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Guatemala, 26 de mayo de 2015, Suplemento Especial de Diario La Hora ¿Conviene o no reformar la Constitución de Guatemala?

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Suplemento Universitario Mayo 2015

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Page 1: Suplemento Universitario Mayo 2015

Guatemala, 26 de mayo de 2015, Suplemento Especial de Diario La Hora

¿Conviene o no reformar la Constitución de Guatemala?

Page 2: Suplemento Universitario Mayo 2015

IVAN ERNESTO CÚ ESTRADAUNIVERSIDAD DE SAN CARLOS RELACIONES [email protected]

ABNER COTTÓM PEÑAUNIVERSIDAD DE SAN CARLOS FILOSOFÍA Y [email protected]

MARÍA JOSÉ MEJÍAUNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR ADMINISTRACIÓN DE [email protected]

SERGIO ALFREDO MARTÍNEZ C.UNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR ECONOMÍA [email protected]

ASTRID IDALIA LIMA CASTILLOUNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVARDERECHO [email protected]

IGNACIO FERNANDO GRAZIOSOUNIVERSIDAD RAFAEL LANDÍVAR [email protected]

CARLOS OSWALDO ANDRADE P.UNIVERSIDAD DE SAN CARLOS CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES [email protected]

ANA CRISTINA BARBIERUNIVERSIDAD DEL [email protected]

PATRICIA ELIZABETH FLORESUNIVERSIDAD DEL ISTMODERECHO [email protected]

En este número de La Hora Universitaria varios jóvenes dan su opinión respecto a si es conveniente reformar o no la Constitución Política de la República y la postura de La Hora ha sido, es y será que bajo las condiciones actuales, con estos diputados y bajo el manto de los actuales partidos, reformar la Carta Magna puede ser un remedio que resulte peor que la enfermedad en sí.

Consideramos que una reforma a la Constitución encomendada al Congreso de la República constituye uno de esos espejismos porque aún con la presión ciudadana que pueda generarse, es muy difícil, por no decir imposible, que los diputados actuales puedan producir el cambio que el país necesita en la estructura política de la nación. Decimos esto teniendo en cuenta que los tres partidos que hacen la mayoría absoluta en el Congreso no tienen interés alguno en modi-ficar las reglas de juego que les colocan en posición de ventaja de cara para seguirse beneficiando de un sistema que descansa sobre las bases de la corrupción y la impunidad y menor en un momento en el que están inmersos en un proceso electoral que puede ser su última oportunidad. Cualquier reforma que haga este Congreso a cualquier ley será de acuerdo a sus propios intereses que, por supuesto, no son los intereses de la ciudadanía que está participando activamente en la demanda de transformación. Y es que los partidos apuestan a que aún en medio del rechazo de la mayor parte de la población, pueden contar con los electores suficientes para darle continuidad al sistema.

No podemos olvidar que los diputados llegaron a ocupar las curu-les luego de un proceso en el que compraron las candidaturas con la intención expresa de, por lo menos, reponer la fuerte inversión que se vieron obligados a hacer y muchos tienen cifradas sus esperanzas en ser reelectos, razón por la que hemos visto el enorme transfuguis-mo entre los miembros del Congreso. Ninguno de quienes conforman las bancadas mayoritarias va a anteponer los intereses del país a sus propias ambiciones y a su propia agenda, por lo que me parece que es de ilusos suponer que bastará la presión ciudadana para arrinconar a un Congreso que no es, en absoluto, producto de la representación popular.

Ayer decían Jorge Mario García Laguradia y Oscar Clemente Marro-quín, respectivamente, que si no se cambia a los políticos actuales no deben hacerse cambios a la Constitución y que cualquier reforma que ahora se plantee es un espejismo porque los diputados no que-rrán cambiar las reglas de un juego que les ha resultado casi perfecto pasa saciar sus intereses y en ambos casos, debemos reconocer que compartimos dichos pensamientos.

Va siendo momento de ir pensando en una refundación de las ba-ses sobre las que deseamos que funcione el sistema, pero no puede ser con estos diputados y con estos partidos políticos.

