crÍtica de libros. (reis nº 39. crÍtica de libros)

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CRITICA DE LIBROS La «teoría política de la crisis» y la debilidad de la acción pública en las sociedades de capitalismo avanzado CLAUS OFFE «"Crises of crisis management": elements of a political crisis theory», en Contradictions of the Welfare State (Londres, Hutchinson, 1984) * Claus Offe observa agudamente (p. 35), que así como se han hecho muchos esfuerzos desde la ciencia po- lítica para incrementar la eficacia de la acción político-administrativa a tra- vés de la mejora de las técnicas orga- nizacionales, legales, de información y de planificación, se ha prestado muy poca atención a la cuestión de por qué la capacidad de regulación de las so- ciedades de capitalismo avanzado es tan pequeña, y tan débiles sus resul- tados en la planificación del cambio social. Piensa Offe que ello se debe a la confianza en que dicha debilidad puede ser superada en el futuro gra- cias a una mejor administración, pero que tal confianza no está justificada. para argumentar tal afirmación aborda el estudio de la cuestión no 1973. Publicado originalmente en alemán en desde el punto de vista de qué habría que hacer para aumentar la eficacia de la acción pública, sino desde el de por qué es tan limitada, pese a todos los intentos de mejorarla. Lo que tra- ta, pues, es de indagar los límites de la capacidad de formulación e imple- mentación de políticas en el Estado capitalista. La crítica marxista tradicional pre- decía una crisis del capitalismo que no se ha producido, fenómeno que puede atribuirse a que el Estado ha jugado un decisivo papel estabiliza- dor al respecto. Pero, para Offe, ni puede atribuirse absoluta validez a este tradicional concepto de crisis, ni tampoco a la panacea de la interven- ción y regulación administrativas. Xa limitación de la eficacia de la acción pública en las sociedades capitalistas avanzadas no sería expresión de la crisis del capitalismo, ni tampoco de 39/87 pp. 239-264

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CRITICA DE LIBROS

La «teoría política de la crisis» y la debilidad de la acciónpública en las sociedades de capitalismo avanzado

CLAUS O F F E

«"Crises of crisis management": elements of a political crisis theory», enContradictions of the Welfare State

(Londres, Hutchinson, 1984) *

Claus Offe observa agudamente(p. 35), que así como se han hechomuchos esfuerzos desde la ciencia po-lítica para incrementar la eficacia dela acción político-administrativa a tra-vés de la mejora de las técnicas orga-nizacionales, legales, de información yde planificación, se ha prestado muypoca atención a la cuestión de por quéla capacidad de regulación de las so-ciedades de capitalismo avanzado estan pequeña, y tan débiles sus resul-tados en la planificación del cambiosocial. Piensa Offe que ello se debea la confianza en que dicha debilidadpuede ser superada en el futuro gra-cias a una mejor administración, peroque tal confianza no está justificada."¥ para argumentar tal afirmaciónaborda el estudio de la cuestión no

1973.Publicado originalmente en alemán en

desde el punto de vista de qué habríaque hacer para aumentar la eficacia dela acción pública, sino desde el depor qué es tan limitada, pese a todoslos intentos de mejorarla. Lo que tra-ta, pues, es de indagar los límites dela capacidad de formulación e imple-mentación de políticas en el Estadocapitalista.

La crítica marxista tradicional pre-decía una crisis del capitalismo queno se ha producido, fenómeno quepuede atribuirse a que el Estado hajugado un decisivo papel estabiliza-dor al respecto. Pero, para Offe, nipuede atribuirse absoluta validez aeste tradicional concepto de crisis, nitampoco a la panacea de la interven-ción y regulación administrativas. Xalimitación de la eficacia de la acciónpública en las sociedades capitalistasavanzadas no sería expresión de lacrisis del capitalismo, ni tampoco de

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una crisis de management en la Ad-ministración pública, sino de un con-junto de problemas radicados en laestructura misma del sistema que ex-plicaría las deficiencias y limitacionesde la actividad del Estado y la inani-dad de las reformas convencionales dela Administración.

Partiendo de un concepto procesalmás que esporádico de la crisis, y dis-tinguiendo en las sociedades tres sub-sistemas, el económico, el ideológicoy el político-administrativo, el autordiseña dos modos de subordinaciónde los últimos al primero (que consi-dera dominante en un sistema capita-lista): la subordinación positiva, enla que la ideología y la política con-tribuyen a crear las condiciones parael funcionamiento dominante de laeconomía basada en el lucro privado,de suerte que los contenidos ideológi-cos y políticos se ajustan a las nece-sidades económicas y conforman losprocesos económicos. Por el contrario,la subordinación negativa implica quetanto la ideología como la política es-tán limitadas por el sistema económi-co y aisladas del mismo, por lo queno pueden contribuir directamente asu funcionamiento; el éxito de la su-bordinación negativa consiste en quela esfera económica esté resguardadade interferencias ideológicas y políti-cas. No es difícil traducir ambos mo-delos a experiencias históricas o aplanteamientos teórico-ideológicos: lasubordinación positiva se correspondecon el esquema intervencionista, en elque el poder del Estado garantiza lascondiciones del mercado y el ordena-do desarrollo de la vida económica através de las necesarias regulaciones,

en tanto que la subordinación negati-va se identifica con el liberalismo eco-nómico radical, para el que, en prin-cipio, toda intervención o regulaciónes perniciosa.

Pues bien, Offe afirma que el ca-pitalismo produce constantemente yde manera creciente fenómenos socia-les y elementos estructurales que sonfuncionalmente irrelevantes y sin va-lor para el sistema capitalista, cuyosefectos son únicamente impedimentos,dificultades y lastre para el mismo.En la práctica, tales fenómenos y es-tructuras contienen la semilla de for-mas organizacionales no-capitalistas,por lo que al capital le interesa res-tringir su independencia. Existe, pues,una transformación estructural impor-tante en el sistema capitalista a lo lar-go de su desarrollo: de producir lascondiciones indispensables para supropia reproducción ha pasado a pro-tegerse y defenderse de sus propiosresultados. Analizando la posición dela fuerza de trabajo en cuatro secto-res del sistema capitalista (el monopo-lista, el competitivo, el estatal y unoque llama residual), Offe encuentraque, por ese orden, va decreciendo enellos su relevancia funcional o indis-pensabilidad, así como su grado deorganización, en tanto que va crecien-do la intensidad de su conflicto labo-ral, así como su capacidad de expan-sión. Es de notar que el orden men-cionado expresa también el grado enque en dichos sectores se da el prin-cipio de intercambio y la noción demercancía: máximo en el sector mo-nopolista y mínimo en el residual.

Pues bien, este esquema analíticopermite a Offe señalar que en un sis-

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tema capitalista no todas las condicio-nes materiales de la vida están de-terminadas por relaciones de intercam-bio, sino que con frecuencia lo estánpor relaciones de poder. Ello es noto-rio en el sector estatal, en el que losprincipios políticos y organizacionalesderivados de la soberanía predominansobre los de intercambio, y en el re-sidual, en el que el principio de in-tercambio ha desaparecido completa-mente.

Todo este conjunto de conceptuali-zaciones y distinciones permite al au-tor mostrar las razones por las quelos subsistemas ideológico y políticovan siendo cada vez más importantesa lo largo de la evolución del capita-lismo, siendo el papel del Estado pro-teger al capital de las condiciones so-ciales que él mismo produce, aunquesin alterar el status dominante propiodel subsistema económico, con lo que«esta precaria doble función del Es-tado capitalista exige continuamenteuna combinación de intervención y deabstención de intervención, de "plani-ficación" y de "libertad"» (p. 50): elpoder del Estado está, pues, sujeto ademandas contradictorias que no pue-den determinar su línea de acción nia través del consenso general de losciudadanos ni a través del cálculo tec-nológico. El «oportunismo» de susdecisiones (en expresión de Luhmann)no puede descansar ni en la voluntadni en el cálculo.

Por la misma razón, junto a las cri-sis económicas propiamente dichas (o«crisis de primer orden», consistentesen una obstrucción acumulativa auto-provocada en el proceso de creaciónde plusvalía por los efectos disparados

por dicho proceso), hay otras «crisisde segundo orden» provocadas por losdesajustes entre los principios regula-dores externos al subsistema económi-co destinados a mantener su posicióndominante, y el riesgo que su expan-sión implica para el propio subsistema(especialmente cuando se produce unasobredosis de regulación, de «tera-pia»). Pues bien, para Offe, en la faseactual del desarrollo capitalista, estas«crisis de segundo orden» son inevi-tables y más relevantes que las pri-meras, aunque sean su consecuencia;y ellas explican la parte fundamentalde las patologías organizacionales delsistema político - administrativo. Elproblema es, pues, el siguiente: «siel sistema político-administrativo pue-de regular políticamente el sistemaeconómico sin politizarlo y sin negarsu identidad de sistema económicocapitalista basado en la producción yapropiación privadas» (p. 52).

