la reconquista(edicion comic) jul2011

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La reconquistapor

Rubn M. Mosqueda Almanza

Cuento ganador del 1er lugar del Concurso Nacional de Creacin literaria, 2009.

La versin impresa, abril del 2009, se encuentra protegida por derechos de autor. Tecnolgico de Monterrey. Ctedra Alfonso Reyes

Rubn Mosqueda, 2009

A veces pensamos en el pasado porque nos da alegras que el futuro incierto no entiende

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Primer acto Madrid, 29 de abril, ao 2020. El telediario anunciaba un nuevo aumento en las temperaturas: treinta y ocho grados Celsius a la sombra, algo ya habitual. El fro haba venido perdiendo terreno, ahora, slo dos de los doce meses eran considerados templados. Desde el anuncio oficial del cambio climtico, hace cuatro aos, los habitantes de Europa hemos organizado campaas para concienciar a los ciudadanos de piel blanca y no se expongan a los atisbados rayos solares por ms de tres horas diarias, pues, incluso, se ha descubierto que durante la noche siguen causando estragos. En todo caso se recomienda el uso, aunque ya cotidiano, de cremas y ungentos contra los cancergenos rayos del sol. Mir dentro de mi mochila para asegurarme de llevar las pastillas, a base de corteza de limn, para contrarrestar los dolores de cabeza provocados por estos das asfixiados de calor. Quedaban an veinte pastillas. Inmediatamente me puse las gafas ultra oscuras; comprob que mi piel, especialmente mi rostro, brillara por la blanca capa de crema copertone FPS80 (ultra proteccin) y que la ropa cubriese prcticamente toda mi piel; slo hasta entonces me dispuse, como cada maana, a salir con rumbo a mi oficina. sta es mi forma habitual de protegerme. Debo admitir que los ms afortunados visten de turbante y tnica o chilaba claros. En un principio se pens que las empresas eran culpables de la inestabilidad climtica, a esta razn los gobiernos apostaron significantes recursos monetarios para crear programas anti-calentamiento sin imaginarse, jams, que una de sus ms nefastas consecuencias sera la disminucin de la produccin mundial de las empresas. Menos produccin ms hambrunas fue el catastrfico resultado. Luego, y quizs demasiado tarde, con el tiempo se comprob que las medidas medioambientales no slo no pudieron estabilizar

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el clima sino que las cosas venan a peor. Esa poca fue espantosa. Es que cuando los ojos de los individuos se llenan de terror es porque han adquirido la capacidad para hacer cualquier cosa para defender sin importa la legitimidad de los actos las creencias colectivas. Lo ms desdichado es que, cuando se desciende a este nivel de barbarie, las personas cometen sus fechoras arropndose de la amorfa que les da la sociedad. Con el nudo en un vilo se comenz a matar a todo a aqul que no pensara como los dems o no actuara siguiendo la lgica colectiva; era sujeto de muerte todo aqul que intentara seguir su libre albedro. Se nos dej en claro: O contribuamos a detener la contaminacin, apagando luces, no usando el coche, no fumando, no tirando basura, o, contrariamente, la sociedad, en su pleno derecho natural, nos aniquilara. As fue que vi morir a Daro, mi mejor amigo. Su pecado sera el de profesar la verdad cientfica, y defender, bajo cualquier precio, su derecho para desdear las creencias colectivas que no se apoyasen en pruebas y datos falsables, No Manolo, no puedo abandonar mis creencias, es todo lo que tengo, Pero qu no te das cuenta que slo te expones, le dije molesto ante su actitud retadora, no te das cuenta que los panteones estn llenos de hroes, se es mi problema, me espet, cuntas veces te tengo que decir que nosotros NO somos culpables del calentamiento global, que todo es causado por un maldito ciclo, me gritaba desesperado, Eso ya me lo has dicho, en el fondo yo crea lo mismo que l pero era un cobarde, no tena el valor para enfrentar a una turba enardecida, Y te lo recuerdo, miraba retando mis palabras, primero fue la sobreactividad del sol que derriti los polos, luego vino la subida descomunal de los mares que fue acabando con los puertos, y este calor y fro extremosos no son ms que producto de todo ello, Pero, qu me dices de los reportes de las agencias climatolgicas, explcame eso, Qu va Manolo, todo es un chollazo, son puras patraas, nos hacen creer lo que les conviene; no te resulta extrao que los