Con este Congreso, ni a la esquina

Página 2/Diario La Hora/Guatemala, 26 de mayo de 2015

Editorial

PARTICIPANTES DEL 17º SUPLEMENTO UNIVERSITARIO DEL DIARIO LA HORA

Page 3: Suplemento Universitario Mayo 2015

La Hora / Suplemento Universitario / Guatemala, 26 de mayo de 2015, Página 3

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Page 4: Suplemento Universitario Mayo 2015

A la pregunta de si conviene o no re-formar la actual Constitución Política de la República de Guatemala, respondo que efectivamente si conviene y exijo reformas desde ya. Los seres humanos, los guate-maltecos, somos seres dinámicos, de posi-bilidades abiertas y de continuos cambios para el bien común. Aunque siguen, en gran manera, las mismas problemáticas que originaron la Constitución vigente, considero que muchos hemos cambiado y queremos que nuestra Constitución cambie también. Este cambio lleva por causa el que actualmente la mayoría de población gua-temalteca la compone la juventud. El 66.5 por ciento de los habitantes, cuenta con menos de treinta años de edad. Muchos no vivimos el conflicto armado interno, no anduvimos en trenes y ferrocarriles, ni vimos televisores en blanco y negro. Existe no solo un gran cambio demográfico (se ha duplicado la población en casi veinte años) sino que hoy se puede palpar un cambio generacional más profundo. Somos la generación de la tecnología, del internet, los microprocesadores y las redes sociales. De la información digital instantánea y de fuentes confiables. Somos la generación que ya no cree en verdades absolutas y to-talitarias que solo funcionan para dominar. Sabemos y sentimos que SI HUBO GENOCI-DIO, no porque lo impongan como a una de esas verdades máximas e incuestionables, sino porque lo intuimos como generación heredera del miedo colectivo y del continuo

racismo y discriminación hacia cualquiera que se manifieste indígena. Racismo debi-do a la gran negación que hace a algunos desviar siempre la mirada a otros países y culturas, mientras no sea hacia los pueblos originarios. Por ello y más, es que exigimos (como ha sucedido en las últimas marchas y dignas concentraciones masivas) eliminar la corrupción en el gobierno actual (y cual-quiera del futuro), de todas las entidades del Estado, juicios efectivos a los culpables, reformas continuas a todos los tipos de le-gislación y la aplicación real y no condicio-nada de las mismas. Es necesario reformar la Constitución pero de manera incluyente y vinculante, donde participemos todas y todos. No a través de nuestros supuestos padres de la patria, que más pareciera que no nos representan. Este salto generacional que hoy sale a las calles, es eminentemen-te cultural. Ahora existe menos tolerancia hacia la corrupción, hay más personas con-cientes del micropoder que pueden llegar a tener, conscientes de los marginados y de su exclusión. Las nuevas generaciones presentamos nuevos valores y principios morales que no son solo discurso. Este cam-bio cultural es la base de una nueva forma de organización social donde se redacten menos leyes y se actué más. Lentamente ya hemos reformado nuestros hábitos y normas morales (como el rechazo total a la contaminación y la intolerancia hacia grupos de cualquier condición). Esa es la base necesaria para que surja una nueva

Constitución, con una nueva con-cepción del ser humano, de lo que somos y queremos como gua-t e m a l t e c o s . Una que no inicie invocando el nombre de Dios sino una que invoque nuestros nombres, el de todas y todos, exigiendo inclusión a la hora de reconstruir y repensar nuestra patria. Inclusión que percibimos no se espera ni desea, en el Congreso de la Re-pública. Que haya cambiado la base cultu-ral (aun antes que la económica) significa al final cambiar la Constitución. Reformar, además, no solo significa cambiar algunas palabras o artículos enteros de cualquier reglamento o ley. Significa depurar las distintas instancias públicas de todo ese personal administrativo que logra conti-nuar y mantenerse parasitando con cada cambio de gobierno. La erradicación de los altos funcionarios que anteponen intereses egoístas y elitistas, y de los politiqueros que cada cuatro años consideran que lanzarse como candidatos representa una inversión económicamente favorable gracias a los negocios y protecciones con oscuras estruc-turas paralelas. Efectivamente debemos reformar la Carta Magna, reformar la Ley Electoral y de Partidos Políticos y en la Usac, ¡REFORMA UNIVERSITARIA YA!

La reforma a la Constitución más que conve-niente es inevitable. Dentro de los regímenes democráticos debe prevalecer una continua modernización del Estado y sus institucio-nes. Los sistemas democráticos no fueron hechos rígidos sino más bien moldeables a las demandas y necesidades de la población junto con el contexto histórico del cual son parte. En este preciso momento pasa frente a mi residencia una marcha sindical la cual exige la renuncia del Presidente y la aprobación de la Ley de Desarrollo Ru-ral entre otras demandas. En este preciso momento dan orden de captura contra altos funcionarios del IGSS. Es evidente el paulatino desplomo de la estructura del gobierno. La efervescencia popular demanda cambios, pero no solo de “políticos” corruptos sino cam-bios estructurales, puesto que hemos comprendido que no basta con cambiar a los personajes; las bases sobre las cuales se desen-vuelve la política nacional son deficientes y anacrónicas. Continuar bajo esta plataforma sería nocivo para la salud política, económica y social del país. Estamos viviendo las secuelas de un aparato esta-tal desgastado por inservibles funcionarios públicos que antepusie-ron sus intereses y los de sus amos sobre los de su población.