Cree Offe que el éxito o el fracasodel intento de equilibrar los impera-tivos contradictorios de regulaciónprivada de la economía y de socializa-ción de la misma que el propio siste-ma dispara, depende de la vinculaciónorganizacional o del mutuo aislamien-to entre los tres subsistemas: el eco-nómico, el político-administrativo yel ideológico (o normativo, o de legi-timación). En el cuadro de relacionesentre los tres, el problema fundamen-tal del subsistema político-administra-tivo es evitar las malfunciones eco-nómicas y los conflictos políticos, detal modo que no se alivien las unasa costa de los otros, ni viceversa: lasmalfunciones económicas no debenconvertirse en conflictos, ni los con-

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flictos resolverse en mayores dificul-tades económicas. La solución que elautor ofrece es la de que el sistemapolítico-administrativo debe lograr unrelativo aislamiento mutuo entre am-bos tipos de problemas: los económi-cos, de una parte, y los relativos alconflicto político, de otra. Tal aisla-miento implicaría que las demandasdel sistema económico que requierenconstantemente regulación político-ad-ministrativa que, a su vez, lo ponenen peligro, fuesen tratadas dentro deunos límites situados entre el nivel deintervención «necesario» y el nivel«peligroso», asumiendo así su condi-ción crítica. El nivel mínimo de in-tervención vendría determinado porlos problemas económicos producidospor el subsistema económico que esincapaz de resolver por sí sólo; el ni-vel máximo sería aquel a partir delcual las iniciativas y regulaciones ema-nadas del subsistema político-adminis-trativo no compensarían los problemaseconómicos que las originan, puespondrían en cuestión la identidad mis-ma del subsistema económico regula-do por el principio de intercambio alsometerlo a control político, siendo,por tanto, generadoras de conflicto.

Uno de los recursos disponibles pa-ra la resolución de tales problemas es,entre otros, el de la racionalidad ad-ministrativa, relativa a la cuestión dela posibilidad de separar y aislar losniveles mínimo y máximo de la in-tervención del subsistema político-ad-ministrativo en el subsistema eco-nómico. Para el autor existen cincoprecondiciones de tal racionalidad:

1. El sistema político-administra-

tivo debe estar lo suficientemente ais-lado de su entorno (esto es, del sis-tema económico y de los procesos enque se forman el apoyo y las deman-das políticas) como para ser relativa-mente independiente de sus requeri-mientos.

2. Además de tal diferenciacióncon su entorno, el sistema político-administrativo debe estar internamen-te diferenciado, de forma que no hayainterferencias entre las institucionesdedicadas a las funciones de legitima-ción y de dirección.

3. No obstante tales distinciones(o precisamente por ellas), el sistemapolítico-administrativo requiere unacoordinación que evite que sus distin-tos departamentos y organizacionesactúen de manera contradictoria.

4. El sistema político-administra-tivo debe disponer de suficiente infor-mación acerca de los procesos que tie-nen lugar en su entorno, y que sonrelevantes tanto para salvaguardar elsistema económico como para evitarconflictos.

5. Por último, el Estado ha detener una capacidad de predicción cu-ya amplitud cronológica sea congruen-te con su horizonte de planificación.

Pues bien, todas esas precondicio-nes de la racionalidad administrativapueden ser sistemáticamente socava-das por la expansión de las funcionesdel Estado: la diferenciación externa,a causa de que la Administración esempujada a entrar en una relaciónsimbiótica de dependencia con losgrupos de interés para diseñar e im-plementar sus políticas; y la diferen-ciación interna porque la Administra-

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ción sufre una necesidad de apoyopolítico, y a causa de las estrategiasde los partidos gobernantes para man-tenerse en el poder. La coordinación,por su parte, es más difícil cuantomayor es la actividad estatal a coordi-nar, y la fiabilidad de la informaciónse reduce a tenor de la impredictibili-dad de las reacciones de los actoressituados en el entorno de la Adminis-tración; por último, el crecimiento delas funciones estatales produce un cre-ciente vacío entre el horizonte tem-poral de la planificación y la capaci-dad real de predicción posible. Todoello permite a Offe llegar a la si-guiente conclusión: «La expansiónsustantiva, temporal y social de la ac-ción administrativa viene acompañadanecesariamente por la ir racionalizacióninterna de la estructura organizacionalde la Administración del "Estado».(p. 59).

En resumidas cuentas, Offe tratade formular una teoría politica de lacrisis que supere la estrechez de laconcepción tradicional de la crisiseconómica; y fundamenta su plantea-miento en que la regulación estatalde la economía tiene un carácter auto-obstructivo derivado de los imperati-vos contradictorios a que está sujetala política estatal: debe resolver lasconsecuencias sociales disfuncionalesdel sistema privado de producción sininfringir la primacía de dicho sistema,pero para poder hacer tal cosa se veobligada a violar la posición dominan-te del capital o a socavar la legitima-ción y la racionalidad administrativade la regulación estatal (p. 61).

Que una teoría política de la crisispermita superar planteamientos de un

mero carácter económico, y gracias aello describir y explicar mejor lo quesucede en las sociedades de capitalis-mo avanzado (en particular, y para loque aquí nos interesa, la limitada ope-ratividad y eficacia de la acción pú-blica), tiene una gran importancia,como es obvio: tal teoría política dela crisis puede hacer posible el enfo-car la cuestión de la eficacia (y de laeficiencia) de la Administración desdeun punto de vista muy diferente altradicional, esto es, al derivado de laorganización científica del trabajo yde las relaciones humanas. Lo que vie-ne a indicar Offe a este respecto esque una Administración impecable-mente diseñada y manejada con arre-glo a la idea tradicional de la racio-nalidad puede resultar perfectamenteineficaz en la medida en que los pro-blemas sean otros.

Y eso es justamente lo que segúnel autor sucede. Las limitaciones dela acción pública no son consecuenciade la imperfección convencional delaparato de la Administración pública,sino de las contradicciones inherentesal capitalismo avanzado, que constan-temente necesita mayores dosis de re-gulación, y constantemente ve degra-darse con ellas su identidad de siste-ma de producción y apropiación priva-das. El problema es, pues, que la cre-ciente expansión de la acción públicano es caprichosa, sino necesaria, peroal mismo tiempo perniciosa, para elsistema económico. Y como subpro-ducto de tal contradicción, de tal cri-sis política del sistema, la acción pú-blica resulta ineficaz. No se trata,pues, de que la Administración fueseantes mejor, y esté ahora necesitada

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de reformas convencionales (organiza-tivas, legales, de personal, presupues-tarias, informáticas, etc.), sino que elcapitalismo avanzado implica tal ex-pansión de la acción pública que losprocesos de regulación emanados delEstado sufren una permanente crisispolítica que implica severos límites asu eficacia, y ello por causa de lascontradicciones en que se ve inmersoel propio sistema.

Offe no intenta con esta construc-ción más que la articulación de unaherramienta analítica, la de la crisispolítica de carácter procesal, con laque intentar la comprensión del fenó-meno de la ineficacia de la acción pú-blica. Ni trata de llegar al diagnóstico,ni menos aún a la propuesta de solu-ciones a los complejos problemas bos-quejados, tanto más cuanto que teóri-ca y metodológicamente se sitúa enla teoría de sistemas, esto es, en unmuy alto nivel de abstracción. De to-das formas, y sin que ésta sea la oca-sión de intentar una crítica de la po-sición del autor, sí puede apuntarseque resulta inquietante el examen deesos otros problemas que según él es-tán a la base del tema de la ineficacia,fundamentalmente el de la expansiónde la actividad estatal y, de maneraprevia, el de la desnaturalización opérdida de identidad del capitalismoa causa de la intervención pública.

La subordinación negativa de lossubsistemas político-administrativo eideológico al económico, delimitandoun ámbito de autonomía sin interfe-rencias para la producción y apropia-ción privadas (para el ánimo de lucroy la producción de plusvalía), nuncaha sucedido históricamente en sus mis-

mos términos: tal construcción no esmás que un modelo, como puede ser-lo el de la competencia perfecta. His-tóricamente, la aparición del mercadoestá rigurosamente vinculada a la delEstado nacional y a la de sus regula-ciones (por ejemplo, la moneda, lostribunales, las propias leyes), con loque el liberalismo económico es para-dójicamente tributario de la regula-ción estatal. En este sentido, las su-bordinaciones positiva y negativa sonnecesariamente complementarias, e in-cluso la posición dominante del sub-sistema de intercambio viene limitadapor la relativa autonomía del Estado.

Pero, sin necesidad de entrar enestos problemas de articulación histó-rica de la sociedad capitalista y de susajustes estructurales, llama la atenciónel que Offe, recogiendo un tema pri-vilegiado por el neoliberalismo, iden-tifique como desencadenante principalde las crisis procesales la expansión dela actividad estatal: los problemas delcapitalismo avanzado se originaríanentonces en su configuración comoWelfare State y, de ser ello así, larecuperación del equilibrio del siste-ma, y con él de su racionalidad, de-mandarían que fuese desmontado, ycon él la economía mixta y las políti-cas socialdemócratas de bienestar.

