anttiropos - hum.unne.edu.ar
Embed Size (px)
TRANSCRIPT
ristóbal M e
PO LITANA
c .......-.x
l . N . ' W ) 1 Z T ~ C l M s l : r 1 ~ C i E n : a s ~ y ~
1
adrid, E spaña
a hablado m ucho, particulannente en el ám
bito anglosajón y francófono, del renacer de la geografía regional. T
ras varias décadas de descrédito, postergación :v abandono relativo, la producción de geografía., universales '\' los estudios m
onográficos de países, regiones y lugares específicos han experim
entado u n
significativo crecim iento, las lla
m adas disciplinarias a la recuperación de este género y hasta del estatus privilegiado que tuvo
en el pasado se h
an m
ultiplicado, al tiem po que el lenguaje y la nom
enclatura de la literatura geográfica (y
no geográfica) se llenan de referencias alusivas a la región o a lo regional. D
esde determ inados au
a reclam ado u
e hecho, u n
tras que otros h an
alentado la relectura y revisión (la «revisita», utilizando la expresión ingle sa) d
e la o b
ra d e los m
aestros de la geografía regional clásica y la oportunidad d e recuperar
algunas de sus señas distintivas. Y el m
ovim iento rebasa co
istoriadores, econom istas, politólogos, juristas, antropólogos, sociólo
gos, filósofos, etc., ap arte d
e los geógrafos, escriben y debaten en extenso hoy día sobre el
valor de la diversidad o sobre la renovada im portancia de lo local y lo reg
io n
los países anglosajones la eclosión d
e estas preocupaciones h a propiciado y consolidado la expresión <
m e\\' regional
género de trabajos interdisciplinarios, cad a vez m
ás co pioso, que replantea desde perspectivas teóricas novedosas las cuestiones relativas a las re giones, los regionalism
os y las identidades regionales (M orrisey, 1997).
L as causas, com
o las m odalidades de ese renacer, resultan bastante diversas. E
xisten, p o
ulos «externos» (en el sentido de extra-académ icos), derivados del
contexto social, económ ico y político reciente, en
especial de los países desarrollados. E
n el p
r los estudios y descripciones de lugares h a
respondido en p arte a la d
em an
d a turística procedente de los países europeos y norteam
eri canos: u
ro m
m id
o u
ilvina Q uintero, H
éctor M endoza. F
m e sum
inistraron sobre la evolución de la g~'Ogrdfía regional en A
m érica L
ard a su
sobre P ortugal; a E
ster saez sus observaciones sobre la bibliografía m ás rechenle; v a Josefina G
óm ez M
endm a ~. N
rtega C antero su m
agisterio: m uchas de las ideas que se exponen en esle capítulo surgiernn de intereses y reflexiones
estim uladas por am
bos, v en buena p an
e com partidas con ellos, en relación con la historia del pensam
iento geográfico.
T R
A T
A D
O D
E G
E O
G R
A F
íA H
U M
A N
lvarez
literatura o, en sentido am plio, de infonnación geográfica sobre países y territorios, ya sean
los propios, ya los lejanos y exóticos (O rtega V
alcárcel, 2000: 488 y ss.). E
n el plano económ
n lado, la crisis económ
ica general que experim
ayoría de los países capitalistas incentivó en ciertos ám
bitos -p articu
eino U n
-- el interés por la diversidad de res
puestas locales y regionales en el interior de cada estado, im pulsando los denom
inados «es tudios de localidades». P
or o tra parte, la globalización y la m
ovilidad creciente de los facto res de producción h
an reducido la capacidad de control de los estados sobre la econom
ía y presionan en dirección a am
pliar las diferencias de riqueza no sólo entre los países, sino tam
bién dentro de sus respectivos territorios (C ox, 1997; K
nox y A gnew
, 2004). E
n ese proceso, el papel de otros actores económ icos o territoriales, com
o las em presas
ciudades se h a increm
entado considerablem ente. D
edio se ha m
ultiplicado la creación de bloques o alianzas geoeconóm icas de escala
(tales com o el T
ratado de L ibre C
om ercio de A
m érica del N
sia-P acífico o
petir en el espacio m undial articulando m
ercados am plios y
estrategias conjuntas, en la estela del m odelo europeo. D
e otro, en el interior de m uchos
países, y en paralelo con ese «m egarregionalism
o» de alcance supraestataL las regiones y las
ciudades de m ay
ites de las políticas de cohesión y reequilibrio im
pulsadas a nivel nacional o supranacional en u n
m ercado progresivam
ente globalizado, com
bajadores cualificados; intentan explotar sus ventajas com parativas; o se afanan en estable
cer m arcos regulatorios y de asociación propios y diferenciados (R
odríguez Pose, 1998). L
os «estilos regionales» de hacer política económ ica y social se h
an m
istas vienen señalando «la reem ergencia de las econom
ías regionales» (en este caso subnacionales) com
o uno de los elem entos clave de la nueva estructura espacial de los
países m ás desarrollados (S
torper, 1995; O m
ipietz, 2000; A gnew
se «nuevo regionalism o» (de carácter económ
ico o funcional) y, sobre todo, esas nuevas lógicas de organización económ
ica, reflejan y se traducen, asim ism
o, en configuraciones, con-
e incluso m etáforas territoriales novedosos que enriquecen el lenguaje del análisis geo
regional: ejes, diagonales o arcos de desarrollo, redes, regiones pivotales y regiones virtuales, ciudades globales o ciudades-región globales, etc. (P
laza, 2000; B oisier, 1994, 1999).
P ero en el renacer de los estudios regionales no son m
enos relevantes los estím ulos de
tipo político o ideológico. E n
E uropa occidental, la m
ayoría de los estados h a experim
entado en los últim
os dos decenios procesos de descentralización política o adm inistrativa, bien es
cierto que en grados m uy diferentes (L
oughlin, 2001). E l fortalecim
iento de la integración continental no ha sido en m
odo alguno ajeno a esta dinám ica, sino todo lo contrario, pues las
instancias centrales de la U nión E
uropea (m uy especialm
ente la C om
isión E uropea) h
iem bros, al tiem
as han regionalízado progresivam
ente buena parte de sus políticas y ha dado cabida en sus órganos a las institucio nes locales y regionales. E
l regionalism o funcional se superpone y hasta se potencia, en m
u chos casos, con los regionalism
os de tipo cultural e identitario (H arvie, 1994; K
eating, 1998). E
n E u
ro de B
resurgir, cruento en m
n a espectacular reconfiguración del m
ap a polí
tico estatal vigente durante la guerra fría. A la crisis de los regím
enes socialistas ha sucedido el reto
m o
de otras viejas ideologías e identidades: la explosión de m O
\im ientos nacionalistas
(o en m uchos casos m
ícronacionalistas) basados en la religión, los lazos étnicos o el territo lio
(C iechocinska, 1992; T
aibo, 1998; S agan, 2004). Si la caída del m
u ro
«el final de la H istoria» (F
ukuyam a, 1992), lo ocurrido posterionnente en este
sector de E uropa parece h
ab er supuesto justam
T R
A T
A D
O D
E G
E O
G R
A F
íA H
U M
A N
G eografía regional
conflictos de principios del siglo pasado y de los apegos ancestrales al territorio; el renaci m
iento, m uchas veces, de antiguos países o regiones, de regiones históricas o etnoculturales
que habían quedado aparentem ente diluidas u ocultas en algunos de los aglom
erados fede rales surgidos tras la S
egunda G uerra M
undial; «la recuperación - h
a señalado Ignacio Pla
za (1997: 2 7
ente olvidada», o m ás aún, «el regreso
-e n
ooson ( 1 9
Junto a estos estím ulos externos,grosso m
odo, a la disciplina geográfica o a la com unidad
académ ica en general, cabe citar otros de tipo "interno». L
a difusión del ideario filosófico postm
oderno entre las ciencias sociales ha contribuido, p o
r ejem plo, a legitim
ar la recupera ción de la sensibilidad regional: el postm
odernism o h
incluso la posibilidad, de los «m etarrelatos» o sistem
as d e pensam
arxism os); ha renegado de los puntos d
e vista centrales y de las interpreta ciones unitaristas y eurocéntricas d
e la historia, característicos de la m odernidad; y ha celebra
do, por el contrario, la valoración d e la diferencia, de los contextos locales, de las m
inorías, y en general de las "voces» y «relatos» olvidados p
o rlos discursos hegem
ónicos anteriores (V attim
el m ism
eco en las llam
adas a recuperar la unidad de la geografía y m itigar los riesgos de fragm
entación interna. L
a geografía regional ha aparecido ante m uchos, ya nostálgicos, ya renovadores, com
o el lugar adecuado de encuentro entre la geografía física y la hum
ana, la alternativa al estallido de la disciplina en m
últiples ram as de carácter especializado, con objetivos dispares, o peor
aún, sin u n
9 \ y ss.).
S e planteen desde posturas teórícas explícitam
ente innovadoras o desde lógicas m ás
tradicionales y continuistas, parece evidente que la globalización y los cam bios sociales y
geopolíticos asociados al final del siglo X X
y los prim eros años del actual propician nuevas
configuraciones y procesos territoríales que interpelan a u n
a de las tradiciones y sensibilida des m
ás longevas de la geografía: la que persigue d a
r cuenta de la diferenciación y la diversi dad regional del m
undo. E
inaciones a lo largo d e la historia, ad
quiere desde finales del siglo X IX
, coincidiendo con la institucionalización académ ica de la
geografía, el calificativo de regional, y llega a configurarse, en m
uchas d e las principales
escuelas nacionales, com o la orientación dom
inante de la disciplina, a la que otorgaba un objeto específico (la región), un program
a de trabajo (la identificación y descrípción explica tiva de regiones) y unos principios m
etodológicos (coronados porel afán sintético e integrador) capaces de garantizar, para m
uchos, la unidad entre las ram as física y h
u m
fía. U n potencial que se suele invocar hoy, precisam
ente, cuando se diagnostica la pulveriza ción interna de la disciplina y cuando determ
inadas cuestiones cruciales, com o las que derí
van de las relaciones entre las sociedades y la naturaleza, adquieren la categoría de problem a
- o
«global». E
l presente capítulo aspira a presentar, desde la perspectiva necesariam ente sintética
que im pone este tipo de contríbuciones, el panoram
a reciente y actual de la geografía nal, así com
o a recordar los elem entos definitorios de la tradición regional de la disciplina y
a reflexionar sobre ciertos retos presentes y d e futuro. E
n el m
esencialm ente -a
er apartado repasa las cla ves que caracterizaron la llam
ada geografía regional <,m oderna» o "clásica», así com
o su crisis y replanteam
ientos posteriores, para considerar, finalm ente, algunas re lecturas recien
tes que reivindican el valor y la actualidad de algunos de su s principios. E
l segundo y princi pal resum
e los planteam ientos teórico-m
etodológicos generales de la llam ada «nueva geo
grafía regional", desarrollada a los largo de los últim os veinte años, así com
o de sus principa les tendencias o m
odalidades. E n
el tercero y últim o se reflexiona sobre algunos principios y
problem as recurrentes en relación con la geografía y el concepto de región y, en
particular,
sobre los retos y perspectivas que se abren en am
b o
arco del proceso d
L as personas m
ayores m e aconsejaron que dejara a un lado los dibujos de
serpientes boas abiertas o cerradas y que m e interesara un poco m
ás en la geografía, la historia. el cálculo y la gram
ática. A sí fue com
o, a la edad de seis años, abandoné una m
agnífica carrera de pintor. [ ...] D ebí, pues, elegir
otro oficio y aprendí a pilotar aviones. V olé un poco por todo el m
undo. E s
ucho. A l prim
er golpe de vista estaba en condiciones de distinguir C
hina de A rizona. E
s m uy útil si uno llega a
extraviarse durante la noche
u n
d o
co m
o m
L a
q u
r sum ario que sea. convenga en
este capítulo para situarse y entender determ
inados elem entos del contexto m
ás reciente y ac tual. Y
a se ha aludido a la antigüedad de la tradición regional. q u
e nace con los prim eros
esfuerzos de representación geográfica d e la T
Ierra, articulados, en el caso d
e O ccidente. p
om a clásicas. L
as descripciones d e los pueblos y lugares del m
u n
d o
ente puede identificarse el germ en d
e dicha tradición. form
aban parte (igual que lo form aban otras tradiciones, com
o la cartográfica) d e
lo que en la cultura greco-latina antigua se denom
inabageogra{ía. A este género d
e evidentes utilidades prácticas (com
erciales, políticas y m ilitares) algunos autores clásicos lo distin
guieron incluso con u n
térm ino, el de corogra{ía. que aparece ya en
o b
trad o
el m u
eraciones y descripciones geográficas referidos a parcelas concretas de la superficie terrestre. ya fueran localidades y partes de países, ya d
e países enteros o regiones de m
agnitud continental. La G
1650, que suele considerar se el principal esfuerzo teórico d
e sistem atización del saber geográfico realizado en
la E d
e dos grandes ram as en
la disciplina: la general, dedicada al estudio de las características generales d
e la T Ierra co
m o
cu erp
o celeste.
p ad
a de la diversidad territorial d e la superficie terrestre y asim
ilable, p o
arenio, 1974). P ese a la antigüedad del térm
ino región."la expresióngeogra{ía regional no apareció de hecho hasta el últim
o decenio del siglo X
IX en
e la geografía en algunos
E stados europeos (particularm
nido). y hasta el pri
2. E l Y
<lC ablo latino (.reg
ente .d irecci6
n . v .lín
m o
-área». «zona-
plio. P o
to a escala in
perio R om
ano organiz61a provincia de Italia a efectos fiscales y censales. L
a polisem ia del tén
n in
o arran
en n
guas europeas m odernas.
