crÍtica de libros. (reis nº 18. crÍtica de libros) · 2012-05-14 · nitario de los médicos del...

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Sociología sin sociólogos JESÚS M. DE MIGUEL La sanidad española es eminentemen- te multicolor. Hace unos años el Go- bierno publicó un Libro Blanco de la sanidad, que fue seguido por un Libro Rosa y contestado por el grupo de pre- sión farmacéutico con un Libro Verde. En abril de 1980 la Generalidad de Ca- taluña publicó un informe sobre la sani- dad catalana, conocido coloquialmente como el Libro Amarillo. Para completar el espectro está en preparación un Libro Negro sobre la sanidad española. En las páginas que siguen se presenta una bre- ve historia de la realización del Mapa Sanitario de Cataluña 1979, y del Libro Amarillo al que dio luego origen. Se analizan además los siete problemas fun- damentales del citado informe, princi- piando por los de tipo metodológico. Se pasa revista al modelo de regionali- zación propuesto: la división entre re- cursos privados y públicos, el enfoque técnico, el tema de las desigualdades so- ciales y sanitarias y el enfoque compa- rativo utilizado. Finalmente se analiza en detalle el modelo sanitario que se propone, su finalidad y estructura. En resumen, se presentan unos criterios bá- sicos para entender el mapa sanitario catalán en el contexto de la política sa- nitaria española. Historia del «Libro Amarillo» En septiembre de 1978, el Boletín Oficial del Estado publicó un Real De- creto por el que se establecía la con- fección del Mapa Sanitario del Territo- rio Nacional \ Se pensaba realizar a base de «mapas sanitarios» provincia- les, que tenían que estar listos en un período máximo de seis meses. Dos años y medio después todavía algunas pro- vincias no han terminado sus «mapas sanitarios» 2 . En Cataluña se había creado el De- partamento de Sanidad y Asistencia So- cial de la Generalidad en diciembre de 1978, y parecía factible el realizar un «mapa sanitario» conjunto de las cua- tro provincias. Un Decreto de la Pre- sidencia de la Generalidad del 15 de enero de 1979 encargó la elaboración de un «Mapa Sanitario de Cataluña» al consejero de Sanidad y Asistencia So- cial, que constase de: primero, un re- 1 Es el Real Decreto de 25 de agosto de 1978, publicado en el BOE del 21 de sep- tiembre de 1978. 2 Para un análisis de la política sanita- ria española durante el último siglo, véase Jesús M. DE MIGUEL, La sociedad enferma (Madrid: Akal, 1979), 258 pp. RUS 18/82 pp. 115-140

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Sociología sin sociólogos

JESÚS M. DE MIGUEL

La sanidad española es eminentemen-te multicolor. Hace unos años el Go-bierno publicó un Libro Blanco de lasanidad, que fue seguido por un LibroRosa y contestado por el grupo de pre-sión farmacéutico con un Libro Verde.En abril de 1980 la Generalidad de Ca-taluña publicó un informe sobre la sani-dad catalana, conocido coloquialmentecomo el Libro Amarillo. Para completarel espectro está en preparación un LibroNegro sobre la sanidad española. En laspáginas que siguen se presenta una bre-ve historia de la realización del MapaSanitario de Cataluña 1979, y del LibroAmarillo al que dio luego origen. Seanalizan además los siete problemas fun-damentales del citado informe, princi-piando por los de tipo metodológico.Se pasa revista al modelo de regionali-zación propuesto: la división entre re-cursos privados y públicos, el enfoquetécnico, el tema de las desigualdades so-ciales y sanitarias y el enfoque compa-rativo utilizado. Finalmente se analizaen detalle el modelo sanitario que sepropone, su finalidad y estructura. Enresumen, se presentan unos criterios bá-sicos para entender el mapa sanitariocatalán en el contexto de la política sa-nitaria española.

Historia del «Libro Amarillo»

En septiembre de 1978, el BoletínOficial del Estado publicó un Real De-creto por el que se establecía la con-fección del Mapa Sanitario del Territo-rio Nacional \ Se pensaba realizar abase de «mapas sanitarios» provincia-les, que tenían que estar listos en unperíodo máximo de seis meses. Dos añosy medio después todavía algunas pro-vincias no han terminado sus «mapassanitarios» 2.

En Cataluña se había creado el De-partamento de Sanidad y Asistencia So-cial de la Generalidad en diciembre de1978, y parecía factible el realizar un«mapa sanitario» conjunto de las cua-tro provincias. Un Decreto de la Pre-sidencia de la Generalidad del 15 deenero de 1979 encargó la elaboraciónde un «Mapa Sanitario de Cataluña» alconsejero de Sanidad y Asistencia So-cial, que constase de: primero, un re-

1 Es el Real Decreto de 25 de agosto de1978, publicado en el BOE del 21 de sep-tiembre de 1978.

2 Para un análisis de la política sanita-ria española durante el último siglo, véaseJesús M. DE MIGUEL, La sociedad enferma(Madrid: Akal, 1979), 258 pp.

RUS18/82 pp. 115-140

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cuento y una valoración de las institu-ciones sanitarias existentes en las cua-tro provincias, y segundo, un proyecto(provisional) de territorialización sani-taria. El 7 de enero de 1980 el presi-dente de la Generalidad aprobó el MapaSanitario de Cataluña 1979, que se pu-blicó oficialmente en el Diario Oficialde la Generalidad 3. El Decreto de Jo-sep Tarradellas consideró al proyecto deterritorialización como un «elemento detrabajo» para definir la futura divisiónsanitaria de Cataluña. Se sugería así laaprobación del espíritu más que de laletra del Mapa Sanitario de Cataluña1979.

Cuatro meses después (en abril de1980) se presenta públicamente un in-forme sobre La sanitat a Catalunya, re-dactado por el mismo equipo del MapaSanitario de Cataluña 1979, contenien-do este mapa y otros materiales4. Eseinforme, editado oficialmente por el De-partamento de Sanidad y Asistencia So-cial de la Generalidad, es el que se co-noce coloquialmente como el Libro Ama-rillo 5. La mayor parte de los redacto-res del libro son militantes comunistas(del P.S.U.C), con una contribución mi-noritaria de socialistas (P.S.C.-P.S.O.E.)y algunos independientes. Varios deellos pertenecen además al Gabinete deAsesoría y Promoción de la Salud(G.A.P.S.), del Colegio Oficial de Mé-

dicos de Barcelona, dirigido por comu-nistas. En este sentido se explica que al-gunas personas hayan considerado al Li-bro Amarillo como el «testamento sa-nitario de los médicos del P.S.U.C»,pues se presenta precisamente al finalde la etapa comunista en la cartera sa-nitaria de la Generalidad.

Algunas de las ideas del Libro Ama-rillo provienen de un pequeño estudiosobre la asistencia sanitaria en las co-marcas catalanas, publicado en 19806.Este trabajo había sido realizado por elG.A.S.P. en 1978. Un mes después delLibro Amarillo, el Departamento de Sa-nidad y Asistencia Social de la Genera-lidad desarrolla algunas ideas en un li-bro conteniendo una serie de estudiosy dictámenes sobre sanidad, en su ma-yoría escritos o coordinados por médi-cos7.

3 Diari Oficial de la Generalitat de Ca-talunya, 49 (7 marzo 1980), pp. 808-879.

* Departament de Sanitat i AssisténciaSocial, La sanitat a Catalunya: Análisi ipropostes del Departament de Sanitat iAssisténcia Social (Barcelona: Generalitatde Catalunya, 1980), 330 pp.

5 La breve historia de la confección delLibro Amarillo puede verse en Josep A.ARTIGAS, "El mapa sanitari: Objectius icontingut", Debat, 7 (1980): 5-14. En cual-quier caso, no queda claro si se refiere aldecreto del Mapa sanitario de Cataluña1979 o al libro La sanitat a Catalunya.Véase lo mismo en José ARTIGAS, "El mapasanitario de Catalunya: Una experienciaautonómica" Medicina Integral, vol. 1, nú-mero 6 (1980): 410-414.

El Libro Amarillo no se refiere nun-ca al Real Decreto de agosto de 1978,ni reconoce que la idea de hacer el es-tudio sanitario partió del Gobierno cen-tral. Aunque contiene el texto íntegrodel Mapa Sanitario de Cataluña 1979(con algunos cambios), el Libro Ama-rillo no responde a la petición del Go-bierno de agosto de 1978, ni a la delpresidente de la Generalidad de enerode 1979. El 49 por 100 del texto delLibro Amarillo es nuevo, y no fue apro-bado por el Decreto del presidente dela Generalidad de enero de 1980. Cu-riosamente, la mitad aproximada que noaparece en el Decreto es la más polémi-ca, ideológica y autoritaria.

6 Joan CLOS, Elisa SÉCULI y Andreu SEGU-RA, Vassisténcia sanitaria a les comarquesde Catalunya (Barcelona: Laia, 1980), 195páginas. El prólogo es de Ramón ESPASA,responsable del Mapa sanitario de Cata-luña 1979.

7 Departament de Sanitat i AssisténciaSocial (comp.), Estudis i dictámens sobresanitat (Barcelona: Generalitat de Catalu-nya, 1980), 316 pp. Incluye cuatro infor-mes sobre asistencia primera, consumofarmacéutico, asistencia psiquiátrica y do-cumentación sanitaria.

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Las diferencias entre el Libro Ama-rillo y el Mapa Sanitario de Cataluña1979 son enormemente interesantes pa-ra un sociólogo. El capítulo primero delLibro Amarillo sobre estructuras demo-gráficas y geográficas no aparece en elDecreto. Pero la ausencia más importan-te es el capítulo tercero, sobre «pro-puestas para una ordenación sanitaria»,que es también seguramente la partemás ideológica y criticable. Tampoco losdiez mapas adjuntos al Libro Amarillose publicaron en el «mapa sanitario».En algunos casos el texto del Decretose ha alterado en el Libro Amarillo. Co-mo ejemplo, un botón: en mitad de ladescripción de la estructura asistencialel Libro Amarillo introduce el siguientepárrafo, que no aparece en el texto delDecreto:

«Estos sectores asistenciales pasa-rán a sustituir a los actuales parti-dos médicos, y dentro de ellos, lapoblación se adscribirá librementeal profesional que prefiriese» (pági-na 173).

De un plumazo se elimina nada me-nos que todo el sistema de partidos mé-dicos y se hace desaparecer a todos losmédicos titulares.

Problemas metodológicos

En el Libro Amarillo faltan hipóte-sis válidas e imaginación. Se parte dedos hipótesis falsas: primera, que el sec-tor sanitario privado va a colaborar vo-luntariamente con un plan propuesto,y segunda, que la división territorial endoce regiones sanitarias va a resolver lamayoría de los problemas sanitarios deCataluña y reducir las desigualdades sa-nitarias.

Las citas bibliográficas son escasas ycasi todas aparecen incompletas. Se ci-tan, a veces, estudios irrelevantes sobrepaíses lejanos y se ignoran sistemática-

mente los estudios más importantes, so-bre todo los realizados en Cataluña y elresto de España. No sólo se ignoran losestudios oficiales realizados por las ins-tituciones oficiales (Instituto Nacionalde Previsión, Ministerio de Sanidad ySegundad Social, Instituto Nacional dela Salud, Instituto Nacional de Estadís-tica), sino los realizados por la oposi-ción. No se cita, por ejemplo, el infor-me sobre la sanidad en los Países Cata-lanes, publicado en 1978, donde se ana-lizaban los problemas básicos de laestructura sanitaria de Cataluña, ni secontestan a los interrogantes ya plantea-dos entonces 8. El Libro Amarillo es téc-nicamente peor (e ideológicamente máspeligroso) que el propio Libro Blancodel Gobierno.

