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Se realizó la visita al Complejo Arqueológico de Mateo Salado el día, con el fin de apreciar y comprender los procesos de adaptación, técnicas de construcción y las principales características durante los diversos tiempos de ocupación en este monumento, como lo fue durante la cultura Ichsma o Ichma y el Imperio Inca.TRANSCRIPT

Mateo Salado
monumentalidad e historia en plena ciudad
I.- INTRODUCCIÓN
Se realizó la visita al Complejo Arqueológico de Mateo Salado el día 4 de
Octubre del presente año, con el fin de apreciar y comprender los procesos de
adaptación, técnicas de construcción y las principales características durante
los diversos tiempos de ocupación en este monumento, como lo fue durante la
cultura Ichsma o Ichma y el Imperio Inca.
Primero señalaré algunos datos referenciales del Complejo como su ubicación,
la configuración del espacio, los títulos obtenidos. Segundo, indicaré puntos
primordiales sobre el Señorío de Ichma ya que fue de singular importancia en
el valle del Rímac. Tercero, desarrollaré el Complejo Arqueológico, la
descripción de su monumentalidad e historia.
II.- DATOS REFERENCIALES
Ubicación política: límite de los distritos de Cercado de Lima, Breña y
Pueblo Libre.
Ubicación geográfica: margen izquierda del valle bajo del río Rímac. A
una altitud promedio de 120 metros y a 3.5 kilómetros de distancia tanto
del río como del litoral. (Espinoza 2013).
Orientación: 12º04’56’’ latitud sur y 77º05’29’’ longitud oeste. (Villar 1942:
248).
Cronología: Periodo Intermedio Tardío (1100 a 1470 d.C.), Periodo
Horizonte Tardío (1470 a 1532 d.C.) y posteriores ocupaciones durante la
Colonia y épocas más actuales.
Sectorización y componentes: El Complejo está, actualmente, sectorizado
en tres: el sector A (en la cual están comprendidas cuatro de las
pirámides: A, B, C y E), sector B (donde aún podemos apreciar el antiguo
muro que rodeaba Mateo Salado) y el sector C (aquí se encuentra la
pirámide D, la más alejada del grupo principal).

Fig. 1: Vista satelital del Complejo Arqueológico Mateo Salado. Google Earth. A, B, C,
D y E son las pirámides del conjunto arquitectónico.
Fig. 2: Grupo de wakas “Cinco Cerritos” (Mateo Salado) según Julio C. Tello 1999.
A
E
CD
B

III.- SEÑORÍO YCHMA
Para comenzar, el periodo Ichma o Ychma, según María Rostworowski,
perteneció a la costa central del Perú y fue de anterior ocupación a la inca. Este
nombre hacía referencia a la divinidad adorada en la ciudadela de Pachacámac
(su principal centro ceremonial), y es además un nombre compuesto que
significaría “el hacedor del mundo” dentro de la cosmología incaica impuesta en
el valle. También Rostworowski menciona las interpretaciones que hubo acerca
de la palabra “Ichma” durante las distintas épocas en que fueron haciéndose
las crónicas de la colonia y virreinato peruano. Gonzales Holguín lo designaba
a un colorante extraído del achiote, mientras que Antonio de la Calancha lo
relacionaba como nombre del azogue y su color era utilizado para los rituales
de hechicería y ofrendas. (Rostworowski 2002: 73-74).
Ichma comprendió un extenso territorio, abarcó los valles de los ríos Lurín y
Rímac (actualmente la provincia de Lima) donde se desarrolló anteriormente la
cultura Lima y se extendió hasta el dominio inca. El principal distintivo de este
señorío es su agrupación en curacazgos, los cuales tenían características
distintas en las expresiones de arquitectura, cerámica, rituales, ceremonias. En
el valle de Lurín está el majestuoso centro religioso Pachacámac, y por el valle
del Rímac, Maranga, Mateo Salado, entre otros.
En su arquitectura, los Ichma imponen las pirámides truncas construidas de
adobe, en su base con cantos rodados y recubiertas, mayoritariamente, con
tapiales de barro; distinguiendo también un patrón religioso y otros como
almacén de productos. Además de tener como anexo a la entrada las rampas,
dando un aspecto de pasar o subir de “categoría” hacia un sitio más
importante. (Espinoza 2013-2014; Rostworowski 1972; Villar 1942).
En cuanto a su cerámica, existen evidencias de técnicas empleadas e
iconografías alrededor de los diferentes sitios arqueológicos que comprendía el
señorío, uno de ellos es Pachacámac, aquí se encontraron restos de cerámica
tipo Interlocking (entrelazado de figuras, principalmente peces y aves) y
“negativos” blanco-rojo, negro-blanco. (Rostworowski 1972, 2002).