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gobiernos nunca se hayan puesto de acuerdo respecto a los sistemas anticontaminantes porque no hay nada sobre qu ponerse de acuerdo! Manolo, aadi, las conclusiones de los grandes filsofos han sido que la verdad no existe, que es la conquista de la voluntad del poder: nos hacen creer slo aquellas cosas que alimentan sus arcas; su verdad se impone siempre porque est respaldada por el poder; creme, lucrarn con nosotros hasta el final de los tiempos, En eso tienes razn, Claro que la tengo, Bien sabes que acepto tu punto de vista, tuve que sincerarme, pero Daro, por favor, no expongas tu vida, slo hazles creer, slo eso Fue por defender estas ideas que los guardianes del planeta, un grupo creado para vigilar que nadie contaminara, lo mataron a golpes. Su muerte fue honrada con el anonimato y el despropsito. Su muerte fue intil. Poco tiempo despus un lder de opinin tuvo que ceder, junto con los principales gobiernos, ante la vieja hiptesis de que, efectivamente, todo esto era obra del sol y no del ser humano. As, con todo y los avances tecnolgicos nuestra inestabilidad social no hace ms que evidenciar que las verdaderas ayudas, las acciones necesarias, llegaron demasiado tarde pues nunca pudimos adaptarnos ante las nuevas inclemencias. Los gobiernos tuvieron que reconocer los argumentos de un grupo de cientficos finlandeses que coloc, en la Red, una investigacin para demostrar, pese a nuestras ansias por controlarlo todo, que entraremos a una nueva era glacial en un par de aos. A lo sumo, en una dcada todo el hemisferio norte estar cubierto por el hielo. Nos lo advirtieron, los pjaros dejaron de poblar los cielos; ste fue el mayor indicio de que la hecatombe se estaba aproximando. Simplemente no tuvimos la capacidad para mirar. Recuerdo la noche que nos invadi el temor por la lluvia, uno a uno, los puertos del mediterrneo, la costa brava, la costa blanca, todos se fueron

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anegando entre las lluvias torrenciales y la subida del nivel del mar, Manolo tengo miedo, abrzame, De qu cario, pregunt a Cristina, mi novia, De que todo vaya a terminar esta noche, de que el agua nos llegue hasta la cabeza, No digas eso mujer, Me da pavor pensar lo insignificantes que somos, me confes Cristina mientras no dejaba de abrazarla All afuera el agua caa de manera estrepitosa, implacable, a raudales, entre centellas y truenos; veinte minutos eran suficientes para destruir una regin. Mlaga qued desbastada el ao pasado. Luego vino el granizo, cada vez ms frecuente. Siembras y cultivos al descampado arrasados. Pero slo fue el principio del fin, pasamos el ao dos mil doce con gran expectativa, entre grandes catstrofes climatolgicas pero, sobre todo, con un gran desnimo colectivo producto de millones de muertos esparcidos por todo el planeta. Yo, Manolo Almansa, soy uno de los pocos afortunados en vivir a tan slo veinte minutos de m puesto de trabajo. El sistema de transporte espaol es bueno, pero no da aliento a las cantidades ingentes, que desde hace un ao, se tienen que apelmazar contra este sistema colectivo de transporte. Nuestros gobiernos han hecho un esfuerzo sobrehumano para dar aliento a todos los contribuyentes. Las calles de las grandes ciudades han quedado sobradas ante los escasos coches que circulan, acaso algunos autoshidrgeno. Pasear por la noche se ha convertido todo un lujo. Est de ms decirlo pero los tpicos taxis escasean y se ha dado lugar a transportes menos sofisticados, antes impensados, como las huevonetas, motonetas cubanas propulsadas con energa elctrica, o a las calandrias mexicanas que son carros tirados por caballos, slo que ahora son movidas por dromedarios sumerios pues son animales mejor dotados para resistir estoicamente con poca de la ya escasa agua. La escasez de este lquido es tal que ha provocado que los pases rabes hayan sido abandonados casi en su mayora, slo