En cada uno de los capítulos, y enel informe entero, no hay una conexiónentre los datos y las conclusiones, y nisiquiera entre los diferentes datos entresí. Esto aparece más claro en la prime-ra parte, en que el análisis de la es-tructura geográfica, demográfica y detransportes no aparece relacionado en-tre sí, y sus conclusiones no son luegoutilizadas en el resto del informe. Todaesa parte sirve en el mejor de los casospara ilustrar o decorar, pero no aportanada a la explicación de los problemassanitarios, ni a la evaluación posteriorde los recursos sanitarios. El nivel deanálisis causal es nulo; la mayor partede los datos aparecen en forma de nú-meros absolutos, alguna vez en porcen-tajes o en tasas, y nunca se utilizan co-rrelaciones, medidas de dispersión, va-rianzas, regresiones múltiples o análisisde caminos. Además, las conclusiones decada capítulo no siguen al análisis, ni alos datos, a veces contradicen a los he-chos, y son meramente ideológicas. To-

8 Jordi GOL GURINA et al., La sanitat aisPaisos Catalans: Crítica i documentado(Barcelona: Edicions 62, 1978), 192 pp. ElLibro Amarillo tampoco parece utilizar labibliografía básica que aparece en este li-bro.

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do parece indicar que las conclusionesestaban escritas antes de recoger los da-tos.

El trabajo es poco comparativo. Noexisten apenas comparaciones con el res-to de España (ninguna a nivel provin-cial, por ejemplo), ni con el extranjero(ni siquiera con los países del MercadoComún), por lo que el análisis pareceflotar en el vacío. Por ejemplo, uno delos peores análisis es el de las tasas demortalidad, que es, sin embargo, unode los más importantes por el énfasisque se pone luego en utilizar el crite-terio de mortalidad como método de re-partir recursos públicos. No se realizancomparaciones provinciales con el restode España, ni tampoco por comarcasdentro de Cataluña. De nuevo, las con-clusiones (p. 88) no concuerdan con losdatos aportados, lo que sorprende en untrabajo supuestamente realizado por de-mógrafos o epidemiólogos. No hay enel Libro Amarillo un análisis por comar-cas catalanas que sea causal y compara-tivo. Es cierto que se incluyen numero-sos mapas y tablas con datos comarca-les, pero nunca se explican las variacio-nes. Se puede aducir que faltan datos(lo que no siempre es cierto, pues sepresentan luego), pero en el caso delmedio-ambiente, en que se utilizó uncuestionario por correo (de poca fiabili-dad, por cierto), tampoco se realiza unanálisis comarcal, concluyendo con unasimpresiones a ojo de dudoso valor cien-tífico.

El estudio es fundamentalmente está-tico y descriptivo. No se realizan evo-luciones históricas de ninguna variableimportante, salvo de las menos relevan-tes de todas (que es la división territo-rial). El análisis de mortalidad, recursosfísicos y humanos, donde el enfoque di-námico es esencial, tampoco es dinámi-co. El desarrollo es a veces muy deta-llado en algunos aspectos (típico errorde misplaced concreteness) y descripti-vo y general en otros. El modelo de

análisis es descriptivo, con lo que elinforme no llega a probar nada9. Eltono llega incluso a ser panfletario, co-mo, por ejemplo, en el capítulo quin-to, sobre estructura económica de lasanidad. En resumen, el Libro Amarilloes un esfuerzo ideológico tan grandecomo pobre en su valor científico. Esen el fondo un proyecto político y noun análisis causal riguroso, a pesar deestar lleno de datos, suponemos que pa-ra impresionar al lector.

La panacea de la territorialización

El Libro Amarillo parte de que lageografía, la estructura demográfica ylos recursos de Cataluña están todos encontra de la creación de un sistema sa-nitario moderno. La visión de la estruc-tura económica y de transportes es tam-bién catastrofista y negativa (además deuna de las partes más flojas del libro).Todo son «obstáculos» y «problemas»para los autores del libro. Hasta la dis-tribución de la población (se refiere so-bre todo a los inmigrantes) ha sido«vertiginosa», «desordenada», «anor-mal» e «inadecuada». Además de los re-sabios racistas de algunas de estas ideas,en el contexto de la Península la visiónpesimista de los elementos catastróficosde la estructura social y física de Cata-luña es falsa.

La principal virtud es también el prin-cipal defecto del Libro Amarillo: el de-finir trabajosamente doce regiones sani-tarias antes de la reforma administrati-va catalana, lo que seguramente invali-da posteriormente la división sanitaria.El objetivo concreto es «definir y fijarla unidad administrativa y funcional dela organización de los servicios de salud».Sin mayor discusión se afirma rotunda-mente que «la actual división adminis-trativa —las provincias— no es válida.

9 Hay incluso errores manifiestos, comoen los totales de la tabla de la página 110.

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Naturalmente, partimos de la divisióncomarcal del 37». Tras discusiones sinfin se llega a doce Áreas de Salud, queno siguen el modelo fijado por el RealDecreto de agosto de 1978. La obsesiónpor la división territorial sanitaria y sunúmero es el rasgo significativo del Li-bro Amarillo (que le lleva a una verda-dero «comarcalitis»). Este es un falsoproblema para desviar la atención delos problemas básicos de la sanidad ca-talana: un sector privado enorme, gra-ves diferencias por clase social y resi-dencia y una asistencia sanitaria de se-gunda clase para los inmigrantes 10.

Se parte de la errónea hipótesis deque una mera territorialización de losservicios sanitarios (en Cataluña) va areducir las desigualdades sanitarias eigualar el nivel de salud de la pobla-ción. Al contrario, la territorialización(en el resto del mundo se dice «regio-nalización», expresión que el Libro Ama-rillo se resiste a utilizar) produce gene-ralmente una reproducción de las des-igualdades sociales a un nivel regionalmenor y un poder público más fragmen-tado. La falacia ecológica puede hacer-nos creer que se reducen los problemassanitarios, cuando en el fondo aumen-tan. En tercer lugar, la existencia de re-cursos sanitarios no significa necesaria-mente un mayor acceso a los mismos(sobre todo si se mezclan recursos pú-blicos con privados, como hace el LibroAmarillo), su utilización, ni un mejornivel de salud de la población. Una me-ra aproximación física a los recursos(sobre todo si son privados) no repre-senta una mejora sustancial de la saludde las personas.

En resumen, el tema central del Li-bro Amarillo, que es la ordenación te-rritorial (regionalización), es también el

10 Una popularización, algo simplista, dela teoría del mapa sanitario puede verseen Salvador CASAS, El mapa sanitario: Con-ceptos básicos para la planificación de lasanidad (Barcelona: Ciba-Geigy, 1980), 88páginas.

tema más inestable, provisional y poten-cialmente conflictivo del estudio. Sor-prende, pues, que el libro utilice en esaparte la forma verbal futura, dogmáti-camente, como dando por supuesto quese realizará (cosa que luego no ha su-cedido). Un problema adicional es queel modelo de división territorial quepropone el Libro Amarillo no se ajustaal modelo fijado por el Gobierno en elB.O.E., lo que supone problemas adi-cionales.

Juntos, privado y público

Al faltar un análisis causal y dinámi-co, el Libro Amarillo no observa, porejemplo, el deterioro del sector públicosanitario ni el proceso creciente de pri-vatización, que tan esenciales son paraentender el sistema sanitario catalán.Llama la atención que el sector privadoesté a veces mejor distribuido que elpúblico, precisamente porque el públicose sitúa donde es rentable y ya hay sec-tor privado. Así se observa que en lascuatro provincias catalanas, cuantas me-nos camas (hospitalarias) hay, mayor es1& proporción de privadas. Funcionaaquí un principio básico de la desigual-dad social (que el Libro Amarillo nosólo no ve, sino que empeora): prime-ro se crea el sector privado rentable, ysi sobran recursos, el sector público. Mássorprendente todavía es que el LibroAmarillo no critique el sistema de «con-ciertos» (contratos del sector públicopara cumplir funciones de asistencia sa-nitaria), cuando es uno de los proble-mas básicos de la sanidad catalana. Tam-poco se realiza un análisis del papel (pre-sente y futuro) del Instituto Nacionalde la Salud (INSALUD) en Cataluña.

La visión del tema es burocratizaday poco sociológica, típica de la menta-lidad médica que ha redactado el LibroAmarillo. Le preocupa si el sistema es«abierto» o «cerrado», con «titulares»o «interinos», pero no privado o públi-

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co. Es curioso que no se analice en pro-fundidad el hecho de que el sector pri-vado sea muy grande en Cataluña (el59 por 100 de las camas, frente al 30por 100 en el total de España), ni serealicen comparaciones con el resto delas regiones españolas. Sólo se presen-tan algunos datos por hospitales (y nopor camas), lo que es poco útil y con-funde al lector. Se afirma, sin analizar-lo seriamente, que la culpa de que exis-ta un sector privado tan grande enCataluña es la «ridicula» (sic) inversiónsanitaria pública, sin mencionar, porejemplo, el continuo trasvase de fondospúblicos al sector privado (a veces maldenominado «benéfico-privado»), a tra-vés de conciertos, defendidos a capa yespada por la propia Generalidad.

Toda la planificación a nivel hospi-talario (capítulo 3.3.2.) no especifica sise refiere al sector público o la combi-nación de los sectores público y priva-do. Nunca se tiene en cuenta cómo vaa reaccionar el sector privado, ni losdiversos grupos de presión. Siempre sesupone, increíblemente, que colabora-rán con la Generalidad. El tono del in-forme es aquí ingenuo: se trata de «apli-car el sentido común, libre de interesescreados, propio de una gestión opera-tiva moderna» (p. 166). Mientras tan-to, el modelo propuesto, ni para el pro-ceso de privatización (más bien lo acre-cienta), ni seguramente tampoco el de-terioro del sector público.

Todo el modelo sanitario propuesto,basado en una docena de Áreas de Sa-lud, nunca especifica con claridad cómova a contar con el servicio del sectorprivado. El problema es que a partirde la combinación de los recursos pri-vados y públicos, sin diferenciarlos, seaprueba un modelo mixto que crea másdesigualdades sociales que el modelo(relativamente) socializado actual, a pe-sar de sus defectos. La ideología sub-yacente es considerar (erróneamente)que todos los recursos sanitarios, tanto

públicos como privados, que están enCataluña son de todos los catalanes. Sor-prende más todavía que ésta sea la creen-cia firme del equipo comunista en sani-dad.

Una visión medicalizada

El Libro Amarillo mantiene un sesgomédico, acorde con la filiación profe-sional de sus autores. Los mapas y ta-blas se refieren continuamente a recur-sos médicos y hospitalarios, pero muypoco sobre otro personal, educación sa-nitaria, participación comunitaria, facto-res sociales en el nivel de salud o pro-moción de la salud. En un momento deeuforia, el informe llega a sugerir que«se han de superar las anacrónicas acti-vidades gremialistas que adjudican au-tomáticamente las funciones sanitariaspredeterminadamente a una u otra pro-fesión o titulación» (p. 193), para lue-go no aplicar este principio, ni propo-ner ningún cambio sustancial. Al con-trario, se plantea un modelo «sanitario»que incluye a los «marginados» (se su-pone enfermos o no), «asistencia social»y otras «atenciones sociales», todos ellos«bajo la directiva del médico de cabe-cera» (p. 178). Esto supone un pasoatrás de al menos un siglo.

