tustin, autismo y psicosis infantiles, cap. 2

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, NCES 11JSTIN un choque demasiado violento con la realidad. • n sentar la base que le permite ponerse en con- xterno y con otras personas una vez que ha nt capacidad de diferenciación. Advertimos en sidad de utilizar un concopto distinto al de narcisis- s mucho pensarlo, hemos .decidido emplear el 1 i a que vaya desarrollándose la tesis propuesta en esta obra, r que esos procesos autistas primarios normales sop de la , 1 z de la.s sensaciones, surgidas de una disposición innata, que l no constituyen comprensión pero que, en condiciones favorables, r n a ella. La crianza parental crea dichas condiciones. Pero en ' ;rianza pueden darse graves deficiencias; o, lo que es mucho más ·omun, puede ocurrir que su recepción se vea severamente bloqueada o d formada debido a la intervención de diversos factores. Al no recibir una crianza adecuada, o al no hacer uso suficiente de ella, el pequeño permanece en un estado dominado por las sensaciones o sufre una l hacia dicho estado. Por lo tanto, el emocional y. el cognitivo se ven detenidos o deteriorados. Puede ocurrir que en este de. persistan o vuelvan a establecerse los procesos au- pnmanos, los que se intensifican y se mantienen con rigidez. Se utilizará la expresión autismo patológico para describir ese estado. En se verá que la diferencia entre el autismo normal y el pa- tológico es más de grado que de especie. Podría decirse que el autismo es un estado de pre-pensamiento, en tanto que el autismo pato- log1co es un estado de anti-pensamiento. A medida que vayamos avanzando se diferenciarán diversos siste- mas de autismo patológico. Se analizará el síndrome de autismo infantil con un sistema de autismo patológico, y la es- infantd en su relación con otro. Este esquema de clasifi- sobre la base del tipo de autismo manifestado por el niño, parece arro1ar luz sobre las posibilidades y técnicas terapéuticas. . En el capítulo se describirá un tipo primitivo de depre- que será ilustrada por medio de material clínico. Dicha depresión detiene el desarrollo emocional y cognitivo normal. En el capítulo 111 se demostrará que el autismo patológico se desarrolla a los efectos de manejar ese estado de depresión, en referencia al cual se utilizará la expresión depresi6n psicótica, acuñada por Winnicott. El_ que la comprensión de ese tipo de depresión reviste 1mportanc1a crucial en el campo de la psicoterapia aplicada a los niños psicóticos. CAPITULO ll DEPRESION PSICOTICA "·Lo que rara vez visualizamos y difícilmente se describa en la bibliografía especializada, es el período de aflicción y duelo que, a mi entender, precede y preanuncia inevitable- metite la t9tal ruptura psicótica con la realidad ... " Margaret 1961. El objeto del presente capítulo es describir en detalle, con la ayuda de ;naterial clínico, ese estado de "aflicción y duelo" al que Mahler hace referencia en la cita anterior. "V\'innicott lo ha denominado depre- .)'ÍÓn psicótica, diferenciándolo de la depresión reactiva, que configura la reacción consciente exteriorizada ante la pérdida de un ser amado. En relación con la depresión psicótica, dice Winnicott ( 1958, pág. 222) : Por ejemplo, la pérdida puede ser de ciertos aspectos de la boca que desaparecen desde el punto de vista infantil, junto con la madre y el pecho, cuando se produce una separación en una época anterior al momento en que el bebé ha llegado a una etapa de su desarrollo emocional que pueda equiparlo de manera adecuada para encarar esa pérdida. La misma pérdida de la madre pocos meses después entrañaría una sim- ple pérdida del objeto, sin ese elemento adicional de pérdida de parte del sujeto. (Bastardillas de Tustin). Otros estudiosos han descubierto que la depresión psicótica, a la que a veces se hace referencia como "depresión primigenia", el "punto en que se inicia la detención del desarrollo emocional en los niños "atípicos" (psicóticos) ( Rank y Putnam, 1953). El material que presentamos a continuación corresponde a un niW> que, según el diagnóstico elaborado por un psiquiatra muy experimen- tado, padecía de autismo Infantil precoz-. MATERIAL DEL CASO Los padres de Juan se mostraban preocupados porque el niño toda- vía no hablaba y porque parecía diferente y, en muchos aspectos, más lento en su desarrollo que otros pequeños· de su A bs dos años

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Tustin, autismo y psicosis infantiles, cap 2

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Page 1: Tustin, Autismo y Psicosis Infantiles, Cap. 2

, '·

NCES 11JSTIN

un choque demasiado violento con la realidad. • n sentar la base que le permite ponerse en con­xterno y con otras personas una vez que ha nt capacidad de diferenciación. Advertimos en sidad de utilizar un concopto distinto al de narcisis­s mucho pensarlo, hemos .decidido emplear el t~rmi-

1 i a que vaya desarrollándose la tesis propuesta en esta obra, r que esos procesos autistas primarios normales sop de la , 1 z de la.s sensaciones, surgidas de una disposición innata, que l no constituyen comprensión pero que, en condiciones favorables, r n a ella. La crianza parental crea dichas condiciones. Pero en ' ;rianza pueden darse graves deficiencias; o, lo que es mucho más ·omun, puede ocurrir que su recepción se vea severamente bloqueada o d formada debido a la intervención de diversos factores. Al no recibir una crianza adecuada, o al no hacer uso suficiente de ella, el pequeño permanece en un estado dominado por las sensaciones o sufre una l ·gresi~1.1. hacia dicho estado. Por lo tanto, el desarroll~ emocional y . el cognitivo se ven detenidos o deteriorados. Puede ocurrir que en este ,st~do de. ina~ición persistan o vuelvan a establecerse los procesos au­hs~.cos pnmanos, los que se intensifican y se mantienen con rigidez. Se utilizará la expresión autismo patológico para describir ese estado. En c:ons~cuencia, se verá que la diferencia entre el autismo normal y el pa­tológico es más de grado que de especie. Podría decirse que el autismo n,or~al es un estado de pre-pensamiento, en tanto que el autismo pato­log1co es un estado de anti-pensamiento. A medida que vayamos avanzando se diferenciarán diversos siste­mas de autismo patológico. Se analizará el síndrome de autismo infantil pr~coz e~ s~ rela~ión con un sistema de autismo patológico, y la es­qui~?frenra infantd en su relación con otro. Este esquema de clasifi­cac1~n, sobre la base del tipo de autismo manifestado por el niño, parece arro1ar luz sobre las posibilidades y técnicas terapéuticas. . En el sig~iente capítulo se describirá un tipo primitivo de depre­s16~, que será ilustrada por medio de material clínico. Dicha depresión detiene el desarrollo emocional y cognitivo normal. En el capítulo 111 se demostrará que el autismo patológico se desarrolla a los efectos de manejar ese estado de depresión, en referencia al cual se utilizará la expresión depresi6n psicótica, acuñada por Winnicott. El_ capítu~o fi~al demo~trará que la comprensión de ese tipo de depresión reviste 1mportanc1a crucial en el campo de la psicoterapia aplicada a los niños psicóticos.

CAPITULO ll

DEPRESION PSICOTICA

"·Lo que rara vez visualizamos y difícilmente se describa en la bibliografía especializada, es el período de aflicción y duelo que, a mi entender, precede y preanuncia inevitable­metite la t9tal ruptura psicótica con la realidad ... "

Margaret Mahler~ 1961.

El objeto del presente capítulo es describir en detalle, con la ayuda de ;naterial clínico, ese estado de "aflicción y duelo" al que Mahler hace referencia en la cita anterior. "V\'innicott lo ha denominado depre­.)'ÍÓn psicótica, diferenciándolo de la depresión reactiva, que configura la reacción consciente exteriorizada ante la pérdida de un ser amado. En relación con la depresión psicótica, dice Winnicott ( 1958, pág. 222) :

Por ejemplo, la pérdida puede ser de ciertos aspectos de la boca que desaparecen desde el punto de vista infantil, junto con la madre y el pecho, cuando se produce una separación en una época anterior al momento en que el bebé ha llegado a una etapa de su desarrollo emocional que pueda equiparlo de manera adecuada para encarar esa pérdida. La misma pérdida de la madre pocos meses después entrañaría una sim­ple pérdida del objeto, sin ese elemento adicional de pérdida de parte del sujeto. (Bastardillas de Tustin).

Otros estudiosos han descubierto que la depresión psicótica, a la que a veces se hace referencia como "depresión primigenia", ~onfi~ura el "punto en que se inicia la detención del desarrollo emocional en los niños "atípicos" (psicóticos) ( Rank y Putnam, 1953). El material que presentamos a continuación corresponde a un niW> que, según el diagnóstico elaborado por un psiquiatra muy experimen­tado, padecía de autismo Infantil precoz-.