X convivió en
n a posición dom
inante en el uso.
E l apogeo d
e la geografía regional llegaría. corno es sabido. en ese m ism
o tercio y se prolongaría hasta m
ediados del siglo X X
en las «escuelas» nacionales d e m
ás proyección internacional (incluyendo. ju
n to
nidos) y durante algunos decenios m
ás en num
edida. p o
in perjuicio de la existencia d e otras form
as coetáneas d e entender la disciplina,
la geografía regional llegaría a considerarse en aquel m
om ento la quintaesencia y la corona
ción d e la m
ism a. al am
p aro
de la opinión y el influjo decisivo d e algunos d
e sus principales teóricos y m
aestros (com o P
aul V idal d
rancia, A ndrew
m o
«la ciencia corológica de la superficie terrestre». es decir «la ciencia d
e la superficie terrestre según sus diferencias regionales. entendida co
m o
com plejo d
e continentes, países. paisajes y lugares» (H ettner, 1905); «la ciencia de los
lugares, n o
ero era «estudiar las expresiones cam
biantes q
ía de la T Ierra (V
ida! d e la B
lache. 1913); el estudio. sobre todo, "de la diferenciación espacial del m
undo» (H artshorne, 1939); o, en palabras de
u n
e geografía. «la descripción razonada y explicati va d
e los paisajes terrestres» (T erán, 1960). U
n planteam iento em
inentem ente corológico e
q u
prescindible com o antesala del estudio regional. C
onsiderada d e esta
form a, n
o extraña el que algunos autores hayan bautizado a esta etapa com
o la d e "la geogra
fía regionalista», «en cuanto que la región se contem pla co
m o
ado m étodo regional corno el procedim
iento propio d e la geografía p
ara el estudio d
alcárcel, 2000). E
d o
otro d e los califi
cativos que destacados historiadores siguen atribuyendo a esta fase d e la geografía m
oder n
privilegiará la identificación. la delim itación y el estudio d
e regiones. concebidas en buena m
edida co m
o unidades verdaderas. esto es entidades físicas, tangibles u objetivas con
caracteres propios cuya singularidad (o «personalidad". co m
o tam
a analogía del m
o piezas o teselas, encajarían idealm ente, y a cada
escala. unas con otras). au n
q u
e hecho, p ara resu
m ir la cosm
ovisión im plícita en
or o tra parte. en la form
ulación dom inante en
im pregnada todavía d
bre todo. con la región natural (que n o
física se/1Sll slricIO ), concebida com
o resultado d e la
3. E n el ám
bito lingüístico español, por ejem plo. cabe rL..:ordar. entre otras expresiones. las de geografía «corngráfica •.
•especial., «topográfica •.•coroI6gica•.•descriptiva •. < universal. y «particular». algunas de las cuales no han desapa
recido p o
rcom pleto. P
or lo que toca al origen de la denom inaci6n q
u e acabaría com
ertrand A uerbach, alum
N ancy. el prim
ica (L e
fines del siglo X
IX e1ténnino estaba am
pliam ente extendido en
la geografía francesa (en los prim eros decenios del X
X
ientras q u
ente co n
sí O C
d e la P
enínsula ¡heri" ... de Italia y de algunos países latinoam e
ricanos (com o A
éxico). los planteam
inando. grosso m odo, hasta la década de 1960. A
este respecto resultan de especial utilidad los trabajos de historiografía com
parada de la disciplina (com o los de P
eña \' S anguin, 1984. y M
artin v Jam es, 1993; o los editados p
o r
unbar. 200 1). P ara A
m érica L
eboratti ( 1984). V ilá ( 1986) \'
B ecker (1986). este últim
o referido sólo a B rasil; y para E
spaña la síntesis de V itá (J 990).
T R
A T
A D
O D
E G
E O
G R
A F
íA H
U M
A N
lva re
z I
G e
o g
ra fía
regional r
interrelación secular en tre la naturaleza y la sociedad y reconocible sustancialm
ente p o
r la hom
ogeneidad de sus rasgos, perceptibles a la vista. 5 M ás aún, p
ara m uchos autores de este
período, la región llegará a entenderse com o el área d
e extensión de u n
paisaje - o
, co m
n paisaje o la com
binación definida de paisa je
s» -, y el paisaje com
o la fisonom ía o expresión visible y sintética de esa relación histórica
sociedad-m edio explicativa de la individualidad regional. U
n tipo de concepción particular m
ente aplicable a los territorios de la E u
ro p
otos y relativam ente esta
bles en el tiem
ara la inm ensa m
ayoría de la pobla ción, los reducidos círculos d
e la localidad y la com arca.
P orque. en
efecto, si es cierto que las regiones atendidas p o
r los geógrafos d e esta etapa
existen y se reconocen a varias escalas (de la pequeñas com arcas a los grandes conjuntos
continentales o transcontinentales, pasando. obviam ente, p
o rlos países) y que tales geógra
fos no ignoraron enteram ente los paisajes urbanos e industriales. tam
b ién
pirism o m
n cierto
re todo en ciertos ám
bitos, co
m o
el d e la escuela vidaliana y sus prolongaciones ex
terio res-
m en
o r
arcales o partes de regiones históricas). concretadas en la elabora
ción de m onografías.
iero n
alg u
n o
asad o
en u
d o
in co
n ex
p o
n en
d iad
s diversas u
g u
larid ad
regional. U
u e en
e archivadores). repeti d
o n
o to
ism o
u n
to d
e vista político y social los estudios regionales en general
en co
n traro
n u
n estím
u lo
im p
o rtan
ates cruciales en la
e co n
m o
n d
n to
d e
p ed
éu tico
o n
o g
tro s
las d iferen
o tiem
ad p
e ah í
ejo r vía d
la geografía física y la h u
m an
reserv ar la u
ad am
en azad
cep cio
zación interna.
n g
en y evolución del concepto d
e región nalltrai en la geografía europea (que en inicio designaba
divisiones estn ctam
en te físicas. com
o las hidrográficas o las geológicas. para después ir llenándose d e contenido hu
m ano). siguen siendo esenciales. pese a su
antigO edad, los estudíos de L
ucien G alloís (R
ara el caso de E spaña. puede \'erse G
arcía Á lvarez (2002),
regional
ientos regionales de la geografía clásica, así com o la
hegem onía de las concepciones corológicas de la disciplina, iniciaron, en los ám
bitos naciona les de m
ayor proyección internacional, una etapa de agotam iento, puesta en
cuestión y crisis que se am
pliaria posteriorm ente a otros contextos (en algunos casos con dos decenios de
retraso) y se prolongaria. a grandes rasgos, hasta finales del decenio de 1970. L os factores que
propiciaron este declive son m uy diversos y apenas hay lugar aquí para enum
erarlos. E
rd en
vinculadas a la em ergencia d
e las corrientes analíticas, partidarias de u n
a concepción nom
o r el polém
chaefer, publicado en 1953); las críticas d
e quienes cuestionaban la relevancia social d e los plantea
m ientos corológicos dom
petir en el cam
dw ard A
ckerm an, q
u e en
iento holístico de los estudios regionales m
an iatab
pedía la especialización necesaria p
ara insertarse en otros sectores ajenos al académ
ico); las que percibían u n
riesgo de determ
inism o físico, de form
a explícita o im plícita, en los conceptos regionales y en los
procedim ientos descriptivos m
o r el hábito de co
m en
o r el análisis de los com
ponentes físicos); o. en fin. las d
e quienes se centraron en
los problem as m
esta últi m
eorge K im
n P
e m an
era lúcida las dificultades y lim itaciones asociadas a la
polisem ia del concepto d
e región y la heterogeneidad creciente d e form
as d e regionalización;
o las d
ente rígidas y m
onótonas. que, pese a las loables declaraciones d e intención, degeneraban de hecho en u
n a
suerte de «doble m onografía» (esto es. de geografía física y d
e geografía hum ana, sin interco
nexión ni síntesis alguna); y la am bición inherente al enciclopedism
o de dichas recetas, que enfrentaban al investigador a la difícil -c
u a n
sintetizar individualm ente inform
riesgo de am ateurism
actores y argum entaciones a los que cabe sum
ar, u n
no», esto es, los aparejados a las transform aciones económ
icas, sociales y tecnológicas ope radas o intensificadas a p
artir de la S egunda G
uerra M undial: procesos com
o la despoblación rural. el crecim
iento urbano o la nueva revolución de los transportes y com unicaciones \in
culada a la difusión del autom
óvil y la aeronáutica aceleraron la crisis y desaparición de las form
as de organización regionales características d e las sociedades tradicionales (en espe
cialla noción de región natural. hom ogénea, autosuficiente. de dim
ensión local), que tan bien había recreado la geografía regional clásica. y articularon otras nuevas (com
o, en parti cular. las vinculadas al proceso urbanizador) frente a las cuales se requería tam
b ién
u n
a m
aba K im
obsoleta la idea d e regiones au
tó n
o m
harles W
rigley ( 1965) que «el m odelo clásico de la geografía regional era u
n a \'íctim
e\'O lu
o el cam
pesino, la sociedad rural. el caballo y la com unidad aldea
na». E l propio o
rd en
uerra M undial y
6 P ara el caso
de la geografía regional española en el periodo 1940-1970. véase A sociación de G
eógrafO s E
spañoles (1980). O
óm ez M
r.m cía. C
ortugal. D an
o, al declive de las visiones regionales anteriores, en
la m edida en que, com
o bien h a sugerido u
n a destacada especialista, «la geo
grafía de los bloques, que había venido a sustituir [ ... ] a la de las grandes potencias, anulaba las regiones, b
o rrab
n o
ientos tenitoriales singulares» (G
l cuestionam iento de la geografía regional clásica suscitó diferentes respuestas: en
algunos ám
bitos y sectores, la visión corológica de la disciplina y de su s m
odelos descripti vos, considerados esencialm
ente válidos, se m antuvieron con ap
en as m
continuidad del género co m
o objeto principal de la disciplina, introdujeron m
odificaciones y elem
ientras que en otros, em
pezando p o
perá abiertam ente con los patrones clásicos p
ara ab razar
ista, d o
ente relevantes. L a
r la fonnulación y difusión d e nuevos conceptos regiona
les, com o, m
e región funcional (o polarizada, o nodal, o im
plem ente urbana, co
fía en el estudio de los procesos m
o d
ern o
léxico y su s h
erram ien
a segunda, p o
n a definición
«m etodológica» d
tad a en
m o
u n
ien ta conceptual del investigador, en
contraposición a las definiciones «ontológicas» o «realistas» (es decir, las q
u e conciben las regiones co
m o
anto las lógicas funcionales co m
o la
o construcción m
ental h ab
ían sido ap
rim er tercio de siglo xx,1 pero no es h
asta bien en trad
o el segundo tercio
u n
n cretan
en p
ro g
l concepto de región funcional perm itió su
p erar las concepeiones centradas en
la ho m
nización espacial \inculados a la sociedad u rb
an a e industrial. escasam
ente tratados p o
igura 1). A p
artir del m ism
n n
ito rio
paisaje o apariencia visible), sino en la idea
de «organi:z.ación espacial» y en las interacciones horizontales entre las partes com
ponentes de la región, reflejo de las funciones desem
peñadas p o
r sus núcleos organizadores. L os estu
dios regionales pasaron a estudiar las áreas de influencia urbana; las relaciones o H ujos q
u e
las vertebraban, a diferentes escalas; las redes y los sistem as que co
m p
o n
ían tales relaciones
y núcleos; o, en fin, las jerdrquías con que dichas redes se estructuraban. L as nuevas concep
ciones funcionales hallaron. adem ás, u
n apoyo teórico decisivo en los planteam
ientos de la econom
ía regional (en especial en la naciente ciencia regiO /w
!) y u n
estím ulo extraacadém
ico notable en las políticas estatales de planificación, ordenación y desarrollo económ
ico regio
m o
to en
H en
n "r
n tras q
g u
b ra de P
p u
rancia ex p
u ",tas p
o r V
l"IC hl' con po~teliorid.. d a 1910
(R obíc, J998: T
el sl'gundo tercio del siglo, c< ,m ;enc' recordar
a los "stad o
ob..'rt D icldnson, a los franceses E
tíen n
erroux y Jacq u
W alter ehristaJ!.,r o al sueco TO
l'>iten H agel'>
l, la com arca geográfica (B
), la región urbana (C
nofre R ullán (2001 a). A
dviértase que el autor em plea la
expresión «com arca natural" (A
) en su acepción m ás estricta (esto es, com
o unidad organizada esencial m
ente por los elem entos naturales), aunque en la práctica este concepto se usó tam
bién, en la geografía regional clásica. com
o sinónim o d
e la región geográfica por excelencia (B ). resultado de una relación esta
ble y equilibrada entre los lactares naturales y los hum anos. en el contexto de una sociedad em
inentem ente
s m odelos siguientes representarían sucesivos estadios en el proceso
histórico de artificialización del paisaje y pueden considerarse variantes de las regiones de tipo funcional: la región urbana (e
). definida por el área de influencia d e una ciudad y producto histórico de la revolución
industrial; y la región difusa (O ). característica de las conurbaciones. que se vincula a la terciarización y
a la
globalízación y se define por la discontinuidad form al, así com
o por la separación física de funciones (articu ladas por una densa red de carreteras).
nal características de la época, q u
e im pulsaron innum
o r tales criterios!
r lo q u
e toca a la concepción m etodológica de la región, esto es. al entendim
iento de la región com
o instrum ento conceptual del im
·estigador. necesario p ara describir \' analizar
8, L os diversos Sem¡l!ario~ sobre Reg¡(mali~aciól1 de las politicas de desarrollo e
l! A m
érica lA tin
rg an
ism o
rganización d e
p o
la geografía latin o
o s 1960 \' J9
o el m
u en
e entonces a esta cuestión. co m
p artid
n a considerable pm
S ergio B
tin o
francófona, el libro d
e JuiJIard el al. (1976). resultado de ~n coloquio internacional. con n
u m
ero so
e cu ñ
ién u
d q u
m ero
plicada o a los discípulos d e José M
an u
d C
d m
ism o,
T R
A T
A D
O D
E G
E O
G R
A F
íA H
U M
A N
la realidad (o p ara organizar, en definitiva, la inform
ación geográfica), responde en b
u en
a m
edida a los intentos de «liberar» a la disciplina del p ro
b lem
ites, así com o d
e am p
e tem as y ám
bitos espaciales susceptibles de estudio, adaptándolos a problem
as actuales y relevantes. E laboraciones con
ceptuales audaces en esta línea, com
o la idea de com page, propuesta p
o rD
ag in
ar nuevos m odelos de escritura regional, a la vez que defendieron la
o p
o rtu
n id
o u
n m
r en cim
a d e la relatividad o de la obsolescencia del concepto clásico de región.