No intento aquí acusar a Offe delegitimar el neoliberalismo, pero síquiero apuntar que el análisis sistémi-co que lleva a cabo tiene un compo-nente anacrónico en la medida en queacepta una racionalidad intrasistémicasobrepasada por la evolución históricadel capitalismo: el sistema de inter-cambio es ya otro desde hace muchosaños, como él mismo reconoce al si-

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tuar el sector monopolista en primertérmino como preservador del princi-pio de la mercancía. Si el sector com-petitivo de la economía es ya un sec-tor «de segundo orden», ello implicaque el principio de intercambio comoelemento identificador del sistema eco-nómico permanece, pero afectado pormediaciones y determinaciones queimpiden analizar el modelo como sitales determinaciones fuesen malfor-

maciones sobrevenidas. Desde luego,el capitalismo ha presentado contra-dicciones internas a lo largo de todasu historia, y la contradicción entrela necesidad y lo pernicioso de las re-gulaciones estatales no puede resol-verse poniendo en cuestión la expan-sión de la actividad estatal dirigida apromover el bienestar de los ciuda-danos.

Miguel BELTRÁN

RAMÓN GARCÍA COTARELO

Del Estado del bienestar al Estado del malestar(La crisis del Estado social y el problema de legitimidad)

(Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1986)

El Estado del bienestar, el WelfareState, o Estado social, para utilizarla expresión que prefiere el autor, tie-ne sus orígenes remotos en el movi-miento revolucionario europeo del si-glo xix y se desarrolla lentamente deun modo «espontáneo, casi orgánico»,a partir de 1920-30. La quiebra finaldel Estado burgués liberal decimonó-nico, y su sustitución por el Estadosocial, se produce como resultado del«asalto combinado» de varios factores.La implantación del sufragio univer-sal, la primera guerra mundial, la cri-sis económica de 1929, la presión delmovimiento obrero, la segunda guerramundial («Madre del Bienestar») y suPlan Marshall, sin olvidar, por últi-mo, el óptimo momento económico(coincidente con la aplicación del key-nesianismo) y la privilegiada posiciónde intercambio comercial de que go-zaron los países más desarrollados.

«En realidad, como los liberales seña-laron una y otra vez, la implantacióndel sufragio universal suponía abrirlas puertas a las prácticas demagógicaspor el hecho de que acabarían deter-minando la constitución política delEstado las clases desposeídas» (p. 10).El Estado social pretende, además,conseguir la síntesis de dos conceptosopuestos que constituyeron las dosideas centrales del pensamiento polí-tico occidental desde el siglo xix: li-bertad e igualdad: «Bienestar socialgarantizado por la intervención admi-nistrativa del Estado en todos los ór-denes sociales, pero en un medio delibertades formales en cuyo fundamen-to se encuentra la convicción de queel único criterio de validación es elprocedimental» (p. 14).

Para lograr un correcto seguimien-to de la evolución de esa forma deEstado, el autor aplica un cuádruple

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enfoque (sociológico, politológico, ju-rídico y económico) que le permitecircular ágilmente, tanto por la his-toria del Estado social, su apogeo ysu crisis, como a través de la azarosahistoria de las propias ciencias socia-les. Retendremos aquí sólo los aspec-tos más relevantes de un ensayo pla-gado de sugerentes dobles causas,dobles conclusiones, concomitanciasy extensa información bibliográfica.Muy pronto el cuádruple enfoquemuestra sus prioridades en dos senti-dos muy diferentes: «No pecaremosde reiterativos si aseguramos que sialgo es el Estado social de Derechoes la paladina confesión de la prima-cía de lo económico sobre lo políticoy lo jurídico, por impreciso que esteenunciado pueda parecer; o, dicho entérminos más suaves, la necesidad deque lo político y lo jurídico se subor-dinen a las exigencias del desarrolloeconómico» (p. 87). Y, en segundolugar, añadiremos que mientras la so-ciología, el derecho y la ciencia polí-tica, en su empeño de explicar y jus-tificar la forma del Estado del bienes-tar vieron cómo quedaban dañadosmuchos «puntos sensibles de sus su-puestos metodológicos», la economíaelude esa crisis de la propia perspec-tiva y sigue generando críticas articu-ladas y «explicaciones eficaces» de lacrisis del Estado social. El conceptode legitimidad, objeto central del en-sayo, se expresa ya también desdeahora en términos económicos: el dé-ficit de legitimidad.

«La legitimidad del orden social,dicho en términos simples, reside enla capacidad de las instituciones desatisfacer las expectativas generadas;

tal capacidad, a su vez, está en rela-ción con el progreso, la mejora, elcambio de estructuras sociales» (pá-gina 31). Las condiciones que dieronlugar a eufóricas promesas de bienes-tar garantizado mediante la satisfac-ción de una serie de derechos sociales(igualdad, trabajo, vivienda, sanidad,seguridad, etc.) han cambiado, y deello es reflejo la tendencia cada vezmás asimétrica de la fisionomía bicé-fala del Estado social: Estado patronocapitalista hipertrófico y Estado obre-ro asistencial atronco. El primeroobliga cada vez más al segundo aefectuar recortes en sus prestacionesen virtud de criterios de rentabilidad.Los esfuerzos de la teoría del uso al-ternativo del derecho para estableceruna operativa relación entre la razónpráctica y el derecho positivo palide-cen al contemplar el actual enfrenta-miento del Estado social consigo mis-mo. La solución a la crisis se buscaahora mediante «la liberación de losfondos públicos en condiciones credi-ticias favorables a las empresas priva-das, así como la absorción de manode obra despedida por tales empresasque tratan de ajustarse a los impera-tivos tecnológicos nuevos» (p. 205).La sociedad postindustrial es, para elautor, la «verdadera configuración delEstado del bienestar» donde, en me-dio de condiciones mucho más difíci-les, los hombres probablemente siganpensando en el lucro, la búsqueda destatus y el ascenso social. Si la efica-cia en el reparto de una cantidad cadavez mayor de riqueza y bienestar esel único criterio válido de legitimidadadmitido por el Estado del bienestar,la ruptura del compromiso desencade-

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naría «tensiones sociales incalcula-bles». Existen aparentemente dos úni-cas soluciones: transición al socialis-mo sin respeto de los derechos y li-bertades democráticas o un régimenliberal de viejo cuño que tendría querecurrir también a formas autoritariasde dominación política.

La teoría económica, al pretender«restaurar las condiciones de acumu-lación del capital que son propias del

Estado liberal de Derecho, está ha-ciendo algo imposible en último tér-mino, a saber, está tratando de volvera aquella posición precisamente que,al evolucionar, produjo el efecto queahora es preciso corregir. Es una pro-puesta humana y frecuente, consisten-te en desear que lo sucedido no hu-biera sucedido; pero no pasa de ahí»(p. 218).

Enrique MONTOYA R.

SALUSTIANO DEL CAMPO y MANUEL NAVARRO LÓPEZ

Nuevo análisis de la población española(Madrid, Ariel Sociología, 1987)

Las publicaciones sobre temas depoblación mantienen una tendencia alalza, de manera que en este aspectopodríamos denominar a los últimosdiez años como «la década prodigio-sa». La publicación del libro Nuevoanálisis de la población española esuna muestra de ello y se inscribe enla línea de los últimamente publica-dos, la mayor parte de ellos realizadospor sociólogos a la vez que docentesde la Universidad española, al igualque los autores del libro que se co-menta, profesores Del Campo y Na-varro *.

1 A. DE MIGUEL, La pirámide social es-pañola, Madrid, Ariel, 1978; J. RODRÍGUEZOSUNA, Población y recursos humanos, Ma-drid, Cupsa, 1987, y Población y territorioen España. Siglos XIX y XX, Madrid, Es-pasa ¿alpe, 1985; J. DÍEZ NICOLÁS y J. DEMIGUEL, Control de Natalidad en España,Barcelona, 1981, y Políticas de población,Madrid, Espasa Calpe, 1985.

Al igual que había hecho el profe-sor Del Campo en su anterior libro,Análisis de la población española, enla presente obra se estudia de formaglobal la población española según losdatos proporcionados por el Censo de1981, fuente en la que se apoyan losautores para hacer un análisis exhaus-tivo de la situación demográfica de losúltimos años y de momentos anterio-res, ya que retroceden en el tiempohasta 1861, en algunos casos, y hasta1900 en los más. Como muy bien po-nen de manifiesto sus autores en elprólogo, no es que se trate de un li-bro nuevo sobre población, es que esun libro que versa sobre una realidaddiferente. Además de la novedad delcontenido hay que resaltar su claraintencionalidad didáctica, pues, sinduda alguna, esta obra será muy útilpara los estudiantes de sociología, eco-nómicas y geografía, y para todas

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aquellas personas que pretenden aden-trarse en la realidad demográfica es-pañola. Al mismo tiempo, aunque ellibro tiene un carácter eminentementedescriptivo, la intencionalidad subya-cente es la de poner de manifiesto loscambios demográficos y, por ende, so-ciales que ha experimentado la pobla-ción española en la última década. Se-gún el Censo de Población de 1981,España alcanzaba en ese año el máxi-mo de su potencial demográfico, apesar de su moderada tasa de creci-miento anual medio. No obstante, omejor dicho, quizás debido a ese exi-guo crecimiento, su densidad seguíasiendo baja (75 h/km2), una de lasmás bajas de Europa, factor éste queno debe inducirnos a pensar que ellosupone una situación más favorablepara el desarrollo, ya que «la relaciónhombre-espacio tiene un valor de es-casa importancia, como indicador, pa-ra medir por sí sólo la presión demo-gráfica» 2. A pesar de lo anteriormen-te expuesto, la densidad media ha idoaumentando a medida que lo ha hechoel volumen total de población, deforma que estamos ya muy lejos delos 37 h/km2 de 1900. No obstante,a nivel regional se han producido mo-dificaciones importantes según las cua-les unas regiones hau aumentado sudensidad ininterrumpidamente desdeprincipios de siglo, hasta el punto demultiplicarla varias veces, en tantoque otras apenas si la han modificado.En el primer caso habría que destacara Madrid, Cataluña y País Vasco, yen el segundo a Castilla-La Mancha,Aragón y Extremadura.