Nunca se dice que sobran médicos enCataluña, ni que están mal distribuidos.Se limita a afirmar que su número «sepuede considerar aceptable», sin demos-trarlo. Se disculpa la concentración del86 por 100 de los médicos de Cataluñaen la provincia de Barcelona, o el 60por 100 en Barcelona-ciudad, debido auna supuesta concentración de pacien-tes, cuando la relación causal es a la in-versa. No se realiza un análisis de laprofesión médica por sexo, ni edad, nisiquiera por comarcas. Nunca se señalala escasez preocupante de médicos (mu-jeres). Tampoco se realiza un análisisde las consultas privadas, ni de la asis-tencia privada en los hospitales públi-

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eos y concertados. Finalmente, no serealiza una crítica seria de la profesiónmédica, su mala distribución y su co-rrupción.

Aunque el Libro Amarillo parte dela Declaración de Alma-Ata (de sep-tiembre de 1978), que plantea el refor-zamiento de la asistencia sanitaria pri-maria, y se considera al ambulatorio co-mo la «pieza clave» de todo sistema sa-nitario, sin embargo, luego apenas si sele dedica atención. El análisis de hos-pitales es largo y detallado (pp. 104-124), despachándose el tema de los am-bulatorios en un par de páginas (pági-nas 124-125) n . Es además un estudioextrahospitalario confuso y muy flojo.

El análisis del personal sanitario queno son médicos se resume en unas po-cas vulgaridades; el de los trabajadoresno-sanitarios del sector no se realiza. Dela profesión farmacéutica se presentauna visión romantizada y tradicional. Nose analiza la sobreabundancia de farma-cias (incluso mayor que en el resto deEspaña), que están mal repartidas o quecolaboran en diversas corruptelas. Todoel sector farmacéutico se resume en dospáginas, sin referirse para nada al de-terioro acelerado del sector farmacéuticoindustrial catalán y a su multinaciona-lización. No se presentan soluciones, nise plantean los criterios de la reformadel sector farmacéutico. En general, nose realiza un análisis comparativo delpersonal, ni se pone en relación con losproblemas generales de todo el territo-rio español.

No menciona las clases sociales

El objetivo fundamental del LibroAmarillo, como se afirma en el prólogo,

es el «igualar los niveles de salud detodos los ciudadanos de Cataluña». Apesar de ello no se realiza un análisissociológico básico, ni un estudio porfactores sociales. El problema de un sis-tema sanitario moderno no es si hay ono recursos, sino para quién son y có-mo se utilizan. Esto supone un modelode análisis de la desigualdad social y sa-nitaria del que carece el Libro Amari-llo n.

En la parte dedicada a la estructurademográfica el Libro Amarillo demues-tra repetidamente que el factor más im-portante en Cataluña es el de la inmi-gración, que además marca las pautas denatalidad y mortalidad. Sin embargo,posteriormente, en el análisis de la asis-tencia sanitaria y en el modelo de orga-nización no se plantean los problemassanitarios de la población inmigrante,que representaba en 1970 el 38 por 100de la población de Cataluña (y el 43 por100 del barcelonés). No sólo eso, sinoque a veces en el Libro Amarillo se no-tan ciertos resabios racistas y autorita-rios, como cuando se ataca la distribu-ción de la población inmigrante: «Lasgravísimas consecuencias de la falta deun mínimo de política de ordenacióndel territorio de Cataluña: progresivadesertización de la mitad occidental delas tierras catalanas y concentración in-controlada de la población en Barcelonay su entorno» (p. 26). No requiere máscomentario.

11 El análisis del sector primario actual,con especial referencia a Cataluña, apare-ce desarrollado en Federico BRAVO et al.,Sociología de los ambulatorios: Análisis dela asistencia sanitaria primaria en la Se-guridad Social (Barcelona: Ariel, 1979),196 pp.

12 La ideología que subyace aparece me-jor expresada por el médico Ignasi Aragó,político sanitario de la Generalidad, enuna entrevista: "En Catalunya tenemos laventaja de que, como somos pocos, pode-mos ponernos de acuerdo.'* El ingenuo ra-zonamiento intenta escamotear las enormesdiferencias sanitarias por clase social e in-migrantes-nativos. Profesión Médica, 1454(1981): 15. Un análisis de la desigualdadsanitaria y una discusión del modelo teó-rico a utilizar en los países del sur deEuropa se puede ver en Jesús M. DE MI -GUEL, Health in the Mediterraneam Región(Ann Arbor, Michigan: University Micro-films, 1976), 758 pp.

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Ya es llamativo que un informe co-munista no mencione nunca las clasessociales, ni plantee unos criterios de re-ducción de desequilibrios sanitarios porclases sociales. Más impresionante esaún que mantenga un modelo mixto (pú-blico-privado), que a la larga produceun incremento de las desigualdades13.Consecuentemente, tampoco realiza unestudio de la corrupción dentro del sec-tor sanitario, ni de la explotación pri-vada de recursos públicos, que tan abun-dante es en Cataluña 14.

Falta análisis comparativo

El Libro Amarillo está lleno de ma-pas (48 en total), pero no hay ni unoque presente comparaciones a nivel es-pañol 1S. La descripción de la geografíafísica y de la estructura demográfica serealiza sin hacer referencia al resto dela Península. El esfuerzo ideológico estan grande como deficientes son sus con-secuencias científicas. El colmo es elprólogo, que se refiere continuamenteal Reino Unido (con una ternura espe-cial para Escocia), Japón, los EstadosUnidos e Italia, pero no menciona niuna vez a España. Hasta los ejemplosepidemiológicos son extranjeros y dis-tantes, aunque existen ejemplos españo-les 16.

Nunca se sugiere que el modelo sa-nitario catalán sea similar, concordante,o al menos coordinado, con el del restode España. El Libro Amarillo (que, co-

13 El modelo que se debería haber se-guido es el de Douglas BLACK et al., Ine-qualities in Health (Londres: DHSS, 1980),417 pp.

14 Mantiene además una extraña con-fianza (para ser un informe comunista) enlas políticas de la Organización Mundialde la Salud.

15 Más curioso es que algunos de los ma-pas del Libro Amarillo incluyen Andorraen Cataluña.

16 Ni en el sustancioso prólogo ni en laintroducción se emplea la palabra "Espa-ña" ni "español".

mo ya dijimos antes, no es un «mapa»,sino una «ley de bases») juega a des-arrollar un sistema sanitario paralelo eindependiente que llega incluso a reali-zar la planificación sanitaria a todos losniveles. No sólo en el espíritu, sino enla letra (pp. 216-217) se hacen equiva-lentes las Áreas Sanitarias catalanas alas provincias españolas restantes. Sehabla también (en la p. 79) de cons-truir un Sistema de Información Sanita-ria (S.I.S.) en Cataluña, sin mencionarsiquiera la estructura de tal servicio anivel español en el Instituto Nacionalde Estadística (I.N.E.). El proyecto delS.I.S. es además una idea de un grupode médicos realizado desde el sector pri-vado.

No sólo se da por supuesto que elmodelo sanitario catalán es independien-te, y diferente, del resto del sistema sa-nitario español, sino que nunca se con-templa un nivel de solidaridad interpro-vincial y entre comunidades autónomas.Tampoco se mencionan las posibles res-ponsabilidades de Cataluña en ese mo-delo de redistribución de recursos, nise señala la abundancia de camas y mé-dicos en Cataluña. Al hablar de los cri-terios de distribución del gasto sanitariopúblico (p. 157) no se incluye ningúncriterio de redistribución a nivel esta-tal. Se propone únicamente un modelode reparto de recursos públicos basadoen la tasa de mortalidad, cosa que téc-nicamente es discutible.

Hacia un modelo autoritario

Prácticamente todo el modelo sanita-rio propuesto por el Libro Amarillo noaparece en el texto del Decreto de laGeneralidad (que se denomina Mapa Sa-nitario de Cataluña 1979). La mayorparte del capítulo tercero, que define lafutura organización sanitaria, no estabaincluida en el Decreto. Igualmente, elLibro Amarillo se muestra partidario (enla p. 198, que tampoco aparece en el

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texto del Decreto) de que la aprobacióndel «mapa sanitario» de Cataluña no co-rresponde al Estado, sino a la Generali-dad. Sin embargo, el Libro Amarillo nose reduce a describir un «mapa sanita-rio», sino todo un ordenamiento sanita-rio y de planificación del sector públicoy privado, que a todas luces rebasa no

sólo la tarea encomendada por el pro-pio presidente de la Generalidad, sinolos límites constitucionales.

Para empezar, el modelo de organiza-ción sanitaria del Libro Amarillo (de1980) no concuerda con el Real Decre-to sobre la confección del Mapa Sanita-rio del Territorio Nacional (de 1978):

Niveles

I

II

III

IV

V

VI

Mapa sanitario del territorio nacional

España

Regiones sanitarias

Provincias sanitarias (50)

Comarcas sanitarias (distritos: de75.000 a 100.000 habitantes)

Subcomarcas sanitarias (sectores)

Unidades sanitarias locales (hasta5.000 habitantes)

Mapa sanitario de Cataluña

Cataluña

Áreas de salud (12)

Sectores asistenciales (de 4.000a 100.000 habitantes)

Centros de salud (de 4.000 a25.000 habitantes)

Consultorios

El modelo del Libro Amarillo es con-fuso, con diversos niveles que se sola-pan, sin una delimitación clara de com-petencias. Se mantiene una visión idealy utópica del Centro de Salud para unapoblación de 4.000 a 25.000 habitan-tes 17. Por otro lado, se afirma que «laatención hospitalaria ha de incluir tan-to el internamiento como la asistenciaambulatoria» (p. 181), sin luego espe-cificar sus relaciones con la asistenciaen los Centros de Salud.

Se supone —sin demostrar— que elmodelo de Áreas de Salud es más de-mocrático y descentralizador que el deprovincias, aunque una de las doce áreassea Barcelona-ciudad. El propio libro yaobservó la gran concentración de recur-sos en Barcelona-ciudad, y luego no seplantea un método para descentralizaresos recursos. Al contrario, se supone lacreación de numerosas instituciones nue-

vas en el casco de Barcelona (que tam-poco se dice cómo se van a pagar). Tam-poco se señala cómo se van a redistri-buir recursos a las zonas menos desarro-lladas de Cataluña, ni a las regiones me-nos favorecidas de España.

Es curioso notar que en el texto delDecreto del Mapa Sanitario de Catalu-ña 1979 se habla de un «modelo des-centralizado», pero el que se presentaen el Libro Amarillo es un modelo rígi-do, autoritario, centralizado y poco de-mocrático (es decir, un modelo peor queel actual)18. Según el sistema que se pro-pone, Cataluña se divide en 12 ÁreasSanitarias. En cada una de ellas la di-rección, inspección y organización sonrealizadas por un director de Salud, quees elegido digitalmente por el consejerode Sanidad y Asistencia Social de la Ge-neralidad, quien define además la pla-nificación sanitaria general en esa re-

17 En la página 219 el Libro Amarillo serefiere a un tamaño de 4.500 a 20.000 ha-bitantes.

18 Las páginas importantes son de la 199a la 201 (que no están incluidas en el de-creto).

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gión (p. 200). En primer lugar, este sis-tema es más autoritario que el que ha-bía en la dictadura franquista, en don-de el director provincial de sanidad almenos pertenecía a un cuerpo especialde funcionarios. Segundo, se señala quetoda la planificación sanitaria provienedel propio consejero, y no del Ministe-rio de Trabajo, Sanidad y Seguridad So-cial, como señala claramente la Consti-tución. Aparte, el director de Salud sóloes responsable delante del propio conse-jero de Sanidad (quien le nombró a de-do), con lo que las posibilidades de con-trol y participación democráticas son pe-queñísimas.

