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DLSTlNO SEMANARIO D E F . E . T . y de las J. O. N S., editado por la Delegación de Pren- sa y Propaganda de ,1a Territorial de Cataluña NUM. 93.-25 CTS. 10 de diciembre de 1938. m Año Triunfal LA VICTORIA La democracia española no fué pruJucto casual ni fruto esporádico de los vaivenes políticos, sino el ñn de un lento proceso de desintegración, de pérdida de los altos intereses misionales. Convie- ne tener en cuenta este hecho, y cas4 alentar bajo la influencia de esta enorme tragedia, cuyo clima, paradoja!mente, nos ha de llevar a la única sa- lida posible: a-'una salida de tipo heroico en la cual el abandono no pueda volver a florecer, y se viva con la conciencia del peligro v por tanto en estado de perpetua vigilia contra él. Yerran, fundamentalmente, los que se esca- pan, por comodidad, de ésta versión trágica y difícil del momento presente y se ven con ánimos para resolverlo a breve plazo. La crisis histórica se resuelve sólo con decisiones que sean capaces de ano- tarse en la historia, a largo plazo, y con tan absoluta paciencia en el cometido de la Revolución Nacional como impaciencia para escoger el momento de inaugurar su camino. El problema afecta globalmenie a todo lo que es España, histó- ricamente considerada. Es suicida sacar a relucir problemas de campanario, parciales de una región, totales de una clase determi- nada. Todo está afectado por la falta de alto interés, todo provocado por la inercia, todo en trance de inexistencia; todo ello os, ni más ni menos, resultado de un proceso de hundimiento al que no es po- sible atacar con parciales soluciones. Urge, pues, la conciencia de esta gravedad. xMucho más que es- tarla poniendo de relieve a cada paso para puntualizar sobre hechos concretos que sólo afectan a la generación actual y no a las veni- deras, urge esta visión cósmica de la historia, que no es tampoco la de los que ocultan la realidad cotidiana, la de los trances de tipo político, militar y económico difíciles, debajo del ala opaca y blan- da de la palabrería imperial, tantas veces vacía, y que es tantas ve- ces excusa para la inacción., El problema, pues, no es de casta ni razas, ni de clases, ni de regiones. Es un problema histórico —gravemente histórico— que to- ma estas eventuales manifestaciones, pero que no va vinculado es- trictamente a ellas en su resolución, sino a la misma entraña de la existencia: a la conciencia de que se existe individualmente y se tiene la fuerza suficiente para demostrarlo. Mas, pues, que un momento de vida o muerte, o tanto como ello, el momento presente será aquel en que se determinen las ganas de vivir o las ganas de morir. Y su salida heroica será más la de la superación que que la del pugilato. Vencida la España vieja con nuestra juventud de pueblo fuerte, será preciso entrar de lleno en los caminos de renunciamiento, en los del trabajo y la austeridad y emprender, insensiblemente, por ellos, el anhelo imperial de Isabel y Fernando, que no anunciaron sus propósitos pero que supieron aprovechar la coyuntura que se ofrecía a España. Ganamos y gana para España. FRANCO POR LOS CAMINOS DE TARRAGONA LOS SOLDADOS DE FRANCO PASAN VICTORIOSOS . VEASE, EN PAGINA 3: «ESTA FUE LA BATALLA DEL EBRO Y «CARNET DE FRENTE» E C O S El ejército rojo ha procurado dar una apariencia de cultura a sus mili- cias, instituyendo al cargo de "Mili- ciano de la Cultura", afecto al Cuerpo de Comisarios, que se dedica a dar clases y conferencias a los analfabe- tos. Esto en apariencia. En realidad, el "Miliciano de la Cultura" se dedica únicamente a ser el que escribe, bajo el dictado de los interesados, las car- tas a las familias de los analfabetos, pues éstos se niegan, por regla gene- ral, a asistir a las clases organizadas y -a cumplir los trabajos que aquél les ha señalado. Casi siempre el "Milicia- no de la Cultura" es un veterano de la División que, cansado de guerrear, ha podido hacerse con el "enchufe", aho- rrándose de este modo las guardias en los parapetos y que, por lo tanto, pue- de estarse durmiendo en la chavola toda la noche. Para dar una idea de la cultura de los mandos y comisarios, señalaremos dos casos curiosos. Un capitán de compañía (teniente de graduación, pe- ro que hacía las veces de capitán) tuvo que aprender a firmar para po- de' ascender a teniente, es decir, que llevando los galones de teniente no podía redactar un parte sin la ayuda del "Miliciano de la Cultura". Otro caso verdaderamente demostrativo de la cultura de los comisarios es c! si- guiente: A un amnistiado destinado a la 11 División le obligaron a redactar una carta en nombre de la Unidad sa- ludando a los nuevos reclutas perte- necientes a las quintas del 23 y 24, que se hallaban en Salou haciendo ta instrucción militar. Una vez redactada, hicieron formar a las compañías para que el Comisario de cada una de ellas leyera a todos los soldados el texto de aquella carta. El Comisario de la se- gunda Compañía del cuarto Batallón de la 100 Brigada advirtió a sus sol- dados de la siguiente forma: "Os voy a leer una carta que un compañero vuestro, de la primera Compañía, ha dirigido a los nuevos reclutas. A ver si ponéis atención y entendéis algo". Efectivamente, los pocos que pres- taron atención no entendieron nada, porque el Comisario leía deletreando, saltándose líneas enteras y comiéndose por las buenas alguna palabra. TARÜETA DE VISITA Su excelencia el Embajador En contra < IP las cosiumbTPs diplomáticas, el se- ñor Ruiz Funes no ha dado ningún paso cerca del Ministerio de Negocios Extranjeros para comuni- carle gue se le había dado orden de regresar a su país. Se ha limitado a entregar en el Ministerio, y bajo sobre, su tarjeta de visita con la inscripción P. P. C. (pour prendre congé). (De la «Nation Bclge« del día 3.) Su excelencia el embajador rojo en Bélgica es un mal educado. Como todas las excelencias rojas. Su tarje.a de visita, sobre la mesa del señor Spaak, ha sido un docu- mento revelador,- sus excelencias son unos mal educados. Pasemos por alto el hecho del incumplimien- to de algunos contratos firmados con toda la buena educación por el Gobierno belga, como, por ejemplo, el del carbón a cambio de las na- ranjas; naranjas que todavía son es- peradas en Bélgica. Pero la tarjeta de visita del señor Ruiz Funes es, ni más ni menos, una grosería sati- nada... Y sin embargo, que poco eco ha tenido en España la desaparición por las buenas del señr)r Ruiz Fu- nes. Ni en nuestra España ni en la España roja el acontecimiento ha sorprendido grandemente. Don Ms- riano es aquí conocido. Cordito, calvo y pequeño, con las carnes de color de rosa, recuerda algo así como un cerdo pequeño corriendo de un lado a otro del reducido estercolero republicano. Nunca fué gran cosa más que un profesor de Derecho Penal, terror de examinandos, si- lencioso roedor de uñas entre el ar- ticulado de la Constitución y las doctrinas de Lombroso. ¿O'J.ién le propondría a don Mariano la pape- leta belga? ¿Bélgica?, diría él. Pero al fin y al cabo se decid:ó por Bé1- gica. Bien le pagaba don Manuel Azaña.- primero aquellas du'ces can- didaturas por Vizcaya, y luego esta Embajada paradisiaca, lejos del trueno del cañón, de su difícil po- sición de teórico del Derecho Penal en un país donde se acababa de acordar que esta disciplina era per- fectamente inútil. ¿Quién no ha visto a Ruiz Funes pasear en lando por las calles de Murcia, recibiendo saludos a dies- tro y siniestro y contestándolos con una ligera sonrisa de escéptico? ¿Y quién no le ha visto comer choco- late en la chocolatería de su herma- no, el chocolatero de Murcia, o pa- sear su demagogia triste por el Ma- lecón, en espera de la prebenda que nunca llegaba? Muchos soy, ¡ay!, los que no le han podido ver así... El privilegio del cerdito en plena felicidad pueblerina sólo han conse- guido obtenerlo media docena de viudas tardías y un centenar de exa- minandos de Derecho Penal, dis- puesíos siempre al sombreretco dis- tinguido, al paso de la carroza del procónsul ministerial por territorios de la huerta. Para el resto queda e' espectáculo de su excelencia el em- bajador de Bélgica; espectáculo de hombre retirado a una soledad bel- ga llena de lionesas de nata y sen- timentalismos para el heroico rey Alberto; lejos del Malecón y de las pútridas tabernas de dieces de vino negro; lejos de aquellos molestos días en que, a las once y cuarto ^e la mañana, desde el exterior de los ventanales de la Universidad de Murcia, se oía su voz exclamar: —" ...violación, escalo, noctur- nidad..." Agravantes con los que supo fa- miliarizarse prontamente. cm.

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DLSTlNO S E M A N A R I O D E F . E . T .

y de las J . O. N S., editado

por la Delegac ión de Pren­

sa y Propaganda de ,1a

Territorial de Cataluña

NUM. 93.-25 CTS.

10 de diciembre de 1938.

m A ñ o T r i u n f a l

LA VICTORIA La democracia españo la no fué pruJucto casual

ni fruto esporádico de los vaivenes políticos, sino el ñn de u n lento proceso de desintegración, de pé rd ida de los altos intereses misionales. Convie­ne tener en cuenta este hecho, y cas4 alentar bajo la influencia de esta enorme tragedia, cuyo clima, paradoja!mente, nos ha de llevar a la ún ica sa­lida posible: a-'una salida de tipo heroico en la cual el abandono no pueda volver a florecer, y se viva con la conciencia del peligro v por tanto en estado de perpetua v ig i l ia contra él.

Yerran, fundamentalmente, los que se esca­pan, por comodidad, de és t a versión t rág ica y difícil del momento presente y se ven con án imos para resolverlo a breve plazo. La crisis his tór ica se resuelve sólo con decisiones que sean capaces de ano­tarse en la historia, a largo plazo, y con tan absoluta paciencia en el cometido de la Revolución Nacional como impaciencia para escoger el momento de inaugurar su camino.

El problema afecta globalmenie a todo lo que es E s p a ñ a , his tó­ricamente considerada. Es suicida sacar a relucir problemas de campanario, parciales de una región, totales de una clase determi­nada. Todo es t á afectado por la falta de alto interés , todo provocado por la inercia, todo en trance de inexistencia; todo ello os, n i más ni menos, resultado de un proceso de hundimiento al que no es po­sible atacar con parciales soluciones.

Urge, pues, la conciencia de esta gravedad. xMucho m á s que es­tarla poniendo de relieve a cada paso para puntualizar sobre hechos concretos que sólo afectan a la generación actual y no a las veni­deras, urge esta visión cósmica de la historia, que no es tampoco la de los que ocultan la realidad cotidiana, la de los trances de tipo polít ico, mi l i t a r y económico difíciles, debajo del ala opaca y blan­da de la pa l ab re r í a imperia l , tantas veces vacía , y que es tantas ve­ces excusa para la inacc ión . ,

E l problema, pues, no es de casta ni razas, n i de clases, n i de regiones. Es un problema his tór ico —gravemente his tór ico— que to­ma estas eventuales manifestaciones, pero que no va vinculado es­trictamente a ellas en su resolución, sino a l a misma e n t r a ñ a de la existencia: a la conciencia de que se existe individualmente y se tiene la fuerza suficiente para demostrarlo.

Mas, pues, que un momento de vida o muerte, o tanto como ello, el momento presente será aquel en que se determinen las ganas de v i v i r o las ganas de mor i r . Y su salida heroica será más la de la superac ión que que la del pugilato. Vencida la E s p a ñ a vieja con nuestra juventud de pueblo fuerte, s e r á preciso entrar de lleno en los caminos de renunciamiento, en los del trabajo y l a austeridad y emprender, insensiblemente, por ellos, e l anhelo imperial de Isabel y Fernando, que no anunciaron sus propós i tos pero que supieron aprovechar la coyuntura que se ofrecía a E s p a ñ a .

Ganamos y gana

para

España. FRANCO

POR LOS CAMINOS DE TARRAGONA LOS SOLDADOS DE FRANCO PASAN VICTORIOSOS .

VEASE, EN PAGINA 3 : «ESTA FUE LA B A T A L L A D E L EBRO Y «CARNET D E FRENTE»

E C O S El ejército rojo ha procurado dar

una apariencia de cultura a sus mili­cias, instituyendo al cargo de "Mil i ­ciano de la Cultura", afecto al Cuerpo de Comisarios, que se dedica a dar clases y conferencias a los analfabe­tos. Esto en apariencia. En realidad, el "Miliciano de la Cultura" se dedica únicamente a ser el que escribe, bajo el dictado de los interesados, las car­tas a las familias de los analfabetos, pues éstos se niegan, por regla gene­ral, a asistir a las clases organizadas y -a cumplir los trabajos que aquél les ha señalado. Casi siempre el "Milicia­no de la Cultura" es un veterano de la División que, cansado de guerrear, ha podido hacerse con el "enchufe", aho­rrándose de este modo las guardias en los parapetos y que, por lo tanto, pue­de estarse durmiendo en la chavola toda la noche.

Para dar una idea de la cultura de los mandos y comisarios, señalaremos dos casos curiosos. Un capitán de compañía (teniente de graduación, pe­ro que hacía las veces de capitán) tuvo que aprender a firmar para po­de' ascender a teniente, es decir, que llevando los galones de teniente no podía redactar un parte sin la ayuda del "Miliciano de la Cultura". Otro caso verdaderamente demostrativo de la cultura de los comisarios es c! si­guiente: A un amnistiado destinado a la 11 División le obligaron a redactar una carta en nombre de la Unidad sa­ludando a los nuevos reclutas perte­necientes a las quintas del 23 y 24, que se hallaban en Salou haciendo ta instrucción militar. Una vez redactada, hicieron formar a las compañías para que el Comisario de cada una de ellas leyera a todos los soldados el texto de aquella carta. El Comisario de la se­gunda Compañía del cuarto Batallón de la 100 Brigada advirtió a sus sol­dados de la siguiente forma: "Os voy a leer una carta que un compañero vuestro, de la primera Compañía, ha dirigido a los nuevos reclutas. A ver si ponéis atención y entendéis algo".

Efectivamente, los pocos que pres­taron atención no entendieron nada, porque el Comisario leía deletreando, saltándose líneas enteras y comiéndose por las buenas alguna palabra.