MATERIAL DEL CASO

Los padres de Juan se mostraban preocupados porque el niño toda­vía no hablaba y porque parecía diferente y, en muchos aspectos, más lento en su desarrollo que otros pequeños· de su eda~. A bs dos años

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NCE TU. TlN

siquiatra, quien temió la existencia de una stante, al examinárselo una vez más seis meses

ue Juan había hecho ligeros progresos que esperanza: ahora colocaba sus autitos de· jugue­

al. (Anteriormente los colocaba siempre vueltos fectos de hacer girar las ruedas). En base a esto otro psiquiatra para obtener una segunda opinión;

un diagnóstico alternativo posible era el de autismo l segundo psiquiatra remitió a Juan (por ese entonces

y fete meses) a la autora, para realizar un tratamiento de ••1p11a ntensiva, y adjuntó el siguiente informe:

Casi desde su nacimiento se ha verificado en él una im­posibilidad de ir superando cada etapa en el proceso del desarrollo, como si se diera una renuencia a avanzar, un deseo de estancarse en cada una de ellas. Actualmente se ponen de manifiesto en el pequeño muchas de las actitudes que relacionamos con el autismo. Sus principales intereses pare­cen ser palpar distintas superficies apJicándoles golpecitos, o hacer girar objetos redondos. Lo fascinan las piezas mecáni­cas móviles, y siempre ha tenido gran habilidad para aprender a mover el cuerpo. Aunque se planta firmemente sobre sus pies, toda vía no se alimenta por sí solo; y no porque no pueda hacerlo sino porque, ·aparentemente, no quiere. A esto ha­cía referencia cuando hablé de estancarse en determinada etapa. En ciertas ocasiones se vislumbra en él un grado excesivo de ansiedad, y hay días en que se las pasa aullando a viva voz, pero este aspecto del problema es mucho menos evidente. No cuenta con un lenguaje que le resulte útil, y sólo se comunica de manera muy tentativa tratando de usar la mano de su interlocutor. No obstante, estoy convencido de que es capaz de establecer un tipo de contacto muy primitivo en este nivel, y que, por consiguiente, hay en él cier­tas bases que nos permitirían intentar una terapia. Lo que más me preocupa es la posibilidad de que la determinante básica de todo esto sea cierto grado intrínseco de retardo mental.

s(' informó sobre "una mala historia familiar del lado paterno". La única hermana del padre era una esquizofrénica que había sido interna­da, y había en la familia otros miembros psicóticos o con características . excé.ntricas. También se informó sobre la existencia de "tensiones tre­mt.'ndas" entre la madre del niño y una tía que había tenido casi exclu­sivamente a su cargo al padre durante su primera infancia y niñez. Juan era el primer bebé nacido del matrimonio. En cuanto a sus aspectos tísicos, el embarazo y el nad.miento habían sido normales, pero la madre, oriunda de una remota aldea de Eseocia, se había most.-ado

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intranquila por lo que a ella le parecían procedimientos extraños de la maternidad inglesa. Asimismo, tenía la sensación de que las enfer­meras impedían que entre ~lla y el bebé se desarrollara una relación satisfactoria de amamantamiento. Tenía leche abundante, y se mostró muy desilusionada al ver que no podría amamantar al bebé. Este pare­ce haber poseído una capacidad de succión muy deficiente, y la madre informó que durante toda la semana siguiente al nacimiento no abrió Jos ojos. Cuando la madre y el pequeño abandonaron Ja clínica fueron a vivir con la tía paterna. U na vez más, ]a madre tuvo la sensación de que se le impedía entablar un contacto más estrecho con su bebé, esta vez debido a la interferencia de la tía. Durante los primeros meses de vida de aquél el padre trabajó en otr.a ciudad, período ~urante el cual Ja madre se sintió insegura e infeliz; pero su depresión no Jlegó al extre­mo de haoor necesario su tratamiento.

Cuando entrevisté a los padres, me informaron que Juan .no había sufrido ninguna experiencia traumática tal como la que puede provocar una separación o una enfermedad grave. No había dado mayores mues­tras de reaccionar ante el nacimiento de su hermanita, cuando él contaba un año y medio, y siempre había sido un bebé tranquilo. No pudieron proporcionar detalle alguno sobre el momento en que el bebé mantuvo erguida la cabeza por primera vez o se sentó en la cuna, pero en la esfera locomotriz su desarrollo parece haber sido perfectamente nor­mal. Comenzaron a preocuparse cuando el pequeño, con el correr del tiempo, no daba señas de aprender a hablar, y en raron de la naturaleza extraña de sus juegos. Se registraron en él movimientos de mano· grotescos; por ejemplo, movía los dedos frente al rostro de manera muy curiosa, manteniéndolos tiesos. Nunca pudo lograrse que llevara un lápiz al papel. Ingería alimentos blandos, pero rechazaba cual­quier sustancia algo más dura. No había logrado controlar sus esfín­teres. Recibí la impresión de que la madre había tenido dificultades específicas con este aspecto del cuidado del niño. Al recordar su pro­pia infancia, durante la cual había experimentado una sensación de car~ncia, al vJvfr casi todos esos afios lejos del hogar, en una institu­ción, tras la muerte del padre, la mujer habló de su impaciencia por ha her sido niña y sus deseos de convertirse en un ser adulto.

El psiquiatra que me remitiera al nifio dio a los padres apoyo in­termitente aunque sumamente valioso a ]o largo c;le todo el tratamiento de Juan. Y por cierto que necesitaban de ese apoyo, porque cuando la .. situación sostenida,, del tratamiento ( Winnicott, 1958, pág. 268) se que· bró en varias ocasiones lamentables, Juan tuvo paroxismos de aullidos y dificultades para dormir que a los padres les resultaron muy difíciles de soportar. E5tos eran gente sensible e inteligente, y dice mucho en ~u favor el hecho de que siguieran prestando su apoyo al tratamiento en todas esas oportunidades, y llevaran a Juan al consultorio con toda regularidad. En caso contrario no podrían haberse logrado lps resul­tados relativamente satisfactorios registrados al presente.

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J1 / d l lrntamiento

11 11 lt 11ía tres años y siete meses cuando inició el tratamiento. Al s 'l una vez por semana, luecro tre vece , y por fin

m na. Durante u primera visita se mostró totalmente r i o y l 'só a mi lado c~mo si yo no existiera. El único momento

llo no currió fue en el consultorio, cuando me tiró de la mano < i >1 , 1 trompo "silbador·· que yo estaba haciendo girar ante

•'nto se sonrojó vivamente y se inclinó hacia adelante, d ba vueltas. Al hacerlo, hizo rotar el pene en sus pan-

1 n , mi tr< on la otra mano jugueteaba en tomo a su boca ba-ndo me vimi .ntos circulares. Todo e to me dio a entender que dife-

1 1 i 1 I . am nt entre lo movimientos del trompo y los de su 1 1pio ·u 1 po. D él manaba una suerte de excitación apasionada y

11 11 d. •,IJo m onvenció de la importancia de mantener el contexto 111 l ti· y 1 pro dimiento interpretativo si es que deseaba distinguir­' r d111lm ,nt d lo que no eran sino ilusiones primitivas del niño,

lle .u a ·ah mi labor como t rapeuta ayudándolo a aceptar los sen-1 111 ntc n r .. do por su desilusión. A partir de ese momento comencé

e lllJ 1 · rlo sólo n un grado mínimo en relación con las acciones que 1 11 ¡ 1 sionaba a ejecutar. Hice interpretaciones simples, entre­' 1 ·z 1 J s con Jn p cas palabras que, según sus padres, el pequeño J odÍl ·om¡ r nd r. E tas eran: ''Juan. mamá, papá, Nina (la hermana), JHJ í. h hé, ha inilla, girar, girando". Repetí las interpretaciones con

) 1111 l. vari nt , y ocasionalmente. me valí de acciones que suplemen-1 r n 11 si~nificado (aunque las reduje al mínimo cuando me di cuenta 1 qu < 1 p .queño las interpretaba como un intento de seducción o una ' lf'll lZ: l mi parte).

