jacq christian - el monje y el venerable

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  • El monje y elEl monje y elvenerablevenerable

    Christian JacqChristian Jacq

    Traducido por Beatriz Iglesias

  • Ninguna parte de esta publicacin, incluido el diseode la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitidaen manera alguna ni por ningn medio, ya sea electrnico,qumico, mecnico, ptico, de grabacin o de fotocopia,sin permiso previo del editor.

    Ttulo original: Le Moine et le Vnrable 2004, Robert Laffont, Paris 2006, Beatriz Iglesias, por la traduccin 2006, Styria de Ediciones y Publicaciones S. L.Tuset, 3, 2. planta - 08006 Barcelonawww.styria.esPrimera edicin: octubre de 2006Segunda edicin: octubre de 2006

    LA FOTOCOPIA MATA AL LIBRODiseo de cubierta: Enrique IborraMaquetacin: Anglofort, S.A. ([email protected])ISBN: 84-96626-20-2Depsito Legal: B. 46.974-2006

    Impresin y encuadernacin: EGEDSA con la colaboracin de Jorkigraf, S.L.Impreso en Espaa Printed in Spain

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  • Christian Jacq El monje y elvenerable

    Introduccin

    El monje y el venerable es una novela, una obra de ficcin donde loimaginario cobra un gran protagonismo. No obstante, me ha parecido necesarioprecisar que el relato est basado en hechos reales de los que es posibleesclarecer determinados aspectos.

    La trama est ambientada en la Segunda Guerra Mundial. La ideologanazi quiso fundar una nueva forma de religin y de cultura. Por ello procedi alexterminio de todas las creencias anteriores, no sin antes despojarlas de lomejor que, a su ver, posean. Los nazis confiaron al cuerpo especial Aneherbe,que dependa directamente de Himmler, la misin de ocuparse de lassociedades secretas y de sus adeptos, considerados poseedores de ciertospoderes. Este servicio poco conocido y menos estudiado procedi al arresto devidentes, astrlogos y magos para apoderarse de sus tcnicas y comprobar sieran eficaces. De hecho, el Aneherbe crea que los poderes psquicos sepodan convertir en potentes armas con las que asentar la supremaca delReich. Se encarcel tanto a sacerdotes como a religiosos sospechosos deatesorar interesantes conocimientos. Los desafortunados fueron deportados acampos donde haba secciones especializadas en un tratamiento muy especialde superdotados.

    Por otro lado, desde que el rgimen nazi se impuso en Alemania, procedial cierre de las logias masnicas y al arresto de quienes las frecuentaban. Contodo, parece que los masones favorecieron la ascensin de Hitler al poderjugando a aprendices de brujos, rpidamente incapaces de controlar elmonstruo que haban contribuido a crear.

    El nazismo fund su propia sociedad secreta, La Orden Negra, que notoleraba la existencia de ninguna otra organizacin esotrica en los territoriosdel Reich. De manera que Himmler orden la destruccin de la masonera, nosin antes haberse cobrado tesoros aprovechables. En Francia, al servicioalemn de contraespionaje (SD) le fue encomendada la misin de sitiar losinmuebles donde se reunan los masones, para apoderarse de sus archivos ysus rituales. Cont con la colaboracin de siniestros personajes como BernardFay, administrador general de la Biblioteca Nacional; sin embargo, slo obtuvoresultados ms bien decepcionantes.

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  • Christian Jacq El monje y elvenerable

    El motivo de este fracaso fue la existencia de un secreto que circulaba enel mismsimo interior de la institucin masnica, pero que no tena nada que vercon sta. Tras la especuladora apariencia de las organizaciones masnicas,sobrevivan las logias denominadas salvajes, herederas de saberesiniciticos transmitidos de venerable en venerable desde tiempo inmemorial.Una de estas logias era especialmente depositaria de la Regla dictada, en suorigen, por los constructores de templos; as como del secreto del Nmero que,segn se dice, permite crearlo y construirlo todo. En nuestro relato, hemosdado a esta logia perteneciente al Rito Escocs Antiguo y Aceptado el nombrede Conocimiento.

    Durante muchos aos, la dirigi un venerable excepcional que me hizopartcipe de la increble aventura vivida por un masn y un monje benedictino,cuyos caminos se cruzaron en el exilio. Todo los separaba, todo los opona y,pese a ello, sobrevivieron juntos al infierno de un campo de concentracin. Unose amparaba en el Gran Arquitecto del Universo; el otro, en el Dios de loscristianos. Ambos llegaron a conocerse, pero tambin a enfrentarse en elnombre de su respectiva fe; a lo largo de la novela, veremos cul fue elautntico desafo, materializado en lo que unos llaman apuesta y otrosvoto, que los llev a someterse a la ms exigente de las pruebas.

    Todo lo que aqu se revela sobre los ritos, los grados y los smbolosmasnicos es conforme a la realidad. Incluso el funcionamiento de una logiasalvaje, que yo sepa nunca antes mencionada, se reconstruye en la medidade lo posible.

    El extraordinario encuentro entre el monje y el venerable tuvo lugar en uncontexto anlogo al descrito en este relato; la logia Conocimiento existi enverdad, pero con otro nombre; y el Aneherbe, de triste recuerdo, constituy lams temible agencia de servicios secretos de la era moderna.

    El trabajo del novelista ha consistido en reunir elementos dispersos yaportar las precisiones de las que dispona para contar la historia de dos seresenfrentados a la ms despiadada de las realidades.

    Tuve el inmenso privilegio de conocer al monje y al venerable que sirvieronde modelo para mis personajes. En la actualidad, ambos estn muertos. Poreso se ha podido romper el silencio.

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    Pars, una noche de marzo de 1944 en una callejuela del distrito dieciocho.La luna se esconda entre las nubes...

    Franois Branier desapareci bajo el soportal de un inmundo edificio, trashaber comprobado que nadie lo segua. A sus cincuenta aos de edad, elmdico de cabello cano haba conservado ese aspecto fornido y apacible quehaca de l un personaje tranquilizador, fro y clido a la vez.

    Dej que la puerta del garaje se cerrara a su paso y esper unos minutosen la oscuridad. Imperativo de seguridad. Branier viva la ms peligrosa de lasaventuras. Por primera vez en varias semanas, convocaba a sus hermanospara celebrar una reunin de trabajo masnico, lo que los iniciados llamabantenida. Haba muchas decisiones que tomar por unanimidad, conforme a laRegla.

    En los ltimos tiempos, varios hermanos de la logia Conocimiento,operativa en el Oriente de Pars, haban sido detenidos por subversin o actosde Resistencia. Slo siete de ellos podan seguir trabajando en honor del GranArquitecto del Universo; y tenan que esconderse, cambiar de lugar cada vezque celebraban una tenida. Cuando el nazismo triunf en Alemania, losmasones se contaban entre los primeros perseguidos. Las logias haban sidodisueltas, pues se consideraba que ponan en peligro la seguridad del Estado.Y muchos hermanos alemanes haban sido apresados, ejecutados sin juicio ydeportados.

    La logia Conocimiento no era como las dems. Tena una caractersticaque la diferenciaba: ostentaba el secreto del Nmero, el secreto esencial de laOrden que se haba transmitido de generacin en generacin. Unos pocoshermanos, desperdigados por el mundo entero, haban heredado este tesoro.Muchos haban muerto desde el estallido de la guerra. Puede que FranoisBranier, venerable maestro de la logia, fuera el ltimo superviviente conocedordel secreto del Nmero a partir del cual todo se poda reconstruir. Ahora faltabaque l lo pudiera transmitir, que no se lo llevara a la tumba.

    En el edificio reinaba el silencio. Branier abandon el abrigo del soportal yentr en un pequeo patio interior sumido en la oscuridad. A la izquierda haba

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  • Christian Jacq El monje y elvenerable

    una puerta metlica. El mdico llam tres veces espaciadas. Una voz le dijo:Adelante.

    Branier enseguida supo que lo haban traicionado. El que haba respondidono era un hermano, o al menos se habra expresado de manera diferente.Deba salir corriendo sin pensrselo dos veces. Branier se precipit hacia elsoportal y abri la puerta del garaje.

    Su tentativa de fuga se qued ah. En la acera lo esperaban cinco hombresataviados con un impermeable verde oscuro. La Gestapo. Unos coches negrosobstaculizaban ambos extremos de la calle. Branier cerr los puos. Lo invadauna rabia fra. Resistirse era intil, suicida. As que se qued petrificado,esperando un auxilio imposible.

    Mi enhorabuena, seor Branier dijo uno de los policas alemanes, conun rostro plano, muy blanco y animado por unos ojillos mviles. Es ustedsensato. Su reputacin est a salvo.

    La luz de la luna, que brillaba entre dos nubes, permita que Branier viera asu interlocutor. Slo tena una pregunta:

    Dnde estn mis... mis amigos?A salvo, como usted, seor Branier. No se preocupe. Y ahora, si tiene la

    bondad de subirse a mi coche...El polica hablaba un francs sin acento y de tono servil.Franois Branier se haca una idea completamente distinta de las

    detenciones a manos de la Gestapo: esposas, golpes, rdenes imperiosas...A qu vena aquella fingida cortesa, aquel respeto incomprensible? Sussospechas le revolvan el estmago.

    Cuando se suba al Mercedes negro, el venerable alz la cabeza. En eltercer piso del edificio de enfrente, haba una ventana tenuemente iluminada; ala derecha, asomaba el rostro de un hombre tras la cortina descorrida.Sorprendido por la mirada de Franois Branier, el espa corri bruscamente lacortina y apag la luz.

    Branier se dirigi al polica alemn que, como l, haba observado laescena. No perda detalle.

    Me ha delatado l?Exacto.Y quin es?No lo s minti el alemn, casi riendo. Todo lo que puedo decirle es

    que es masn. Lo conoci en otra logia. Nos ha puesto sobre su pista. Y ahorasbase al coche.

    Cuando arrancaron, el venerable supo que tendra que aguantar hasta elfinal.

    * * *Rpido, Dios santo!Fray Benot, de la Orden Benedictina, haba jurado una vez ms, sin

    siquiera darse cuenta. No era momento para fiorituras lingsticas. Estabademasiado preocupado con la evasin de dos jvenes judos que debansubirse imperativamente al camin cargado de troncos. Fray Benot los habaescondido dos das antes en los bosques circundantes de Morienval. Haca unao que el religioso estaba a cargo de esta antiqusima abada.

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    La poblacin apreciaba los dones de Benot, curandero, radiestesista ehipnotizador. Segn la gran tradicin de la Orden, l se ocupaba activamentetanto de las almas como de los cuerpos. El benedictino, que lideraba una redde pasadores en la frontera, haba permitido que decenas de personas huyerande la polica alemana.