T A R Ü E T A D E V I S I T A

Su excelencia el Embajador

En contra <IP las cosiumbTPs d ip lomát icas , el se­ño r Ruiz Funes no ha dado n ingún paso cerca del Minister io de Negocios Extranjeros para comuni­carle gue se le hab ía dado orden de regresar a su pa ís .

Se ha l imitado a entregar en el Ministerio, y bajo sobre, su tarjeta de visita con la inscripción P. P. C. (pour prendre congé).

(De la «Nation Bclge« del d ía 3.)

Su excelencia el embajador rojo en Bélgica es un mal educado. Como todas las excelencias rojas. Su tarje.a de visita, sobre la mesa del señor Spaak, ha sido un docu­mento revelador,- sus excelencias son unos mal educados. Pasemos por alto el hecho del incumplimien­to de algunos contratos firmados con toda la buena educación por el Gobierno belga, como, por ejemplo, el del carbón a cambio de las na­ranjas; naranjas que todavía son es­peradas en Bélgica. Pero la tarjeta de visita del señor Ruiz Funes es, ni más ni menos, una grosería sati­nada...

Y sin embargo, que poco eco ha tenido en España la desaparición por las buenas del señr)r Ruiz Fu­nes. Ni en nuestra España ni en la España roja el acontecimiento ha sorprendido grandemente. Don Ms-riano es aquí conocido. Cordito, calvo y pequeño, con las carnes de color de rosa, recuerda algo así como un cerdo pequeño corriendo de un lado a otro del reducido estercolero republicano. Nunca fué gran cosa más que un profesor de Derecho Penal, terror de examinandos, si­lencioso roedor de uñas entre el ar­ticulado de la Constitución y las doctrinas de Lombroso. ¿O'J.ién le propondría a don Mariano la pape­leta belga? ¿Bélgica?, diría él. Pero al fin y al cabo se decid:ó por Bé1-gica. Bien le pagaba don Manuel Azaña.- primero aquellas du'ces can­didaturas por Vizcaya, y luego esta Embajada paradisiaca, lejos del trueno del cañón, de su difícil po­

sición de teórico del Derecho Penal en un país donde se acababa de acordar que esta disciplina era per­fectamente inútil.

¿Quién no ha visto a Ruiz Funes pasear en lando por las calles de Murcia, recibiendo saludos a dies­tro y siniestro y contestándolos con una ligera sonrisa de escéptico? ¿Y quién no le ha visto comer choco­late en la chocolatería de su herma­no, el chocolatero de Murcia, o pa­sear su demagogia triste por el Ma­lecón, en espera de la prebenda que nunca llegaba? Muchos soy, ¡ay!, los que no le han podido ver así... El privilegio del cerdito en plena felicidad pueblerina sólo han conse­guido obtenerlo media docena de viudas tardías y un centenar de exa­minandos de Derecho Penal, dis-puesíos siempre al sombreretco dis­tinguido, al paso de la carroza del procónsul ministerial por territorios de la huerta. Para el resto queda e' espectáculo de su excelencia el em­bajador de Bélgica; espectáculo de hombre retirado a una soledad bel­ga llena de lionesas de nata y sen­timentalismos para el heroico rey Alberto; lejos del Malecón y de las pútridas tabernas de dieces de vino negro; lejos de aquellos molestos días en que, a las once y cuarto e la mañana, desde el exterior de los ventanales de la Universidad de Murcia, se oía su voz exclamar:

—" ...violación, escalo, noctur­nidad..."

Agravantes con los que supo fa­miliarizarse prontamente.

c m .

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Comentario Veinte de noviembre

El aguinaldo del combatiente Día de Navidad, fiesta cristiana,

fiesta familiar que entregas, envueltos en tus horas apretadas de nieve y frío, los más puros recuerdos del cálido ho­gar al que se encuentra solo, al que se encuentra apartado de los seres queri­dos. Por el amor sagrado de España va a ser éste el tercer año que la ju­ventud-de la Patria se ve privada del sereno recogimiento de este día hoga­reño. Ellos hacen posible a los españo­les que desarrollan sus actividades en la retaguardia el sereno disfrute de una paz, parecida a la que vino a anunciar el ángel en aquella noche de diciembre llena de luz. Deuda incon­mensurable la que con ellos tenemos contraída, y la gratitud de los españo­les debe hacer espontánea entregando cada cual su pequeño donativo. Tene­mos el deber moral de hacer sentir ni combatiente en esta nodie memorable la estrecha unión y comprensión que existe en la gran familia española, pur­gada de odios fraticidas y unida para siempre bajo el signo de la nueva era nacional. Si queda todavía en nuestra conciencia una pequeña parte de dig­nidad, ella-será el acicate que los esti­mule en la patriótica emulación de no ser los últimos en llevar al frente, nuestro aliento y nuestro regalo.

La cuestación patriótica deF Agui­naldo del Soldado, que se cierra él 10

del presente diciembre, ha dado este año un resultado consolador. Con todo, cabe destacar rasgos ejemplares, unos de carácter general y otros par­ticular. No soy yo el que apunto el dato; fué el señor ministro del Inte­rior, don Ramón Serrano Suñer, quien hizo resaltar la generosidad de los hu­mildes, de los modestos trabajadores, en contraste quizá con las grandes in­dustrias y potentados que, aunque con honrosas excepciones, no han sabido comprender plenamente la delicadeza de este obsequio de gratitud a nues­tros héroes, al que ellos están más obligados, si cabe, que el resto de los españoles. ¿Incomprensión del sacri­ficio de nuestros combatientes...? ¿Egoísmo...? ¿Falta dé amor pa­trio...? No sé, pero hacemos constar" el hecho haciendo resaltar la genero­sidad y adhesión del humilde a esta Revolución Nacional, nacida para re­dimir de una vez para siempre, dentro de la religión y tradiciones patrias, a la gran masa del pueblo español.

Como ejemplo particular ponemos ante los ojos de la| provincias españo­las el ejemplo de Vizcaya, que apor­ta más de un millón de pesetas a este patriótico fin. El entusiasmo de Vizca­ya, tan patente en las industrias como en los modestos trabajadores, ha teni­do rasgos verdaderamente conmovedo­res, como el de los niños que acuden a uno de los comedores de Asistencia Social, que han entregado una canti­dad que sobrepasa a las 1.000 pesetas, obsequio de unos niños desvalidos a los héroes que les han libertado de ser exportados a Rusia, a los héroes que, como ellos, no pueden disfrutar en la Nochebuena del ambiente acogedor del hogar.

R. RUIZ

Este ú l t imo veinte de noviembre ante la Puerta de PeJIejena' veía lla­gar a las dignidades del Estado, a las j e r a r q u í a s de l Movimiento, a los re­presenta ntes.ejctranjeros, envueltos en Ja l luvia de -ün d ía inverna l . El frío era vivo y la J l uv i a ca ía revuelta por un viento helado. Les capotes y los abrigos los alzaba el viento. El públ i ­

co estaba encuadrado en la plaza, al lá lejos. E n el silencio denso la mús ica r e n d í a honores. 6onaba honda y dis­t inta en la obscura sonoridad de un crudo frío. Los dignatarios s u b í a n la

escalinata graves, solos con sus a c o m p a ñ a n t e s o en pequeños gru­pos. El silencio y el frío pesaban sobre Burgos, cerrado por nubes bajas y grises. E l otoño daba paso al invierno en este d í a de recor-danza de una fecha triste.

Asi ve íamos , acongojados en Burgos la m a ñ a n a del segundo ani­versario de la muerte de José Antonio. Luego comenzó la ceremonia religiosa en la Catedral enlutada, m á s tarde el Caudillo di jo su nom bro y oyó ¡ P r e s e n t e ! ;

Ionio. ¿Cuá l iba a ser el resultado? Los diarios de Alicante me dije­ron dos d ías o tres — m i recuerdo se hace confuso— de las inciden­cias, de las acusaciones y de su defensa. Leí en ellos a lgún comen­tario. Marché de Alicante sin conocer n i la sentencia, n i menos su ejecución, realizada al amanecer del día de m i marcha.

Aun recuerdo el color del d ía de su muerte. ¡Aquel los días para­dos-en la serenidad de un t ib io otoño m e d i t e r r á n e o ! Y o estaba en Alicante por aqué l l a s fechas preparando m i evasión. H a b í a hecho largo viaje para llegar, hab ía corrido aventuras, me m a n t e n í a la es­peranza de encontrar en su puerto cierto buque que debía sacarme de la E s p a ñ a roja. Cuando l legué el buque h a b í a zarpado. Tuve que esperar en Alicante otra posibil idad. Anduve por sus calles y v i se­siones y m á s sesiones de cine, en busca de su acogedora obscuridad. No sé, exactamente, cuales fueron mis pasos allí y c ó m o v i pasar tantas horas muertas e inquietas. Me sostenía el afán de hui r , me sostenía t a m b i é n l a terrible curiosidad. M a d r i d estaba embestido y la Universitaria se tomaba entonces, aunque los internacionales de­fendían ya la capital . Pasaron en varios trenes, con otros refuerzos una larga noche que pasé en vela en Chinchi l la , obligado por las combinaciones y los retrasos. Pasaron ante m i impotencia. Y con el interés del que es t á por l ibertar , que tiene su vida en peligro, leía entonces los modestos diarios locales tratando de interpretar por lo que decían y callaban lo que era la realidad lejana y e n t r a ñ a b l e en la que se deba t ía el porvenir de España .

Me sostenía este interés y otro más , el del proceso contra José A n -

La tarde del 19 salí de paseo, dejé la Catedral y su barrio y seguí calle arriba. Allí hay un mirador sobre el mar bajo el que corren el tren y la carretera ; me acodé en él, largo rato. La arena amari l la de la playa se ve abajo; d e t r á s a mis espaldas estaba el monte calvo y pardo que sostiene el castillo. Allí estaba preso José Antonio. Si él hubiera podido ver el mar lo hubiese visto como le vi aquella tarde dulce. El mar apenas si alentaba. Sus olas eran tan mansas que ni espuma^ mecían . iEstaba el mar bri l lante con sus azules plateados y cobalto, en caíriia'. P ú r ó ' y ffío en la tard^ ' t ibia . En el cielo no había nube : sólo lo e m p a ñ a b a n nubecillas transparentes. Cayó la tarde obscureciendo lentamente, .el cielo luego se i l u m i n ó todo con los ro­jos de un sol de otoño maduro, los l ími tes del mar y cielo se hicieron

tiernamente rosas. Las casas blancas se hfeieroh rojizas, alguna pal­mera se veía r íg ida , y el mar —al f i n — fué opaco. Cayó la tarde y se l evan tó un viento fresco.

José Antonio no debió ver aquel mar sereno, pero conoció la se­renidad de aquella tarde. Aún la m á s p e q u e ñ a celda, desde su más p e q u e ñ o ventano, ver ía aquel cielo de azul puro . José Antonio pudo verlo, como yo le vf. El tuvo la suprema serenidad, en aquellas horas ú l t imas . Una serenidad como la de aquel mar y aquel cielo aquella tarde. F u é hasta el ú l t imo minuto hombre. Testigos de ello sobran, y su testamento es el m á s claro de entre ellos.

A lá m a ñ a n a siguiente e m b a r q u é . Temprano llegué al muelle. Nada sab ía de la tragedia ocurrida aquella m a ñ a n a . No supe nada de la muerte que José Antonio padeciera. Insconsciente de ella, in­quieto por raí y por el desenlace de mi aventura, l legué al muelle y pasé las ú l t imas e interminables formalidades. Se hab ía levantado viento, cor r ían algunas nubes y el mar se h a b í a hecho g r i i . Hacía fresco, ya de otoño. Embarcamos, permanecimos muchas horas en el puerto, hasta que a la ca ída de la tarde salimos de Alicante. No fué aquel poniente como el d í a anterior hab ía sido. Aqlxel día, que fué el ú l t imo que José Antonio vivió, cuando el cielo tuvo i.'dos los colores tiernos de un sereno atardecer med i t e r ráneo . . .

J . VALDESA N TORO

Los doscientos maestros españoles que por casi dos meses han tomado parte activa en la vida, italiana, asis­tiendo en Roma al "Curso Informati­vo" para ellos organizado, han dado por terminados sus trabajos. El perió­dico "La Tribuna", refiriéndose al so­lemne acto de clausura del curso que tuvo lugar en la Exposición Antárqui-ca del Minera!, escribía lo siguiente:

"La clausura del "Curso Informati-i vo" ha tenido el significado de una nueva manifestación de solidaridad en­tre Italia y España, pues en ella ha participado la Misión que el Genera­lísimo Franco ha enviado a Roma pa­ra este objeto, haciéndola presidir por Pilar Primo de Rivera—la hermana de José Antonio—, que es la personali­dad femenina más destacada en la Es­paña Nacional.

Y no menos significativo es el hecho de que con Pilar Primo de Rivera ha­yan asistido al acto Carmen icaza, di­rigente de los Servicios de Propaganda de Auxilio Social, Carmen Werner, di­rectora de las Organizaciones Juveni­les Femenidas, y personalidades de la literatura y del periodismo de España tan relevantes como José María Pe­inan, Eugenio Montes y Dionisio R¡-druejo, director del Servicio de Pro­paganda del Estado. Tanto en la per­manencia en Roma de los 200 maes­tros españoles, como en la presencia de tan autorizada embajada, los ita­lianos vemos una manifestación que no sólo traspas los límites de la solida­ridad entre las dos naciones, sino que tiene la significación de una profunda identidad en los conceptos de la edu­cación de las nuevas generaciones".

En el citado periódico se comentan a continuación los discursos pronun­ciados durante el acto, y al referirse a las palabras que pronunció el cama-rada Dionisio Ridruejo, las comenta en estos términos: "Fué un discurso lleno de pasión el que pronunció este repre­sentante de la juventud de España, y en él recordó todos los vínculos del pasado que han unido a los dos pue­blos, subrayando todos los rasgos co­munes entre Italia y España. Sobre

todo, hizo notar que en la España de hoy se da el mismo anhelo profundo hacia el porvenir de potencia, de in­dependencia espiritual, de unidad na­cional que fueron las bases de la Re­volución de las Camisas Negras. Dio­nisio Ridruejo habló con infinita ad­miración de la Italia de Mussolini, re­cordó todos los testimonios de la-ma­jestad de Roma que existen en España, declaró cuán profundo es el amor de la España de Franco a esta Italia que a las primeras señales de la revolu­ción falangista se puso al lado de la nación hermana y que tantos hijos su­yos ha sacrificado por la victoria. Y ha dado las gracias a Italia por haber da­do hospitalidad fraternal a los maes­tros españoles y ha concluido diciendo que será indisoluble para siempre la solidaridad entre las dos naciones".