] ,o · si ni nte son extractos de notas detalladas que ilustran su pu ta a la interpretaciones. La primera sesión registrada tuvo

111 1 1 el . pu' d l feriado de Navidad. (El pequeño comenzó su tra­t rni n n noviembre de 1951.) Juan no usaba ningún pronombre, y

lo, 111 i o al vocabulario utilizado, hace que las interpretacione sue-aJ n onosas. Asimismo, como bien lo saben todos los terapeu-

1 • la palabra escrita, por vívida que sea, a menudo dista de expresar 11 Jm nt la experiencia de comunicación lograda en el curso de la

adv rtir, por otra parte, que las sesiones tuvieron lugar antes <Jll lI gara a mi con~cimiento el trabajo de Mahler sobre el "objeto

11noro sirnb16ti o" ( 19fü) o el de Winnicott obre la "depresión psi­l i 1 ' ( 1958). En con ecuencia, no impu al niño un esquema previo

le r n i6n lab rado por otro . Tal como yo lo ex{>erimenté el pareció fluir libr mente junto con Juan, aflorando a la super­ndo cr ía haber comprendido lo suficiente acerca de algún

mo para arriesgar una interpretación. A lo largo de mi ca­i6n había aprendido a tr bajar d acu ,rd con lo. lin ami nto

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kleinianos, y quienes están familiarizados con la obra de Melanie Klein e darán cuenta de que la compren ión implicada por las interpreta­

cion s no constituye parte de la formulaciones de esa autora: si bien no e incompatible con ellas. Cuando leí un breve trabaj basado en

ta se fones terapéuticas durante el Sexto Congreso Internacional de Psicoterapia reunido en 1964, los colegas me llamaron la atención en relación con los trabajos de Mahler y Winnicott. Ambos investiga­dores habían aplicado un método terapéutico que difería hasta cierto pun~o del utilizado por mí. Cabe señalar que ellos se vieron enfren­tado; a los mismos fenómenos que yo. Las sesiones con Juan, por otra parle, me permitieron describirlos más detalladamente que en otros trabajos. (Posteriormente he llegado a enterarme de que algunos ana­listas jungiano h n denominado al problema "lugar de la herida crítica" o "herida nuclear". Balint emplea la xpresión "falla básica" y Bion habla d "catástrofe psicológica").

Viernes 10 de enero de 19.52 (Sesión 9). (En ta etapa d l tratam?ento Juan venía al consultorio tres veces

por semana. La se ión r gistrada fue la última de esa s mana.) Tran crib~ literalmente mis notas:

Como lo hiciera siempr a partir d la s gunda sesión, comenzó a jugar e n 1 tromp ilbador. Sobr la base de mat ria] pr viament obtenido. a í c0mo por la modalidad que adquiriera l ju go d 1 niño en 1 cur o d esta sesión, interpreté qu usaba la mano para hacer girar 1 trompo de Tustin en forma qu 1 p rmiti ra entir que Juan era Tus­tin y Tustin ra Juan. Entonces podía sentir que estábamos siempre juntos.

A continuación tomó Ja muñeca-"mamá" y manipuló la ci1enta qu le unía la cart ra a la mano ejecutando el mismo tipo de movimiento circular qu había empleado para mani­pular su pene en el incid nte con el trompo silbador. D spués d pa'lpar la muñ ca dándole ligeros golpecitos, la arrojó al suelo diciendo con toda claridad: "s fue". (Esta eran las pri~eras palabra que le habían oído pronunciar n 'l hogar, y que le oí decir yo).

( Int rpreté que Juan hacía girar la cuenta de la muñeca corno si se tratara d su pipí, albergando la sensación d que podía proceder de inmediato a explorar en. el interior de la carterita; pero luego sintió que la muñeca .. se había ido").

Inmediatamente después t-omó en sus manos la muñeca­"hija", la dio vuelta una y otr vez, e hizo rechinar sus dientes con fuerza.

(Interpreté que Juan estaba girando en dirección a la cartera de la muñeca-"mamá • para morder la "hijita•·; pero

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FRANCES TIJSTIN

ntonces sintió que me.diante sus acciones había hecho que tanto la pequeña como la mamita "se fueran").

Tomó entonces la muñeca bebita y la colocó en la cuna, a la que dio vuelta, de manera que la beba se c y6 al suelo.

(Interpreté que los movimientos giratorios en la cartera de la mamá de Tustin trastornaban a los bebés, porque él quería ser su único bebé).

A continuación colocó el trompo dentro de la valija de sus juguetes, presionando la punta contra un trozo de plas­tilina blanda que había al fondo. En determinado momento tocó la muñeca-bebé y dijo "bebé" o "pipí" (no sé cual de las dos palabras) .

(Interpreté que Juan sentía que sus movimientos girato­rios hacían blanda a la madre, y ésta lo dejaba girar en su interior para hacer que se fueran sus bebés; pero de esa ma­nera también se iba la madre.)

(En el curso del estudio de todo este material me des­cubrí dejando volar mis pensamientos hasta tal punto que co­rrí peligro de acceder a algún pedido no formulado verbal­mente del pequeiio, y de esa manera, de conducirme. como si fu ra parte de su cuerpo o un juguete, en vez de un ser pen-anl y maduro que tratara de ayudarlo a aceptar sus sen­

li.mi ntos. Otros investigadores descubrieron que no se trata de un hecho inu itado en el curso del tratamiento de niños tan "atmosféricos". Posteriormente me resultó útil proporcio­nar al pequeño la explicación de que sentía que haciendo movimientos giratorios dentro de mi cabeza lograría hacer que se "fueran" los niños que pululaban en mi cerebro, de manera de poder sentir que conmigo podía salirse con la suya.)

En el material que antecede vemos aflorar la desilusión del niño cu ndo toma conciencia de que yo también puedo "irme'>, tanto en el entido de no prestarle atención como en el sentido real de una se­

paración física. Esto significa que no estoy bajo su control. Cuatro "manas después el tema fue desarrollado ulteriormente, al pronunciar el

p ueño otras dos palabras. Una vez más, ello ocurrió en el curso d la última sesión semanal.

Viernes, 9 de febrero de 1952 (Sesión 23).

Juan y su madre tocaron el timbre varias veces antes de que me fuera posible llegarme hasta la puerta y ahrirles. Parados en el umbral, ~e los veía fríos, helados. El pequeño había dejado de sacudir el buzón; en ocasiones anteriores tuve la impresión de que creía poder controlarme y llevarme a la puerta haciendo eso. En tono lastimero repitió la pa .. labra "sucia", que había pronunciado su madre después de

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mirarle una oreja. Ya en el consultorio trató de hacer girar e1 trompo sobre la mullida alfombra. Pero el trompo no gi­raba. Tomando con violencia mi mano en la suya, trató de usarla como apéndice de ésta para lograr su propósito. Pero no lo logró. Salivando lleno de furia y respirando con fuer:za, arrojó hacia el techo el ofensi~o trompo. Faltó poco para que se estrellara contra la lamparita eléctrica. El trompo cayó al ·piso con un crujido, y se rompió en dos. Lo que había en su interior saltó afuera. Impresionado, el niño se acercó y dijo: "¡Roto!" y "¡Caramba!"; como con pena. Se ,pasó el resto de la sesión tratando inútilmente de arreglarlo. Parecía que la de­primente realidad estaba .penetrando ·las barreras del autismo.

A continuación siguió un período muy confuso en el análisis (fe­brero-abril de 1952). En su transcurso, hubo intentos por moldear a la gente y Jas cosas en oposición a su naturaleza real, tal como ocurriera en el caso del incidente con el trompo giratorio. Los juguetes, y yo misma, parecíamos ser manipulados como si fuéramos los excrementos del niño, o partes de su propio cuerpo. Por ese entonces aquél se pasaba la mayor parte de las sesiones tirado en el diván, jugando con su pene y con sus propias heces, y de vez en cuando con trozos de plastilina que no parecía casi diferenciar de las heces. Además, se hurgaba Ja nariz con los dedos y Jan:zaba escupitajos.

Esto cesó después de las tres semanas de vacaciones de Pascua (abril 1952). Fue la segunda interrupción prolongada del tratamiento. Entonces el niño desarrolló el hábito obsesivo de darle golpecitos a un botón sobr un almohadón y decir ''¡Papá! ¡Papá!" (Por ese en­tonces su padre estaba lejos del hogar). Esto, y el juguete al que llamaba "El ómnibus rojo de papá", desempeñaron un rol de impor­tancia en el análisis llevado a cabo durante ese período. Se sucedían las pataletas cuando el pequeño se daba cuenta de que esos elementos no eran parte de él, por lo que no siempre hacían su voluntad. En­tonces decía "¡Roto! ¡Se fue! ¡Caramba!" en tono muy dolorido (mayo­junio 1952). Por primera vez utilizó el pronombre personal cuando, en medio de una de esas rabietas, rompió el "ómnibus rojo de papá". Entonces dijo: "¡Yo lo arreglo! ¡Yo lo arreglo!" (Sesión 118).

Lunes 26 de noviemlJre ( Sesión 130) .

