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CUENTO SURREALISTA- Buitres-Franz Kafka Érase un buitre que me picoteaba los pies. Ya había desgarrado los zapatos y las medias y ahora me picoteaba los pies. Siempre tiraba un picotazo, volaba en círculos inquietos alrededor y luego proseguía la obra.Pasó un señor, nos miró un rato y me preguntó por qué toleraba yo al buitre.-Estoy indefenso -le dije- vino y empezó a picotearme, yo lo quise espantar y hasta pensé torcerle el pescuezo, pero estos animales son muy fuertes y quería saltarme a la cara. Preferí sacrificar los pies: ahora están casi hechos pedazos.-No se deje atormentar -dijo el señor-, un tiro y el buitre se acabó.-¿Le parece? - pregunté- ¿quiere encargarse del asunto?-Encantado -dijo el señor- ; no tengo más que ir a casa a buscar el fusil, ¿Puede usted esperar media hora más? - No sé -le respondí, y por un instante me quedé rígido de dolor; después añadí -: por favor, pruebe de todos modos.-Bueno- dijo el señor- , voy a apurarme. El buitre había escuchado tranquilamente nuestro diálogo y había dejado errar la mirada entre el señor y yo. Ahora vi que había comprendido todo: voló un poco, retrocedió para lograr el ímpetu necesario y como un atleta que arroja la jabalina encajó el pico en mi boca, profundamente. Al caer de espaldas sentí como una liberación; que en mi sangre, que colmaba todas las profundidades y que inundaba todas las riberas, el buitre irreparablemente se ahogaba. LA ENREDADERA Carmen Barrios Piter apareció en casa de ella una tarde de finales de octubre. Llegó sin ser invitado y de forma casual, era el amigo de un amigo que pasaba por allí acompañando a alguien. Tenía aspecto de alma errante, muy delgado y frágil, como una figura de Giacometti que camina por el mundo con lo puesto: una gabardina crema, larga como un día sin luz, y unas botas negras gastadas por el uso, pero tan limpias como si acabaran de salir del escaparate de una zapatería de caballeros. Como un ser casi incorpóreo, entró en su casa calladamente, sin ruido ni apenas explicación, más allá de un “-hola este es Piter, me lo he encontrado en la plaza nueva y me lo he traído, no te importa, ¿verdad?-” y un -“hola, por supuesto, claro que no importa, pasad y sentaos por ahí”.Piter entró por el

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CUENTO SURREALISTA

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CUENTO SURREALISTA-

Buitres-Franz Kafka

Érase un buitre que me picoteaba los pies. Ya había desgarrado los zapatos y las medias y ahora me picoteaba los pies. Siempre tiraba un picotazo, volaba en círculos inquietos alrededor y luego proseguía la obra.Pasó un señor, nos miró un rato y me preguntó por qué toleraba yo al buitre.-Estoy indefenso -le dije- vino y empezó a picotearme, yo lo quise espantar y hasta pensé torcerle el pescuezo, pero estos animales son muy fuertes y quería saltarme a la cara. Preferí sacrificar los pies: ahora están casi hechos pedazos.-No se deje atormentar -dijo el señor-, un tiro y el buitre se acabó.-¿Le parece? -pregunté- ¿quiere encargarse del asunto?-Encantado -dijo el señor- ; no tengo más que ir a casa a buscar el fusil, ¿Puede usted esperar media hora más?

- No sé -le respondí, y por un instante me quedé rígido de dolor; después añadí -: por favor, pruebe de todos modos.-Bueno- dijo el señor- , voy a apurarme.

El buitre había escuchado tranquilamente nuestro diálogo y había dejado errar la mirada entre el señor y yo. Ahora vi que había comprendido todo: voló un poco, retrocedió para lograr el ímpetu necesario y como un atleta que arroja la jabalina encajó el pico en mi boca, profundamente. Al caer de espaldas sentí como una liberación; que en mi sangre, que colmaba todas las profundidades y que inundaba todas las riberas, el buitre irreparablemente se ahogaba.