2 J. RODRÍGUEZ OSUNA, Población y te-rritorio en España..., op. cit., p. 48.

Es ya clásico comenzar el análisisde los componentes del crecimientopor la fecundidad y continuarlo porla mortalidad y los movimientos mi-gratorios, y así lo hacen los autoresdel libro que comentamos. La natali-dad ha descendido a lo largo del si-glo, siguiendo el modelo europeo,aunque con cierto retraso; pero sibien ésta es una cuestión a destacar,lo más digno de tener en cuenta sonlas modificaciones de calendario dela fecundidad. Así, la fecundidad (ex-presada por tasas específicas) de lasmujeres de los grupos de edad de 40y más años ha disminuido de formaininterrumpida a lo largo del períodoestudiado, mientras que la del grupomás joven (15-19 años) ha experimen-tado un considerable incremento des-de 1965. Sin embargo, lo más desta-cable es la tendencia a la concentra-ción de la fecundidad entre los 20 a29 años, fecha a partir de la cual éstadesciende de forma clara y decidida.El resultado de todas estas modifica-ciones de la fecundidad es una cons-tante disminución del índice sintéticode fecundidad que, según las estima-ciones hechas para 1984, era de 1,68,cifra que está muy por debajo del2,1 necesario para asegurar el reem-plazo de las generaciones. Ante dichasituación cabe preguntarse si esta bajade la fecundidad, tan acusada, respon-de a una tendencia secular a la bajao si, por el contrario, puede debersea fluctuaciones cíclicas en la últimafase de la transición demográfica, deacuerdo con las hipótesis de Easter-lin 3. En este cambio de la natalidad

3 I. AGÜERO y A. OLANO, «La evolución

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han influido factores de moderniza-ción tales como la difusión del cono-cimiento y de la práctica de los mé-todos anticonceptivos, como lo prue-ba la información proporcionada porla «Encuesta de fecundidad de 1985»;según ésta, el 98 por 100 de las entre-vistadas conocía al menos un métodoanticonceptivo eficaz. En un afán deprofundizar sobre las causas del des-censo de la fecundidad, los autoreshan analizado algunos datos relativosa las actitudes femeninas ante los hi-jos deducidas de las dos «Encuestasde fecundidad», realizadas por el INEen 1977 y 1985, de las que se deduceque «el niño ya no es el centro dela vida familiar» al entrar en compe-tición con una mayor diversidad deintereses, no necesariamente de carác-ter económico.

La mortalidad viene descendiendode forma continuada desde principiosde siglo, tal y como lo refleja la tasabruta de mortalidad, situándose aprincipios de los años ochenta en unade las más bajas de Europa. No obs-tante, hay que resaltar que este des-censo no ha mantenido proporcionessemejantes ni para cada uno de lossexos ni para los diferentes gruposde edad. La esperanza de vida al na-cer constituye un indicador claro delas diferencias aludidas ante la muer-te; ésta ha pasado de 34,76 años en1900 a 75,62 años en 1981. Dichaesperanza mantiene una gran diferen-cia, en la última fecha, entre ambossexos, de forma que alcanzaba 73,5años para los hombres y 78 para las

reciente de la fecundidad en España», REÍS,núm. 10, 1980, pp. 121-150.

mujeres. Pero, realmente, la gran re-ducción de la mortalidad en nuestrosiglo se ha producido entre los meno-res de un año, muestra clara del cam-bio económico y sociocultural operadoen nuestro país a partir de los añoscincuenta.

Por su parte, el crecimiento vege-tativo ha sufrido a lo largo del siglooscilaciones de cierta consideracióncomo respuesta al descenso de la mor-talidad y a los ajustes de la natalidad.«Las cotas más elevadas de crecimien-to se registraron entre 1961-65 y1956-60. Desde entonces el movi-miento natural presenta una clara re-gresión, que corresponde a la nuevacombinación de las tasas de natalidady mortalidad, sobre todo al gran des-censo experimentado por aquéllas. Es-ta es la razón por la que el crecimien-to demográfico total registrado en ladécada 1970-1981 haya que atribuir-lo, fundamentalmente, al retorno denuestros emigrantes» (p. 53).

La época de las grandes emigracio-nes exteriores continentales o inter-continentales ya ha quedado lejos pa-ra España; en realidad, a partir de1975 la corriente migratoria a Europacomienza a descender, descenso quecontinúa en nuestros días, tal y comolos autores señalan en las siguienteslíneas: «el ciclo de la emigración con-tinental se ha cerrado en su formatradicional, tanto por las consecuen-cias de la crisis económica que aquejóa Europa en 1973 como por la cir-cunstancia de que el 1 de enero de1986 hayamos entrado a formar partede las Comunidades Europeas» (pági-na 66).

La distribución de la población por

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el territorio y su estrecha vinculacióncon los movimientos migratorios inte-riores es uno de los temas más pro-fundamente tratados en el libro quese comenta. No es de extrañar la im-portancia prestada a este fenómeno,ya que toda vez que la emigración ex-terior ha dejado de tener peso y queel crecimiento vegetativo tiende a ladesaceleración, son las migraciones in-teriores las causantes directas del ma-yor o menor contingente poblacionalen el ámbito espacial. De acuerdo conlos autores, la diferente distribuciónregional de la población se debe, enparte, al desigual crecimiento vegeta-tivo experimentado por las regiones,pero fundamentalmente a los movi-mientos migratorios que han sido degran intensidad a lo largo del siglo.Una consecuencia de este fenómenoes el rápido proceso de urbanizaciónque ha experimentado este país, par-ticularmente acelerada desde la segun-da mitad del siglo xx, de forma quela concentración de la población seha ido acentuando, con distintos rit-mos, durante un largo período detiempo. Los puntos más beneficiadospor la inmigración han sido, desde unprimer momento, las capitales de pro-vincia en las que se ha producido unaprogresiva concentración de la pobla-ción, seguidos de los municipios demás de 100.000 habitantes. De estaforma, con el correr del tiempo, lascapitales provinciales y sus respecti-vas áreas de influencia crecen a unritmo cada vez mayor, mientras quelos municipios de menor tamaño cadavez pierden más población. Si bienésta ha sido la tendencia general, apartir de 1975 se inició un proceso

de desaceleración de la tendencia indi-cada y se advierte un decrecimientoen la intensidad del fenómeno hastael punto que en el período compren-dido entre 1976-81 Madrid y Barce-lona apenas si ganan población.

La otra cara de las migraciones in-teriores ha sido su dimensión interpro-vincial, es decir, el éxodo masivo quese produce a partir de determinadasprovincias hacia otras que absorbieronla mayor parte de la población emi-grada en virtud de su mayor grado dedesarrollo económico. A nivel regio-nal, las zonas que han expulsado ma-yor caudal migratorio han sido lasdos Castillas, Extremadura, Galicia yMurcia, y entre las regiones receptoraspor excelencia se encuentran Madrid,Barcelona, el País Vasco, Valencia yBaleares. Pero este tipo de migracióntambién se ha visto afectada por ladesaceleración debido, a juicio de losautores, «a la decadencia demográficade muchas provincias que se han que-dado con una población mayoritaria-mente envejecida y de las que es, porlo mismo, casi imposible que emigrenmás personas» (p. 89). A este respec-to, es muy importante subrayar queen el período 1975-81 se han iniciadouna serie de cambios demográficosque puede ser el inicio de unas nue-vas tendencias de redistribución dela población que supongan una nuevadimensión del proceso de urbanización(ya iniciado en otros países) y queprovoquen importantes cambios en laestructura económica y social del país.

El proceso de industrialización ymodernización, hoy consolidado, quese operó en España durante las déca-das de los años sesenta y setenta, ha

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tenido repercusiones importantes en laestructura demográfica y social de lapoblación. Una de las consecuenciasmás evidentes son los cambios opera-dos en la población activa, y es porello que los autores justifican la in-serción de un capítulo sobre pobla-ción activa dentro del análisis de lapoblación española. Capítulo que esde lo mejor articulado y de mayorprofundidad de la obra.