Se diseña un Consejo de Salud delárea, pero es sólo un «órgano consulti-vo y de apoyo de la gestión del directorde Salud» (p. 200). La composición deeste Consejo es confusa y seguramentepoco democrática: «El Consejo de Sa-lud intentará (sic) también conseguir laintegración de las diversas opiniones yposiciones que puedan tener los repre-sentantes de los usuarios y los represen-tantes de los profesionales sanitarios.»Nótese el lenguaje confuso y el carácterpoco ejecutivo de este Consejo, en elque no se incluye a todos los trabajado-res del sector sanitario, sino sólo a lostitulados superiores y de carreras sani-tarias. Con esto queda claro el poder in-discutible del director de Salud, que asu vez no ha sido elegido, sino nombra-do a dedo. El modelo no puede ser másrígido y autoritario 19. Parece hecho pa-ra dar todo el poder sanitario a los co-munistas antes de las elecciones de1980 (en las que, por cierto, perdieronla cartera sanitaria, que fue a parar ala derecha-nacionalista).

A «nivel central» 20 se diseña un Con-

19 Hay que tener en cuenta que toda estaorganización aparece en el Libro Amarillo,pero no en el Mapa sanitario de Cataluña1979 aprobado por la Generalidad.

20 Cuando el Libro Amarillo habla de or-ganizaciones a "nivel central" se refiere aCataluña y no a España.

sejo Nacional de Salud para ayudar adefinir «las grandes líneas de planifica-ción y gestión sanitaria» (p. 201) deCataluña. Se llega incluso a afirmar queeste Consejo «establecerá los planes desalud de Cataluña», sin mencionar a con-tinuación su adecuación forzosa a losplanes estatales de salud y sanidad. Y si-gue: «La Administración de Cataluñaestablecerá la política sanitaria a seguir»(p. 175), de nuevo sin mencionar nin-gún tipo de articulación con la planifi-cación general a nivel español, que esobligatoria. Curiosamente, el nivel departicipación comunitaria e individualno aparece más que en dos niveles (conel Consejo de Salud de área y este Con-sejo Nacional de la Salud) de los cinco.Aparte, se diseñan unas Comisiones Con-sultivas Nacionales de marcado carácterprofesional y gremialista; como las an-teriores, son nombradas personalmentepor el propio consejero de Sanidad dela Generalidad. Es decir, no sólo el ni-vel de participación de la población esnulo (salvo en plan marioneta y sólo enfunciones consultivas y de asesoramien-to), sino que incluso se institucionalizanlos grupos de presión y se les legitimasu influencia dentro del sistema sanita-rio público. Finalmente, se propone crear(se habla de «se creará») una Escuelade Salud de Cataluña, diseñada comounos cursos para funcionarios, al estilode una única escuela-de-mandos centrali-zada, en vez de hablar de Facultades deSalud Pública.

El nivel de irrealidad del Libro Ama-rillo es considerable. Nunca se nos dicecuánto cuesta el nuevo modelo, ni có-mo se va a pagar, ni quién lo va a lle-var a cabo, ni cómo se van a eliminarlas actuales competencias y cuerpos defuncionarios, ni qué se hace con las ins-tituciones que ya hay. Es un modeloque navega entre la ingenuidad y la ideo-logía. No es congruente ni con el espí-ritu ni con la letra de la Constituciónespañola, y por tanto es un modelo abo-cado al fracaso. El Libro Amarillo es

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un buen ejemplo sociológico de tecno-cratismo ideológico, realizado con tesón,pero con pocas luces intelectuales, muchodeseo de poder y un desmedido afánpor crear un modelo sanitario autorita-rio, fragmentado, proteccionista, medi-calizado, que a la postre aumentaría lasdesigualdades sociales.

Dada la problemática estructura ac-tual del sector sanitario catalán, dentrodel contexto español, Cataluña constitu-ye el banco de pruebas de la privatiza-ción del sistema sanitario, cortando ade-

más la unión con el sistema público es-tatal. Si este experimento llega a efec-tuarse supondrá nada menos que el hun-dimiento del sistema sanitario públicoactual. Es paradójico que sean los pro-pios comunistas (catalanes) los legitima-dores de este proceso de deterioro delos intereses de la población y los favo-recedores del incremento de las desigual-dades sanitarias y sociales. Hora es, pues,de realizar una lectura sociológica críti-ca del Mapa Sanitario de Cataluña 1979y sobre todo del Libro Amarillo.

COMMISSION DU BILAN (F. BLOCH-LAINÉ y colaboradores)

La France en Mai 1981: forces et faiblesses

(La Documentation Frangaise, Paris, 1982, 357 pp.)

Nos hallamos ante uno de los textosmás importantes y de mayor interéspara el sociólogo de la política y el so-ciólogo de la economía que hayan sidopublicados en el mundo en los últimosaños. No se trata de un texto de teoríani de una investigación empírica en sen-tido estricto, sino del resultado de po-ner en relación la teoría y la prácticaen el dominio de la economía, en el dela política y en sus conexiones. El so-ciólogo que no construye teoría políti-ca, sino que la recibe de la historia; elsociólogo que se ocupa de lo que lospolíticos proyectan y hacen, y el soció-logo que no teoriza económicamente,sino que observa los éxitos y los fraca-sos de los economistas, tienen aquí unobjeto privilegiado para su reflexión.Precisamente porque no se trata de untexto primariamente sociológico, sino deun documento histórico, pero de unacondición específica, puesto que el man-dato que habían recibido sus autores era

el de examinar la situación global de supaís en un momento de cambio político,haciendo el balance de dos decenios an-teriores en términos de distancia entreobjetivos y resultados.

Texto importante también para lostécnicos de las organizaciones públicasque han de traducir en hechos, directi-vas u orientaciones políticas, lo que jus-tifica que este volumen-resumen y loscinco tomos complementarios sectorialesestén siendo examinados con lupa en nopocas oficinas gubernativas (dentro yfuera de Francia).

1. La práctica de los informes de co-misiones de expertos, no funcionariosestatales.—Tanto para el historiadorcomo para el sociólogo, pero particular-mente para este último, es de rele-vancia la cuestión de que un texto so-bre la relación entre principios (seanéstos teóricos o ideológicos) y prácticahistórica haya sido elaborado por pro-

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fesionales de la teoría (o bajo la direc-ción de éstos) y no por los políticos mis-mos o por los funcionarios a sus órde-nes. En cierto modo el documento queobservamos procede del exterior del sis-tema de instituciones estatales, aunquehaya sido provocado, financiado, etc.,desde una de ellas. Los «informes» delas comisiones de expertos difieren, pues,de los «dossiers» que constituyen lostécnicos-funcionarios para sus superio-res, y de las consultas o audiciones queepisódicamente realizan comisiones par-lamentarias (como los Hearings del Se-nado de los Estados Unidos). En el casode los expertos, son profesionales aca-démicos o de la investigación científicaquienes, desde una cierta distancia inte-lectual y de un modo discontinuo, ana-lizan un campo que les es propuesto, seapor la Administración, sea por el Parla-mento. Y es precisamente esa distanciaintelectual relativa (compatible con unainevitable y siempre presente dimensión—parcial— ideológica) el aspecto queparticulariza este tipo de trabajo comode especial interés para el sociólogo.Nosotros mismos estaríamos asimismointeresados en que alguien desde fuerade nuestra profesión nos analizase, oanalógicamente hablando, analizase lasrelaciones entre nuestra teoría y nues-tra práctica, entre el trabajo teórico ysu proyección empírica, entre los pro-yectos y los resultados.

La historia de las sociedades indus-triales puede ser seguida a través de lostextos elaborados por comisiones de ex-pertos, y sobre esto diré que sería alta-mente conveniente que muchos sociólo-gos que se encierran en el discurso ideo-lógico y en los debates doctrinales de«ghetto» se asomasen a la lectura detales textos (que son bastante más quetestimonios históricos). Pensemos, porejemplo, en la importancia que para lacreación de los fundamentos de lo queen nuestros días ha sido llamado el«Welfare State», tienen el informe so-

bre la situación sanitaria de la poblacióntrabajadora (Labouring Population), en-cargado por la Cámara de los Lores en1839 a Edwin Chadwick y publicadoen 1842, o un siglo más tarde los dosinformes de sir William Beveridge sobreeducación y pleno empleo (el primero,de noviembre de 1942; el segundo, ini-ciativa personal de Beveridge, al mar-gen de la Administración pública, en1944), y siguiendo con los precedentesbritánicos puede ser ejemplificada enla misma línea la importancia que parael tema de las regiones «deprimidas» osubdesarrolladas dentro de un país tuvoel informe de la Comisión Barlow (1940,y sobre el cual se ocupó particularmenteen España, años más tarde, el profesorJosé Luis Sampedro), o, en fin, en latrascendencia que para el conocimientode las políticas económicas (política mo-netaria, política antiinflación) tuvo ensu día el informe de la Comisión Rad-cliffe, publicado en agosto de 1959 (ysus anexos de 1960, textos cuya publi-cidad entre los economistas de todo elmundo ha de ser mesurada por el hechode que hubo otra Comisión Radcliffeanterior —1953-1955— sobre proble-mas fiscales, con trascendencia prácticasobre el sistema fiscal británico, y queen aquellos momentos Gran Bretañaconservaba aún una buena parte de lahegemonía en materia teórica, y dentrode este espacio, en cuestiones de la re-lación entre políticas monetarias y ple-no empleo). (En las Comisiones Rad-cliffe figuraban «monstruos sagrados»como Hicks, Harrod, Sayers, etc.)

Claro es que, vistos retrospectivamen-te, estos documentos sobre la relaciónentre teoría y práctica cuentan en suclase con ejemplares que se revelaroninfecundos para la aplicación práctica(y ello a pesar del alto nivel técnico yde la orientación política de los auto-res). Quienquiera que se halle mediana-mente familiarizado con la historia eco-nómica española del primer tercio de

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nuestro siglo puede recordar el destinodel informe elaborado por la Comisiónpresidida por el profesor Antonio Floresde Lemus (1929): este documento, deun gran valor histórico y con un inte-rés científico, apenas tuvo trascenden-cia práctica: ha quedado como un textode orden cognitivo. Su no aplicabilidadempírica solamente en parte ha de impu-tarse a causas específicas españolas, co-mo la caída de la dictadura y la breve-dad de un ministerio (el de transicióna la Segunda República) que parecía fa-vorable a su implementación; otros infor-mes similares aparecidos en aquel perío-do en Europa sobre el orden monetariobasado en el patrón-oro y políticas mo-netarias neoclásicas u ortodoxas sufrie-ron por entonces suertes parecidas (loque no es óbice para que esos textostengan aún hoy un positivo interés his-tórico, político e ideológico: nos ense-ñan una cantidad de cosas sobre el abor-daje de problemas que reaparecen dece-nios más tarde: cuando vemos que enfebrero de 1982 una comisión de exper-tos trabajando para el Congreso de losEstados Unidos termina un informe so-bre un hipotético restablecimiento delorden monetario mundial por el retornoal patrón-oro, no podemos por menosque pensar que una parte de esta actua-lidad del presente se proyecta hacia elpasado, y que a su luz es posible añadirnueva inteligibilidad a textos que unpensamiento superficial consideraría de-finitivamente fosilizados: el informe delos profesores Flores de Lemus y Ber-nis en 1929, los informes del comité fi-nanciero de la Sociedad de Naciones en1930, la segunda parte del informe MacMillan sobre la industria y el patrón-oro en julio de 1931, etc., para citar al-gunos ejemplares en la clase que definíantes: los que no pudieron tener tras-cendencia política práctica).