La voz autorizadísima de Dionisio Ridruejo representó en Italia el pro­fundo sentir de todos los españoles.

En el "slogan" de que los rojos lu­chan por la Independencia de España tiene tema adecuado la propaganda que se difunde desde Barcelona, para poner a prueba su capacidad de de­formación de la realidad y de embuste. Lástima grande, para ellos, que se ol­viden a veces de la simulación persis­tente que todos sus actos requieren para que de ellos no se infiera, con facilidad demasiado cómoda, la false­dad de sus actitudes. Así vemos, por ejemplo, que en la zona roja se anun­cia que el "Bureau" político de! Co­mité Central del Partido Comunista tomó el acuerdo, en su última reunión, de celebrar la Conferencia Kacional

del Partido el día primero de febrero, en Madrid, y que "para ayudar a la comprensión de todos los problemas y como acción política importante", ¡os militantes del partido tendrán que do­cumentarse con el material que, al efecto, determina de la manera si­guiente: revista "Nuestra Bandera", "Revista Internacional Comunista", manifiesto de la internacional Comu­nista "7 de noviembre"; artículo de D i m i t r o f f del 17 de noviembre: 'Frente Popular en todo el Mundo", Informe de Dimitroff en el Vil Con­greso de la Internacional Comunista, y la Historia del Partido bolchevique.

Material, como se ve, qiíe guarda una curiosa relación con la empresa de ta independencia de España- Sólo falta que nós digan si aquella bandera que da nombre a la revista citada "Nueva Bandera", es la que debe presidir toda empresa que se tenga por nacional, o es la de quienes se han creído siempre con la misión de implantar, en cualquier país que sea, el internacionalismo que dicta el Co-mintern.

En la "Révolution Prolétarienne", a la que no podrá acusarse de fascista, Ster. Nhair da algunos detalles sobre lo que ocurre en España roja.

Las cárceles están llenas: "Esos hombres están retenidos en la

cárcel por orden gubernativa. La ma­yor parte de ellos nada han hecho: muy a menudo están allí por simple denuncia. Los responsables de ciertos delitos, que sirven de pretexto para mantener en prisión a inocentes, han

tenido buen cuidado de tomar las de Villadiego... Las organizaciones—FAI. C. N , T., porque las otras o-no tie­nen prisioneros (partidos republica­nos) o no tienen existencia legal (P. O. U. M. ) , o no se ocupan de sus miembros detenidos, n obtienen su l i ­beración por otras vías (partido co­munista)—anarquistas o anarcosindi­calistas han constituido comisiones ju­rídicas. Pero los españoles- están ircos-tumbrados a ir a la cárcel, y la acti­vidad de esas comisiones es nula o in­operante. Finalmeme, se ocupan poco —importa decirlo—de los extranjeros encarcelados. N i el cónsul Je Frau­da tiene influencia. He eouocdo .t jóvenes, desertores de hs brigadas y en edad de servir a Francia, que fue­ron a ver al cónstrl para hacerse repa­triar. Este Ies enviaba a la po'ícía es­pañola, que Ies detema como deserto­res. La deserdón es el único medio de salir del ejército. Así, Jóvenes milicia­nos llamados a prestar servido en Francia, debían elegir entre ser deser­tores en España o prófugos en Fran­cia. El cónsul acababa por salirse con la suya cuando no había ningún de­lito verdadero o inventado, y esto no sin negociaciones humillantes. Hay-franceses inocentes que están en la cárcel de Barcelona; el cónsul no se ocupa de ellos, porque no tienen de­beres militares que cumplir, y se pu­dren, algunos de ellos arbitrariamente, en los calabozos desde hace seis me­ses.

Cuando los propios comunistas nos cuentan estos hechos, es difícil imagi­nar la exacta situación de la zona ro­ja, donde la vida no tiene precio y la ley ha sido substituida por el más es­pantoso de los terrores.

I m p r e n t a F. E. T . - -Burgos

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I A HISTORIA QUE HACEMOS

Esta fué la batalla del Ebro TRES FASES

Podemos distinguir perfeciamente tres momentos en la batalla del Ebro:

uno, de contención del enemigo y «• beracióa de las indispensables vías de comunicación, buscando la estabiliza-cióo del ataque rojo desde posiciones> cómodas; otro, de desgaste del con­trarío y búsqueda de-una zona sufi­cientemente amplia para poder desde ella dar la batida final, y otra, en la que realmente se maniobra amplia­mente hasta conseguir el total triunfo.

PRIMERA FASE

Se libera la carretera de Pobla a Candesa, consiguiendo ast poder abas­tecer la zona norte. Se ocupa la ma­yor parte de la sierra de Pandols y el Puig Caballé, con lo que Candesa que­da a salvo de un ataque por la es­palda, y se garantiza ampliamente la carretera de Praf de Compte a Qier-ta, ocupando posiciones a vanguardia del vértice Rey y estribaciones. La lí­nea del frente es aproximadamente en este momento la señalada en el gráfi­co por puntos. Clave de esa línea: Candesa, nudo vital de comunicacio­nes. Por eso los rojos trataron a inda costa de apoderarse de ella, y como la ocupación de Candesa supone 'a de las sierras que la dominan, 'a lucha más encarnizada ocurrió en la sierra de Pandols, donde la Cuarta División de Navarra desalojó, metro a metro, al enemigo, después de durísimos cora-bates. Quedó en nuestro poder la ca­si totalidad de esa sierra y el Puig Ca­ballé. Así quedó paralizada y rota la gran ofensiva marxista.

SECUNDA FASE

Meses de septiembre y octubre. Ca­lor y moscas. Vides. Batalla de muni­ciones. Pinares que desaparecen. Trin­cheras, refugias, obras de toda clase.

Máquinas, artillería, tanques. De Candesa parte una nube de

humo hacia Corbera., En flecha se consigue la ocupación de este pueblo, completada en días sucesivos hasta el vértice Aguja, en la sierra de Lavall de las Torres. Ahora se extiende ei frente por el flanco izquierdo, desde el Caeta hasta Corbera. Finalmente, se profundiza hasta dominar la Venta de Camposines, y de este punto a Mora. El Coll del Coso es clave del avance. Queda el frente según la linea de tra­zos, a'*»-

Es la fase más dura y tenaz. Loma a loma. Cada trinchera "es persistente­mente defendida por las vecinas. Bom­bas de mano. Los partes oficiales son breves. Pero ese gran triángulo rayado permite situar en él fuerzas de toda clase que darán en su día el asalto de­finitivo.

TERCERA FASE

Del 30 de octubre al 16 de noviem­bre. Rápida y triunfal.

Se ocupan, sucesivamente, la sierra de Caballas, el cerro de San Marcos y la parte irredenta de Pandols. Los dos primeros objetivos se toman de frente; el tercero en la dirección misma de la sierra, a su largo. Véanse las flechas.

Las fuerzas de Caballs y San Mar­cos continúan su avance, cruzan la ca­rretera de Candesa a Pinell y Mora y alcanzan el río, en el vértice LUxen, dominando Miravet. Las fuerzas de Pandols entran en Pinell, limpiando una gran bolsa.

En avance posterior se llega hasta la carretera de Camposines a Mora. Termina asi la primera etapa de esta tercera fase.

Las fuerzas próximas a Camposines avanzan sobre la Picosa, ocupándola en la dirección de esta sierra. Se ocu­pa la de Chercún, y por el llano se lle­ga a Benisanet y Mora, que se-reba­san. Se sube al Aguila y a la sierra de las Perlas, en marcha de flanco. Que­da dominada la carretera de Camposi­nes a Aseó, y este propio pueblo. Toda la zona sur está en nuestro poder. Fin

de la segunda etapa de la tercera fase

de la batalla del Ebro.

La linea entre Villalba y Camposi­

nes despliega de derecha a izquierda.

Simultáneamente remontan otras fuer­

zas desde la sierra de Chercún, al este

de Fatarella. El 13 de noviembre es

ocupado el vértice Paumeres. El 14 cae

Fatarella, quedando virtualmente en

nuestro poder todas las alturas que do­

minan la zona Ascó-Flix-Ribarroja. El

16 de noviembre queda limpia esa

zona de enemigo. Las últimas fuerzas

se descuelgan desde Les Valencians a

Ribarroja.

h emente Girbera y toda esa faja ra­

yada del gráfico. Faja dura de con­

quistar y difícil de retener antes del

30 de noviembre. Realmente, la linea,

luego de ocupar Caballs, debía haber

quedado de esta forma: Miravet-Ali-

¡ja-Camposines. Pero el enemigo, des­

hecho en la segunda fase y sorprendi­

do y desconcertado en Caballs, se re­

tira rápidamente, sin pretender defen­

derse en la Picosa, el Aguila, las sie­

rras de Chercún y las Perlas. Estos

macizos, desbordados por otra pane

por el sur, hacia Benisanet y Mora,

caen fácilmente.

»»»»•»

G » o c . i »

M \ S M * t 1

¿Por qué ha pasólo tan rápidamen­te esta tercera fase? Ya hemos dicho que la posesión de los macizos centra­les trae por consecuencia el dominio de las dos zonas contiguas, norte y sur. Pandols y Puig Caballé garanti­zan Candesa, Villalba, Pobla de Ma-saluca, Prat, Cherta. De la misma for­ma el Caballs permite el triunfo so­bre Pinell y Miravet y despeja favora-

de freni Vienen—los pasados—con las car­

teras repletas. Casi todas mugrientas y con un tirante de goma que las oprime.

i Por Dios que no se cayese algo! Carteras de revolución y guerra. Carteras de épocas en que un "va­

le", "pase" o un certificado es la vida o la muerte. Carteras de tiempos en ' que uno se asegura a los documentes como los marineros al velamen. Sin ellos se naufraga. "Por el Comité: el Comité"'. Documentos que son verda­deras mortajas del idioma. Las juntas de Vallecas o del Caldeiro—ex grupo escolar—son las virtuosas de las fal­tas de ortografía. Faltas que carecen de gracia campesina, faltas por exceso y no por omisión, faltas de analfa­beto pedante. Léase socialista.

Billetes, muchos billetes. Carteras de pobres... con billetes, "Made in En-gland", como las de las de los millo­narios. Dinero líquido, pero en estado gaseoso: miles de pesetas que sirven para no comprar nada. Nuevos tene­dores de marcos para empapelar pa­redes. Fajos de billetes como tú, lec­tor, no habías visto nunca—y para que te consueles, te diré que yo tam­poco—en auel "illo tempore" en que los billetes con la rendición de Breda eran algo más que reproducciones ar­tísticas en litografía londinense.

• • •

Dos cosas en las carteras de los pa sados me hacen saltar las lágrimas; las cartas y los retratos.

Cartas... con noticias ¿políticas? ¿bélicas? ¿internacionales...?

iOh, no!; todo eso es pasajero. Eso no son noticias para los campesinos. Y los campesinos, señores, son los que forman la inmensa mayoría de .soldados de primera línea en esta gue­rra y. . . en todas.

¿Y cuándo se reconocerá este he­cho?

La revolución salió de los focos in­dustríales i podridos! La guerra la wi-ceñios con campesinos.

¡Inspira tanto respeto una carta de éstas! Unas cartas que amenudo tie­nen la belleza de una página de las Ceórgicas de Virgilio. Unas cartas que desde la lejana retaguardia roja nos llegan a nosotros como clamores eter­nos de la tierra. De la tierra que por todas partes es España. De la tierra que, allá o acá, está trabajada por es­pañoles. Por españoles campesinos.

Dios, en su inmensa sabiduría, tie­ne entre su vera a los que han tra­bajado la tierra con sus manos. El oficio más humano y el más querido por Dios. De él sólo rehuyen razas anatemizadas: los judíos.

Noticias sobre estado del campo — las aceitunas, ahora—y salud pecua­ria—los cerdos que se alimentan por su cuenta y riesgo—. He aquí lo que surge de las entrañas de la España roja. De las entrañas de la España eterna.

"—S'iil'riis Antonio que Berta — la vaca—ha parido. Sabrás que estuvi­mos a punto de que se nos muriese y que me pasé un día llorando. Tu padre, a pesar de sus setenta años, sa­le al campo y se sube a los árboles, con las tijeras. Dice que está más fuerte que un mozo, pero el día me­nos pensado se nos morirá. Escribe ni, pero no a lápiz, que aquí no hay quien te entienda. Te mandaremos un paquete. ¿Pero llega? No des nada a los compañeros, todo para tí. Cada palo que aguante su vela".

Su poco de egoísmo... el padre que morirá podando los árboles por falta del hijo...

La tragedia es inmensa. Irreparable. Pero los árboles no se quedarán sin podar.

¿Pero y los retratos? Las caras redondas de los crios; las

de las esposas con trajes domingueros y alguna que otra novia con sonrisa plagiada de la Carol Lombard...

Sus figuras—perdidas entre los bi­lletes y documentos—llegan a nuestra zona en la instantánea del papal.

Es un adelanto, una degustación, con los retratos viene algo de su es­píritu. Un tanto a cuenta.

C. A

(Frente de Madrid. Diciembre 38).

Realmente temiina aquí la batalla. La zona Fatarella-Ascó-Flix es difícil­mente defendida de flanco. Alrededor de Fatarella existe un inmenso campo atrincherado que no dudamos en de­cir no conoció rival en toda la cam­paña. Pero de él al río nada se forti­ficó. Y ese campo peligra de envolvi­miento a través de la carretera de Camposines a Aseó y en sentido as­cendente. Por eso se abandona.

El ejército marxista creyó infran­queable el Caballs: él sólo se defendía. El campo de Fatarella, en cambio, ne­cesitaba ser fuertemente defendido: allí se dieron compañía las mejores brigadas de fortificación. Y fué como ellos suponían, pero iodo lo contrario. FINAL

Quisiera esquivar todo lirismo. Esta es una simple narración. El

vulgo ha visto la batalla del Ebro como un hecho más. Sobran cantos de vic­toria y resultan presuntuosos alardes de crítica militar. Pero la batalla del Ebro no ha sido un hecho más: ni en sus principios, ni en su camino, ni en sus consecuencias.

El 16 de noviembre no fué un día cualquiera. Hay hojas del calendario que aj caer lanzan un repique: son las que ponen punto final a una etapa de la Historia, por lo menos de la peque ña historia de los pueblos.