La población potencialmente activade un país depende de factores demo-gráficos tales como el volumen totalde su población y de su estructurapor edad, y de otros factores socio-económicos que determinan el inicioy el final de la actividad laboral enlos mercados de trabajo. Asimismo,«la población activa varía según lossistemas de medición y las condicio-nes socioeconómicas, porque es dife-rente allí donde hay un mercado la-boral generalizado que donde preva-lecen formas de economía de subsis-tencia u otras diferentes de asignaciónde los recursos humanos» (p. 164).En España, la población potencial-mente activa ha pasado de poco másde 7,5 millones de personas a princi-pios de siglo a 12,8 millones en 1981,lo cual significa que aunque en tér-minos absolutos la población activase ha incrementado notablemente, entérminos relativos ha descendido deun 40,8 a un 33,9 por 100, alcan-zando su valor más bajo en lo que vade siglo en 1981. Algo similar haocurrido con la tasa de actividad, queen 1981 era de 46,8 por 100, mien-tras que en 1970 era de 48 por 100.En este sentido, la tasa de actividadha evolucionado de forma muy dife-

rente para hombres y mujeres; éstasúltimas han aumentado su participa-ción en la vida laboral a lo largo delsiglo, y especialmente a partir de losaños sesenta; además, tal tendenciaha continuado en épocas recientes apesar de la crisis, si bien es ciertoque se partía de porcentajes muy ba-jos de población ocupada femenina.De hecho, se ha producido un incre-mento de cierta consideración en latasa de actividad femenina entre 1970y 1981, en tanto que la masculina hadisminuido de forma muy acusada enel mismo período, especialmente entrelos más jóvenes. La actividad a lo lar-go de la vida de una persona varíaen función de la edad, por ello es degran interés analizar la misma en re-lación con aquélla, además de con elsexo, naturalmente, pues ello permitecomprobar el diferente ritmo en cuan-to a la actividad que mantienen hom-bres y mujeres. Independientementede que la tasa de actividad haya des-cendido, la tendencia para cada unode los sexos se mantiene; así, en elcaso de los hombres la actividad al-canza su máximo entre los 30 y los39 años, para descender después pau-latinamente primero y muy rápida-mente a partir de los 50 años. En elcaso de las mujeres el máximo de ac-tividad se da entre los 20 y los24 años, para descender de maneracontinuada hasta los 64 años. Loscambios operados en las edades de en-trada y salida son el resultado de unprogresivo acortamiento de la vida ac-tiva media de la población, que hapasado de 56 años en 1960 a 38 en1985, según estimaciones de los au-tores. Este proceso, generalizado en

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el mundo occidental, se ha producidode forma especialmente brusca ennuestro país, particularmente en re-lación a la edad de entrada en el mer-cado de trabajo, tal y como lo de-muestra la comparación de la tasa depoblación activa en relación con lapoblación potencialmente activa parael entorno internacional. «España nosólo aparece descolgada del resto, sinoque el grado de deterioro de su si-tuación es notable, en especial respec-to a economías menos desarrolladascomo Grecia o Portugal» (p. 172).

En el análisis de la población acti-va tiene suma importancia otro fac-tor adicional, además de los comenta-dos, que en cierto aspecto puede serun indicador del grado de desarrollode un país, como es la distribuciónde la población activa en los sectoresde producción, entendiendo como ta-les agricultura, industria y servicios.Para España, la evolución de la pobla-ción activa desde 1900 ha sido la si-guiente: decrecimiento de la poblaciónactiva agraria a lo largo del siglo, de-crecimiento que se intensifica a par-tir de 1960; paralelo incremento dela población activa en la industria yen la construcción (este sector de ac-tividad se suele considerar aparte)hasta alcanzar un valor máximo en1970, momento a partir del cual seinicia la tendencia al descenso, y cons-tante incremento de la población quetrabaja en el sector terciario, hastallegar a convertirse en el sector deactividad que más población ocupa,aunque no la suficiente como para ab-sorber el excedente de mano de obrade los otros sectores. Desde un puntode vista sociológico, que es el que se

mantiene en este libro, la redistribu-ción de la población activa por secto-res está relacionada con aspectos talescomo el nivel educacional, la cualifi-cación profesional y la estructura poredades de la población, aspectos to-dos que condicionan la estructura dela población activa ocupada.

Dentro de la población activa hayque distinguir entre la ocupada y ladesempleada, dependiendo ambas delas distintas situaciones socioeconómi-cas de los países. No obstante, encualquier economía no dirigida se daun paro estructural y un paro coyun-tural: el primero se debe a las perso-nas que o están en situación de cam-bio de trabajo o acceden a la edad deincorporarse al mundo laboral; el se-gundo responde a situaciones eco-nómicas nacionales y a políticas máso menos eficaces de pleno empleo. Enel caso de nuestro país, el paro co-yuntural ha tomado carta de natura-leza y desde 1975 asciende a un ritmovertiginoso, sin que hasta el momentose halla encontrado la solución parapaliar, si no erradicar, este problema,que, por otro lado, no es privativo deEspaña, sino de todo el mundo oc-cidental.

Los dos últimos capítulos del librocomentado no siguen la misma líneade los precedentes, puesto que no sepretende en ellos un análisis de situa-ciones demográficas, sino que másbien se establecen una serie de con-sideraciones sobre aspectos de índoledemográfica. El primero hace referen-cia a las proyecciones de población ya la política demográfica, y el segun-do y último a las estadísticas de po-blación.

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El capítulo de «proyecciones y po-lítica demográfica» trata conjuntamen-te dos temas aparentemente distintoscomo son las proyecciones de pobla-ción y la política demográfica. Elloes debido a que los autores partendel supuesto de que para adoptar unapolítica demográfica adecuada es muyconveniente contar con proyeccionesfiables, dado que la política demográ-fica no es ni puede ser, en modo al-guno, autónoma, al depender de lapolítica económica y social vigente. Enrelación con las proyecciones, y unavez resaltado su valor, así como lanecesidad de las mismas, los autoreshacen un repaso exhaustivo de todaslas efectuadas desde 1974, fecha enla que se inician, tanto por el INEcomo por otros organismos y especia-listas, lo que equivale a presentar unestado de la cuestión sobre un temaque es de crucial importancia, peroque no recibe toda la atención quemerece. Los autores hablan de unapolítica demográfica y no se detienenen la consideración de políticas de-mográficas concretas, quizás por con-siderar que este tema sería objeto deotra obra que muy bien podría ser laampliación de su anterior obra Lapolítica demográfica en España. En

esta línea ponen de manifiesto queen nuestro país, a pesar de las decla-raciones de intenciones, no se ha es-tablecido, realmente, una política de-mográfica, y todo lo más a lo que seha llegado es a la puesta en marchade tímidas políticas demográficas.

El último capítulo del libro estádedicado a las estadísticas de pobla-ción, en el que, tras analizarlas exhaus-tivamente, se ponen de manifiesto al-gunos de los problemas más impor-tantes que las actuales series estadís-ticas plantean, así como la necesidadde iniciar otras nuevas. Realmente,este capítulo supone una gran apor-tación por la información que contie-ne y por el tratamiento dado a lamisma, y sin duda será de gran uti-lidad para los estudiosos de estecampo.

Otros muchos aspectos se podríandestacar en esta obra y también re-saltar que, quizás, lo que más se echade menos en ella es un mayor nivelexplicativo de los fenómenos analiza-dos, pero, posiblemente, ésta no seala intención de la misma, ya que siqueremos ser justos tendríamos quedecir que ello supondría otro libro dela misma envergadura.

Angeles VALERO

PAUL PRESTON

Las derechas españolas en el siglo XX: Autoritarismo, Fascismo y Golpismo(Madrid, Ed. Sistema, 1986)

Si, del fecundo período que suponela historia de España en este siglo,algún tema aparece abiertamente co-

mo menos conocido es, sin lugar adudas, esa franja política que deno-minamos genéricamente la Derecha.

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El porqué de este fenómeno nosería fácil de encontrar, si bien algu-na hipótesis nos llevaría al mayor in-terés no sólo científico, sino tambiénsentimental del vuelco hacia un cono-cimiento exhaustivo de las posicionesy comportamiento político de la Iz-quierda, a lo largo del siglo, para losdistintos investigadores sociales, testi-gos y, en mayor modo, partidarios dela reconquista de las libertades y delsistema democrático.

Este hecho generalizado quizá sea,pues, la señal más inequívoca de loque afirmamos al principio: la mani-fiesta escasez de estudios sobre laDerecha española; lo que, desde lue-go, no ha obstado para que los traba-jos publicados sobre el tema no hayansido de excelente calidad.

Quizá, pues, tenga aquí una de susmayores virtualidades este libro dePaul Preston. Teniendo de todos mo-dos en cuenta que el autor inglés secentra en lo que él mismo llama —yel lector fácilmente comprenderá— la«Derecha intransigente», obviándoselas referencias a la llamada «Derechademocrática y constitucional» (p. 12).

La estructura de la obra consisteen una compilación de diversos ar-tículos, o bases de los mismos, publi-cados a lo largo de los últimos die-cisiete años. Lo que, sin embargo, noproduce al lector la sensación de sal-tar de un lado a otro, sino que lapresentación de los distintos estudiosen capítulos homogéneos confierecoherencia a la obra.

El primero de los capítulos estádedicado a la naturaleza del fascismoen España. Su primera luz tipográficadata de 1981.

Preston intenta clarificar la polémi-ca sobre si hubo o no fascismo, o sise puede calificar de fascista a la De-recha intransigente española que apo-yó a los rebeldes en la guerra civil.