Un día, tras producirse algunos cambios en la manera en que habitualmente se llevaba al niño al consultorio, éste se mostró acongojado cuando el padre por poco pierde el equi­libro sobre el escaloncito de entrada, al decirle a Juan adiós con la mano dejándolo en el consultorio. En el curso de esa sesión el pequeño, aparentemente, trató de demostrar que Jos movimientos de su propio cuerpo podían mantener 'vivo al padre. (Por ejemp1o, saltaba sobre el diván diciendo: "¡Pa-

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JoJiANCE TUSTIN

Al final de la

tardíamente, me di cuenta de que esos gritos nocturnos 111 • uopio d un pesadilla que de otra osa xpresaban ciertos tipos le 11 i ·dacl infantil que habían estado activos en relación con el pa-11 t e 1 "ónu ibu r jo de papá" y l botón sobr el almohadón, elemen-

l 1 to lo· llo qu parecían equipararse. Pero ante muestras de 11 i l 1d t,m difu a no pude, por ese entonces, entender lo que ocurría

li )· .. u i iente como para yudarlo a manejarla. • 1 tinua ión tran cribiremos n detalle el informe sobre una se-

1 11 e 11 • tuvo lugar quince meses después de iniciado el tratamiento. •u c·l cu1 o de sa esión, distintos tipes de ansiedad que se habían

J 1 tmrntiad n ion s anteriores salieron a relucir todos juntos y f 1 1011 mauif stados on mayor claridaq por medio de palabras y ju­' U l . Las p rsona eran ahora identificadas en su calidad de tales, y J palabr · no entremezclaban tanto con los objetos materiale . hl ulismo, p r lo tanto, había disminuido.

.~ d ~ 'ne ro de 1953 (Sesión 153).

( Anl d registrar lo ocurrido en el curso de esta se­sión cabe advertir que en el mes de diciembre Juan había visto cómo un bebé era amamantado por la madre, y había demostrado gran interés por lo que ocu-. '-:. Y o no utilicé nunca la palabra "p cho", e ignoraba si el pequeño la cono­cía. Surgió e pontáneamente como parte del material pro­ducido por el nir1o.)

Con gran cuidado dispuso cuatro lápices de colores en orma de cruz y dijo: "¡Pecho!" 'focándose su propia boca,

agregó: "¡Botón en el medioF' (Interpreté lo ocurrido como deseo de Juan bebé de ha­

c rse un seno para sí, a partir de su propio cuerpo.) Entone s agregó varios lápices más de manera rápida

y descuidada, haciendo más grande la cruz desvencijada. Al hacerlo exclamó: ''¡Hacer un pecho más grande! ¡Hacer un p cho má grande!"

( lnt rpr té lo ocurrido en función del deseo de Juan b b' d t ner un seno más grande de lo que en realidad podía dar e.)

Lleno de furia le asestó un golpe a los lápices, que se parramaron sin orden ni concierto obre la mesa. Dijo:

'¡Pecho roto!".

Atn'ISMO Y PSICOSIS INFANTILES 23

(Interpreté Ja ira de] bebé como generada por el he~bo de que no pudiera tener un seno tan grande como hubiera deseado.)

Dijo: "¡Lo arreglo! ¡Lo arreglo! ¡El agujer~ se ..fue! ¡FJ botón encima! ¡El agujero se fue! ¡Botón encima! .

(Lo interpreté como el deseo del bebé de tener un seno que pudiera hacer o romper a voluntad.)

U na vez más vo]vió a desparramar de un goJpe todos los lápices sobre la mesa, y dijo: "¡Roto!" Entonces abrió y cerró una caja de madera dando golpes que partían los tímpanos.

(Interpreté Ja ira del bebé como generada por el ·hecho de que no podía tener un seno con el que pudiera hacer cuanto le viniera en gana.)

Volvió a decir "roto" y marchó en dirección al paragü~­ro situado en el consultorio; puso Ja mano en la cavidad en sombras, para guantes, se estremeció, y anunció: "¡Pecho malo! ¡Botón se fue!".

(Interpreté que la ira generada por el hecho de que d seno no Je dejaba hacer cuanto le viniera en gana con él, le hacía sentfr que había hecho un pecho que no valía nada, con un agujero en vez de botón.)

Se dirigió al estuche, y sacó un pedazo de cartón gris sucio y el cocodrilo. ( EJ cocodrilo estaba asociado con heces duras que parecían morderle la cola.) Los colocó en la caja que antes cerrara con un fuerte golpe. Señaló la cinta adhe­siva en Jos bordes de] cartón y dijo: "¡Helado! ¡Helado!". Luego agregó: "¡Pecho malo! ¡!Botón roto!" Deslizó el coco­drilo en torno a] cartón, como si estuvies patinando sobre el hielo, y e] rostro se le puso frío y pálido.

(Interpreté sus emociones en e] sentido de que al rom­per el seno había hecho un pecho de hielo malo, que no le servía de consuelo alguno cuando esta ha solo). (Quería sentir que tenía el botón en el ojal.)

Ahora que la transferencia infantil quedó perfectamente estable­cida y los distintos tipos de ansiedad se vieron "contenidos" en el aná­lisis, la conducta del niño en el mundo externo mejoró notablemente. Se mostró dispuesto a someterse a análisis y efe tuó grandes progresos a pesar de ]as enfermedades de Ja familia, lo~ cambios introducidos en la manera de traerlo a] consultorio y la situación de duelo sufrida en el seno de la familia. Comenzó a ~dmitir su situación de dependencia y desamparo, y en relación con las cosas que estaban fuera de su poder <lío en decir: "¡No puedo hacerlo! ¡Por favor ayúdeme!" El ritmo de su progreso se mantuvo mientras Ja madre y la hermanita menor fueron de viaje a) extranjero, período durante e] cual el pequeño quedó al

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pr ujo una lamentable ruptura en

sión 194) , p r medio de un diagrama, cuál era el día en ría l análisis, tras las dos semanas de vacaciones cua. Circunstancias de familia impedían al padre tr rlo al consultorio hasta una semana después. Por aña-didura, había quedado con s.us abuelos durante una semana. A su regreso me sentí espantada. El pequeño, helado, parecía traumatizado. Caminaba con paso mecánico, tieso. Apenas si podía balbucear alguna palabra. Se hallaba, verdadera­mente, en las garras .de un "pecho malo, helado". Esto no brindaba ningún consuelo al "pobrecito Juan, el bebito que dejaron solo en una isla" (como él mismo manifestara pos­teriormente) .

A medida que cedían las tensiones corporales, los gritos nocturnos se convirtieron en hecho tan cotidiano que el psi­quiatra que me había remitido al pequeño prescribió un somnífero. A los gritos, en un verdadero paroxismo, el niño tenía alucinaciones en las que veía pájaros por todo el dor­mitorio, y repetía algunas de las frases que había proferido durante su primer ataque. Los pájaros amenazaban con picarlo y le causaban profundo terror. No obstante, gradualmente co~nzó a llevar una vez más su ansiedad infantil al contexto del análisis. Nuevamente procedió a establecer las diferenciaciones que había estado haciendo desde que por primera vez exclamara: "¡Se fue!". Comenzó a entablar una relación más real con el padre, no tanto ya en función de un "objeto'' que podía romperse, como un botón. Aceptó el hecho de que el espacio y el tiempo lo separaban de mí. Clasificó las experiencias en categorías tales como "lindas" y ''feas", y a la gente en "mala" o "sen­sata'' según hicieran o no lo que él deseaba. Se produjo una diferenciación transitoria entre la realidad y la fantasía. A vt' es decía: "Es un cuento" o "No es verdad"". Me refirió n:iás detalladamente los terrores ilusorios que habían dado origen a las enigmáticas frases pronunciadas en medio de sus ataques nocturnos de gritos. (Ni él ni vo desechamos la verdad p íquic-:l; simplemente . estábamos tratando de resta­blecer el mun4l,> del sentido coinún.) Comenzó a asociar el uso defectuoso de los objetos con el hecho de. que estuvieran rotos. En relación con el trompo, manifestó: ¡Está roto! ¡Los trompos no caen sobre la al­fombra! ... Hacia el final de las sesiones a veces me daba a entender que, a su modo de ver, yo lo dejaba porque le faltaba

AUOSMO Y PSICOSIS INFANTILES 25 lguna de sus partes o porque era un ,~cabrito malolient_e:'. A veces fingía hacer trizas la "hediondez (palabra que utilizara ·n relación con las heces duras que le lastimaban el ano- el cocodrilo del material anterior) y dejarlas caer so~re la pe­chera de mi vestido. A veces se li~raba de su propio. sentido d estupidez diciéndole "t?nto" y "malo" al padre,. y a~1gnando a su hermana Nina y a mi misma todas las expenenc1as desa­gradables que él no quería padecer. De esa manera dio rienda suelta, daramente, a su fantasía de romper partes de su propio cuerpo, arrojándolas a otras personas.

art6 28 de enero de 1954 (Sesión 360) La relación existente entre esta fantasía y sus experien­cias infantiles y el efecto que ejercieran sobre su I?undo interno, fuero~ una vez más ejemplificados por medio del juego con )ápices de colores, que dispuso de maner~ tal de hacer un seno. (Esta era la primera vez que lo hacia desde la ocasión anterior, ocho meses atrás, antes d~ l.a lame?ta­ble experiencia de separación). Señaló los lapices cmda­dosamente dispuestos y dijo: "¡Pecho!". Entonces, tocándose la boca, agregó. "¡Botón en el medio!". Luego, colocando un lápiz en el medio, anunció: "¡Cohete!". Llamaba al t<>?o "Pecho de fuegos artificiales". De esa manera, lo relacio­na ha con el dibujo de un objeto en forma de cupula y con una "hediondez" marrón y roja que le ~alía por arriba, _f~g~ a la que luego dio en denominar Fuegos de artihc10 · (Había sido dibujada después de una de. sus pataletas, cuando yo no le dejé usar mi mano. como . s1 fuer~ la s~y~ propia.) Agarrándose,, la boca col?,o s1 est~~1e~a •• hendo, d110. "¡Pincho en la boca! . Y luego: ¡Se cae!,, . .,. ¡Botones ro-tos!" . . . "¡Feo agujero negro en mi boca! . L_!le~o, en tono alarmado, preguntó, sosteniéndose el pene: ¿Pipí todavía aquí?", como si pudiera no estarlo.