    Llegaba el camin. Haba venido por la carretera comarcal, para luegodesviarse por un camino forestal. Benot meti en la parte de atrs a los dosjvenes judos, que se deslizaron hasta un escondite habilitado en los bajos delvehculo. Con un poco de suerte, no acabaran en uno de los centros deseleccin de la regin de Compigne. Pero entonces las ruedas del caminpatinaron en el barro. Benot tema que se quedara atascado, como la ltimavez. El conductor cambi de marcha, aceler a fondo y arranc el vehculo delcenagal. El religioso salud con la mano a quienes ya no podan verlo. Aquellanoche estaran en zona libre y retomaran el combate contra el invasor.

    Fray Benot vesta su eterno sayal, con un rosario de cuentas grandes porcinturn. Este autntico coloso, de barba ligeramente pelirroja, nunca tena fro.Le encantaban esas glaciales alboradas en que el bosque estaba an silente,en que la soledad era casi absoluta. Senta la presencia de Dios. Qu alegraavanzar sobre el manto de hojas muertas, contemplar la apertura de los brotescolmados de savia, notar la primavera a punto de florecer! Vaya! Todavaquedaban esperanzas; Francia conseguira librarse, el mundo saldra al fin delpeor de los horrores impuestos desde los albores de la humanidad. Y decir quealgunos se atrevan a hablar de progreso...

    Benot caminaba rpido. A medioda, recibira tres nuevos miembros de laresistencia perseguidos por los alemanes. Pero antes necesitaba procurarlesropa, un pasador y dinero. Dios lo ayudara.

    El monje habitaba una vieja casa de piedra situada detrs de la abada. Alentrar, pens en el humeante caf que iba a servirse. Su nico lujo.

    El religioso subi los tres peldaos de la escalera de piedra, abri lapuerta, cruz el pasillo con slo tres pasos y se adentr en la cocina.

    All lo esperaban tres hombres, ataviados con un impermeable verde. Elreligioso reaccion enseguida. Se apoder de una silla y la descarg sobre lacabeza del alemn que tena ms cerca. Otros dos policas de la Gestapo se leacercaron por detrs y le cortaron el paso. El coloso estuvo a punto deliberarse, pero las armas con que le apuntaban lo obligaron a rendirse. Y unhombre de Dios no tiene derecho a suicidarse.

    Clmese dijo uno de los policas, de rostro plano y muy blanco, en elque relampagueaban dos ojillos mviles.

    Por qu me detienen? se exasper Benot. No tienen nada quereprocharme.

    Y esto?Sobre la mesa de la cocina, el alemn haba dejado una varita de zahor,

    un pndulo de radiestesista y varios libros mgicos sobre las propiedadescurativas de las plantas.

    Fray Benot se qued atnito. Por eso lo detenan? Ni siquiera habanmencionado su apoyo a la Resistencia... Una pesadilla sin pies ni cabeza.

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    Posee usted extraos poderes para ser un religioso libre de culpa... Noshan dicho que es el mejor curandero de Francia, que se comunica con lasfuerzas ocultas. Hemos venido a comprobarlo.

    La alucinacin no tena fin. Benot no daba crdito a sus odos. Cmopoda interesarles algo as a estos esbirros de la siniestra Gestapo?

    Y ustedes se creen todo lo que les dicen! se indign el monje.Yo slo creo en lo que veo replic el alemn. Y entiendo que no

    quiera responder a mis preguntas. Ahora va a acompaarnos. Lo llevaremosante especialistas que sabrn sonsacarlo.

    Fray Benot no articul palabra. Las alimaas que tena enfrente noestaban dispuestas a escuchar, y l slo pensaba en huir. Pero antes querasaber. Saber por qu lo detenan alegando semejantes motivos.

    Cuando los habitantes de Morienval vieron que fray Benot se suba alcoche de la Gestapo escoltado por un grupo de agentes, se convencieron deque al religioso lo haban denunciado por sus actividades como miembro de laresistencia. Ninguno de ellos intuy la verdad.

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    Franois Branier adoraba Compigne. De nio haba ido all muchas vecesa pasar las vacaciones con su to. Juntos haban explorado el bosque, pescadoen arroyos, recorrido decenas de kilmetros en bicicleta por el placer dedescubrir valles perdidos, paisajes de la vieja Francia olvidada por losurbanitas. Pero el Compigne de hoy era el del terror. De all salan losconvoyes de presos, a quienes se trataba como ganado, rumbo a los camposnazis de exterminio. El venerable estaba seguro de que conocera laabominable suerte de quienes osaban desafiar a la Alemania de Hitler.

    Se extra sobremanera cuando el Mercedes de la Gestapo se detuvoante un bonito hotel privado del centro. Lo obligaron a bajarse del coche y loacompaaron a la primera planta. Ahora los salones burgueses y lashabitaciones eran despachos. Se haban derribado tabiques y roto molduraspara introducir el mobiliario de oficina. Pese a lo intempestivo de aquellashoras, unos soldados escriban a mquina.

    El venerable fue introducido en un lujoso despacho, sin duda el del antiguodueo del lugar. En las paredes haba colgados litografas y aguafuertes queretrataban monumentos de Compigne. Parqu ilustre, mobiliario imperial. Unsuboficial de unos cuarenta aos de edad, que vesta el uniforme de las SS,estaba repantigado en un silln rojo de respaldo alto. Tena los cabellos muynegros y un rostro anguloso.

    Sintese, seor Branier. Me han dicho que se ha mostrado muyrazonable. Excelente iniciativa.

    El venerable clav su mirada en la del alemn.Dnde estn mis amigos?Ya estn de camino a su futura residencia, seor Branier. En un tren

    especial, que ya ha salido har un cuarto de hora. Con mediocres condicionesde comodidad, lo reconozco. Pero, como usted bien dice, cual el tiempo tal eltiento.

    El jefe de las SS se levant y se pase por el despacho, con la firmeseguridad de un domador. Su colega, el hombre de la Gestapo, se tena en pieen un rincn del despacho.

    Es usted mdico, seor Branier?

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    Franois Branier no se movi de su asiento. Con la espalda recta y losantebrazos apoyados, se senta como un condenado a muerte sentado en unasilla elctrica. El suboficial jugaba con l al gato y al ratn. Estas palabrasdichas a media tinta albergaban cien veces ms crueldad que la tortura msatroz. El alemn tena todo el tiempo del mundo. Buscaba los puntos dbilespara golpear con la mxima precisin y dejar a su adversario fuera de combate.Branier no tena derecho a bajar la guardia ni un solo segundo.

    Debera responder, seor Branier. Refugiarse en el silencio es una malatctica. Podra amenazarlo con represalias contra sus hermanos. Es mdico?

    S.Especialista?No. De medicina general.Casado?Viudo.Hijos?No.Cuando se declar la guerra, abandon usted su consultorio mdico y su

    domicilio parisinos. Ingres en la masonera a la edad de veinticinco aos;concretamente, en la Gran Logia de Francia, donde enseguida fue consideradomiembro de excepcin. Pese a haber rechazado todos los honores, se haganado el respeto de las logias de toda Europa. Como tambin se negaba afigurar en la jerarqua aparente y oficial, acab convirtindose en jefe de lamasonera secreta. Ha fundado una logia denominada Conocimiento queostenta los verdaderos secretos de la Orden. Llevamos mucho tiemposiguiendo la pista de esta logia... Jams el mismo lugar de reunin,periodicidad nula, transmisin puramente oral. No acostumbra usted a pasardos noches seguidas en la misma cama, seor Branier. El contingente de sulogia nunca ha sobrepasado los veinte hermanos. Muchos de ellos estnmuertos o desaparecidos. Habamos detenido a uno, pero se suicid durante elinterrogatorio. Sin la denuncia del eminente masn que le haba ofrecido ellocal en el que deban reunirse anoche, nunca habramos tenido la posibilidadde llevar a cabo semejante redada. Un golpe de suerte que las altas esferashan sabido apreciar. Es as, seor Branier? Alguna objecin?

    Ninguna.El suboficial de las SS volvi a sentarse, con aire satisfecho.Agradezco su sinceridad. Negarlo habra sido pueril. Todo lo que le he

    avanzado ha sido meticulosamente comprobado. Pero todava quedan muchospuntos oscuros. Y no me refiero a sus actividades como miembro de laResistencia... banales. Servirn como cargos de acusacin oficiales.

    El venerable tena los nervios crispados. Necesitaba liberar aquellatensin. Gritar, golpear... La soga se iba apretando a cada segundo; nosolamente sobre la persona de Franois Branier, sino tambin sobre su funcinde venerable maestro, sobre el secreto que custodiaba. Y no tena msderecho a suicidarse que un sacerdote. Deba hacer todo lo posible portransmitirlo, por que la tradicin de la Orden continuara, por que la luz no seapagara.

    Le hemos perdido el rastro en varias ocasiones, pese a la divisin enzonas de la que era objeto. No sabemos nada sobre la frecuencia y la duracin

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  • Christian Jacq El monje y elvenerable

    de las reuniones de su logia Conocimiento. Las precauciones que toma sontan extraordinarias como eficaces. En realidad, tiene mucho que ocultar algobierno del Reich.

    Diez tcticas se arremolinaban en la cabeza del venerable. Tena quesoltar lastre sin revelar nada importante, salir vivo de aquel despacho sin faltara su juramento.

    Por qu extraordinarias?El suboficial sonri.No intente hacerme creer que Conocimiento es una logia masnica

    normal y corriente, una simple asamblea de humanistas con vagos ideales detolerancia y libertad. Seor Branier, es usted un revolucionario que quierecambiar el mundo, cambiar al hombre. Locura, utopa, tal vez... o tal vez no. Ymenos cuando uno conoce su seriedad y la de sus hermanos, cuidadosamenteescogidos. No hay nada ms difcil que entrar en su logia. Para llegar amaestro, se requieren al menos cinco aos de preparacin antes de lainiciacin, siete aos de aprendizaje como mnimo y una cantidadindeterminada de aos en el gremio de obreros... En cuanto al venerableelegido, se tratar por fuerza de un ser con poderes totalmente excepcionales...

    Falso. Es un hermano como cualquier otro elegido por unanimidad. Nims ni menos.

    El suboficial de las SS cogi un cortapapeles e hizo resplandecer lacuchilla bajo la lmpara de su mesa.

