suplemento literario 17092015 slt198

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SERGIO CHEJFEC Una libreta migrante Página 3 CONTRATAPA Historias del Salvaje Oeste Página 4 SUPLEMENTO LITERARIO TÉLAM I REPORTE NACIONAL AÑO 4 I NÚMERO 198 I JUEVES 17 DE SEPTIEMBRE DE 2015 G u í a p o é t i c a d e l a c a l l e L a v a l l e

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En el ùltimo libro, el escritor argentino reflexiona el estado actual de la literatura en la era de los medios electrònicos de comunicaciòn. Asì pues, el debate sobre la escritura manual y digital, los nuevos verosimiles que ingresan con los nuevos soporte iconogràficos abren un debate: ¿què queda de la inscripciòn de la letra (como grafo e inscripciòn de la subjetividad)? ¿Es posible hablar de autorìa a partir de la vocinglerìa de los links de google?

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Page 1: Suplemento Literario 17092015 Slt198

SERGIO CHEJFEC

Una libretamigrantePágina 3

CONTRATAPA

Historias del SalvajeOestePágina 4

SUPLEMENTO LITERARIO TÉLAM I REPORTE NACIONAL AÑO 4 I NÚMERO 198 I JUEVES 17 DE SEPTIEMBRE DE 2015

Guíapoéticade lacalleLavalle

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2 REPORTE NACIONAL SLT JUEVES 17 DE SEPTIEMBRE DE 2015

“Está escrito el final/quiero escribir elprincipio / puedoreescribir el final/

estoy escribiendo el principio/unproyecto, una idea inicial:/reco-rrer las cuarenta y un cuadras/di-rección este a oeste/de calle La-valle”, escribe Juan Pablo Bertaz-za en su nuevo libro de poesía Ca-lle Lavalle, recientemente publi-cado por el sello Bajo la luna, si noa modo de comienzo, al menosuna especie de canto o confesióninicial bien arraigada a una tradi-ción poética bien definida donderesuenan los autores a los quesiempre vuelve: Dylan Thomas,Pavese, Girondo, Jacques Preverty Daniel Chirom. El estilo deBertazza deslumbra con su singu-lar mirada sobre el mundo: poe-mas donde el lector se siente gra-tamente guiado, una especie decaminata conjunta donde el pasa-do de toda la calle Lavalle asomaen pequeños detalles, quiebra lamedida del tiempo y hace de cadamomento un pliegue, acaso un lu-gar habitable de manera atempo-ral, vale decir tan eterna como laciudad que imagina el poeta. “Laidea surgió por una cuestión pu-ramente instintiva o, tal vez, sen-sorial: cada vez que pasaba por lapeatonal Lavalle sentía una espe-cie de imán, es un lugar que des-de siempre me atrajo mucho: qui-zás tenga que ver con ese contras-te de lujo y decadencia. Y por su-puesto la presencia estelar de losartistas callejeros, como el casodel flautista que se viste todo deblanco y parece un fantasma”, di-ce Juan Pablo Bertazza durante laentrevista a Télam, a propósitode la idea inicial que motivó la es-critura del libro que le llevó cercade seis años de trabajo.

Para hacer este libro hablé conmuchos de los personajes de lapea tonal pero el flautista es unmisterio: si te acercás se escapa yno responde ni siquiera el saludo.A tal punto que, ante mi insisten-cia, se me acercó una vez un efec-