La noche anterior habían repasado el río los marxistas. El río; porque para España ha habido en estos últi­mos meses un río por antonomasia, el que ya de por si es el rio más espa­ñol. Sólo el Duero es capaz de dispu­tarle la primacía de la Hispanidad.

Cerca de cuatro meses luchando en la más alta ocasión de esia guerra pi­den un comentario o, al menos, una narración. Esta va a ser una sencilla leyenda de hechos.

EL TERRENO

losé Manuel ^f.irlíncz Bdnde.

Ei criterio vulgar imagina al Ebro

entre amplias llanuras. Desde que pe­

netra en la vega riojana hasta Fayón,

el Ebro sólo contempla dilatados ho­

rizontes: huertas junto a sus orillas y

lomas esteparias en el confín. Pero en

Fayón choca con la masa ingente de

1-. rordiHera mediterránea, T ? oipceta

central se convierte en lifonl a través

(íe una serie de Brandes macizos. De 'a

serranía de Teruel, ascendiendo, «e

pasa al Maestrazgo, a los Puertos de

Beceite, las sierras de Montenearelo y

las Razas y, finalmente, a la de Pan­

dols. Desde ésta a la de Carbó, en el

otro lado del río, va un doble sistema

orográfico, cuna de la batalla. En el

gráfico puede verse claramente. Si­

guiendo una dirección SO.-ME. van

enfiladas las dos grandes moles roco­

sas. La superior: Puig Caballé, Sierra

de Lavall, de Chercún y del Aguila,

La inferior; sierra de Pandols, cerro

de San Marcos, sierras del Caballs,

de la Picosa y de las Perlas. Por lo

tanto, y esto es muy digno de tenerse

en cuenta, el lugar de la batalla esta­

ba partido en dos, y el que dispusiera

del dominio de esos dos grandes ma­

cizos dominaba, por consecuencia, to­

do el terreno, ya que éste era, en el

resto, inferior en cota y escabrosidad.

Desde el Caballs o la Picosa se per­

filaba en una rápida ojeada, pueblos,

carreteras, ramblas, pistas, vaguadas;

la ocultación al enemigo del movi­

miento de tropas, reservas, baterías,

depósitos y servicios, resultaba así ex­

traordinariamente difícil, y en la ma­

yoría de los casos imposible.

Los montes de Fatarella y Aseó, el

vértice Caeta, el Monserrat, el Sierra

y tantos otros al norte de la gigantes­

ca divisoria, son dominados por el

Caballs o la Picosa. Por otra parte,

enre Candesa y Composines, discurre

una amplia vega. De Camposines en

dirección al rio el terreno es totalmen­

te descendente. Otra llanura se extiende junta a Pi­

nell, llanura circular separada del río por montes igualmente dominados. Y repasados el Aliza y el Elixen, se des­ciende constantemente hacia Benisanet y Mora.

Fijémonos, además, en que fuera del llano o de las dos cordilleras propia­mente dichas, el estilo del suelo es éste; vaguadas, lomas, vaguadas, lo­mas, vaguadas lomas. Un infinito nú­mero de pequeñas colinas aisladas por pequeños barrancos. Terreno fácil a la defensa y difícil al ataque, porque ca­da montecito es defendible de flanco

por sus vednos. Y veamos, finalmente, que dentro

del sistema de comunicaciones hay un

cruce fundamental de carreteras en

Candesa, dos pueblos—Villalba y Po­

bla de Masaluca — que sólo por ese

cruce se comunican con el mundo;

otro centro secundario de comunica­

ciones en la Venta de Camposvpes,

que enlaza la zona norte con la zona

sur, y una serie de carreteras parale­

las que parten de Prat de Compte,

Candesa y Camposines en dirección

O.-E., unidas por la de Cberta a Mora.

J. M. MARTINEZ BANDE

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Una semana de guerra

Con el solo auxi l io de la propaganda —por m á s organizada que es té— no se ganan batallas. Los rojos «pie no tienen en su haber, n i una sola vic­toria, n i el m á s pequeño hecho de armas que haya podido serles favorable, substituyen constantemente la ausencia de triunfos mili tares por otras victorias, totalmente imaginarias, divulgadas por medio de su prensa. Pudimos ver a s í a lo largo de la guerra como las terribles derrotas de Brúñe t e , Belchite, Teruel, etc., eitc., se transformaban au tomát i ca ­mente en éxitos para las fuerzas rojas. Faltaba aña­d i r ñn i camen te a esta lista la «victoria roja» del Kbro. Va la han dado. Sus periódicos se han encar­gado estos d ías de la á r d u a labor de transformar la mayor y la m á s transcendental de las derrotas que han sufrido, en una operac ión favorable y de re-Biillados totalmente previstos por sus mandos.

No, la propaganda no gana batallas. El resulta­do y las consecuencias de la gran batalla del ¡Bbro son demasiado visibles, han dejado una huella de­masiado fuerte, para intentar desfigurar su alcan­ce. Dif íc i lmente puede hoy nadie en la retaguardia roja dar crédi to a las tranquilizadoras afirmacio­nes de su piensa. Cuando todos los hombres váli­do? «le Ca ta luña , desde los muchachos de 15 y 16 años a los hombres de 45 se han visto obligados a e m p u ñ a r las armas; cuando los heridos no pueden ser a-tendidos en los hospitales y los desaparecidos se cuentan por millares ; es en verdad difícil, por no decir imposible, que los ú l t imos adictos no es­tén « estas horas convencidos de su total fracaso y de la inminencia de nuestra victoria final.

Insistimos sobre el tema de las disponibilidades del ejérci to rojo en la actualidad.

«En la ú l t ima quinta movilizada por los rojos —decíase en una de las ú l t i m a s crónicas de gue­rra se ha dado el caso de que en provincias como Gerona no se hayan incorporado a filas n i el 20 por 100 de los reclutas. Concretamente de 3.000 quintos a quienes afectaba la orden de comparecer en las zonas de dicha provincia no llegaron a los cien los que cumplieron la orden. E l resto, unos se oculta­ron en los montes o en las casas de parientes o co­nocidos y otros muchos pasaron la frontera france­sa para dirigirse en su mayor parte a la España Nacional.

Sabido es la escasa combatividad que demostra­ron las unidades rojas en las operaciones efectua­das en el sector del Segre, las cuales se adelantaban al encuentro de nuestras tropas cuando éstas i n i ­ciaban el ataque para entregarse prisioneros.»

Esta visión exac t í s ima de la s i tuac ión y de la moral de derrotado del ejército rojo no podrá sino i r en aumento y manifestarse con mayor ampl i tud en las operaciones futuras. Cuanta mayor sea la propaganda roja y m á s fuertes sus afirmaciones de pretendida t ranqui l idad y confianza en un t r iunfo imposible, mejor deja traslucir su inquietud ante el temor de un p róx imo aniquilamiento.

Durante el mes de noviembre han sido derribados

al enemigo los siguientes aviones:

DERRIBADOS POR ANTIAERlRO

Marca Seguros Probables

Cur t í s Mar t in Bomberg. " i ••"•:-,tMnr . 1

Tota l 4 1

DERRIBADOS POR CAZAS

Marca Seguros Probables

M a r t i n Bomber. Boeing Cur t í s

1 25 35

1 9 5

To ta l ... 61 15

DERRIBADOS POR AVIONES DE GRAN BOMBARDEO

ESPAM MCI0MI

Protección al hogar contrra «iobia al hogar»

Marca Seguros Probables

Bbeing C u r t í s Cazas sin determinar tipo ...

Tota l

Total general

4 2 2

1 2

73

3

19

Poco comentadas han sido las pala­bras que el Ceneralisímo pronunció a primeros de octubre ante las Damas enfermeras. Y, sin embargo, allí están contenidas unas de las palabras qu<; mejor demuestrai» la visión que Fran­co tiene de su España y el conoci­miento de los factores sobre los que nuestro resurgimiento ha de cimen­tarse.

"...En España — dijo—, aun entre los más extremistas, no ha prendido la.fobia al hogar... ¡Aún cabe salva­ción!"

Por lo mismo que son tan verdade ras estas palabras, no han sido conv prendidas, no se Ies ha dado impor­tancia. Todo el mundo ha encontrado tan natural que no existiese fobia al hogar, y quién sabe si algún necio ha­brá dicho para sus adentros: i Qué co­sas tiene el Generalísimo! Mejor ha­brán comprendido la frase de Franco los que hayan residido algún tiempo en cualquiera de las ciudades de Fran­cia, de Inglaterra, de Alemania, de Suiza o de Holanda, que por más ci­vilizadas se tienen.

La fobia al hogar existe. Y es una gravísima calamidad, tanto mayor, cuanto que muchos parecen haberla aceptado como nueva conquista de la civilización.

I.a observación del Generalísimo la han hecho sociólogos extranjeros que han estado en nuestra España. Y han dicho casi las mismas palabras. La mayor reserva que tiene España es esa vida familiar que la caracteriza. Ella será la que haga borrar las huellas de la guerra.

El problema del hogar tiene dema­siados aspectos para tratarlo por en­tero en los cortos límites de un ar­ticulo. Del aspecto de la natalidad hablamos ya, aunque indirectamente, en otro artículo aparecido en DES­TINO. Hoy queremos limitarnos a hablar del hogar, no comprendido co­mo símbolo de la vida de familia, sino del hogar en sí, del espacit compren­dido entre los muros y el techo que a la familia cobijan.

Escribiendo, como escribimos, desde Ginebra, estamos bien situados para hablar de un fenómeno que, por suer­te, no se conoce todavía en España: el de las casas pequeñas.

En Ginebra, como en otras muchas consagrado ya el pago de un tanto ciudades "civilizadas", las casas se cuentan por piezas, y la costumbre ha por pieza. ¿Y cuántas piezas tiene ca­da piso? iAy, poquísimas!: dos, tres, es lo corriente en las casas modernas, y no decimos una, porque como por pieza se cuenta también la cocina, no es lógico pensar que se pueda guisar, comer y dormir en un mismo sitio. Para buscar casas mayores hay que ir a la ciudid vieja. Para los que tie­nen muchísimo dinero y el buen gusto suficiente para tener una casa grande y moderna, queda todavía alguna que reúne a la vez las condiciones de ca­pacidad y confort.

Lo que ocurre en Ginebra ocurre en otros sitios. En la revista alemana "Vólkischer Wille" leemos que "en los últimos años, en las grandes ciu­dades de Alemania, aproximadamente la mitad de los pisos modernos tienen de dos a dos y media habitaciones (contando la cocina)".

La gente abandona los pisos gran­des por los pequeños, aunque sean más caros, pues lo que se habría gas­tado en terreno y muros, se gasta en modernidad y lujo. Calefacción gene­ral, que significa tener la casa a 23 grados, desde primero de octubre a primero de mayo, día y noche, sin que el inquilino vea el carbón ni conozca las manos que lo encienden, ni sepa donde está la caldera,- agua caliente ilimitada, a todas horas; cuarto de ba­ño lujoso, cocina con todos los apara­

tos imaginables, sin descuidar la ne­vera eléctrica, propiedad de la casa, ascensores para subir y bajar, persia­nas automáticas, etc., etc.

Esas comodidades, que en España están reservadas a los ricos, en las mo­dernas ciudades de Europa las tiene cualquier pelagatos. Y seria muy santo y muy bueno que las tuviesen, si no fuese que para ello han de renunciar a la comodidad suprema y al buen gusto de tener una casa que sea casa, y no dorada jaula. Y si, para conser­var esas comodidades, no tuviesen que renunciar a la satisfacción y al orgu­llo supremos de tener hijos, todos los que Dios quiera enviar y no caer en la abyección de las prácticas maltu­sianas.

Cásase en Ginebra, o en Berlín, o en Londres, una pareja, y alquila un pi­so con dos piezas; cocina, que les sir­ve de comedor, y dormitorio, que Ies sirve a la vez de salón, con el soco­rrido sistema de dormir en el diván. Ya tienen su nido, que a la pareja le parece ideal. Mas, dónde meterán las criaturas? Muchos se quedan sin ellas, pasando a ser lo que en Berlín se lla­ma "Eindhund - Familie", es decir, "marido, mujer y perro", pues para un chico no queda ya espacio en la casa. Otros llevan su heroísmo hasta tener uno, o quién sabe si hasta dos chicos, pero a tres, generalmente, ya no se llega.

La estrechez de los pisos tiene en gran parte la culpa de esa aberración. En Ginebra, una casa moderna, com­puesta de cocina, comedor y un dor­mitorio, cuesta alrededor de 100 fran­cos suizos mensuales. Es todo lo que pueden pagar, y aun haciendo un gran esfuerzo, la gran mayoría de las fami­lias. Por cada habitación que se agre­gue hay que contar 40 francos suizos más. Y, a esta proporción, como se tengan cinco o seis chicos (no hable­mos ya de diez o doce, porque nadie los tiene en las ciudades modernas), el sueldo íntegro no bastaría al padre de familia para pagar el piso. En tal caso, o se renuncia a la casa moderna y se traslada la familia a una antigua ca­sona sin confort, o se renuncia a los hijos. Por regla general, se prefiere el confort. .

En España eso no ha ocurrido has­ta ahora. Hay que determinarse a que no ocurra tampoco en adelante.

En España no ha prendido la fobia al hogar. Importa que no prenda tam­poco en el futuro. Un periodista gine-brino que estuvo en Sevilla y visitó las casas baratas que el general Queipo de Llano ha hecho construir en Sevilla, se hacía lenguas de lo espaciosas que las encontrara. La dirección que se ha em­prendido es, pues, buena. Hay que persistir en ella. Y no estaría de más promulgar induso una ley que prohi­biera la constrúcción y el arriendo de viviendas pequeñas. Aunque, en cam­bio, tuviéramos que renunciar a algu­nos de esos que se llaman "beneficios de la civilización".

Los peligros que para la familia im­plican las viviendas pequeñas, los de­nunciaba ya en 1930 Pío XI en su Encíclica "Casti Connubii".

En Alemania, el partido nacionalso­cialista está interviniendo, y probable­mente no se permitirá en adelante la construcción de casas pequeñas.

En Alemania van a calcular las ca­sas para un término medio de cuatro hijos por familia. En España hemos de calcularlas para cuantos hijos quiera Dios enviarnos.

Y pedirle, además, que nos envíe muchos.

ORIOL MONTALT.

Ginebra, noviembre.