Miércoles 29 de enero de 19..54 (Sesión 361) En relación con· ~l trompo roto, dijo: "¡Trompo roto! ¡Gente mala viene a hacérmelo estallar!". Entonces se pro­dujo algún material sobre la "hediondez" y el h~cho ~ agujerear el botón y hacer "Un agujero negro en m1 hoc~, · Lo interrogué en relación con el agujero negro y respond10, con toda sencillez: "Cuando las cosas malas se queman se ponen negras". Y añadió, cpn voz triste: "Mis sueños lindos se hacen sueños feos", para luego acotar, iluminándos 1 1 rostro: "Tengo mis sueños feos con Tustin". Un bu n di las explosiones de gritos, las frases enigmática y rt d 1

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h J<~RANCES TUSTIN

fanta ías previas hicieron su aparición todas juntas, n el curso de una misma sesión.

} 1 , 6 de febrero de 1954 ( Sesión 367 )

Cuando abrí la puerta vi que gritaba como enloquecido; al caerse y golpearse la cabeza le había dado una pataleta. No había signos de herida, pero parecía sacudido por el páni o y Heno de furia. Cuando dejó de gritar lo llevé al onsultorio. Sin sacar nada del estuche de los juguetes, se

dirigió directamente a la mesa, para hablarme. Dijo: "¡El tón rojo se fue! ¡Se cayó y e hizo un chichón!". Se

. ñal6 entonces ambos hombros con un movimiento semi­·ircular y dijo: "Tengo una buena cab za sobr los hombros. No se me puede caer. Me crece sobre los hombros". Luego · r gó: "Fue la vereda mala, me golpeó". (Dije que me p r ía que estaba tratando de referirme el temor que había ·xperim ntado cuando s cayera frente a la puerta.) Tocán-o la boca, manifestó: "Nina tiene un agujero negro.

Tien un pincho en la boca. ¡Botón roto! ¡Feo agujero n •gro!". (Debería d haber interpretado, en ese momento, qu trataba de sus propias experiencias desagradables, d las que intentaba deshac rse atribuyéndolas a Nina; pero s me pasó.)

Luego tomó el tractor de plástico, un juguete al que h bía atacado sin remordimiento alguno. Tocó el eje de plástico que en realidad no era muy agudo; pero, no obs­tant , estremeció vivamente y dijo: "Tractor malo, duro, pin ha". L lanzó un escupitajo como si se tratara de algo repugnante. Comenzó entonces a retorcerse, y dio fuertes rit . (Me reproché a mí misma por no haber intentado xpr sar sus sentimientos por medio de palabras, con lo

cu l posiblemente le hu hiera ahorrado la necesidad de tener <JU darles expresión por medio de una acción violenta. ) Mucho me temía que se cayera de la silla, de manera que, d sviándome d mi procedimiento analítico estricto, lo puse sobre mis rodillas y comencé a interpretar lo que decía entre

ritos. Las interpretacione hacían referencia al hecho de u • ] botón era parte d su boca y a los sentimientos des­

tru tivo qu comenzó a albergar cuando de cubrió que no era así. Sintió entonce qu en lugar de un lindo botón tcmí un agujero negro y un pincho muy f o. Y que escupía o a horrible en la muñeca-beba que, a su entender, ]e

1 bía uitad el botón. Pero entonce tuvo ]a ensación de ' ta trataba de d vo]verle los scupitajos, y su fea boca m "i ha a un montón d aves en vuelo. (Hemos obte­

mat ria] n l ual quiparaba a lo pájaro en vu lo

AUTISMO Y P3ICOSIS IN'FANTILES 27

con bocas.) Sin l botón entía que podían herirlo. Tenía miedo de perder la ca za o el pene, de la misma manera en que creyó haber p rdido el botón.

Dura n'-e la. do s sion s siguientes tuvo miedo de determinados obj tos que había en el consultorio· uno era la oscura cavidad de los

uantes; olro, una cañería colocada cerca del cielo raso, cuya forma re­< ordaba a la de un pene; y un tercero era el ''balde de agua suciaº. P ro al cabo d e a esione · ya no hubo gritos nocturnos. (Se oyeron una vez más tras unas vacaciones particu!armente inquietantes, cuando se discutía el problema de terminar el tratamiento). Las alucinacbnes d apar cieron y por lo que sé, desde entonces no volvieron a afligir!o.

El trat2rniento concluyó cuando Juan contaba seis años y cinco m ses, más temprano y de modo más abrupto de lo que. me hubiera gradado; pero los padres del n{ño insisthn en ponerle fin, particular­

rn nte en razón de que la necesidad de la psicoterapia ya no era tan obvia. Juan a istía a una . e cue:a para niños normales, en la cual se informó que no difería marcadamente de otros peq.ueños. Estaba ha-·iéndose de amigos, disfrutaba de su vida en la scuela y aprendía con nvid z. Su vocabula-io era considerable1rente más am¡:1io· que el de la mayoría de los niños de su edad, pero esto no es de sorprender, por uanto los padre eran ambos muy inteligentes.

Seguía siendo bastante "remilgado" en lo que a alimentos res¡:3cta. ,uando se veía sometido a tensione tendía a tartamudear y tenía difi­

cultades para dormir. Los síntoma restantes me inducían a continuar 1 tratamiento pero, como existían signos indicadores de que estaba en­

trando en un período de latencia, y como era mi impresión que sus J?adr s esta han sumamente deseosos de tener a Juan para sí, di mi con­formidad en relación con la finalización del tratamiento, con la adver­tencia de que tal vez sería aconsejable suministrarle ayuda adicional 11 gado el período cfo la adolescencia.

ANALISIS

f,,a experiencia del sufrimiento en Juan

Las descripciones de un niño tan pequeño probablemente nos llevan tan cerca como podamos estar de la experiencias cruciales ocurridas ant s de que supiera expre ars por medio de palabras o pensamientos.

a esencia misma de la ituación que provocaba su dolor fue expresada el man ra cabal p r las primeras palabras que el pequeño pronunciara: "¡ fue!", "¡Rotol' y "¡Caramba!'. Dichas exclamaciones parecían evo­car momento de su infanc_ia en que la pérdida y destrucción del "bo­t nº había dejado un "agujero negro con un pincho muy feo". Con

' palabra enunció Juan su experiencia intolerable y no formulada nnt s r pecto de la cual su retraimiento autista había servido como b rrera de prot cci6n. Ahora era capaz de com n tr r d Ja x

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o para hacer que yo misma me com-tt111>rt1sa1rse la persona en un nivel preverbal resulta

nali~r una situación; y parece apropiado, un lengua1e más evocativo que teórico.

·· s siones en que el pequeño representó el seno • . lápice~, de colores (sesiones 153 y 360); se verá,

1 ho malo con el agujero se convierte en el "pecho Uficio" con los cohetes "hediondos" que allí plantara el tos e~taban as?,ciados con .s~s descargas explosivas, por

1 bietas o pataletas . En la ses1on 360 se ilustra cabalmente r fu i~n existente entre el seno materno y las partes del propio cuer­f ntJJ. En el curso de esas dos sesiones, así como en la sesión 367

f~1curri6 en la fantasía (la que a veces di en interpretar como aluci~ 11 c•Ó?) de lanzar en una explosión de saliva y ·heces el "botón" que no s de1aba moldear por el niño ni permanecía en su boca. A semejanza del trompo silbador, es arrojado lejos en un paroxismo de terror y rabia porque no hace la voluntad del pequeño. '

En la sesión 387 se ilustra una vez 11Jlás la relación existente entre su propia imagen corporal y su representación de un seno femenino Fue al comienzo de esa sesión que la verdad "mala" escapó a su con~ tto] Y lo golpeó. En el curso de dicha sesión resultó evidente que el niño había creído perder una parte de su cuerpo. En su congoja no sabía a ciencia cierta cuál parte del cuerpo se le había "ido". ¿&'a la c~beza? ~El pene? ¿O ese "botón" todopoderoso? ¿I-tabía explotado y s1~0. arro1a.do de su cuerpo ,en el estallido que le permitió ''descargarse"? M1 1mpres1ón ( qm: no pod1.a compartir con nadie por falta de pruebas) era. que el pequ~no exFnmentaba sus gritos como si fuesen objetos sóhdos y punzantes, e~mt1dos por su boca, ese agujero negro y redondo. (En e~ curso de. s?s1ones posteriores, que aquí no reproducimos, el peq~eno me e~phco que siempre evitaba mirar a la gente a los ojos de~1do al aguiero negro que tenían en el medio". A medida que su

ansiedad al respecto comenzó a ser elaborada en el curso del análisis empe~ _a mirar el rostro de la gente de la misma manera que lo hac~ Lodo ~mo normal.) . E~ material present~do en este capítulo permite implicar que las se~1sac1~nes anales experimentadas se extienden a la experiencia oral pru~1ana que parece afectar todo orificio de su cuerpo. Este, plagado de -puntos sensibles, parecía enfrentar un mundo exterior lleno de ne­gros a~ujero~ amenazantes. Por medio de una identificación llena de empaha l~gre, aparentemente, captar los dramas elementales y sin pa­labr~~ denvad~s de ~~s sensaciones e~perimentadas por su propio cuer­po, siendo el botón producto de dichas sensaciones corporales.

