de Colombia.be- 9)lv’bí.c¡Ho- u Ci-s-uaía uc 0Tícbcff{n.

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DEL ALCOHOLISMOT? O jR

TOMAS QDEVEDO ALVAREZ(Jefe de clínica quirúrgica en e¡ Hospital de San Juan

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DEL ALCOHOLISMOPOR

TOMAS QUEVEDO ALMEZ(Jefe de clínica quirúrgica en el Hospital de San Juan

de Dios.)

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jV! E D E L L I NImprenta del Departamento,—Director, ALEJANDRINO CARDENAS R

A LA MEMORIA DE MI ABUELO

PRESIDENTE HONORARIO PERPETUO

DE LA ACADEMIA DE MEDICINA DE MEDELLIN

PRESIDENTE 1)E TESIS

DE. JOSE TICENTE BALDONADO

JURADO DE OADIETO A OTONSEÑORES DOCTORES:

JUAN DE DIOS URIBEJUAN OLIMAGO ALVAREZ

LEOPOLDO HINCAPIE GAROES

.A. 1 salir de los claustros, séanos per-mitido expresar una palabra de grati-tud á la memoria de nuestro ilustremaestro el IDr. Rafael Pérez, prema-turamente arrancado á la ciencia; al3Dr. J. "V". IMaldonado, nuestro Presi-dente de Tesis; al Dr. Eduardo Zule-ta, digno Rector de la Escuela, y alDr. J. B.lMontoya y Elórez, nuestroantiguo maestro y amigo; para ellosen especial y para todos los demásProfesores, tenemos muchos motivosde agradecimiento que nos obligaránsiempre.Igualmente damos las gracias á to-

das las personas que se lian servidosuministrarnos datos varios, que noslian sido muy útiles en esta labor.

PARA EMPEZAREnemigos del sistema de tesis escritas por lle-

nar un deber reglamentario, haciendo abstracciónde la utilidad general del asunto, y convencidosde que cualquier esfuerzo científico, por pequeñoque sea, si se refiere á una cuestión de interés pal-pitante, tiene una faz meritoria en su propia na-turaleza, liemos escogido el alcoholismo como te-ma de este trabajo, cuidando del desarrollo de laspartes que, en nuestro concepto, pueden traer ma-yor utilidad para nuestra propia tierra.

Creemos que para las sociedades modernas, elalcohol se presenta como el peor enemigo que laspuede atacar, especialmente porque su uso estábasado en tendencias naturales, en remotas yarraigadas tradiciones y en apetitos violentos, hi-jos muchas veces de atavismos desastrosos que de-gradan generaciones. Agregúese á esto que un in-dividuo cualquiera que ante el fantasma de la le-pra, del cáncer o la tuberculosis, reacciona y almenos se inquieta, al hablarle contra el alcoho-lismo, las más de las veces encógelos hombros conmal fingido desdén, como quien trata de algo sintrascendencia mayor, sólo porque en realidad con-traría sus instintos ó sus prejuicios erróneos, y secomprenderá fácilmente por qué las naciones civi-

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lizadas, desde mediados de este siglo, han tratadode iniciar al público por todos los medios á su al-cance, en los grandes peligros que reporta el al-cohol y la necesidad del esfuerzo común contra suinvasión amenazante.

La lucha tiene que ser general para que seapotente, y toda clase de elementos deben tomarparte en ella.

Si el punto de vista de la higiene social quehemos tomado especialmente, llega, como es natu-ral, hasta rozarse con cuestiones que se salen delos límites de la medicina en general, y si proble-mas de esa especie surgen á medida de nuestroestudio, veríamos con agrado la continuación dela obra por personas competentes en los respecti-vos ramos.

Antioquia puede ocupar lugar distinguido en-tre los países alcoholizados del globo; ysin embar-go, el olvido o la indiferencia han pesado entrenosotros sobre tan trascendental cuestión. Sólopueden citarse algunas excepciones, tanto máshonrosas cuanto más raras; pues ni aun aquellosque á diario admiran las cualidades—verdade-ras sin duda en gran parte—del pueblo antioque-íio, se han dignado volver la vista seriamente ha-cia esa enorme tronera que amenaza desquiciartoda la armazón de una raza. Ayudar en la me-dida de nuestras fuerzas á llenar ese vacío ha sido,nuestro objetivo al escribir estas páginas.

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ALCOHOL,-SU TOXICIDAD,-SU UTILIDADNo tenemos ánimo de hacer estudio al-

guno sobre el alcohol etílico en sí mismo; paranuestro objeto, lo estudiaremos sólo relativa-mente á quien lo bebe.

El alcohol puro no puede servir para la in-gestión : es una substancia ardiente, que que-ma las mucosas; se usa, pues, bajo forma debebidas que lo contienen, siempre diluido, enmás ó menos cantidad, y unido á elementos va-riados, como esencias, ácidos &c., que le dancualidades y nombre especiales á cada licor.

Es un hecho perfectamente demostradoque la introducción de bebidas alcohólicas pro-duce á la larga graves desórdenes en el orga-nismo humano; mas aquéllas contienen, á másdel alcohol etílico, otras substancias esencial-mente tóxicas y éstas podrían ser culpables delos fenómenos observados. Hé aquí un primerpunto importante.

En las destilaciones á que se someten loslíquidos fermentados para la producción dealcohol común ó etílico, fuera de éste, resul-tan otros que la química llama superiores—propílico, butílico, amílico—que son más ymás venenosos según aumenta el número deátomos de carbono que contienen [Dujardin-Beaumetz y Audigé}.

Tales cuerpos son altamente activos y unapequeña cantidad de ellos produce, como unagran dosis de alcohol común, un envenenamien-to con sus cuatro períodos característicos: hiper-excitación general, perversión de las funcio-nes nerviosas, parálisis y coma.

Se hallan los alcoholes superiores en lasbebidas no depuradas, aguardientes, roñes,brandys &c.; á ellos nos referiremos en espe-cial al tratar de las impurezas de las bebidascomunes, pues aunque éstas contienen con fre-cuencia pequeñas cantidades de substanciasnada inocentes, como ácidos cianhídrico y sali-cílico, se puede, con relación á las primeras,asignarles papel secundario.

El furfurol, producto muy venenoso, seencuentra sobre todo en los aguardientes degranos. Las esencias que llevan algunas pre-paraciones, como el anisado, de tanto consu-mo entre nosotros, son sumamente tóxicas en

3sí mismas y agregan sus malos efectos á losdel alcohol, en las bebidas de que hacen parte;pero la que alcanza un grado de toxicidad es-pecial entre todas las mezclas alcohólicas, esel ajenjo que, por la materia esencial que con-tiene, produce un envenenamiento propio, biendescrito por Lancereaux. Afortunadamente elajenjo se ha extendido muy poco en Antioquia,hasta hoy. En cambio, la chicha, bebida primi-tiva y mal preparada originaria de Cundina-marca, que produce una intoxicación llamadachichismo [Dr. Josué Gómez], debida á unaptomaína especial [Dr. L. Zerda], ha empezadoya á ejercer su influjo embrutecedor en elpueblo bajo de Medellín.

Esto sobre las toxinas más frecuentemen-te unidas al alcohol. Ahora bien, muchos auto-res, sobre todo franceses, toman como ca-ballo de batalla contra el alcoholismo crecien-te, lo que se ha llamado la rectificación de losalcoholes, es decir, el ensayo de los que se danal consumo, para quitar de ellos especialmentelos alcoholes superiores cuya toxicidad acaba-mos de ver. El asunto se ha hecho campo deuna lucha experimental que tiene serios ar-gumentadores de parte y parte, y que, sibien no del todo resuelta, por lo menos da lugará formar una opinión.

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Áunque varios observadores, entre otrosZuntz y Sten Stenberg, estudiando en anima-les, no hayan encontrado diferencia mayor en-tre los efectos producidos por un alcohol puroy otro adicionado de alcohol amílico, es unhecho innegable que clínicamente la mezclade alcoholes superiores, como sucede en elaguardiente común, produce fenómenos, co-mo náuseas inmediatas, dolor de cabeza, quedeben atribuirse á las impurezas de la bebida.No hay qué creer, no obstante, que la cantidadmenor ó mayor de esa clase de impurezas coin-cida respectivamente con lo que se llama parael vulgo bebidas de calidad buena y mala. Lasexperiencias de Mr. Riche han causado unaverdadera revolución á ese respecto, demostran-do químicamente, con admiración de muchos,que el aguardiente de vino—lujo hoy del capi-talista europeo—es más tóxico que el artificial,mucho más barato, hecho con alcohol de in-dustria de mediana calidad. Tal resultado secomprueba perfectamente por la inoculaciónsobre conejos [Daremberg].