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quedan, en ellos, los privilegiados y su ejrcito que es el ms y mejor armado del mundo. Desde que los pases del medio oriente y los no alineados cerraran sus fronteras, la compra segura de petrleo es imposible para el resto del mundo. Si no fuese porque los capitalistas espaoles y franceses forzaron la inversin en Mxico, nuestros pases hubiesen entrado en una crisis de abastecimiento de energticos mucho tiempo antes de lo previsto. Por lo dems, el ciudadano comn y corriente slo puede comprar comida de psima calidad, los invernaderos tecnificados son resguardados (por la polica de alimentos) porque sus productos ya tienen dueo desde antes de que se d la cosecha. Las muertes no han logrado equilibrar la poblacin con los recursos. Cada vez somos ms, al igual que la incertidumbre de seguir con vida. El Espectacular montado en la calle Arenales me recuerda que, despus de todo, la incalma imperante en el planeta no ha sido mala para todos. Algunas personas, grupos y sectas de culto proftico (que vaticinaban de manera acertada este holocausto) han visto crecer su parroquia y sus arcas de manera significativa. Al principio fue la muerte de Michel Jacson por cncer de piel (se intent disfrazar su desgracia con un suicidio e incluso se tild de homicidio), luego siguieron uno y otro famoso de piel blanca. Ahora este fenmeno solar ha demostrado que las personas de piel morena son las mejor dotadas contra sus efectos, la raza superior, como se les ha llegado a conocer entre los mdicos fisilogos. Ha dejado de ser moda aquello que iniciaron los japoneses, mantenerse blanco como un sntoma de estatus y elegancia. En ciudades como Helsinki, Rterdam, Vancouver o San Petersburgo se practica el implante de pigmentacin marrn a hombres y mujeres blancos. Son carsimos pero quin no pagara por vivir un poco ms.

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A pesar de los esfuerzos, ao con ao la cifra de muertos por cncer cutneo aumenta, el ao pasado se registraron seis millones de muertos, en lo que va de ste ya llevamos cuatro millones quinientos mil fallecidos, todos de piel blanca y amarilla. Me queda claro que la actividad solar es la causante de los golpes de calor extremo que han afectado, incluso, a ancianos y nios que tambin se estn muriendo de manera frentica. Si yo les contara a esos nietos que seguro nunca tendr, jams me creeran que la semana pasada tuvimos que enterrar a mi abuelo sin servicio de capilla ardiente y en un cementerio especial para ellos, los de edad avanzada. Dej de lado mis pensamientos y apresur el paso. Nadie se importa por nadie, acaso por ti mismo. Por fin llegu a mi oficina, adentro encontr un poco de normalidad aunque extrao aquellos das en los que los ordenadores estaban siempre encendidos, las pantallas del reuter tenan algo que mostrar, el ringrronear constante de los telfonos, fijos y mviles; ahora, todo es economizar al mximo. Nuestro despacho es un ala del gobierno europeo encargado de gestionar visas de trabajo hacia pases de Latinoamrica. Dado que Mxico y Centroamrica han sido reservados para norteamericanos y canadienses (se fue el acuerdo), Brasil, Argentina o Per son los destinos por antonomasia para nosotros en la pennsula ibrica. bamos y venamos a nuestro antojo, ahora, no es fcil hacer nuestra tarea; por un lado, los consulados dan a cuenta gotas los permisos de residencia, y, por otro lado, es difcil entrar a la fuerza a estos pases en donde las condiciones de vida an son buenas, si no estables, si soportables. Sin embargo, esta maana es distinta, el mensaje, que desde anoche nos envi el Consejo de Gobierno de la Unin Europea, fue contundente y nos preparaba para una nueva era. Tenamos la obligacin de seleccionar y preparar a veinte mil familias en tan slo setenta y dos horas y embarcarlas

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desde el puerto de Cdiz con destino a Ro de Janeiro. Estbamos conscientes de que ellos seran los pioneros en este Nuevo Orden Planetario. El Ministerio de guerra europeo haba decidido, antes de que las reservas de energticos flaquearan a niveles de verdadera escasez, enviar una flotilla de sesenta buques de guerra, seis portaaviones y dems armamento blico para resguardar a estas familias e iniciar la avanzada hacia tierras americanas. Nuestros gobiernos haban intentado firmar acuerdos de refugio con aquellos pases pero se fracas en todo intento. Ahora, no nos quedaba ms remedio que hacerlo por la fuerza; si estas naciones no se compadecan de nuestras desgracias por qu nosotros habramos de hacerlo con las suyas. No slo es su mundo, es de todos. En el fondo, confo en que la fuerza de la razn, de nuestra razn, nos asista y triunfe nuestra forma y estilo de vida, aunque tengamos que cambiar la pigmentacin de nuestra piel. Ahora que estoy despachando los primeros camiones cargados con familias caucsicas, me pregunto si es el calentamiento global el que pondr fin a nuestra civilizacin o, por el contrario, si ser simplemente la guerra que se avecina la que nos exterminar sobre la faz de la tierra