El "botón"

. El "botón"~ cuya pérdida provoca dolor, parece ser una ilusión om­nipat~ote surgida de la confusión existente entre madre y bebé en

AUTISMO Y PSIOOSIS INFANTii.a 29

ción de partes y sustancias del cuerpo que guardan cierta similitud el pezón. En su manera inimitable, Winnicott ( 1958, pág. 239)

ocia del siguiente modo dicha situación, difícil de expresar con 1 bras: "Psicológicamente, el bebé toma algo de un seno que es parte s( mismo, y la madre da su leche a un bebé que es parte de ella

l a. En la esfera de la psicología, la idea del intercambio se basa una ilusión". En lenguaje teórico, el "botón" parece ser cabalmente descripto por

1 concepto de Mahler del "objeto amoroso simbiótico". Mahler postula 1 º'simbiosis madre-bebé" como condición de la primera infancia. Al

ferirse a la fase de "separación-individuación,, durante la cual, en pa­l bras de la autora, "el niño rompe el cascarón simbiótico~, Mahler se

playa sobre el "dolor" del bebé ante la pérdida de lo que da en deno­minar "objeto amoroso simbiótico". Define dicho objeto como "fusión

1 sí mismo y las representaciones objetales .. , y escribe ( 1961, pág. 341):

... la representación mental del objeto simbiótico se halla fi­jada de manera sumamente rígida y permanente a la repre­sentación primitiva del sí mismo. Cuando, en el curso del proceso de maduración, el yo se ve enfrentado con el hecho incontrovertible de la separación, las representacio­nes simbióticas fusionadas de sí mismo y objeto no dan lugar a un progreso en pos de la individuación. Observamos entonces reacciones de ira y pánico ...

Parece factihle qne la ilusión alentada por Juan en relación con el "botón", que surge en una etapa en que las partes del cuerpo se ha­llaban escasamente diferenciadas, sería elaborada y mantenida por sen­saciones derivadas de objetos en forma de pezón en su boca y otros '·orificios'' del cuerpo. Las manos y la boca podrían sentir objetos rio corporales que guardaran semejanza con el pezón; la lengua, la saliva, Jos labios, las heces, las mucosas y el acto de succionarse los dedos podrían, todos ellos, suministrarle sensaciones reminiscentes del pezón. Por experiencia sé que buena part.e de la ilusión del "botón" parece sur­gir de la combinación pezón-lengua.

El "botón" también parece sqrgir de una pauta innata de búsqueda del pezón, que volvió a cobrar forma en el curso del tratamiento. Dicha pauta innata parece revestir un significado básico en las actividades de búsqueda del pechp. Las observaciones de Piaget sobre .bebés peque­ños complementan y confirman inferencias al respecto derivadas de materia] psicoanalítico. En ese sentido, el investigador descubrió que el bebé ha de . buscar una mamadera oculta ante la visión de un seno, o un ganso o cigüeña ante la visión de cualquier objeto en forma de pico; vale decir que los objetos que guarden similitud con el pezón evocan esta respuesta ( Piaget, 1954, págs. 29, 31 y 39).

Arios de intensa labor con niños autistas me han llevado a pensar que dichas respuestas intelectuales innatas son experimentadas por el

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ANCES TUSTIN

) • pulsado del cuerpo, una suerte de ·seudópodo ·i el mundo externo, lo moldea y es moldeado por presión "formas innatas" con el fin de describirlas.

in latas parecerían constituir eJ precedente físico de UillJrru<;tnto y faqtasías más tardíos. Parecen ser moldes flexibles que

nna a la experiencia, en un nivel primitivo de desarrollo emocio­y son modificados por la experiencia conformada de esa manera.

:u 1do una forma innata parece coincidir con una correspondencia del mundo externo, el niño tiene la ilusión de que todo es sinónimo de la materia propia de su cuerpo, y que la continúa. En estadios primitivos las tendencias de búsqueda de pautas son activas pero, siendo iqínima Ja discrimfoación, cualquier parte del propio cuerpo del sujeto, o del cuerpo de otras personas, u objetos del ambiente, puede ser equiparada. De esta manera puede percihirse al pezón como parte del mismo cuerpo de Juan, en razón de que -los dedos pueden equipara1·se a la forma innata del pezón; la perilla del trompo silbador se asimilaría a esa forma; el pene, Ja lengua, la materia "hedionda", etc. podrían todas equipararse entre sí y con aquél. Tales ecuaciones sin modificar llevaban a un esta­do de confusión física que presagiaba el posterior estado de confusión mental. En este estado, objetos vivientes e inanimados eran tratados prácticamente de la misma manera, el padrn podía ser equiparado a un botón en un almohadón, y podían sucederle las mismas cosas. En el período confuso durante el cual se obtuvo este material, aparentemente Juan utilizaba partes de su cuerpo, y objetos externos percibidos como parte de la materia del cuerpo, para Ja manipulación de lo que poste­riormente se trocaría, por medio de un proceso de abstracción, en con­ceptos mentales. (A semejanza del niño que se vale de sus dedos o de palillos para hacer operaciones de aritmética que más adelante ya es capaz de "hacer en la cabeza".)

En esos primeros días, cuando por fuerza el pequeño debió admitir como un hecho la separación ·existente entre su cuerpo y el mío, parecía experimentar las palabras como si se tratase de objetos sólidos. Cuando · se le informaba acerca de la tenni:aación efe una entrevista, o una inte­rrupción del tratamiento debido a las vacaciones, daha un respingo, como si le hubieran clavado algo en el cuerpo. Parecía interpretar esas separaciones, de manera totalmente correcta, como objetos rotos que le introducían en el cuerpo. Resulta difícil determinar cuál es la mejor manera de analizar estos estados, cuya característica singular reside en que los sentimientos parecen experimentarse como entidades físicas. La ausencia significaba que alguien se había "ido", y lo "ido" era un objeto roto, "un agujero negro" lleno de "pinchos muy feos". El observador podría hablar de "depresión'', pero para JuaP se trataba de un "agujero negro.,; la "persecución" era un "pincho muy feo"; la "desesperación" se percibía como el acto de introducir en su cuerpo irreparablemente quebrado un objeto roto y sin posibilidad de arreglo. El pequeño no "pensaba" en esas cosas, sino que le parecía que eran incorporadas a su propio cuerpo. Cuando desaparecía el "botón", la ansiedad se convertía

AUTISMO Y PSICOSIS INl"ANTILES 3i

un objeto físico incontrolable. El dolor de la pérdida parecía xpe­ntarsc más como algo físico que como algo mental.

't1g11fero negro"

Esta i]usión parece haber sido el elemento significativo que desen­l nó . u retraimiento autista característico. Eso es lo que quedaba ndo el "botón" se había "ido". La situación no implica, simplemente, mscncia de cosas "lindas'', como podría esp0 rarse desde el punto de

v sta intelectual, sino Ja aparición de presencias físicas horrible forma­s <'n función de sustancias corporales (mis palabras entraban dentro

< "a categoría). Todo e1lo se asocia con objetos que no se encuen­t 11n bajo el control estricto del pequeño y que, en consecuencia, hacen osas inesperadas y le provocan sobre~altos. Se asocia, por ejemplo, • n el trompo que se niega a girar, mi mano que rehúsa a hacerlo girar, ·I ··botón" que no quiere seguir formando parte de su cuerpo. El pánico

I· ira experimentadas ante esa frustración le hacen sentir que el objeto 'm do" es despedido del cuerpo en virtud de una explosión. Rank y

·Naughton ( 1950) informan acerca de un niño "atípico" que, tras una e• plosión de pánico y cólera expresada por medio de una de sus rabietas. . refugió en los brazos de la terapeuta y exdamó, entre sollozos: "¡Se l yó una pieza! ¡Se cayó una pieza!" (pág. 63). Cuando n el curso < J análisis Juan experimentó ese tipo de ansiedad, en su confusión

ff ica se tocó el pene, como para asegurarse de que aún estaba en su ilio. Obviamente, no se trataba de la ansiedad de castración propia

un niño neurótico sino, en apariencia, de un ejemplo de mat rial •udofálico asociado con una ansiedad de tipo oral.