Reformar la Constitución es solo una pieza clave para renovar el Estado de Guatemala. El problema radica en quiénes van a realizar este cambio. No podemos dejar esta faena a aquellos que se ali-mentan de este sistema corrupto, ya que ellos, no darán una real solución a las necesidades de la mayoría. Temo que los “políticos” tradicionales hagan de la Constitución, lo que harían unos maria-chis con la 5ta sinfonía de Beethoven. El corto alcance mental de los actuales funcionarios públicos no puede dar solución efectiva de las reformas de la Constitución. Nuevos sectores sociales de todo tipo deben involucrarse en esta reforma con ideas frescas y libres de intereses ocultos.

Jorge Mario García Laguardia retrata en su libro “La Constitu-ción y sus Constituyentes del 45”, el proceso para realizar la Cons-titución de 1945, antes que tomara posesión el Doctor Juan José Arévalo. La intervención de los sectores sociales fue fundamental para esta Constitución, fue toda una celebración, las reuniones en el Congreso podían durar hasta siete horas para llegar a acuerdos sustantivos. El Congreso estaba repleto de estudiantes, sindicatos, trabajadores de todos los sectores, definitivamente fue una Consti-tución popular hecha para la mayoría de la población. Esta historia debe ser repetida hoy, pero no es suficiente con la Constitución, la Ley Electoral y de Partidos Políticos es arcaica y no encaja dentro de los principios democráticos del siglo XXI, además, está demás mencionar reformar el sistema de recaudación tributaria y el siste-ma de justicia. No es suficiente con la Constitución y estamos en el momento exacto para realizar estos cambios estructurales, y aun-que parece una tarea titánica, no podemos esperar a que pasen más años para que el pueblo se cohesione como está ocurriendo ahora. Dejar pasar este movimiento social, para reestructurar el Estado, significaría un retroceso en la participación ciudadana y un estan-camiento en la democracia.

Modificar el Estado es responsabilidad de todos y todas, y ahora más que nunca estamos cerca de lograr esos cambios tan necesa-rios para nuestro país, podemos cambiar la historia y la dirección de nuestra política nacional y evolucionar hacia el desarrollo. Este es el momento.

En las últimas semanas Guatemala se ha visto inmersa en una red de noticias y si-tuaciones adversas para la política del país. Desde la renuncia de la Vicepresidenta has-ta las marchas pacíficas que han movido al pueblo, donde prevalece el deseo y la aspi-ración por parte de todos los guatemaltecos por tener un mejor país para vivir. Por esto, ¿será necesaria una reforma constitucional para corregir y solucionar los problemas? ¿Será esto lo suficiente para nuestro país?

La Constitución Política de la República de Guatemala es el documento donde se respalda al guatemalteco, donde se vela por sus derechos, y donde se establecen sus obligaciones como ciudadano y habitante de esta tierra. La Real Academia Española define reformar como: “aquello que se pro-pone, proyecta o ejecuta como innovación o mejora de algo”. Tomando esta definición como base, al momento de hablar de una reforma constitucional, estaríamos hablan-do de una actualización al documento de la Constitución Política de la República de Guatemala, y no de la creación de nuevas leyes con otros fines distintos a los de velar por el bien común.

En este caso, si hablamos de una ac-

tualización a la Constitución, lo veo como un aspecto necesario. Las necesidades que se tienen hoy en día son distintas a las que se tenían hace treinta años. Este tipo de reajuste debe verse como una ade-cuación a la realidad política, económica y social que vive el país actualmente. Sin embargo, hay quienes piensan que una “reforma” implica la creación de nuevas leyes o modificación de las actuales, en beneficio de, solamente, una de las partes involucradas. Esto no es correcto. El velar por el bien común y el bienestar de cada uno de los chapines que trabaja por su pa-tria, debe ser el fin primordial.

Por otro lado, considero que antes y al momento de realizar cambios, se debe con-traer un compromiso por parte de todos; uno donde todos se encuentren dispuestos a cumplir las leyes que ya están estableci-das y adecuarse a los cambios que puedan suscitarse. Esto con el fin de involucrar a to-dos y cada uno de los guatemaltecos en el cambio que se desea, ya que para lograr un cambio se debe predicar con el buen ejem-plo de acciones diarias y cotidianas.