Una semana de vida Nacional

E l día 1 del corriente se in ic ió la rula de Anda­luc ía que organiza el Servicio Nacional del Turis­mo y que t e n d r á lugar desde dicho d ía 1 hasta el 30 de abr i l del a ñ o p róx imo , en distintas salidas.

E l éxito que a c o m p a ñ ó a la anterior ruta del Nor­te se ve rá , sin duda, aumentado en este nuevo i t i ­nerario por tierra de Anda luc í a , j a r d í n de España , donde se crisola la luz y la t radic ión de dos cul tu­ras, cristiana y á r a b e , y donde el visitante gozará de una naturaleza y u n c l ima inigualables «ai como c o n t e m p l a r á las huellas que la guerra ha dejado t a m b i é n en el suelo andaluz y el gran esfuerzo ba ­lizado por la España Nacional en estas horas de su e s p l é n d i d o resurgimiento.

Con el p ropós i to de otorgar las m á x i m a s facilida­des a esta ruta de España , las compañ ía s de ferre-car r i l concederán una reducción del 40 por 100 so­bre los billetes de ida y vuelta a Sevilla —punto de partida— desde cualquier lugar de E s p a ñ a . Estos billetes se rán valederos durante 15 d ías siendo i n ­dispensable presentar el c u p ó n de pago para vis i ­tar dicha ruta.

En el «Boletín oficial del Estado '* del d í a 30 noviembre se publican entre otras las siguientes, disposiciones:

Jefatura del Estado.—hey Penal y procesal de delitos monetarios.

E n el a r t í cu lo primero se especifican las acciones y omisiones que se r e p u t a r á n delito de contraban­do monetario, entre ellas: no declarar en los pla­zos y condiciones dispuestos, el oro, divisas o t í tu­los y no cederles o ponerles a disposición del Es­tado; realizar importaciones en E s p a ñ a contra pe­setas, que encubran repatriaciones de capitales; no ceder al Comité de Exportaciones de Monedíi Ex­tranjera, dentro de los ocho días siguientes a su adqu is ic ión , las divisas procedentes de exportacio­nes rentas, remuneraciones de servicios y obras y, en general, las que se deriven de cualquier acto o t í tu lo oneroso o lucra t ivo; exportar m e r c a d e r í a s pactando el reembolso en pesetas; obtener créditos en divisas sin previa autor ización del Comi té de Moneda Extranjera ; exportar monedas extranje­ras y e spaño la s de oro, piala, cupron íque l o bronce, billetes del Banco de E s p a ñ a , letras, p a g a r é s , efec­tos ; int roducir en terr i tor io nacional, s in permiso de la autoridad competente, monedas e spaño la s de las clases antes enumeradas; los ingresos y abonos de pesetas e n cuentas de residentes en el extranjero y la movi l ización del saldo de dichas cuentas, sin autor izac ión del Comité de Moneda Extranjera ; la venta de inmuebles sitos en E s p a ñ a , t í tu los mobi­liarios e spaño les o la par t ic ipación en Sociedades españolas no a n ó n i m a s otorgada a favor de resi­dentes en el extranjero mediante precio en pesetas y sin autor izac ión del Comité de Moneda Extran­jera ; el comercio o tenencia de moneda metál ica españo la que hubiere sido privada de curso legal, y de billetes del Banco de E s p a ñ a que se reputan puestos en curso por el enemigo después del 18 de j u l i o de 1936 y de cuanto papel moneda enemigo comprenda .el Decreto de 26 de agosto ú l t imo , que p recep tuó su retirada.

Otra ley disponiendo que queden exentas de res­ponsabilidad las personas obligadas por el Decreto-ley de 14 de marzo de 1937 que, no habiendo for­mulado dec larac ión de la moneda extranjera, oro en pasta o amonedado y t í t u los extranjeros o espa­ñoles de cotización internacional de su propiedad, formulen la dec larac ión de los mismos al Comité de Moneda ^Extranjera en los veinte d ías siguientes a la pub l icac ión de la presente ley , si e l obligado re­sidiese en la zona Nacional; si residiese en nación europea, dicho plazo se en tende rá aumentado a treinta d ías , y si residiere en cualquier otro pa í s a cuarenta.

El Boletín Oficial del Movimiento, del día 1 pu­blica una orden de la Delegación Nacional de Or-ganieaciones Juveniles que precep túa que, a part ir del primero de diciembre, en emisiones que se r án retransmitidas por todas las estaciones de radio a las 22,50, la Jefatura de diehas Organizaciones da­rá consignas y notas que serán escuchadas por Pe-layos. Flechas y Cadetes.

lEn otra orden se dictan normas para la celebra­ción de las fiestas religiosas de Navidad, Año Nue­vo y Reyes. Se dispone que en las ciudades y pue­blos se coloquen Nacimientos, se asista a la Misa del Gallo y al cán t ico de villancicos, y como obsequio a los nifios pobres, las Organizaciones Juveniles d e b e r á n organizar cabalgatas para llevarles jugue­tee.

Finalmente, por otra orden de la Secre ta r ía Ge­neral, se disponen las cuotas que h a b r á n de satis­facer los afiliados a Falange Españo la Tradiciona-lista y de las JONS, establecidas con arreglo a la clase de cédu la personal que paguen.

La apl icación de las cuotas t e n d r á n el carác te r de mfnimas y ob l iga rán indistintamente a los mi ­litantes y adheridos.

Se es tab lecerá un rég imen de excepción para los que por su s i tuación económica no puedan satis­facer sus cuotas, por hallarse sin trabajo, pas tan­do servicio mi l i t a r , h u é r f a n o s de guerra o por ase-

lEmpezarán a regir con las nuevas cédulas , sinatos en la zona roja.

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E C O N O I A Las industrias metalúrgicas y mecánicas en Cataluña

No predominan en Ca ta luña las industrias productoras de los grandes tónelages que caracterizan a las empresas s iderúrg icas del Norte de E s p a ñ a ; n i se dan las explotaciones con grandes concen­traciones de obreros, ya que, como caso m á x i m o , se halla el de al­guna empresa que llega a reunir unos dos m i l ; y es lo más frecuen­te, el caso de aquellos que los reúnen on n ú m e r o que oscila entre unos 200 y 600 obreros y empleados. Y , sin embargo, tanto por el nú­mero de obreros empleados, como por el valor de su producción —que se puede establecer en unos 360.000.000 de pesetas anuales—, como por la especial caracter ís t ica de ser complementarias y auxi­liares indispensables de muchas otras, las industrias meta lú rg icas y las mecánicas que radican en la región catalana son el exponente de riqueza industrial m á s considerable de la misma, después del grupo tex t i l , y representan uno de los m á s importantes elementos de la economía nacional. Ofrece, a d e m á s , como caracter ís t ica que acre­cienta su valor, la par t ic ipac ión considerable que en ella tiene la mano de obra especializada; lo que ha originado las instalaciones m á s eficientes, con la técnica m á s moderna y que llevan el proceso fabr i l hasta el ú l t imo grado de t r ans fo rmac ión . Por ello, es var iad í ­sima la actividad de esta rama industrial , con diversidad que de­terminan, tanto el material de que se componen los productos obte­nidos, como los procesos de fabr icanción y, por ú l t imo , pero no por ello menos, la varidad de aplicación de los mismos.

Otra caracter ís t ica de esta rama industrial es el hecho de hallarse distr ibuida por toda la región caitalana, aun cuando sea innegable una pronunciada densidad en tomo a Barcelona. Además , el predo­min io de los pequeños talleres, da un ca rác te r especial de trabajo artesano a mú l t i p l e s talleres de construcción de maquinaria. En este aspecto, podemos considerar que se dan en Ca ta luña , las m á s favo­rables condiciones para la apl icación de aquellas normas que se han de inspirar en la declaración I V del Fuero del Trabajo, que preco­niza el fomerato y protección eficaz del artesanado, y que tanto val­d r á n como la reacción debida contra la opresión destructora de esta forma de trabajo, que la dominac ión roja h a b r á supuesto con sus tendencias colectivistas, cuando no de clara expoliación.

Con m á s datos puede, t a m b i é n hacerse resaltar cuanto de impor­tante venimos apuntando en los extremos referidos. Se calcula en unas 50 el n ú m e r o de fábr icas dedicadas a industrias me ta lú rg icas o mecánicas , en las cuatro provincias catalanas, que dan empleo a unos 30.000 obreros, de los que sólo una p e q u e ñ a parte son muje­res. iPuede calcularse el importe semanal de los jornales, en 1.800.000 pesetas, aproximadamente.

Ahora b ien ; se infiere de lo dicho, que no existen en Ca ta luña al­tos hornos para obtener lingote de primera fusión directa del mi ­neral . Es una caracter ís t ica que contribuye a vincular la industria de las cuatro provincias catalanas con la economía industrial de Es­p a ñ a y, de manera particular y directa, con la industria s iderúrg ica de Vizcaya y Sagumto. Estas s e r án las que h a b r á n de dar nueva vida a las factorías catalanas, una vez el paso del Ejérci to de E s p a ñ a haya devuelto el .vivir nacional a las cuatro provincias de aquella región.

En este particular, cabe formar un detalle de aquellas materias primas que se neces i tarán para el pr imer mes de puesta en marcha de las industrias, después de la l iberación, y en q u é cantidades serán requeridas :

a) Materias primas de producción nacional: Lingote de hierro de primera fusión unas Cok meta lú rg ico unas Hierros comerciales.-Angulos, simples Tes de 45 mi ­

l ímetros y m á s Vigas y Us.-Chapas y planos unas Zinc de pr imera fusión en lingotes unas

b) De Importación: Chatarra de cobre, unas 200 toneladas; valor aproximado 8.400 l i ­

bras esterlinas. Zinz electrolí t ico, unas 30 toneladas; valor aproximado 500 libras

esterlinas. Chatarra de latón, unas 50 toneladas; valor aproximado 2.000 libras

esterlinas Níquel en lingote, unas 20 toneladas; valor aproximado 800 libras

esterlinas. E s t a ñ o en lingote, unas 20 toneladas; valor aproximado 2.400 l i ­

bras esterlinas. Ferro manganeso y otros, unas 10 toneladas; valor aproximado 120

libras esterlinas. c) Posiblemente de importación :

Chatarra de hierro o acero, unas 2.500 toneladas. d) Antes de importación y, en el futuro, nacional:

•Carbón de hulla , en calidades varias, con destino a hornos meta lúr ­gicos. Para la inmediata puesta en marcha de las industrias conside­

radas, se precis ía la entrega inmediata de unas 10.000 toneladas de «a rbón de hul la en calidad de llama larga, como el Bent Splint, in ­g lés . Del mismo modo y para lograr la m á s r á p i d a puesta en marcha de los talleres de laminac ión , sería necesario disponer de un stock de palanquilla o bloom, producto s iderúrgico semimanufacturado, en cantidad de unas 2.000 toneladas, que seria relaminado en tanto que se pon ían en funcionamiento los hornos de acero.

En cuanto a la adquis ic ión de las materias primas nacionales, se efectuará , en la mayor í a de los casos, directamente por el consumi­dor, por gestión directa con el proveedor sidenirgico, con el que desde hace tiempo sostiene relaciones de negocio que permiten al segundo apreciar las ga r an t í a s que pueden inducirle a concertar la operación de venta y a fijar las condiciones de pago. Pero no debe desconocerse, y ello es una de las modalidades que impone aquel referido ca rác te r de pequeña industria que predomina en la de pro­vincias catalanas, que en muchos casos el consumidor no tiene trato directo con el productor s iderúrg ico . Así sucede con la necesidad que tiene el d u e ñ o de pequeños talleres de adquir i r hierros comerciales y chapas, que soluciona acudiendo, al efecto, a un almacenista o dis­t r ibuidor . Este almacenista es el que realiza la adquis ic ión del pro­ductor s iderúrg ico , en condiciones que le permiten obtener facilida­des de pago. •

1.500 toneladas 2.000

2.000 25

LOS BROTES DE l/>S ARBOLES DE LA PRESENTE FOTOGHAF1A FUERON PLANTADOS HACE UN AÑO

La repoblación fo­restal de España

LÚ repoblación forestal es la obra que con lógico enlace y como natu­ral consecuencia continua, la de con­quista y liberación del suelo español qu«, con la sangre preciosísima sobre él derramada, se fecunda enalteciendo de un modo insuperable su valor.

Es deber de todo español, hoy más que nunca, no desatenderlo, no olvi­darlo.

La tierra, nuestra santa tierra, re­quiere desde ahora que se la estime y atienda, que se !a considere con el amor que infunden los seres queridos que guarda. De ella brota el recuerdo de las hazañas y del ideal patriótico que anida el esfuerzo de nuestros sol­dados en los supremos momentos de la muerte al conquistarla soñando con la futura grandeza de una España nue­va, fecunda y rica, tan distinta de nuestra tierra actual, improductiva en su mitad territorial, desertizada y es­teparia en grandes extensiones, aso­lada por las ramblas y torrentes y ofreciendo en extensas superficies el triste espectáculo del rebaño famélico y vagabundo que recorre la parame ra, recomiendo el paso pobre y mez­quino de plantas leñosas que no ali­mentan.

Media España permanece improduc­tiva porque los errores de la política agraria, mercantilista y liberal, que culminaron en aquella desastrosa des­amortización de nuestros montes y en las impremeditadas roturaciones de los baldíos y bienes comunales, la lleva­ron a ese trance.

La superficie total de España as­ciende a 50.452.000 de hectáreas. Pue­de clasificarse desde el punto de vista el destino de su suelo así:

Suelo agrícola: Regadío, 1.000.000. Secano, 16.000.000. Arbóreo, 3.000.000. Total, 20.000.000. Suelo Forestal: M o n t e s públicos,

7.000.000. Montes particulares, 18.000.000. Total, 25.000.000. Suelo improductivo (poblaciones,

ríos, caminos), 5.452.000. Es decir, más de la mitad del te­

rritorio nacional no sirve para el cul­tivo. Es el solar de nuestros antiguos y feraces robledales, pinares y haye­dos los que dieron las quillas y los mástiles, las cuadernas y tablazón de los navios que surcaron por primera vez el mar, llevando por todo el mun­do nuestra bandera; de donde salie­ron las recias vigas de las casas sola­riegas y las tallas exquisitas de nues­tras sagradas imágenes y de los reta­blos y sillerías de las Catedrales,- pero también aquellos árboles, al morir, for­maban con sus restos los estratos hu mosos y fecundos que componen el

[Siguv en la página octava)

Un peligro de la reforma del sistema

por Samuel Congosf I leños didio y repetido, acaso con

excesiva insistencia, que la reforma del sistema económico es necesaria y que difícilmente podrían comprimirse las fuerzas de todo género que tien­den hoy en el mundo a realizarlo. Sobre esto es posible que estemos to­dos de acuerdo. Las discrepancias co­mienzan cuando se trata de establecer hacia qué lado se reforma, hasta qué profundidad y con qué ritmo.