Segundo acto Puebla, 15 de noviembre, ao 2021. Haban pasado seis meses desde que nos confinaron, a nosotros los nativos, a vivir en este pequeo territorio. Aunque sabemos que todo el mundo est revuelto e impera el caos, nuestro ejrcito nada pudo hacer en la reciente guerra de los diez das. Los europeos, los japoneses o los norteamericanos, incluyendo los canadienses, nunca cejaron en su intento por tener nuestras tierras. No sabes cunto aoro, le dije a mi esposa cierta tarde de desesperanza, esas largas vacaciones en la que nos perdamos por varios

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das, S, yo tambin las extrao, aunque te confieso que me siento afortunada por seguir con vida, me contest mientras nos preparbamos para salir de compras al centro de bio-comestibles. Era la mejor hora del da para andar, las 7 de la tarde. Horas en las que las calles se llenan de transentes, incluyendo ladrones. No nos quedaba otra alternativa que arriesgarnos. La polica, igual que este burdo intento de pas, definindose. Cada vez hay menos esperanzas para nosotros, nos fuimos muriendo paulatinamente, primero de hambre y desolacin, luego por enfermedades y pestes. Abundaba la inmundicia, las ratas y los malos olores. Y cmo no, si somos un pueblo que desconfa incluso de su propia suerte. La cooperacin entre nosotros nunca se dio real y efectiva, no supimos defender lo que era nuestro. En slo tres aos perdimos dos de los tres hijos que tenamos. El primero de cncer, el segundo luchando contra los gringos, de nada sirvi; al final ellos se apoderaran del ochenta por ciento de nuestro pas. Si no nos aniquilaron fue porque nuestro Presidente tuvo una magnfica negociacin sobre los trminos en que se dara la rendicin. Nos confinaron en un nuevo pas formado por el antiguo reino mexica y lo que fueron los estados de Puebla y Tlaxcala. Lo dems qued bajo su dominio. La especie humana, como un todo, dej de serlo, surgieron las razas superiores. Es la supervivencia pura sin que se pueda tener control del entorno. Mi hijo Esteban, el nico que nos quedaba con vida, trabajaba por las noches y nosotros por las maanas en una vieja fbrica de llantas para bicicleta. Con nuestro trabajo apenas si alcanzbamos para comprar lo necesario, por ello es que, y al igual que casi todo mundo, tratbamos de no mirar hacia atrs, hacia el pasado promisorio, de hacerlo no nos quedara

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ningn aliciente. Fue as que nos acostumbramos a mirar la monotona como una bendicin. Todo iba como deba ir hasta esa madrugada Despierta pap, me jal Esteban la cobija, Pero, qu pasa Esteban, le cuestion adormilado, ndale mam tienes que despertarte ya, le pidi a su madre haciendo caso omiso a lo que yo le espetaba, Qu hora es, se limit a preguntar Lupe, mi esposa, Son las cuatro mam, Qu pasa Esteban, contesta mi pregunta, me diriga a l con un tono de voz ms enrgico, Estamos en problemas pap, no te quiero alarmar pero tenemos que escapar inmediatamente, Pero qu pasa Esteban, Apenas s me dio tiempo para escaparme del trabajo pap, no preguntes ms, ndale vstete pronto Nos arropamos perfectamente y empacamos algo de vveres y utensilios de higiene en nuestras mochilas. Tan pronto como pudimos nos pusimos los lentes de visin nocturna. No olvides la linterna y la radio de transistores Esteban, No pap, ac los tengo. Salimos huyendo por la parte trasera del edificio montando nuestras bicicletas de motor elctrico. De pronto, a la distancia, como a unas diez manzanas, omos el detonar de armas y las luces de coches de guerra. Por otro costado, muy distantes, los helicpteros soltaban gases qumicos. Casi todo mundo dorma a esa hora. Vino a mi mente, igual que pesadilla, la imagen de una vieja pelcula: La lista de Schindler. Escuch slo gritero y desesperacin, Por dnde pap, me pregunt Esteban desesperado, Sguele por esa calle, De prisa!, nos grit Lupe, que se estn acercando. Nos estaban exterminando Activ el sistema GPS encriptado para orientarnos; pedaleamos tan rpido como pudimos. Era, o nuestro cansancio, o nuestras ganas de seguir con vida. O mi voz interna, mi ngel si as se le quiere llamar, Momento, no debemos salir por esta calle, hay retenes, Entonces por dnde pap, pregunt