En el otro extremo de esta clase dedocumentos sobre la relación entre teo-ría y práctica podríamos identificar la

subclase de los que tuvieron inmediata-mente una traducción empírica y de uncierto impacto histórico: pensemos enel informe de una comisión compuestade empresarios, banqueros y profesores,que orientó la llamada estabilizaciónPoincaré (1926-1928) (informe al cualse refiere, como un precedente, el textode la Comisión Bloch-Lainé de 1981);asimismo, en el caso de Francia, el in-forme de Jacques Rueff y colaborado-res, terminado en 8 de diciembre de1958, fuente de medidas de saneamien-to financiero y de racionalización eco-nómica, que permitieron la espectacularrecuperación de Francia bajo la enton-ces recién creada Quinta República; elinforme de la Comisión Rueff-Armandde 1959 y 1960, sobre los obstáculosinstitucionales y organizativos al des-arrollo económico, etc.

Por último, para agotar la tipologíade estos documentos, habría que hacerreferencia a los que emanan de relacio-nes internacionales, i. e.} originados enorganismos internacionales (por ejemplo,el informe Haberler sobre prosperidad,depresión y comercio internacional, pa-ra la Sociedad de Naciones, publicadoen Ginebra en 1937; el informe Segresobre el mercado europeo de capitales,C.E.E., 1966, etc.), y dentro de estecampo internacional habría que especi-ficar aquéllos que han tenido un impac-to normativo o ejecutivo por la asime-tría de las relaciones entre países o porla relación de dependencia o de clientelade un país respecto de un organismo in-ternacional (informes elaborados por ex-pertos de un país y cuyo territorio deaplicación es otro país); así, el PlanDawes (terminado en 9 de abril de1924) sobre Alemania, asumido por le-yes del Gobierno del Reich en agostodel mismo año, o más cerca de nosotroslos informes de comisiones del FondoMonetario Internacional, cuyos efectos—a veces política o socialmente desas-trosos— conocen bien algunos países

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(Chile, Argentina, Perú, Turquía); o ensuma, en el caso de la historia económi-ca española, el efecto que para el cam-bio de política económica, conclusiónde la etapa que pudiéramos llamar «cru-da» de sustitución de importaciones, in-flación, política expansiva de salarios, ysu reemplazo por políticas más libera-les, de menor intervención administra-tiva, de menor laxismo monetario y almismo tiempo de desarrollo industrial,tuvieron los informes Suffrin (1958) yel de la comisión del Banco Mundial,presidida por H. Ellis-Rees (documen-tos publicados en 1962). (España ofre-ció en este último caso el insólito acon-tecimiento de convertir un informe téc-nico en un best-seller editorial: la edi-ción española del texto de la comisiónenviada por el Banco Mundial a Españase agotó en pocas semanas y hubo deser reimpresa.)

Como es evidente, cuando uno deestos documentos trata de la situaciónsocial y económica de un país en unamultiplicidad de dimensiones, y no deproblemas estrictamente técnicos sóloaccesibles a expertos, se produce unadistinción que no es simplemente cuan-titativa o de extensión; el sociólogo quese ocupa de las ideologías políticas re-flejadas en la teoría económica puedehallar materia de interés incluso en losinformes de apariencia más técnica (enla seguridad de que no son política nisocialmente «neutrales»); el tipo de in-forme que intenta abarcar la vida de unpaís en un período dado, de examinarla relación entre políticas proyectadas yresultados, de hacer un diagnóstico yformular recomendaciones para el futu-ro (como es el caso del texto que voyahora a comentar), interesa a muchosmás especialistas que al sociólogo de laeconomía.

2. Las condiciones de la memoriahistórica.—Dejemos atrás las cuestionesde taxonomía o de identidad del textoque tenemos ante nosotros (y que en las

primeras páginas sus autores se esfuer-zan en precisar, por ejemplo señalan-do que su informe no tiene nada quever con los que anualmente presentael Presidente de los Estados Unidosante el Congreso americano con el nom-bre de Report sobre el estado de laUnión, y que de hecho constituyen unprograma político y un proyecto econó-mico). Justificaré la cantidad de mencio-nes de estilo «retro» de los párrafos an-teriores, porque una de las primeras co-sas que han de llevarse a la atencióndel lector es la siguiente: en la actualcrisis económica reaparecen problemaspresentes en crisis anteriores (en grueso,el de la oposición entre políticas mone-tarias y políticas de pleno empleo) ypor tanto recobran valor viejos textos;al mismo tiempo, en los Estados de unnivel de privilegio en la escena interna-cional, hay un fenómeno de continuidaden la experiencia. Limitándome al casode Francia, observaré que Jacques Rueffcolaboró en 1926-28 en la estabilizaciónPoincaré (con un informe que Rueff hi-zo al fin público en París cuarenta añosmás tarde, en 1967, y que versaba so-bre política de cambios en condicionesde mantenimiento de los salarios nomi-nales y el pleno empleo); que Rueff tu-vo como colaborador en una dirección-general del Ministerio de Finanzas, de1936 a 1939, a Couve de Murville, elcual sería durante la Quinta Repúblicael mejor ministro de Asuntos Exterioresde De Gaulle y finalmente primer mi-nistro (1968-69); que Rueff figura enla Comisión de 1958 para proponer me-didas sobre el saneamiento financierode la economía francesa, entre cuyosmiembros están Lorain y Jeanneney;Lorain presidirá en 1963-64 una comi-sión sobre financiación de inversiones(Rapport Lorain), y Jeanneney ofreceráen 1978-79 una alternativa neoprotec-cionista frente a las políticas económicasliberales del Gobierno de RaymondBarre; en 1981 (a principios de junio)

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será nombrado consejero especial delPresidente Mitterrand para las conferen-cias de jefes de Gobierno entre grandespaíses industrializados; Mitterrand ape-lará asimismo a ex ministros o a técni-cos del régimen anterior (como MichelJobert y Jacques Delors) para llevar unapolítica que, en la dimensión declarati-va, debía ser la antinomia misma de laprecedente; y en fin, hagamos notar quehay un grupo de miembros de alta ad-ministración y de la Banca (Gruson,Bloch-Lainé, etc.) que reaparecen en co-misiones de expertos, comisiones delPlan o como personas consultadas porestas comisiones, a lo largo de los últi-mos treinta años, y que estos nombresconstituyen una especie de noyau durde las élites meta-políticas. Más quehablar de «funcionarización del poderpolítico» (como hacía Roger-GérardSchwartzenberg en un prefacio de 1976a una investigación de sociología políti-ca) \ sería más adecuado describir estoshombres y sus funciones como el entor-no intelectual-técnico de los políticospropiamente dichos. Durante el período«gaullista» de la Quinta República fue-ron el entorno de un grupo político ex-tremadamente restrictivo y que se apo-yaba en ese sector de la élites intelectua-les y técnicas para formar una especiede administración consultiva paralela ala alta. Administración oficial o burocrá-tica. El grupo político era tan reducidoque R. G. Schwartzenberg lo llamó«una casta cooptada que solamente ad-mite 125 miembros en dieciséis años,de 1959 a 1974» 2; ahora, en la QuintaRepública «socialista», ha cambiado elpersonal político y parlamentario en elpoder, pero su entorno intelectual-téc-nico apenas ha sido renovado. Esta evi-dencia aperece incluso en lo simbólico-

1 Roger-Gérard SCHWARTZENBERG, prefa-cio al libro de Paséale y Jean-DominiqueANTONI, Les Ministres de la Ve Républi-que, París, Presses Universitaires de Fran-ce, 1976.

2 Op. cit., p. 5.

trivial: el título de una obra de Jeanne-ney de 1956 constituye el subtítulo delinforme de la Comisión Bloch-Lainé de1981. Los profesores, expertos, altosfuncionarios y directivos de Banca a queme refiero tienen un nivel de sustituciónmuy inferior al de los políticos en sen-tido estricto.

Los políticos se dividen y se renue-van ideológicamente y por el sistema departidos y parlamentario; su entornointelectual-técnico mantiene una conti-nuidad en la problemática fundamentaly una diferenciación en las mediacionesinstrumentales.

Añadamos que a medida que enve-jecen los políticos literarios, declarati-vos y retóricos, se produce una ciertaunidad entre ambos colectivos por loque concierne a sus centros de forma-ción intelectual. Las Grandes Écoles sonla nodriza tanto de liberales como desocialistas. Un Mitterrand, un Defferréo un Mauroy pertenecen a las viejas ca-rnadas de políticos profesionales; perolos jóvenes (o relativamente más jóve-nes) como Giscard d'Estaing, JacquesChirac, Jean-Philippe Lecat, JacquesToubon, Jean-Fran^ois Deniau (en ellado de la derecha), o Michel Rocard,Jacques Attali, Pierre Joxe, Jean-PierreChevénement, Jean-Pierre Cot, LaurentFaubus, Lionel Jospin, etc. (en el lado«socialista»), todos han salido de unaspocas y las mismas Grandes Écoles ycomparten un lenguaje y una percepciónde la problemática política y económica.Se produce de este modo algo más queuna transmisión de información: en lainteracción entre los políticos (sean delpartido que sean) y su entorno técnicose establece un tipo de relación entreteoría y práctica que implica la puestaa prueba de ambas a lo largo de un pe-ríodo dilatado de tiempo, y por tantoun reaprendizaje continuo y colectivo.Hoy sabemos que la mera transmisión(pedagógica) de información conllevauna pérdida o degradación de su efi-

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cacia práctica; es necesario, para man-tener la potencialidad práctica de unainformación, trabajar con ella y some-terla a la experiencia (i. e., la dialécticaconstante del trabajo en el presente, ala luz del trabajo que sobre los mismoso análogos problemas tuvieron expertosde una generación anterior, y en funciónde la redefinición de los proyectos fun-damentales y permanentes que garanti-zan el futuro del Estado).

Esta creación de una especie de «me-moria histórica», el mantenimiento delos grandes objetivos políticos y econó-micos del Estado y la continuidad degrupos de técnicos que aprenden unosde otros y de la práctica de todos, sontres aspectos de un proceso multidimen-sional sin los cuales no es posible ex-plicarse el salto dado por Francia enpoco más de veinte años. Sin estos tresaspectos tampoco es posible explicarseque la Quinta República en fase «so-cialista» se parezca cada día más a laQuinta República en fase «gaullista»(lo cual hace comprensible el desencan-to de los que ideológicamente habían es-perado un cambio radical).