Cualquiera que sea la orientación, la intensidad y la rapidez, la reforma comporta peligros y perjuicios. No se desmonta toda una estructura tan compleja sobre la que se asienta la organización política y social, sin qut pase algo, es decir, sin que se causen daños y trastornos.

Lo difícil es reducir al mínimo po­sible esos daños y detenerse en la re­novación en el punto justo en que co­mienza el exceso.

Decimos: debe desaparecer lo inhu­mano que hay en el capitalismo; pre­tendemos que el hombre deje de ser equiparado—como ahora—a la vez a una máquina en su trabajo y a una mercancía en su retribución; aspira­mos a que el trabajo se considere co­mo un medio y como una necesidad para conseguir fines más altos.

Todo esto está muy bien, pero hay que puntualizarlo. Llevado a sus últi­mas consecuencias, nos puede arras­trar a situaciones peores que las ac­tuales. Corremos el riesgo, en efecto, de abolir el capitalismo privado para caer en un capitalismo de Estado. Eso es lo que poco a poco se va dibujan­do ya, con contornos bastante preci­sos, en ciertos países.

Ocurrirá entonces—si así acontecie-. ra—que dejaríamos de ser esclavos de hombres para convertirnos en esclavos de una institución. Que este traspaso es peor, no cabe duda. Véase Rusia. Uñó de ios aspectos más preñados de

consecuencias funestas del capitalismo es precisamente la desaparición de to­do contacto humano entre patrono y obrero; ese contacto no puede existir entre el obrero y el Estado patrono.

El Estado, infinitamente más que el patrono, tiende a deshumanizarse; co­mo el patrono, y más que el patrono, acaba pretendiendo que se trabaje para él, con menosprecio de los intereses del trabajador. Contra el patrono hay defensa: huelga, intervención del Es­tado, etc. Contra el Estado soberano y totalitario, no. Y menos aún si, como en ciertos países, se llega a una ver­dadera idolatría estatal, en cierta ma­nera, a un paganismo. Cuando el Es­tado adquiere esa naturaleza y esa ca­tegoría,: ¿cómo rebelarse a sus impo­siciones y a sus necesidades? Cuando es él quien se atribuye íntegramente el derecho de fijar, establecer y delimi­tar nuestro interés, ¿cómo vamos a sostener que nuestro interés es otro?

No nos queda más remedio que obe­decer y resignarnos a esa nueva forma de esclavitud, en la que, eso sí, se nos darán como compensación, mil venta­jas de orden material.

Este es uno de los peligros de la reforma del sistema. Que, sin querer­lo, puestos en la pendiente, nos des­licemos lentamente por ella hasta aca­bar en algo que nos humille espiri-tualmenre.

Pero aquí está una de las posibili­dades del falangismo; es decir, la po­sibilidad típica, característica, a la que aludió José Antonio,- la que constitu­ye la aportación original del Movi­miento español al fascismo. Que en­troncando con la vieja tradición espa­ñola, la reforma no sólo respete al in­dividuo, sino que delimite los campos en que éste y el Estado deben mo­verse, salvando sus derechos respec­tivos, cumpliendo sus deberes, reali­zando sus funciones.

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PANORAMA | | MISM RH» IM SI VM infernacional

La intensa actividad diplomática de estos-días, que s« traduce en las nota­bles series de viajes que vienen efec­tuando los más altos representantes de las naciones, rompen definitivamente con los viejos usos políticos que ve­nían practicándose en Europa hasta el acuerdo de Munich. Los contactos personales, las conversaciones directas tas entre los hombres de Estado, que tan feliz resultado dieron entonces, si­guen rigiendo la actividad diplomática de hoy.

Es indudable que el largo camino a recorrer está todavía erizado de difi­cultades. Pero recordando la gravedad de la situación que hace pocos meses mantenía opuestos en dos grupos in­transigentes a unas naciones contra otras, creemos que sólo la persisten­cia dentro del espíritu de la política de Munich puede conducir a crear un equilibrio internacional justo y esta­ble. La declaración angloalemana fir­mada en las entrevistas de Alemania v la reciente puesta en vigor del acuer­do entre Inglaterra e Italia, han sido los hechos más sobresalientes de esta nueva política.

El acuerdo que acaba de firmarse entre Francia y Alemania es una nue­va contribución, importantísima, para esta política de acercamiento entre los Estados totalitarios y los democráti­cos. Puede considerarse este resultado como un éxito de la política personal del señor Hitler, que tan activamente ha venido demostrándose. En sus últi­mos discursos el Canciller alemán ha­bía afirmado repetidamente que no existía entre los dos países ningún mo­tivo susceptible de impedir un acuer­do. La actual declaración francoak-mana es la justa expresión del mutuo deseo de mantener amistosas relacio­nes, sentando la base'para una más amplia colaboración.

Las relaciones entre Inglaterra y Francia de una parte, y Alemania de otra, parecen, pues, establecidas sobre unas primeras bases suficientemente fuetes. No es difícil que ello pueda repc cutir de uria manera favorable —en un futuro no previsto— en un arreglo completo de la cuestión colo­nial alemana.

Si en este aspecto la situación eu­ropea ha mejorado sensiblemente, no puede decirse lo mismo por lo que afecta a las relaciones entre Francia e Italia. Los continuos errores y la cons-. tante política anti-italiana seguida por los últimos cinco Gobiernos franceses de frente popular, son los más direc tos culpables de la tirantez actual. Todo está por hacer hoy entre los dos países, y el espacio que les separa no

La persistente actitud francesa de ayuda a la España roja, ayuda nunca desmentida, es el punto neurálgico de esta situación, y sólo un cambio leal por parte de Francia podría tener en estos momentos una repercusión favo­rable. Este cambio de la política fran­cesa no te percibe hasta ahora por ninguna parte. Sus más claros expo­nentes son en todo caso la reciente ne­gativa con que el Gobierno francés re­cibió las proposiciones del señor Chamberlain para la concesión de cier­tos derechos de beligerancia a la Espa­ña nacional. Negativa que, además de que seguramente no contará gran cosa, tiene, con la agravación de las relaciones con Italia, unos resultados diplomáticos ' desastrosos. Francia, en pleno espectáculo de desorganización interior, baria bien en meditar seria­mente el último discurso del conde Gano, y en lugar de las proverbia­les- afirmaciones de patriotismo fran­cés, responder a la exigencia del mo­mento con un Gobierno y una políti­ca más inteligentes.

Chiang-Kai-Shek, qut se nos apare­ce ahora aliado con Rusia contra los japoneses, había sido, años atrás, un paladín del anticomunismo, puesto que luchó con denuedo contra el ejér­cito rojo, que se había extendido en muchas regiones de la China.

Estrecha relación con esa lucha guarda el incidente de Sianfú, cuyo misterio intriga a cuantos se esfuer­zan por rebuscar las causas que lleva­ron a la actual guerra en Oriente.

Fué el 12 de diciembre de 1936, cuando Chiang-Kai-Shek quedó prisio­nero, en la pequeña ciudad de Sianfú, en el N. O. de China, de uno de los más célebres "señores de la guerra", el famoso Cang-Hsue-Liang. Quince días estuvo privado de libertad, y lle­góse a decir que el Mariscal había si­do fusilado. Finalmente, la misma es­posa del prisionero, hija de Sun-Yat-Sen, el creador de la nueva China, se presentó en Sianfú, en avión, para negociar la- libertad de su marido. Y el 26 de diciembre, Chiang-Kai-Shek volvía sano y salvo a Nanking.

A estas horas no se puede afirmar todavía si el incidente de Sianfú fué un mero y curioso episodio, o si cons­tituyó en realidad el punto de partida de una nueva política, en torno de la cual había de girar todn el Extremo Oriente.

La versión que nos dan algunos co­nocedores de la política china, y que los japoneses han hecho suya, acerca del incidente, es como sigue:

Chiang-Kai-Shek quiso emplear a

Chang-Hsue-Liang y a su ejército con­tra el ejército rojo que acampaba en el Shensi. Como no consiguiera movi­lizarle por más órdenes que le diera, el amo de Nanking se presentó en avión en Sianfú, doríde estaba el cuar­tel general del moroso "señor de la guerra". Chang • Hsue - Liang, que en aquel entonces estaba ya de acuerdo con los rojos, detuvo al Mariscal y no le soltó hasta que éste hubo acce­dido a una serie de demandas, entre las que se contaban las siguientes:

I.? Adoptar una actitud antijapo­nesa más marcada. 2.- Reconciliarse con los ejércitos comunistas. 3.? Pac­tar uná alianza con los Soviets. 4.? Re­organizar el Kuomintang de manera que pudiesen entrar en el mismo los comunistas. 5.? Dar libertad a los cri­minales políticos (comunistas).

A partir de entonces, no se habló más entre Chiang-Kai-Shek y los co­munistas, y en cambio arreció la cam­paña contra los japoneses.

La versión qué el propio Chiang-Kai- Shek nos da es otra muy distin­ta, y está contenida en el libro "Pri­sionero en Sianfú", que el propio ma­riscal publicó en cuanto estuvo en l i ­bertad, y que está constituido por el diario que él y su mujer redactaron en aquellos días.

Dice Chiang-Kai-Shek que empren­dió el viaje en avión hacia el cuarte1 general de Chiang-Hsue-Liang para tratar con él de cuestiones políticas y. sobre todo, para disuadirle de la alianza que trataba de concertar con

los Soviets. Y que, una vez detenido, le salvó el hecho de que, en el equi­paje del Mariscal, se incontrase el diario donde relataba cotidianamente sus acciones: Ese diario impresionaría profundamente a su rival, convencién­dole de que la vida Chiang-Kai-Shek estaba por entero consagrado al bien de la China, sin miras personales de ninguna clase.

De esas dos tan dispares versiones puede elegir el lector la que más le guste, según sus inclinaciones sean más o menos realistas o más o "menos románticas. Tal vez llegará el día en que podamos saber la verdad exacia, para cuyo conocimiento nos faltan hov día pruebas.

Queremos fijarnos hoy en el carác­ter imprudente que Chiang-Kai-Shek, en el viaje a Sianfú, y en otros he­chos, nos muestra. Tanto si aceptamos una versión como otra, es lo cierto que el Mariscal fué a meterse teme­rariamente en la boca del lobo, hecho tanto más inaudito cuanro ocurrió en China, y entre cabecillas militares, que han sido en el Celeste Imperio Un elemento proverviálmente traicio­nero. Si Chiang-Kai-Shek, como él mismo nos dice, tenía ya por muy probable la alianza de su rival con los Soviets, ¿cómo no presumió e! lazo que se le iba a tender? Falta imper­donable en quien pretendía dirigir los destinos de la nación más populosa de la tierra. Defect) persistente en Chiang-Kai-Shek, que probablemente le acarreará ia .l.'finitivi mina.

EL MARISCAL CHIANC-KAI

SHEK

•Veamos, si no, lo que ha ocurrido en Cantón. Por más que ponderemos la estrategia, la preparación y el valor de los japoneses en la empresa de ata-" car a Cantón, ño cabe duda que iai fuerzas que Chiang-Kai-Shek tenía apostadas para defender a la ciudad no correspondían, ni con mucho, a ia importancia que esa verdadera llave del Sur de China tenía. Y es que, al parecer, el Mariscal se dejó conven­cer por los ingleses, que jamás el ja­pón realizaría un ataque semejante, por cuanto implicaría la anulación de la posesión inglesa de Hong-Kong y del tráfico internacional con el famo­so puerto chino. La diplomacia inglesa se bastaba para defender a Cantón. Y, sin embargo, los japoneses ataca­ron y tomaron la ciudad que conti­núa en su poder sin que Londres ha­ya levantado la mano para impedirlo.

Es el mismo caso del Negus, recha­zando los ofrecimientos del Duce y fiando en las promesas de Mr. Edén y de la Sociedad de las Naciones. El mismo caso, aunque en Chiang-Kai-Shek la culpa de imprevisión es más grave, por no haber tomado nota de lo que antes ocurriera en Abisinia.

Es la fama de la omnipotencia in­glesa que se hunde. Por creer en ella se anularon el Negus. Schuschnigg, Benes, como se está anulando Chiang-Kai-Shek. Y a buen seguro que no será el último.

DIEGO VICTORIA.

Ventana al mundo GUERRA Y PAZ

•El señor Daladier ganó la batalla a los comunistas y socialistas con motivo de la huelga general planteada hace unos d í a s . Pero éstos no han perdido, n i mucho menos, las esperanzas. Esperan tranquilamente confiados el desquite, que es tán seguros de encon­trar en alguna de las reuniones del Parlamento, recientemente con­vocado. El señor Daladier tiene innumerables problemas planteados. Es notorio que en el seno de su ministerio una gran mayor ía de sus ministros son hostiles a su política y la siguen a regañad ien tes . Por otra parte el actual gobierno no puede contar en la C á m a r a con los votos de sostén de los socialistas y comunistas. A l señor Daladier que tantos cambios ha venido haciendo, le falla ahora una nueva mayor ía parlamentaria.

Tenemos, pues, un gobierno que e m p e z ó siendo netamente de frente popular y que busca ahora afanosamente Jos votos de sus an­tiguos enemigos de la derecha. Es esta una de tantas peculiaridades de los r e g í m e n e s democrá t ióos .

Pero el presidente del gobierno francés podr ía hacer a ú n mucho m á s . Llegar ante todo hasta el fondo de la lucha contra los comunis­tas. Estamos seguros que, de spués de dos años de a n a r q u í a guberna­mental todos los franceses ve r í an con agrado la d isolución del par­t ido comunista y la apl icación de otras severas medidas de acompa­ñamien to . E l señor Daladier p o d r í a t a m b i é n hacerse eco de las re­petidas llamadas a la sensatez que algunos de sus periódicos le ha­cen, y cambiar algo su polí t ica con respecto a España e I ta l ia . La po­sición de Francia sólo tiene c o m p a r a c i ó n , en alguno de estos aspec­tos, con Rusia.