IV.- MATEO SALADO
El complejo arqueológico Mateo Salado, conocido también como Ruinas de
Azcona y Cinco Cerritos, se encuentra frente a la Plaza de la Bandera, en el
límite entre los distritos de Cercado de Lima, Breña y Pueblo Libre. Este sitio
arqueológico es considerado uno de los centros ceremoniales y políticos más
importantes del Valle del Rímac, dentro de lo que fue el Curacazgo de
Maranga. Es considerado una de las máximas expresiones arquitectónicas de
la cultura Ichma o Ychma (1100 - 1450 d.C.) (Espinoza 2014: 100).
El nombre del lugar hace referencia al francés Matheus Salade quien se refugió
cerca al actual complejo, huyendo de la autoridad religiosa. Fue capturado,
condenado y ejecutado en la hoguera en 1573 por ser considerado hereje.
Se caracteriza por albergar cinco pirámides truncas distribuidas en un área
aproximada de 17 hectáreas, destacando la pirámide A considerada la principal
edificación y de mayor monumentalidad. Estas pirámides presentan en su
interior numerosos recintos, pasadizos, escalinatas, rampas, grandes patios,
terrazas, etc., que pueden ser identificadas como pertenecientes al periodo
Intermedio y Horizonte tardío. También se considera que antiguamente Mateo
Salado se hallaba conectado mediante un camino amurallado con el grupo
arqueológico Maranga.
Explanada sur
Se destaca por tener singular variedad de espacios arquitectónicos
pertenecientes a la época Ichma, tales como accesos, aterrazamientos,
corredores, murallas y probables plazas construidas en etapas distintas según
las ocupaciones. Resalta también el gran espacio de acceso hacia las tres
principales pirámides rodeados por grandes murallas. Actualmente las
excavaciones de investigación encontraron trincheras donde se puede apreciar
los materiales utilizados para la construcción de los patios y escaleras de
acceso: piedras, canto rodado y tapiales.

Fig. 3: Trinchera y pozo de cateo
dentro de la explanada sur
Pirámide A
La primera estructura (A) es la mayor, se encuentra sobre una gran explanada
cuadrangular limitada por una plataforma de estructuras propias del conjunto.
El arreglo es principalmente de carácter sacramental por su gran extensión de
150 metros de largo (norte-sur) y 180 metros de ancho (este-oeste) y las
diferentes posiciones de sus terrazas, formando las calles y pasajes entre ellas.
La escalinata que permite el acceso a ella se encuentra al Norte y con dirección
al Este, a manera de rampa inclinada con finalidad de llegar a la cúspide.
(Espinoza 2013, Villar 1942).
Villar llama a esta estructura la “pirámide sepulcral de Ascona”, pues las
diversas distribuciones que se hallan al llegar a la cima contenían restos
funerarios producto de los rituales religiosos. Estos estaban ligados por los
basamentos de las construcciones de grandes tapiales de mampostería rústica,
utilización de piedras menudas con barro como relleno de los encofrados que
formaban grandes placas de talud al momento de recostarlas unas con otras
sobre la superficie original del templo. Las superposiciones de estructuras son
Fig. 4: Patio y escaleras de acceso de
diferentes épocas de construcción y ocupación.