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mi hijo mientras su pedaleo era ms decidido, Tomemos por el canal de aguas negras, les orden. Luego de varios minutos pudimos, por fin, alejarnos algunos kilmetros de la ciudad. Igual que nosotros vimos, a la distancia, a otras personas huyendo desesperadamente. El nveo resplandor del Pico de Orizaba dominaba el panorama nocturnal del valle. Por algn motivo nos paramos. Vimos cmo los destellos y resplandores cortos se acompasaban con los gritos y las detonaciones, all a la distancia. Nos quedamos perplejos. Se nos par el corazn. Ante la razn de la sinrazn las personas sobreviven con lo que les queda; esta vez era el ejrcito canadiense el que limpiaba la ciudad. Hey, dijo Estaban, quedan escasas horas para amanecer, dmonos prisa. La luz del sol nos dejara al descubierto. Tenamos que darnos prisa hasta llegar a la sierra al final del pramo. Lupe nos pas un grano de sal que nos pusimos debajo de la lengua para aguantar la sed. Nos adentramos en la sierra, recorrimos por largos y pedestres senderos hasta refugiarnos en una cueva del cerro de las tres cruces. En otros tiempos llegu a utilizar esta guarida para pasar una velada con mis antiguas novias. No di ms explicaciones. Lupe simplemente asumi la respuesta que mejor le convino. Cubrimos la entrada con hojas, ramas y piedras; nos dispusimos a reposar tratando de asimilar la puta desgracia que an estaba marcando nuestras vidas. Bombazos, aviones, metralletas, escuchamos de todo, menos nuestras propias voces. Corrimos a refugiamos en el fondo de la cueva mediando slo palabras necesarias durante varias lunas. Como siempre, racionbamos nuestros alimentos porque escaseaban. De pronto, esa noche, para nuestra fortuna, comenz a llover. Lupe, que era biloga marina, saba cmo acaparar y almacenar agua de las maneras ms insospechadas. Sin agua no tenamos posibilidades de supervivencia.

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An lo recuerdo como una punzada en el corazn, a Esteban lo mataron una maana que sali a cazar un conejo para comer. Lupe, quince das despus no resistira un ataque de diabetes. Se haba terminado la insulina. Me muero Hctor, me suplicaba Lupe, Tranquila mi amor, todo va a estar bien, trataba de consolarla con palabras en las que ni yo crea, Te pido, por favor, que me entierres, no me dejes aqu a merced de los animales carroeros, No te preocupes mujer, enjuagaba mis lgrimas, an tienes mucho qu vivir al lado de este hombre necio. En vano, recuerdo que antes de morir le extirp un raro injerto detrs de su oreja Sin ms cerr sus ojos. Pas das o meses en aquel lugar. Era tan flaco que no reconoca mis propios huesos. Eran las dos de la maana cuando decid buscarme la vida en otra parte. Lo que mis ojos vieron super todo cuanto haba visto o sentido hasta esa parte de mi vida. Me sent chiquito y miserable ante la grandeza del universo. De entre un entreclaro sali un enorme halo de luz flotando en el cielo, pareca la aurora boreal, aunque slo era eso, una semejanza, porque este espectro era viento congelado flotando en la noche Evidentemente que era el inicio de la era glacial. Caminaba durante las noches y me refugiaba durante los das. Anduve en direccin opuesta a la ciudad y evit sitios poblados. Aprend a robar en la oscuridad y me convert en un ser invisible, cargado de coraje para espolear a los extranjeros que ahora habitaban mi pas. Saba que pronto morira por las inclemencias ambientales, sin embargo, saqu fuerzas de flaqueza para continuar deambulando y sobrevivir sin entender muchas cosas. As fue que llegu a unas inhspitas playas en Orizaba. El mar haba ganado terreno, la costa se haba adentrado doscientos kilmetros, ahora Orizaba se tambaleaba, tambin, ante la posibilidad de ser engullida por el mar. Seran las cinco de la madrugada, el aire estaba