Por un lado, el autor se hace ecode las opiniones que vienen a resu-mir diciendo que franquismo no es lomismo que hitlerismo y, en una pa-labra, que el franquismo nunca fuerealmente un fascismo, sino una es-pecie de autoritarismo limitado. ParaPreston esto no es cierto. Si bien sepodrían establecer diferencias signifi-cativas entre «franquismo» (comoconjunto de fuerzas de la Derechaque apoyan al general Franco), nazis-mo y fascismo, lo cierto es que lostres son «respuestas» nacionales a lascrisis de sus respectivas sociedades enun momento dado.

Preston realiza en su análisis unavinculación —válida en cualquier ca-so— entre el desarrollo del fascismoespañol y la naturaleza del capitalis-mo —en este caso agrario— al queaparece unido, y es por ello por loque, a juicio de Preston, el único gru-po social susceptible de apoyar el pro-yecto que enarbolaba esta Derechaeran las clases rurales medias bajas,es decir, los pequeños propietariosagrícolas.

La irrupción del régimen republi-cano supuso el toque de alerta sinretorno para estos grupos sociopolíti-cos, que mantenían como objetivos ladestrucción del socialismo y del comu-nismo, la abolición del parlamentaris-mo liberal y el establecimiento delEstado corporativo.

Para ello, y después de la críticafecha de 1934, encauzado por el re-

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clamo «catastrofista», la guerra civily su resultado, a lo que hay que aña-dir el largo período de poder del ge-neral Franco, plasmó el ideal que an-tes citamos, de los grupos derechis-tas, y un favorecimiento claro y res-petuoso a la vieja oligarquía terrate-niente, cuya vinculación ya anotamos.Punto concreto, curioso, desde luego,desde la óptica de un movimiento fas-cista puro.

Los tres capítulos siguientes biense podrían agrupar a la hora del co-mentario, ya que se puede establecerentre ellos una hilazón coherente, fru-to de ser el trabajo de un mismo au-tor y sobre una misma época.

Así, pues, en el capítulo dedicadoa las Derechas españolas bajo la II Re-pública, Presión presenta, en primerlugar, la necesidad de reconocer unaidiosincrasia propia a la Derecha es-pañola de la época.

Una de las claves dentro de la va-riedad de grupos a considerar está ensu arraigo en el conservadurismo cle-rical.

Entre los grupos que Preston men-ciona están, lógicamente:

— Los carlistas, representantes ge-nuinos de la oposición anacrónica alprogreso. Odiaban tanto a la Repúbli-ca, como símbolo del mismo, que nodudaron en colaborar con los monár-quicos alfonsinos (sus lógicos «ene-migos naturales»).

— El grupo de Acción Española,cuyo objetivo fue la adopción de unapostura catastrofista frente al régimenrepublicano.

— Los partidarios de Acción Na-cional, la respuesta más clerical, fren-

te a la nueva concepción religiosa quesuponía la Constitución de 1931.

— El Partido Social Popular deHerrera Oria, partido religioso, fuer-temente inclinado al conservadurismo.

Menciones aparte, ya que el propioautor les concede un espacio mayoren su obra, merecerían la actuaciónde los monárquicos alfonsinos y laCEDA.

En relación con los primeros, Pres-ton señala la confusión existente entrelos diversos grupos que enarbolabanesta bandera, degenerando en su con-ducta hacia un monarquismo agresivoante la llamada amenaza proletaria.

Después de unos éxitos electoralesmuy limitados se lanzan hacia unapostura de clara subversión, acercán-dose incluso a los tradicionalistas ensu afán de criticar a la monarquía li-beral. Esta diáfana campaña antirre-publicana potenciará incluso la justifi-cación de la insurrección militar, ac-tuando en funciones de enlace y finan-ciación.

Resumiendo, su organización, Re-novación Española, pequeña represen-tante de la nostalgia alfonsina, enprincipio sólo contaba con apoyos enel reaccionarismo extremista, los aris-tócratas y oficiales del Ejército. Suprograma se resumía en la regenera-ción de España, a través de una mo-narquía católica autoritaria. En la fi-gura de Calvo Sotelo se aunaron apartir de 1934 —y tras la fundacióndel Bloque Nacional— las esperanzasde que se convirtiera en el gran líderde la Derecha.

Con respecto a la CEDA, Prestonla considera como representante de

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lo que se ha dado en llamar la «De-recha accidentalista» o legalista. Du-rante los primeros años de la Repú-blica, las distintas organizaciones queconfluyen en la CEDA daban la im-presión de que su acatamiento al nue-vo régimen era una señal de oportu-nismo.

Por otro lado, su aparente mode-rantismo choca fuertemente con sucreciente simpatía por el desarrollo delos fascismos europeos. Estas tomasde postura, según Preston, provocanel progresivo radicalismo de los so-cialistas.

Resumiendo, la CEDA queda situa-da hacia el Centro dentro del espectrode la Derecha, y se la podría clasificarmuy brevemente como resistente alcambio, rechazando la lucha de cla-ses a favor de un corporativismo cris-tiano.

Lugar distinto cabe hacer al capí-tulo V, titulado «Las tres caras delfalangismo», ya que aquí se puede re-tomar la visión del autor sobre Fa-lange, vertida en anteriores trabajos.

En relación con la época del lide-razgo de José Antonio Primo de Ri-vera, líder nato del grupo, Prestonconvendrá en presentar a Falange co-mo uno de tantos grupos, pero el másservil de los instrumentalizados a fa-vor de los intereses de la oligarquía.Por otro lado, merced a sus modosy a su imagen pública, aparece, sinduda, como el grupo más genuinamen-te representante de la teatralidad fas-cista. A juicio del autor, Falange cum-plirá diversos cometidos: a lo largode los años 1933-36, serán la carnede cañón de la alta burguesía paraalborotar las calles y favorecer el des-

orden; durante la guerra civil fue-ron un instrumento de terror para laIzquierda en zona nacional, y, mástarde, dentro de la ingente burocraciadel nuevo Estado, se constituye co-mo una organización de parásitos(p. 128).

Breve mención desmitificadora acer-ca de otros dos representantes de in-terés del falangismo, D. Ridruejo yR. Serrano Súñer, y, por último, suvisión del bunker. Este es visto comoel reducto sociológico que apoyaba deforma paralela la pervivencia del ré-gimen autoritario. La acción de estosgrupos, la mayoría de las vaces vio-lenta y de ideario neonazi, era con-templada con la aquiescencia de lasautoridades oficiales del régimen. Co-mo dirá Preston, su utilidad radicabaen aterrorizar a la oposición sin man-char al régimen (p. 139).

En cuanto al capítulo VI, dedicadoal general Franco, se podría decir anuestro juicio que es uno de los másatractivos a la hora de la lectura, porsu redacción amena, dinámica y noexenta de ironía. Su título ya es, creo,suficientemente expresivo: «El gene-ral Franco: la paciencia y la providen-cia».

En un primer momento intenta des-mitificar los dos supuestos valoresmás destacables del viejo general:uno, la pretendida «paz social» de sulargo mandato y, dos, la neutralidadespañola en la Segunda Guerra Mun-dial.

En un principio, Preston apunta laidea de que no era presumible que elgeneral Franco hubiese llegado tan le-jos si no es porque la providenciajugó a su favor en una serie de hechos

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(entre ellos, una cadena de muertesde ciertas personalidades) y, por otrolado, cómo la consolidación de lo lo-grado por un cálculo frío se consumópor la paciencia que confiere la longe-vidad. Este fue su mayor éxito, yaque el paso de los años influyó en eldesdibujamiento de su comportamien-to en otras épocas.

Y, por último, cabe mencionar elséptimo capítulo, sin duda el que noses más cercano a todos, dedicado a laactuación del Ejército después de lamuerte de Franco.

Preston parte del 23-F para expli-car su antesala. Resumiendo, evoca ladebilidad manifiesta de los distintosgobiernos de UCD con los militaresintransigentes (debilidad de distintosentido según los casos; recuerda, porejemplo, la actuación gubernamentalcon respecto a la Operación Galaxia,o bien en relación a la UMD), así co-mo el diseño de un Ejército tradicio-nal y conservador, construido durantelos famosos cuarenta años, pero sinintención de reformarlo. Señalable es,de igual modo, la postura de Suárezy de Gutiérrez Mellado, en este senti-do. Fuertemente combatidos (por laconcurrencia de algunos factores, co-

mo la legalización del PCE, el creci-miento del terrorismo y la vigenciade los viejos servicios de inteligenciamilitar), y sin organizar una respuestadura contra el ala intransigente delEjército.

Por otro lado, Preston reconoce elefecto boomerang del suceso del 23-F,canalizado fundamentalmente por loserrores técnicos y la conducta indignade Tejero y sus colegas, humillandopúblicamente a las Fuerzas Armadas,así como por la resistencia de la Co-rona y el apoyo popular que se brin-dó a la democracia, hecho que les in-dujo a cambiar su opinión en el sen-tido de que «España no estaba conellos» (p. 186).

Concluyendo, la obra compilada dePreston ofrece, a mi juicio, un valorcomo instrumento de análisis, si cabemuy básico, pero interesante, al po-ner al curioso al corriente de las cla-ves que le pueden preocupar en elconocimiento de las Derechas intran-sigentes en nuestro siglo, que bien sepodría definir, según cada época, porlas coordenadas con las que el pro-pio autor subtitula su obra: «Autori-tarismo, Fascismo y Golpismo».