Una reforma constitucional no es tan fá-cil; “el papel aguanta con todo”, sin embar-

go, al momento de llevarlo a la práctica se debe evaluar el impacto que los cambios van a tener en todos los diferentes ámbitos de la so-ciedad. Este tipo de actualizaciones con-lleva un gran nivel de responsabilidad, ya que son las reglas de todo un país las que se están manejando, y no son un aspecto que se pueda manejar a diestra y siniestra como a alguien le plazca. Promover una mayor participación ciudadana permitiría que fuera un proceso verdaderamente de-mocrático.

Por último, Guatemala nos necesita. Esta reforma constitucional es necesaria, pero nos encontramos en el momento más sensible y delicado para llevar a cabo esta actualización. Nos queda seguir siendo el cambio que el país necesita, luchando, tra-bajando día a día por el país que deseamos, y tal como reza nuestro Himno Nacional… “Ojalá que remonte su vuelo / más que el cóndor y el águila real, / y en sus alas levan-te hasta el cielo, / ¡Guatemala tu nombre inmortal!”.

Universidad de San Carlos de Guatemala

Abner JonAtAn Cottóm PeñA

Iván erneSto Cú eStrAdA

Universidad de San Carlos de Guatemala

Este es el momento

Invocando nuestros nombres

¡Guatemala, tu nombre inmortal!

Página 4/Diario La Hora/Guatemala, 26 de mayo de 2015

mAríA JoSé meJíA Hernández

Universidad Rafael Landívar

Page 5: Suplemento Universitario Mayo 2015

La Hora / Suplemento Universitario / Guatemala, 26 de mayo de 2015, Página 5

lahora.gt

Las noticias de hoy en La Hora,mañana serán historia

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Page 6: Suplemento Universitario Mayo 2015

Echando un vistazo a los medios de comunicación circulantes en el país, o bien, prestando atención a los diversos comentarios de personas entre los círculos sociales de incidencia, cabe preguntarse: ¿Cómo describir los sucesos actuales que Guate-mala está atravesando? ¿A qué momentos cru-ciales de la historia política del país se parecen? ¿Cuál es su propósito? Interrogantes como tales surgen ante los recientes escándalos de corrupción que han sido objeto de atención mediática, tanto a nivel nacional como internacional. En esta coyuntura, adquieren especial aten-ción los movimientos ciudadanos en calidad de manifestaciones pacíficas, cuyo objetivo ha sido exigir y lograr la renuncia de los funcionarios que ocu-pan las altas esferas del Gobierno. La dinámica de tales movimientos per-mite observar una potencial demanda ciudadana en busca de reformas al sistema político del país. Dado el anterior contexto, es posible identificar una oportunidad para consensuar una reforma constitucional que establezca las garantías estratégicas del Estado a corto, mediano y largo plazo, en busca de rescatar la credibilidad ciudadana sobre la consecución del bienestar común y de la estabilidad para el país.

Guatemala acumula una historia reciente de reformas constitucionales concretadas. Durante el siglo pasado el país concretó una serie de reformas constitucionales, en general cada veinte años. Cada cual, en busca de objeti-vos dadas la coyuntura de las respectivas épocas. Observando, generalmen-te, las cláusulas agregadas, de manera secuencial, a estas reformas cons-titucionales, resulta claro identificar que su objetivo ha sido la definición progresiva de las prioridades de acción del Estado. Es decir, han permitido hasta la fecha con la Constitución Política de la República de Guatemala, vi-gente desde 1985, establecer ¿Cuál debería ser la ruta del Estado?

De esa cuenta, con miras hacia una propuesta actual de reforma consti-tucional, la discusión, consenso, materialización, aplicación y evaluación del producto sobre la Constitución resultante debe responder hacia la pregunta ¿Cómo hacer tangibles las garantías definidas para el Estado? Esto surge en virtud de que la situación de desarrollo, integridad y gobernabilidad del país carece de las acciones esperadas de las prioridades que establece la Consti-tución vigente de 1985. En este sentido, cabe observar las evaluaciones para el país de sus indicadores en términos de subdesarrollo humano, pobreza, inequidades multidimensionales, corrupción, violencia, educación, salud, infraestructura, entre otros.

La sociedad civil se encuentra dando muestras de conciencia ciudada-na, nunca antes vistas en la era democrática del país. Diversos grupos de la sociedad, desde jóvenes, profesionales, residentes nacionalizados en el ex-tranjero hasta campesinos y familias con sus niños, se han reunido en la Pla-za de la Constitucional, exigiendo sus derechos civiles y políticos, tal y como la Constitución dicta. De esa cuenta, el grado de unidad se ha demostrado a tal nivel que el país se encuentra justo en el momento clave para impulsar cambios y reformas a la Constitución vigente, así como a otras leyes relevan-tes garantes del orden público.