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sofocado y ola a miseria y podredumbre, la fetidez mordi algo ms de lo habitual mis sentidos. Ajustado los lentes, que llevaba montados en un desgatado armazn, mir a la distancia una pequea y desguazada barca de madera. Cre, a primera vista, que se trataba de una barcaza abandonada pues nada se puede pescar ya en el mar; sin embargo, fijndome bien, comprob que la playa estaba atestada de cientos de barcas; igual que sta, todas apostadas en el horizonte. La mar confera a su tambaleo una dimensin espectral, se movan, al ritmo del oleaje, pero no podan ir a mejor lugar que se. Detrs de una de ellas sala el brazo de un hombre. Sus cabellos estaban mojados, tendra unos treinta y tantos aos, vesta ropa especial climtica, junto al bolsillo, en su costado izquierdo, su nombre en letras bordadas. Llevara varios das ah tumbado pues su cuerpo comenzaba a hederse. Zaf de su torso un pequeo morral sinttico color plata, comenc a buscar en su interior con la esperanza de encontrar algo de valor, vveres, medicamentos o agua. Encontr mucho de aquello, me senta afortunado. Esto es lo que valgo, las sobras de los dems. Fue as que di con un pequeo diario (en el que ahora escribo), le sus primeras lneas como un acto de mera curiosidad que ya tendra tiempo para continuar con su lectura: El telediario anunciaba un nuevo aumento en las temperaturas: 38 grados Celsius a la sombra, algo ya habitual. El fro ste debe ser otro desgraciado como yo, pens mientras caminaba con destino a ninguna parte...

Tercer acto En algn lugar y alguna fecha de este mundo. Hctor se llamaba el hombre que fund lo que queda de este pequeo pueblo, a la orilla de un viejo lago contaminado. Era mdico veterinario de profesin. Aunque yo no

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le conoc y se cuentan muchas cosas de l, lo cierto es nunca nadie habl de su bondad o de su maldad; incluso se dice que hizo lo necesario, mat a muchas personas, para aferrarse a la vida, dicen que vivi durante la noche y vel por su vida durante el da. Todo lo que s de l me viene por esta vetusta libreta o por las que fueron las enseanzas de mi abuela. Lo cierto es que gracias a l muchos otros sobrevivieron. De l aprendimos a vivir con lo poco que quedaba. Nos organiz y supimos defendernos hacindonos invisibles ante los guiris. Cuentan que la inmortalidad de Hctor comenz cuando descubri la existencia de un chip, el chip RFID, que el gobierno mundial implant a los habitantes de este planeta desde su nacimiento. Soy muy joven y muchas cosas no las entiendo pues no conozco otra forma de vida que sta, pero debo confesar que, recordar el horror en la cara de mi abuela cada vez que me contaba sus cosas, haca se erizara mi piel. Gabriela, mi abuela, me dijo con lgrimas en los ojos que despus de que Hctor le quitara el chip de su cabeza algo le pas, que fue como si su voluntad le abandonara, se senta ms que libre, rara. Justo a esa hora, despus de recrearse entre lo poco que les dejaba dios, amarse desnudos, Hctor invit a mi abuela, Acompame mujer que tengo que mostrarte algo. Viajaron durante toda la noche hasta llegar a la parte derruida de lo que un da fuera la ciudad de Puebla, ah no vieron ms que desolacin y miseria, oquedad, iglesias, edificios, casas, calles, todo saba a hierro gris. Cubriendo su rostro con un pauelo para soportar la fetidez del lugar deambularon un rato por las intrincadas calles de esa parte de la ciudad. As fue que llegaron a una iglesia barroca. Hctor se dirigi hasta una puertecita que quedaba oculta detrs de un enorme y carcomido leo colonial de San Sebastin lanceado; debajo de un mosaico suelto Hctor sac

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una llave dorada y abri la puerta. Entraron a la pequea cripta, justo debajo del altar; era un breve sitio en donde la luz apenas era perceptible. Recuerda mi abuela que debieron esperar varios minutos hasta que su visin se ajustara. Debajo de un empolvado mueble Hctor sac una caja de madera, la abri y le mostr una docena de fotografas a blanco y negro. Mi abuela pudo ver la foto de un beb rodeado por varios hombres con bozales y cofaina blancos, Se trata de una intervencin, explic a mi abuela, son mdicos preparndose para implantar un chip RFID en la cabeza de este beb Gabriela Hctor hizo un breve silencio, quizs recordando la muerte de sus hijos, este maldito aparato les permite localizarnos y, as, poder matarnos. Despus de observar las fotografas, y comprobar por ella misma las palabras de su amigo en aquellas imgenes, le dijo con voz quebrada, Es increble la maldad del hombre Hctor, estoy consternada; a Gabriela le temblaba el pulso, respiraba con dificultad y pidi salieran de ah. Cundo descubriste esto Hctor, pregunt mi abuela, Casi desde el principio. Se metieron a lo que un da fue una cafetera y enfrentaron juntos la realidad que les tocaba vivir. La luz de la luna les protega, l saba de ello. Poco a poco el fro comenz a meterse por entre las paredes. Hctor baj la mirada slo para explicar a Gabriela, Fue en uno de los ataques de diabetes de mi esposa, tena sujeta su cabeza contra mi pecho cuando mir que debajo de su cabellera apareca una pequea protuberancia, como un grano de mostaza, luego de oprimirla con mi ndice vi que se hunda sin causarle molestias era algo muy suave y difcilmente detectable a simple vista.