Debe ser subrayada la distancia teó-rica que hay entre un abordaje de lasociología política como análisis estruc-tural de grupos y de sus relaciones (laidentidad de los grupos suponiéndosepreexistente a sus relaciones) y un abor-daje de la sociedad política como macro-organización cuyo mantenimiento requie-re la reafirmación de unos proyectos, lagestión de contradicciones y tensiones einclusión de éstas en unos sistemas dedecisiones. El abordaje morfológico o es-tructural es enteramente insuficiente pa-ra la inteligibilidad del proceso. Sinduda hay los políticos profesionales deviejo estilo, no técnicos, a un lado, y losprofesionales intelectuales y técnicos, alotro. La biografía del actual Presidentede la República ha descrito, empero, ungiro copernicano desde que escribió unpanfleto contra las instituciones y la

Constitución, definiéndolas como LeCoup d'État permanent (El golpe deEstado permanente, 1961), hasta su pro-funda compenetración con la Constitu-ción y su uso cada vez más «gaulliano»de ella (los discursos sobre la sociedadfrancesa como comunidad, la apelaciónconstante a la unidad nacional, el ejer-cicio cada vez más presidencialista delpoder, etc.). Los actores, cambian deidentidad no sólo con el tiempo, sino se-gún el sistema de relaciones en que seinscriben. Las fronteras entre los gruposse hacen a veces imprecisas y por consi-guiente permiten interpretaciones ambi-guas y contradictorias del proceso polí-tico. Las personificaciones «puras» com-prenden conjuntos numéricamente redu-cidos: los profesores charlatanes que ba-jo la etiqueta socialista acaban de llenarla nueva Asamblea Nacional, se tecnifi-can al contacto con un entorno técnico(terminales de computadora al serviciode los diputados en el propio edificio par-lamentario, ficheros informa tizados, bi-bliografía abundante sobre cualquier te-ma en bancos de datos, etc.). Las fron-teras entre los grupos son permeablesasimétricamente: se puede devenir unpolítico siendo (o poseyendo) los atribu-tos técnicos; más problemático es el ca-mino inverso. Pompidou y Barre llega-ron a primeros ministros sin pasar porla legitimación democrática, la cual con-quistaron a posteriori presentándose aunas elecciones (y a todo lo largo de laQuinta República, incluso en este mo-mento, hay ministros cuyo nombramien-to o permanencia en el cargo es por de-cisión técnica o ideológica del Presiden-te de la República o del primer minis-tro, aunque una convención no escritahace suponer que se someterán un díaa la prueba del sufragio compitiendo porun acta de diputado). Resulta, por con-siguiente, difícil definir las relaciones en-tre el grupo de los profesionales políti-cos propiamente dichos y el noyau durde su entorno intelectual-técnico. No son

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relaciones de clientelismo, en cuanto lostécnicos no son pagados por los políti-cos por la venta a éstos de unos cono-cimientos. No son relaciones fiduciarias,en cuanto los técnicos no son deposita-rios de unos bienes que gestionen y queun día devolverán a sus legítimos pro-pietarios (si bien, en un sentido muylaxo —ecos de Karl Renner en los añosveinte— podría llamarse al grupo de lostécnicos una especie de grupo fiduciariointermedio entre la burguesía, principal-mente bancaria, y la clase profesionalpolítica). Todos son pagados por el sec-tor público o por la gran Banca (ahora,con la nacionalización de ésta, todos sondependientes del sector público). De he-cho, estamos ante un sistema que alcan-za su máxima expresión, visibilidad ypresencia empírica en Francia, aunquetambién existe en otros sistemas políticos(como en Estados Unidos y en Suecia).Y cuya función principal parece ser lade evitar improvisaciones y aventuras,al mismo tiempo que sugerir a los po-líticos un abanico de estrategias que sonla traducción, en términos técnicos, deobjetivos políticos poco variables. La ro-tación de los hombres políticos es másintensa que la de los objetivos o proyec-tos; la sustituibilidad de los técnicos esmuy inferior a la de los políticos; encambio, los técnicos se diferencian inter-namente por sus opciones estratégicas.Dada la consulta continua a los prece-dentes (de lo que es testimonio el libroque comento), esta dispersión de estra-tegias conlleva riesgos escasos de impro-visación y de aven turismo. Hoy sabemosque, analógicamente a lo que ocurre enla naturaleza con las alteraciones gené-ticas debidas al azar, sólo algunas de lascuales tiene probabilidad de sobrevivir,también en los procesos sociales y polí-ticos la gran mayoría de los experimen-tos que son portadores de una fuertedosis de espontaneísmo están condena-dos al fracaso. En vez de ver las cosasdesde la óptica estructural o morfológi-

ca, debemos verlas como parte de unproceso de creciente control del azar,de lucha contra él (o en términos dellenguaje común, contra el espontaneísmoy la improvisación). Esta es una funciónde la memoria histórica asociada a laexperiencia no ideológica (i. e., una ex-periencia cuya fuente no son debates deideas abstractas, sino el resultado de po-ner en relación la teoría y la práctica).

3. Continuidad de problemas.—Lospárrafos precedentes pueden contribuir aque se comprenda el hecho (a primeravista paradójico) de que el informe deuna comisión nombrada para juzgar crí-ticamente la gestión del régimen ante-rior a mayo de 1981, sea un texto querepite diagnósticos y soluciones, dentrode un abanico relativamente restricto.Los problemas no se solucionan, en elsentido absoluto de este término; de loque se trata es de impedir que degene-ren en conflictos abiertos, de establecersus límites y su manejabilidad. La diná-mica de los procesos políticos y econó-micos nace de su carácter contradicto-rio, que es preciso regular. Si se aceptaeste abordaje, los políticos deben anti-ciparse a las consecuencias extremas deprocesos no coordinados, que aparece-rían por el desarrollo espontáneo de unapluralidad de intereses; los políticos tie-nen que operar con límites impuestospor el poder, voluntarios y de control.Hasta qué punto todo esto implica si-tuarse en los antípodas de las ideas po-líticas generosas y liberales es algo queel informe reconoce entre líneas, cuan-do habla de las ideas destinadas al ce-menterio (p. 15).

Una ideología y unas estrategias pura-mente conservadoras serían inadecuadasen estas condiciones. Otro tanto puedeafirmarse de políticas liberales genera-les, i. e., que dejen juego más amplioa lo contingente y disminuyan los pode-res de control. Los autores del informede 1981 no tienen problema alguno enaparecer como progresistas no liberales

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y en hacer un balance de las interven-ciones insuficientes de régimen anterior(al que ellos mismos sirvieron; el únicomiembro de la comisión conocido por sumilitancia de izquierda durante el «gaul-lismo» es el matemático y estadísticoLaurent Schwartz). Unos objetivos con-servadores en cuanto al orden social yal sistema capitalista deben ser concilia-dos con unas acciones racionalizadorasintensas y con una intervención crecien-te, eficaz y al mismo tiempo sutil de lasAdministraciones públicas.

Ahora bien, tensiones y contradiccio-nes son, en parte, función del nivel delas metas a alcanzar. En 1958 los soció-logos políticos hablaban de Francia con-miserativamente, como de una sociedadarcaica y dividida ha a el bloqueo de sudinámica histórica, por la pluralidad delos grupos de intereses. Por añadidura,el colonialismo francés salía de un con-flicto (Indochina) (o más bien legabaese conflicto a los Estados Unidos) y semetía en otro (Argelia). Comparando aFrancia con Gran Bretaña y con la Amé-rica anglosajona, Seymour M. Lipsetpuntuaba a los franceses muy bajo encuanto a su capacidad de imponer deci-siones y controlar el funcionamiento désus sistemas político y social (Lipset,1958, p. 80) \ Más o menos aproxima-damente en la misma época, Brian Chap-man, en sus estudios de las Administra-ciones públicas europeas, en general, yde la francesa, en particular (1955 y1959) \ percibía que esta última poseíaatributos capaces de generar un nivelmás alto de eficacia, se preguntaba crí-ticamente sobre el principio de neutra-

3 Symour MARTIN LIPSET, "Viejas y nue-vas fronteras de la sociología política", tra-ducción de Salustiano del Campo, Revistade Estudios Políticos, Madrid, n.° 100, ju-lio-agosto 1958, p. 80.

4 Brian CHAPMAN, The Profession of Go-vernment: the Public Service in Europe,Londres, Unwin University Books, 1.a edic.1959, reed. 1970; The Prefects and Provin-cial France, Londres, George Alien y Un-win, 1955.

lidad política de la Administración y va-loraba más bien positivamente la perso-nalización de la autoridad política comofactor de eficacia y de responsabilidad(Chapman, 1959, pp. 29 y 275). La ex-periencia de la Quinta República ha da-do la razón a Chapman, y el informe quecomento no es sino un ejemplo más enel proceso de un sistema político rege-nerado a partir de un cambio político,pero en conjunción con la suma de re-cursos técnicos de una alta Administra-ción y de una élite intelectual.

El objetivo de poner a Francia entercer lugar en el mundo entre las po-tencias industriales y de hacerla ingre-sar en el club reservado de quienes sa-ben controlar su destino y no van a laderiva de sus propios problemas y divi-siones, sin duda era de tal nivel que ne-cesariamente debía provocar a la vez laadhesión de unos intereses y la resisten-cia de los grupos sociales que iban a serdespiadadamente sacrificados para la ma-terialización de tales objetivos. Está, portanto, en el orden de las cosas, que lapráctica política fuese inicialmente teo-rizada como lucha constante que ha devencer resistencias, empresa intrínsica-mente voluntarista y contradictoria, ac-ción sólo limitada por las libertades ci-viles que no hay más remedio que res-petar (Michel Debré, 1961, pp. 6y 7 ) 5 .

El liberalismo de Giscard d'Estaingy de Raymond Barre significó por con-siguiente un período de discontinuidadrelativa, que el informe Bloch-Lainé per-cibe bien (sobre todo por lo que con-cierne a los últimos años de gobiernogiscardiano). El informe parece suponer,no obstante, que tratándose del Gobier-no de Francia, éste debía actuar en in-terés general del país; o alternativamen-te, que el mantenimiento de los grandes

s Michel DEBRÉ, "La teoría y la prácticade la política", en Revista de Estudios Po-líticos, Madrid, n.° 120, noviembre-diciem-bre 1961.

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objetivos internacionales produciría re-sultados beneficiosos para todas las cla-ses sociales (si bien de rendimientos de-crecientes para los peor situados en laestructura social). A mi entender, el in-forme no percibe lo que en el liberalis-mo de Giscard d'Estaing y de RaymondBarre había de particularización delibera-da y selectiva del poder político respectodel conjunto de la sociedad nacional. Loque superficialmente puede manifestarsecomo indiferencia ante la crisis económi-ca y sus efectos, o como dudas y contra-dicciones en las estrategias ante una plu-ralidad de grupos de intereses, podíanser de hecho las políticas deliberadasque consideraban la crisis un episodiofuncional para ciertas modernizaciones,concentraciones de poder privado y fi-nanciero, transmisión del carácter de mo-tor del sistema económico del sector se-cundario al nuevo terciario, en particu-lar el de los servicios financieros y co-merciales a nivel internacional. Desdeun punto de vista puramente intelectual,es factible hacer la crítica, también inte-lectual, del Gobierno de Giscard y Bar-re como el de unos políticos que veíanla nación reducida a un conjunto de mer-cados y suponían los sistemas económi-cos y sociales como autorregulables. Hayen este caso una coherencia entre la ex-tensión de la sociedad permisiva en cues-tiones sociales y morales y la extensiónde las libertades económicas, la libera-ción de controles administrativos, la fi-nal liberación de precios (que tuvo en1980 consecuencias inevitablemente in-flacionarias, en contradicción con las de-claraciones de lucha contra la inflación).Todos los comportamientos se ordenanen el sentido de ampliar la libertad delos actores privados. En 1958, JacquesRueff había escrito cosas como las si-guientes: «Durante bastantes años to-dos los problemas franceses serán pro-blemas de inversión» (...). «En el esta-do presente de la economía francesa...no habría nada tan peligroso como com-

batir una eventual recesión mediante unaumento del consumo. Si la demandaglobal llegase a ser insuficiente, son lasinversiones las que deben elevarla al ni-vel de la oferta» (...). «La alternativaque a la elección del Gobierno se ofrecees simple: o restablecimiento del equi-librio entre gastos e ingresos de la na-ción o necesidad de hacer un llamamien-to a métodos de racionamiento y decontrol autoritarios que inevitablementeconducirían a cambios políticos profun-dos» 6. Resulta ocioso insistir en queveinte años más tarde, Giscard d'Estaingy Raymond Barre suscribirían este as-pecto estratégico de la política; pero po-líticamente hablando, creo dudoso quefuesen tan intelectualmente ortodoxoscomo para pensar la crisis en términosde retorno a los grandes equilibrios, estoes, como fase de un ciclo reversible. Lanoción de equilibrio tiene un carácterdiscrecional y equívoco cuando se usapor los políticos para públicos que es-tán, en plena crisis, motivados por unretorno a la normalidad (la recuperaciónde los buenos tiempos por alguna clasede procesos espontáneos de inercia, con-tratendencias, autorregulación, etc., loque justifica una débil intervención po-lítica en un sistema económico concebi-do fundamentalmente como conjunto demercados). Aunque en alguna ocasiónGiscard y Barre se expresaron, de caraa públicos de ese tipo, como si pensa-sen en la asociación necesaria de la no-ción de crisis con las nociones de ciclo,reversibilidad, y en consecuencia equili-brio, en mi opinión Giscard no pensa-ba verdaderamente en una situación re-versible: entre sus conocimientos de eco-nomista (indisociables de la teoría delequilibrio general en cualquiera de susversiones modernizadas) y su intuición

6 Jacques RUEFF y colaboradores, Infor-me sobre la situación financiera de Fran-cia, trad. española por la Oficina de Coor-dinación y Programación Económica, Do-cumentación Económica, n.° 2, Madrid,1959.