Si es cierto, pues, que las impurezas tienenun efecto real y altamente pernicioso sobre elorganismo que las absorbe, esto no autoriza,á pesar de todo, para concluir que el ataque alalcoholismo debe basarse tansólo en la recti-

ficación del alcohol. La célebre frase de Mr.Daremberg : “lo que hay de menos tóxico enlas bebidas alcohólicas es el alcohol1’, es unerror que ha podido traer funestas consecuen-cias al hacerse popular. Muy al contrario, eltóxico esencial de las bebidas alcohólicas es elalcohol mismo; es decir, que en dichas bebidas,la cuestión no es tanto de calidad como decantidad. Es evidente que se debe tratar de su-primir las impurezas que pueden agravar laintoxicación; pero no lo es menos que quitadastodas esas impurezas y reducido el consumoá alcohol rectificado, si éste se toma en gran-des cantidades, siempre vendrá el alcoholismocon su cortejo de males. Hay que buscar, se-gún esto, que el alcohol sea lo más puro posible;pero ante todo que se consuma poco alcohol.

De semejante deducción se puede pasar fá-cilmente, y muchos han pasado, á la de que elalcohol debe proscribirse en absoluto. Por nues-tra parte, consideramos tal creencia como unagrave exageración, fuera de ser una teoría in-fructuosa por lo impracticable.

Haremos á continuación una breve reseñade los efectos fisiológicos y terapéuticos del al-cohol, para mostrar el buen resultado de suuso racional, ya que hemos de ver en lo suce-sivo los desastres que su abuso acarrea. Una

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pequeña cantidad de él suficientemente dilui-da, es un estimulante poderoso para la di-gestión estomacal; mas si la dosis pasa del 20por 100, echa á perder la acción de la pepsina,coagula el mucus y perjudica seriamente tandelicada función. Las dosisrepetidas, sobretodo,traen una hipercrinia de las glándulas muco-sas del estómago que produce esa gastrorrea ópituita matinal, tormento de los bebedores.

El alcohol bien usado es ante todo un ali-mento. En cuanto á transformación en el or-ganismo, parece lo más aceptado que la ma-yor parte es comparable á las grasas en su com-bustión, como lo cree Liebig para el todo, yuna pequeña cantidad es eliminada al naturalcomo lo han observado algunos [Maurice Pe-rrin y Duroy]. En dosis moderadas sirve, pues,como alimento para sostener las fuerzas orgá-nicas, sufriendo él mismo una oxidación. Sinembargo, en tal carácter apenas podría acon-sejarse para hacer más apetitosas las demássubstancias, porque fuera de ser difícil el mar-car su límite en cantidad, sale proporcional-mente tres veces más caro que la leche y ochomás que el pan.

La diminución de las combustiones que sele ha atribuido, lo que le ha hecho dar el nombrede alimento de economía, sería debida, segúnRabuteau, al robo hecho por él, del oxígeno de

los glóbulos sanguíneos, encargado de sostenerlas funciones vitales; y esta acción no tendríalugar sino con grandes cantidades de alcohol.Esa es la razón del engrasamiento habitual delos bebedores: en ellos ha habido una verdade-ra intoxicación del protoplasma celular.

Siendo, por tanto, el alcohol un alimentoverdadero y además un excitante, á condiciónde que la cantidad absorbida sea moderada, pue-de y debe tener buenas indicaciones, ante lascuales no hay que vacilar en emplearlo poruna antipatía pueril.

Como usos principales, citaremos: en todaslas enfermedades febriles de los alcohólicos: ‘‘se-ría soberanamente imprudente privarlos de es-te excitante diario, sin el cual no pueden pasar,so pena de verlos debilitarse con rapidez ypresentar síntomas inquietantes” [F. Vaquier].Varias observaciones personales nos confir-man en esta aserción. En los neumónicos, á con-dición de que sean ancianos ó individuos debi-litados ó que se trate de neumonías que acom-pañen á las fiebres eruptivas [Todd, Behier];cuando hay delirio, tiene una influencia espe-cialmente benéfica. En la fiebre tifoidea,

á me-nos que las orinas sean poco abundantes ó muyalbuminosas [Murchison], En esos casos, obrasobre todo como alimento; la acción antitérmi-

8ca no se obtiene positivamente sino á dosis tó-xica para la célula; por tanto, no debe buscarsepor este medio.

El alcohol es un buen estimulante y comotal sirve contra los desfallecimientos,

el sín-cope, las hemorragias &c. Es diurético. Pue-de, por último; servir para calmar los vómitos[Lanzoni, Dujardin-Beaumetz].

Una aplicación muy usual de las bebidasalcohólicas es la de reconstituyentes que elpúblico y las farmacias les atribuyen. Si hay al-gunas de esas bebidas que son útiles con talfin, no lo son á causa del alcohol que contienen.Este es más bien un agente de estimulaciónque un alimento recomendable [Manquat], ypor consiguiente, empleado en toda clase deanémicos y debilitados, no sólo no les es útil»sino que los hace víctimas de una excitaciónfuncional que no pueden soportar sin peligro.“Productor de fuerzas sin ser fortificante, debeser considerado como sospechoso para recons-tituyente” [Hayem].

Para resumir este capítulo, podemos decir:el alcohol es positivamente tóxico y, fuera dela embriaguez ó período agudo, causa una in-toxicación lenta, cuyos caracteres veremos másadelante. La muerte se ha visto producida porlas dosis mínimas de 90 á 125 gramos en un ni-

ño (Tavlor) y un litro de ron en un adulto(Todd)*.

Es útil á dosis moderadas con ciertas indi-caciones, sin pasar 200 gramos al día, excepto enlos alcohólicos, según Manquat.

Veamos ahora los efectos del abuso prolon-gado del alcohol en el individuo.

II

ALCOHOLISMO EH El IMIIIIMEREICIiNo tiene interés ninguno para nuestro fin

la descripción banal de una embriaguez. Loúnico que debe preocuparnos es el alcoholismocrónico, y el que se embriaga no queda alcohó-lico por ese solo hecho; muy al contrario, in-dividuos que nunca han llegado hasta la em-briaguez, pueden ser alcohólicos consumados.

En el envenenamiento crónico hay una se-rie de fenómenos producidos por la absorción¡prolongada de alcohol. Naturalmente, en esteasunto, como en todos los que se refieren á laacción de substancias extrañas al organis-mo, hay que acordar gran importancia á laconstitución especial del individuo; pues ni to-

dos los que se alcoholizan han usado una mis-ma bebida, con igual frecuencia, ni en las mis-mas cantidades: conocemos el caso de un an-tioqueño que se alcoholizó perfectamente enEuropa, en un corto espacio de tiempo, con unvaso de vino á almuerzo y comida, cantidadque consumen muchos otros sin presentar fe-nómeno alguno, por lo menos aparente. Esverdad que no siempre el alcoholismo tiene esasmanifestaciones ruidosas que lo hacen diag-nosticar de visu ó con un examen ligero ; no esraro que asuma el carácter que se ha llamadolatente y no venga á presentarse al médico si-no cuando otra enfermedad se encarga de mos-trar que el individuo juzgado antes sano, ha-bía perdido en realidad esa resistencia que de-ben tener los seres bien nutridos contra los ata-ques de los agentes patógenos. Ya veremos queno es éste el menos grave de los males que traeconsigo el alcohol.

Puede decirse, sin exageración, que el al-coholismo no deja de marcar su huella en nin-gún órgano de la economía. Veamos las lesio-nes más importantes que produce, deteniéndo-nos un poco en aquellas que, aunque afectaninmediatamente al individuo, interesan tam-bién muy directamente á la familia y á la so*ciedad.

El primer aparato que se resiente, como esnatural, de la introducción del alcohol, es eldigestivo. En él sobrevienen desórdenes más ómenos grabes, desde la simple irritación esto-macal y la pituita matinal ya citada, hasta lagastritis simple, la úlcera delestómago y la dis-pepsia, que es el final de todas estas alteracio-nes y que trae consigo la absorción defectuo-sa, el retardo de la nutrición y el debilitamien-to consiguiente. Entre los anexos del tubo di-gestivo, el hígado es la primera víctima: va des-de la degeneración grasosa, fenómeno que pue-de decirse constante en los bebedores (Peeters),hasta las hepatitis, la ictericia y la cirrosis(Frerichs, Lancereaux), enfermedad de des-enlace casi siempre fatal.

En las vías respiratorias no tiene menosinfluencia: fuera de la congestión pulmonarque, unida al enfriamiento, es uno de los moti-vos frecuentes de muerte rápida en los alcoho-lizados, hay también una laringo-bronquitisnotada por Magnus Huss. Lancereaux aceptatambién una relación de causa á efecto entreel alcoholismo y algunas neumonías y tuber-culosis.

En el aparato circulatorio vienen: degene-ración cardíaca, flebitis y arteritis variadas; lavena porta, sobre todo, sufre graves lesiones.

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La arterioesclerosis de que tánto se ha hablada,no parece hoy deberse considerar como efectodel alcohol.

En el aparato locomotor se nota con mu-cha frecuencia debilidad muscular debida á de-generación grasosa y atrofia de las fibras delmúsculo.

Los órganos génito-urinarios pueden serdiversamente afectados : el riñón sufre degene-ración grasosa y no es raro encontrar una ne-fritis, verdadero mal de Bright. Por otra par-te, una de las funestas consecuencias de los ex-cesos alcohólicos consiste en el “debilitamientoó aun pérdida de la función genésica y porconsiguiente, diminución de la aptitud para laprocreación” (Lancereaux).