tivo de la policía metropolitanapara advertirme que no lo inten-te más, que el tipo no habla unapalabra con nadie. De todas for-mas, sabía que era brasilero peronada más. La cuestión es que sibien el tipo ni siquiera toca la flau-ta (solo le arranca algunas pocasnotas desafinadas) no se puededejar de sentir algo cuando se loescucha, y eso también suena unpoco como los ecos de otro mo-mento de la historia. Ideas de eseestilo combinadas con la extrañe-za fascinada que aun hoy me pro-duce pasar por ahí, me llevaron aescribir un libro que recorrieracada cuadra de esa calle, y la pri-mera decisión que tuve que to-mar, y me costó bastante, fue sime limitaba a la peatonal o toma-ba toda la calle que llega hasta elBarrio de Almagro. Y cuando medi cuenta que cada parte de la ca-lle tenía algo interesante que de-cir, decidí que iba a incluir las 41cuadras. En la parte de Tribuna-les, que está llena de fotocopiado-ras y negocios vinculados con lolegal, tuvo lugar la Revolución delParque de 1890 que, si bien en al-gún punto terminó fracasando,

nos datos acerca, por ejemplo, delos personajes bizarros de la pea-tonal como el gigante o el tipo queestá todo tatuado de los pies a lacabeza, y también una cosa bas-tante impresionante: un edificioubicado en Lavalle entre Uruguayy Paraná que tiene una especie deescalera caracol llena de cruces es-vásticas de hierro. El ingeniero ci-vil del edificio se llama Jacobo Sir-lin, que aparentemente construyótambién un templo ubicado en lamisma calle Lavalle pero en Bal-vanera. Cada uno de esos hallaz-gos merecerían una investigacióny de hecho por un momento se mepasó por la cabeza la idea de escri-bir una especie de ensayo acercade la calle, algo así como el que hi-zo alguna vez Marechal pero de lacalle Corrientes. Sin embargo, yaun a riesgo de perder muchoslectores, decidí mantener la ideaoriginal y escribir un libro de po-esía. No es un capricho: conside-ro que solo a través de la poesíapueden decirse ciertas cosas y, so-bre todo, generar esa oblicuidadentre historia y presente, entreanécdota y descripción a la que in-tentaba acceder.

marca el comienzo de un cambioimportante a la hora de pensar lapolítica. Antes de cruzar Callao, yde nuevo el tema de la política, es-tá uno de los sótanos en donde tu-vieron lugar las reuniones de For-ja (aunque ni siquiera hay unachapa con el número de la altura).En la zona de Once aparecen lostemplos, y los típicos negocios decotillón, maniquíes y telas queson realmente impresionantesporque además están todos jun-tos. En febrero de 2008, en unode esos locales de la empresa Ciu-dad Cotillón ubicado al 2257, seprodujo uno de los incendios quemás tiempo tardó en apagarse enla historia de Buenos Aires. Es de-cir que toda la calle merecía sercontada.

Hay un planteo muy original en ellibro donde el pasado y el presen-te conviven desde un trabajo nota-ble de perspectivaEse es un tema importante porquea medida que iba escribiendo el li-bro les fui contando a algunosamigos, Nacho Mazzeo, SantiagoRipoll, Javier Sbarbati, NicolásPose y César Rexach, lo que ibahaciendo, y a quienes aprovechopara agradecerles. Ellos a su vezme fueron dando también algu-