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de político (que no podía dejar de ad-vertirle la mutación de la distribucionesde poder en el orden capitalista mun-dial), pensaba probablemente en un re-torno al equilibrio en algún punto másalto de intersección de los procesos fun-damentales. Evidentemente, esta opciónno era conciliable con otro tipo de dis-curso, como el que culpabilizaba a fac-tores externos al sistema económico fran-cés (alzas del precio del petróleo, polí-ticas monetarias norteamericanas) de to-das las perturbaciones sufridas por él.Si un sistema ha alcanzado un estadotan abierto que de hecho constituye unsubsistema del sistema mundial, y siéste no se autorregula, entonces la vul-nerabilidad de los sistemas nacionalesdeviene mucho mayor, y están justifica-das medidas de protección frente a lasperturbaciones exteriores (esto es, medi-das para hacer retornar el sistema a unestado menos abierto). La diferencia en-tre Rueff y los economistas en el Go-bierno, era que Rueff creía que el siste-ma mundial puede autorregularse por elretorno al patrón-oro, cosa que ni Gis-card, ni Barre, ni los expertos norteame-ricanos de 1982, creen que sea ya posi-ble. Desde el punto de vista de las po-líticas exigibles o necesarias, para todala nación, Giscard y Barre desarrollaronestrategias insuficientes, contradictorias,o de «pilotaje a la vista». Este es el as-pecto que trasciende del informe Bloch-Lainé. Desde el punto de vista de unproyecto político parcial, particular yselectivo (que incluía el fin del Estado-providencia, la dinamización del sec-tor terciario, la internacionalización delcapital financiero francés, etc.), sus es-trategias no son juzgables como propia-mente inhibitorias. Estaban obligados amantener un cierto número de invarian-tes del sistema económico y social fran-cés, con la mutación de otros elementos;tenían la teoría (o la ideología) de esteproyecto, pero no tenían ni la teoría nila práctica de política económica sufi-

cientes. La crisis de la teoría económicase reflejó asimismo en sus contradiccio-nes y sus híbridos de estrategia.

Es en este momento de interés cons-tatar que los políticos gaullistas volun-taristas o «prácticos del poder» (sic, au-todefinición de M. Debré, 1961, p. 7)eran poco proclives a adoptar los abor-dajes liberales que hacen del Estado unmero arbitro de los principales mer-cados (mercado monetario, mercado delcrédito, mercados del empleo y equi-librio presupuestario). Simultáneamentecon la primera crisis del petróleo, Mi-chel Debré publicó una apología por«una política económica global»7, queconstituye en varios puntos un curiosoprecedente a este informe Bloch-Lainéde 1981 (precedente desde luego no ci-tado, y que los autores del informe ha-llarían probablemente de mal gusto quefuese incluido entre sus eventuales fuen-tes político-ideológicas). El padre de laConstitución de la Quinta República, eideológicamente un nacionalista de de-recha, hablaba allí de la necesidad devolver a la planificación económica, dela subordinación de la economía a ob-jetivos políticos, de los equipamientose inversiones colectivas para mejorar lacalidad de vida como alternativa al re-distribucionismo simple por la vía delos salarios directos, etc. En otros tér-minos: Debré estaba negando la disocia-ción entre sistema político y sistema eco-nómico que es el a priori mismo de lateoría económica neoclásica, para podersubordinar la economía como instrumen-to (cognitivo y práctico) a una políticade poder en el ámbito internacional yde desarrollo y legitimación social en elámbito nacional.

En los años sucesivos Debré era co-herente con ese pensamiento al denun-ciar de modo constante las políticas mo-netarias y de cambios de los Estados

7 Michel DEBRÉ, "Pour une politiqueéconomique globale", en la revista Preu-ves, cuarto trimestre de 1973, n.° 16, París.

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Unidos: habiendo sido uno de los acto-res que, cuando estuvo en el Gobierno,contribuyó a la apertura del sistema eco-nómico francés (y del sistema bancarioen particular) hacia el exterior, sabíaque el sistema mundial no se autorregu-la y que las perturbaciones de una eco-nomía dominante (la de Estados Uni-dos) se propagan o deliberadamente seexportan a otros países concurrentes (sinque esta concepción del funcionamientode las economías capitalistas impliquenecesariamente la adopción acrítica dela hipótesis de una economía que domi-na todo el sistema: habría que ponde-rar los elementos de los otros subsiste-mas más vulnerables a esa dominación,evidentemente irregular en sus distribu-ciones e impactos).

Una vez que se profundiza en los pro-blemas, éstos dejan de ser cuestiones deestrategia: sus raíces van a niveles polí-ticos antinómicos. La política no es re-ducible a una especie de metaeconomíaque tiende meramente a la recuperaciónde los «grandes equilibrios». La indus-trialización como medio de «recuperarel mercado interior francés»8 no esabandonable o subordinable a una ex-pansión de los servicios financieros, ex-pansión que implica otro modelo (nopúblicamente aceptado) de acumulaciónde capital.

Los objetivos permanentes y más ge-nerales, como el mantenimiento de unorden social, la legitimación de la domi-nación por el incremento del status deFrancia en el sistema político interna-cional, eran contemporáneos con dife-renciaciones substantivas en lo que con-cierne al saneamiento (en unos casos) ola dinamización (en otros) del sistemaeconómico.

Como siempre en historia, hay conti-nuidades y discontinuidades. En cierta

8 Rapports des Commissions du 6e Plan,1971-1975, Economie Genérale et Finance-ment, París, Commissariat General duPlan et La Documentatioh Frangaise, verpágina 24.

manera, económicamente hablando y entérminos de un proyecto político que noalcanzó a madurar, el Gobierno de Gis-card y de Barre supuso una discontinui-dad. Pero la personalización del poder(cf. referencia anterior a Chapman) per-mitió un cambio político en unas elec-ciones presidenciales, con lo cual la cri-sis económica ha sido contenida en lími-tes económicos, sin trascender a cri-sis de la organización social ni de lasinstituciones políticas. En estos dos úl-timos aspectos no sólo hay continuidad,sino que al ampliar el área de recluta-miento del personal político y al hacerbeneficiar a las clases medias del relan-zamiento de la economía por el consumoy por los déficits presupuestarios (enla más pura tradición francesa de lasleyes de rectificatifs budgétaires) las ins-tituciones políticas salen reforzadas y laorganización social marginaliza las ten-siones (reenvía a la periferia ideológicaa los anticapitalistas, disminuye numé-ricamente el colectivo de los económica-mente desprivilegiados y los más explo-tados por el sistema: trabajadores in-dustriales inmigrantes sin derechos po-líticos, etc.).

El informe Bloch-Lainé confirma deesta forma unas cuantas cosas de inte-rés precisamente por sus silencios. En-tre los factores de fortaleza del sistemapolítico francés no se habla de la per-sonalización de la autoridad, y entre lasdebilidades del sistema económico ape-nas se trata de un sistema fiscal que esuno de los más injustos y menos pro-ductivos, entre los sistemas fiscales delos grandes países industriales. La se-gunda parte del informe, consagrada alas desigualdades sociales, hace un abor-daje más bien redistribucionista, senti-mental y populista, de los problemas deuna sociedad capitalista sometida a unproceso de modernización e internacio-nalización, y es técnica, política e ideo-lógicamente muy inferior a la primeraparte, dedicada al sistema productivo

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propiamente dicho. Los autores del in-forme, así como sus mandantes en elGobierno, pertenecen también a las cla-ses privilegiadas.

4. Algunas cuestiones técnicas.—Enconjunto hay un hecho que emerge dela lectura del informe y que posee unaimportancia sociológica: el Estado y lasAdministraciones públicas tienen dema-siados poderes en unos sectores, y dema-siado pocos poderes en otros. AunqueDurkheim nos dijese en una ocasión, yen un texto capital en su obra, quel'oeuvre du sociologue n'est pas celle deVhomme d'État9, quisiera insistir sobreeste punto. Documentos como este in-forme constituyen los productos intelec-tuales (al servicio de una política) deun programa teórico-práctico que se si-túa más allí de la racionalización. Comodecía un exégeta de Adam Smith, haymuchos óptimos que conciliar: el ópti-mo de gestión (managerial) no coincidecon el técnico de productividad, o éstecon el financiero10. Hay tantos pará-metros que conjugar y tantos desequi-librios que constantemente se forman yse deforman (incluyendo la despropor-cionalidad, respecto a la magnitud de losproblemas, de los poderes del Estado),que la noción de equilibrio tiene sen-tido en la teoría económica pura, peroya no en la práctica política y económi-ca. Reencontramos de este modo intui-ciones de sociólogos que en la crisis delos años treinta habían criticado la ex-tensión ideológica de la noción de equi-librio (Sorokin, Simiand). Analógica-mente podríamos ejemplificar el temacon el uso actual de esa noción parahablar de la relación de fuerzas, en ar-

9 Emile DURKHEIM, De la División duTravail Social, 2.a edic. (prefacio), PressesUniversitaires de France (varias reimpre-siones.

10 C. R. FAY, Great Britain from AdamSmith to the Present Day, Londres, ed.Longmans, 1.a edic, 1928, reedic. 1960, pá-gina 444.

mamentos nucleares, entre Estados Uni-dos y sus aliados de la O.T.A.N., de unaparte, y la Unión Soviética, de otra;son tantos los parámetros a considerary varían de tal modo con el progresotecnológico, que es imposible decir confundamento cuándo se produce un equi-librio y en qué términos. La teoría so-ciológica y económica que se está produ-ciendo en Francia es pertinente en estetipo de problemas, en aquella parte enque nos dice que debemos abandonarlas viejas nociones de crisis, de ciclo, dereversibilidad y de equilibrio, y pensarque estamos siempre en presencia dedesequilibrios sucesivos y co-implicados;en lugar de oscilaciones cíclicas en tor-no a un punto de equilibrio formalmen-te necesario, debemos pensar en proce-sos recursivos y no reversibles: los pro-ductos sociales de estos procesos se alo-jan en el propio proceso y lo modifican.