Hemos dejado intencionalmente el siste-ma nervioso para tratarlo con alguna deten-ción, por ser éste, á no dudarlo, el verdaderoasiento predilecto del alcoholismo crónico. Lastres grandes funciones nerviosas, movimiento,sensibilidad é inteligencia, sufren bajo su in-flujo serias alteraciones simultáneas ó suce-sivas.

Los desórdenes del movimiento son mu-chas veces precoces, como temblores, espasmos,calambres, los primeros sobrevienen al princi-pio, sobre todo por la mañana, y desaparecen

con la nueva ingestión de alcohol ó con el sim-ple reposo durante algunas horas. De poca im-portancia al empezar, esas manifestaciones sevan pronunciando más y más, hasta llegar áun debilitamiento muscular ó parálisis verda-dera. Esta última se localiza en los músculosde las manos y los pies, de preferencia; es do-lo rosa, con sensación de pinchazos ó quemadu-ras, y da á la marcha el aspecto llamado step-page por Charcot, completamente característi-co, consistente en dos golpes distintos—el unode la punta y el otro del talón—causados porla flaxidez del pie paralítico. Al principio, tam-bién, hay casi siempre verdaderas alucinacio-nes de la sensibilidad: fenómenos dolorososerráticos, tracciones, hormigueos &c.; en se-guida, hiperestesia ó analgesia, generalmentesimétrica. Los órganos de sensibilidad especialse alteran á su vez: la vista (cromatopsia, mos-cas volantes, ambliopía, aun ceguera completa,muchas veces transitoria, de la cual conoce-mos dos casos), y el oído (zumbidos, paracusia,debilidad de la audición) son los más frecuen-temente atacados.

Pero en las facultades mentales es donde seencuentran huellas más profundas y devasta-doras. Aquéllas, como las sensoriales, empie-zan por sufrir una perversión y acaban con fre-cuencia por abolirse total ó parcialmente.

Desde luego, la mayor parte de las veces,el temperamento del alcoholizado se hace tris-te é inquieto. La misma tristeza causada porla enfermedad lo lleva á beber de nuevo y á en-trar así en un círculo vicioso que no deja tre-gua al organismo para su rehabilitación. Elsueño va haciéndose difícil, lleno de pesadillasterríficas cuando logra concillarse, y en esepunto comienza la éra de los desórdenes inte-lectuales positivamente graves.

En tal estado, el alcohólico logra fijar laatención con grandes dificultades; se hace másó menos tardío para la formación y expresiónde los conceptos y se suceden en él impresionesque varían del simple recelo hasta terrores pro-fundos ó inmotivados. Desde entonces es hom-bre al agua para todo lo bueno que tenga quever con sus semejantes. De ahí á los deliriosvariados ó á la locura, no hay más que un paso.

El sello característico de esta clase de de-lirios, según Laségue, está en la extrema movi-lidad de las imágenes; por eso, bajo los aspec-tos delirantes más diversos, siempre asume elalcohólico un carácter altamente activo yá ve-ces violento.

La locura, resultado del alcohol, puede to-mar tres formas principales, susceptibles en in-tensidad de enormes variaciones: manía , lipe-manía é imbecilidad ó demencia.

La primera-el mismo delirium tremens-quees, como lo dice Hallopeau, “un episodio agudoen un alcoholismo crónico”, aparece bajo la in-fluencia de una acción exterior cualquiera ; áveces á la suspensión repentina de la bebida ópor un traumatismo. Puede tener aparienciafuriosa: el enfermo, presa de una idea constan-te, que varía al infinito según su profesión ósu carácter, trata de realizarla á toda costa yestablece violentas luchas que obligan á colo-carle la camisa de fuerza; en otros casos per-manece en su cama, tembloroso de la cabeza álos pies, los ojos brillantes, la temperatura ele-vada, lleno de alucinaciones, tomando unas co-sas por otras, en la confusión más extraña. Es-te estado de manía dura generalmente pocosdías y puede causar la muerte, según algunosautores.

La lipemanía es un poco más avanzada,psicológicamente, pero no puede deslindarsecon facilidad de la manía aguda. “El indivi-duo se hace sombrío, desconfiado, celoso; secree acusado, perseguido, condenado, atacadoen su vida moral; algunas veces siente altera-das sus cualidades físicas, una parte de su cuer-po se hace para él objeto de disgusto, se creepodrido (Lancereaux). El mismo nom-bre, lipemanía, quiere decir que la idea domi-

nante es triste. “El delirio depresivo ó lipema-niaco se presenta con una intensidad variable,ya revistiendo el carácter de la tristeza propia-mente dicha, ya del dolor, la vergüenza, el arre-pentimiento ó la indiferencia (A. Voisin).

Las formas, como se ye, no pueden some-terse por su variedad á un tipo único, mas hayfenómenos que se presentan con una frecuen-cia mucho mayor que los demás, como la vistade animales de tamaños múltiples, que condu-ce al individuo á un terror supremo; y sobretodo, el delirio de persecución, que es, por de-cirlo así, seguro en los que llegan á este perío-do. Las grandes alucinaciones de la vista ydel oído ayudan á sostenerlo : ya es un agentede policía que les sigue la pista, ya un enemi-go ó aun un miembro de la familia que los ace-cha, y los pobres enfermos huyen ó recurren álas autoridades pidiendo protección; es comun-mente citado' el caso de uno que acabó por ti-rarse por la ventana huyendo de las persecu-ciones del diablo. Estos fenómenos, que al prin-cipio tienen lugar durante la noche, se hacenpoco á poco extensivos á la mayor parte deltiempo é imprimen á las ideas de la víctimacierto aspecto imborrable de tristeza y fatali-dad.

Un desenlace muy común de ese estado es

el suicidio. Es un hecho probado la influenciadel alcoholismo en esta clase de muerte ; peroentre nosotros nadie ha tomado datos á ese res-pecto y por consiguiente, nos ha sido imposi-ble establecer una proporción local. Bástenosla consideración de que en Francia se calculaque en 100 suicidas hay 12 alcohólicos; que enLondres se han matado hasta 200 en un añopor el alcohol, y que un 25 por 100 de los sui-cidios en Berlín, obedece á igual causa, segúnlo ha observado Casper en un espacio de nueveaños.

El fin natural de las lesiones intelectualesque hemos visto es, cuando se continúa á pesarde todo usando el alcohol, un estado de inerciay hebetamiento que se ha llamado demencia.El individuo, al principio debilitado en su cere-bro, todavía se impacienta, conserva un res-to de sus facultades afectivas y le queda algúnvestigio de memoria; éstos van desaparecien-do luego y lo dejan sumergido en el caos men-tal : hace á veces como una máquina lo que sele indica y vuelve rápidamente á su habitualapatía. Cuando este período llega, la vida or-gánica tiene quehaber sufrido ya golpes rudosque no le permiten sostenerse largo tiempo ypor cualquier circunstancia concomitante, lle-ga la muerte á concluir la obra.

A la demencia puede anexarse, por traerpoco más ó menos el mismo estado intelectualque ella, la pseudo-parálisis general alcohólica.En ésta puede encontrarse, como en la verda-dera, el delirio de las grandezas, acompañadoó seguido de monoplejia, hemiplejía ó afasia.Tiene de particular esta enfermedad que pue-de curarse algunas veces por el aislamiento yla higiene, no obstante el haber lesión central,como lo dan á entender los fenómenos indi-cados.

Por lo visto puede comprenderse qué con-tingente deben prestar á los manicomios lasbebidas alcohólicas; pero damos algunas ci-fras que son bastante elocuentes. En Francia,el Dr. Magnan calcula que el alcohol abre laspuertas del asilo á un 38, 12 por 100 de los hom-bres y un 12, 81 por 100 de las mujeres. En In-glaterra hay un 15 á 20 por 100 de enajenadospor alcoholismo. En Berlín ha notado Siemer-ling, un 47, 4 por 100. En Suiza hay un 12, 54por 100 entre hombres y mujeres. Entre nos-otros, según los datos que bondadosamente nosha suministrado el Dr. J. B. Londoño, actualmédico del Manicomio Departamental, en 97enajenados de ambos sexos se ha encontrado elalcoholismo como causa directa ó indirecta dela locura, sobre 14 hombres y 4 mujeres, sin

contar algunos más, en los cuales, aunque hayfuertes presunciones á ese respecto, no ha podi-do hacerse el examen del caso, por circunstan-cias particulares, como la de haber llegado yaal estado de imbecilidad. No es, pues, exagera-do afirmar que la proporción de enajenadosalcohólicos no baja en Antioquia, para losdos sexos unidos, de un 20 por 100 ; antes bien,creemos esta cifra muy baja si se tiene en cuen-ta que aquí los deudos se encargan casi siem-pre del manejo de los locos de esa clase y no losmandan al Manicomio sino por última necesi-dad. Vamos, según lo dicho, cuanto al asunto deque tratamos, un poco encima del término me-dio (15 á 20 por 100) que da Jaquet para los paí-ses europeos.