TURQUIA DESPUES DE A T A K U R K

¿ T e n d r á la muerte de Mus ta fá Kemal , como consecuencia, un cambio sensible en la polí t ica exterior de T u r q u í a ? Ismet Pacha, su­cesor del Ghazi, fué su colaborador y consejero m á s ín t imo desde la c a m p a ñ a de Anatolia. E l nuevo Jefe de T u r q u í a tiene, a d e m á s de un sentido de organizac ión de pr imer orden, un fino talento d i ­p lomát ico que sabe servirse de todo —incluso de su sordera— para conseguir sus fines.

Sin embargo, a pesar de su larga e ín t ima ' colaboración, los dos hombres no siempre co inc id ían con respecto a los problemas exte­riores. Parece ser asi, que la manera de pensar de Ismet Pacha refe­rente a la cuest ión soviética se aparta bastante de la polí t ica segui­da ú l t i m a m e n t e por Kemal . N

El fallecido dictador hab ía seguido desde 1920 y por temor a la amenaza griega, una política de amistad hacia la URSS. «Nos en­contramos entre dos, peligros solía decir para justificar su polít i­ca— y me apoyo donde puedo.» Pero, desaparecido el peligro griego, tanto por las victorias militares, pr imero, como m á s tarde con el tratado de amistad firmado en 1930 entre los dos países . Kemal fué

poco a poco l ib rándose de la influencia rusa, sus t i tuyéndola por la solicitada amistad, mucho m á s segura, de las potencias occidentales.

¿ C o n t i n u a r á su sucesor en la trayectoria marcada claramente por el Ghazi? Sus primeras medidas al tomar el poder supremo de la nac ión turca parecen indicar una manifiesta in tención de volver a la alianza rusa.

Quizá esta pr imera señal sea un simple gesto de habi l idad diplo­má t i ca sin consecuencias profundas. No es probable en todo caso que el kemalismo ú l t i m a m e n t e pro-br i tán ico de Ataturk pueda ser subs­t i tu ido fáci lmente por un nuevo kemalismo pro-soviético.

De todas formas es prematuro por ahora fijar la or ientación pre­cisa de Ismet Pacha y descubrir entre los múl t ip le s iijtereses y afi­nidades pol í t icas que se hallan en juego'desde el exterior, hacia cual de ellos se inc l ina rá la amistad de T u r q u í a .

CONSIGNAS D E L KOMINTERN M A S RlBCIENTES

Mientras la gente honrada se permite a veces una temporada de reposo, los instigadores de revoluciones no se dan un momento de descanso en su nefasto trabajo. Sin cejar u n instante, elaboran nue­vos planes de des in tegrac ión para sustituir a los que fracasaron y , sin parar reciben de su estado mayor moscovita órdenes para la rea­l ización de esos proyectos. y

Así el 2Í df noviembre e l ó r g a n o de la Internacional Comunista da dado a sus secciones nuevas instrucciones para que sea intensifi­cada la ayuda a Espala roja. Los partidos comunistas y las organi­zaciones afiliadas de Inglaterra, Francia y otros países «democrá­ticos» deben, declaran los jefes de Moscú, emprender la di rección de una acción m á s vigorosa y m á s centralizada en favor de sus her­manos políticos. La Unión Soviét ica a y u d a r á a esos esfuerzos encar­gando a todos los consejos de fábr ica de la URSS que refuercen la ayuda a E s p a ñ a . E n esas mismas instrucciones, el Kominte rn exige que sean tomadas «sanciones antifascistas» contra aquellos que, en los diversos pa íses , se oponen a la agi tación revolucionaria y ordena la ins t i tuc ión de huelgas y de acciones subversivas. Es sabido que esta orden ha sido ya acatada. La amenaza de huelga general profe­rida por Jouhaux en el Congreso de la C. G. T. y la nueva ola de huelgas que paralizan ciertas fábr icas francesas son prueba dr ello.

Además , Moscú ha dado en Í8 de noviemfirr nueva> mstruccio-nes en lo que concierne a la acción antirreligiosa. La Liga de los Sin Dios militantes organiza para el debate del año p róx imo cursos es­peciales destinados a í o r m a r a propagandistas ateos ind ígenas . Ne­gros, á rabes , h i n d ú s t o m a r á n parte en esos cursos que t e n d r á n por fin constituir un frente antimisional que l ucha r í a contra l i i i if luen-cia blanca y mahometana.

La obra de destruccifin de la Internacional C o m u n i í t a prosigue. No cesará , en Francia como en»ot ros puntos, más que con m prohi­bición fiel Partido que obedece servilmente a sus órdenes .

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4iv

9

«AVNH7/A\0i()N IIJVWIÍIL

IV

Son las células fundamentales de! Estado Nacionalsindicalista, la Fami­lia, el Sindicato y el Municipio. Los tres problemas capitales del hombre los orienta el Estado en este sentido: protegiendo la Familia contribuye a la buena resolución de los problemas se­xuales individuales. Por el Sindicato organiza el trabajo y sus esfuerzos se dirigen a solucionar los problemas in­dividuales del trabajo. Y organizando el Municipio hace lo mismo con los problemas de convivencia. (En ante­riores artículos publicados en DESTI­NO vimos ya qué condiciones de hu­manidad habían de reunir estas tres instituciones del Estado Nacionalsindi­calista).

Pero la razón de ser del Nacional­sindicalismo no es ésta, pues lo ex­puesto hasta ahora no podemos consi­derarlo más que como condiciones in­dispensables de todo Estado humano. Tendría que ser el denominador de to­das las naciones del mundo, pero na­da más. Y el Nacionalsindicalismo es algo más, porque ve en el hombre al­go más.

A parte de su bondad, de su liber­tad, de su dinamicidad, de sus proble­mas naturales, ve en el hombre un instinto, pues lo tienen incluso los que creen no tenerlo, que es el instinto de superación. Es un ansia de más, ansia de mejorar, afán de superarse. La psi­cología moderna lo ha estudiado y ha visto en él el motor de todos nues­tros actos. Se identifica con el concep­to de "libido" de Freud. En un len­guaje que se ha hecho popular y que Adler ha adoptado para la exposición de su psicología, se llama "sentimien­to de superioridad". Y existe a causa del sentimiento de inferioridad y para superar éste. El hombre es o se sien­te inferior, y esta inferioridad le lleva a superarse. Consciente o inconscien­temente, por eso lo llamamos instinto. Es un concepto de toda la psicología moderna, aunque con distintos nom­bres; adoptamos el de sentimiento de superioridad o instinto de superación por ser el más comprensible. Este ins­tinto de superación es la causa de que el hotrtbre no se limite a resolver es­trictamente sus problemas, sino que se esfuerce en ser cada día más que el dfa anterior; de que no se contente nunca con lo que posee, sino que ape­tece siempre más en todos los órde­nes. El yo de hoy apetece más que el yo de ayer; la generación de hoy ape­tece más que la de ayer,- las genera­ciones de este siglo apetecen más que las del pasado. Y es precisamente este instinto tan humano, que nos induce a ser más que ayer y a esperar ser mañana más que hoy, el que nos rela­ciona tan estrechamente con el pasa­do y con el porvenir. Es pof esta cua­lidad tan humana que el hombre es por naturaleza histórico. Con un pa­sado, un presente y un porvenir pre­sentes siempre en nuestros actos.

En este instinto de superación ve el Estado Nacionalsindicalista la causa primera de todo mejoramiento indivi­dual y colectivo, como también en ca­so de desviación la causa de toda de­cadencia. El Estado, pues, exalta y di-

Contenido humano del <7íhaonal~sindícah'smo

Tenemos ya en San Sebas t ián (Zubieta, 13), actuando con gran entusiasmo y buena or ientac ión, una Sección de la Provincia l de Or­ganizaciones íüvtinilc? de Falanse Española Tradicionalista y de las J. O. X. S. de Harcelona, en la que se encuadran todos los mucha­chos pertenecientes a nuestrae provincia y que se encuentran acci-dentalmente residiendo en Guipúzcoa: Al frente de esta Sección es­tán los camarades J. Morera y E. Delgado, de Jefe el primero y co­mo Secivlario el otro. Es tán designados sus Jefes de Falange, gru­pos y escuadras. T a m b i é n se cuenta con escogidos profesores a ins­tructores, cape l lán y méd ico encargados de la adecuada formación de estos juveniles.

Esperamos, paré fechas p róx imas , la exposición de la labor que vaya esta Organización Juvéni l ilesarrollamlo con el magnífico plan­tel de muchachos escogidos que constituyen la Sección.

Cuantos nombramientos de mandos, con anterioridad a esta nue­va formación se hab ían extendido y afectaban a esta Organizac ión Juvenil provincial de Barcelona, son, a part ir de esta fecha, anula­dos, hab iéndose ordenado su recogida, para después proceder a !a designación de los que cal)e nombrar.

rige este instinto. Lo exalta, pues es la causa de mejoramiento. Lo dirige para que no se desvie, haciendo ver qué hay que mejorar, qué hay que conservar, y qué hay que desechar. Es la exaltación del hombre con pasado, presente y futuro, del hombre histó­rico. Por esto el Estado es NaJona1 Exalta los valores históricos de la Na ción, por tener éstos su origen en el hecho de la historie dad humana.

Ahora bien; para que el honibie pueda realizar su plenitud de hombre histórico necesita mantener su existen­cia para que no muera todo su pasa­do, y reproducirse (mantener una fa-milia) para posibilitar su futuro, al

que se debe por su propia historicidad. Y para mantenerse él y para mante­ner una familia, necesita trabajar, y por esto el nuevo Estado da al traba­jo como factor humano la misma im­portancia que a su historicidad, por no poder existir la una sin la otra. El hombre orienta su instinto de supera­ción en su historicidad, en su pasado y en su futuro y cumple con su his­toricidad por medio del trabajo.

Por esto el Nuevo Estado, de hon­das raíces humanas, es Nacional, como exaltación de historia, y es Sindicalis­ta, como exaltación de trabajo.

Dr. AZUL.

Por estar incursos en faltas graves, ha tenido que aplicarse el Ileglamenlo disciplinario para las Organizaciones Juveniles de Fa­lange E s p a ñ o l a Tradicionalista y de las J. O. N . S., a los juveniles de la Sección de Uarcelona, en Ouipnzcoa, camaradas : Alberto Folch Rosiñol, Jorge Tusell Coll , Jaime Termes Cavreró j Enrique Dal-cázar Cranda, Sanc ionándoles a lodos ellos con reprens ión p ú b l i c a ; prohibición de asistencia a todos los actos, y uso de uniforme, por un plazo de dos meses.

T a m b i é n son sancionados, por fallas menos graves, los Cadetes de la misma anterionnenU! citada, camaradas: Juan Joly Fontantds, Emil io Oodia Sales, Javier Coll Compte, Juan Tusell Coll , Ramón Almi ra l l Fuster, y J o a q u í n Rodr íguez Mar í a , impi .méndoles la inha­bilitación para ascensos y deseini)eños de cargos por un ¡vr íodo de mes y medio, y la repres ión públ ica .

'Estamos seguros que la justicia de estas importantes medidas, harán meditar muy seriamente los sancionados sobre la t eetsaria rectificación en eu conducta, haciendo posible la propuesta de levan­tamiento del castigo.

A U T O L O G I A

Un artículo de José Antonio ACERCA DE LA REVOLUCION

La masa de un pueblo que necesita una revolución no puede hacer la revolución.

La revolución es necesaria, no precisamente cuando el pueblo está corrompido, sino cuando sus instituciones, sus ideas, sus gus­tos, han llegado a la esterilidad o es tán p róx imos a alcanzarla. En estos momentos se produce la degeneración his tór ica . No la muerte por catástrofe, sino el encharcamiento en una existencia sin gracia n i esperanza. Todas las actitudes colectivas nacen enclenques, como producto de parejas reproductivas casi agotadas. La vida de la co­munidad se achata, se entontece, se hunde en mal gusto y mediocri­dad. Aquello no tiene remedio sino mediante un corte y un nuevo principio. Los surcos necesitan simiente nueva, simiente his tór ica , porque la antigua ya ha apurado su fecundidad.

Pero ¿qu ién ha de ser el sembrador? ¿Quién ha de elegir la semi­lla y el instante para largarla a la t ierra? lEsto es lo difícil . Y aqu í nos encontramos cara a cara con todas las predicaciones demagógi­cas de izquierda o de derecha, con todas las posturas de repugnante adulac ión a la masa que adoptan cuantos quieren pedirle votos o aplausos. Estos se encaran con la muchedumbre y le dicen : «Pue­blo, tú eres magníf ico; atesoras las mejores virtudes; tus mujeres son las m á s bellas y puras del mundo, tus hombres los m á s intel i ­gentes y valerosos; tus costumbres las m á s venerables; tu arte el más r ico ; sólo has tenido una desgracia : la de ser mal gobernado; sacude a tus gobernantes, l íbra te de sus ataduras y serás venturoso». Es decir, poco más o menos : «Pueblo, hazte feliz a t i mismo por medio de la rebel ión».

Y el decir esto revela, o una repugnante insinceridad, que usa las palabras como cebo para cazar a las masas en provecho propio, o una completa estupidez, acaso más «lañosa que el fraude. A nadie que medite unos minutos puede ocultársele esta verdad : al final de un per íodo histórico estér i l , cuando un pueblo —por culpa suya o por culpa ajena— ha dejado en mohecer todos los grandes resortes, ¿cómo va a llevar a cabo por sí mismo la inmensa tarea de regene­rarse? Una revolución si ha de ser fecunda y no ha de dispersarse en alborotos efímeros— exige la conciencia clara de una norma nue­va y una voluntad resuelta para aplicarla. Pero esla capacidad para percibir y aplicar la norma es. cabalmente, la perfección. Un pueblo hundido es incapaz de percibir y aplicar la norma; en eso mismo (onsiste su desastre. Tener a punto los resortes precisos par;; Htfyar

a cabo una revolución fecunda, es señal inequívoca de que la HVO-lución no es necesaria. Y al contrar io: necesitar la revolución, es carecer de la claridad y del ímpetu necesarios para a'marla y teali-zarla. En una palabra: los pueblos no pueden salvarse en masa a sí mismos, poique el hecho de ser apto para realizar la sa lvación, es prueba de que se está a salvo. Pascal imaginaha que Cristo le decía : «No me buscar ías si no me hubieras encontrado ya». L o mismo po­dr í a decir a los pueblos el genio de las revoluciones.