SEBASTIÁNBASUALDO

¿Pensás la poesía como un modode acceso al conocimiento? Me re-fiero a la relación con la historia.Sigo pensando que solo a través dela poesía podían llegar a convivirlas palabras de un dibujante que seacuerda del día que le hizo un re-trato a la tigresa Acuña, los nom-bres anteriores que tuvo la calle yla culpa que carcomió a Lavallepor haber mandado a matar a Do-rrego que, dicho sea de paso, fuequien lo recomendó para entrar alejército de San Martín, con lo cualesa sigue siendo una historia incre-íble de amistad y traición, a la altu-ra de la de Pat Garrett & Billy TheKid. En algún punto lo que pien-so es que Lavalle es poesía pura,poesía de distintos géneros y esti-los pero poesía al fin. Hay comouna secuencia que sigue la calle,una cantidad enorme de simetríasy motivos que van recorriendo las41 cuadras. El tema de la cuestiónjudía es uno de los grandes tópicosporque además de lo mencionado,también protagonizó una historiaen el ABC Bierhaus, un restaurantalemán de la peatonal altura SanMartín que aun sigue existiendo,el mismísimo Oskar Schindler, ypor supuesto también aparece enel libro. También por alguna razónhay una proliferación de farmaciasa lo largo de toda la calle y tambiénde camiones de mudanzas. Pero loque más me sorprendió de todo esun negocio relativamente nuevode la marca Xenon, ubicado en La-valle y Riobamba, que vende acce-sorios y tecnología relacionadacon el cine y tiene una especie depequeño museo con objetos anti-guos de los viejos cines de la calleLavalle: una urna en la que se me-tían los talones de las entradas delas películas y una butaca de made-ra con patas de fundición de hierrocon un compartimento para poderguardar el sombrero, lo cual eraobligatorio por una ordenanzaque siguió en vigencia hasta el año1996! El hecho de que un negociohiciera referencia de manera tandirecta y contundente a los cinesde la peatonal me pareció magní-fico porque me sirvió para confir-mar que Lavalle es, también, unacalle que se homenajea a sí misma,es una calle autoreferencial.

Guía poética de la calle Lavalle

“Estoy en pleno proceso, no hay ninguna respuestadefinitiva”, escribe el sueco Henning Mankell, dejando atráslas novelas policiales protagonizadas por el célebre InspectorKurt Wallander que lo hizo famoso en todo el mundo paraabordar una historia personal, que se arma a partir deenterarse de que padece un cáncer del pulmón, con unaescritura donde devela su propia vida. Escrito en primera

persona, Arenas movedizas (Tusquets) sitúa al lector deentrada en la enfermedad del autor. La posibilidad de lamuerte, “una condición trágica inherente al ser humano”,adquiere nitidez, entra en el campo visual del narrador, queno titubea en volcar sobre el papel ese caos emocional delprimer momento y que se diversifica a lo largo del relato, através de recuerdos, libros, imágenes, lugares, reflexiones.

LA CERCANÍA DE LA MUERTE CAMBIA EL REGISTRO LITERARIO DE MANKELL

JUAN PABLO BERTAZZA.UNA MIRADA SINGULAR SOBRE LA PEATONAL PORTEÑA QUE ASOMA EN PEQUEÑOS DETALLES.

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JUEVES 17 DE SEPTIEMBRE DE 2015 SLT REPORTE NACIONAL 3

Desde hace un tiempo aesta parte, el escritor ar-gentino Sergio Chejfec

ha venido reflexionando sobre loscambios que trae aparejado la sus-titución y la permutación de la es-critura manual y mecánica por eldesarrollo de los nuevos formatosdigitales. En lecturas recientes yatendiéndo a procesos escritura-rios contemporáneos, se ha dete-nido en la parcial imbricación delos relatos con la iconografía vi-sual o analógica como formas devalidación externa de la literaturay prueba documental. Al modo deciertas instalaciones contemporá-neas, los mapas en línea, los vi -deo juegos o los simuladores demanejo en pantalla para princi-piantes, esas nuevas formas de en-samblaje y actuales dispositivosescriturarios permiten pensar alautor, en la transformación delviejo concepto de imitación (des-plazando la categoría de repre-sentación) por el de la simulación;como si en verdad, estuvieramosatravesando una nueva fase o es-tadio del realismo. Una formapensar, si se quiere, la actual inte-rrogación sobre la paulatina des-composición del hecho literario;basta recordar su ensayo El puntovacilante (2005), algunas notas delectura que circulan en revistas opor la red, la reproducción de susmanuscritos en su conocido blog“La parábola anterior”, su artícu-lo “Lo que viene después”, pro-ducto de su intervención en unencuentro realizado en la ciudadde Sevilla sobre “Literatura y des-pués. Reflexiones sobre el futurode la literatura después del libro”,en el mes de abril del año 2012, olas incrustaciones fotográficas enalgunos relatos de su libro Modolinterna (2013).