El material recogido sugiere que son muchos los elementos reuní­os en torno a las experiencias boca-pezón (seno-lengua). Otros pueden

. ur~ir en etapas posteriores. Tal vez el uno pueda ocupar el lugar de ualqui r otro. En relación con esta experiencia nodular parece darse

una clasificación primaria en "lindo" y "feo" (liso-áspero; blando-duro; ómodo-incómodo). Lo "lindo'' es todo material liso y suave que puede

moldearse en función de formas innatas y que, de esa manera, parecería < ntinuar la materia del cuerpo. En este estadio se afin:J!a la pauta de bú ·qu da del pezón, pero ciertas pautas innatas no modificadas p()r una . ituación de crianza razonablemente firme y coherente generan expecta­tivas estereotipadas y poco realistas. Estas expectativas parecen experi­mentarse como una excitación corporal. Lo "feo'· es aquella sustancia dura que no puede moldearse a los efectos de formar parte aparente de 1 materia corporal; aquello que "no soy yo". Dicha experiencia se visualiza como una ruptura en la continuidad física, un daño corporal, un agujero, y par ce generar una sensación de desamparo, provocar una . acudida". Todo ello imparte su cualidad característica a la depresión

psicótica. Rank ( l 949) cita a Mahler y coincide con e11a en afirmar que "los

Í< nómenos afectivo-motric s parecen se- expresiones de cólera" (pág. 44).

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32 FRANCES 'IUSTIN

Asimi mo, coincide con Mahler al sostener que en e] niño psicótico "las reaccion ~ en forma de 'pataletas' manifestadas ante una interrupción .. . par n ser más expresión de pánico que de ira, como si el niño se sintiera amenazado por e] peligro de aniquilación" (pág. 44). El material re]ativo ~Juan sugie~e que1e~ pánico y la ira, a los que se daba expresión por med10 de explosiones f1S1cas, eran los responsables de que el agujero fu~ra un orificio "negro". Parece sugerir, asimismo, que como sujeto y ob1eto se ha11aban escasamente diferenciados entre sí: cuando el niño "aniquiló" al objeto "malo", él mismo se sintió amenazado de "aniqui­lación" (sesión 361). . La Ja~?r 11~~-vada a cabo con Juan sugiere, asimjsmo, que este "agu­jero negro abierto como resultado de una frustración puede repre­sentar una. ~~rtu?i.dad o una amenaza para él. Bion ( 1962) demuestra que Ja decision cnhca para e] desarrollo reside en que se evada la frus­tra~ión, o bien se efectúe 1:1n intento por modificarla (pág. 29). El autismo representa .el intento de Juan por evadirla. Parte del material que ilustra e] caso refleja sus intentos por encararla por medio de una proyecció~, explosi~~ .. ( sesio~~s .. 23 y 367) ·,, Por otra parte, sus primeras palabras ( ¡.Se.fue! , 1.Roto! , ¡Caramba! ) demuestran que, en cuanto desarroJló Cierta capacidad, aunque limitada, para soportar al "agujero negro", el. pequeño se vio es!imulado a en

1

tablar contacto con su terapeuta como ob1eto separado y diferente de si mismo. (Véanse también se­siones 153 y 360). A la luz de las experiencias recogidas con otros niños no parece ser mera coincidencia el hecho de que precisamente en eÍ ~urso de esas sesiones recibiera experiencias referidas a un "seno". Es ~vident~ ~u~ el enta~lar ~ontact? C?n lo que .. no soy y~" ofrece posibi­lidades ilumtadas mas alJa del s1 nusmo, pero, como vieramos, el terre­no se halla sembrado de .obstáculos, puesto que todo aquello que no logra moldearse y convertirse en parte de la materia corporal se trans­forma e~ ,objeto hos~~· imbuido ~e todo e) terror y la rabia que provoca. La relacion rna~r;-.h110 aparece importante para amparar al niño en su paso por esta dificil etapa de transición.

J_,a relación ·madre-hijo

~n muchos los autores que estudiaron Ja temprana relación ma­dre-h110 ~ntablada en el caso de los niños autistas. Entre ellos se cuentan Kanner ( 1943, 1944), Bergman y Escalona ( 1949), Rank y McNaugh­lon (1950), Mahler (1952, 1961), Rubinfine (1961), Meltzer (1963). ~ n:iayona de esos autores parecen coincidir en que Jos factores cons­t1!'11cionales de) ·bebé son importantes para e) desarrollo del autismo. TischJ~r ( 1964) Jeyó un trabajo conmovedor en e) Sexto COngreso In­temac10nal oe, Psicoterapia, concerniente a algunos intentos de esas madres desesperada~ por entablar contacto con sus inaccesibles hijos. .Meltzer ( 1963) sostiene que esos niños por Jo genera) nacen "en un período de separación o disturbios paternos, caracterizado, en particu­lar, por 1a depresión de la madre". Mi experiencia confirma esta aseveración.

A llTJSMO Y PSICOSIS INFANTILES 33

historia del caso reveló que la madre de Juan enfrentaba dificul­mbientales que la hacían sentirse insegura y llena de zozobra, bstacuJizaban todo intento por forjar una relación satisfactoria bé. Pero, amén de esas causas más obvias de inseguridad, puede

ufrido el tipo característico de depresión posparto que la llevara ir que, al dar luz al bebé, había perdido parte de su propio . (Hayman, 1962, págs. 135-9; Mahler, 1963, pág. 316). Sus

--.n1111&!'1i ansiedades no resueltas en torno a esa pérdida, aunadas al hecho había recibido escasa ayuda del ambiente para soportarlas, le

difícil tolerar un tipo de ansiedad similar en el bebé. Por añadi­Juan era un bebé dotado de muy escasa capacidad ?e respue~ta;

ncebible que, como resultado de su chupeteo débil, la pérdida ) ho materno haya sido una característica constante de su infancia.

1 ornar conciencia de esa pérdida el bebé debe haber percibido su io desamparo que le impidiera reemplazar algo ya "ido". En los estadi~s más tempranos de Ja infancia la coincidencia de

t innatas con correspondencias. en el mundo externo parece ser rimera "situación sostenida" que vive el niño. "La madre coloca su ho real precisamente allí donde el bebé está listo para crear, Y e~

1 momento oportuno" ( Winnicott, 1958, pág. 238) .. fyfadr~ y. bebe, zón y lengua, trabajan juntos con el fin de producu una ilusió11 de

·ontinuidad, y confirmarla. Tanto Winmcott ( 1958, pág. 238) co~o Hner ( 1955, pág. 100) han subrayado la importancia de tener ª?1pho rgen ~e oportunidades para crear dicha ilusióa durante la pnme~a

f fancia, y señalado los peligros del choque brusco q~e puecl~ producrr· al sufrir una separación prematura. Pero las cornc1dencias no son

i mpre exactas ni están siempre prontas a aflorar~ y Bion ( 1961, 1963) facilitado nu~stra comprensión de esa situación temprana delineando

t] rol de la madre como "recipiente" de la ansiedad infantil. En la más temprana infancia la falta de discriminación del be~é y

la adaptación de la madre, producida a raíz de su identificación ernpá­tica con él en forma de ''ensueño" (füon, 1961, pág. 399), contribuyen a r ducir a un mínimo la brecha abierta entre las ilusi'ones primitivas y Ja realidad brecha ésta que puede producir una explosión. Esta reci­procidad e~pática alienta la ilusión de una continuidad física y gradual­mente aclimata la pareja madre-lactante en relación con la realidad oscuramente captada de su separación. Permite a la madre apoyar a su bebé a través del estado de turbulencia surgido al tomar conciencia de

, esa separación; separación que parece experimentarse como ruptura de la continuidad corporal, como pérdida de parte del cuerpo. Los cambios de estado, por ejemplo de "botón . en la boca" a .. botón ido", inevitablemente generan tensiones que son experimentadas com? .una turg,encia corporal, que podrá aliviarse por medio de descarg~s ÍISJcas. A una madre llena de infantil inseguridad, no formulada e msoporta­ble, así como carente: de apoyo para soportarla, le resulta difícil

1

acep­tar esas "proyecciones" del bebé. En palabras de Winnicott, le resulta difícil dar ·1ibertad al bebé para que se mueva, actúe, se sienta excitado"

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FRANCES TUSTIN

( 1958, pág. 310). Cuando el pequeño es particularmente ansioso por naturaleza, se produce una situación inquietante. Se visualiz.an las ex­plosiones en función de una ruptura de la situación de lactancia, y las tensiones físicas como si se vaporizaran en e] "agujero" y ]o tornaran "negro". Además, no se percibe en dicha ruptura una situación "sos­tenida", aliviada y modificada par los oficios de una madre dotada de capacidad de respuesta, mediante lo cual aqué1la pone de manifiesto su experiencia, aceptación y comprensión de la situación; sino que, por el contrario, el "agujero negro" parece ser arrojado como una pelota entrn madre e hijo, a través de los canales físicos de la comunicación empática; y se produce la ruptura de los procesos puestos en marcha. El bebé se aparta de la madre y se da una proliferación de procesos patológicos centrados en el cuerpn, que serán analizados más detal1adamente en capítulos posteriores.