    Su modestia lo honra, seor Branier. Aunque no me parece creble. Sulogia ha despertado la envidia entre los propios masones. En tanto quevenerable, rehye por sistema a los visitantes procedentes de otras logias. Esun derecho que existe, pero que nunca se aplica. Para asistir a sus tenidas,haba que ser obligatoriamente miembro de Conocimiento y haber pasadounas pruebas de las que no estamos al corriente. Ni un solo masn de losdetenidos ha podido revelarnos nada interesante sobre la vida interior de sulogia. Era usted el jefe de un Estado dentro del Estado. A qu viene tantomisterio si no tiene nada que esconder? Y lo que quiera que esconda concierneal Reich, seor Branier.

    El venerable se enderez, estir sus anchos hombros y adopt el tono dela ms firme conviccin.

    Somos espiritualistas. Simplemente queramos trabajar en paz, lejos deenredos e intrigas.

    No me lo creo replic secamente el suboficial. Espiritualistas... ellosno tienen nada que ocultar. Son msticos inofensivos. Y se no es su caso ni elde sus hermanos. Busque un argumento ms convincente.

    El venerable oy a su espalda el caracterstico ruido de un impermeable. Elhombre de la Gestapo se haba movido. Branier se oblig a conservar la calma,a mantenerse casi indiferente. El suboficial de las SS estaba muy bieninformado. Su ingente labor haba dado frutos. Gracias a su acumulacin deexpedientes, e incluso a partir de informacin fragmentaria, haba logradoobtener indicaciones precisas que la mayora de los masones desconoca yque, sin duda, l ya tena en su poder.

    Ya que tan bien conoce mi logia dijo el venerable, sabr que en ellalos hermanos compartimos todo secreto. Solo, no soy nadie.

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  • Christian Jacq El monje y elvenerable

    El suboficial pas el ndice por la cuchilla del cortapapeles. Parecapreocupado.

    Por fin se le presenta un verdadero dilema! Hace tiempo que me loplanteo. Si miente, podremos ejecutar a todos sus hermanos, porque serusted el nico que importe. Y si dice la verdad, ser indispensable que serenan todos en un lugar seguro para que por fin conozcamos su secreto.Como no quiero correr ningn riesgo, he optado por lo segundo. HeinrichHimmler me ha confiado esta misin y no quiero decepcionarlo. As que vausted a reunirse con sus hermanos, seor Branier. Sale dentro de un cuarto dehora.

    El venerable se encogi, aterrado. El suboficial de las SS lo observ condesprecio. Puede que aquel hombre no fuera tan extraordinario como sepretenda. A menos que se tratara de un perfecto comediante.

    Descolg el telfono para confirmar la salida del convoy especial en el quesaldra Franois Branier. Fue el primer instante en que apart los ojos de sudetenido.

    Branier brinc como una gacela. Retorci el brazo al suboficial, le arrebatel cortapapeles y le puso la frente sobre la mesa. A continuacin, le hundiligeramente el can del arma en el cuello, a la altura del bulbo raqudeo. Conuna energa sorprendente, Branier rode la mesa para colocarse detrs de l.Ahora estaba en posicin de fuerza. El hombre de la Gestapo no haba tenidotiempo de intervenir.

    Djeme salir de aqu, o lo mato.Mtelo, Branier. Eso no cambiar nada. Otro ocupar su lugar. Usted

    slo saldr de aqu para subirse a un tren.Se est echando un farol. Ponga un coche a mi disposicin.El suboficial de las SS respiraba con dificultad, ya que tena la cara

    comprimida bajo la mano de Branier. Se haba equivocado por completorespecto al venerable, al creerlo vencido, sin recursos.

    El hombre de la Gestapo, muy tranquilamente, llam a los soldados de laguardia. Tres de ellos entraron en el despacho, metralleta en mano.

    Deje ese cortapapeles, seor Branier. Si no, dar orden de disparar.Morirn los dos.

    Vamos.Branier levant la cabeza del suboficial de las SS por los pelos. Luego lo

    oblig a ponerse en pie retorcindole el brazo izquierdo. Le coloc el filo de lacuchilla en la cartida. El suboficial se estremeci. Branier actuaba con unabrutal determinacin. Este hombre saba matar.

    El coche. Rpido.Abandonar a sus hermanos? pregunt el hombre de la Gestapo.Al venerable se le hel la sangre. Huir era confesar que slo l conoca el

    secreto, condenar a muerte a sus hermanos. Aceptar reunirse con ellos, dondelos nazis lo quisieran, era demostrar que la comunidad se tena que congregarpara desvelar los misterios.

    El cortapapeles hizo un ruido seco al caer sobre el parqu. Branier solt alsuboficial de las SS y se apart de l. Invoc en silencio al Gran Arquitecto delUniverso y esper los golpes.

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    La noche era glida. En la estacin de Compigne, esperaba el convoy dedeportados con sus cinco vagones. El hombre de la Gestapo acompa aFranois Branier, flanqueado por dos agentes de las SS. No le haban puestolas esposas.

    En la silenciosa estacin, el tren apareca como un monstruo, amenazante.Cuando el venerable pasaba por delante del primer vagn, la puerta correderase abri bruscamente. Asom un joven desnudo que grit Yo no quiero ir! ysalt al andn. El hombre de la Gestapo apart al venerable, y los dos agentesde las SS dispararon al fugitivo, que se retorci durante largos segundos hastaquedar inmvil. Uno de los dos agentes lanz una rfaga de metralleta alinterior del vagn. Gritos de dolor, cuerpos que caan los unos sobre los otros.El agente hizo correr la puerta con violencia y volvi a poner las cadenas.

    Suba orden a Branier el hombre de la Gestapo, mientras loarrastraba hacia el ltimo vagn del convoy, dividido en varios compartimentosmediante tabiques de madera.

    El venerable ocupara el angosto compartimento del medio. Tendra lasuerte de viajar solo, porque los deportados iban hacinados en las peorescondiciones.

    El venerable se sent en el suelo cubierto de paja hmeda. Un fuerte olorhizo que se le contrajeran las narinas. La puerta se cerr, y l qued sumido enla oscuridad. El tren se estremeci. Eran las tres de la madrugada.

    Branier advirti que le haban dejado all el abrigo, el traje y la corbata,como si aqul fuera un viaje de placer. No tena miedo de morir. Tena miedode sufrir, como cualquiera; pero haba aprendido a dominarlo. Lo que en verdadtema era revelar el secreto. Por debilidad. Por lasitud. Porque su espritu seperdera en la noche, porque su cuerpo torturado clamara piedad, porque lamuerte no llegara a tiempo para liberarlo. Desaparecer sin haber designado unsucesor sera el peor de los suplicios.

    Precisamente la noche en que fue detenido, Franois Branier deba iniciara su sucesor como venerable maestro y confiarle el secreto del Nmero.

    No tena sueo. Los recuerdos le venan a la memoria. La infancia feliz enun pueblecito de Saboya, el traslado a Pars, los aos como estudiante de

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  • Christian Jacq El monje y elvenerable

    medicina, el encuentro con la que luego sera su esposa, la pasin por lalectura... esa pasin que, tras agotadoras jornadas de consulta, le hacadevorar enormes libracos sobre los misterios de la Antigedad, las esculturasde la Edad Media, la geometra sacra; quiz fuera un refugio para evadirse deun mundo loco, pero ante todo supuso el descubrimiento de leyes eternas sinlas cuales el hombre se convierte en un ser inferior a los animales. FranoisBranier haba odo hablar de la masonera. Le tena pavor por sus enredos, porsu mentalidad poltica y pequeo burguesa, por sus falsos secretos. Le habanpedido que se hiciera miembro de una de las grandes obediencias diezveces, veinte veces. l haba rechazado secamente estas lamentablespropuestas en que slo contaban el importe de las cotizaciones, la ambicinsocial, los contactos, los ttulos rimbombantes.

    Unos das despus de la muerte de su esposa, el drama ms espantoso desu vida del que jams se lleg a reponer, Branier haba atendido a un ancianoprofesor de francs. No le quedaba mucho tiempo de vida, y l lo saba.

    El paciente se haba quedado ms de tres horas en compaa del mdico,que lo haba cuidado a la hora de cenar. Haban hablado de todo, menos demasonera. Al da siguiente, Branier haba solicitado el ingreso en la logia de laque el anciano profesor era venerable.

    Una asamblea heterognea en la que se confrontaban mltiplestendencias. Cuando el anciano ya haba pasado al Oriente eterno, Branierhaba sido ascendido al grado de maestro. Dedicaba a la logia todo su tiempolibre, y as lleg a redescubrir los antiguos deberes practicados antes de quela masonera se hundiera en el materialismo y el mercantilismo. Llegado elmomento, Branier fund la logia Conocimiento, ubicada en el Oriente dePars, que aglutinaba algunos hermanos de excepcin.

    Conocimiento fue duramente criticada por las autoridadesadministrativas de la masonera. Se tach a la logia de elitismo, deintelectualismo. Pero, en el fondo, era temida. Sus poderes causaban espanto.El venerable Branier supo que haba hecho bien en emprender este caminocuando, la noche de San Juan del invierno de 1936, un hermano venido deAlemania le confi los archivos y el secreto del Nmero. Las logias alemanaseran perseguidas por el nazismo triunfante. Los tres hermanos que ostentabanlos verdaderos tesoros de la Orden estaban amenazados de muerte. A la logiade Branier, que se mantena al margen de infructuosos debates, la habanconsiderado digna de recibir el depsito ms sagrado de la masonerainicitica. En un principio, Branier se haba negado. No se senta preparado. Sulogia era demasiado joven, demasiado inexperta. Pero enseguida se dejconvencer por su interlocutor. En realidad, no tena eleccin... Un mesdespus, el emisario alemn mora ejecutado. Lo haban detenido en unaredada y luego lo haban torturado; pero l no haba confesado.

    Desde entonces, el venerable ya nunca ms disfrutara de un segundo dereposo. Haba viajado por toda Europa, sirvindose de las redes de resistentes,de las asociaciones de mdicos y de sus amistades. Haba organizadonumerosas reuniones, todas ellas en distintos lugares, para instruir a loshermanos dispersos en las tareas que les esperaban.

    La guerra haba estallado. Branier ya se lo esperaba. Lo haba preparadotodo para una existencia clandestina. Conocimiento se haba librado de los

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    nazis hasta la noche de marzo de 1944, en que fue entregada por un altodignatario masn envidioso de Branier.

    Branier oy unos lamentos. Venan desde el otro lado del tabique demadera. Entonces una voz grave grit: Cierra el pico!. Pero los lamentossonaban insistentemente. Cierra el pico o vers!, prosigui la voz grave. Loslamentos no cesaban, y eso le haca perder los nervios. Un cuerpo salidisparado contra el tabique. Luego se desat una pelea. La refriega fue tanbreve como violenta. Amaneca. Por una rendija que se abra entre dos tablas,Branier vio a una cincuentena de hombres desnudos hacinados en un espaciopara diez. Sobre la paja hmeda haba dos cadveres.