LA ENREDADERA Carmen Barrios

Piter apareció en casa de ella una tarde de finales de octubre. Llegó sin ser invitado y de forma casual, era el amigo de un amigo que pasaba por allí acompañando a alguien. Tenía aspecto de alma errante, muy delgado y frágil, como una figura de Giacometti que camina por el mundo con lo puesto: una gabardina crema, larga como un día sin luz, y unas botas negras gastadas por el uso, pero tan limpias como si acabaran de salir del escaparate de una zapatería de caballeros. Como un ser casi incorpóreo, entró en su casa calladamente, sin ruido ni apenas explicación, más allá de un “-hola este es Piter, me lo he encontrado en la plaza nueva y me lo he traído, no te importa, ¿verdad?-” y un -“hola, por supuesto, claro que no importa, pasad y sentaos por ahí”.Piter entró por el pasillo, llegó al salón y se quitó la gabardina con suavidad, a cámara lenta. La prenda descendió hasta el suelo como si fuera la cáscara que abandona una semilla, y su cuerpo de oblea se desplazó como una espora que trae el viento y cae liviana hasta posarse sobre la hierba mullida un día de otoño cálido y sin brisa, y allí mismo, germinó, echó raíces sobre el cojín derecho del sofá, así sin más.Sin hacer ruido y sin avisar, lentamente, como hacen las plantas, fue poco a poco colonizando su casa y su vida. Desde ese rincón, como una enredadera invasora ávida de terreno fértil, ocupó todo el espacio. Cuando ella se quiso dar cuenta, todo su mundo se reducía a Piter, el amigo de un amigo que pasó un día por allí acompañando a alguien y se quedó.Los amigos de ella dejaron de ir a visitarla, porque la presencia de Piter era tan absoluta e ilimitada que ella había dejado de ser ella, y se estaba transformando también en un ser híbrido, casi vegetal y con la voluntad aletargada. Comenzó a abandonarse, a salir a la calle cada vez menos, hasta se despidió del trabajo y dejó, incluso, de cortarse el pelo y las uñas, y también, de forma paulatina, fue prescindiendo de asearse o de ocuparse lo más mínimo de su persona. Su aspecto se asemejaba al de una planta ornamental olvidada en un rincón sin tránsito, parecía un ficus sucio y descuidado, con las hojas estucadas por un polvo pringoso y gris.Un día, casi un año después, los vecinos decidieron llamar a la puerta de ella, molestos porque hacía mucho que no recogía el correo, que se acumulaba como una columna de papel indecente en un rincón del portal sin que nadie se atreviera a tirarlo. Como no se oía nada y nadie contestaba, cundió la alarma, una alarma tardía,

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porque el tiempo había corrido lento dentro de la casa de ella, pero no se había detenido.Cuando los bomberos derribaron la puerta y la policía entró en la casa, no quedaba ni un rincón sin cubrir por las hojas de una enredadera selvática y frondosa como nunca habían visto. Las raíces retorcidas de la planta salían del sofá como el esqueleto exterior de un inmenso parásito y se extendían por todo el piso del salón, hasta llegar a la habitación, donde ella yacía sobre la cama aprisionada por las ramas gruesas de Piter, que ya no la dejaban moverse. Solo su cabello, largo y teñido por el polvo gris, acusaba el escaso movimiento originado por un viento precario, que se abría paso con asfixia desde la puerta de la calle.

ARGUMENTO. LA METAMORFOSIS Franz Kafka Esta obra trata de una historia de un hombre llamado Gregorio que ve como su vida cambia radicalmente después de convertirse en escarabajo. Gregorio tenía un buen trabajo, era viajante y llevaba adelante a toda su familia. Una mañana Gregorio amanece con cuerpo de insecto, a consecuencia de esto se queda en su cuarto por miedo a que le vean sus familiares; estos le llamaban desesperadamente para que fuera a trabajar. Gregorio intenta ponerse en pie y acomodarse a su nuevo cuerpo, que todavía no domina. Por su retraso al trabajo, llega el procurador a su casa para llevárselo. Tras proponerse abrir la puerta y conseguirlo, causa el asombro del procurador y de su familia. El procurador se marcha sin pensárselo, su madre cae desmayada, y Gregorio sigue al procurador hasta la escalera para que no se marchara. El padre, enfadado, obliga a Gregorio a meterse en su cuarto dando patadas en el suelo, y golpes con el bastón y el periódico. Después de todo lo ocurrido Gregorio queda “abandonado” por su familia, solo mantiene una pequeña relación con su hermana que le da de comer y le atiende, pero siempre dejando cierta distancia debido a su repugnante aspecto. Encima de todo se siente culpable al ser él la única persona que mantenía a la familia. Sin él, la familia tuvo apuros económicos. Aún con éstos problemas la madre intenta también mantener una relación con Gregorio, cosa que le impiden los familiares; aún así, ella sigue manteniendo su papel de madre a espaldas de su padre intentando también ayudarle en las cosas que pudiera, pero siempre en cosas en las que no tuviese que verlo personalmente. Gregorio va viendo como el medio tiene que cambiar para él porque él no puede adaptares al medio, así va haciéndose cada vez más a la idea de su nueva condición de insecto, un parásito que lo único que hacía era estorbar. En una limpieza de la madre y la hermana, comienzan a quitar muebles y recuerdos, Gregorio ante ésto le entra miedo sale corriendo, dejándose ver por la madre que comenzó a gritar y ambos se pusieron muy nerviosos, cuando llega el padre comienza a golpearle lo que le causó una herida. Al encontrarse la familia en apuros económicos, intentan sacar dinero, por lo que convierten el cuarto de Gregorio en una habitación para huéspedes. Esto hace que Gregorio se sienta cada vez más marginado. Algunos problemas que tuvo este con los huéspedes hizo que sus padres la tomaran con él, por lo que decidió no comer más para morir humildemente y dejar a la familia tranquila de todos los problemas que causaba. Éste era tan buena persona que murió pensando en que dejaría de ser un estorbo y a la vez facilitaría la vida de su familia que desde lo ocurrido había estado algo trastornada. Al día siguiente la criada se encuentra a Gregorio muerto (un escarabajo más), y lo tira a la basura. Comienza entonces otro cambio dentro de la familia, otra metamorfosis para bien.