creadas de manera apta para soportar las diversas utilidades que se darían al
sitio, como también el paso del tiempo.
Fig. 5: Frontis de la Pirámide A.
Fig. 6: Pasadizos, plataformas y estructura de los muros.
En la cima del monumento A se halla una plaza rectangular, elevada de un
corredor con forma de altar para los sacrificios, otra que se halla hacia el
Oriente en honor al sol poniente, otras dos plazas de culto junto a una
escalinata que dirige a la cumbre de una pequeña plaza rectangular dirigida al

Occidente (vista hacia la isla San Lorenzo) y una terraza final que da la
configuración simétrica a los cuatro puntos cardinales. Es aquí donde se
encontraron diversas tumbas, con caracteres de ofrendas y ritos funerarios
propios, les acompañaban figuras talladas en madera con motivos
antropomorfos y otros tallados en Spondylus lo cual nos lleva a la época de
mayor intercambio, la incaica.
En las estructuras hasta ahora evaluadas y estudiadas, se hallaron diversas
evidencias de técnicas peculiares en cuanto a decoración de espacios, los
colores empleados como: amarillo ocre, negro, blanco, rojo en muros
seleccionados; y los grafitis sobre paramento de los muros, estos no tienen
diseños entendibles tan solo son un grupo de líneas entrecruzadas, irregulares
y pocas veces forman figuras geométricas. (Espinoza 2013)
Pirámide B
Esta pirámide se halla ubicada al suroeste el complejo arqueológico. Pero no
es un volumen piramidal unitario, se halla compuesta por cuatro sectores muy
diferenciados unos de otros, en altura, extensión y compartimentación. Se
afirma igualmente que su origen fue durante la ocupación Ichma pero con
mayor apogeo o utilización durante el dominio inca.
Fig. 7: Frontis de la pirámide B. Vista desde la cima de la pirámide A.

El sector A corresponde al montículo más elevado del área que a su vez
dividida en dos partes, en la parte alta se encuentra una plaza ceremonial
interconectada con vestíbulos alrededor de ella pero en superficies bajas y una
escalera monumental datada de los últimos momentos constructivos del sitio,
que conecta con la parte baja caracterizada por sus terrazas. El sector B es un
edificio bajo, denominado “pirámide menor” con una gran rampa lateral
orientada al Norte y asociado de igual manera a recintos pequeños. El sector C
es un área de desnivel con gran variedad recintos, es en este sector donde se
encontraron mayores evidencias de ocupación inca posteriores al dominio del
valle, Villar da el nombre de “Palacio del Curaca” a esta pirámide en el año
1942, por estas peculiaridades; también se encuentra en este sector un pozo
ceremonial de precisión cuadrangular cuidadosamente aislado para un
posterior uso y la no filtración hacia otros espacios; y los domos de
emparrillados son otra característica de este sector, pues permite apreciar los
procesos constructivos del sitio y además, por uno de sus muros del mismo, se
halla el “mural de las aves ascendentes” de carácter religioso indudablemente.
Y finalmente el sector D, que se encuentra a en la parte posterior del sector A,
comprende tres patios ceremoniales o plazas con muros de tapia, uno de ellos
es el llamado “La Plaza del Podio de Control” donde resalta las estructuras
simples pero muy demarcadas para el uso administrativo, asimismo donde
Bonavia y Caycho, en los años 60’s, descubrieron un friso peculiar, en el cual
se reflejaba dos aves unidas por el pico en colores amarillos y rojos pero que
desgraciadamente fueron destruidas en el paso del tiempo. (Espinoza 2013,
2014). Es también válido referirnos que a cada lado de la pirámide B se
encontraban grandes plazas, que posiblemente servían para las actividades
agrícolas dando así posteriormente, en la época de la Colonia,
establecimientos de una serie de canales de irrigación e implemento de
abastecimiento de agua a las residencias, interrumpiendo las estructuras y
dañándolas extremadamente.