    El venerable volvi a tomar asiento y se cubri la cabeza con las manos. lan tena forma humana. l, el privilegiado. Pero hasta cundo?

    * * *Franois Branier haba dormitado. El continuo rechinar de las ruedas sobre

    los rales actuaba como una droga. Cuando el tren se detuvo, la violencia de lainercia le hizo topar de frente con el tabique.

    El venerable se puso lentamente en pie. Mir el reloj. Se le haba parado.Haba olvidado darle cuerda. Pese al impermeable, tena escalofros. Fuera,alguien vociferaba rdenes en alemn. Branier se puso boca abajo. Haba luzsuficiente para ver lo que ocurra por debajo de la puerta.

    En el andn, unos agentes de las SS se ayudaban de perros lobos parahacer formar a decenas de hombres. Unos desnudos, otros vestidos conuniformes a rayas. Ni un grito de rebelda, ni un murmullo de protesta. Unanciano se desplom. Sobre las cabezas de los rezagados se abatanculatazos. Menos de diez minutos despus de la maniobra, el rebao humanose dirigi hacia unos camiones entoldados con los motores en marcha. Cuandostos abandonaron el lugar, se hizo el silencio. Branier ya no vea a nadie en elandn. El tiempo pareca haberse detenido; era como si hubiera quedadoolvidado, como si hubiera dejado de existir. Se sinti invadido por una falsaesperanza. Despus de todo, en cualquier ejrcito hay negligenciasadministrativas que hacen posibles las huidas ms increbles. Branier busc unobjeto que le permitiera abrir la puerta del vagn. Hurg entre la paja. Nada. Eltabique... No era tan grueso. La emprendi a patadas con el endeble tabln. Aldcimo golpe, se oy un crujido. El tabique se haba rajado por la parte inferior.Si pudiera pasar al compartimiento de al lado, seguramente encontrara unasalida. Puede que los alemanes no hubieran cerrado esa parte del vagn trashaber desembarcado a sus presos. La parte inferior del tabln cedi. Sinpreocuparse por las astillas, Branier arranc con sus manos la parte restante.Los msculos de la espalda se le tensaron.

    Estaba empapado en sudor, jadeante. La madera gema, ceda poco apoco.

    Ya est murmur.La puerta del vagn se corri bruscamente. El glido aire azot en la cara

    al venerable, que arroj el tabln destrozado al compartimiento de al lado.En el andn, haba un agente de las SS. Un jefe. El suboficial que haba

    interrogado al venerable en Compigne.

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    Me decepciona, seor Branier. Esta tentativa de evasin es absurda.Sganos.

    Branier baj al andn con infinita parsimonia, como si se moviera a cmaralenta. Se dirigi al Mercedes negro, flanqueado por dos agentes de las SS conrostros curiosamente parecidos, contrados y hermticos. Entonces descubriel paisaje: la minscula estacin pareca perdida en medio de un circo de altasmontaas cubiertas de nieve. Austria, tal vez... Branier se subi a la parte deatrs del vehculo. Los agentes lo encajonaron en el asiento del medio. El jefese acomod delante. No articul ni una palabra en un trayecto que dur cercade una hora. El Mercedes suba a poca velocidad por una carretera estrecha,en pendiente y con curvas muy cerradas. En las laderas de las montaas,aparecan retales de hierba que manchaban de verde los campos nevados. Elinicio de la primavera. El coche pas por un bonito pueblo con sus casas demadera en colores llamativos. Una abada romnica, fuentes de piedra,callejuelas impecables; luego, un campo de rboles frutales de los cualesalgunos pronto floreceran. La vida que renaca. El placer de contemplarla. Elimpulso de correr, de salir de aquel vehculo siniestro como un atad.

    Aquella primavera colmaba los ojos del venerable. El antiguo lemamasnico acudi a sus labios: Ni esperar para actuar ni triunfar paraperseverar. En el lugar al que iba, no exista la esperanza. Habra queinventarla, reconstruirla. Esta savia resucitada tena que penetrar en su interior,nutrirlo en los peores momentos.

    El rostro de su esposa desaparecida danz ante sus ojos. La primavera erasu estacin. Mientras daban juntos largos paseos por el bosque, observaban laeclosin de los brotes o de las primeras hojas y escuchaban el canto de lospjaros. A ella le habra encantado aquella montaa agreste donde el inviernose retira paso a paso, donde cada partcula de vida tiene que haber logradosobrevivir con empeo, con paciencia. Habra sonredo ante aquella primaveraen que l iba a morir, en que por fin se iba a reunir con ella.

    El agente de las SS que estaba sentado a la izquierda de Branier cambide posicin. La montaa, el sol y los rboles desaparecieron. Tan slo veaimpecables uniformes negros.

    Tras la ltima curva, Branier descubri el Burg. Una fortaleza medieval detorres almenadas, con gruesas murallas rebosantes de asesinos. El prtico deentrada, coronado por un puesto de vigilancia, lo cerraba un puente levadizo. Elchfer toc el claxon repetidas veces, y el puente levadizo se baj. Lascadenas, en perfecto estado, no rechinaron. Por fin, el coche atraves muylentamente aquel prtico monumental.

    El venerable cerr los ojos. No porque tuviera miedo, sino porque queragrabar en su mente una ltima imagen de la libertad, de la naturaleza, delespacio abierto. Un ltimo recuerdo antes de internarse en un infierno del quenadie regresaba.

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    La sorpresa de Franois Branier fue total. Se haba imaginado un campode deportados: campamentos de barracas gris desesperanza, lodo,condenados a trabajos forzados con cadenas en los pies y torres de vigilancia.Al abrir los ojos, en medio de la fortaleza descubri un amazacotado edificio depiedras blancas con ventanucos y una escalinata que llevaba a una nicaentrada. Un tejado plano cubra el camino de ronda del que sobresalan focos yametralladoras. Esta torre, de aspecto casi encantador, bastaba para vigilartodo el interior de la fortaleza. En el amplio cuadriltero haba dispuestas, enrigurosa simetra, casetas de madera pintadas en verde, rojo y amarillo. Si lasarmas no apuntaran desde lo alto de la torre central y los agentes de las SS nodeambularan a la plida luz de aquel da friolero, el lugar habra evocado unacolonia de vacaciones instalada en un antiguo castillo para aprovechar el airepuro de la montaa. Alrededor de las casetas, unos parterres de flores aadanuna nota de alegra.

    El Mercedes avanz sobre la grava que recubra el tramo conducente a latorre; la cual luego rode, para bajar por una rampa hasta un garajesubterrneo. Pero Branier, muy atento, haba advertido muchos otros detallesque grababa en su memoria. Tal vez le fueran tiles. En primer lugar, laimpresionante altura de la muralla coronada por alambradas de espino,probablemente electrificadas. Luego, la presencia de dos slidos edificios trasla torre con aspecto poco atrayente; uno de los cuales era una caserna para losagentes de las SS.

    El coche se detuvo junto a un camin. El garaje slo ocupaba una parte delsubterrneo, que tambin se utilizaba como taller mecnico. En aquel camporeinaba la quietud. Se respiraba una curiosa atmsfera de irrealidad, como silos nazis y su fortaleza fueran un mero espejismo.

    Bjese! le orden el jefe.Su voz haba restallado como un ltigo, y el rostro se le haba endurecido.Siempre flanqueado por sus dos guardaespaldas, Branier fue conducido a

    la primera planta de la torre central. Se senta preso de un movimiento infernal,que empezaba a hacer de l un ttere sin odio aparente, sin brutalidad. Ya noera dueo de s mismo.

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    Al tropezar con un peldao, el venerable despert de su pesadilla. El dolorque sinti en los dedos del pie derecho lo despert del letargo que lo invada.Luch. Luchara. Negara aquel universo de locura que, a cada segundo,intentara robarle la vida.

    Franois Branier fue introducido en una enorme sala. Parqu encerado,paredes encaladas. Al fondo, inclinada sobre los archivos haba una enormemesa que serva de escritorio a un agente de las SS. A la derecha, ataviadoscon una especie de uniforme gris oscuro, estaban aquellos a quienes elvenerable no esperaba volver a ver: los seis hermanos supervivientes de lalogia Conocimiento.

    Como estaban colocados en fila india, mirando hacia la mesa del secretarionazi, todava no lo haban visto. El venerable estuvo tentado de precipitarsehacia ellos, de abrazarlos, de mostrarles su alegra. Pero se quedboquiabierto, como paralizado por una fuerza de inercia. Al volver la cabeza,comprendi que su instinto no lo haba traicionado. El jefe de las SS loobservaba. Esperaba su reaccin. Branier advirti su decepcin. El alemn sehabra alegrado de verle perder el control.

    Agarr a Branier y lo oblig a colocarse el ltimo en la fila india. Elvenerable se encontraba junto a sus hermanos, pero stos lo ignoraban. Enaquel austero despacho reinaba un silencio sepulcral, que slo perturb eltaconeo de las botas sobre el parqu. El jefe se puso al lado del secretario; elcual abri ante l un registro en blanco. En lo alto de la pgina, anotErkenntnisloge (logia Conocimiento), Pars; debajo, Name der Bruder(nombres de los hermanos).

    Seores anunci el jefe de las SS, vamos a registrarlos. Indiquen alSchreiber nombre, edad y profesin.

    La tensin iba en aumento. Los rostros de los hermanos se contraan.Dentro de unos instantes, pasaran a ser nmeros en un registro de exterminio,un libro tenebroso. El jefe percibi la angustia que los crispaba.

    El primer hermano se present ante el Schreiber o secretario.Pierre Laniel, 52 aos, industrial.Laniel era un hombrecito de cabello ralo y frente estrecha. Sin personalidad

    aparente. Meticuloso, preciso y nervioso, era uno de esos seres, consideradosinsignificantes, que lideran sin recurrir a gritos ni a medios autoritarios.

    De qu rama?Metalurgia.Una ocupacin familiar cada en desuso que Pierre Laniel haba

    recuperado a pulso.Necesito un dato mucho ms importante susurr el jefe de las SS con

    una voz aguda, fruto de la excitacin. Cules son sus grados y funciones enla logia Conocimiento?

    No s a qu se refiere.El nazi mir al industrial con severidad.No juegue conmigo, Laniel. Estamos al corriente. Andarse con rodeos

    no le servir de nada!Est bien, he sido maestro masn; pero usted sabe perfectamente que

    mi logia no se ha vuelto a reunir desde el estallido de la guerra.Mentira! se enfureci el alemn.