Entre los jefes revolucionarios que han desfilado por la historia del mundo, se han dado con bastante re i teración estos dos t ipos: «el cabecilla» que reclutó una masa para encaramarse sobre ella en bus­ca de notoriedad, de mando o de riqueza, y el supersticioso del pue­blo, creyente en la actualidad innata en el pueblo - -considerado i n ­orgán icamente como masa— para hallar su propio camino. El ca­becilla suele ser menos recomendable desde el punto de vista de la moral pr ivada; suele ser un sujeto de pocos esc rúpulos que expolia y tiraniza a la comunidad que los soporta; pero tiene la ventaja de que se le puede supr imir de un t i r o ; con su muerte acaba la veja­ción. Gn cambio, el otro deja rastro y es, desde el punto de vista de su misión his tór ica , más t ra idor que el cabecilla.

Sí, más traidor, usando la palabra « t ra idom sin ninguna inten­ción me lod ramá t i ca , sino como denominac ión simple de aquel que deserta de su puesto en un momento decisivo. Esto es lo que acos­tumbra a hacer el supersticioso del pueblo cuando le coloca el azar en el puente de mando de una revolución triunfante. A l estar allí , al trepar allí por un esfuerzo voluntario y de spués de Httbér encendido la fe de quienes le siguieron, ha asumido tác t i camente el deber de mandarlos, de guiarlos, de enseña r l e s el rumbo. Si no sent ía rebu­llirse en el alma como la llamada de un puesto lejano, no debió as­pirar a la jefatura. Ser jefe, t r iunfa r y decir al día siguiente a la masa: «sé tú la que mande, aqu í estoy para obedecerte», es evadir de un modo cobarde la gloriosa pesadumbre del mando. El jefe no debe obedecer al pueblo; debe servirlo, que es cosa d i s t in ta ; servir­lo es ordenar el ejercicio del mando hacia el bien del pueblo, procu­rando el bien del pueblo regido, aunque el pueblo mismo desconozca cuál es su bien, es decir : sentirse acorde con el destino his tór ico po­pular, aunque, se disienta de lo que la masa apetece.

Con tanta m á s razón en las ocasiones revolucionarias cnanto que, como ya se ha dicho, el pueblo necesita la revolución cuando ha

ÍAcalm en píg, 8.)

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£1 senlido ntislico de un

deber fierni.itieiile.

"José Antonio.

D e i l i n o Muestra tiiflliáíHlI jundo-

menlal es y ba de seguir

siendo la combotipa. U

revolucionaria.

Jranco.

A pesar de la proximidad del fren­te, Ulldecona conmemoró también, como en todos los pueblos de la Espa­ña Nacional, el Día de los Caídos, en esie 29 de octubre en que se cumplían cinco años desde aquella fecha histó­rica en que desde el tablado del Tea­tro de la Comedia, con estilo propio y valentía desconocida hasta entonces, unos hombres ¡óvenes lanzaban las consignas que pocos años después ha­rían vibrar a la juventud española, lanzándola a conquistar para siempre a la Patria.

Y este día, punto de pactida cíe grandes acontecimientos futuros, por voluntad del Caudillo y sentimiento unánime de los que sienten con fervor a España, lo consagramos ai recuerdo entrañable de ios que han mireno por nuestra Revolución Nncionn!.

Tarragona, que cuenta en su ha­ber sangriento a infinidad de camar.v das que en acto de servicio, antes y después del Movimiento, han hecho honor al juramento prestado, no rega­teó esfuerzo para solemnizar,, con la

CARTA DE LA CATALUÑA LIBERADA

29 de octubre en Ulldecona gravedad de los actos de la Falange, este día de recogimiento y de re­cuerdo.

A las diez de la mañana el templo parroquial resultaba insuficiente para cobijar a la muchedumbre que acudió a rendir piadoso tributo de sus plega­rias en memoria y sufragio de nues­tros gloriosos Caídos.

La iglesia estaba severamente deco­rado con banderas nacionales y del Movimiento. Ofició en la misa solem­ne de "Réquiem" el cura párroco, mi­nistrado por dos sacerdotes. Una masa coral cantó la misa de "Ré­quiem" y el responso del maestro Pe-rossi.

Ocuparon sitio de honor en el pres­biterio el señor coronel jefe de la Di­visión 105 y el jefe provincial del Mo­vimiento. Con ellos figuraron jefes y oficiales del Estado Mayor y Jerar-quias del Movimiento. En otra de las presidencias se hallaban el jefe local, alcalde y Comisiones locales y provin­ciales.

Una vez terminados los actos reli-

JOSE M . FONTANA, JEFE PROVINCIAL D(E ZA­RAGOZA EN UN MOMENTO DE SU DISCURSO

giosos, las autoridades que habían asistido a ellos se trasladaron a la pla­za de los Héroes del Alcázar, donde se había levantado el monumento con la Cruz para rendir homenaje a los Caídos.

Detrás de la Cruz, adosado a la pa­red de la iglesia, se leía en grandes ca­racteres rojos: "Caídos por Dios, por la Patria y la Revolución Nacional: i Presente!". A ambos lados de ella, seis grandes hachones, y enfrente, un enorme pebetero despedía columnas de humo. Dos soldados y dos falangistas, con fusiles, daban guardia a ambos la­dos del monumento.

Formados impecablemente, enmar­caban la plaza fuerzas del Ejército, una Centuria de Cadetes, una Sección ciclista y camaradas de segunda linca. Gran gentío llenaba totalmente la pla­za, balcones v azoteas.

Frente a la Cruz de los Caídos se situaron las autoridades militares, je­

rarquías del Movimiento y civiles. El solemne acto ante la Cruz dió

comienzo con un responso, y acto se­guido depositaron coronas de laurel el jefe de la Legión Cóndor, el jefe de la División 105, el jefe provincial del Movimiento y el alcalde de Ulldecona. Rápidamente las banderas que cubrían el pie del monumento quedaron ocul­tas por un gran montón de coronas y flores, ofreciendo un magnífico as­pecto.

El jefe provincial de Propaganda, camarada Tejero, leyó la Oración a los Caídos, de Sánchez Mazas, y acto seguido dirigió la palabra el jefe pro­vincial del Movimiento, de cuyo bri­llante discurso entresacamos el si­guiente párrafo:

"A esta legión que por voluntad de! Caudillo, que Dios guarde, se enlaza en esta fecha al acto fundacional de la Falange. Quiso nuestro Jefe Nacio­nal que en este día nos reuniéramos

todos los españoles en tomo a las cru­ces elevadas al recuerdo de los Caídos por España y su Revolución Nacional. Quiso que en estos días melancólicos

del octubre amarillento el ejemplo de los muertos fuera espejo para los vi­vos. Nosotros, tradicionalistas, sabe­mos agradecerle este día público de­dicado al recuerdo, tan cercano al 1 de noviembre, aromado por la me­moria de los que se fueron de la paz del seno familiar. Y de esta múltiple significación de fechas extraemos la profunda enseñanza de los caídos por un ideal: la enseñanza y valor de la muerte heroica. Porque, camaradas y soldados, la vida va impulsada por los muertos. La rueda de la Historia no se mueve con votos ni con diplomáticos palaciegos; la Historia se forja con ríos de sangre, la Historia la hacen los centenares de camaradas caídos por las plazas y calles de España antes de que sonara un tiro de guerra; la His­toria la hacen el Ejército y las Mil i­cias, y Onésimo, Ramiro Ledesma,

-Calvo Sotelo y José Antonio, y no creáis que sólo murieron en Madrid, porque en estas tierras tenéis un Pres-culi, de Miravet; Tomadijo, de Tor-tosa; hermanos Suñer, de Alcanas-hermanos Bushell y hermanos Landa, de Tarragona, y docenas y docenas de camaradas que supieron morir con el yugo y las flechas sobre el corazón y el Arriba España en los labios."

Con este acto sencillo, pero profun­do en su significación de recuerdo a nuestros caídos, terminaron las cere­monias de la mañana.

Por la tarde el monumento se cu­brió totalmente de flores y coronas que las mujeres de la localidad depo­sitaron en él.

Las camaradas de la Sección Feme­nina rezaron el rosario ante el monu­mento, lo cual dió una de las notas más emotivas de los actos celebra­dos.

Ulldecona, noviembre.

UN ARTICULO DE JOSE ANTONIO La repoblación forestal Viene de ///igina 7.)

•¡i-perdiilo su acl i lud para apetecer el bien—, cuando tiene como si j é r a m o s , e\ apetito estragado; de esto es precisamente de lo que hay que ciuar le . Ahí es tá lo magníf ico. Y lo difícil. 'Por eso los jefes fla­cos rehuyen la tarea y pretenden, para encubrir su debil idad, susti­tu i r el servicio del pueblo, la busca de una difícil a r m o n í a entro la realidad del pueblo y su verdadero destino, por la obediencia del pueblo, que es una forma, como otra cuali | i i iera, de l isonja; es de­cir , de co r rupc ión .

Kspaña lia reconocido algo de esto bien recientemente: en 1931. • Pocas veces como entonces se ha colocado la masa en actitud más fácil y humilde . Aletrn mente alzó a los que estimaba como sus me­jores y se ap res tó a seguirles.

Así, sin esfuerzo, s. bailaron en ocasión de mandar los que He-vaban muebos a ñ o s ejerciendo la tarea medicinal de la cr í t ica . Ya se entiende que no me refiero a ios demagottos, sino aquel grupo pe­q u e ñ o y escoirido que al t r avés tle un riguroso proceso interior —al pr incipio revulsión dése pe rada; al final, clarividencia ardiente— ha­bía llegado a expresar al anhelo de una E s p a ñ a m á s clara, m á s l im­pia, m á s ágil, l ibre de no poca cochambre tradicional y de mucha mediocridad tediosa. Los que integraban este grnpo t e n í a n el deber de estrenar los nuevos resortes his tór icos, de plantar los pies frescos llamados a reemplazar a los viejos troncos agolados. Y ésos estaban llamados a hacerlo contra tocias las resistencias: contra las de sus ocasionales c o m p a ñ e r o s de revolución y contra los de la masa mis­ma. Los gulas de un movimiento revolucionario tienen obligación de soportar incluso la acusación de traidores. La masa cree siempre que se le traiciona. Nada m á s inúti l que tratar de halagarla para elu­d i r la acusación. Quizás , los directores espirituales del 31 no la hala-l í a r a n ; pero tampoco tuvieron á n i m o para resistirla y discipl inarln. Con ¡resto desdeñoso se replegaron otra vez en sí mismos y dejaron el campo libre a la zafiedad de los demagogos y a la audacia de los cabecillas. Asi se malogró —como tantas veces - una ocasión de Es-

fca p r ó x i m a no se ma log ra rá . Ya hemos aprendido que la masa no puede salvarse a sí propia. Y que los conductores no t.enen disculpa si deserifn. La revolución es la tarea de una resuelta mmona , inase-nuible al desaliento. De una m i n o r í a cuyos primero- pasos no en­t e n d e r á la masa oorqu? la luz interior fué lo mas caro que perd.o, v í c t ima de un periodo de decadencia. - ¿

Pero al caboTsus t i tu i r á la á r i da confus.ón de nuestra vida colec­t iva por la a legr ía y la claridad del orden nuevo.

(Publicado oa Haz.)

[Viene de la 5." pág ina )

suelo de la España grande, el que más tarde ha sido progresivo y violenta­mente arrastrado al fondo de los ma­res por los torrentes formados por la desaparición de los bosques y por la avalancha de incomprensión y desgo­bierno del siglo XIX.

Es preciso rehacerlo nuevamente,

dedicándole toda nuestra atención e

interrogándole antes de decidir su des­

tino.

El labrador que se inclina para tra­

bajar la tierra, se acerca para oiría y

discurrir sus necesidades; el montaraz

que recorre las montadas y escucfai el

eco de sus quejas, sabe bien lo que

desea. Ambos la interrogan y conocen

sus ansiedades y las saben remediar,

i Qué bien responde la tierra cuando

se la sabe entender y amar! Los que

la cultivan con inteligencia, amor y

esfuerzo nunca dirán que no fué ge­

nerosa y abundante en sus dones y en

sus frutos.

Eso sí, exige conocimiento y trato

constante, hay que vivir en ella y pa­

ra ella. Sólo así se acierta y se la ha­

ce producir. Hace algún tiempo emi­

graron los hombres hacia las pobla­

ciones buscando el trabajo y la ale­

gría que falta hoy en el campo; pero

desde las ciudades jamás se acierta con

el gobierno del campo, siempre se ha

vocada. Y es que la tierra no respon­

de al desvío de quien, pudiendo vivir

en ella, se aleja para sólo recordarla

en medio de una vida de frivolidad

despreciable ante la serena y austera

energía del campo y de la montaña.

Media España hemos dicho se ha­

lla hoy improductiva y despoblada.

Económica y socialmente, la España de

seguido desde ellas una política equi-

hoy es media España.

La reconquista económica y la re­

población integral de esa tierra impro­

ductiva que queda a retaguardia de

las líneas de guerra es el comienzo a

la gran labor de la España histórica.

La han de realizar todos los hombres

aptos que quedan en la retaguardia;

es el esfuerzo mínimo que debe de­

mostrar el deseo, si no de superar, ai

menos de responder al heroico esfuer­

zo del frente.

Todo español que no haya tenido

la honra de dar su sangre por la l i ­

beración de nuestra tierra tiene el de­

ber de ofrendar su esfuerzo en la re­

construcción de la nueva Patria.

Hay que hacer producir a nuestro

suelo con la mayor intensidad; la agri­

cultura ha de mejorar sus prácticas y

aumentar el regadío; los terrenos yer­

mos y los baldíos, las estepas y los

páramos, deben desaparecer bajo las

selvas umbrosas y las acteulas de los

ricos pinares, que al caer, bajo el ru­

mor del aire que agita .sus copas, for­

marán los estratos fecundos del nuevo

suelo español, de la tierra sagrada que

bendecirán futuras generaciones. Así

se .i^r.nidii verticalmente España.

La colonización interior, la pobla­

ción tantas veces intentada y fracasa­

da por errónea orientación agraria, se

hará hoy posible con una acertada po­

lítica forestal; surgirá la industria na­

cional basada en sus propios recursos,

en sus productos naturales, y asi sírá

España poderosa y libre.

La satisfacción y el orgullo de ha­

ber realizado esta obra patriótica y

fe en los destinos de la España histó­

rica, al ver restaurado y pujante el

viejo solar, realizará por fin, sin que

las leyes económicas de la fuerza 'o

imponga, la iiiiídiuf que define y for­

talece el espíritu de todo español

amante de su Patria.

A V.