La capacidad requerida para apoyar a un bebé inseguro parece re­lacionarse con la capacidad de prestar atención. Una madre infeliz y 11ena de inseguridad sucumbe con suma facilidad a los ataques dirigidos contra su capacidad de prestar atención al bebé, de "sostenerlo" en su conciencia. Dichos ataques pueden derivar de sus propios problemas infantiles no resueltos, o provenir de hechos y gentes de afuera, o del propio bebé o, más a menudo, de una combinación de todos esos ele­mentos. En el caso de sus propios problemas infantiles no resueltos, a] experimentar por empatía el estado por el que pasa el bebé, comienza a preocuparse por el suyo propio; y de ese modo se desvía su atención, y sus pensamientos comienzan a extraviarse. Aparentemente. si, sin por ello tener culpa alguna, la mente de la progenitora se halla ausente, la situación anteriormente sostenida se quiebra de la misma manera que si se produjera una separación corporal traumática entre madre y bebé. E;; factible que dicha "situación sostenida" resulte afectada por la rela­ción existente entre los propios padres, en el sentido de que esta última afecta la manera en que la madre responde a un bebé que es consecuen­cia de aquélla. Una ruptura en la situación sostenida significa que el inocente bebé queda solo para soportar ansiedades intolerables. Las tensiones y esfuerzos a que se ve sometido se acumulan. Al seguir utili­zando su propio cuerpo como si fuera el de su madre, y éste como si fuera el suyo propio, el pequeño se ve protegido por una ilusión de continui­dad. pero sigue sumido en un estado no diferenciado de la madre, o confundido con ella. Cuando esa ilusión de omnipotencia se ve asaltada, la pérdida del "botón" lo deja expuesto a los sufrimientos y terrores derivados del .. agujero negro y el pincho feo". Siendo escasa la ayuda que recibe para tolerarlos, el bebé se ve impulsado a incrementar el uso de las sensaciones de su propio cuerpo, con los efectos acumulativos que ejemplifica el autismo. Juan ha perdido cada vez más el contacto con seres ·humanos corrientes que podrían ayudarlo, y se ve atrapado más y más por terrores asociados con el "agujero negro" -"un terror sin nom­bre" ( Bion. 1961, pág. 309). El temor realista a la muerte palidece por comparación con esas agonías y miedos. Como resultado de esa ansíe-

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tenido estancado en un estadio de su r cogedora , Juª~· s hadma: función de formas innatas, equipa-llo en que visu~ I~ :o o e o Había en él un anhelo dese~perad? l todo a la matena e dc~erl? . sobrevalorado que parec1a eqm-r un "botón" extraor mano y ' a un pezón-pene-padre omnipotente.

... ,,...me . . . l "botón" parece experimentarse como

'n los estadios pnmitivos e 1 d El material presentado en zo tangible y permanente con a m~ r:~tado por la ruptura de ese pítulo sugiere que el dolor ex17rn~ "lita la comunicación, debe rimigenio qu.e, a la vez quel a a~la~~n madre-hijo antes de que rarse, hasta cierto ·punto, en a r ' ormales de comunicación. iniciarse el desarrollo de ~armas ma.~:ción tiene relación con el o desarrollo de .las pa~tas . ~ dom~~~nal. Juan comenzó a utilizar ollo de un sentido de identi a pe él es eranzas de poder onombre personal cuando alent~rone 1~s" que~e sentía capaz de lar las cosas ( sesión ll8) · Esos arr g gradualmente comenzó a r, bien que de m~,nera º1!1ni~}:~::~; ~~ehallaban asociados con la iar que yo tamb1en f'!.~r,a,, erdid~ y soportar los terrores asocia­cidad de llorar por e ?n P , asar por una serie de procesos

con su ausencia. El pequeno parec1a p zas de encontrar el "botón" itivos de duelo; al abando~a~ ~~~~!it::ma como imagen fabricada 1 mundo externo, comenzo bl . d l "botón" como piedra angular r su mente. Al quedar esta· ~1 o e nerse en marcha nuevas pautas ) mundo psíquico de Juan parec1eronlpo d ma' s La situación analítica

. . ' ' mismo y con os e · comumcac1on c?n s1 . . 1 de cosa alguna que se pare-o le suministró mnguna ~xpenenc1a {ea ce caramelos alimentos ni ma­i ra al .. botón" (no se pusieron a su a e~~ ) sino qu~ simplemente, lo deras, ni se le brindaban besos Y cancias , ' d'da El equipo simple, yudó a tolerar sentimie.ntos relati~o:n:~~ap~: {0 ~osible), ]a adhesión

J regularidad de las sesiones (en a . ' . ilancia analítica y las in-una técnica disciplinada., la atenc1on" y ~1~ te" (una "cuna" en pa-' · · tr un rec1p1en ' l rpr "taciones parec1an sumlD.lS ar 1 ' . o infantil del niño pudiera 1 hras del mismo Juan) en el que ~ s1 d~srr;ensato en que los padres comenzar a crecer. Entretanto, e ~o medio y los seis años fue manejaron a su hijo entre los tr~s anos y uxiliar indispensable de la terapia.

N~

1 1 d .b . Juan realizó al aber que e La figura 1 reproduce e 1 UJO que d (Cabe recordar d 1 · l cabo de os semanas.

tratamiento habría e conc ~r a . ' había llevado el lápiz al papel que, cuando inició ~l tratamiento, J:ª~izo sobre el papel fueron unas por sí solo. Los ·pnmeros tra:os 1 tar sometido a tratamiento). El pocas líneas, al ca~ de un ano l' e ;s al cabo de tres años de iniciarse dibujo que r~produc1mosbfuedr~ad1za ºono logrado por Juan en el curso la psicoterapia. Da prue ª e esarr

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Figura 1. La gran ºmadre cisne'' fue dibujada primero. Al dibujar las alas el niño dijo: "Its wings" ( .. Sus alas") pronunciando como si dijera: "It swings" (Se balancea). El patito dibujado justo frente a la madre cisne era "un patito feo", con dientes. Al dibujar los otros patitos, el pequeño dijo que estaban conduciendo a la madre cisne: el marrón encabezaba la fila. Ei niño preguntó: "Durante el fin de semana usted descansa. ¿Por qué?" A continuación, y en Ja parte superior del papel, dibujó de manera descuidada otra madre cisne, sin pico, frente a un balde, y dijo: "&tá allí calentándose porque siente mucho frío". En seguida dibujó, detrás de la madre cisne grande y bien dibujada, ''un patito travieso que se escapó al bosque y se perdió, pero vino el papá cisne y lo encontró y el patiro se convirbió en jefe de todos los patos chiquitos". (Juan tenía 6 años y medio cuando hizo este dibujo).

del tratamiento y es signo de su inteligencia. Para quienes se hallen versados en la esfera de la psicoterapia intensiva, dará la pauta, asi­mismo, de cuál era el estado emocional del niño hacia el final de) tratamiento.· Parece indicar que, en momentos de tensión, aquél todavía tiende a devaluar la contribución materna a su bienestar. Esas actitudes elaboradas ante una madre producto de la fantasía significan que no puede sacar todo el provecho posible de la presencia de su madre real. Ello lo predispone a alimentar su depresión. No obstante, incluso en

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ibujo demuestra su percepció~, al re~pe.~to, da?o qu~ se df cue?¿ª llo lo convierte en un niño perdido . Hacia el fu~ de a sesi n u v eración !lena de arrogancia y afirmacióp de .Pº2eno .en el ~en­ue los patitos "la llevaban a la m~dre del pico se vio conside-1 e~te moderada. En el cuadro hay signos _de.que poco, a poco está ndo superar sus dificultades para comer, s1 bien todavia ~o ~a l~e­a manejar la situación. Por consiguiente, au~que Juan .ª me10-á allá de cuanto fuera previsible" (para citar al médico, de la n:::) ~para hacer uso ca?al de su talento indiscutible convendn~ que 1 iera ulterior ayuda mas adelante.