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    Pierre Laniel no se inmut. Revelar que era Maestro no aportaba nada alnazi que, sin duda, posea nombres, direcciones y grados de la mayora de losmasones franceses. Los hermanos preocupados por su propia seguridadhaban cedido los archivos a la Gestapo. En cambio, la naturaleza de susfunciones iniciticas formaba parte de los secretos que l no estaba dispuestoa revelar a un profano, aun cuando ste fuera su verdugo. Con dicharespuesta, Laniel indicaba a sus otros hermanos el camino que deban seguir.

    Mentira! repiti el jefe de las SS. Conocimiento jams ha dejadode reunirse! Cuando los detuvimos a todos, iban a celebrar una tenida.

    En absoluto replic Laniel. Se trataba de una simple reunin entrecompaeros que se haban perdido de vista. Conocimiento ya no existe. Sino, habramos enviado las convocatorias de rigor al secretario de la GranLogia. Obligadas, sean cuales sean las circunstancias.

    Branier contuvo el aliento. Esperaba que el jefe de las SS ignorara lasituacin administrativa de Conocimiento. Mucho antes del estallido de laguerra, el venerable Branier haba roto todo vnculo con las diferentesinstancias administrativas de obediencia para que Conocimiento pudieratrabajar en paz, lejos de las campaas polticas, de la caza de honores, de losenfrentamientos entre individuos.

    El argumento tcnico aducido por Laniel no preocup demasiado al jefe delas SS.

    Conforman una logia salvaje, trabajan en la clandestinidad... No intentedespistarme. Aqu acabar por confesarlo todo.

    El venerable intuy hasta qu punto aquel hombre violento, que no sabaocultar su brutalidad bajo un semblante corts, era temible. Mandado porHimmler, haba logrado apresar a los hermanos de Conocimiento tras llevarmeses y meses intentndolo.

    Un segundo hermano se present ante el secretario, mientras un soldadoobligaba a Pierre Laniel a ponerse de cara a la pared, al otro lado deldespacho.

    Dieter Eckart, 43 aos, profesor de historia, maestro masn.El venerable sonri para sus adentros. Eckart ajust su actitud a la de

    Laniel. Responda a las preguntas formuladas sin agresividad, sin apata.Alemn... es usted alemn observ el jefe de las SS.De madre alemana y padre francs. Mi pasaporte es francs.Dieter Eckart era alto y delgado. Tena un porte aristocrtico. Distante, fro,

    muchas veces considerado altivo, inspiraba ms miedo que afecto. La melenade cabellos canos, el rostro fino y anguloso y la mirada penetrante evocaban unpersonaje inquisidor.

    Cules eran sus funciones en la logia? interrog el jefe de las SS.La logia lleva mucho tiempo inactiva.El jefe nazi dej a Eckart por imposible. Dos soldados lo agarraron y lo

    colocaron junto a Pierre Laniel. Disimuladamente, los dos hermanosintercambiaron una mirada cmplice.

    El tercer hermano se present ante el secretario, que anotaba lasrespuestas con una caligrafa irregular.

    Guy Forgeaud, 40 aos, mecnico, maestro masn.

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    Forgeaud era un gran hombre, simptico, tranquilo y fortachn. Como hijode la beneficencia, no estaba muy seguro de su edad. Al verlo, con el rostroancho y rubicundo, la nariz desmesurada y los labios carnosos, nadie habraimaginado que se ocupara de otra cosa que no fuera reparar motorespensando en las mujeres o en un buen festn.

    Forgeaud... ha rehusado usted el Servicio de Trabajo Obligatorio. Meparece que nunca le han gustado los formularios oficiales... Es imposible saberen qu momento se adhiri a la logia Conocimiento...

    Guy Forgeaud pareca hallarse en un aprieto, aturdido.En qu momento... pues ya no me acuerdo... No tengo muy buena

    memoria. Dej la escuela a los diez aos, sabe?...El jefe de las SS ya slo movi la cabeza para ordenar a sus hombres que

    pusieran a Forgeaud contra la pared.El secretario mantuvo la pluma en alto, en espera de la declaracin del

    cuarto hermano que se presentaba ante l.Andr Spinot, 35 aos, ptico, compaero.Una leve sonrisa anim el rostro del jefe nazi.Compaero... todava no lo han hecho maestro?Andr Spinot era un retaco delgado. Tena el cabello muy negro y una

    calvicie incipiente. Daba la impresin de no ir bien peinado ni bien rapado. Susojos reflejaban una inquieta curiosidad. Pero tena la mayor dificultad que cabaesperar dadas las circunstancias. Chasqueaba la lengua, sin que de su bocasaliera ni una palabra.

    Alguna otra precisin?Spinot dijo no con la cabeza. Y fue a reunirse con sus hermanos contra

    la pared, mientras que un coloso ocupaba su lugar ante el secretario.Raoul Brissac, 25 aos, picapedrero, compaero masn y compaero

    del deber llamado Buena Estrella.Brissac respiraba salud. Haba pasado ms das y noches al aire libre que

    bajo techo. Era un hombre soberbio, vivaracho, seguro de su fuerza.Crea que los compaeros del deber y los masones no se entendan

    se sorprendi el jefe de las SS.Hay imbciles en todas partes respondi Brissac.Se hizo un silencio crispado. Los agentes se mantuvieron firmes. El

    secretario no levant la nariz de su registro. El venerable se esperaba unarrebato de ira. Una vez ms, Brissac haba hablado demasiado rpido ygolpeado demasiado fuerte. No tema ni a Dios ni al Diablo. Se senta capaz deenfrentarse a cualquiera, incluso a un jefe de las SS en pleno presidio nazi. Suimprudencia corra el riesgo de costar cara a la logia entera.

    No pas nada. El compaero Brissac fue a ponerse contra la pared. Lesucedi un sexto hermano, el ltimo antes del venerable.

    Jean Serval, 25 aos, escritor. Aprendiz.Serval era muy plido. Un hombre ms bien alto que, con los cabellos

    castaos, la frente despejada, los hombros encogidos y las piernasenclenques, tena el aspecto de un adolescente demacrado, desnutrido.

    Escritor... Le han publicado algn libro?El primero tena que ver la luz en noviembre de 1939. Pero la guerra...Sobre qu?

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    Una novela de amor.Aprendiz... Entonces hace poco que ha entrado en Conocimiento?Justo antes de que la logia interrumpiera sus actividades, hace ms de

    cinco aos.Las SS consideraba que el joven era el eslabn ms dbil de la cadena.

    Emotivo, hipersensible, sin resistencia fsica.Jean Serval ocup su lugar en la fila. Franois Branier se qued solo. El

    jefe de las SS le hizo un gesto para que avanzara y se presentara ante elsecretario. El venerable se vea indecente con su traje y su impermeable,cuando sus hermanos llevaban puesto el uniforme gris de los presos de lafortaleza.

    Su mirada se cruz con la del jefe. Descifr su condena.Ya no necesitara un soplo de esperanza, sino de eternidad. A condicin de

    que el Gran Arquitecto del Universo le diera fuerzas para vivir el presente msdesesperado.

    Franois Branier, 55 aos, mdico, venerable maestro.Todos los hermanos se volvieron hacia l. Los soldados los obligaron a

    ponerse nuevamente de cara a la pared. Pero tuvieron tiempo de reconocer asu venerable.

    El secretario acab de escribir, coloc un papel secante sobre la pgina ycerr el registro.

    Perfecto, seores concluy el jefe de las SS. Nos han sido de granayuda. Pero yo espero ms de ustedes. Mucho ms.

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    Jean Serval grit. Un fuerte dolor en los riones. Un culatazo seco,profundo. La primera manifestacin de brutalidad. Y una orden en alemn queel venerable no entendi. Los hermanos esperaban que el venerable sereuniera con ellos, que la logia fuera reconstituida. Esperanza frustrada. Losagentes de las SS les hicieron abandonar la sala donde se haban convertidoen nmeros. Franois Branier haba permanecido inmvil frente al secretario yal jefe nazi.

    Se los llevan al block, seor Branier. Espero que sepa inculcarles unmejor sentido de la disciplina. Me han parecido arrogantes. El comandante delcampo no aguantar mucho tiempo semejante actitud.

    El jefe de las SS, con las manos cruzadas detrs de la espalda, sali de lasala martilleando el parqu con fuertes taconazos. Dos soldados obligaron aBranier a seguirlo. Subieron hasta la ltima planta de la torre. Seguir, subir,bajar, bajar otra vez, volver a subir, seguir... Habra otro destino? El venerableavanzaba entre paredes grises. Los peldaos de la escalera de madera crujanbajo sus pies. Siempre esa angustia difusa que se pegaba a la piel. No bastabacon ruidos normales y respiraciones humanas. Aquellos soldados de uniformenegro haban perdido el alma. No pensaban, no tenan sentimientos, no sabanni amar ni odiar. Obedecan las rdenes porque eran rdenes. Porque sa erala doctrina.

    Sin embargo, como ante cualquier ser que se cruzaba en su camino, elvenerable se preguntaba: cabra la posibilidad de que este soldado, dispuestoa matar, recuperara la conciencia; de que atravesara la puerta del templo yaccediera a la iniciacin? Por lo general, Franois Branier reciba un eco porrespuesta, aunque fuera negativo. Pero, esta vez, slo sinti un fro vaco. Nohaba ni corazn ni entraas bajo aquellos uniformes. Robots con rostrohumano. Quin diablos los haba creado? Qu malfico poder habaconcebido aquella fortaleza donde la ms rica de las vidas interiores se iba adesintegrar en unas horas y convertirse en polvo? En tanto que mdico,Franois Branier haba conocido el sufrimiento en todas sus formas. Enocasiones, haba sido incapaz de aliviarlo. Pero era la primera vez que seenfrentaba al Mal, a cara descubierta.

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    No haba recibido ni un solo golpe. Y todava llevaba puesto su traje dehombre libre. Pero el Mal estaba ah, insidioso, al acecho.

    En el rellano de la ltima planta, haba una puerta abierta. El jefe de las SShizo entrar al venerable en un despacho de considerables dimensiones. Lasparedes estaban cubiertas de fotografas enmarcadas. Retratos de Hitler, deHimmler, de regimientos de las SS, de la multitud saludando al Fhrer; perotambin del interior de la fortaleza desde todos los ngulos: los chals de lospresos, la caserna de las SS, las duchas, las alambradas de espino, el patio...

    Sentado en un viejo sof de respaldo alto, el comandante del campo leaun informe que le haba transmitido su ayudante de campo, un joven rubio queestaba de pie en actitud petrificada. Sobre la pesada mesa de roble deldespacho, descansaban unas palmatorias en plata maciza. Al comandante delcampo le gustaban las rarezas. Levant la mirada hacia su visita.