Con el impulso de la ciudadanía observado hasta el momento, es un he-cho que pueda resultar una reforma constitucional. No obstante, el reto de tal proceso es obtener logros exitosos con el transcurrir del tiempo y activar los cambios de fondo en bienestar y desarrollo que el país requiere. Para tal fin, es indispensable que el proceso de reforma constitucional adquiera los siguientes atributos: 1) Diálogo inclusivo de todos los sectores de la sociedad e igualdad en condiciones de participación, 2) Ética profesional en el alcance de acuerdos, cuyos fines honorables sean tangibles y claramente explícitos, 3) Compromiso de reformas paralelas a leyes garantes del orden del sistema político, 4) Fin supremo del bienestar común y sus garantías institucionales.

La Constitución Política de la Repúbli-ca de Guatemala, nuestra Carta Magna, ese pacto social sublime y a veces utópico del cual dependen todos y cada uno de los tentáculos del Estado. Esa que regula los derechos de cada uno de nosotros como seres individuales, como seres colectivos y como parte de un órgano mayor como lo es el Estado en sí.

Son calificativos mayores los ante-riores, adjetivos que pretenden remarcar la importancia de un documento que al final de cuentas, regula a una nación en-tera. Lastimosamente, en nuestro caso, ese documento se ha visto últimamente ultrajado, modificado e incluso interpre-tado al antojo de muchos, por lo que es necesario preguntarse sobre la necesidad de un cambio, preguntarse si los trein-ta años a los que arribara la vigencia de nuestra Constitución el próximo año, son suficientes para denominarle obsoleta debido a que mucha gente considera que la Constitución ya no se adapta a las nece-sidades actuales.

Considero que más que contabilizar el éxito de nuestro texto constitucional por cuestiones de longevidad, debe analizarse si nuestra Constitución sigue

reflejando un pacto social o, si existen en la actualidad, factores que ameriten un cambio en la misma. Con lo anterior me refiero a preguntarnos si existen en la actualidad funcionarios como lo son el Presidente de la República o jueces y ma-gistrados que a nuestro pensar, merezcan permanecer más tiempo en el poder, y menciono lo anterior debido a que va-rias de las reformas que se proponen a la Constitución, se relacionan con el tiempo que deben fungir los magistrados en sus puestos para promover la “independencia judicial” o la tan sonada reelección pre-sidencial. Vuelvo a preguntarme si en la actualidad existen funcionarios que ame-riten tal innovación. Lo dejo a su criterio estimado lector.

Asimismo, considero que en muchas ocasiones se obvia lo estipulado en la Constitución, como lo mencioné en un principio, en los últimos años la misma ha sido “interpretada” al antojo de muchos, dejando a un lado su estricto cumplimien-to. Si bien considero que la ley no puede considerarse como letra muerta debido a que debe acoplarse a las necesidades ac-tuales, lo anterior, debido a que sabemos que el derecho es evolutivo y camina de

la mano junto al hombre y sus necesida-des, también considero que para indicar que una ley no funciona, primero debe cumplirse y después d e t e c t a r sus defectos, sin embargo si no se aplica lo que la misma establece, el error no está entonces en el texto de la ley, sino en el no acatar del hombre.

Como conclusión, creo pertinente el cuestionarnos, como guatemaltecos, los verdaderos puntos a tratar si se considera-re una reforma constitucional. Establecer cuáles son los objetivos de una reforma, qué amerita el cambio y preguntarnos si verdaderamente, a lo largo del tiempo, se ha cumplido con lo estipulado en el texto constitucional. Son cuestiones importan-tes a tratar en mesas de diálogos donde los diferentes sectores de la población deberían estar presentes, ello para evitar que si se diera una reforma, la misma solo beneficiase a unos cuantos, obviando por completo y como se ha venido haciendo, el bien común de los guatemaltecos.

Es el mejor momento para ser guate-malteco. Desde el extranjero, donde me encuentro hace tres meses, veo las noti-cias y jamás había tenido tantas ganas de regresar. Pocas veces me he sentido tan orgulloso de algo y creo que nunca antes había podido decir que Guatemala se ha unido como una, a favor de sí misma y en contra de la corrupción, impunidad e injusticia en una cruzada pacífica a re-cuperar lo que es nuestro y a condenar a los ‘tiranos que escupen tu faz’. ¡Qué viva Guatemala!

En medio de este entusiasmo hay cosas que se deben tener muy claras. Una, que no quisiera dejar de mencionar, es que las capturas y renuncias son un pequeño paso de un previsiblemente tardado proceso judicial en contra de varias personas, al cual debemos dar seguimiento con persis-tencia y paciencia. Y otro, quizás más im-portante, es que debemos decidir en qué trascenderá este movimiento ciudadano.

