahora, cuando hemos alean-

TECRISAPromotora de 93 viviendas,de 2,3 y 4 dormitorios,

garajes,canchas de tenis y mini-golf.

f Pago en 15 años!Ubicación: Entrada a Los Cristianos (cerca Grupo Escolar)

•Reservas (Entrega inicial)....100.000 pts.

• Beneficios fiscales

rra estéril, cordilleras secas,llanuras y alturas peladas delas cordilleras.

En su «Historia de SantaCruz», don Alejandro Cioranes-cu escribe que «los transportesde mercancías o materiales sehacían antiguamente a lomosde peones o bestias de carga opor medio de corsas y carretas.Los borriqueros tenían su esta-ción en la entrada del muelle,en el espacio libre que media

entre la puerta y la alameda,donde estaban esperando a susclientes eventuales. Tambiénhabía camellos para las cargas,pero su número no ha sido nun-ca significativo.».

Las corsas y carretas dieronpaso a los carros de muías—primero de cuatro ruedas,luego de dos— que, como biendice el señor Cioranescu, con laintensificación y los arreglos enla carretera de La Laguna, fue-ron una verdadera revoluciónen el tráfico rodado. «Las calles—dice— no estaban previstaspara esta clase de circulación;muchas de ellas tenían atarjeas

INFORMACIÓN Y VENTA EN EXCLUSIVA

«INMOBILIARIA CASTRO11

C/.Gral. Franc:o,8 (oficina de MAPFRE) Los CristianosTinos: 7912 69-7913 28

U N E L C O UNELCOUNION ELÉCTRICA DE CANARIAS, S.A.

Comunica a sus abonados, de acuerdo con el ar-tículo 68 del Reglamento de Verificaciones Eléctricas,que procederá a la suspensión del suministro de ener-gía eléctrica el próximo martes, día 23 de noviembrede 1982, en las siguientes zonas:

ZONA SANTA CRUZ (de 8 a 14 horas)E.T. Miramar I y II de Ofra.

ZONA CUEVAS BLANCAS (de 8 a 12 horas)Cuevas Blancas, Portacanúno, Cruz de la Galle-

ga y Cañadas.ZONA LA LAGUNA (de 8 a 15 horas)

Galletas Saylo, Verdellada, Camino San Roque,Molino de Agua, Seminario, B° Nuevo y Camino LaVerdellada.

Las líneas y cables se consideran en tensión du-rante el tiempo que está anunciada la suspensión desuministro.

Rogamos disculpen las molestias que puedanocasionar las interrupciones programadas para mejo-ra del servicio.

Santa Cruz de Tenerife, 20 de noviembre de1982.

LA DIRECCIÓN

en su misma superficie y suembaldosado o empedradoofrecía poca resistencia al pasode los carros cargados».

Viejos problemas de la ciu-dad que, poco a poco, iba au-mentando en todos los órdenes.Crecía el muelle y, con él, todala economía, todo el comerciotinerfeño. Y todo a base —añosdel pasado siglo— de carros demuías y lomos de pacientes yhumildes borricos sobre la tie-rra gastada y arrugada, sobrela soledad arenosa del Sur obajo los ramos de frescura delNorte.

Carros en la tierra y vaporesen la mar, ellos abrieron —enlabor larga y casi desconoci-da— muchas tierras isleñas alcomercio. Y todo fue bajo el ga-lopar cálido del sol o el tranqui-lo y frío de la luna. Los carrosde la Isla se han ido para siempre —nadie puede parar el aguaque huye— pero, mientras caeny mueren las vidas, crecen losrecuerdos, las evocaciones deestos hombres cuya ausencianos hiere, nos duele hondo en elcorazón.

Con la injusta manía de losolvidos, la justa manía de losrecuerdos, de las evocacionesde los hombres del basto bregary el basto ganar, de los qué, alcompás de las sufridas muías,rezaban la inacabable letaníadel esfuerzo por los caminos detoda la Isla.

Cuando el crepúsculo rodabay apagaba flores, bajo el carrolucía un triste farol de petróleoque, ya en la costa —con unamanecer de locomotoras em-penachadas y negros y espesospenachos de vapores fondeadosa la gira— apagaba su pequeñopuñal de luz. Hoy, en la lluviadel sueño sentimos de nuevoaquella débil luz cuando, por lavieja carretera —aquella de LaCuesta y Gracia— los carros su-bían a La Laguna en competen-cia con el tranvía de carga y al-gún que otro camión de ruedasmacizas y estampa desgarba-da.

Aquí, casi con la historia denuestra niñez —de nuestra pe-quenez— la antigua estampa delos carros de muías bajo la luzgastada, cuando sólo turbabala paz una campana, un pájaro,en las alegres claridades de loscampos isleños.

Y, de mano de la obra del se-ñor Cioranescu, volvemos a losproblemas de tráfico del siglopasado. «La verdadera soluciónera resignarse. Las carretas ylos carros acabaron bajandohasta el muelle; las calles se es-tropearon y se volvieron a arre-glar; las atarjeas sufrieron a suvez, pero con el tiempo se en-contrarían las fórmulas apro-piadas para protegerlas».

Carros por tierra y vaporesde cabotaje por la mar. Esa fuela solución de buena parte deltransporte isleño en los añosque bien refleja la imagen. Sil-bido de la tralla en el malestarfrío y verde de las madruga-das. Repique de férreas herra-duras y metálico sonar deacero sobre piedras llenas desiglos y de noches. Bajo los dar-dos del sol y la trasparenciaoblicua de los hilos de la lluvia.Así, hacia los montes y los sur-cos --hacia los amaneceres desiembras y las noches de bos-ques— iba el carrero que, decuando en cuando, se cruzabacon el pequeño río —lanudo,manso y balador— de las ove-jas.

La bruma de los olvidos seha llevado estampas de un an-taño casi reciente. Con ellas sefueron los hombres de corazónsencillo que trabajaban bajo losdardos del sol y con los besosde la lluvia. En ios carros, el te-soro de las cargas humildes ba-jo las tardes inmensas del oto-ño plateado y lloviznero. Can-taba el sol, lejos lo hacía el mary el carrero lanzaba al aire suvoz quebrada y cansada mien-tras, con esfuerzo, las muías ti-raban y tiraban agobiadas.

Todo se ha ido —incluso laciudad de la paz casera y dor-mida— y sólo nos quedan unasestampas, pocas, que nos ha-cen volver al ayer con dolor decorazones rotos, con clarosatardeceres de lejana infancia,como cuando nuestra vida erabuena y teníamos todo el sol en•nuestros ojos.— Juan A. PadrónAlbornoz.