El conjunto de lesiones anatómicas debi-das al alcohol, que pueden encontrarse más ómenos avanzadas en los diferentes órganos,tiene un lazo de unión curioso en la analogíasorprendente que presentan con las que traeconsigo el progreso de los años, lo que ha moti-vado el dicho ya clásico: “el alcoholismo no es,en suma, más que una vejez anticipada”.

Hemos visto á grandes rasgos los resulta-dos directos producidos por el alcoholismo en elindividuo ; hay que agregar la gravedad espe-cial comunicada por 61 á las enfermedades que

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llegan á desarrollarse á su lado y la predispo-sición que produce para la invasión de algunasde ellas. Sin ir más lejos, es notorio el gran pe-ligro que encierra una neumonía ó una tifoi-dea para un individuo sometido á su influen-cia, y lo- común de esa observación nos privade insistir sobre ella. Lo que sí queremos ano-tar, por juzgarlo de suma importancia, es larelación que existe entre el alcohol, por unaparte, y por otra, la tuberculosis, única enfer-medad que podría acercarse en estragos al pri-mero, al menos en Medellín. Las pesquisas deOgle sobre mortalidad en Inglaterra,, no dejanduda acerca del auxilio que presta el alcoholis-mo al desarrollo de la tuberculosis. Entre losenfermos que pasan de los Establecimientosde castigo al Hospital de esta ciudad, no va-cilamos en afirmar que un 80 por 100 es de tu-berculosos ; más elevada aún es la proporciónde alcohólicos que hay en esos Establecimien-tos, y de allí que, fuera de las condiciones hi-giénicas naturalmente malas que en ellos rehnan, atribuyamos una grande influencia al al-cohol en la tuberculización de los presos.

Veamos á continuación algo sobre heren-cia*. Aunque ya conocemos el camino que reco-rre el individuo hasta llegar á la muerte, pa-sando por la vejez prematura ó la demencia,

bajo el influjo del mal que nos ocupa, las con-secuencias de él serían menos graves segura-mente, si su acción funesta quedara limitada alque voluntariamente se sometió á ella. Por des-gracia no es así. Yiene tras éste, las más de lasveces, una generación infeliz, de cuyos males esúnico responsable el que torpemente ha colo-cado sobre su descendencia la marca de los de-generados.

Más convincentes y claras que todas las di-sertaciones son las pruebas objetivas, y á ellasrecurrimos para tratar este asunto. El Dr. Le-grain, en su libro Degeneración social y alcoho-lismo, trae á este respecto un trabajo de obser-vación que es digno de ser bien apreciado. Ver-sa sobre la primera generación de 215 familiasde alcohólicos; sobre la segunda de 98 familiasy sobre la tercera de 7: todas seguidas por él.

En las 215 ha habido, en una generación,508 sujetos atacados de diversas lesiones here-ditarias. De ellas, en 29 familias hubo estig-mas físicos como deformación del cráneo, asi-metría de la cara, estrabismo, sordera, sordo-mudez, ceguera eongenital, parálisis parciales&c. Mucho más notable es el número de desór-denes intelectuales observados. Sobre las 215familias se han encontrado éstos en 196, así :

63 veces desequilibrio simple (neurosismo, emo-

tividad, neuropatía); 88 veces debilidad men-tal; 32 veces locura moral y 13 veces impulsio-nes peligrosas. Hay que notar que muchos des-equilibrados eran, no obstante, inteligentes.La locura verdadera existía en 106 casos. Agre-gúese á éstos, 16 de histero-epilepsia, 52 de epi"lepsia, 3 de corea y 39 de convulsiones infanti-les, y se tendrá un cuadro completo bien car-gado de sombras.

No es menos importante para la raza lamuerte precoz de los hijos de alcohólicos. Le-grain cita dos familias que pueden servir deejemplos notables. En la primera, de 8 hijosde un padre bebedor, 6 mueren de corta edady los otros son : un niño imbécil, inútil, por tan-to, para la sociedad y una niña enclenque y vi-siblemente predispuesta á tuberculizarse. En lasegunda, el padre es un borrachín y la madreuna alcohólica histórica : de sus 16 hijos, 10mueren pequeños y en los 6 sobrevivientes haydesequilibrios, epilepsia, histeria, imbecilidad&c. Esta familia, según el observador, sería unverdadero museo patológico, cuyos elementosson casi todos creados por el alcoholismo.

En muchos de los enfermos hereditariosde que tratamos, se encuentra ya una tenden-cia marcada á Jas bebidas alcohólicas desde laprimera generación, aunque mucho menos no-

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table que en la segunda. Veamos los datos deLegrain sobre las 98 familias seguidas hastaesta última.

En ellas han resultado 294 casos de heredo-alcoholismo. El número de imbéciles, idiotas ydébiles de espíritu, es relativamente muy au-mentado en esta generación, pues se han en-contrado en 54 familias de las 98. En 23 hahabido locura moral; y de solas 33 familas quehan visto llegar sus hijos á la edad adulta, en23 han sobrevenido casos de enajenación men-tal. También se ha visto epilepsia (40 familias),convulsiones (42) y meningitis (14). En fin, ladipsomaníaó tendencia irresistible al uso de be-bidas alcohólicas es casi fatal en la segundageneración.

Por último, la tercera generación seguidaen siete familias, se ha reducido á 17 indivi-duos. Todos son débiles de mente ó idiotas. Deellos, 2 han sufrido de locura moral, 2 de his-teria, 2 de epilepsia, 4 de convulsiones infanti-les, 1 de meningitis y 3 de escrófulas y debili-tamiento.

Hemos creído deber tomar estos datos entotalidad, por ser altamente demostrativos yresultado de una labor paciente y difícil, hechapor el medico de los Asilos de enajenados delSena, que le ha valido merecidos encomios.

En Antioquia, las lesiones hereditarias máscomunes son, según lo que hemos podido ano-tar : como estigmas físicos, el estrabismo y ladeformación craneana y facial; conocemos,también, el caso curioso de varios sordomudosen una sola familia heredero-alcohólica ; comolesiones nerviosas: antes que todas, la dipso-manía de frecuencia aterradora, y después laepilepsia, histeria, debilidad mental y locura ;

en los casos de ésta, que vimos atrás, hay 7 enque ha influido la herencia,

Al acabar este capítulo, podemos hacer dosgrandes deducciones:

1.a El alcoholismo crónico con su serie demanifestaciones estudiadas, es uno de los ma-les más graves para el individuo ; porque em-pieza por debilitarlo, lo hace inútil ó perju-dicial para los demás y le causa, por fin, lamuerte.

2* La ley inflexible de la herencia hace delalcoholismo un enemigo formidable de la fa-milia y de la raza.

Pasemos á estudiar su influencia social.

25

XII

EL ALCOHOLISMO Y LA SOCIEDADDesde que, en 1851, el notable médico sue-

co Magnas Huss dio la primera voz de alerta,es motivo de alarma constante para los que sepreocupan de veras por la suerte de los pue-blos, el aumento colosal que ha adquirido elconsumo de bebidas alcohólicas en el mundo ;

de entonces acá sigue adelante con pasmosa ra-pidez.

Algunos datos históricos pueden ser útilespara manifestar su marcha general.

El alcohol, propiamente dicho, no empezóá destilarse sino en el siglo xi por los árabes.El uso de las bebidas alcohólicas se remonta,sin embargo, á la antigüedad más remota:Osiris entre los egipcios, Baco entre los griegosy Noé entre los semitas, aparecen como culti-vadores de la viña en la leyenda. Por otra par-te, ningún pueblo ha escapado á la funesta in-fluencia de la bebida hasta hoy. En el Asia, cu-na del alcohol, alcanzó tal desarrollo que—pa-ra no hablar de otros países como la India,China, tal vez los primeros en que se usó el vi-

no (Morehead)—en Arabia, Mahoma juzgó ne-cesaria su proscripción total* dados los malesque causaba. En Grecia, Licurgo hacía em-briagar á los ilotas para inspirar despreciopor la embriaguez á sus conciudadanos, y losatenienses llegaron hasta aceptar la bárbaraley de Dracón que castigaba con la muerte álos ebrios. Más tarde, en Roma, con la intro-ducción del cultivo de la viña empezó el usodel vino á extenderse, hasta llegar al gran in-cremento que alcanzó en los tiempos de la de-cadencia. Al decir de algunos historiadores,varios pueblos bárbaros no eran más sobriosque los romanos.