Cuando el informe Bloch-Lainé tratade las carencias y dificultades de la pla-nificación, está depasando el nivel racio-nalizador para aspirar a un nivel teóri-co-práctico en el cual se conseguiría laregulación estratégica de sistemas coim-plicados. En el ámbito actual del pensa-miento económico capitalista se hacenpresentes las ambigüedades de un'a fasecrítica en la que anticipaciones del fu-turo (aún imprecisas y técnicamente po-co rigurosas) se codean junto a enérgi-cos llamamientos reaccionarios a la fije-za conceptual del pasado. Parece bas-tante transparente que estamos movién-donos en un territorio-puente, en el que,por ejemplo, comparecen los viejos mer-cados autorregulables por precios mo-netarios, simultáneamente con otros ob-jetos intelectuales poco compatibles conlos mercados de ese tipo, como son sis-temas de acción irreversibles (que se tra-ducen en funciones de producción, encambios de orientaciones o de intensidadde acción de los actores económicos ysociales), con sistemas técnicos que tie-nen poco que ver con funciones de pro*

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ducción, pero cuyos efectos trasciendena funciones de demanda de dinero y queoperan en espacios sociales que no sonmercados (espacios protegidos de todaconcurrencia), etc. El pensamiento delsiglo xix concibió como dos polos dia-lécticos antinómicos la pareja conceptualpoder/mercado (en el caso de Marx, au-toridad/mercado, lo que en definitiva,para el presente argumento, no es subs-tantivo; cf. Miseria de la filosofía). Estadisociación de ambos conceptos fue su-perada por la teoría económica del mo-nopolio, la formalización de modelos demercados oligopólicos y la teoría delcomportamiento de firmas monopolistasu oligopólicas; los términos de poder ymercado no siguieron disociados. Peroen tanto que en la teoría económica con-vencional están formalizadas las relacio-nes entre mercados y sistemas de pre-cios monetarios, mercado y funciones deproducción, mercado e interelasticidades,etc. (es decir, en general', las relacionesentre mercado y sistema), no hemos al-canzado una elaboración teórica satis-factoria de las relaciones entre sistemay poder. La confusión de sistema conestructura y el erróneo enfoque estruc-turalista de la determinación de los sis-temas por sus estructuras (i. e., por re-laciones invariantes o sistémicas entresus elementos) tienen bastante que vercon esta situación. Michel Crozier haadvertido que en un conjunto determi-nado por su estructura no hay lugar pa-ra el concepto de poder n . Esta obje-ción, que es válida para el estructuralis-mo y el pseudomarxismo afiliado a él,no me parece extensible a la necesidadde pensar sistemas y mercados en rela-ción a poderes actuantes en su seno. Có-mo un sistema abierto puede ser pensa-do en términos no estructuralistas, comoconjunto relativamente ordenado de pro-cesos; cómo el sistema estimula en unas

11 Michel CROZIER, VActeur et le Systé-me, París, Ed. Du Seuil, 1978, reimpr.1981, nota al pie de la p. 23.

dimensiones y limita en otras, la liber-tad de los actores, etc.

Esta necesidad teórica emerge de lalectura del informe de la ComisiónBloch-Lainé: tan pronto la sociedad na-cional francesa es vista (implícitamente)como un conjunto de mercados, y en-tonces los autores hacen inmediatamen-te referencia a sistemas de precios y fun-ciones de producción, y a los escasos oinsuficientes poderes del Estado y delas Administraciones públicas, o tanpronto la sociedad francesa es vista co-mo un conjunto de sistemas que tratande autoprotegerse, y entonces los autorespasan a sugerir una sucesión de estrate-gias de intervención en un orden jerar-quizado de espacios sociales y políticos.

En el primer caso se insiste repeti-das veces en la urgencia de incrementarla información de que puedan disponerlos actores públicos y privados. Se per-manece así en un nivel racionalizadosse supone que la racionalidad de unaacción o de un proceso córrela positiva-mente con la cantidad de informacióna la disposición del actor. Esta opciónconduce a tratar de construir modeloscada vez más refinados (y supuestamen-te más «realistas») por incorporaciónde nuevas variables y por la sobrecargade las computadoras con complejos sis-temas de cálculo. Pero —sin negar elvalor de algunos grandes éxitos en eldominio econométrico— llega un mo-mento en que el trabajo de interpreta-ción política y totalizante, de los resul-tados que nos ofrecen las computado-ras, deviene tan diferente de nuestraslimitadas imágenes (en el sentido deK. Boulding) de la realidad sobre la cualhay que operar, que se produce una di-sociación insalvable entre teoría y técni-cas y entre los productos de la técnicay práctica política.

El informe Bloch-Lainé da otra op-ción (en algunas páginas sólo implícita-mente): renunciar a los esfuerzos porincrementar más y más la información

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disponible o acumulable y actuar estra-tégicamente con una selección de varia-bles teóricas. Esta opción se halla en lalínea de un Herbert A. Simón: «La pla-nificación estratégica dirigida hacia fac-tores-clave de la decisión implica requi-sitos en materia de información que sonmuy diferentes de los de la planificaciónconcebida como previsión completa y decontrol de un sistema. En el primer ca-so, lo que importa ante todo es com-prender la arquitectura del sistema, másque disponer de masas de datos detalla-dos que son relevantes para el estadoactual del sistema» 12.

5. Coda.—Me es imposible, en unanota bibliográfica ya considerablementeextensa, ampliar mis comentarios a cues-tiones de detalle y que conciernen másespecíficamente al sistema económico ya los subsistemas sociales franceses. El

12 Herbert A. SIMÓN, The New Scienceof Management Decisión, Englewood-Cliffs, New Jersey, 1977; traducción fran-cesa 1980. ed. Económica, p. 124.

texto del informe Bloch-Lainé tiene, enmi opinión, su material cualitativamentemás valioso, en grueso, entre las pági-nas 58 a 125 y de la 333 al final. Laexplicación general de la inflación quese da entre las pp. 48 a 55 me parecedemasiado sumaria y en algunos aspec-tos recuerda explicaciones sociales de lainflación que eran ya conocidas en Amé-rica latina a principios del decenio de1960 a 1970. Los puntos fuertes delinforme son aquellos que atañen a laplanificación estratégica, a la necesidadde controlar políticamente las innova-ciones tecnológicas, y en todo cuanto serefiere a los problemas de regulación,unos sistemas cambiantes y sometidosa enormes presiones internacionales.

Por si puede ser de interés para losespañoles preocupados por perfeccionarel Estado llamado de las autonomías,llamaré la atención sobre las enormescautelas que se expresan en las pági-nas 330-331.

E. PlNILLA DE LAS HERAS

JORGE GRACIARENA y ROLANDO FRANCO

Formaciones sociales y estructuras de poder en América latina

(Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid, 1981, 262 pp.)

De forma muy acertada, como ya seha comprobado en anteriores ocasiones,el trabajo colectivo entre varios autoresparece ser el camino idóneo a la horade abordar temas de naturaleza concep-tual tan amplia como los que aquí setratan.

Desde esta base de complementarie-dad, no reñida, por otra parte, con lalibre interpretación personal e indepen-dencia crítica, Rolando Franco y JorgeGraciarena estudian la problemática del

desarrollo político latinoamericano du-rante las tres últimas décadas.

La obra aparece estructurada en trespartes, correspondiendo la primera aJorge Graciarena y la segunda y terce-ra a Rolando Franco y que incluye unaamplia bibliografía seleccionada y ano-tada que se ha extraído de la bibliotecade la CEPAL y del Centro Latinoame-ricano de Documentación Económica ySocial (CLADES).

El tema central de la obra es estu-

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diado por separado desde enfoques di-ferentes, y mientras el proceso del cam-bio político para Jorge Graciarena esvisto en relación con sus cuadros histó-ricos e ideológicos, para Rolando Fran-co la interpretación de la problemáticadel desarrollo político latinoamericanoes analizado a través de las teorías conlas que los diferentes autores han abor-dado estos temas.

En el primero de los casos se ponede manifiesto la conflictividad en la quese ve inmerso el proceso político, en unesfuerzo titánico por compaginar intere-ses y aspiraciones, las más de las vecescontrapuestos.

A través de un repaso histórico va-mos viendo las distintas políticas y si-tuaciones económicas y sociales que sevan sucediendo, frente a las aspiracio-nes que los diversos sectores y clasessociales se empeñan en conseguir. Contodo ello el autor nos llega hasta la con-templación de un panorama lo suficien-temente amplio como para poder emitirun diagnóstico.

Las situaciones oligárquicas que sedesarrollaron en América latina duran-te los años treinta son el arranque delanálisis que Jorge Graciarena realizaráa lo largo de la primera parte de estaobra; la posterior caída de estos regí-menes autoritarios será propiciada enparte por el general desencanto que im-peraba en esta época, a raíz de los fra-casos que los modelos fascistas tuvieronen Europa. El terreno estaba, pues, abo-nado para el surgimiento de movimien-tos populistas; sin embargo, tras las im-plantaciones democráticas, los postula-dos desarrollistas que creían proporcio-nal el crecimiento económico con la ele-vación del bienestar social, se vieronfrustrados, volviéndose utópicos, a pe-sar del entusiasmo con el que fueronemprendidos.

El autor, seguidamente, analiza la agu-dización de las tensiones sociales y elestancamiento generalizado que, a co-

mienzos de los años sesenta, conducena una grave crisis que generará algo másque una recesión económica, ya que apartir de ese momento el rumbo deldesarrollismo estará guiado desde unaperspectiva, de nuevo, autoritarista.

Después de un minucioso examen deldesarrollismo desde esta nueva ópticay de las últimas tendencias existentes,se concluye esta primera parte, no sinantes apuntar algunas observaciones yque, como el propio autor indica, «tra-tarán de ser algo así como un bosquejode nuestras preocupaciones sobre losrumbos y límites del proceso que se hapresentado páginas atrás, que ojalá sir-van para esclarecer su naturaleza y, nomenos, para contribuir al debate inte-lectual sobre un asunto tan crucial parael presente y futuro latinoamericano».

Para Jorge Graciarena los problemaspolíticos y sociales de la actualidad nopueden ser solucionados por vías exclu-sivamente económicas, y como se apun-ta en la obra, «la persistencia del pre-sente estilo autoritario depende de cir-cunstancias que están esencialmentefuera de su control y que en general ope-ran en contra suyo. Por todo ello con-sidera la situación actual como un ana-cronismo histórico que tarde o tempra-no sucumbirá arrastrado por nuevosacontecimientos y fuerzas sociales queno podrá evitar».

La segunda parte, como antes señalá-bamos, está llevada de la mano de Ro-lando Franco.

Las circunstancias históricas por lasque ha ido atravesando la América la-tina son igualmente contempladas, pe-ro en esta ocasión se nos va mostrandola.s mutuas repercusiones que ha tenidola realidad histórica sobre el pensamien-to científico social de cada momento, yviceversa. La historia y la ciencia co-bran desde este mirador una clara ex-plicación de su sinuosidad a través delos tiempos. A lo largo de la exposiciónvamos comprobando cómo las diferen-

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tes preocupaciones sociales van alteran-do su lugar en el orden de prioridadque tienen para los sociólogos en lasdiferentes épocas. El espíritu innovadory promotor de nuevas soluciones que escaracterístico en unos tiempos, en otrosse torna conservador y vuelve la cabezaen un intento de rescate de los viejosmodelos; con todo ello las ciencias so-ciales se han ido engrosando y enrique-ciendo.

Este panorama cambiante es el quese nos ha querido ofrecer, y así, al fi-nal del trabajo, se intenta esbozar el mo-mento actual en el que se debate la so-ciología latinoamericana: «Se tiende asuperar la antinomia tradicional de en-focar las relaciones entre las formacio-

nes sociales y las estructuras de poder,sea desde una perspectiva "economicis-ta", sea desde una perspectiva "politi-cista", para intentar nuevos caminos enlos cuales, reconociendo la significaciónque cada uno de estos aspectos tiene, serespete también la importancia del otro.La única manera de poder comprendera cabalidad el modo y la forma en quese dan los procesos sociales es justamen-te mediante la adopción de una pers-pectiva más histórica que tienda a pri-vilegiar el análisis de casos concretosde una forma que no sea la mera de-ducción de algunas hipótesis derivadasde elaboraciones teóricas generadas apartir de otra realidad.»

VIRGINIA DE SANDE

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