No voy a siquiera aventurarme a dar una sugerencia de la consecuencia de este movimiento. Pero sí es cierto que algunos piensan que esto puede devenir, entre otras cosas, en una reforma constitucio-nal. No tengo duda que la Constitución es mejorable. Considero especialmente

que debe ser una prioridad crear un Or-ganismo Judicial mucho más fuerte del que tenemos y esto empieza por el presu-puesto. El deporte es importante, pero es ridículo que tenga una mayor asignación presupuestaria que la Justicia. Y si se debe reformar la Constitución, el sector Justicia y law enforcement es en el que claramente nos debemos enfocar.

Gary Haugen es el fundador de una fundación de dimensión global (IJM) que verdaderamente defiende los de-rechos de los pobres en todo el mundo y la cual opera en Guatemala y muchos otros países en vías de desarrollo. En el libro The Locust Effect, Haugen muy ra-zonablemente señala que los enfoques históricos del combate de la pobreza han obviado un aspecto determinante. Este aspecto es el acceso a la Justicia de los pobres. Como explica el autor, la pobreza es más que una situación económica. Es una situación de vulnerabilidad y exclu-sión de seguridad y justicia que jamás permite ascender económicamente y en gran medida, las personas no logran salir de la pobreza porque la violencia es pre-cisamente lo que lo impide. Este punto lo prueba Haugen con estadísticas, casos reales y centenares de testimonios de

personas de todo el mundo.

Quiero lle-gar a que es definitivo que hay que refor-mar la Constitu-ción, especialmente en cuestiones de Justicia. No pretendo que se disminuya el aporte al deporte, pero estoy seguro que tendría-mos mucho mejores atletas si los millones de guatemaltecos que viven en violencia y pobreza pudieran salir de ella.

A pesar de que es necesario reformar la Constitución, ahora debemos consi-derar el momento y los reformantes. No es necesario convocar a una Asamblea Constituyente para los cambios que el país necesita. Sería suficiente reformar un par de artículos constitucionales y los demás cambios se hacen a través de leyes. Sin embargo, este Congreso no es el que debe reformar nuestra Constitución, los últimos tres años lo demuestran. Si en los próximos comicios elegimos a un Congre-so digno, podríamos hacer las reformas constitucionales y legales que le urgen al país y hacer una reestructura integral a la Ley Electoral. Ojalá que así fuera.

IGnACIo GrAzIoSo

Universidad Rafael Landívar

Despertemos y hagamos nuestro sueño realidad

El gran dilema llamado:Reforma Constitucional

Es claro que hay que reformar

AStrId IdALIA LImA CAStILLo

Universidad Rafael Landívar SerGIo ALfredo mArtínez C.Universidad Rafael Landívar

Página 6/Diario La Hora/Guatemala, 26 de mayo de 2015

Page 7: Suplemento Universitario Mayo 2015

CArLoS oSwALdo AndrAde P.

Universidad de San Carlos de Guatemala

AnA CrIStInA bArbIer fIGUeroA

Universidad del Istmo

Como una ciudadana más de este bello país en el cual todos tenemos el privilegio de haber na-cido y de acuerdo a los deberes cívicos que me confiere nuestra Constitución Política en su Artículo 135, que en su literal a señala: “Ser-vir y defender a la Patria” de aquellos que con ciega locura sus colores pretendan manchar. En esta ocasión, me uno al sentimiento, pero más que sentimiento al movimiento y creencia en que debemos cambiar y todo empieza con un punto, el único que nos sirve de partida. Sabemos bien que la Constitución es nuestra norma fundamental, que tiene como fin regular y estructurar al Estado, la misma goza de mayor jerarquía dentro del ordenamiento jurídico; además, es vinculante tanto para gobernan-tes como gobernados.

Debido a las circunstancias por las cuales atraviesa nuestro país, me hacen la siguiente pregunta: ¿Conviene reformar la Constitución? Luego de pensar y meditar, he llegado a la conclusión que efectivamente hay ciertos artículos que evidentemente, más que convenir a intereses polí-ticos, deben convenir a los intereses de todo guatemalteco y por ende a un verdadero Estado de Derecho.

Por ejemplo, no es un secreto que de lo que lleva transcurrido el año 2015, fue casi nula la actividad del Congreso, que hasta el mes de marzo, únicamente había sesionado aproximadamente nueve veces, ¡sí, nueve veces…! Conforme publicación por Saira Ramos, en Diario La Hora, el 29 de abril del año en curso, la Dirección Financiera habría pagado Q13 millones 817 mil 100 en salarios de los 158 diputados. Es decir, un aproximado de Q22 mil mensuales por cada diputado, por hacer NADA. Por ende, una primera reforma a proponer sería la NO reelección de di-putados; simplemente no podemos seguir alimentando parásitos.