Pasando á la Europa occidental, en 1285,Arnauld de Vibeneuve, médico de Pedro ni deAragón, fue quien hizo conocer en España, co-mo medicamento, el alcohol tomado por él de losmédicos árabes. Con ese mismo carácter pasóá los demás países ; en el siglo xvi se hizo unaverdadera panacea universal y acabó por vol-verse en Francia bebida común en fiestas y di-versiones, tanto que Carlomagno tuvo que pro-hibir severamente su abuso. Ya para 1774, enInglaterra un acto del Parlamento, por au-mentar la destilación, industria rudimentariaen aquella época, había hecho que se propaga-gara el uso del aguardiente en reemplazo de

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la cerveza, bebida higiénica y mucho menosactiva, entonces usada allí y vuelta luégo ásu antiguo consumo por resolución guberna-mental de 1751, limitando el alcohol en vistade sus estragos. En Suecia, bajo Gustavo iii,empezó á multiplicarse la embriaguez de ma-nera alarmante ; y desde 1764 se hizo notar elalcoholismo como motivo de muerte frecuenteen San Petersburgo. Sólo Alemania con suenorme producción de cerveza pudo evitar, alprincipio, la grande extensión que adquirieronen otras partes bebidas más fuertes y pernicio-sas que ella.

No pudiendo detenernos en el camino queha seguido el progreso del alcoholismo en cadapaís europeo, nos contentamos con mostrar enlos principales de ellos la cifra anual, en li*tros, que actualmente consume cada habitan-te, según cálculos que hemos extractado parautilizarlos como punto de comparación. Son lossiguientes :

Dinamarca 8 litros 85.Alemania del Norte 8 — 25.Suiza 5Holanda 4 — 58.Bélgica 4 — 50.Inglaterra 4 — 50.Suecia 4 — 15.Francia 4 — 08.

Austria 3 — 50.Rusia 3 — 40.Alemania occidental 2 — 30.Portugal 2 — 10.España 2Italia 1

Contribuyó, sin duda, en granmanera á es-ta propagación del alcohol en Europa, el errorque hizo creer en el aumento constante de fuer-zas para el trabajo, mediante su acción, funda-do sólo en la excitación nerviosa que al princi-pio produce; con esa base se usó por primeravez en las minas de Hungría, en forma de ra-ción diaria para los trabajadores. En el sigloxvi, los ingleses lo repartían á sus soldados enla guerra con los Países Bajos, y tal sistema notardó en ser seguido—convirtiéndose en unaaparente necesidad, á pesar de no haber faltadoquién observara sus malos efectos—hasta hoy,cuando, según un notable autor, hacen más da-ño á los marinos franceses, por ejemplo, los li-cores que gastan que el enemigo que encuen-tran en el exterior.

En América no tardaron en difundirse des-pués de la Conquista las bebidas alcoholizadasde toda especie. Ya los indios usaban en mu-chas partes líquidos fermentados de confecciónmás ó menos primitiva; pero éstos fueron des-

apareciendo ó quedaron limitados á las tribussobrevivientes, con la introducción de los licoresextranjeros. Se han conservado el pulque, muyusado en Méjico, y en Colombia la chicha; aun-que esta última, ai menos la que actualmentese bebe en Cundinamarca y empieza á entrará Antioquia, no es precisamente la misma queusaban los aborígenes, sino otra modificada yempeorada en preparación por los conquista-dores.

En Antioqnia, no sabemos si la raza indí-gena tendría alguna bebida fermentada espe-cial; pero si la tuvo, huyó con esa misma raza,ya muy mermada en este territorio. El aguar-diente, traído por los españoles, ha sido desdeentonces la bebida usual aquí. Ayudaron á difundirlo los dueños de haciendas, repartiendo,á más del salario habitual, una ración de licorá cada peón, fundados en el error fisiológico yapopular de que antes hablámos, y también conel fin de halagar á los trabajadores necesariospara sus empresas, tal vez ignorando el malque podían causarles con semejante proceder.Más tarde, la destilación libre, sin limitaciónalguna de parte de la autoridad, y luégo, des-pués del monopolio, toda clase de esfuerzos delos rematadores implícitamente apoyados porlos gobiernos, para aumentar su lucro, han ido

produciendo una progresión de consumo que espreciso detener. Como agentes de generaliza-ción no han dejado de tener influencia lasguerras, sobre todo la del 76, como puede apre-ciarse en los números que veremos.

Estas han sido, en nuestro concepto, lascausas que han influido más aquí para popula-rizar el alcoholismo, después de los dos facto-res primordiales de raza y medio ambiente.

Desearíamos seguir paso á paso el avancede la bebida, siquiera desde 1840 ; pero es abso-lutamente inútil cualquier esfuerzo en ese sen-tido, toda vez que nuestra estadística, no atra-sada sino nula, no puede suministrar datosningunos sobre épocas anteriores.

El cuadro que tomamos á continuación ála notable tesis del Dr. Miguel Martínez (Cri-minalidad en Antioquia), muestra el consumoaproximado de alcohol en este Departamentordesde la fundación del monopolio. Como el cál-culo de él no llegaba sino hasta 1893, nosotroslo hemos completado siguiendo igual procedi-miento,

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Ahora bien: en el año de 1898, á falta de nncenso que dé la cifra precisa, puede calcularseen 600,000 habitantes la población de Antioquia.Si en 1883, según el censo de población, había.346,253 habitantes mayores de 7 años, en 1898,

AÑOSCONSUMO ANUAL M\

( AÑOSCONSUMO ANUAL DE

ALCOHOL EN LITROS (1

ALCOHOL EN LITROS

1865.... 240,000 í 1882.... 1.450,0001866.... 280,000 (

320,000 (

1883.... 1.490,0001867.... 1 1884.... 1.520,0001868.... 280,000 ) 1885.... 1.550,0001869.... 320,000 ) 1886.... 1.580,0001870.... 580,000 ) 1887.... 1.600,0001871.... 596,000 ) 1888.-.. 1.620,0001872.... 620,000 ¡ ) 1889.... 1.680,0001873.... 740,000 j 1890....

) 1891....1.650,000

1874.... 750,000 1.700,0001875.... 765,000 J 1892.... 1.750,0001876.... 780,000 | 1893.... 1.900,0001877.... 1.220,000 ] 1894.... 2.000,0001878.... 1.250,000 1895.... 2.025,0001879.... 1.300,000 ) 1896.... 2.175,0001880.... 1.380,000 i 1897.... 2.246,0001881.... 1.420,000 | ] 1898.... 2.445,000

NOTA.- El cálculo sobre consumo anual de licores es pura-mente aproximativo ; está fundado en las bases fijadas para losremates y en los productos de éstos, según constan en los infor-mes y periódicos oficiales. Se omiten, pues, todas las bebidas queno entran en el monopolio y las de contrabando, que son en grancantidad.

32supuesto lo anterior, debió haber en la mis-ma proporción, 448,062 ; y con el consumo de2.445,000 litros, debió corresponderles la sumaaproximada de 5 litros 44 por habitante mayorde 7 años, cantidad que podría colocarse en ter-cer puesto en el cómputo que dimos para lospaíses de Europa. Pero no es esto sólo : no es-tando incluidos en el cuadro sino los licores re-matados, quedan de hecho fuera de nuestrocálculo los vinos extranjeros y las cervezas, delas cuales tenemos un gran número de fábri-cas en constante producción; agregúese á talconsideración la de que el contrabando, relati-vamente poco abundante en Medellín y demásciudades de alguna importancia, por ser muyperseguido, tiene un valor notabilísimo en granparte del Departamento donde no le alcanzatan directamente el peso de la autoridad, y severá que el verdadero consumo actual podríasubir muy por encima de lo que hemos puesto.Nos abstenemos de estampar una cifra, siquie-ra sea aproximativa, por habernos sido imposi-ble conseguir la base numérica indispensablepara ello.

Pueden dar idea también de la extensiónde la bebida entre nosotros, los siguientes da-tos : en la ciudad de Medellín fueronconducidosá la cárcel por varias faltas en 1897, 3,190 in-dividuos, y de ellos solamente por embriaguez,

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2,250 ; en 1898, 2,262 y por igual causa 1,247;y hasta Abril de este año, entre 456 encarcela-dos había 347 por alcohol.

Personas muy versadas en nuestra admi-nistración de Justicia calculan en un 80 por 100los asuntos criminales en que figura como cau-sa el alcoholismo agudo ó crónico;y en 1897, deMarzo en adelante pasaron por el Tribunal delCentro sumarios y causas, respectivamente,1,122 y 856; en 1898,1,240 y 705, y hasta media-dos de Abril de 1899,300 y 153.Por el Tribunal deManizales han pasado desde su fundación (Mar-zo de 1897) hasta Abril de 99, 740 sumariosy 527causas. De estos números puede hacerse la de-ducción del caso. Es verdad que no reina sobrela proporción que sentamos al empezar estepárrafo, un acuerdo completo: el Dr. MiguelMartínez, autor de la tesis ya citada, cree, porejemplo, fundado en razones de peso, que debeser bastante menor. En todo caso, uno de losprimeros resultados sociales del alcoholismo esel aumento de la criminalidad y aun puede lle-gar á ser el primer factor de ella, como en Ho-landa, donde los 15/16 de los crímenes se debená la ginebra (Yaquier).

Se ha hecho la contraprueba, para mayorclaridad, en los países en que ha disminuidorealmente el consumo de alcohol. En Noruega,

donde han obtenido un éxito halagador en esavía, en 32 años disminuyeron los delitos de 294á 180 por 100,000 habitantes. Pero el caso másbrillante, sin duda, es el acaecido en Irlandacon la célebre predicación antialcohólica delP. Mathew, que redujo á un 50 por 100 el con-sumo en 5 años é hizo bajar casi un 30 por 100la criminalidad.