Paloma ROMÁN MARUGÁN

GKRALD A.

La Teoría de la Historia de Karl Marx. Una defensa(Madrid, Editorial Pablo Iglesias-Siglo XXI, 1986)

Este libro es una interesante apor-tación para profundizar en la teoríade la historia de Karl Marx. Editado

por primera vez en Inglaterra (Ox-ford University Press, Oxford, 1978)

título Karl Marx's theory ofcon el

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history. A defence, su traducción, aun-que ocho años más tarde, facilita alestudioso español una aproximaciónal actual pensamiento marxista anglo-sajón.

La obra de Cohén supone una reha-bilitación del pensamiento marxistaque aquí recupera su carácter esencial-mente materialista. Frente a las habi-tuales interpretaciones de un Marxmuy ideologizado y político, conse-cuencia de ser el marxismo una teoríaorientada a la acción, Cohén defiendey demuestra con extrema rigurosidadla importancia primordial que Marxconcede a la economía en el desarrollode las sociedades. El eje central giraen torno a dos objetivos básicos: laexplicación conceptual de los térmi-nos utilizados por Marx y la justifi-cación de la teoría de la historia enclave de explicación funcional. Losconceptos descritos en el libro son lostres conjuntos denominados fuerzasproductivas, relaciones de produccióny superestructura, entre los que se es-tablecen ciertas conexiones explicati-vas que Cohén estudia a la luz delPrólogo de 1859 a la Contribucióna la crítica de la economía política,texto al que califica de «canónico».Cohén parte de que la Historia es,fundamentalmente, el desarrollo de lacapacidad productiva del hombre ydemuestra que Marx concedía una pri-macía explicativa a las fuerzas pro-ductivas en el desarrollo de la His-toria. Estas se componen de los me-dios de producción, de una parte, yde la fuerza de trabajo, de otra, sien-do esta última la más importante, tan-to para Marx como para Cohén, puescontiene algo muy susceptible de de-

sarrollo: las habilidades y el conoci-miento técnico de los productores.Cohén mantiene en la sección 6 delcapítulo 2 del libro, y según su re-ferencia en «Réplica a Marxismo,funcionalismo y teoría de juegos deElster» (Revista Zona Abierta, nú-mero 33, Madrid, octubre-diciembre1984), que «el criterio correcto paramedir este crecimiento —el conti-nuo desarrollo de las fuerzas produc-tivas— es lo mucho (o, mejor dicho,lo poco) de trabajo que se debe em-plear con unas fuerzas determinadaspara producir lo que se necesita parasatisfacer las ineludibles necesidadesfísicas de los productores inmediatos»(p. 65). Si se trata de medir la capa-cidad productiva, y es de lo que setrata, la cantidad clave es cuánto tiem-po se tarda en reproducir a los pro-ductores, para así conocer la cantidadde «producción excedente» que per-miten dichas fuerzas productivas unavez satisfechas las necesidades de lostrabajadores.

Sobre las relaciones de producción,Cohén precisa que no son otra cosaque la estructura económica de unasociedad, es decir, la base o estructurase compone de la suma o conjunto delas relaciones de producción y hay queentenderlas como relaciones de poderefectivo, pues a cada derecho de pro-piedad corresponde un poder eco-nómico concordante que es el que lohace operativo. De esta descripciónconviene destacar que las fuerzas pro-ductivas se excluyen de la estructuraeconómica, compuesta tan sólo por latotalidad de las relaciones de produc-ción y entendidas éstas como relacio-nes de poder económico del que go-

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zan o carecen las personas sobre lafuerza de trabajo y los medios de pro-ducción.

La superestructura sería el conjuntode instituciones no económicas —des-tacando el sistema legal y el Estado—,que son las que respaldan y hacen es-tables las relaciones de producción;por lo tanto, la sociedad no se apoyaen la ley, sino que es ésta la que seapoya sobre la sociedad y expresa susintereses y necesidades, de acuerdocon la producción existente. La cone-xión entre los tres conjuntos mencio-nados se establece así en el marxis-mo: «Las relaciones de produccióncorresponden al nivel de desarrollode las fuerzas productivas y son, a suvez, la base sobre la que se alza lasuperestructura.» En términos de ex-plicación funcional sería: el nivel dedesarrollo de las fuerzas productivasexplica la naturaleza de las relacionesde producción y éstas, a su vez, ex-plican el carácter de la superestruc-tura.

Cohén mantiene que las principalestesis explicativas del materialismo his-tórico son explicaciones funcionalesporque explican un suceso por el efec-to que origina; así, la superestructuraproduce el efecto de mantener establey unida a la estructura económica yésta permite y controla el desarrollode las fuerzas productivas y afirmaque la explicación funcional está en elcentro del materialismo histórico, aun-que reconoce que también es conve-niente responder a la cuestión de có-cómo exponer las explicaciones funcio-nales del materialismo histórico. De-cir, según las explicaciones funciona-les aportadas por Cohén, que «las es-

tructuras económicas son como sonporque, al serlo, permiten que se ex-panda la capacidad productiva huma-na» y que «las superestructuras soncomo son porque, al serlo, consolidanlas estructuras económicas», no signi-fica aclarar cómo el hecho de que laestructura económica expanda la ca-pacidad productiva explica el carácterde la estructura —o, en su caso, dela superestructura—. Cohén trata dedilucidar los mecanismos causales sub-yacentes a las explicaciones funciona-les en el capítulo 10 del libro, aun-que en la réplica a Elster citada másarriba admita que los marxistas toda-vía no han producido explicacionesfuncionales bien confirmadas.

Estas explicaciones funcionales hansuscitado un amplio debate entre au-tores como Elster, Roemer y Parijs(véase Zona Abierta, núm. 33), y delque se hace eco Ludolfo Paramio ensu estudio «Marxismo y explicaciónfuncional: una reivindicación de la fi-losofía de la historia de Karl Marx»(en Sociología contemporánea. Ochotemas a debate, CIS-Siglo XXI, Ma-drid, 1984). La polémica gira en tor-no a la validez metodológica de la ex-plicación funcional en Ciencias Socia-les y su concreta aplicación al mate-rialismo histórico, a la vez que secuestiona su utilidad. Elster rechazala explicación funcional y propone lateoría de juegos como método inesti-mable para explicar el marxismo, yParijs afirma la validez metodológicadel marxismo funcionalista compatibi-lizándolo con la teoría de juegos. Enla polémica, Cohén mantiene que lateoría de juegos no tiene cabida juntoa la explicación funcional para argu-

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mentar las tesis centrales del marxis-mo, si bien es muy útil con respectoa otras tesis cercanas a lo que es elcentro del materialismo histórico:«cuando pasamos de la inmediaciónde la lucha de clases a su resultadoa largo plazo, la teoría de juegos noaporta ninguna ayuda, porque este re-sultado, para el materialismo históri-co, está regido por una dialéctica delas fuerzas productivas y las relacionesde producción que es el telón de fon-do de la conducta de clase y no esexplicable en términos de ésta» (ZonaAbierta, núm. 33, p. 72).

En todo caso, por encima del de-bate y como él mismo demuestra, in-teresa destacar la importancia del li-bro de Cohén, aunque sólo sea porel hecho de situar al marxismo en tér-minos de estricto materialismo histó-rico, tratando los aspectos ideológicosde la teoría en su justa medida y ha-ciendo constantes llamadas de aten-ción a la importancia del desarrollo dela economía —o, lo que es lo mismo,al desarrollo de las tuerzas producti-

vas—, para poder alcanzar la sociedadsin clases, lo cual, independientementede que llegue o no a producirse, re-quiere inevitablemente que la produc-ción capitalista haya elevado ya laproductividad del trabajo a la alturanecesaria. Sería irrisorio luchar poruna socialización de la riqueza sinque apenas hubiera riqueza que repar-tir. Lejos de presentar una teoría dela revolución, el autor aporta instru-mentos analíticos suficientes paraconstruir una teoría de la Historia jus-tificable desde las Ciencias Sociales.

La interpretación de Cohén sobreel pensamiento marxiano está tan ale-jada de las posiciones del «marxismooccidental» de los años sesenta (se-gún expresión de Perry Anderson),que puede inducir a la revisión deunos enfoques bastante idealistas,muy preocupados por alcanzar la feli-cidad humana en el socialismo, peroolvidándose del estudio de las reali-dades económicas y sociales.

Consuelo LAIZ CASTRO

FERNANDO PÉREZ CEBRIÁN

La Planificación de la Encuesta Social(Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, 1987)

Veinte años después de la publica-ción de El campesino polaco l, uno desus autores, Thomas, reconoció que elcapítulo metodológico del libro se ter-minó de elaborar al mismo tiempo

1 W. I. THOMAS y F. ZNANIEKI, ThePolish Peasant in Europe and America,Knopf., Nueva York, 1927 (v.o., 1918-20).

que se redactaba el informe del es-tudio completo, lo que nos revela queThomas y Znaniécki fueron desarro-llando la metodología de su investiga-ción a medida que avanzaba la misma.Este hecho constituye un indicadorde que incluso en los más celebradosestudios de sociología empírica la im-

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provisación juega un papel muy des-tacado.