    Seor Branier... me alegro de acogerlo en este castillo del Reich.La almibarada pesadilla continuaba. Aquello no era ya un presidio, sino un

    castillo. El jefe del campo tena el aspecto de un modlico funcionario, con suexpresin bonachona, su entrecana cabellera, su aire ms bien clido. Braniercasi la habra considerado una reunin de negocios.

    Tenga la bondad de dejarnos a solas, Klaus. Yo mismo interrogar alseor Branier. Mi ayudante de campo anotar sus respuestas.

    La voz del comandante se haba vuelto cortante. El jefe de las SS, dequien el venerable haba aprendido el nombre, salud entrechocando lostacones y abandon el despacho. Branier tuvo la sensacin de que ste noestaba demasiado conforme con la orden.

    Qudese de pie, Branier. En este despacho, slo me siento yo. Cuestinde jerarqua.

    Le dolan las piernas slo de pensar que estaba en pie. Sin embargo, elvenerable desvi la atencin hacia el ayudante de campo que, pluma de oca enmano, se situ ante un atril sobre el que haba colocado un cuaderno negro.Esta vez pens Franois Branier, la balanza se inclina a favor de lalocura. Un tirano en un decorado de la Edad Media. Un agente de las SS quehace de monje amanuense mientras su jefe lo trata de seor.

    Se puede saber quin le ha dejado conservar esta ropa?Nadie en especial respondi Franois Branier.El comandante encendi un cigarrillo con la llama de una vela. Se tom su

    tiempo. Una serpiente que hipnotizaba a su presa.Llevamos mucho tiempo buscndolo, seor Branier... Qu ha estado

    haciendo ltimamente?Atendiendo enfermos. Soy mdico.El comandante aplast el cigarrillo. Su ayudante de campo no se atrevi a

    dejar constancia de la respuesta. El venerable contuvo la respiracin.Qu tipo de enfermos? Soldados alemanes, quiz? Soldados que ha

    curado hacindolos pasar a mejor vida? Creo que no valora bien susituacin, seor Branier. Ya no es tiempo de mentiras. Aqu slo aceptamos laverdad. Usted se esconda porque llevaba a cabo acciones deshonestas. Esmasn. O peor, venerable maestro de una logia. Peor an, de una logia quecree poder guardar su secreto. No debe haber secretos para los hombres de lanueva era. El Reich no tolera a los conspiradores.

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    El ayudante de campo anotaba febrilmente el discurso de su seor. Elvenerable se asfixiaba. Habra preferido un calabozo cualquiera a aqueldespacho. Aguantar. Dejar la mente en blanco.

    Estoy convencido prosigui el jefe de las SS de que no se hapercatado de la grandeza de esta nueva era. Nuestro Fhrer no es un polticodecadente y corrupto como los que existan en su viciada Europa. Es el sumosacerdote de una autntica religin. Los cristianos y los judos son satnicos.Los masones, tambin. Habr que exterminarlos. Pero otros se encargarn dehacerlo. Aqu, seor Branier, est en un lugar privilegiado. He seleccionado aindividuos de lite; a quienes ostentan poderes y guardan secretos.

    Siento decepcionarlo intervino el venerable. Ninguno de nosotrosostenta ningn poder en particular. El secreto de mi logia desapareci cuandodej de reunirse, al inicio de la guerra.

    El jefe del campo descruz las piernas y dio un puetazo en la mesa deroble.

    La guerra! Es lo nico que sabe decir! Ya no hay guerra. El Reich haganado. Para qu seguir mintiendo? De verdad cree que su sistema dedefensa sirve de algo? Yo no tengo prisa... acabar hablando. Acabardicindomelo todo, desahogndose.

    El comandante se volvi hacia su ayudante de campo.Llvense al venerable Branier a su block.

    El venerable, siempre acompaado por dos agentes de las SS, fueconducido al block o barracn de color rojo. Procur cerrarse al diablicomundo que lo rodeaba; no dejar que hicieran mella en l las paredes grises, losrechinantes peldaos, el sol del patio, las alambradas de espino; no convertirseen su propia prisin.

    El barracn rojo pareca un pequeo chalet. Visto de cerca, era evidenteque haba sido construido deprisa y corriendo. Haba algunos listones demadera separados, que dejaban entrar el aire glido. Las dos ventanas quedaban al patio estaban mal ajustadas. El techo estaba agujereado en ciertoslugares. Bricolaje. Improvisacin.

    La puerta no tena pomo. Un agente de las SS la abri de una patada. Elvenerable entr en una enorme sala desierta, de unos treinta metroscuadrados. Sobre el suelo de hormign haba siete jergones.

    Estaban todos all. Pierre Laniel, el industrial; Dieter Eckart, el profesor;Guy Forgeaud, el mecnico; Andr Spinot, el ptico; Raoul Brissac, elpicapedrero; Jean Serval, el escritor. Todos los que haban sobrevivido alexterminio.

    La puerta se cerr tras el venerable. Al fin solo con sus hermanos. DieterEckart, muy emocionado, se levant el primero y se plant frente a FranoisBranier.

    Me alegro de verte, venerable maestro.Los dos hombres se dieron un triple abrazo fraternal y un sculo de paz.

    Los otros hermanos hicieron lo propio. Andr Spinot lloraba. De miedo y dealegra. El venerable sinti que recobraban la confianza, que su presencia lesdevolva un equilibrio indispensable; como si pudiera aportar una solucin,abrirles un camino hacia la libertad. Aun cuando sta no existiera. Cualesquiera

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  • Christian Jacq El monje y elvenerable

    que fueran sus dudas y sus tormentos, el venerable no deba confesarlos. Poreso la carga que lo abrumaba le pareca an ms pesada.

    Hermanos mos pidi el venerable, formemos la cadena de unin.En el interior del barracn de una fortaleza nazi perdida en montaas

    remotas, siete masones formaron la cadena fraternal clebre, segn latradicin, desde los albores de la humanidad. Con los pies en contacto y lasmanos unidas, cerraron los ojos para comulgar mejor, para sentir mejor lafuerza vital de su comunidad nuevamente reunida.

    Que el Gran Arquitecto del Universo est siempre con nosotros! invoc el venerable maestro.

    Franois Branier, al igual que sus hermanos, senta el formidable calor queemanaba de aquel pequeo grupo de hombres atrapados entre las garras deun solo monstruo. A partir de entonces, la logia Conocimiento exista enaquel lugar, en aquel Oriente de exilio donde ejercera plena y absolutasoberana. Los siete hermanos presos volvan a ser libres, aptos paracomunicar.

    Un crujido vino de afuera. Ruido de botas sobre las gravas del patio. Loshermanos rompieron la cadena. Se abri la puerta del barracn, y apareci lasilueta del jefe de las SS. ste se apoy en el umbral, con las piernasligeramente separadas y los brazos cruzados detrs de la espalda. Contemplirnico a los masones, como si tuviera constancia del rito que acababan decelebrar. En adelante, el venerable debera tomar precauciones. Pero cmoarrepentirse de haber cedido a un impulso que los haba unido como un soloser?

    Entrguenme ahora mismo todos los objetos metlicos que llevenencima: relojes, alianzas, sortijas de sello...

    El jefe de las SS dej pasar a un agente con una cesta de mimbre. Era unhombre barrign, mal afeitado, con la frente muy ancha y afeada por unamancha en vino de Oporto.

    El venerable fue el primero en dar el paso. Entreg el reloj. Jams haballevado alianza. Sus hermanos se mostraron igual de dciles, y la cestaenseguida se llen. Pierre Laniel, el industrial, se quit con pesar la alianza quellevaba desde haca veinticinco aos. Presenta que nunca ms volvera a ver asu esposa. Habra querido conservar aquel recuerdo suyo, clavar la mirada enel anillo de oro cuando le llegara la hora. Al entregarlo, se qued comomutilado.

    El intendente se detuvo ante Raoul Brissac, el picapedrero. Con un gestoviolento, le arranc el anillo de metal que le colgaba de la oreja izquierda. Sesalpic de sangre. El agente de las SS sacudi el botn, al que se habaquedado enganchado un trozo de piel, y luego lo arroj a la cesta.

    Les haba dado una orden precis el jefe.Brissac hizo un esfuerzo indecible para no gritar de dolor. Estaba dispuesto

    a abalanzarse sobre el intendente y golpearlo hasta la muerte. Pero su miradase haba cruzado con la del venerable. El maestro de la logia le peda que noreaccionara. Y la jerarqua de la comunidad, libremente aceptada, no sediscuta. Raoul Brissac, con la mirada levantada hacia el techo del barracn, ymordindose los labios hasta sangrar para olvidar el sufrimiento que leencenda el nimo, no rechist. El intendente le haba arrebatado su smbolo

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    de compaero iniciado. El anillo tallado en piedra que su maestro le habaentregado una vez finalizada su obra maestra, una escalera de doble hlice;justo antes de haber conocido a Franois Branier y de haber sido admitido en lalogia Conocimiento.

    El intendente, visiblemente decepcionado por la indolencia de Brissac, diomedia vuelta, seguido de Klaus. La puerta del barracn se cerr de golpe.

    Cuando los torturadores se fueron, los masones permanecieron inmvilesdurante un buen rato. El venerable fue el primero en abandonar la torpeza.Enseguida examin la herida de Raoul Brissac, que mantena la mirada fija. ElCompaero aguantaba el tipo.

    No es muy grave coment el venerable, que tapon la herida con unpauelo limpio, una de sus ltimas riquezas.

    Brissac tena una resistencia extraordinaria. Sin embargo, Franois Braniertema su reaccin en fro. El compaero no admita ni la tolerancia de loscobardes ni el perdn de las ofensas. Pese al cruel gesto del intendente, habraque convencerlo para que pensara primero en la comunidad.

    Quieren separarnos, Raoul, ponernos a los unos en contra de los otros.Atacarn a cada uno de nosotros por separado. Si t te hubieras resistido, noshabra molido a palos. No respondamos a sus provocaciones.

    En la medida de lo posible observ Laniel.Y ms all de lo posible replic el venerable. Aqu vivimos lo

    imposible, lo impensable. Adaptmonos, Pierre. Tenemos la fuerza parahacerlo.

    Pierre Laniel capt lo que el venerable dijo a medias palabras. FranoisBranier ostentaba el secreto del Nmero. Era esencial preservar la persona delmaestro de la logia. Pero ste ltimo slo pensaba en salvar las vidas de sushermanos.

    Estamos perdidos confes Andr Spinot, el ptico, que se desmoronen un rincn de la sala y se llev las manos a la cabeza.

    Es probable confirm Dieter Eckart. Pero, al menos, habr queintentarlo.