No son, relativamente, de tánta importan-cia para la salud de la sociedad los crímenesque se verifican por obra de la embriaguez ycaen bajo la sanción del Código Penal; entra-ñan una amenaza mayor aquellos en que noexiste la responsabilidad, ni son, por tanto, sus-ceptibles de castigo, y á ellos conduce especial-mente la herencia alcohólica.

Ya la hemos visto como productora deindividuos atacados de epilepsia y de locuramoral. El epiléptico es un sér expuesto á co-meter toda clase de atentados de una maneraimpulsiva ó irresistible, sin darse cuenta á ve-ces de lo que hace y, por lo mismo, absoluta-mente irresponsable. El loco moral es todavía,si cabe, más inútil y peligroso: automática-mente incendiario, ladrón por kleptomanía ópervertido en cualquier otra forma. “Sin ha-blar de los daños que hace á los particularespor los diversos atentados que comete, sin ha-

blar del perjuicio moral que causa por su ejem-plo ó por el contagio de que puede ser origen,el loco moral es huésped obligado en su juven-tud de los asilos de idiotas ó de las casas de co-rrección, más tarde tiene enredos con la justi-cia y va á parar á un establecimiento peniten-ciario ó á un asilo de enajenados” (Legrain).

Muchos célebres criminales pueden caberen este molde ; pero lo peor no es eso, sino quevarios de ellos siguen legando su fatal des-arreglo nervioso á generaciones enteras.

Aun prescindiendo de las lesiones orgáni-cas hereditarias, el alcohólico, con la voluntadanulada y las facultades mentales degeneradaspor el vicio, deja siempre á sus hijos una edu-cación defectuosa ó la falta completa de edu-cación moral, cuando no los abandona. De allílos casos de familias célebres, como la que citael Dr. Pellmann, de una mujer, Adda Jurcke,que entre 834 descendientes tuvo tantos men-digos, ladrones, vagabundos y asesinos, que en75 años le costó al Estado, según cálculo, encasas de alimentación, sostenimiento en las pri-siones, daños causados &c., unos 6 millonesde marcos. De allí también que sobre 284 niñosabandonados, entrados en 1877 á la Casa dedisciplina de Chicago, se notara alcoholismodel padre en 205 y de padre y madre en 147, y

que en 615 observados en el mismo año en lasCasas de refugio del Estado de New-York, elpadre fuera borracho 329 veces y la madre115.

Creemos suficiente lo dicho para mostrarla influencia que tiene el alcoholismo sobre lasalud pública.

Si él ataca así á la sociedad en su des-arrollo natural, no la afecta menos en su pro-pia vida ; queremos decir que es un agente po-deroso de despoblación. Sería vano empeñobuscar el número exacto que expresara la ac-ción del alcohol sobre la mortalidad en general,pero no por eso es menos cierto su valor. EnSuiza se considera que entra en un 10, 7 á 11,2 por 100 en la mortalidad de individuos demás de 20 años, y la United Kingdom Tempe-ranee and general Provident Institution no-tó en 25 años una diferencia entre sus sociosmuertos de 27,9 por 100 en favor de los abs-tinentes. El contingente que presta el suici-dio, ya tratado por nosotros, merece atenciónparticular.

Al hablar de la herencia anotamos, tam-bién, la muerte precoz que disminuye el perso-nal de las familias alcohólicas en altas propor-ciones, y que, unida á la morti-natalidad, llegahasta reducir la tercera generación de varias á

un número ínfimo, como en el ejemplo de Legrain citado.

No cesan los estadistas europeos de clamaractualmente sobre la diminución de los naci-mientos, de funesto presagio por la idea reba-jada que da de la vitalidad de la raza en lospaíses donde se ha acentuado. Hoy es creenciaunánime que en este fenómeno tiene una granparte el alcohol. Entre nosotros, su consumo noha presentado la mayor importancia sino en losúltimos 40 años y no alcanza á atacar notable-mente las fuentes mismas de la vida. Antio-quia es todavía la tierra de la fecundidad ; perosi el alcoholismo no se detiene á tiempo, ya ve-remos ceder esa cualidad bajo su influjo.

Una última consideración se impone. Lariqueza pública simboliza una gran fuente debienestar individual y social y el alcoholismoes uno de los enemigos que la merman diaria-mente.

El solo consumo en sí mismo, es un gastocontinuo de mucha consideración, indudable-mente menor, eso sí, que los otros producidospor él. Sería curioso nada más que el cálculodel valor de días de trabajo perdidos por su cau-sa, ya hecho en otros países, para, uniéndoloá varios más, saber cuánto cuesta á Antioquiala bebida por año. Estos dos sumandos con las

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muertes que produce por suicidio ú otros me-dios, darían el resultado de lo que roba direc-tamente al fondo común la influencia del alco-hol.

No es menos importante la substracciónindirecta que le hace. Sabida es la estrecha re-lación que existe entre el alcoholismo y la mi-seria individual; él lleva continuamente mu-chos obreros, que antes vivían holgadamente,por el camino más corto á la desnudez y al des-amparo; otras veces, pero menos frecuentes,es la pobreza la que los lanza á la cantina-Tras la miseria traída por el vicio que hace alhombre improductivo, viene necesariamente lamendicidad y esta es una fuente de pérdidapara el tesoro público. A la sola Inglaterra lecostaron en 1887 las casas de mendigos—de loscuales eran, según informes, de 60 á 75 por 100bebedores—8.176,768 libras esterlinas; y en eseguarismo no está naturalmente comprendidoel contingente individual, que debe ser muygrande, ni lo que pierde el Estado con tantosbrazos ociosos é inútiles.

Debe tenerse en cuenta, por otra parte, queel aumento del crimen, antes visto, exige nue-vos desembolsos para casas de corrección, pe-nitenciarías, alimentación de delincuentes &c.

Por último, tantos idiotas y debilitados

mentales que la herencia enfermiza lanza almundo, no son sino base de nuevas exaccionesno compensadas. Lo que la sociedad necesitaes miembros activos, y el que le agrega un de-generado incapaz de ser útil á sus semejantes,le hace un flaco servicio.

Concluyendo : el alcoholismo aumenta loscrímenes, es un gran agente de despoblación yconduce á la ruina de la sociedad, fuera de losmales que trae á la familia y á la raza.

Es preciso aplicarle remedio eficaz : á eseasunto dedicaremos el capítulo que sigue.

IV

TRATAMIENTO DEL ALCOHOLISMODos medios generales pueden emplearse pa-

ra atacar el alcoholismo : el tratamiento pro-piamente dicho, es decir, la aplicación de losmétodos que tienden á la curación del bebedor;y la profilaxis, ó serie de medidas preventivasque tienen por mira la diminución en el con-sumo.

Si el primero de los medios es de muchaimportancia, el último expresa, sin duda, undesiderátum más altamente útil para la socie-

dad : en esto, como en todo, vale más evitar elmal que curarlo. Veamos, para ambos, los sis-temas que se han empleado haciendo algunasaplicaciones locales.

No hace mucho tiempo que el castigo eraconsiderado todavía como remedio eficaz paraacabar con el alcoholismo ; pero la experienciauniversal se ha encargado de probar con clari-dad deslumbradora que las leyes penales pue-den servir para todo, menos para eso: el quese embriaga habitualmente, influido por una úotra causa, no pára mientes en el arresto ó lamulta cuando se trata de dar rienda á sus ape-titos viciados.

Las doctrinas actuales á este respecto son,por otra parte, más justas y más noblementehumanas. El borracho, para el higienista mo-derno, es un individuo enfermo como cualquie-ra otro, no ya digno de castigo, sino necesitadode un remedio para librarse de su dolencia. Ental principio se basa el sistema de los asilosde bebedores, único aceptable hoy como trata-miento propiamente dicho del alcoholismo cró-nico. Aplicado en Alemania por primera vez,se ha extendido á varios países de Europa y álos Estados Unidos.