Fig. 8: Plaza del Podio y Escalera Monumental. Sector D y A de la pirámide B.
Fig. 9: Daño de la estructura piramidal. Canal de la Colonia.
Pirámide E
Es la más pequeña a comparación de las demás pirámides del conjunto
arqueológico, con una forma rectangular. Ubicada al lado de la pirámide
principal, ya mencionada anteriormente, y junto al camino costero que
posiblemente tenía anexo con el conjunto Maranga.

Tuvo dos periodos de ocupación: la primera fue totalmente Ichma, la
construcción y asentamiento; posteriormente a su abandono es reutilizada por
los incas a modo de zona de entierros (cementerios) y es aquí donde se puede
apreciar cámaras funerarias saqueadas y otras aún en estudios, dando más
cuidado en su conservación y valorización.
Su estructura sigue el patrón de tapiales, emparrillados, rellenos de piedras
menudas, que se hacen más notorios por su constante exposición al medio
ambiente, muchos de los cuales son débiles por la mala elaboración de su
construcción y las bases piramidales hechas de cantos rodados con barro.
Fig. 10: relleno de las estructuras piramidales en la pirámide E.
Las demás pirámides C y D, presentan las mismas estructuras de construcción
y monumentalidad, pero no pudimos visitarlas porque aún están en proceso de
investigación, para posteriormente conservarlo y ponerlos en valor y acceso
turístico.

V.- OPINIÓN CRÍTICA Y RECOMENDACIONES
1.- A lo largo del recorrido, la Sra. guía nos explicó carismáticamente los
procesos de ocupación, periodos, usos de los sitios, etc., pero sería de mejor
aprovechamiento que los mismos gestores del proyecto de conservación y
puesta en valor de este Complejo Arqueológico nos dieran mayores referencias
y así como sus expectativas dentro de su trabajo elaborado.
2.- deberían promover mayores enlaces o informes acerca de los diversos
estudios que se vienen realizando en este Complejo, son escasos los que se
encuentran, de ahí que servirían para una mejor generación que valore y siga
conservando su legado histórico.
VI.- FUENTES DE INFORMACIÓN
ESPINOZA P., Pedro.
(2013) “Mateo Salado. Un gran complejo arqueológico en Lima”. En:
ARKINKA Revista de Arquitectura, Diseño y Construcción. Nº 215. Año: 17.
Lima, Perú. Pp.: 97 - 107.
(2014) “La pirámide B del complejo arqueológico Mateo Salado:
investigaciones y conservación-restauración”. En: ARKINKA Revista de
Arquitectura, Diseño y Construcción. Nº 219. Año: 18. Lima, Perú. Pp.: 100 -
110.
PÉREZ P., Maritza.
(2000) “Proyecto de Investigación arqueológico y etnohistórico Mateo
Salado”. En: Arqueológicas. Nº 24. Revista del Museo Nacional de
Arqueología, Antropología e Historia del Perú. Lima, Perú. Pp.: 305 - 306.
ROSTWOROWSKI D., María.

(1972) “Breve ensayo sobre el señorío de Ychma o Ychima”. En:
Arqueología. Boletín del seminario de Arqueología. Pontificia Universidad
Católica del Perú. Nº 13. Lima, Perú. Pp.: 37 - 51.
(2002) “Señorío de Pachacámac”. En: Pachacámac y el Señor de los
Milagros. Instituto de Estudios Peruanos. 2da Edición. Lima, Perú. Pp.: 73 - 84.
TELLO R., Julio C.
(1999) “Las Ruinas de Mateo Salado o 5 Cerritos”. En: Cuadernos de
investigación del Archivo Tello. Arqueología en el Valle de Lima. Nº 1. Museo
de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos. Lima, Perú. Pp.: 96 - 105.
VILLAR C., Pedro E.
(1942) “Las Ruinas de Ascona”. En: Revista histórica. Órgano del Instituto
Histórico del Perú. Tomo XV. Lima, Perú. Pp.: 248 - 255.