En Últimas noticias de la escritu-ra, publicado recientemente porla Editorial Entropía en su colec-ción “Apostillas”, Chejfec vuelvea colocar en el centro de sus refle-xiones algunas ideas e hipótesissobre el estatuto actual de la escri-tura y del arte contemporáneo.

Los nuevos protocolos tecno-lógicos y las traspolaciones esce-nográficas de algunas herramien-

de historias kafkianas a los actua-les croquis y bocetos literarios.Ideas, proyecciones y esquemasque parecen surgir de la cohabi-tación, intensa o pausada, en al-gunas estaciones de la vida del es-critor, con una vieja libreta verde.

Los lazos conflictivos y tensosentre la escritura manual y la di-gital será uno de los motivos cen-trales que el autor recorrerá en suúltimo ensayo. Así, el recuerdo dela experiencia de la escritura en sumodo manual, el repiqueteo me-cánico de los golpes sobre las te-clas, o el imborrable timbre de uncarro en su fricción sobre una te-la entintada, reaparecerán en al-gunas prácticas artísticas comocertificación actual de la simula-ción caligráfica y reproducciónanalógica de sus precursores ma-teriales. Frente a la titilación in-candescente de la pantalla señala-rán, si se quiere, las formas de unahistoria del desplazamiento. Laintriga o el misterio de la escritu-ra manual ingresarán, otra vez, enla contemporaneidad, bajo nue-vas modalidades digitales quemodificarán el sentido y el con-cepto material de su inscripción.

Es así, como en la reverbera-ción de algunas experiencias, tan-to literarias como plásticas; se re-pone la garantía de verdad de losmanuscritos, y, en fricción con los

tas digitales en la esfera del arte,parecen dar muestra de esta inci-piente modificación, al poner enpeligro no sólo el principio de se-cuencialidad literaria; sino tam-bién, al mismo tiempo, corroer, apartir de ciertas experiencias co-lectivas, la noción e imagen de unautor único e indivisible. Testi-monios estéticos donde el pasadocultural (libresco) parece disol-verse o petrificarse en anaquelespolvorientos; o permanecer fosi-lizado en bibliotecas destinadas alpaseo errante de anacrónicos in-vestigadores, eclipsados bajo lairradiación insomne de sus crista-les ópticos.

Si el comienzo de Últimas no-ticias de la escritura se abre con laletra manuscrita de Salvador Gar-mendia que sirve como epígrafeal ensayo, una presencia fantas-mática invade el texto. En estesentido, el último libro de Chej-fec puede ser leído como la histo-ria de una libreta donde se regis-tra, los pasos errantes y peregri-nos de la experiencia de la escri-tura. Ese carnet o cuaderno deapuntes, como amuleto u objetode una superstición literaria,acompañará al escritor desde susiniciales copias y transcripciones

anuncios proféticos de WalterBenjamin, asistimos a un retornoaurático. Ciertos empeños grafo-lógicos en actuales formas de re-producción y de transcripción di-gital, son así puestos de relieve pa-ra poner de manifiesto algunasformas de la mediación proble-mática con el estatuto previo, fí-sico y material de la grafía ma-nual. Las instalaciones borgeanasy menardianas de Fabio Kacero,las transcripciones ilegibles en laserie sesiones performativas deJim Youd, con su descomunalproyecto de reproducir mecáni-camente cien obras de la literatu-ra universal, los manuscritos en-cuadernados e ilustrados a manoen Joaquín Torres García, el re-pertorio de trazos ilegibles y asé-micos de Mirtha Dermisache, oel proyecto de Esteban Feune consus Fotografías de libros interveni-dos por 99 escritores, son puestos, amodo de ejemplos, como pruebasde la reproducción icónica deloriginal o como retorno de losmanuscritos por otras vías. Si pa-ra Boris Groys el carácter efíme-ro de las instalaciones reemplazanel lugar social que antes tenía lanovela en el siglo XIX, ahora, losnuevos protocolos y principios