El principio fundamental de su organiza-ción consiste en la abstención completa de al-

cohol y en un trabajo regular impuesto á cadaindividuo. Los establecimientos deben estar si-tuados en el campo ; los oficios más variados seencuentran en ellos, pero el trabajo corporales preferible en todo caso ; un empleado supe-rior, persona respetable siempre, investido detodas las funciones administrativas, dirige lacorporación que marcha como una verdaderafamilia. Los primeros asilos recibían en su se-no sólo á los que querían internarse volunta-riamente en ellos por un tiempo determinado,conservando el asilado su libertad para salirseen cualquier momento. A pesar de ser este unsistema de libertad absoluta, el éxito obtenidofue positivamente alentador (40 por 100 de cu-raciones definitivas)

Más tarde, en los Estados Unidos, país emi-nentemente práctico, se estableció la mismainstitución, pero ordenando la internación deoficio por el tiempo conveniente, para los bebe-dores consuetudinarios, hecha después de cer-tificado de dos médicos y dos ciudadanos sobrela inutilidad del detenido para sus negociosy el peligro que constituye para la sociedad.Grandes ataques ha sufrido esta medida, ennombre de las libertades individuales que sehan juzgado vulneradas por ella. Por nuestraparte, la juzgamos indispensable para obtener

seria utilidad con los asilos de bebedores; deotra manera sólo podrían curarse los que con-servaran una voluntad suficientemente fuertepara buscar el bien, que sería el número infini-tamente menor, y los demás, la gran multitudque se degrada, suprimida su iniciativa indivi-dual, quedarían sin ensayar siquiera la influen-cia bienhechora del asilo. Además, la sociedadtiene derecho para exigir que sus miembros lesean productivos, y si se demaestra, como es in-discutible, que el bebedor no sólo deja de serleútil á ella, á la familia y á sus propios intere-ses, sino que es perjudicial por el ejemplo y porlas faltas de todo género que le hace cometer elalcohol, no encontramos razón ninguna paraque no se le obligue á entrar en curación, yaque—debido al mismo vicio—aunque él com-prendiera el mal, no podría contar para salvar-se con su propio albedrío. En el Continenteeuropeo han seguido ya en algunas partes elejemplo de Norte-América.

Para Antioquia juzgamos el medio enun-ciado de aplicación relativamente fácil y, supo-niéndole un éxito mediano, siempre sería supe-rior á la encarcelación en contacto con todaclase de criminales ó á los trabajos forzados,hechos en público, sin regularidad y evidente-mente sin efecto moralizador alguno. Adejnás,

tendría la ventaja de proporcionar una coloca-ción necesaria á los que salen del Manicomiomejorados de un acceso de locura alcohólica yque, volviendo á las mismas costumbres de an-tes inmediatamente repuestos, no hacen sinoprepararse para ocupar de nuevo la celda queacaban de abandonar.

Se ha empleado también un remedio que,aunque incapaz de curar al alcoholizado, debeconservarse como salvaguardia de los interesesde la familia comprometidos, y es la interdic-ción legal. Aunque el individuo no pudiera es-capar á su pasión, sería muy justo privar desu influencia perniciosa á los demás.

Hacen de puente, por decirlo así, entre lasdos clases de tratamientos del alcoholismo, lassociedades de temperancia, porque algunas deellas tienen por móvil principal la curación delbebedor, y otras son, ante todo, centros de pro-paganda, quedando así incluidas en los mediosprofilácticos, que dividimos en medidas de ini-ciativa particular y medidas gubernamentales.

La primera especie de sociedades de tem-perancia ha resultado manifiestamente inefi-caz por sí sola para obtener su fin. Para quitarel alcohol á un borracho es preciso disponer demedios coercitivos suficientes para sostenerloen la abstinencia, y estas reuniones, por mejor

7

intencionadas que estén, carecen por naturale-za de ellos. Pueden contar únicamente con lavoluntad de cada socio que es siempre un ins-trumento precario para dominar la costumbreadquirida.

Las sociedades que pudiéramos llamar pro-pagandistas son, al contrario, las que han hechomás en la vía de la diminución del alcoholis-mo por esfuerzo particular. Han servido en Eu-ropa para llamar la atención de los Gobiernossobre medidas restrictivas de mucha impor-tancia, y se ocupan especialmente en la exten-sión universal de la lucha por medio de la pu-blicación y la enseñanza.

Se ha tachado poralgunos á todas esas cor-poraciones el haberse servido casi siempre pa-ra su obra, del elemento religioso. Haciendoá un lado toda clase de ideas sobre este parti-cular, creemos muy puesto en razón el que seutilicen las creencias populares, sean las quefueren, para un fin tan esencialmente patrióti-co y humanitario ; y el sentimiento religiosoes, sin duda, una de las fibras más sensiblesde los pueblos, y que pueden tocarse con ma-yor provecho : díganlosi no el éxito sorprenden-te del Padre Mathew en Irlanda, el del PastorBoettcher en Alemania, y varios más. Las so-ciedades de temperancia no tienen por qué con-

vertirse en asociaciones religiosas, pero sí de-ben valerse de todos los medios colocados á sualcance para obtener el fin que se proponen.

Entre los medios de iniciativa particularcon que contamos ahora, uno de los más im-portantes, sobre todo en nuestro país, es la par-ticipación del Clero en la campaña antialcohó-lica. El debe, en nuestro concepto, usar todaslas fuerzas de que dispone para prestar suconcurso en la consecución de un objeto tandirectamente relacionado con sus tareas. Alta-mente laudable nos parece la conducta del Dr.Joaquín Pardo Yergara, Obispo de Medellín,que, en su notable Pastoral de 1894, tras apre-ciaciones juiciosas en contra del alcohol, orde-na á sus subalternos la constante predicaciónen ese sentido con la palabra y el ejemplo.

Otro medio de propaganda capaz de pro-ducir buenos resultados en lo futuro, es la en-señanza escolar en estas materias. El Institu-tor está llamado á ser el campeón de la higie-ne en la juventud, y los estudios de ese ordendeben ocupar lugar preferente en la educaciónmoderna. Antes que tantas especulaciones cien-tíficas, acaso sin fruto práctico, deben estar losconocimientos necesarios para mantener la sa-lud, que el espíritu de conservación exige.

Por último, las publicaciones que ilustran

al público sobre los males inherentes al vicio,siempre serán meritorias y conducentes.

No creemos nosotros, sin embargo, que laignorancia sea el primer sostén del alcoholis-mo : las costumbres defectuosas de la sociedadtienen mayor influencia en su mantenimiento.Si el pobre no tiene más punto de reunión quela cantina, si su hogar es el desbarajuste per-fecto por falta de educación en las mujeres delpueblo (en oficios útiles y prácticos, se entien-de), si la miseria social se hace sentir y el obre-ro no encuentra más desahogo que el que la ex-citación de las copas le proporciona, puede to-dos los días y en todos los tonos clamarse pú-blicamente contra la bebida, sin la menor espe-ranza de una reforma saludable. Tratar de ha-cer holgada la vida del trabajador por la satis-facción de las necesidades naturales, es laborfundamental en la moralización de las masas.La fundación de centros de reunión para los ar"

tésanos, que necesitan también sociabilidad ycomunicarse sus ideas, es un gran paso en esavía: la Sociedad de San Vicente de Paúl haempezado en Medellín, con la creación de Salo-nes de lectura, tan necesaria obra de regenera-ción social.

Los medios particulares, desprovistos de lafuerza activa que la autoridad proporciona, se-

rían deficientes para obtener una seria diminu-ción en el consumo de alcohol. Convencidos deesta verdad los gobiernos de todos los paíseshan tratado, ya por un camino, ya por otro, deprestar su contingente en la grande empresa.Estudiaremos las diferentes medidas guberna-mentales, desde el punto de vista de la higienesocial, que á nosotros incumbe.

Puede decirse que son tres los medios deque hablamos : el gravamen elevado sobre loslicores, el monopolio y la legislación sobre can-tinas. No contamos la prohibición absolutaporque, aunque establecida en los Estados Uni-dos por la Ley del Maine, nos parece utópicaen principio : nunca se logrará hacer efectivauna resolución semejante. La misma comisiónnombrada para informar en el asunto, decía deella en 1866, que había echado un cerrojo á lascantinas sin impedir la bebida. Además, no re-conociendo nosotros que el alcohol sea perjudi-cial en todo caso y en cualquier cantidad, malpodríamos aceptar un sistema tan extremado.

La primera medida ha sido ensayada enmuchas partes con resultados varios. En Fran-cia alcanzó la tasa sobre el alcohol cifras nota-bles, sin obtener, según Claude, más que unadiminución momentánea del consumo en las«épocas de ascenso, para seguir después su mar-

cha regular de aumento progresivo. En otrospaíses, como Suiza, Inglaterra, donde sostuvie-ron tal vez el gravamen más alto á que se hallegado, deben el éxito más ó menos satisfacto-rio obtenido, á medios de mayor eficacia em-pleados al mismo tiempo.

Hay la circunstancia de que un impuesto,si no es excesivo, va á pesar de modo casi in-sensible sobre el consumidor, pues siempre lequeda al ventero una ganancia halagadora,sin más que un aumento relativamente ínfimoen el cobro sobre las cantidades que expende ha-bitualmente, lo que se hace poco apreciable pa-ra el que ya ha adquirido la costumbre de ungasto diario.

La diminución momentánea de consumodebida al precio crecido, nos parece muy exac-ta. El número de encarcelados por embria-guez en Medellín durante 1897 y 1898, da unabuena prueba indirecta. Hubo una diferenciade 1,003 entre los dos años, que no puede atri-buirse sino al valor más alto del licor, que si-guió al nuevo remate en el último año. Lo ma-lo de este resultado es el ser esencialmentetransitorio. En Alemania, sin embargo, pare-ce haberse obtenido éxito verdadero con sóloun aumento de 74 marcos por hectolitro en elgravamen. No sabemos á qué atribuir tal ex-cepción.