E n
la opinión d e algunos autores afines a este tipo d
e planteam ientos, am
precisaría estu d
itadas, sino, sobre todo, problem as significativos social y territorialm
ente en espacios con
u ed
en estu
ierre G
o u
ro u
-, «según el m étodo y el espíritu de la geografía regional», presididos p
o r la m
ás pretendidam ente revolucionarias, co
m o
o faltaron tam
tear alter nativas propias a la geografía regional clásica. S
u p
u n
to epistem
ques, la región no sólo se concibe com o u
n a h
geográfica (dependiente, p o
r tanto, de los objetivos del investigador), sino, sobre todo, co m
o
am in
ar la com binación particular d
e las regularidades y leyes generales que rigen la organización del espacio», objetivo prioritario que debía perseguir la disciplina. E
n este sentido S
chaefer (1953) asignaba a la geografía regional la función d e convertirse en
«el trabajo de laboratorio d
e u n
tem a esencialm
W illiam
B unge
1 9
6 2
n a cuestión, no de «unicidad», sino d
e individualidad,lo que im
N um
erosos geógrafos de la llam ada revolución cuantitativa se su
m arían
o r el econom
ista W alter Isard
g u
n d
a m itad de la década de 1950 con vocación de constituir u
n cam
p o
interdisciplinario en
to m
n q
arcad am
en te distintos a los de
la geografía regional clásica. E l prestigio de que gozaba la econom
ía en tre las ciencias socia
les del m om
r la ciencia regional a los tem as de la
localización productiva, su ab u
n d
atem áticas y m
odelos teóri cos (em
o r las
cuestiones de la ordenación y el desarrollo regionales (incluidas las relativas a las regiones nodales), etc., atrajeron a bastantes paladines y seguidores de la geografía neopositivista, prim
ero en el contexto anglosajón, luego en m uchos otros ám
bitos. E l deseo de m
arcar distancias y la presunción, entre algunos de estos geógrafos, d
e estar practicando u n
a alter
te a la región tradicional (la «región tata!.. seg ú
n e! au
to r). W
cated rático
en H
ar,ard v
p resid
e G eógrafos A
n asu
n to
em ás. e! núcleo y e! carácter del esp
acio an
alizad o
(en lu
ten sió
n d
cip al co
e los lím ites de las \'ariables principales coincidan); p
resen tarse m
o s. así co
a lista tem ática
de la m o
u m
an o
nativa «verdaderam ente científica» a la geografía regional clásica im
pulsó incluso la acuña ción y el uso d
e u n
nálisis R egional (B
ente, co n
variantes, au n
ientos analíticos llegaron tard
n nunca d
e u n
a condición m inoritaria. 10
1.3. R eleyendo la tradición: actualidad de la geografía regional clásica
Y a se h
e los años ochenta la geografía regional clásica, y m
ás am pliam
ente, la tradición geográfica m oderna, h
a sido objeto de notables y sustancio sas relecturas recientes en diferentes países y contextos. L
a celebración de centenarios u otras efem
érides significativas en relación co n
la configuración de las distintas escuelas na cionales h
a d ad
d io
ajo s de
historiografía com parada, a antologías y reediciones de autores y obras em
blem áticas, o
incluso a la form ación de archivos o centros de docum
entación de naturaleza institucional y personal, que, adem
ás de m ejo
iento de estas etapas y recuperar la m
em o
as decenios, h an
redescubierto el valor de algunas de sus señas y reivindicado la o
p o
rtu n
id ad
an su
m ad
u ch
o m
ás persona les, procedentes, en algunos casos, de reconocidas figuras académ
icas (H art, 1982; L
ew is,
rtega C antero, 1987).
S in espacio p
a exposición detallada, conviene reten er algunos de los argum
entos en que se h
an m
- L
a percepción de la fragm entación creciente de la disciplina y la necesidad d
e recuperar la u
teg rad
n efecto, la
m ayoría los autores que a lo largo de estos d
o s decenios h
valores d e la geografía clásica p
arten de u
n diagnóstico m
ción actual. P reocupa, so
b re todo, la crecien
te dispersión y fragm entación tem
ática y epistem
ológica de los geógrafos, la separación y la incom unicación creciente en
tre la geo grafía física y la h
u m
an a, la de los propios geógrafos físicos o la de los geógrafos h
u m
an o
m o
o bien h a precisado
D avid S
o ram
o u
absoluto), sino la creciente tendencia a u n
«especialism o»
el que las partes em igran progresivam
ente hacia otras ciencias (físicas o socia les) y se vuelve cad
a vez m ás difícil identificar un tronco disciplinar com
ún. P orque las
d e E
eográfico R egional» p
e co n
eografía H u
ra la d iscip
iú sió
n trip
ito de la geografía
cu rso
erp o
m o
la d
istrib u
ció n
lacio n
ni\'ersidades. h
a o rien
astillo ( 1993 J. 11. L
a lista d e estas ap
o rtacio
o r citar sim
n m
em o
ración». cab
ran cia. p
F rance d
lisée R eclus. en
2005; e! cen ten
n en
la U
rim era p
laza d o
cen te p
n de la p
o m
u el d
u lan
artsh o
E
cu en
ten ario
1989.
m o
icas: desprovista de u n
objeto com partido y sólidam
ente definido, la im agen
de la geografía se difum ina, se vuelve confusa o irreconocible n
o sólo p
ara el público n o
académ ico, co
L a m
pliam ente, hacia la tradición geográfica
m oderna, supone u
a geografía unida, la defensa de u n
espacio com
ún para la geografía, el deseo, en definitiva, de recuperar el sentido d e «una geografía, la
geografía» (S toddart, 1994: 536, cursivas del original). P
ero es u n
da, selectiva, critica y no puram ente m
im ética respecto de la tradición. N
o se defiende, p o
r ejem
plo, recuperar los conceptos y taxonom ias regionales clásicos, ni tam
poco esa figura que K
im ble, irónicam
ente, describiera com o el geógrafo «caza-regiones»; sino el enfoque sintético,
dialéctico e integrador que los anim aba. N
o es la vuelta a la región de la geografía clásica (en sus diversas m
odalidades) lo que se reclam a ahora, sino la potencialidad de los tem
a s geográficos
convergentes (com o, entre ellos, la región o el paisaje) y, sobre todo, la potencialidades del m
éto do regional, del enfoque regional, para intentar «recentrar la G
eografía» (P inchem
- L
as relecturas d e la tradición clásica y las propuestas regionales recientes a ellas asocia
d as h
an subrayado asim
d erad
n p
e la geogra fía su
p o
o g
m ático
an d
o n
ar la ortodoxia y la obsesión cientificista d e los enfo
ques analíticos (estrecham ente dependientes del m
odelo de las ciencias físico-naturales), así co
m o
o (con su frecuente propensión a h
acer de la geografía u
n a especie de pseudoeconom
ía política), p ara reintroducir el papel del sujeto
co m
o u
iento q u
las recientes corrientes hum
n el interés d
r los m aestros
de la geografía regional tradicional hacia el lenguaje, los conocim ientos y representaciones
espaciales de las com unidades locales (G
óm ez M
endoza, 1989). E
ar la participación del sujeto com
o vehículo de conocim iento geográfico. E
llo no consiste sim plem
ente en ocuparse, entre otros hechos, de los aspectos culturales que tienen u
n a dim
ensión territorial, sino m ás bien
que el propio geógrafo introduzca y ejercite abiertam ente las cualidades subjetivas (en sentido
am plio) para com
in d u
iento geográfico puede y debe extraer m
ucho de la observación, la validación em pírica o el rigor form
al de los m étodos
positivos, pero tam bién puede y debe hacerlo --co
m o
tradición m o
d e m
a -
de la intuición, la percepción, el sentim iento o incluso la im
aginación. L
as llam adas recientes a la re\italización de la geografía regional h
an recordado la
calidad estética, el talante artístico, la sensibilidad literaria o la voluntad de estilo de figuras co
m o
lache, C am
erán y R am
d ern
ántica del conocim iento científico, que integraba plenam
ente las facultades racionales y las pasionales, la o
b jeth
id ad
o defendía
H um
recom endado al geógrafo que esté aten
to a o
tras m o
n d
o --d
z a -
rtega C antero, 1987, 1992,2004).
E n
a resaltado el sentido narrativo del conocim
iento geográfico (esto es, el peso que tienen en él d
eterm in
la geografía regio-
o, la im portancia d
e que el geógrafo sepa co m
u n
n a m
an era rigurosa y, a la vez, legible y atractiva su
visión del lugar) (B erdoulay, 1988;
G óm
regory, 1994; B rosseau, 1994). P
orque, vista d e este m
odo, y reto
r au to
res destacados de la etap a clásica de la disciplina
(en F rancia, p
aulig), la geografía regional - e l entendim
iento y la descripción d e la individualidad re
g io
n a cierta sensibilidad artística: «L
a geografía es u
bién u n
ás elevada del arte del geógrafo es produ cir u
n a b
cio n
p ren
d er los lugares, las áreas y las regiones» (H
art, 1982: 2).
bservación ésta que rem ite a o
tra tercera faceta esencial en la revisión y rei\indicación recientes de la geográfica regional clásica: la o
p o
rtu n
id ad
dios de lugares, a la d em
an d
el auge del turism o y otras
prácticas o coyunturas propicias a tales estudios. S in d
u d
sociación de G eógrafos A
m ericanos, quien h
ra m ás explícita y enfática este argum
ento, y p o
A unque m
uchos geógrafos deberían aprender a hablar a los adm inistradores y a los agentes
con capacidad de decisión, el público general seguirá siendo nuestra audiencia tradicional y m
ás am plia. L
a m
ayoría de la gente tiene curiosidad por el m undo en que vive y está intrigada
por el carácter único que los lugares concretos. Q uiere saber m
ás de lo que ve en la tele\isión o lee en los periódicos sobre dónde y p
o r qué están pasando las cosas, y necesita una tram
a de inform
prenderlo. E s
inconcebible que alguien pueda considerarse suficientem ente educado si no tiene un cono
cim iento básico de las facciones del planeta, de la distribución .Y las interrelaciones de las
principales peculiaridades físicas, bióticas, políticas, sociales y económ icas del m
undo con tem
poráneo. L a
sociedad espera que los geógrafos le proporcionen esa inform ación, en un
m odo organizado sistem
undo, am plio y com
plejo» (H art, 1982: 1 y 19-20; traducción propia).
N o se trata, en m
odo alguno, de despreciar otras finalidades y vías profesionales del geógrafo, em
pezando p o
an sido y siguen siendo, en
num erosos países, u
de los principales estím ulos p
ara el renacer y la renovación de los estudios regionales (e incluso p
ara el ejercicio d e ciertas destrezas tradicionales)Y
S e trata,
m ás bien, de reivindicar el estatus y las posibilidades de u
n o
ás antiguos de la disciplina, posibilidades especialm
ente notables en los países m
ás desarrollados, entre
cu rrid
o en
ocratización \" la descentralización política del E stad
o desarrolladas
onstitución de 1978. u n
id as a las políticas regionales d
e la lJnión E uropea, h
an im
p u
lsad o
considerable· m
ente los estudios regionales orientados a la ordenación del territorio (en especial a escala au to
n ó
ese contexto. q u
e las principales \ias p ara la profe·
sionalización del geógrafo en E
sp añ
ito d
reivindicado y reconocido d e éste, en
tre o
e en tro
iento global e integrado del territorio; la cap
acid ad
n o
cim ien
o a la sociedad; la cap
acid ad
d e diferenciar unidades territoriales a distintas escalas v co
n diferentes criterios, así com
o p ara
lcin a, 1996; Z
oido, 1998). E n
u e explican el increm
ento del conocim iento geográfico aplicado estriba en .la
creciente d em
plejos problem as territoriales \" am
bientales derivados d e las ciegas políticas sectoriales>
y tecnocráticas de ép
o cas anteriores (R
p o
ensión aplicada en los estudios geográficos regionales es m
ás notable aú n
las ap rem
as sociales \' territoriales orientan. en los últim
os decenios, b u
en a parte d
e la investigación d
e los E ncuentros d
e G eógrafos d
T R
A T
A D
O D
E G
E O
G R
A F
íA H
U M
A N
an d
ación territorial.