Hombres enamorados, perseguidos por mujeres uobsesionados con la idea del amor transitan el nuevo librode Martín Kohan, que bajo el nombre de Cuerpo a tierra(Eterna Cadencia) reúne diez cuentos impregnados de loextraño, lo perturbador, lo repulsivo y también lohumorístico. En las historias se cruzan Martín Fierro y Cruzentreverados en una relación amorosa; un camionero que

se obsesiona con la idea –para él amenazante– detransportar animales en la noche; un hombre que se veimpelido a cruzar el río a pie ante la bajante para recuperara la mujer que ama; un hombre decepcionado al descubrirla infidelidad de su ex mujer. Protagonistas masculinosrozados o heridos por amor. El escritor publicará ennoviembre un libro de ensayos sobre el amor.

constructivos parecen preanun-ciar modalidades del realismo porfuera de sus antiguas convencio-nes. Los subrayados, las anotacio-nes, las huellas de la manipulaciónfísica en los diarios, libretas o ma-nuscritos, parecen resurgir conlas técnicas analógicas del esca-neo y por las reproducciones icó-nicas de los originales. Es así co-mo Chejfec recorre y analiza lasMutacionesde Agustín FernándezMallo, los relatos-esquemas don-de se repite, bajo los efectos delmapa digital, los trayectos urba-nos de Smithson por New Jersey;las instalaciones verbales de Lo-renzo García Vega que tienden adesacomodar la temporalidad li-teraria habitual; o las entradas ylas cadenas virtuales como bús-queda de una nueva sintaxis enCarlos Gradin, ya sea en Charly-gr (spam)o en El peronismo es como.

Y cuando el oleaje de la memo-ria vuelve a traer el recuerdo grá-vido del encantamiento juvenilpor el descubrimiento y la lectu-ra de los papeles personales deEnrique Wernike, en viejas pági-nas de la revista Crisis, la repro-ducción visible de la letra única yprivada del autor en su libreta, enuna imagen como prueba tangi-ble, inscribirá las instantáneas re-flexiones sobre lo efímero en elarte a partir de un relato de CésarAira. Las transformaciones per-petuas de las figuras sobre lospliegues de un papel delgado yefímero, a modo de ofrendas quelos parroquianos entregan a unaniña que corretea entre las mesasde un café, parecen disolverse,mientras su imperturbable madredialoga con una amiga; al mismotiempo que el autor, luego de unaconsulta oftalmológica, anota eltítulo de su futuro proyecto.

Es verdad como dijo algunavez Nicolás Rosa, el hombre pu-do no haber escrito nunca y porende no haber leído jamás. Lasactuales tecnologías de comuni-cación, en sus diversos registros yformatos, inciden en nuestra vidacotidiana y articulan nuevas for-mas de experiencia pero suelenocultar las intrigas y los misteriosde la escritura. En una línea deltiempo, las vacilaciones e incerti-dumbres de la letra sobre la pan-talla son acompañadas por uncuaderno verde medio oculto so-bre la mesa.

EDGARDO H. BERG

HOMBRES ENAMORADOS Y PERSEGUIDOS POR AMOR

Una libreta migrante

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4 REPORTE NACIONAL SLT JUEVES 17 DE SEPTIEMBRE DE 2015 DIRECTOR DEL SUPLEMENTO LITERARIO TÉLAM: CARLOS ALETTO SLT.TELAM.COM.AR

RECUPERAN LA OBRA POÉTICA DE MARECHAL, DESDE 1922 HASTA SU MUERTE

El libro Obra poética (Leviatán) recupera los poemas escritospor Leopoldo Marechal (1900-1970) desde el primerpoemario que escribió, Los aguiluchos, hasta su producciónde 1966, apenas cuatro años antes de su muerte, y algunospoemas casi desconocidos, publicados de manerapóstuma. El volumen contiene un repaso acabado de lapoética de Marechal y muestra el primer romance literario de

este ensayista, cuentista, dramaturgo y novelista, recordadopor Adán Buenos Aires, novela emblemática de la literaturaargentina. Entre los poemas dispersos y poco conocidos –muchos recopilados por las hijas de Marechal– están losrománticos y juveniles “La antigua canción” y “Canción delamor que llama” (Plus Ultra, 1924), así como la oda “OmarKhayyam”, publicada en Caras y Caretas el mismo año.