Como segunda reforma, podemos mencionar la supresión del dere-cho de antejuicio, derecho, que nuestra Constitución prevé en su artículo 206 para magistrados y jueces que conforman el Organismo Judicial. Conforme los índices de percepción de corrupción, Guatemala obtuvo en el año 2014, (32) puntos, es decir que la sociedad percibe que el go-bierno es un 65% corrupto. Al suprimir éste derecho a los funcionarios investidos por ley, que tienen a su cargo impartir justicia, los estamos responsabilizando directamente por su actuación. Es una garantía para la sociedad, puesto que todos los que ejerzan dicho cargo, saben que los estamos observando y fiscalizando por su ejercicio. Por demás está decir que ya estamos cansados de los acuerdos que se dan por ‘debajo de la mesa’; tanto funcionarios como ciudadanos respondemos ante la ley, sin privilegios algunos, porque es evidente el abuso que se ha realizado sobre éste derecho.

Por último podemos mencionar una ley constitucional, como lo es la Ley Electoral y de Partidos Políticos, hay varios artículos que deben ser reformados, un ejemplo claro lo encontramos en la propaganda electo-ral. El Artículo 219 de dicha ley estipula que la misma inicia desde la con-vocatoria a elecciones y finaliza treinta y seis horas antes. Dicho artículo se encuentra vigente, pero no positivo, es decir, no se aplica; los partidos políticos han encontrado refugio en las sanciones que impone el TSE que van desde 15 a 25 dólares; que para aquel político que tiene un “heli-cóptero Bell 430 de dos turbinas”, un “Lamborghini Huracán LP610-4”, o que regala “botellas de agua y bailes subidos de tono”, verdaderamente es una broma.

Sin embargo, OJO, no podemos dejar que estas reformas caigan en manos de aquéllos que sólo quieren manchar y aprovechar a reformar disposiciones que convengan intereses propios. Debemos primero, ele-gir bien, finalmente ese será nuestro punto de partida si queremos una reforma constitucional que elimine por completo la corrupción e impu-nidad en Guatemala.

Encontrar el momento oportuno para modificar nuestra Carta Fundacio-nal es sumamente difícil en una socie-dad tan convulsa como la nuestra, ya que se requiere de una visión pluralista, incluyente, objetiva y precisa para tomar en cuenta a las mayorías. Las reformas a la Constitución se deben de dar luego de cumplir con lo establecido desde el prin-cipio en ella, para que junto a la socie-dad evolucione y se adapte a los cambios necesarios para promover, velar y forta-lecer la unidad nacional, ser respetuosa de los derechos y las libertades de todos los ciudadanos dentro del marco legal y legítimo.

Hablar de reformas constitucionales en tiempos de elecciones no es positi-vo, ya que se crea la percepción que el candidato pretende abusar de su poder y futura investidura al proponer modi-ficaciones para el beneficio de su futuro cargo.

Además, ante la coyuntura actual los partidos políticos no tienen la suficiente solvencia ni el apoyo popular para poder mencionar reformas a la Carta Magna.

No se puede apresurar el tratar de modificar la Constitución sin antes tener un análisis objetivo y de certeza jurídica que posea verdaderamente el apoyo de

toda la sociedad, la cual sepa que llevan-do a cabo dichas reformas el bien común prevalecerá y se hará efectivo, el cual lamentablemente hasta ahora no se ha cumplido.

Existen actualmente dentro de la Co-misión de Puntos Legislativos y Consti-tucionales del Congreso dos propuestas de reforma a la Constitución; la primera emanada por la Usac, URL y ASIES, ésta enfoca a fortalecer el sistema de justicia, importante ya que los niveles de impu-nidad son sumamente altos y el sistema necesita una reforma para desechar a los cuerpos mafiosos que operan y que la ha cooptado, con ello hacer más efectivo e independiente el trabajo del Organismo Judicial para que la ciudadanía tenga la posibilidad de confiar que la ley se apli-cará por igual, además, estas modifica-ciones se centran específicamente en la parte toral de justicia.

La segunda es la propuesta por Pro Reforma, la cual argumenta que son ne-cesarias las modificaciones para frenar la pobreza y falta de oportunidades; desde mi punto de vista ésta es excluyente y trata de crear el sistema bicameral, la cual podría funcionar o no, ya que con la experiencia actual del trabajo del Con-greso ¿qué certeza nos da la función de

un Senado?, propone ele-var los años para optar a un cargo pero esto apela a la dis-criminación por edad, existen muchas controversias sobre ésta propuesta.