13 E l florecim
iento. en los últim
os veinte años. de las geografías de países e incluso de las geografías universales. constatada tanto en
el contexto francófono com o en
el anglo sajón. así com
o la expansión extraordinaria de las revistas o guías turísticas y de viaje, paten te en
m uchos otros países, se inscriben claram
ente en el seno de u
n a d
iudor, 1989; M éndez y M
olinero, 1998).
a m irad
a hacia lo m ejor de la tradición geográfica regional. o hacia la tradición geográ
fica m oderna en
bién. p o
nos de sus valores form ativos, educativos y éticos. U
no de los principales es, sin duda, el valor cívico, hum
anista, que pueden ap o
rtar la lectura y la enseñanza de geografía regional al conjunto de la sociedad. E
l conocim iento de los diferentes territorios y sociedades del
planeta, desde los propios a los m ás alejados y exóticos, o lo que es lo m
ism o, el aprendizaje
y la enseñanza de la diversidad regional de la T ierra, no sólo pueden y deben excitar o satis
facer las curiosidades geográficas d e la sociedad, así com
o increm entar la cultura y las des
trezas m em
el sentido m ás puram
ente enciclopédico. P ueden y
deben servir tam bién p
ara inculcar y fom entar, com
o ya defendieran hace m ás d
e u n
siglo autores com
idal de la B lache, actitudes d
e com
prensión, respeto y tolerancia hacia los grupos, culturas y sociedades distintas de la propia. U
na potencialidad odesideratum que h
an subrayado en
tiem pos m
o D ov N
ism o Jo
art (1982), quien h a escrito párrafos apasionados sobre la
contribución que puede ofrecer la geografía regional del m u
n d
que conserva plena vigencia y oportunidad -v
o lv
erem o
o apartado de este cap
ítu lo
el contexto m ás reciente y actual, ante determ
inadas novedades y tensio nes geopolíticas y culturales vinculadas a los procesos de m
undialización. C
laro está que los tem as en que se centren las descripciones de países y d
e lugares n o
toddart, p o
r q u
e la recuperación del espíritu de la geografía regional clásica se haga desde u
n a posición éticam
ente preocupada y com
as actuales de la supenlÍvencia hum ana. N
o se trata,
ilustrativos d e las tendencias principales de la disciplina en
este espacio, celebrados desde 1 '187 con periodicidad bianual, reflejan bien el predom
inio, entre las contribuciones de tipo regional, de los tem as socialm
ente relevantes: estudios sobre desequilibrios interterritoriales, propuestas de regionalización p
ara la planificación y el desarrollo, análisis de «regiones p
ro b
pactos espaciales de las crisis v procesos d e reestructuración
productiva recientes en áreas concreta.~, etc. 13. E
n su
l1eam ericana a principios d
e la década pasada, R onald A
bler, M
aban a reflexionar sobre u n
contraste no poco significativo en este sentido: la escasa proyección pública (prácticam
ente nula fuera de los círculos universitarios) de las m ás de L(lO
O publicaciones acadé
stados U nidos v el incontestable éxito popular del N
atianal C zeagraphic M
cuya tirada m ensual superaba, en
aquel entonces, a nivel m undial, los diez m
illones d e ejem
actualm ente, según los datos d
e 2003 de la F ederación lntem
acional de P rensa P
eriódica, en los 9,5 m
illones (de los que 8 ".resp
o n
d en
arcus \' O lson, 1992). A
fecha d e 2004 la revista se publicaba va en 27
idiom as, incluido el castellano (las ""n
tas d e las ediciones en idiom
as distintos del inglés suponían u n
25 % del total);
ism a S
docum entales, se recibía en 160 m
illones d e
n todo caso, y sin án im
o de asim
n d
o académ
arcus v O lson resaltaban el evidente destase en
tre la geografía practicada en la uni\'ersidad v la d
em an
d a externa de saber geográfico v' proponían sal\'3rlo, en
tre otras estrategias, m ediante la
re\'Ílalil.adún del g én
"m regional. E
H el á
m b i t o e ~ p a ñ o L H
oracio C apel (2003: 102) se lam
entaba recientem ente de que
los jóvenes licenciados de geogratía, tO fm
ados en unos planes que h
an reducido de m
anera notable el peso de la tf'ddición hum
anista, hubieran perdido, por lo general. la ~ a p a c i d a d de <
presentar rápidam ente v de u
n a form
a form ación cada vez m
ás especiali?.a. da, porque car",cen m
uchas ,""ces d e cultura general y porque frecuentem
ente no saben escribir», relegando cada \'ez m
ás este tipo de funciones al petiodism o y reduciendo la <
,isibilidad p ú
b lica. d
"el didactism o estéril de cabos y golfos» que h
a persistido durante largo tiem
po en la im
agen pública de la geografía escolar, ni tam poco de lim
itarse a m o
strar y describir las diferencias entre los lugares, sino d
e que tales descripciones puedan <<identifi car los grandes problem
as geográficos producto de la relación entre el hom bre y el m
edio dentro de las regiones» (S
toddart, 1994: 539). U na llam
ada que enlaza directam ente con la
.tradición ecológica o am biental" de la disciplina en
general, pero tam bién con la tradición
regional m oderna, en
ente vinculada a aquella. L a difusión
entre las instancias políticas y la sociedad civil de u n
a conciencia ecológica, preocupada p o
r la explotación abusiva de ciertos recursos y p
o r los desequilibrios m
edioam bientales, esti
m ula el acercam
iento de los geógrafos físicos y hum anos y la recuperación de viejos tem
as y problem
as sobre los que disertaron extensam ente los clásicos, aunque fuera en u
n contexto
as, 1956). L
a paralela reivindicación del valor form ativo y ético del trabajo de cam
po, de la obser vación directa, del contacto personal con los lugares de estudio --espléndidam
ente com pen
estas inquietudes, con profundas raíces en la tradición m
oderna. G uarda clara conexión con
el acercam iento de algunos de sus fundadores a la naturaleza, al paisaje, com
o escuela de instrucción o, m
ejor aún, de educación integral de los seres hum anos, profundam
ente enraizada en
la geografía clásica.
E n
1983. poco tiem po después del enjundioso discurso presidencial de H
art ante la A so
ciación d e G
hrift en favor
de u n
a "nueva geografía regionah> o «geografía regional reconstruida» (T hrift, 1983), E
l artículo en
icos angloa m
o d
o com
au n
q u
lan tear u
m etodológicos y h
asta tem áticos alejados de los patrones «tradicionales» contaban con
im portantes precedentes,
o r A
rm e G
ente de u n
nes, e incluso intentaban o rd
en ar y sistem
atizar la diversidad de tendencias reconocibles bajo el nue\'o calificativo: la em
ergencia de u n
entonces, u n
n el contexto español. d
o n
óm ez M
lbet, 1994; M
llegar, A
pesar del tiem po transcurrido desde las citadas proclam
as iniciales y de los intentos llevados a cabo con este propósito, lo cierto es que todavía hoy resulta difícil delim
itar unas señas com
partidas p o
r las tendencias de la geografía regional que se han arrogado el califica tivo de «nueva" o han sido calificadas con el m
ism o. E
l m ism
o calificativo de «nuevo>" es
decir, el grado de originalidad de algunas de esas propuestas, ha sido puesto en d u
d a p
o r m
ás de u
o los citados (a los que cabe añadir, m
ás recientem ente, los de G
arcía Á lvarez, 1998,2002: 27-80, 2003a; G
óm ez M
endoza, 2001, F
ando com o referencia principal los trabajos en len
gua inglesa, h an
unes y distintivos de tales corrientes frente a los planteam
ientos corológicos clásicos:
o ciencia social, q u
e se refleja, en tre otros
datos, en la escasa atención m
anifestada a los elem entos d
e tipo físico naturales; en la aper
tu ra teórica consciente hacia disciplinas típicam
ente sociales, co m
pología, la econom ía, las ciencias políticas; o en
la propia conceptuación del hecho regional, com
o se expone inm ediatam
ente. -
ente sociales de los hechos regionales. E n
las nuevas corrientes, los elem
entos q u
e definen la especificidad regional consisten, sobre todo, en rela
ciones sociales m ediadas, a la vez q
u e influidas, p
q u
as regiones se entienden, así, co m
o estructuras y co
r u n
n as instituciones, u
palabras del finlandés A
nssi P aasi, u
áxim os exponentes a nivel internacional d
e la renovación de la geografía regional, frente a la tendencia tradicional «a conceptualizar fenóm
enos y procesos que ocurren dentro y entre las regiones», los geógrafos deberían esforzarse tam
bién en
- L
ular explícitam ente tales supuestos teóri
cos. L o que contrastaría. de acuerdo con los m
entores d e estas nueva., tendencias, con el
carácter em inentem
ente em pírico de la geografía regional clásica y con su
relativa «ende blez» y «pereza» teóricas. Las investigaciones de la nueva geografía regional suelen partir. en este sentido. de u
n capítulo o capítulos de contenido esencialm
ente teórico-m etodológico
p ara p
asar después al correspondiente estudio em pírico o de caso.
- E
n relación con este últim
o aspecto, la atención prestada a las relaciones en tre los proce
sos de distinta escala. Se aspira a hilvanar teorías que p erm
itan la interpretación d
e lo espe cífico y particular de cada región en
el m arco de m
ecanism os de escala m
ás am plia (en
especial, estatales e internacionales), así com o a profundizar en
las relaciones entre las es tructuras (institucionales) y las acciones (individuales), au
n q
o s casos,
lecturas unidireccionales. E l estudio de la singularidad regional cobra, pues. co
m o
u e tenía en
porta no sólo por sí m ism
a. sino tam bién porque tíene efectos
constitutivos sobre los procesos, nonnas y regulaciones que se despliegan sobre am plios
espacios y tiem pos. El estudio de caso [oo.] m
uestra que el m undo es continuam
ente diver so, [pero tam
bién que] esta diversidad no em erge su
i generis. sino a partir de relaciones de escala m
últiple (C astree. 2005, traducción propia).
F inalm
com prom
utilízando la term inología de la E
scuela de F ranckfurt, el desplazam
iento desde u n
interés técnico del conocim
iento hacia u n
interés em ancipatorio. C
ación sobre los hechos del m undo objetivo
(para explotarla com o u
n aparato técnico en el control de la naturaleza y la sociedad), sino
de com prender las dim
ensiones espaciales de las «cadenas» sociales y psicológicas que lim
itan a la sociedad, y de este m odo. ayudar a controlar dichas cadenas y a que las perso
nas se liberen de su control. [S e trata, ha añadido, de esclarecer. desde posturas explícita
m ente C
ríticas] las relaciones de poder derivadas de las prácticas individuales e ins titucionales (Paasi, 1986: 107, traducción propia).
M ás allá de estos rasgos em
inentem ente generales, el p
an o
les de nuevo cu ñ
o rezum
e m o
ás correcto hablar, co m
o advertía a com
40 T
R A
T A
D O
D E
G E
O G
R A
F íA
H U
M A
N A
capítulo. de varias nuevas geografías regionales, o de nuevas tendencias en los estudios geo
gráficos regionales, definidas y diferenciadas, b ien
p o
r los tem as objetos de su atención. o p
o r am
rascu rridos m
ás de quince años desde los prim eros balances efectuados al respecto, algunas líneas
o tendencias se h an
perfilado d e form
n desarrollo espe
cial, co m
ía política, las tendencias político-culturales o. en el
caso de F rancia. la llam
ada geografía corem ática. que tuvo am
plia difusión en los decenios
de 1980 y 1990. A resum
ir tales líneas dedicaré el espacio restante de este apartado. L
a extensión lim itada de este balance obliga. en todo caso. a obviar la continuidad y el
vigor de o tras líneas de investigación regional tradicionales y sólidas. co
m o
p o
kanes. 1997; L uginbühl, 1996; C
abero. 2004) o la geografía económ
ica regional de corte «neoclásico» (A gnew
. 2000a; S ánchez H
etodológica y u n
r del creciente interés político y social. particu larm
ente claro en la U
nión E uropea. C
am en
geografías de corte descriptivo referidas al co n
ju n
undo, a estados concretos o a territorios político-adm
inistrativos en el interior de los estados: geografías de países o de
regiones político-adm inistrativas (caso de las C
om unidades A
utónom as en
E spaña) q
conform an o
b ras colectivas o individuales de síntesis bibliográfica y que, salvo excepcio
nes, m an
ctu ra tI tiroirs típica de las m
onografías clási cas. co
u esta p
o r capítulos sucesivos dedicados a los diversos aspectos de geografía físi
ca y h u
tenido. d e hecho --co
n v
ten cia-, u
n im
pacto lim itado fuera del contexto lingüístico anglosajón y francés y en
todo caso conviven. tanto dentro co
m o
n otras aproxim
ás o m enos renovadas y actualizadas. de origen m
u y
L os estudios regionales de inspiración económ
ico-política conform an u
principales de la nueva geografía regional. Se desarrollan fundam entalm
ente en los países
anglosajones, bajo el im pulso de autores de reconocidos antecedentes o filiaciones m
arxistas y au
oreen M assey, Jo
hil C ooke,
P eter T
ar\'ey; o los estadounidenses R ichard
P eet, E
dw ard S
harf, entre otros. Se centran en las cuestio
nes relacionadas con el desarrollo económ ico y. de m
odo m ás concreto. con el llam
ado desa rrollo desigual; ap
o rtan
u n
cu p
desequilibrios socio-económ icos y espaciales asociados al sistem
a capitalista. P
arten, en g
ía polftica» o «econom ía política
radical» (C urbelo et al., 1989), q
u e critica los postulados d
e las teorías neoclásicas del desa rrollo (y
en general de las llam
adas «teorías de la convergencia») y su tendencia a o
b \iar o
am bién reaccionan frente la «a-espaciali
dad» m anifiesta de buena parte de las teorías m
arxistas tradicionales, de cu ñ
o estructuralista:
anifiestos de esta corriente, el libro colectivo editado p o
r M assey y
A llen en 1984. llevaba el enfático y significativo título de Space m
atters! L
os representantes de estas tendencias tratan de incorporar. asim ism
o. otros sustratos teóricos. extraídos de la sociología (com
o la teoría de la estructuración. de A nthony G
iddens, y la del habitus, de Pi erre B
ourdieu) o de la filosofía de la ciencia (com o el realism
o crítico de
R oy B
haskar). así com o conciliar los enfoques de signo estructuralista con otros m
ás próxi m
enológicas. es decir. a las lecturas del territorio en
térm inos de intencionalidad. vivencias y representaciones colectivas (P
eet. 1998). E
l horizonte de las aproxim aciones geográficas vinculadas a la econom
ía política es plural. aunque en
él caben distinguir. a grandes rasgos. dos m odalidades o líneas de investi
gación de m ayor entidad: de u
n lado. aquella definida. en
u n
a derivado posteriorm ente hacia otros
tem as y ejes prioritarios; de otro, la articulada en
to m
a m
u n
d o
(w orld-system
s approach).