to vaqueano. A los once ya habíamatado a un par de indios. A losdoce se unió a un grupo de tram-peros que iban detrás de los cue-ros de nutria, luego se internó enlas Montañas Rocosas en búsque-da de oro; regresó sin una sola pe-pita, por lo que a los catorce añosse conchabó como mensajero dela “Pony Express”, montado en sucaballo debía cubrir trayectos dequinientos kilómetros en menosde veinticuatro horas, cambiabaveinte veces de monta, él no teníaderecho al descanso. En diversasoportunidades cabalgó junto almítico Willd Bill Hickok, por úl-timo tentó fortuna en el ejército.El apodo había sido producto deuna apuesta, para ganarla era pre-

ciso tener valor y puntería. Nocualquiera es capaz de pararsefrente a una manada de búfalossalvajes y comenzar a hacer fuegocon el fusil. Triunfaba quien conmenos tiros bajaba a más anima-les. El rival de William Cody aduras penas pudo voltear a cua-renta y seis búfalos. WilliamCody mató a sesenta y nueve y seganó el apodo que lo acompaña-ría a lo largo de toda su vida.

Ned Buntline no había hechoel viaje en vano. Regresó a NuevaYork y poco tiempo después apa-reció Buffalo Bill, el rey de la fron-tera, el primero de la larga lista delibros que escribiría. El éxito fueinmediato, los lectores se multi-plicaron y los editores invitaron aNueva York al héroe de esas no-velas. Alentado por el éxito, NedBuntline se aventuró a componeruna pieza teatral, Los exploradoresde las praderas, y se asoció con Buf-falo Bill en una empresa de espec-táculos. Buffalo Bill demostró serun excelente actor, aunque esto lejugaría una mala pasada: ciertoscríticos neoyorkinos sostuvieronque el héroe del Oeste era un granfarsante. La empresa que habíanmontado corría peligro de de-rrumbarse. Ned Buntlile y Buffa-lo Bill comprendieron que habíaun solo modo de callar a esas len-guas agoreras: ambos se traslada-ron al Oeste rodeados de perio-distas y allí mismo concertaronun duelo a cuchillo entre BuffaloBill y el jefe sioux Mano Amarilla.El duelo se publicitó a la manerade un gran espectáculo. El testi-monio de los periodistas que lopresenciaron fue terminante:Buffalo Bill había matado limpia-mente a Mano Amarilla. A partirde ese momento nadie dudó delrey de la frontera ni de las histo-rias que contaba Ned Buntline.

Los códigos del Salvaje Oestehabían llegado a la civilizadaNueva York. Hoy, por fortuna, noes necesario afrontar tanto riesgopara encabezar la lista de best se-ller y cumplir con las inexorablesleyes del mercado.

En marzo de 1865 y lue-go de cuatro años deguerra, Robert E. Lee,general estadouniden-

se que encabezó los Estados Con-federados de América durante laGuerra de Secesión, rindió sustropas ante el general unionistaUlysses Grant, se ponía fin a unconflicto centrado en dos mode-los antagónicos, la economía delNorte, industrial y antiesclavista,frente a la del Sur, agraria y escla-vista, pero se iniciaba otro con-flicto latente que, en este caso, en-volvía a dos nuevos puntos cardi-nales: el Este y el Oeste. Civiliza-ción y barbarie. Este último mo-te le cabía a ese territorio inhós-pito en el que habitaban los pue-blos originarios, auténticos due-ños de esas tierras. Hacia allí seorientaron largas caravanas decolonos, el triunfante ejército delNorte y numerosas y conspicuasfiguras del derrotado ejército delSur. Los sioux, los comanches, losapaches y otro buen número detribus los aguardaban del otro la-do de la frontera.