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Luego Hctor contino con su narracin, Muchos aos despus di con esta cripta, fue esa la noche en la que conoc a George Anderson, sealando con su brazo izquierdo hacia la salida explic, l estaba a las afueras de la iglesia cogindose el vientre con ambas manos; el cuerpo del cura, porque sa fue la profesin de George, estaba todo pertrecho despus de que la polica le castigara por apoyar a los indios, prosegua Hctor, recuerdo que esa noche sal de mi escondite en busca de comida y, la mera verdad, al verlo ah tumbado no saba si tena que echar a correr o si tena que matarlo, mmm, fue la sonrisa sincera de George la que me anim a ayudarle: acrcate que estoy de tu lado, me dijo el cura, Y fue l quien te cont todo sobre los planes del gobierno mundial, pregunt mi abuela, Bueno, no del todo, yo creo que nos falt tiempo para que me dijera el plan completo en ese momento un escalofro recorri el cuerpo de Hctor, tras sobarse los hombros prosigui. Era peor que ahora Gabriela, tenamos que huir todo el tiempo, de verdad que no podamos estar en el mismo sitio por ms de tres horas, y, s, fue l quien me mostr las fotografas que acabas de ver por ti misma. Mi abuela me cont que George y Hctor vivieron juntos durante algunos meses, luego, el norteamericano -al que yo prefiero llamarle guiri pues no me dice nada aquello otro-, muri tras una infeccin en ambas piernas. Cuentan que con la noche por testigo, bajo el resguardo de la oscuridad, George cont todo cuanto saba sobre los planes de los dueos del planeta. Antes de ser sacerdote, George haba trabajado como mdico para un organismo secreto llamado Gobierno Mundial, dirigido por el grupo de los seis hombres ms influyentes. Fue precisamente esta organizacin la que le oblig, dos dcadas antes de que el calentamiento global comenzara a

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causar estragos, a practicar los implantes de chips a las personas de los pases subdesarrollados. Se dice que mientras engan los restos de una rata en el interior de la cripta, George mostr la evidencia a Hctor, Es ms que triste Hctor, lo s por que a veces no basta la verdad, hemos acabado con todo, incluso con la generosidad hacia nosotros mismos, esta vez el temor nos est aniquilando, Lo del chip no es nuevo para mi, George, repuso Hctor, Ya lo sabas, pregunt incrdulo el cura, S, as es, si no cmo te explicaras que haya sobrevivido tanto tiempo yo mismo descubr un aparato de esos en la cabeza de Lupe momentos antes de que muriera, Y qu hiciste, sacaste el aparato, S, eso mismo hice, incluso he llegado a creer que fue eso lo que la mat, No estoy muy seguro Hctor pero es probable. Aunque tena fro, mi abuela dej que Hctor continuara con su relato en esa cafetera, La sirena radiactiva interrumpi nuestra pltica Gaby, bajando la vista Hctor musit brevemente, de esto se trata todo, de huir, siempre huir, luego continu con su relato, George y yo salimos de la ciudad como pudimos, yo con pocas fuerzas, l con las piernas inutilizadas. Haciendo otra pausa Hctor pudo continuar, Recuerdo que George entendi por qu haba yo sobrevivido cuando le aclar: Lo supe despus de la muerte de Lupe tena que quitarme el chip yo mismo, de no hacerlo me mataran, slo recuerdo que me desmay, Y seguro habrs tenido dolores de cabeza, increp George, S as es, hasta la fecha Despus de esta breve narracin y con la amenaza de los rayos prximos a aparecer en el quebrado cielo, Hctor llev a mi abuela hasta donde se supona estaba su antigua casa; no quedaba nada, slo la puerta que permita identificar al edificio. La tristeza que viene por los recuerdos se reflej en su cara. Mi abuela lo abraz por horas, mientras, a la distancia, se