a ) L
pulsaron la prim era de estas líneas -lo
s estudios de
u n
contexto histórico y geográfico concreto: la crisis económ
ica m undial de los decenios de 1970 y 1980 Y
sus des iguales im
eino U nido (M
icas de las grandes m etrópolis industriales se acom
pañó. a nivel local. de cam
bios internos considerables, que afectaron de m an
era especial a ciertos ám bitos de las
ciudades centrales; a nivel subestatal o regional. d e im
portantes procesos de relocalización industrial hacia algunos espacios rurales y periféricos; y a nivel nacional, de la m
odificación de las jerarquías urbanas y la aparición d
e nuevos ejes y regiones em ergentes con u
n a base
anifiesto tam bién la im
portancia y diversidad de las resp
u estas políticas e institucionales d
e ám b
ito local, su
ém ico
interdisciplinario m
uy am plio y dio pie, entre otros, al célebre proyecto de investigación
C U
anera destacada algunos geógrafos. E l objetivo del m
ism o fue exam
ica y social en siete ciudades británicas y asesorar al
gobierno y a las distintas adm inistraciones afectadas en
las políticas a adoptar: de ah í los
citados «estudios de localidades», principal expresión em pírica de esta corriente en
sus pri m
L a perspectiva de la econom
ía política pone el acento en los m
odos en que la" relacio nes sociales de producción. plasm
adas en cad
a área y en cad
a época. afectan a lugares con cretos y. a su vez, se ven afectadas p
o r las caracteristicas propias d
e esos lugares. C ada m
odo de producción o sistem
a económ ico general genera unas determ
inadas estructuras espacia les de la actividad económ
ica. o utilizando la expresión popularizada p o
r M assey (1984). u
n a
determ inada divisíÓ
l1 espacial del trabajo. L os procesos globales o generales se m
anifiestan de m
n núm
ntre ellos cuenta. p o
r supuesto. la dim ensión tem
poral: en la term
inología de M assey.
ico. cad a «tanda de inversión» (ro
w ld
o f
im brica ineludiblem
ente con las divisiones o estratos anteriores y posteriores, enriquecien do la especificidad del lugar. L
a historia del lugar viene a ser. en
esencia, la de los distintos papeles que h
a cum plido en el contexto regional, nacional o internacional de la división
espacial del trabajo; constituye el producto. p o
r ab u
«sedim entación» a lo largo del tiem
po de capas diferentes d e actividades productivas. cada
cual con su organización espacial correspondiente. L
os procesos de circulación de capital operan en lugares distintos. esto es. «en lugares
• que tienen características sociales específicas» (M
assey, 1993). E n
n a construcción social. pero adem
ás las relaciones sociales se construyen sobre el espacio. y
eso m
arca la diferencia». Las regiones. desde esta perspectiva, se conciben
42 T
R A
T A
D O
D E
G E
O G
R A
F fA
H U
M A
N A
I L
e producción en u
n lugar y tiem
po dados. o dicho de otro m
odo. «la organización espacial de los procesos sociales asociados al m odo de
producción». A lgunos autores prefieren hablar m
ás que d e regiones. de «sistem
a" sociales regionalizados» (A
lbet. 1993: 253), que se revelan en la respuesta local específica a los proce
sos capitalistas generales. P
or otra parte, com o categoría de estudio. la región no tiene, desde este punto de vista,
fronteras fijas y absolutas: «los lugares se conciben m ejor com
o redes de relaciones sociales y sus fronteras geográficas varian dependiendo del objeto que se quiera estudiar: el m
ercado inm
obiliario. las relaciones de género, etc.» (M assey. 1993: 145). L
os estudios de localidades se han centrado. bien es cierto. en el análisis de los m
ercados d e trabajo (o «cuencas de em
pleo») en zonas industriales o rurales afectadas por la crisis; en
cóm o éstos han reaccionado a la crisis
económ ica global. y han resaltado la im
portancia de las relaciones locales, de los vínculos de vecindad com
o factores de resistencia y de adaptación en los procesos sociales de estas áreas. L
os enfoques económ ico-políticos h
an proseguido con fuerza en
el decenio de 1990. centrados en
el inagotable tem a del crecim
iento o declive de localidades y en el
contexto de u n
a econom ía cada vez m
ás globalizada y de la facilidad creciente del capital internacional para desplazarse en
el espacio. T hrift (1990-1993, 1998) Y
P eet (1998: 180 y ss.)
han ofrecido nuevos balances sobre la evolución reciente de este enfoque. m ientras que
A llen. M
assey y C ochrane (1998) han dirigido el estudio regional quizá m
ás relevante e ilus trativo del m
ism o en
ethinking the regiol1. U na bril1ante disección de las
transform aciones recientes de la región del sureste de Inglaterra. en la que el análisis espa
cial de las desigualdades sociales vinculadas al m odelo neoliberal de desarrollo se com
bina con el de la sim
bología y las representaciones regionales que lo prom ueven y reproducen.
b ) O
tra m odalidad significativa de la geografía regional de inspiración económ
ico-política es el llam
undo» (w orld-system
analvsis). que tiene su núcleo teórico de partida en los trabajos del sociólogo estadounidense Inm
anuel W allerstein y del equipo diri
gido por él en el F ernand B
raudel C enter; adscrito a la U
niversidad del E stado de N
ueva Y ork. E
l inglés P
eter T aylor (1988. 1994. 1996 y 1999) y el holandés C
ornelis T erlouw
n
sido sus principales adalides dentro de la geografía, sin que falten im portantes obras colectivas
en la m ism
uggett y R obinson, 1996; Johnston, T
aylor y W atts, 2002). P
or lo dem
ás. conviene recordar que las teorías de W allerstein pretenden establecer u
n m
historia. la econom ía y la sociología. L
as revistas R eview
orld System
s R esearch (en 1995), constituyen dos de sus principales vehículos de difusión.
E stam
a aproxim ación de tipo globalista. centrada
en interpretar el funcionam iento del sistem
a m undial. S
influidos p o
r las interpretaciones m arxistas del subdesarrollo. son conocidos: el m
undo con tem
o un único sistem a cohesionado p
o r la extensión global del
capitalism o. que opera a través de u
n a doble explotación. del proletariado p
o r la burguesía y
de la periferia (en esencia. los países subdesarrollados) p o
r el centro (los países m ás desarro
llados): «E sta explotación -a
firm a T
del centro en el sistem
a internacional de E stados. pero tam
bién es institucionalizada a través de la débil estructura económ
ica dom inante en
erlouw . 1992: 12).
A las dos grandes pie7.a5 del sistem
a, expresión de la división espacial del trabajo a nivel m
undial. se añadiría una tercera de tipo interm edio: la de los E
stados de la sem iperiferia.
T aylor considera que el análisis del sistem
a-m undo proporciona una base teórica nueva para
una geografía regional renovada y plantea u n
original m odelo basado en el reconocim
iento de tres grandes esferas em
pÍlicas y escalas espaciales: la escala m undial o de la realidad, sobre la
que opera el capitalism o m
oderno; la escala de la ideología. representada actualm ente p
o r el
la econonúa-m undo; y la escala local o
de la experiencia, el ám bito d
e la vida cotidiana de la m ayoria d
e la población (T aylor. 1994).
E n
ica m undial la que ejerce u
n papel prepon
ediar y hasta contrapesar sus efectos. E l
E stado, p
o r ejem
plo, actúa com o un filtro clave en las interacciones entre la escala global y la
local, reduciendo o potenciando. según lo casos, las influencias d e los procesos globales sobre
la escala local. Las aproxim aciones geográficas en
esta línea inciden sobre todo en explorar las
interrelaciones d e las distintas escalas -la
s form
as en que las lógicas espaciales globales del
capitaIism o actual actúan sobre los estados y sobre las localidades, y v
icev ersa-
biante, d e cad
odelo tem
ario d e las tres grandes divisiones señaladas: centro, periferia y sem
i periferia. L
erlouw resultan, en
ción d e indicadores estadísticos pertinentes, cartografía d
e las divisiones espaciales aludi das. análisis d
e su s rasgos constitutivos y estudios d
e dinám ica a escalas históricas am
plias. A
e las tres escalas citadas, se h an
ido enriqueciendo progresivam
e los procesos y organizaciones interestatales y transnacionales en
el m arco d
e la globalización. P
ad o
p o
form ulaciones m
pliam ente, a p
las geografías descriptivas del m undo. tanto en
los países anglosajones com o en
los ám bitos
francófono e hispano. P ero sus linútaciones o sus olvidos so
n evidentes. y hasta su
s propios defensores h
las escalas regionales subestatales y el sesgo econom
icista q u
im a expresión las cues
tiones relativas al m edio físico, la m
orfología o los factores culturales (T aylor. 1996).
2.2. La perspectiva político-cultural
m en
ñ o
fenom enológico. centradas
en las dim ensiones subjetivas del espacio. en el estudio del espacio desde la vivencia y la
percepción del individuo (esto es, en el lugar o la región vivida. en
la term inología preferida
inados geógrafos políticos p o
r la di m
inadas prácticas y representaciones espaciales. S u
eclosión tiene q
e determ inados planteam
ientos postestructuralistas y postm
o r la o
ente construida» d e los discursos y categorias
; i espaciales y p
er y el poder. S e asocia, asim
ism o, en
en a parte,
f I, i
al notable resurgir d e la geografía política desde finales del decenio d
e 1970, y en cu
en tra o
estím ulo decisivo en
el contexto europeo reciente, con el avance y m ultiplicación q
u e h
ientos políticos d e signo nacionalista
o regionalista (A gnew
. 2000b; P aasi, 2003).
to res y d
e trabajos vinculados a esta perspectiva d e la nueva geo
grafía regional, en especial en
el contexto anglosajón. es y a m
u y
irven et al. (1993) y H erb
y K
i juicio, los estudios em
píricos de A lexander M
urphy (1988), sobre B élgica; A
nssi P aasi (1996), so
b re la K
uecia; o Jo h
T am
e los trab ajo
p o
nucleado. en
o r d
n q
u n
o es la d
iblin.2000). L
os enfoques político-culturales aceptan, a grandes rasgos, el concepto fenom enológico
d e región: la región co
m o
centro de intención, la región com o espacio de vida y espacio
vivido p o
atención se concentra, sin em bargo, no en
las dim ensiones
individuales d e esa vivencia. sino en las colectivas: lo que interesa. sobre todo. es la región
com o territorio socialm
social. co m
o ám
bito de identidad colectiva. M ás aún, interesan las regiones con contenido
político, o en realidad, los m
odos en que esas regiones se h an
construido socialm ente, esto
es, los m ecanism
an convertido en
ám bitos d
u n
m o
m en
to determ
an adquirido sus lím
o éstos se m
m o
pueden, asim
tipo de regiones e identidades regionales (F igura 2).