En resumen, á juzgar por la experienciaadquirida en muchas partes, único criterioaceptable en estas materias, los fuertes impues.tos no son suficientes como medida aislada,para obtener el fin que buscamos.

Adquirida la convicción de esto, era natu-ral que se volviera la vista hacia sistemas derepresión directa, de los cuales podía esperarsealgo más seguro y estable: así surgieron lasdos últimas medidas ya enumeradas.

El monopolio, establecido primero en Sue-cia, tuvo por objeto colocar en manos del Go-bierno la producción y expendio de alcohol; pe-ro con el único fin de disminuir el consumo.Desgraciadamente el eterno problema fiscal delas naciones ha hecho desvirtuar en algunospueblos esta institución, convirtiéndola en me-ro instrumento de lucro para el Gobierno, tan-to más inmoral y pernicioso cuanto que el lla-mado á velar por el bien de los ciudadanos vie-ne así á convertirse, por interés monetario, enpropagador consciente del peor de los malesLas sociedades tienen, como los individuos, unprincipio de conservación que debe informarsiempre su modus vivendi; y si pugna con élaunque sea la renta más pingüe del Estado,es necesario posponerla, sin contemplacionesvituperables.

Podría argüírse que es un imposible supri-mir ese espíritu comercial en los gobiernos; pe-ro los ejemplos que vamos á aducir nos ponená cubierto de tal respuesta.

En Suiza está funciónando el monopoliodesde 1887 y aparece el Estado como solo due-ño de la fabricación y venta de licores destila-dos, á los cuales pone un precio, de máximumfijo. Quedan excluidos los productos de destila'ción de frutos, declarados libres. Esta ley hatraído para el país un resultado higiénico evi-dentemente bueno; pero no así el económico,porque para favorecer la industria nacional, elGobierno resolvió imponerse la obligación decomprar, en el interior una cuarta parte del al-cohol, elaborado con materias primas produci-das allí mismo, lo que le sale tres veces más ca-ro que introducido. Con esta medida echó á tie-rra las grandes fábricas que traían sus mate-riales del extranjero, después de haber destrui-do de hecho las destilaciones particulares en pe-queño que alcanzaron fuerte incremento antesdel monopolio, y quedó en actitud de no dar ála venta sino alcohol rectificado bajo su respon-sabilidad.

Fuera del económico, se han encontrado alsistema suizo dos inconvenientes para la hi-giene : el primero, dejar libres los alcoholes de

frutos, tan tóxicos como los demás, y cuya pro-ducción es naturalmente estimulada por la li-bertad ; el segundo, no haber tratado de limitarel expendio de ciertos licores, que hace inoficio-sa la rectificación; pues nada se gana con elladesde que se permita agregar al alcohol purosubstancias que lo hagan tan venenoso como elajenjo, v. gr.

A pesar de estas imperfecciones, que se de-bieron sobre todo al temor de un choque connumerosos industriales, el éxito se hizo notarprontamente por una rebaja de 20 por 100 enel consumo, que habría sido mucho mayor sise hubieran introducido las reformas mencio-nadas. El mal estuvo, pues, en falta de la rigi-dez precisa.

Este mismo defecto, más exagerado, impi-dió en Francia el establecimiento del sistemaAlglave, propuesto desde 1872, que, en el fondo,consistía en dejar en libertad á los productores;el Gobierno no intervendría sino para comprartodos los alcoholes, rectificarlos y cobrar un impuesto al darlos á la venta. Como señal de quehabían pasado por sus manos, ]os envasaría enunas botellas especiales, que no pudieran llenar-se otra vez sin señal evidente de ello. Se compren-de con facilidad que esto no sería sino una lla-mada general al fraude por un medio irrisorio,sin resultado higiénico posible.

El sistema general en Suecia y Noruega,que hemos dejado para lo último porque noslleva directamente á la cuestión cantinas, fi-nal de nuestro estudio, es propiamente un mo-nopolio concedido por el Estado á sociedadesque lo emplean únicamente para bien del pú-blico ; por ese medio se excluyeron las consi-deraciones políticas y económicas que embara-zan siempre la realización de proyectos seme-jantes.

Se empezó en Suecia por suprimir las des-tilaciones á domicilio. Quitadas estas fábricasdomésticas—que ascendían á 173,000—en 50años se centralizó la producción en unos 300 es-tablecimientos de grande industria, bajo la su-pervigilancia gubernamental. En seguida, pa-ra limitar la venta, se gravó fuertemente el al-cohol, y una sabia legislación sobre cantinasvino á realizar rápidamente la diminución deconsumo. Para poder vender aguardiente encantidad menor de 40 litros y para fundarcantinas, fue indispensable una licencia espe-cial, y el número de éstas tenía queser fijado deantemano por la autoridad para ponerlas en li-citación pública. La licencia se concedía portres años á personas que dieran buenas garan-tías. Con esto desaparecieron casi en totalidadlas pequeñas ventas de campos y caminos.

53En las grandes poblaciones se aplicó el sis-

tema de Gothenburg, ciudad donde empezó,consistente en la adjudicación de privilegio pa-ra apertura de cantinas. Fijo ya el número delicencias, una sociedad que se formó de lo másescogido de la ciudad citada, las tomó todas pa-ra sí sin más interés monetario que el del capi-tal invertido, pues las ganancias eran destina-das á obras de utilidad pública; redujo el nú-mero de estanquillos como un 60 por 100 y es-tableció reglamento riguroso sobre horas paraabrirlos y cerrarlos, prohibiendo la venta á bo-rrachos y á menores. Popularizado tal siste-ma, excusado es decir que el évito no se hizoesperar con un descenso desde 22 litros por ca-beza en 1855, hasta 4,15 en 1897. Igual cosapasó en Noruega Bien sabemos que este méto-do es susceptible de objeciones justas, pero ála luz de la higiene no podía esperarse nadamejor.

La fuerza singular del sistema sueco des-cansa indudablemente en la organización delas cantinas. El aumento desmedido de éstases una de las mayores fuentes de alcoholismo :

si se encuentra dónde beber á cada dos pasos,es natural que se beba y mucho. Todavía sonpeores, en nuestro concepto, esas ventas mixtas.en que al lado de los víveres está el aguardien-

te. Donde se venden bebidas alcohólicas, es pre-ciso vender eso y nada más: este principio de-be servir dé base á toda disposiciónracional so-bre el asunto.

Tan importante es la fijación del núme-ro de estanquillos, quecon ella sola han obteni-do una gran reducción del consumo en Holan-da. Allá no se puede vender menos de 2 litrosde aguardiente sin un permiso cid hoc concedidopor la Municipalidad respectiva, y ésta tienequé negarlo al completar el número máximode 1 cantina por 500 habitantes en las pobla-ciones de 50,000 para arriba y 1 por 250 en lasmenores. Dicha le}' nos parece preferible, por-que, á más de justay equitativa, no da margená arbitrariedades.

Otra medida indispensable es la inspec-ción periódica de aquellos establecimientos porla Policía, con la autorización necesaria paraimpedir la venta á menores yá borrachos, so pe-na de castigos severos, y para examinar la ca-lidad de los licores. Esto último está expresa-mente mandado en la Ordenanza número 24 de1896, y sin embargo no se cumple entre nos-otros.

Aplicando lo visto juzgamos que Antioquianecesita, ante todo, una buena ley sobre canti-nas. Es tal su extensión ahora, que en la sola

Medellín hay 411 y los caminos del Departa-mento son una serie no interrumpida de ellas.No se debe permitir la venta de licores sino enlos establecimientos consagrados con tal fin:de otra manera la vigilancia de la Policía so-bre ellos se hace estéril, encontrando todo elmundo el licor que busca en la tienda de la es-quina. La cerveza, nuestra única bebida higié-nica de esta clase, ya que los vinos son malosy muy alcoholizados, debe dejarse en libertad.

Dos palabras sobre chicherías, para con-cluir. En todas partes se impide, haya ó no otraclase de medidas restrictivas, la circulación dealcoholes de mala calidad, sin que se le ocurraá nadie reclamar; y esto, porque la libertad deindustria y comercio no puede, no debe invo-carse para artículos peligrosos por su natura-leza, aun siendo útiles: la dinamita, por ejem-plo, y los venenos en general. Pues bien: la chi-cha, fuera de una ptomaína en extremo vene-nosa, contiene alcoholes de la peor especie,no es provechosa en ningún caso y no hayrazón, por tanto, para que se permita su ven-ta libremente. Nosotros creemos que se le ha-ría un gran bien á esta tierra, prohibiendo enabsoluto el expendio de chicha, como la higienelo exige, ú obligando á fabricarla por otro proce-dimiento que la transforme favorablemente, co*

56mo el propuesto por el Dr. Liborio Zerda, lo queequivale á suprimir la que ahora se bebe. Si enBogotá hubieran hecho esto cuando se vulnera-ban pocos intereses particulares, como sucede-ría hoy en Medellín, no tendrían que lamentarlo que es ya un mal irremediable : la degenera-ción y el embrutecimiento del pueblo. Es el ca-so de anteponer el bien común al de unos pocos.

Imprímase.

J. Y. MALDONADO