Lo importante es fortalecer la insti-tucionalidad, convocar a la multiplici-dad de sectores que existen en nuestro país para analizar, complementar y discutir de manera objetiva las refor-mas necesarias para avanzar y concebir un futuro que dignifique la vida de sus habitantes y fortalezca nuestro Estado con una visión plural, multicultural, multiétnica para que todas y todos nos sintamos representados. La Constitu-ción no debe obedecer a los intereses económicos y políticos de un solo sector, la Constitución debe representar nues-tra diversidad para construir la Unidad Nacional.

“Política es eso: el arte de ir levantan-do hasta la justicia la humanidad injusta; de conciliar la fiera egoísta con el ángel generoso; de favorecer y de armonizar para el bien general, y con miras a la vir-tud, los intereses”. José Martí.

Todos saben que no es algo nuevo la intención de muchos de reformar la Cons-titución Política de la República de Gua-temala. Así como tampoco es algo nuevo las faltas y deficiencias que ha tenido el sistema político y de gobierno, las cuales se han visto reflejadas más que nunca en los últimos días. Algo que sí es nuevo es la reacción del pueblo guatemalteco, por fin se despertó el monstruo del pueblo para manifestarse pacíficamente y en una sola voz para que se rindan cuentas y exigir justicia para Guatemala.

El pueblo es quien tiene la soberanía y la delega para su representación y protección de derechos. En consecuencia, es el único que tiene legitimación para exigir sin nin-gún requerimiento previo, explicaciones para resolver todos los cuestionamientos sobre los actos administrativos ambiguos y obscuros que se esconden detrás de éste y los últimos gobiernos. El objetivo de los re-querimientos del pueblo no es atacar al go-bierno actual, ni al pasado ni a los muchos gobiernos que han robado y malversado el patrimonio de los guatemaltecos. Sin em-bargo sí tiene como fin, limitar y frenar de una buena vez la corrupción, los engaños y la defraudación al pueblo de Guatemala. Y como bien decía uno de los miles de mani-

festantes, “Guatemala no progresa no por ser pobre, sino por ser saqueado”. Los go-bernantes que llegan al poder para saciar sus intereses particulares, tienen que saber que todo tiene un límite. Ya no se va acep-tar ni tolerar más compadrazgos, ni abusos de poder por parte de las autoridades de cualquiera de los organismos o entidades autónomas y descentralizadas.

Esto no es una amenaza, ni un aviso, esto es una orden por parte del Pueblo de Guatemala para exigir justicia y que sean procesados todos aquellos funcionarios que directa o indirectamente tienen rela-ción en la comisión de un delito, cualquiera que sea. En lo que respecta a la Carta Mag-na, en cuanto a su contenido ésta es clara y es competencia exclusiva de la Corte de Constitucionalidad velar por la defensa del orden constitucional. En los últimos años se han dado diversas interpretaciones a varios artículos de la Constitución, tales como la prohibición de la reelección del Presidente de la República, la reelección del Contra-lor General de Cuentas, las facultades del Congreso, entre otros. No es necesario ser un experto del Derecho para entender el espíritu de las normas constitucionales cuestionadas. En caso de duda en la inter-pretación constitucional, es la misma ley la

que establece los parámetros para comprender la intención de los legisladores, me-diante el artículo 10 de la Ley del Organismo Judicial. Por otro lado, considero que sí es necesario reformar leyes tales como la Ley Electoral y de Partidos Políti-cos, la Ley de Contrataciones del Estado, la Ley Orgánica de la Superintendencia de Administración Tributaria, entre otras que conllevan una amplia discusión.

La norma suprema del ordenamiento jurídico consagra una organización y es-tructura del Estado que tiene como fin con-ducirlo hacia un Estado de Derecho Cons-titucional. En donde tanto gobernantes como gobernados se sujeten a dicha nor-ma. El hecho de reformar la Constitución desde mi perspectiva conllevaría un retro-ceso sobre el desarrollo democrático del país. En razón de lo expuesto, si debieran de reformarse las leyes mencionadas anterior-mente con el fin de limitar la ambición de muchos servidores públicos, quienes dicen llamarse así y lo único que pretenden es el enriquecimiento a costa de la salud, trabajo y esfuerzo de los guatemaltecos.

El punto de partidaEncontrar el momento oportuno… ¿Reformas a la Constitución?

El camino hacia un Estado de Derecho Constitucional sin reformar la norma suprema

Diario La Hora/Guatemala, 26 de mayo de 2015 /Página 7

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Universidad del Istmo

Page 8: Suplemento Universitario Mayo 2015

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