    Cmo? pregunt Jean Serval, el aprendiz.Evasin.No suees objet Guy Forgeaud, el mecnico. No saldremos de

    aqu escalando paredes.Podan fiarse de Forgeaud. Era un manitas genial.Tienes alguna idea? inquiri el venerable.Todava no. Hay que estudiar mejor este lugar. No tendremos una

    segunda oportunidad.Todo depende de cundo empiecen los verdaderos interrogatorios

    advirti Jean Serval, expresando en voz alta la angustia latente.S y no coment Dieter Eckart, que se haba colocado en la esquina de

    una ventana para observar lo que pasaba en el patio. La cuestin es quesperan de nosotros.

    Todas las cabezas, incluso la de Raoul Brissac, se volvieron hacia elvenerable. Si alguien lo saba, era l. Incluso aunque no pudiera explicarlotodo, por juramento, debera hacer algunas precisiones.

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    Franois Branier hizo gala de su aspecto hurao. Reelegido venerable deConocimiento en cada San Juan de invierno desde haca quince aos,esperaba traspasar pronto su cargo a uno de los maestros de la logia. LaGestapo haba frustrado sus planes.

    Nuestra logia no es como las dems empez el venerable. Esdepositaria de un misterio. Y si morimos, morir con nosotros.

    Desde que t diriges esta logia observ Dieter Eckart, hemosmodificado los mtodos de trabajo. Hemos vuelto a nacer. Ya no construiremoscatedrales de piedra, pero no por ello nuestros proyectos son menosimportantes.

    Si es que queda alguien para llevarlos a cabo precis Pierre Laniel,con amargura. Slo somos siete. Los otros cuatro aprendices, al igual quetres compaeros y cuatro maestros, estn muertos o desaparecidos. Ynosotros mismos... no servimos de mucho ms.

    Quin nos ha vendido? pregunt Raoul Brissac con una voz velada.La sangre haba dejado de correr. Pero el dolor haba quedado estampado

    en el rostro del picapedrero.Un masn respondi el venerable. El que nos haba prestado el

    local.Una trampa. Haban cado en una trampa tendida por un hermano. Una

    lgrima asom a los ojos de Dieter Eckart, que la hizo desaparecer con eldorso de la mano. Laniel sinti que perda el valor. Forgeaud lament no estarya muerto. Brissac olvid su oreja mutilada. Spinot mantuvo los ojos cerrados.Serval, atnito, miraba sin ver nada.

    Estamos solos dijo el venerable. Totalmente solos. Y siempre lohemos estado.

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    Permanecieron ms de una hora sin hablar. El venerable dej que serecobraran. Estaban sentados contra las paredes del barracn, y cada uno deellos aguardaba a que algn hermano descubriera un rayo de esperanza.Branier los observaba. Pierre Laniel... humano, un lder capaz de soportarlotodo, a veces desarmado por el Mal. Un maestro declarado, apto para recibir elsecreto. Dieter Eckart... una honda sensibilidad bajo su mscara de aristcrata,una prodigiosa inteligencia. Un futuro venerable. Guy Forgeaud... el ms hbil,capaz de arreglrselas en cualquier situacin; el anarquista genial,profundamente vinculado a la comunidad. Andr Spinot... el ms sensible y elms frgil. Asesinado por la vida, mil veces vencido aunque nunca derrotado.Largos aos de trabajo para controlar su tumulto interior. Raoul Brissac... unautntico compaero del deber que tambin haba querido conocer lamasonera. La suya fue una transformacin difcil, por su carcter rebelde eimpulsivo. Un corazn de oro y unas enormes ganas de vivir. Jean Serval... elms brillante de los aprendices, el principiante capaz de llegar al fin del mundosi no se perda en el camino.

    No los juzgaba. Los quera a todos. Por eso tena que conservar la lucidez.Hermanos, s, hermanos de espritu libremente elegidos para recorrer juntos elestrecho sendero que iba de las tinieblas a la luz; hermanos que hoy seocultaban como animales llevados al matadero.

    Me voy a cargar a ese cabrn dijo bruscamente Raoul Brissac,rompiendo el silencio. Un puetazo en la cabeza, uno solo, y reventar comouna fruta podrida.

    No tienes derecho a hablar as intervino Laniel. Deja que seexplique, incluso aunque nos haya traicionado. Es un hermano, l...

    No lo interrumpi Andr Spinot, siempre postrado, pero cuya vozreson con especial claridad. La masonera ha muerto. Los hermanos ya noexisten. Ya no tienen nada que decir, nada que demostrar. Las logias sonconchas vacas. El primer golpe de viento las ha barrido. Y nosotros... nosotrosvamos a morir porque somos los ltimos guardianes del secreto.

    Tienes razn asinti Dieter Eckart.El profesor nunca les haba parecido tan seguro de s mismo, tan tranquilo.

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    Menudo campo de concentracin, y menudos alemanes! seal GuyForgeaud, en tono casi burln, como de costumbre.

    Por qu dices eso? inquiri Pierre Laniel.A los alemanes les encanta alardear de sus ttulos. Son todos

    Oberstampfhrer o algo parecido. Adoran la disciplina, la posicin de firmes. Nise os ocurra contestarles. Aqu, basta con ser educado y con escucharloshablar un francs casi sin acento.

    Tienen miedo dijo el venerable.Seis pares de ojos sorprendidos lo contemplaron.Se creen que tenemos poderes. Ellos son todopoderosos, pero nunca se

    sabe...Es eso cierto? pregunt Serval, el aprendiz, medio irnico medio en

    serio. Tenemos poderes?No los suficientes para salir de aqu... Cuento con nuestra atencin para

    aprovechar la mnima posibilidad de evasin.No hay ninguna sentenci Spinot, el ptico.Cierra el pico! grit Brissac, levantndose de un brinco y plantndose

    ante Spinot. No empecemos!Es la verdad replic Spinot, crispado.Basta ya intervino el venerable. No tenis por qu hablaros en ese

    tono. Dividirnos sera la peor de las bajezas. Eso es lo que ellos esperan quehagamos.

    Pues yo no me voy a pasar la vida esperando. Para empezar, tengoganas de mear.

    Raoul Brissac abri la puerta del barracn.El aire libre.El ulular de una sirena. Chasquidos de cargadores. Una orden dada por el

    altavoz. Alto!. El Compaero se qued paralizado, como desencantado.Varios agentes de las SS salieron corriendo de la caserna. Lo rodearon,apuntndole con sus armas. Una furia paranoica se apoder de Brissac.Estaba dispuesto a luchar cuerpo a cuerpo contra aquellos espectros.

    No hagas el imbcil, Raoul! grit Guy Forgeaud.Algn problema, Brissac?El jefe de las SS, socarrn y amparado por sus hombres, miraba al

    compaero como quien mira a un animal enjaulado.Necesidades fisiolgicas.El jefe dio una orden en alemn a dos de sus hombres. Uno de ellos

    empuj a Brissac por la espalda; el otro seal en direccin al barracnsanitario.

    La puerta del barracn rojo se cerr.Y si Raoul no vuelve? pregunt Pierre Laniel, con un nudo en la

    garganta.Unamos nuestros corazones en fraternidad encareci el venerable,

    como si las palabras rituales pudieran conjurar el miedo, como si pudieran volarpara socorrer a un hermano en peligro. Se imaginaba a Raoul molido aculatazos, gritando con el rostro ensangrentado...

    Al cabo de cinco minutos, la puerta del barracn rojo volvi a abrirse.Primero vieron un uniforme de las SS. Luego, a Raoul Brissac, intacto.

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  • Christian Jacq El monje y elvenerable

    Cuando se quedaron nuevamente a solas, el compaero solt un largosuspiro. l tambin haba credo que jams regresara.

    Esto es de locos! observ Guy Forgeaud. Incluso tenemos derechoa la higiene. A lo mejor estamos en un chalet de veraneo; despus de todo...slo falta que nos traigan el desayuno a la cama.

    Has podido ver algo? pregunt el venerable a Brissac.S... nada especial. De escalar por las paredes, ni hablar. Demasiado

    altas. En la cima, hay alambradas de espino, seguramente electrificadas. Allado de nuestro barracn est la caserna de las SS; a la derecha, losmeaderos; y, junto a stos, las duchas. Tal vez haya otros edificios en algnrincn. Yo no he visto nada ms.

    No has visto a otros presos?No. Pero a lo mejor estn encerrados en otros barracones. Hermanos,

    quin sabe... Puede que ste sea un campo de concentracin para masones...El venerable not que un pnico sordo se apoderaba de sus hermanos. Si

    Raoul Brissac confesaba su impotencia, es que apenas tenan posibilidades.Vamos a celebrar una reunin de maestros anunci. Los dems

    hermanos vigilarn la puerta y las ventanas.La vida segua su curso normal. En cuanto una toma de decisin

    comprometa la vida de la comunidad, el venerable tena el deber de convocarla Cmara del medio, integrada por maestros de la logia. Era, desdesiempre, la nica asamblea soberana de las hermandades iniciticas. Se regapor una regla de oro: la unanimidad.

    Cuatro maestros de la logia se haban librado del tormento: el venerableBranier, Pierre Laniel, Guy Forgeaud y Dieter Eckart. ste ltimo tena a sucargo la enseanza inicitica impartida a los compaeros. Guy Forgeaudrealizaba una tarea comparable con los aprendices. Laniel velaba por la estrictaaplicacin de la Regla. Cuando la Cmara del medio se reuna, compaerosy aprendices abandonaban el templo. Esta vez, en el espacio desierto delbarracn rojo, se conformaban con volver la espalda a los tres maestros quecelebraban una asamblea secreta en uno de los rincones de su prisin.

    A mi golpe de mallete dijo el venerable, entramos en la Cmara delmedio.

    Franois Branier dio un puetazo en la pared con la mano derecha. Notena ni mallete, ni mandil, ni comps, ni escuadra, ni espada flamgera, nialtar... aqulla era la tenida ms pobre que haba celebrado jams.

    Con su traje arrugado, se senta casi indecente con respecto a sushermanos, ataviados con su uniforme grisceo.

    Hermanos maestros, tenemos que tomar una importante decisin. Segndicta nuestra Regla, debo consultaros y someter a votacin mis propuestas.

    Pierre Laniel consideraba sorprendente la actitud adoptada. All estabanlos cuatro, fantasmas de masones perdidos en el infierno. Pero fantasmas quecelebraban un rito esqueltico... Laniel crea enloquecer. Le costaba tragarsaliva. Echaba en falta el marco habitual de una sesin masnica, la magia delas costumbres y los smbolos. La frustrante frialdad del barracn le impedaconcentrarse.

    El venerable percibi el desconcierto de su hermano Laniel. Y estabaconvencido de que la aparente calma de los otros dos maestros esconda una

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  • Christian Jacq El monje y elvenerable

    angustia igual de profunda. El mismo senta que poco a poco lo invada unmiedo pesado.