Form a conceptual
o sim bólica
Form a territorial
Fonna institucional
Rol establecido
FIG U
R A
2.- L
as diferentes facetas del proceso de institucionalización de las regiones. según A nssi Paasi
(1986). El concepto d
e institucionalización regional alude al proceso m ediante el cual una unidad territorial em
erge com
o una parte de la estructura espacial de una sociedad y se convierte en una entidad establecida y reconocida claram
ente en diferentes esferas de la acción y la conciencia colectivas. A electos analíticos. el
proceso de institucionalización de una región puede ser dividido en cuatro lases o facetas. que se interrelacionan y pueden darse en diverso orden, de fonna parcial, etc. a) La asunción d
e la form a territorial com
prende las prácticas por las cuales la región adquiere unas fronte ras o lím
ites exteriores (ya sean fijos o difusos, m ateriales o m
entales), una división u organización territorial
interna, un sistem a de asentam
ientos estructurado funcionalm ente (con sus capitales. su jerarquía, etc.),
b) El desarrollo de la form a conceptual y sim
bólica supone la adquisición de unos sím bolos territoriales que
hacen tangible la existencia de la región para sus habitantes, tales com o el nom
bre regional. la elaboración de los him
nos y enseñas con contenido espacial. la construcción de paisajes y lugares em blem
áticos (com o
sím bolos de identidad colectiva), la identificación de un «otro» o
de unos «otros» que actúen com o referente
de aheridad y estim ulen la m
ovilización de la identidad propia. etc. e) El desarrollo de una form
a institucional alude a aquellas prácticas que crean, reproducen y difunden, a lo largo de generaciones. la im
agen de la región, tales com o la literatura y la prensa regionales. las organiza
ciones, adm inistraciones y asociaciones que usan sím
bolos regionales, la enseñanza de la geografía y de la historia de la propia región. etc. d) El establecim
iento o reproducción de la región com o parte del sistem
a y la conciencia socio-espaciales se refiere a la continuación del proceso de institucionalización una vez que la región ha adquirido una plasm
ación y un reconocim
iento claros (con independencia de que obtenga o no un estatus adm inistrativo propio).
T R
A T
A D
O D
E G
E O
G R
A F
íA H
U M
A N
L os investigadores próxim
os a estos planteam ientos se hacen preguntas del tipo: ¿C
óm o
n a región que no existía se vuelve, en
algún m om
irectam en
o es vista la región p o
r p arte d
o evoluciona ese entendim
n id
ad regional
y de sus lím ites a la organización espacial de la sociedad q
u e la habita? ¿E
xisten, tan to
o fuera de la región estudiada, otras divisiones regionales, o
tras regiones social m
u ed
an am
enazarla? L
n en
énfasis en la historicidad de
las regiones. «L as cuestiones relativas a la esencia de las regiones se convierten en
cuestiones relativas a su
aasi, 1986: 120). L a región n
o es sólo, en
n proceso históricam
an en
ación. E n
regiones, m ás que ser (being), están constituyéndose (b
e co
m in
g ) co
n tin
u am
las prácticas m ateriales y culturales de la sociedad. E
ste interés o enfoque genético, diacró nico, explica la atención concedida a determ
inados agentes, escalas, m o
m en
L os estudios de la nueva geografía regional se h
an cen
trad o
m edia, y en
dos... L a preferencia n
o es casual, pues es a estas escalas (o las d
e tam añ
o superior) d
arato s institucionales, ideológicos y discursivos
vinculados a la construcción de las identidades territoriales. A
unque a m en
en o
r grado, diferencias socio-espaciales ob jetivas, naciones y regiones son, en
la feliz expresión de B enedict A
nderson (1993), «com uni
dades im aginadas»,'4 y resulta pertinente averiguar cuáles so
n los m
ecanism os q
u e crean,
lgunos d e ellos p
arecen especialm
ente relevantes en
la historia que d a origen a la región y h
an requerido d
e los investigadores de esta línea u
n a atención privilegiada: el trazado de las fronteras políticas, el estab
PO LITANA
c .......-.x
l . N . ' W ) 1 Z T ~ C l M s l : r 1 ~ C i E n : a s ~ y ~
1
adrid, E spaña
a hablado m ucho, particulannente en el ám
bito anglosajón y francófono, del renacer de la geografía regional. T
ras varias décadas de descrédito, postergación :v abandono relativo, la producción de geografía., universales '\' los estudios m
onográficos de países, regiones y lugares específicos han experim
entado u n
significativo crecim iento, las lla
m adas disciplinarias a la recuperación de este género y hasta del estatus privilegiado que tuvo
en el pasado se h
an m
ultiplicado, al tiem po que el lenguaje y la nom
enclatura de la literatura geográfica (y
no geográfica) se llenan de referencias alusivas a la región o a lo regional. D
esde determ inados au
a reclam ado u
e hecho, u n
tras que otros h an
alentado la relectura y revisión (la «revisita», utilizando la expresión ingle sa) d
e la o b
ra d e los m
aestros de la geografía regional clásica y la oportunidad d e recuperar
algunas de sus señas distintivas. Y el m
ovim iento rebasa co
istoriadores, econom istas, politólogos, juristas, antropólogos, sociólo
gos, filósofos, etc., ap arte d
e los geógrafos, escriben y debaten en extenso hoy día sobre el
valor de la diversidad o sobre la renovada im portancia de lo local y lo reg
io n
los países anglosajones la eclosión d
e estas preocupaciones h a propiciado y consolidado la expresión <
m e\\' regional
género de trabajos interdisciplinarios, cad a vez m
ás co pioso, que replantea desde perspectivas teóricas novedosas las cuestiones relativas a las re giones, los regionalism
os y las identidades regionales (M orrisey, 1997).
L as causas, com
o las m odalidades de ese renacer, resultan bastante diversas. E
xisten, p o
ulos «externos» (en el sentido de extra-académ icos), derivados del
contexto social, económ ico y político reciente, en
especial de los países desarrollados. E
n el p
r los estudios y descripciones de lugares h a
respondido en p arte a la d
em an
d a turística procedente de los países europeos y norteam
eri canos: u
ro m
m id
o u
ilvina Q uintero, H
éctor M endoza. F
m e sum
inistraron sobre la evolución de la g~'Ogrdfía regional en A
m érica L
ard a su
sobre P ortugal; a E
ster saez sus observaciones sobre la bibliografía m ás rechenle; v a Josefina G
óm ez M
endm a ~. N
rtega C antero su m
agisterio: m uchas de las ideas que se exponen en esle capítulo surgiernn de intereses y reflexiones
estim uladas por am
bos, v en buena p an
e com partidas con ellos, en relación con la historia del pensam
iento geográfico.
T R
A T
A D
O D
E G
E O
G R
A F
íA H
U M
A N
lvarez
literatura o, en sentido am plio, de infonnación geográfica sobre países y territorios, ya sean
los propios, ya los lejanos y exóticos (O rtega V
alcárcel, 2000: 488 y ss.). E
n el plano económ
n lado, la crisis económ
ica general que experim
ayoría de los países capitalistas incentivó en ciertos ám
bitos -p articu
eino U n
-- el interés por la diversidad de res
puestas locales y regionales en el interior de cada estado, im pulsando los denom
inados «es tudios de localidades». P
or o tra parte, la globalización y la m
ovilidad creciente de los facto res de producción h
an reducido la capacidad de control de los estados sobre la econom
ía y presionan en dirección a am
pliar las diferencias de riqueza no sólo entre los países, sino tam
bién dentro de sus respectivos territorios (C ox, 1997; K
nox y A gnew
, 2004). E
n ese proceso, el papel de otros actores económ icos o territoriales, com
o las em presas
ciudades se h a increm
entado considerablem ente. D
edio se ha m
ultiplicado la creación de bloques o alianzas geoeconóm icas de escala
(tales com o el T
ratado de L ibre C
om ercio de A
m érica del N
sia-P acífico o
petir en el espacio m undial articulando m
ercados am plios y
estrategias conjuntas, en la estela del m odelo europeo. D
e otro, en el interior de m uchos
países, y en paralelo con ese «m egarregionalism
o» de alcance supraestataL las regiones y las
ciudades de m ay
ites de las políticas de cohesión y reequilibrio im
pulsadas a nivel nacional o supranacional en u n
m ercado progresivam
ente globalizado, com
bajadores cualificados; intentan explotar sus ventajas com parativas; o se afanan en estable
cer m arcos regulatorios y de asociación propios y diferenciados (R
odríguez Pose, 1998). L
os «estilos regionales» de hacer política económ ica y social se h
an m
istas vienen señalando «la reem ergencia de las econom
ías regionales» (en este caso subnacionales) com
o uno de los elem entos clave de la nueva estructura espacial de los
países m ás desarrollados (S
torper, 1995; O m
ipietz, 2000; A gnew
se «nuevo regionalism o» (de carácter económ
ico o funcional) y, sobre todo, esas nuevas lógicas de organización económ
ica, reflejan y se traducen, asim ism
o, en configuraciones, con-
e incluso m etáforas territoriales novedosos que enriquecen el lenguaje del análisis geo
regional: ejes, diagonales o arcos de desarrollo, redes, regiones pivotales y regiones virtuales, ciudades globales o ciudades-región globales, etc. (P
laza, 2000; B oisier, 1994, 1999).
P ero en el renacer de los estudios regionales no son m
enos relevantes los estím ulos de
tipo político o ideológico. E n
E uropa occidental, la m
ayoría de los estados h a experim
entado en los últim
os dos decenios procesos de descentralización política o adm inistrativa, bien es
cierto que en grados m uy diferentes (L
oughlin, 2001). E l fortalecim
iento de la integración continental no ha sido en m
odo alguno ajeno a esta dinám ica, sino todo lo contrario, pues las
instancias centrales de la U nión E
uropea (m uy especialm
ente la C om
isión E uropea) h
iem bros, al tiem
as han regionalízado progresivam
ente buena parte de sus políticas y ha dado cabida en sus órganos a las institucio nes locales y regionales. E
l regionalism o funcional se superpone y hasta se potencia, en m
u chos casos, con los regionalism
os de tipo cultural e identitario (H arvie, 1994; K
eating, 1998). E
n E u
ro de B
resurgir, cruento en m
n a espectacular reconfiguración del m
ap a polí
tico estatal vigente durante la guerra fría. A la crisis de los regím
enes socialistas ha sucedido el reto
m o
de otras viejas ideologías e identidades: la explosión de m O
\im ientos nacionalistas
(o en m uchos casos m
ícronacionalistas) basados en la religión, los lazos étnicos o el territo lio
(C iechocinska, 1992; T
aibo, 1998; S agan, 2004). Si la caída del m
u ro
«el final de la H istoria» (F
ukuyam a, 1992), lo ocurrido posterionnente en este
sector de E uropa parece h
ab er supuesto justam
T R
A T
A D
O D
E G
E O
G R
A F
íA H
U M
A N
G eografía regional
conflictos de principios del siglo pasado y de los apegos ancestrales al territorio; el renaci m
iento, m uchas veces, de antiguos países o regiones, de regiones históricas o etnoculturales
que habían quedado aparentem ente diluidas u ocultas en algunos de los aglom
erados fede rales surgidos tras la S
egunda G uerra M
undial; «la recuperación - h
a señalado Ignacio Pla
za (1997: 2 7
ente olvidada», o m ás aún, «el regreso
-e n
ooson ( 1 9
Junto a estos estím ulos externos,grosso m
odo, a la disciplina geográfica o a la com unidad
académ ica en general, cabe citar otros de tipo "interno». L
a difusión del ideario filosófico postm
oderno entre las ciencias sociales ha contribuido, p o
r ejem plo, a legitim
ar la recupera ción de la sensibilidad regional: el postm
odernism o h
incluso la posibilidad, de los «m etarrelatos» o sistem
as d e pensam
arxism os); ha renegado de los puntos d
e vista centrales y de las interpreta ciones unitaristas y eurocéntricas d
e la historia, característicos de la m odernidad; y ha celebra
do, por el contrario, la valoración d e la diferencia, de los contextos locales, de las m
inorías, y en general de las "voces» y «relatos» olvidados p
o rlos discursos hegem
ónicos anteriores (V attim
el m ism
eco en las llam
adas a recuperar la unidad de la geografía y m itigar los riesgos de fragm
entación interna. L
a geografía regional ha aparecido ante m uchos, ya nostálgicos, ya renovadores, com
o el lugar adecuado de encuentro entre la geografía física y la hum
ana, la alternativa al estallido de la disciplina en m
últiples ram as de carácter especializado, con objetivos dispares, o peor
aún, sin u n
9 \ y ss.).