Lo llamaban “El Salvaje Oes-te” y era el nombre que mejor lecabía. A mediados del siglo XIXcomenzó la conquista de un terri-torio en donde los conflictos seresolvían a punta de Winchestero de Colt y donde la razón inva-riablemente estaba de parte dequien mejor disparara. Una sogade cáñamo fuerte y la rama de unárbol alto bastaban para ejecutara los acusados por crímenes o ro-bos; la mayoría de las veces seprescindía de los juicios previos ala sentencia.

A Nueva York llegaban noti-cias de ese territorio mítico y vio-lento. En 1860 David J. Cook, quehabía sido sheriff a lo largo de dosdécadas, publicó un libro con unextenso y categórico título: ¡Ma-nos arriba! O veinte años de vida co-mo detective en las montañas y en lasllanuras. En sus páginas ofrecía di-ferentes consejos: “Cuando inten-tes arrestar a un delincuente, tenel revólver en tu mano o alístate

tres compañías que luchabancontra las tribus Sioux. Pero elmayor North tenía pocas ganasde contar su vida y menos aún sushazañas. Buntlie no disimuló sudesconsuelo: había cruzado me-dio territorio en vano. El mayorNorth se apiadó de Buntlie y lesugirió que entrevistara a un jo-ven soldado de su compañía: “Sellama William Cody, aunque to-do el mundo lo conoce por el apo-do de Buffalo Bill”.

El mayor no se había equivo-cado: el joven soldado tenías ape-nas 23 años, pero numerosas his-torias para contar. Se había cria-do en Kansas y de pequeño cono-ció la peligrosa presencia de lososos, los lobos y los indios sioux.Aprendió a montar antes que a ca-minar, a los nueve años era hábilen el manejo del rifle y un exper-

para desenfundarlo. Mi lema hasido: ‘es mejor matar dos hombresque permitir a uno matarte’. Nun-ca confíes en el honor de un pri-sionero, nueve de diez no tienenhonor.” Esos delincuentes, entremuchos otros, eran los hermanosJesse y Frank James, célebres porel alto número de robos cometi-dos, Willd Bill Hickok, de cuyamuerte en el salón Nuttal & Man-n’s de Deadwood, surgió la com-binación de poker conocida como“La mano del muerto”, y BillyThe Kid, que cuando lo mataron,a los veintiún años de edad, carga-ba el mismo número de muertosen la empuñadura de su revolver.Hoy miles de películas dan testi-monio de estos personajes y de esaépoca. Se conserva una sola fotode Billy The Kid, se trata de un fe-rrotipo tomado en la puerta de unsalón de Nuevo México, pocosmeses antes de que lo matara elsheriff Pat Garrett. La foto, por laque Billy The Kid habrá pagadoveinticinco centavos de dólar, secompró en una subasta en Den-ver, en 2007, por dos millonestrescientos mil dólares.

En 1868 la revista OverlandMonthly comenzó a publicar unaserie de cuentos ambientados enCalifornia. El autor de esas “bre-ves y patéticas obras maestras”,según palabras de Borges, eraFrancis Bret Harte. El Oeste Sal-vaje se proponía como tema lite-rario. En 1869 los editores delNew York Weekly convocaron aNed Buntlie, el más popular delos escritores de aventuras deaquellos años. Le encomendaronque se trasladara al Oeste, que re-cogiera las historias más apasio-nantes y que regresara a la civili-zación, para contarlas.

El destino de Ned Buntlie erael fuerte McPherson, en Nebras-ka. Iba al encuentro del mayorFrank North. Podría ser el perso-naje ideal: hombre de muchas ba-tallas, ahora estaba al frente de

VICENTE BATTISTA

CONTRATAPA

Historias del Salvaje Oeste

BUFFALO BILL.