    Cuando nos detuvo la Gestapo prosigui, tenamos que haberprocedido a la eleccin del nuevo venerable de la logia. Conforme a la Regla,vuelvo a poner mi cargo en vuestras manos. No somos ms que cuatromaestros, los nicos capacitados para votar. El procedimiento es vlido,siempre y cuando se respete la ley de la unanimidad. El lugar donde noshallamos se ha convertido en templo. Nada ms. Aunque el rito de transmisinse redujera al mximo, se llevara a cabo por completo. Pido que se declare uncandidato.

    Guy Forgeaud, maestro demasiado joven, no haba realizado lassuficientes funciones dentro de la logia para convertirse en venerable. PierreLaniel procur que su mirada no se cruzara con la de Franois Branier. Jamsse habra credo en condiciones de acceder a ese misterioso cargo en el quese reciban las claves ltimas de la iniciacin. Se conformaba con ser maestro.Le pareca que todava no haba descifrado todos sus secretos. Por supuesto,era un empresario. Haba aprendido a dirigir hombres, ya fueran ingenieros opeones; haba sabido hacerse querer y temer, convertirse en el eje de unedificio social en el que todo el mundo encontraba su lugar. Cuntos conflictoscotidianos haba resuelto mostrndose unas veces inflexible y otras,diplomtico? Haba pasado por crisis, por momentos difciles; pero siemprehaba logrado salir adelante. Laniel crea conocer bastante bien a los hombresy sus pasiones, sus defectos, sus ambiciones, su grandeza tantas vecesinesperada. Pero dirigir a los hermanos, orientarlos, servir de mediador entreellos y el Gran Arquitecto del Universo... de eso an no se senta capaz. Elnico que poda suceder a Franois Branier era Dieter Eckart.

    Con los ojos medio cerrados y la cabeza ligeramente inclinada haciadelante, Dieter Eckart pareca meditar. Su espritu estaba lejos, muy lejos de lafortaleza nazi. Posea semejante poder de concentracin, semejante firmeza decarcter, que lograba abstraerse en las peores situaciones. Tena tan presentecomo Laniel el principal objeto de la tenida que la logia debera habercelebrado la noche de la redada. Eckart saba que los hermanos deConocimiento le profesaban respeto y confianza. Tambin saba que era elsucesor deseado por el propio Branier, aun cuando el venerable en funcionesno tena derecho a designarlo como tal.

    En efecto, haba imaginado otro lugar para abordar esta cuestin. Inclusoen la clandestinidad, la logia haba sabido obtener locales decentes para darvida a la magia ritual. Pero aqu... Eckart pens en estos pocos hombres que,desde la iniciacin, haban recibido el encargo de dirigir una comunidad comoaqulla. Cualesquiera que fueran su raza, civilizacin o carcter, haban sidoelegidos para transmitir la luz. Para hacer vivir la vida y morir la muerte.

    Venerable maestro seal Dieter Eckart, todos sabemos que elvenerable de Conocimiento no es un jefe de logia corriente. No se trata deuna mera entrega de poderes. Tambin estn el secreto del Nmero, la clavede bveda de la hermandad.

    Branier asinti con la cabeza.Entonces apliquemos la Regla propuso Eckart. Votemos con

    conocimiento de causa.

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  • Christian Jacq El monje y elvenerable

    Franois Branier se sinti aliviado. Se haba sacado un inmenso peso deencima.

    Declaro vacante el cargo de venerable maestro. Pido a uno de losmaestros declarados de la logia que, tras haber ayudado y participado en todassus misiones, tras haber sido reconocido como tal por sus hermanos maestros,tras haber dirigido las tareas de compaeros y aprendices... le pido que pongasu candidatura en las manos del Gran Arquitecto del Universo.

    Pierre Laniel haba renunciado. Prefera permanecer en la sombra ysecundar al futuro venerable. Branier, que ya haba pasado pgina, esperabaque Dieter Eckart se pronunciara. Finalmente, ste tom la palabra.

    Para el prximo ao de luz, propongo como venerable maestro a...Franois Branier.

    Dieter Eckart se haba expresado con una alegra pausada, contenida, y enun tono que no admita rplica. Pierre Laniel, sorprendido en un primermomento, consider que su hermano haba tenido una excelente intuicin. GuyForgeaud no disimulaba su alegra. Dio el visto bueno con una sonrisa.

    Apoyo esta candidatura aadi. Hermano Franois, puedesasegurarnos que te sientes con la fuerza fsica y espiritual para asumir tusfunciones?

    Franois Branier estaba acurrucado, con la cabeza hundida entre loshombros, mirndolos con ojeriza. Sus hermanos conocan perfectamenteaquella actitud. Quera decir que el venerable reflexionaba de mala gana.

    Y si os dijera que he perdido esa fuerza? Que soy un viejo masndesgastado, fatigado, incapaz de dirigir esta logia por ms tiempo sin cometerun gran nmero de barbaridades?

    Pierre Laniel se estremeci. Un venerable tena la posibilidad de dejar sucargo en manos de los hermanos si se consideraba incapaz de desempearlo.

    Si nos dijeras eso respondi Dieter Eckart, no te creeramos. Nuncahas estado en mejor forma. Los aos no pasan por ti. Es imposible querenuncies a tu funcin en semejante momento. No me hagas evocar tusabidura, tu experiencia, tu proyeccin... no tenemos la costumbre deechamos flores. Ni Pierre ni yo podemos reemplazarte, y todos lo sabemos. Eshora de que te confiese algo: habra apoyado tu candidatura y no la ma inclusoen circunstancias normales. Todava te queda mucho por hacer para formar atu sucesor, venerable maestro. No dejes que nada te detenga.

    Llueve! grit Jean Serval, el aprendiz, apostado en una de lasventanas del barracn.

    No caa ni una gota de lluvia. Pero dos agentes de las SS, seguidos deljefe, venan hacia el barracn rojo. Serval haba empleado la frmula ritual paraadvertir a los hermanos de la llegada de un profano.

    A mi golpe de mallete anunci el venerable, quedan suspendidosnuestros trabajos.

    Dio un puetazo en la pared con la mano derecha, unos segundos antesde que se abriera la puerta del barracn para dar paso al jefe de las SS.

    Klaus contempl a sus presos y se percat de que los maestros estabanagrupados.

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  • Christian Jacq El monje y elvenerable

    Espero que estn pasando unas buenas vacaciones dijo. Les traigouna invitacin para cenar. De parte del comandante de esta fortaleza.Vendremos a buscarlos.

    Ni el menor rastro de acento alemn. Todava no haban odo hablar deningn ttulo rimbombante de los que tanto gustaban los agentes de las SS. Y,encima, una invitacin a cenar... Haba algo que no encajaba. Era como si elterror reculara para cebarse, para impactar mejor. El jefe de las SS cerr degolpe la puerta del barracn.

    A mi golpe de mallete anunci el venerable, la logia se abre al gradode aprendiz.

    Volvi a dar un puetazo en la pared.Todas las miradas se volvieron hacia l.Hermano Raoul, t asumirs la funcin de retejador.El compaero Raoul Brissac, picapedrero, se apost junto a la ventana,

    decidido a no dejar entrar en el templo ningn elemento impuro.Ocupad vuestros lugares, hermanos mos.La magia de las viejas frmulas hizo que se les pusiera a todos un nudo en

    la garganta. El venerable estaba de pie, en medio de la pared que haba alfondo. A su izquierda, Pierre Laniel, Guy Forgeaud y Andr Spinot. A suderecha, Jean Serval y Dieter Eckart. Enfrente, Raoul Brissac.

    Lo que ms urge, hermanos mos, es reunir los elementos necesariospara vivir nuestro ritual. Hay que hacer todo lo posible por celebrar aqu nuestrainiciacin.

    Los ojos brillaron de esperanza. El venerable devolva a sus hermanos lasganas de luchar; de encontrar incalculables tesoros como la tiza o las velas.

    Pierre Laniel levant la mano derecha para pedir la palabra.El problema ser salir de este barracn. Quiz hayan decidido dejar que

    nos pudramos aqu.No lo creo objet el venerable. Est esa cena. Espero que podamos

    beber y comer. Demos un repaso a nuestras observaciones sobre el campo.Unos y otros hemos destacado detalles diferentes. Que cada uno tome lapalabra. Guy, t nos hars un resumen.

    Cada hermano dio su versin. Guy Forgeaud memoriz lo esencial de lasintervenciones. El mecnico, contrariamente a lo que haba dicho al jefe de lasSS, tena una memoria prodigiosa. Con permiso del venerable, tom la palabracuando todos los hermanos haban acabado.

    Por mi parte, no tengo nada que aadir a lo dicho... Gracias a lasintervenciones de unos y de otros y a las fotos que nuestro venerable ha vistoen el despacho del comandante, sabemos que la torre central de la fortalezaalberga los servicios administrativos y las salas de interrogatorio. En la cima, uncamino de ronda, focos y metralletas pesadas. Una autntica torre viga quebasta para controlar el interior del campo. Los barracones estn situados a lolargo de la muralla de la fortaleza, muy elevada y coronada por alambradas deespino electrificadas. Hay varios barracones de colores diferentes. El nuestroes el nico que tiene dos ventanas. Cuando fue al de los lavabos, que estjunto al de las duchas, Raoul se fij en que las ventanas de las otras casetasestaban tapiadas. No sabemos si hay otros presos en el campo. Por ltimo,

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  • Christian Jacq El monje y elvenerable

    entre los chalets y las instalaciones sanitarias, se alza una caserna de lasSS. Los suboficiales deben de alojarse en la torre.

    Andr Spinot levant la mano.Este campo no es normal.Por qu no? inquiri Serval, el aprendiz, a quien el venerable haba

    concedido excepcionalmente la palabra. Estamos encerrados en esta barraca,ni siquiera nos dan de beber, esos locos uniformados no dejan de asediarnos...

    Asediarnos... De momento, se estn conteniendo. Nada que ver con loque se sabe de los campos de concentracin nazis.

    Las palabras de Andr Spinot actuaron como una corriente de aire glido.Cada hermano tom conciencia de que, tras las apariencias, se escondan loscrculos del infierno. En qu instante caera la mscara?

    Andr Spinot, el ptico, antepona la lucidez en su lista de virtudes. Para l,velar lo real, ya fuera por miedo o desesperacin, era la peor de las cobardas.

    Nos falta un dato de gran importancia intervino el venerable.Cul? pregunt Forgeaud.La ubicacin de la enfermera. Tiene que haber una. Yo soy mdico.

    Debera tener acceso a ella. E incluso ser nombrado encargado.Un sueo. Sin embargo, Spinot no tuvo nad