S e planteen desde posturas teórícas explícitam
ente innovadoras o desde lógicas m ás
tradicionales y continuistas, parece evidente que la globalización y los cam bios sociales y
geopolíticos asociados al final del siglo X X
y los prim eros años del actual propician nuevas
configuraciones y procesos territoríales que interpelan a u n
a de las tradiciones y sensibilida des m
ás longevas de la geografía: la que persigue d a
r cuenta de la diferenciación y la diversi dad regional del m
undo. E
inaciones a lo largo d e la historia, ad
quiere desde finales del siglo X IX
, coincidiendo con la institucionalización académ ica de la
geografía, el calificativo de regional, y llega a configurarse, en m
uchas d e las principales
escuelas nacionales, com o la orientación dom
inante de la disciplina, a la que otorgaba un objeto específico (la región), un program
a de trabajo (la identificación y descrípción explica tiva de regiones) y unos principios m
etodológicos (coronados porel afán sintético e integrador) capaces de garantizar, para m
uchos, la unidad entre las ram as física y h
u m
fía. U n potencial que se suele invocar hoy, precisam
ente, cuando se diagnostica la pulveriza ción interna de la disciplina y cuando determ
inadas cuestiones cruciales, com o las que derí
van de las relaciones entre las sociedades y la naturaleza, adquieren la categoría de problem a
- o
«global». E
l presente capítulo aspira a presentar, desde la perspectiva necesariam ente sintética
que im pone este tipo de contríbuciones, el panoram
a reciente y actual de la geografía nal, así com
o a recordar los elem entos definitorios de la tradición regional de la disciplina y
a reflexionar sobre ciertos retos presentes y d e futuro. E
n el m
esencialm ente -a
er apartado repasa las cla ves que caracterizaron la llam
ada geografía regional <,m oderna» o "clásica», así com
o su crisis y replanteam
ientos posteriores, para considerar, finalm ente, algunas re lecturas recien
tes que reivindican el valor y la actualidad de algunos de su s principios. E
l segundo y princi pal resum
e los planteam ientos teórico-m
etodológicos generales de la llam ada «nueva geo
grafía regional", desarrollada a los largo de los últim os veinte años, así com
o de sus principa les tendencias o m
odalidades. E n
el tercero y últim o se reflexiona sobre algunos principios y
problem as recurrentes en relación con la geografía y el concepto de región y, en
particular,
sobre los retos y perspectivas que se abren en am
b o
arco del proceso d
L as personas m
ayores m e aconsejaron que dejara a un lado los dibujos de
serpientes boas abiertas o cerradas y que m e interesara un poco m
ás en la geografía, la historia. el cálculo y la gram
ática. A sí fue com
o, a la edad de seis años, abandoné una m
agnífica carrera de pintor. [ ...] D ebí, pues, elegir
otro oficio y aprendí a pilotar aviones. V olé un poco por todo el m
undo. E s
ucho. A l prim
er golpe de vista estaba en condiciones de distinguir C
hina de A rizona. E
s m uy útil si uno llega a
extraviarse durante la noche
u n
d o
co m
o m
L a
q u
r sum ario que sea. convenga en
este capítulo para situarse y entender determ
inados elem entos del contexto m
ás reciente y ac tual. Y
a se ha aludido a la antigüedad de la tradición regional. q u
e nace con los prim eros
esfuerzos de representación geográfica d e la T
Ierra, articulados, en el caso d
e O ccidente. p
om a clásicas. L
as descripciones d e los pueblos y lugares del m
u n
d o
ente puede identificarse el germ en d
e dicha tradición. form
aban parte (igual que lo form aban otras tradiciones, com
o la cartográfica) d e
lo que en la cultura greco-latina antigua se denom
inabageogra{ía. A este género d
e evidentes utilidades prácticas (com
erciales, políticas y m ilitares) algunos autores clásicos lo distin
guieron incluso con u n
térm ino, el de corogra{ía. que aparece ya en
o b
trad o
el m u
eraciones y descripciones geográficas referidos a parcelas concretas de la superficie terrestre. ya fueran localidades y partes de países, ya d
e países enteros o regiones de m
agnitud continental. La G
1650, que suele considerar se el principal esfuerzo teórico d
e sistem atización del saber geográfico realizado en
la E d
e dos grandes ram as en
la disciplina: la general, dedicada al estudio de las características generales d
e la T Ierra co
m o
cu erp
o celeste.
p ad
a de la diversidad territorial d e la superficie terrestre y asim
ilable, p o
arenio, 1974). P ese a la antigüedad del térm
ino región."la expresióngeogra{ía regional no apareció de hecho hasta el últim
o decenio del siglo X
IX en
e la geografía en algunos
E stados europeos (particularm
nido). y hasta el pri
2. E l Y
<lC ablo latino (.reg
ente .d irecci6
n . v .lín
m o
-área». «zona-
plio. P o
to a escala in
perio R om
ano organiz61a provincia de Italia a efectos fiscales y censales. L
a polisem ia del tén
n in
o arran
en n
guas europeas m odernas.
X convivió en
n a posición dom
inante en el uso.
E l apogeo d
e la geografía regional llegaría. corno es sabido. en ese m ism
o tercio y se prolongaría hasta m
ediados del siglo X X
en las «escuelas» nacionales d e m
ás proyección internacional (incluyendo. ju
n to
nidos) y durante algunos decenios m
ás en num
edida. p o
in perjuicio de la existencia d e otras form
as coetáneas d e entender la disciplina,
la geografía regional llegaría a considerarse en aquel m
om ento la quintaesencia y la corona
ción d e la m
ism a. al am
p aro
de la opinión y el influjo decisivo d e algunos d
e sus principales teóricos y m
aestros (com o P
aul V idal d
rancia, A ndrew
m o
«la ciencia corológica de la superficie terrestre». es decir «la ciencia d
e la superficie terrestre según sus diferencias regionales. entendida co
m o
com plejo d
e continentes, países. paisajes y lugares» (H ettner, 1905); «la ciencia de los
lugares, n o
ero era «estudiar las expresiones cam
biantes q
ía de la T Ierra (V
ida! d e la B
lache. 1913); el estudio. sobre todo, "de la diferenciación espacial del m
undo» (H artshorne, 1939); o, en palabras de
u n
e geografía. «la descripción razonada y explicati va d
e los paisajes terrestres» (T erán, 1960). U
n planteam iento em
inentem ente corológico e
q u
prescindible com o antesala del estudio regional. C
onsiderada d e esta
form a, n
o extraña el que algunos autores hayan bautizado a esta etapa com
o la d e "la geogra
fía regionalista», «en cuanto que la región se contem pla co
m o
ado m étodo regional corno el procedim
iento propio d e la geografía p
ara el estudio d
alcárcel, 2000). E
d o
otro d e los califi
cativos que destacados historiadores siguen atribuyendo a esta fase d e la geografía m
oder n
privilegiará la identificación. la delim itación y el estudio d
e regiones. concebidas en buena m
edida co m
o unidades verdaderas. esto es entidades físicas, tangibles u objetivas con
caracteres propios cuya singularidad (o «personalidad". co m
o tam
a analogía del m
o piezas o teselas, encajarían idealm ente, y a cada
escala. unas con otras). au n
q u
e hecho, p ara resu
m ir la cosm
ovisión im plícita en
or o tra parte. en la form
ulación dom inante en
im pregnada todavía d
bre todo. con la región natural (que n o
física se/1Sll slricIO ), concebida com
o resultado d e la
3. E n el ám
bito lingüístico español, por ejem plo. cabe rL..:ordar. entre otras expresiones. las de geografía «corngráfica •.
•especial., «topográfica •.•coroI6gica•.•descriptiva •. < universal. y «particular». algunas de las cuales no han desapa
recido p o
rcom pleto. P
or lo que toca al origen de la denom inaci6n q
u e acabaría com
ertrand A uerbach, alum
N ancy. el prim
ica (L e
fines del siglo X
IX e1ténnino estaba am
pliam ente extendido en
la geografía francesa (en los prim eros decenios del X
X
ientras q u
ente co n
sí O C
d e la P
enínsula ¡heri" ... de Italia y de algunos países latinoam e
ricanos (com o A
éxico). los planteam
inando. grosso m odo, hasta la década de 1960. A
este respecto resultan de especial utilidad los trabajos de historiografía com
parada de la disciplina (com o los de P
eña \' S anguin, 1984. y M
artin v Jam es, 1993; o los editados p
o r
unbar. 200 1). P ara A
m érica L
eboratti ( 1984). V ilá ( 1986) \'
B ecker (1986). este últim
o referido sólo a B rasil; y para E
spaña la síntesis de V itá (J 990).
T R
A T
A D
O D
E G
E O
G R
A F
íA H
U M
A N
lva re
z I
G e
o g
ra fía
regional r
interrelación secular en tre la naturaleza y la sociedad y reconocible sustancialm
ente p o
r la hom
ogeneidad de sus rasgos, perceptibles a la vista. 5 M ás aún, p
ara m uchos autores de este
período, la región llegará a entenderse com o el área d
e extensión de u n
paisaje - o
, co m
n paisaje o la com
binación definida de paisa je
s» -, y el paisaje com
o la fisonom ía o expresión visible y sintética de esa relación histórica
sociedad-m edio explicativa de la individualidad regional. U
n tipo de concepción particular m
ente aplicable a los territorios de la E u
ro p
otos y relativam ente esta
bles en el tiem
ara la inm ensa m
ayoría de la pobla ción, los reducidos círculos d
e la localidad y la com arca.
P orque. en
efecto, si es cierto que las regiones atendidas p o
r los geógrafos d e esta etapa
existen y se reconocen a varias escalas (de la pequeñas com arcas a los grandes conjuntos
continentales o transcontinentales, pasando. obviam ente, p
o rlos países) y que tales geógra
fos no ignoraron enteram ente los paisajes urbanos e industriales. tam
b ién
pirism o m
n cierto
re todo en ciertos ám
bitos, co
m o
el d e la escuela vidaliana y sus prolongaciones ex
terio res-
m en
o r
arcales o partes de regiones históricas). concretadas en la elabora
ción de m onografías.
iero n
alg u
n o
asad o
en u
d o
in co
n ex
p o
n en
d iad
s diversas u
g u
larid ad
regional. U
u e en
e archivadores). repeti d
o n
o to
ism o
u n
to d
e vista político y social los estudios regionales en general
en co
n traro
n u
n estím
u lo
im p
o rtan
ates cruciales en la
e co n
m o
n d
n to
d e
p ed
éu tico
o n
o g
tro s
las d iferen
o tiem
ad p
e ah í
ejo r vía d
la geografía física y la h u
m an
reserv ar la u
ad am
en azad
cep cio
zación interna.
n g
en y evolución del concepto d
e región nalltrai en la geografía europea (que en inicio designaba
divisiones estn ctam
en te físicas. com
o las hidrográficas o las geológicas. para después ir llenándose d e contenido hu
m ano). siguen siendo esenciales. pese a su
antigO edad, los estudíos de L
ucien G alloís (R
ara el caso de E spaña. puede \'erse G
arcía Á lvarez (2002),
regional
ientos regionales de la geografía clásica, así com o la
hegem onía de las concepciones corológicas de la disciplina, iniciaron, en los ám
bitos naciona les de m
ayor proyección internacional, una etapa de agotam iento, puesta en
cuestión y crisis que se am
pliaria posteriorm ente a otros contextos (en algunos casos con dos decenios de
retraso) y se prolongaria. a grandes rasgos, hasta finales del decenio de 1970. L os factores que
propiciaron este declive son m uy diversos y apenas hay lugar aquí para enum
erarlos. E
rd en
vinculadas a la em ergencia d
e las corrientes analíticas, partidarias de u n
a concepción nom
o r el polém
chaefer, publicado en 1953); las críticas d
e quienes cuestionaban la relevancia social d e los plantea
m ientos corológicos dom
petir en el cam
dw ard A
ckerm an, q
u e en
iento holístico de los estudios regionales m
an iatab
pedía la especialización necesaria p
ara insertarse en otros sectores ajenos al académ
ico); las que percibían u n
riesgo de determ
inism o físico, de form
a explícita o im plícita, en los conceptos regionales y en los
procedim ientos descriptivos m
o r el hábito de co
m en
o r el análisis de los com
ponentes físicos); o. en fin. las d
e quienes se centraron en
los problem as m
esta últi m
eorge K im
n P
e m an
era lúcida las dificultades y lim itaciones asociadas a la
polisem ia del concepto d
e región y la heterogeneidad creciente d e form
as d e regionalización;
o las d
ente rígidas y m
onótonas. que, pese a las loables declaraciones d e intención, degeneraban de hecho en u
n a
suerte de «doble m onografía» (esto es. de geografía física y d
e geografía hum ana, sin interco
nexión ni síntesis alguna); y la am bición inherente al enciclopedism
o de dichas recetas, que enfrentaban al investigador a la difícil -c
u a n
sintetizar individualm ente inform
riesgo de am ateurism
actores y argum entaciones a los que cabe sum
ar, u n
no», esto es, los aparejados a las transform aciones económ
icas, sociales y tecnológicas ope radas o intensificadas a p
artir de la S egunda G
uerra M undial: procesos com
o la despoblación rural. el crecim
iento urbano o la nueva revolución de los transportes y com unicaciones \in
culada a la difusión del autom
óvil y la aeronáutica aceleraron la crisis y desaparición de las form
as de organización regionales características d e las sociedades tradicionales (en espe
cialla noción de región natural. hom ogénea, autosuficiente. de dim
ensión local), que tan bien había recreado la geografía regional clásica. y articularon otras nuevas (com
o, en parti cular. las vinculadas al proceso urbanizador) frente a las cuales se requería tam
b ién
u n
a m
aba K im
obsoleta la idea d e regiones au
tó n
o m
harles W
rigley ( 1965) que «el m odelo clásico de la geografía regional era u
n a \'íctim
e\'O lu
o el cam
pesino, la sociedad rural. el caballo y la com unidad aldea
na». E l propio o
rd en
uerra M undial y
6 P ara el caso
de la geografía regional española en el periodo 1940-1970. véase A sociación de G
eógrafO s E
spañoles (1980). O
óm ez M
r.m cía. C
ortugal. D an
o, al declive de las visiones regionales anteriores, en
la m edida en que, com
o bien h a sugerido u
n a destacada especialista, «la geo
grafía de los bloques, que había venido a sustituir [ ... ] a la de las grandes potencias, anulaba las regiones, b
o rrab
n o
ientos tenitoriales singulares» (G
l cuestionam iento de la geografía regional clásica suscitó diferentes respuestas: en
algunos ám
bitos y sectores, la visión corológica de la disciplina y de su s m
odelos descripti vos, considerados esencialm
ente válidos, se m antuvieron con ap
en as m
continuidad del género co m
o objeto principal de la disciplina, introdujeron m
odificaciones y elem
ientras que en otros, em
pezando p o
perá abiertam ente con los patrones clásicos p
ara ab razar
ista, d o
ente relevantes. L a
r la fonnulación y difusión d e nuevos conceptos regiona
les, com o, m
e región funcional (o polarizada, o nodal, o im
plem ente urbana, co
fía en el estudio de los procesos m
o d
ern o
léxico y su s h
erram ien
a segunda, p o
n a definición
«m etodológica» d
tad a en
m o
u n
ien ta conceptual del investigador, en
contraposición a las definiciones «ontológicas» o «realistas» (es decir, las q
u e conciben las regiones co
m o
anto las lógicas funcionales co m
o la
o construcción m
ental h ab
ían sido ap
rim er tercio de siglo xx,1 pero no es h
asta bien en trad
o el segundo tercio
u n
n cretan
en p
ro g
l concepto de región funcional perm itió su
p erar las concepeiones centradas en
la ho m
nización espacial \inculados a la sociedad u rb
an a e industrial. escasam
ente tratados p o
igura 1). A p
artir del m ism
n n
ito rio
paisaje o apariencia visible), sino en la idea
de «organi:z.ación espacial» y en las interacciones horizontales entre las partes com
ponentes de la región, reflejo de las funciones desem
peñadas p o
r sus núcleos organizadores. L os estu
dios regionales pasaron a estudiar las áreas de influencia urbana; las relaciones o H ujos q
u e
las vertebraban, a diferentes escalas; las redes y los sistem as que co
m p
o n
ían tales relaciones
y núcleos; o, en fin, las jerdrquías con que dichas redes se estructuraban. L as nuevas concep
ciones funcionales hallaron. adem ás, u
n apoyo teórico decisivo en los planteam
ientos de la econom
ía regional (en especial en la naciente ciencia regiO /w
!) y u n
estím ulo extraacadém
ico notable en las políticas estatales de planificación, ordenación y desarrollo económ
ico regio
m o
to en
H en
n "r
n tras q
g u
b ra de P
p u
rancia ex p
u ",tas p
o r V
l"IC hl' con po~teliorid.. d a 1910
(R obíc, J998: T
el sl'gundo tercio del siglo, c< ,m ;enc' recordar
a los "stad o
ob..'rt D icldnson, a los franceses E
tíen n
erroux y Jacq u
W alter ehristaJ!.,r o al sueco TO
l'>iten H agel'>
l, la com arca geográfica (B
), la región urbana (C
nofre R ullán (2001 a). A
dviértase que el autor em plea la
expresión «com arca natural" (A
) en su acepción m ás estricta (esto es, com
o unidad organizada esencial m
ente por los elem entos naturales), aunque en la práctica este concepto se usó tam
bién, en la geografía regional clásica. com
o sinónim o d
e la región geográfica por excelencia (B ). resultado de una relación esta
ble y equilibrada entre los lactares naturales y los hum anos. en el contexto de una sociedad em
inentem ente
s m odelos siguientes representarían sucesivos estadios en el proceso
histórico de artificialización del paisaje y pueden considerarse variantes de las regiones de tipo funcional: la región urbana (e
). definida por el área de influencia d e una ciudad y producto histórico de la revolución
industrial; y la región difusa (O ). característica de las conurbaciones. que se vincula a la terciarización y
a la
globalízación y se define por la discontinuidad form al, así com
o por la separación física de funciones (articu ladas por una densa red de carreteras).