En la actualidad, la ausencia de pla-nificación continúa siendo una cons-tante metodológica en la investigacióncientífica, y en particular en la socio-logía, lo que origina múltiples fraca-sos y abandonos.

El libro que presentamos pretendeser una reacción contra esta situación.Así, el profesor Pérez Cebrián co-mienza su obra con la afirmación deque «el abandono de una investiga-ción sociológica en una etapa más omenos avanzada de su realización esun hecho que puede ser constatadocon cierta frecuencia». Y a continua-ción completa: «Aun sin llegar alabandono definitivo, las interrupcio-nes y los retrasos importantes abun-dan» (p. IX).

Si bien la existencia de este tipode problemas es generalizable a todala investigación sociológica, la situa-ción se agrava cuando lanzamos unamirada a la sociología española enparticular. Y no se trata de una fasepasajera que concierna principalmentea los investigadores noveles, sino quese está convirtiendo en un mal en-démico de los profesionales, que noplanifican convenientemente, ya que,aun en los casos en que se conocenlas técnicas adecuadas, la planificaciónno es llevada a cabo con la asiduidadque cabría esperar. Sin duda, contri-buye a este estado de cosas el hechode que la «experiencia» adquirida in-duce a considerar la planificación co-mo algo obvio e innecesario.

Sin embargo, es evidente que, aun-que la investigación científica no hade dejar de lado por completo a la

intuición, la posible influencia modi-ficadora de ésta sobre el trabajo allevar acabo no exime, sino, por elcontrario, refuerza la necesidad deplanificar cuidadosamente la realiza-ción de éste en todas sus fases. Locontrario sólo puede conducir, nor-malmente, a una pérdida de tiempo,medios y esfuerzos. El autor adviertede este peligro e imprime, al mismotiempo, a su obra un carácter eminen-temente práctico y orientador para losprofesionales de la investigación.

El libro del profesor Pérez Cebriántrata de acercarse a la realidad de lainvestigación sociológica de nuestropaís. Y un paso más para ello lo cons-tituye el haber utilizado una encuestatípica como objeto y ejemplo de pla-nificación, ya que, como es bien sabi-do, la mayor parte de los estudios desociología empírica se basan en la téc-nica de la encuesta. Y así, el mayoresfuerzo del libro va dirigido a lograradecuar las técnicas de planificación ala realización de encuestas socioló-gicas.

La escasa bibliografía en castellanosobre planificación de investigacionessociológicas, y más concretamente labasada en la técnica de grafos (quees la referida por el autor), nos hacepensar de nuevo en la poca importan-cia concedida hasta ahora a esta fasede la investigación. En realidad, loque puede ser mencionado en caste-llano a este respecto se reduce a:

— un pasaje de un libro de E. An-der-Egg2, en el que se aboga por la

2 E. ANDER-EGG, Técnicas de Investiga-ción Social, Humanitas, Alicante, 1983, pá-gina 162.

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planificación con grafos, que es con-siderada como «el mejor sistema...para la programación y control decualquier tipo de trabajo que exijaensamblar y acoplar diferentes ta-reas»;

— y, en segundo lugar, existen tresestudios sociológicos, relacionados en-tre sí, en los que se incluye con ciertodetalle una planificación por grafos.El hecho de que estos trabajos hayansido publicados en los años sesentaproporciona una idea del desfase exis-tente en este campo3.

Por lo tanto, no había aparecidohasta el momento un manual especí-fico sobre la aplicación de estas téc-nicas en la investigación sociológica.El interés del libro que presentamosradica principalmente en torno a esteaspecto novedoso. Pero pasemos aconsiderar brevemente el contenidodel mismo.

El texto consta de dos partes fun-damentales. La primera de ellas sepresenta como una introducción a lapWvík^ctó^, \&ckxvdo t^fetmcla ex-plícita a la realización de una encues-ta sociológica. Dividida en tres capí-tulos, el primero de ellos constituyeuna apología de la planificación y pro-porciona, además, una visión de con-junto del estado actual del problema,en particular con respecto a la inves-tigación sociológica en España.

El segundo capítulo está dedicado

3 Caritas Española, Plan de comunicacióncristiana de bienes, vol. II, Euramérica, Ma-drid, 1965, pp. 14 y ss.; A. ALMARCHA yotros, La documentación y organización delos datos de la investigación sociológica,Confederación Española de Cajas de Aho-rros, Madrid, 1969; Informe FOESSA, 1970.

a la presentación de la encuesta, que,como ya hemos dicho, es el objetode la planificación por grafos desarro-llada en el libro. Comienza describien-do las circunstancias concretas de rea-lización de dicha encuesta, que se vana acercar en lo posible a la realidaddel sociólogo en España: investigaciónllevada a cabo, en principio, por unsolo profesional que, con un tiempolimitado, tendrá que hacerse cargo dela realización de todas sus fases. Pos-teriormente se pasa a describir de unaforma somera las etapas de la encues-ta. Esta superficialidad es justificadapor el autor, cuyo interés, dada lanaturaleza de la obra, se centra en eldesarrollo del proceso y no en su ex-posición detallada.

El capítulo tercero es uno de losmás interesantes, pues nos introduceen la técnica de planificación por gra-fo, incluyendo una descripción de lasetapas del proceso correspondiente. Elprocedimiento específico utilizado, elPERT (Program Evaluation and Re-view Technique), de origen norteame-ricano ̂ es desarrollado en su versiónnormal, especificando además una téc-nica simplificada.

Para el autor, el problema de laescasa aplicación de los procedimien-tos de planificación en la investiga-ción actual radica, en parte, en queestas técnicas no son aplicadas consuficiente sencillez, provocando un re-chazo de los potenciales usuarios. Laconsecución de una aplicación sencillaes uno de los objetivos de este libroy por ello la descripción de los pasosde la planificación (elaboración de lalista de tareas, confección del tablerode dependencias de las mismas, cons-

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trucción del grafo, evaluación de laduración del proyecto, ajuste al calen-dario y control del desarrollo del pro-yecto) se basan en una versión sim-plificada del procedimiento PERT,utilizable en proyectos no muy com-plejos, requisito que en muchos casoscumple la investigación sociológica.

Existe un claro dominio de la di-mensión temporal en esta obra, quese hace mucho más patente en su se-gunda parte: «Planificación de unaencuesta sociológica: reducción de suduración». Esta parte consta de doscapítulos cuyo fin principal es demos-trar que el procedimiento de planifi-cación por grafos es el más adecuadoy el que logra la mayor reducción deduración posible, y todo ello sin dañarla calidad del trabajo. Para ello se de-sarrolla la planificación de la encuestapresentada en la primera parte, porel método PERT simplificado, intro-duciendo sucesivamente dos tipos demejoras para disminuir el tiempo em-pleado.

El capítulo cuarto incluye la pri-mera de estas mejoras: el procedi-miento que el autor denomina de «in-tercalación», consistente en que unaparte o la totalidad de una tarea pue-de ser realizada durante el tiempo li-bre existente en otra u otras. Estamejora es la única posible en el su-puesto de que toda la investigaciónsea llevada a cabo por una sola per-sona e implica una planificación pre-via de las intercalaciones posibles.

En el capítulo quinto y último nospresenta la segunda mejora, que, lle-vada a cabo principalmente en la fasede recolección de datos, implica con-tar con la colaboración de otras per-

sonas y permite reducir de forma con-siderable el tiempo empleado en lainvestigación.

Es bien sabido que el cumplimien-to de los plazos de entrega de un es-tudio es una de las pesadillas de losinvestigadores. Con la planificaciónno se consigue única y exclusivamenteun ahorro de tiempo. Este objetivoprincipal implica también otras dosdimensiones importantes: la organiza-tiva y la económica. La planificaciónde las distintas operaciones conlleva,además, la necesidad de clarificar losfines y la metodología del estudio,aunque a menudo ésta no pueda que-dar completamente determinada deantemano.

La formulación de una planificaciónglobal adecuada en un proyecto deinvestigación permite conseguir quecada parte del mismo pueda ser lleva-do a cabo de forma idónea, y obtenerlos mejores resultados posibles encuanto a tiempo, dinero y demás re-cursos humanos y materiales utili-

Conviene añadir aún que la visióngeneral ofrecida por este libro acercade cómo planificar una investigaciónsociológica por encuesta permite en-cuadrarlo bajo la rúbrica de los ma-nuales, en tanto que guía de acerca-miento a estas técnicas y a una racio-nalización de la investigación. El es-fuerzo de síntesis y de simplificacióndel autor ha sido grande, si conside-ramos que el libro consta de pocomás de 160 páginas, fácilmente asimi-lables. En estas condiciones no puedepretenderse exhaustividad, pero resul-ta patente la apertura de una vía para

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profundizar en estas técnicas de de- fesores de metodología de la Facultadmostrada utilidad. de Sociología de Madrid por propor-

El libro queda definido así por su cionar manuales orientativos y básicosinterés práctico, pero esta aportación para el estudiante y para el investi-significa, además, la continuación del gador.esfuerzo que están realizando los pro- Consuelo DEL VAL CID

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