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escuchaba los motores de los camiones del ejrcito en una actividad habitual de patrullaje. El fro les hizo dirigirse nuevamente a un lugar ms seguro. La polica carroera era implacable con las personas no permitidas que encontrara en su paso Estos hechos, aislados si se quiere, forman parte de un pasado cercano y han marcado mi vida. Desde que nac el recuerdo de lo que fue me vino por mi abuela, mi madre tampoco conoci otra realidad. Hasta donde yo s, todos han muerto, el hambre, la falta de agua, el fro y el hombre mismo han matado toda posibilidad de seguir existiendo. Amo al azar porque es lo nico que conozco y entiendo, porque s que gracias a l es que sigo viva. Hace un par de aos el primer viaje tripulado a la luna fracas, todos murieron, al igual sucedi con los cinco viajes sucesivos. Se abandon la idea y con ello se desperdiciaron recursos. Me queda claro, si los pueblos dominantes supieron, a tiempo, que era inevitable la gran hecatombe y no hicieron nada fue por su desmedida ambicin. De haber hecho lo necesario cuando haba recursos, posibilidades, quizs no hubiramos llegado a esto, pero su miopa les impeda entender el lenguaje de dios, les impeda entender que el regalo que nos daba la naturaleza terminara, como todo ciclo, y que era preciso hacer lo necesario para sobrevivir. No tuvieron la capacidad para entender que la tierra es un organismo, en s mismo, y que un organismo en guerra consigo mismo porque nos incluye al formar parte inalienable de l est condenado a desaparecer. Somos pocos y an menos si contamos las penurias y aprietos para sobrevivir. Cuando una persona no tiene nada qu comer excepto un minsculo trozo de carne de rata sufre severamente al principio, pero despus de un tiempo el dolor se adormece y se convierte en indiferencia.

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Empiezas a descubrir que las cosas tienen nutrientes, una pizca de pintura de la pared rada tiene azcares, el pegamento de los sobres tienen harina, los pelos de los perros tienen sales y yodo, as que los engulles con la misma parsimonia con que un gato se lame. Luego, te encuentras con obstculos que difcilmente puedes superar. Las escaleras no se pueden escalar, la perilla de la puerta est muy apretada, el escaln de la acera est muy alto, el sol te lastima la vista, la nieve son montaas infranqueables. Los sueos van desapareciendo poco a poco. Lo nico que puedes hacer es acostarte y esperar a que las fuerzas vengan a ti; sino es que es el fin de tus fuerzas y no te queda ms que esperar la muerte. Y rezas para que tus vecinos, tus amigos, con los que has compartido tantas cosas, respeten tu cuerpo y dejen que sean los gusanos los que te coman. En deseo desenfrenado por cambiar mi realidad, me abandon al paso de mis flaquezas consiguiendo apenas nada. Me queda la alegra de regresar a las hojas de esta libreta. Busca en el calor del fro me dijo una vez mi abuela, ahora lo entiendo. Las cosas no son lo que parecen, detrs de la maldad hay un motivo bondadoso pero tambin en el vaco es posible encontrar el confort del alma. La escritura se ha convertido en ese calor que arropa en el vaco. No he visto a nadie en das, he deambulado en busca de mi propia locura. Con deseos indestructibles de seguir creyendo busco a alguien con quien hablar, a alguien a quien amar. No queda nadie, todos han muerto, es todo lo que puedo decir. S que pronto el lugar donde nac ser un pueblo abandonado ms, luego vendr otro Ahora que todo ha pasado, y que estoy perdiendo la vista y con ello las ganas y posibilidades de sobrevivir, dejo estas lneas en este viejo cuadernillo. La tinta de la pluma fue suficiente; aunque seca, he podido rasgar, por m misma, estas lneas. Fuimos asesinados por el cielo? O

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simplemente tropezamos con miles de rostros distintos cada da sin saber qu hacer. Fui libre, s, pero como los pjaros porque la verdadera libertad nos viene, a los hombres, de la calma que haya en nuestro pensamiento. Y sa slo la tendr en unos instantes que abandone mi cuerpo y me vaya al mismo lugar del que he venido sin que realmente sepa del propsito de mi existencia. Me dijeron en cierta ocasin que dios inici nuestra especie, dio inicio a esta historia, con Adn, esta vez, quizs porque quiere olvidar, la historia termina con Eva.

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