nal características de la época, q u
e im pulsaron innum
o r tales criterios!
r lo q u
e toca a la concepción m etodológica de la región, esto es. al entendim
iento de la región com
o instrum ento conceptual del im
·estigador. necesario p ara describir \' analizar
8, L os diversos Sem¡l!ario~ sobre Reg¡(mali~aciól1 de las politicas de desarrollo e
l! A m
érica lA tin
rg an
ism o
rganización d e
p o
la geografía latin o
o s 1960 \' J9
o el m
u en
e entonces a esta cuestión. co m
p artid
n a considerable pm
S ergio B
tin o
francófona, el libro d
e JuiJIard el al. (1976). resultado de ~n coloquio internacional. con n
u m
ero so
e cu ñ
ién u
d q u
m ero
plicada o a los discípulos d e José M
an u
d C
d m
ism o,
T R
A T
A D
O D
E G
E O
G R
A F
íA H
U M
A N
la realidad (o p ara organizar, en definitiva, la inform
ación geográfica), responde en b
u en
a m
edida a los intentos de «liberar» a la disciplina del p ro
b lem
ites, así com o d
e am p
e tem as y ám
bitos espaciales susceptibles de estudio, adaptándolos a problem
as actuales y relevantes. E laboraciones con
ceptuales audaces en esta línea, com
o la idea de com page, propuesta p
o rD
ag in
ar nuevos m odelos de escritura regional, a la vez que defendieron la
o p
o rtu
n id
o u
n m
r en cim
a d e la relatividad o de la obsolescencia del concepto clásico de región.
E n
la opinión d e algunos autores afines a este tipo d
e planteam ientos, am
precisaría estu d
itadas, sino, sobre todo, problem as significativos social y territorialm
ente en espacios con
u ed
en estu
ierre G
o u
ro u
-, «según el m étodo y el espíritu de la geografía regional», presididos p
o r la m
ás pretendidam ente revolucionarias, co
m o
o faltaron tam
tear alter nativas propias a la geografía regional clásica. S
u p
u n
to epistem
ques, la región no sólo se concibe com o u
n a h
geográfica (dependiente, p o
r tanto, de los objetivos del investigador), sino, sobre todo, co m
o
am in
ar la com binación particular d
e las regularidades y leyes generales que rigen la organización del espacio», objetivo prioritario que debía perseguir la disciplina. E
n este sentido S
chaefer (1953) asignaba a la geografía regional la función d e convertirse en
«el trabajo de laboratorio d
e u n
tem a esencialm
W illiam
B unge
1 9
6 2
n a cuestión, no de «unicidad», sino d
e individualidad,lo que im
N um
erosos geógrafos de la llam ada revolución cuantitativa se su
m arían
o r el econom
ista W alter Isard
g u
n d
a m itad de la década de 1950 con vocación de constituir u
n cam
p o
interdisciplinario en
to m
n q
arcad am
en te distintos a los de
la geografía regional clásica. E l prestigio de que gozaba la econom
ía en tre las ciencias socia
les del m om
r la ciencia regional a los tem as de la
localización productiva, su ab u
n d
atem áticas y m
odelos teóri cos (em
o r las
cuestiones de la ordenación y el desarrollo regionales (incluidas las relativas a las regiones nodales), etc., atrajeron a bastantes paladines y seguidores de la geografía neopositivista, prim
ero en el contexto anglosajón, luego en m uchos otros ám
bitos. E l deseo de m
arcar distancias y la presunción, entre algunos de estos geógrafos, d
e estar practicando u n
a alter
te a la región tradicional (la «región tata!.. seg ú
n e! au
to r). W
cated rático
en H
ar,ard v
p resid
e G eógrafos A
n asu
n to
em ás. e! núcleo y e! carácter del esp
acio an
alizad o
(en lu
ten sió
n d
cip al co
e los lím ites de las \'ariables principales coincidan); p
resen tarse m
o s. así co
a lista tem ática
de la m o
u m
an o
nativa «verdaderam ente científica» a la geografía regional clásica im
pulsó incluso la acuña ción y el uso d
e u n
nálisis R egional (B
ente, co n
variantes, au n
ientos analíticos llegaron tard
n nunca d
e u n
a condición m inoritaria. 10
1.3. R eleyendo la tradición: actualidad de la geografía regional clásica
Y a se h
e los años ochenta la geografía regional clásica, y m
ás am pliam
ente, la tradición geográfica m oderna, h
a sido objeto de notables y sustancio sas relecturas recientes en diferentes países y contextos. L
a celebración de centenarios u otras efem
érides significativas en relación co n
la configuración de las distintas escuelas na cionales h
a d ad
d io
ajo s de
historiografía com parada, a antologías y reediciones de autores y obras em
blem áticas, o
incluso a la form ación de archivos o centros de docum
entación de naturaleza institucional y personal, que, adem
ás de m ejo
iento de estas etapas y recuperar la m
em o
as decenios, h an
redescubierto el valor de algunas de sus señas y reivindicado la o
p o
rtu n
id ad
an su
m ad
u ch
o m
ás persona les, procedentes, en algunos casos, de reconocidas figuras académ
icas (H art, 1982; L
ew is,
rtega C antero, 1987).
S in espacio p
a exposición detallada, conviene reten er algunos de los argum
entos en que se h
an m
- L
a percepción de la fragm entación creciente de la disciplina y la necesidad d
e recuperar la u
teg rad
n efecto, la
m ayoría los autores que a lo largo de estos d
o s decenios h
valores d e la geografía clásica p
arten de u
n diagnóstico m
ción actual. P reocupa, so
b re todo, la crecien
te dispersión y fragm entación tem
ática y epistem
ológica de los geógrafos, la separación y la incom unicación creciente en
tre la geo grafía física y la h
u m
an a, la de los propios geógrafos físicos o la de los geógrafos h
u m
an o
m o
o bien h a precisado
D avid S
o ram
o u
absoluto), sino la creciente tendencia a u n
«especialism o»
el que las partes em igran progresivam
ente hacia otras ciencias (físicas o socia les) y se vuelve cad
a vez m ás difícil identificar un tronco disciplinar com
ún. P orque las
d e E
eográfico R egional» p
e co n
eografía H u
ra la d iscip
iú sió
n trip
ito de la geografía
cu rso
erp o
m o
la d
istrib u
ció n
lacio n
ni\'ersidades. h
a o rien
astillo ( 1993 J. 11. L
a lista d e estas ap
o rtacio
o r citar sim
n m
em o
ración». cab
ran cia. p
F rance d
lisée R eclus. en
2005; e! cen ten
n en
la U
rim era p
laza d o
cen te p
n de la p
o m
u el d
u lan
artsh o
E
cu en
ten ario
1989.
m o
icas: desprovista de u n
objeto com partido y sólidam
ente definido, la im agen
de la geografía se difum ina, se vuelve confusa o irreconocible n
o sólo p
ara el público n o
académ ico, co
L a m
pliam ente, hacia la tradición geográfica
m oderna, supone u
a geografía unida, la defensa de u n
espacio com
ún para la geografía, el deseo, en definitiva, de recuperar el sentido d e «una geografía, la
geografía» (S toddart, 1994: 536, cursivas del original). P
ero es u n
da, selectiva, critica y no puram ente m
im ética respecto de la tradición. N
o se defiende, p o
r ejem
plo, recuperar los conceptos y taxonom ias regionales clásicos, ni tam
poco esa figura que K
im ble, irónicam
ente, describiera com o el geógrafo «caza-regiones»; sino el enfoque sintético,
dialéctico e integrador que los anim aba. N
o es la vuelta a la región de la geografía clásica (en sus diversas m
odalidades) lo que se reclam a ahora, sino la potencialidad de los tem
a s geográficos
convergentes (com o, entre ellos, la región o el paisaje) y, sobre todo, la potencialidades del m
éto do regional, del enfoque regional, para intentar «recentrar la G
eografía» (P inchem
- L
as relecturas d e la tradición clásica y las propuestas regionales recientes a ellas asocia
d as h
an subrayado asim
d erad
n p
e la geogra fía su
p o
o g
m ático
an d
o n
ar la ortodoxia y la obsesión cientificista d e los enfo
ques analíticos (estrecham ente dependientes del m
odelo de las ciencias físico-naturales), así co
m o
o (con su frecuente propensión a h
acer de la geografía u
n a especie de pseudoeconom
ía política), p ara reintroducir el papel del sujeto
co m
o u
iento q u
las recientes corrientes hum
n el interés d
r los m aestros
de la geografía regional tradicional hacia el lenguaje, los conocim ientos y representaciones
espaciales de las com unidades locales (G
óm ez M
endoza, 1989). E
ar la participación del sujeto com
o vehículo de conocim iento geográfico. E
llo no consiste sim plem
ente en ocuparse, entre otros hechos, de los aspectos culturales que tienen u
n a dim
ensión territorial, sino m ás bien
que el propio geógrafo introduzca y ejercite abiertam ente las cualidades subjetivas (en sentido
am plio) para com
in d u
iento geográfico puede y debe extraer m
ucho de la observación, la validación em pírica o el rigor form
al de los m étodos
positivos, pero tam bién puede y debe hacerlo --co
m o
tradición m o
d e m
a -
de la intuición, la percepción, el sentim iento o incluso la im
aginación. L
as llam adas recientes a la re\italización de la geografía regional h
an recordado la
calidad estética, el talante artístico, la sensibilidad literaria o la voluntad de estilo de figuras co
m o
lache, C am
erán y R am
d ern
ántica del conocim iento científico, que integraba plenam
ente las facultades racionales y las pasionales, la o
b jeth
id ad
o defendía
H um
recom endado al geógrafo que esté aten
to a o
tras m o
n d
o --d
z a -
rtega C antero, 1987, 1992,2004).
E n
a resaltado el sentido narrativo del conocim
iento geográfico (esto es, el peso que tienen en él d
eterm in
la geografía regio-
o, la im portancia d
e que el geógrafo sepa co m
u n
n a m
an era rigurosa y, a la vez, legible y atractiva su
visión del lugar) (B erdoulay, 1988;
G óm
regory, 1994; B rosseau, 1994). P
orque, vista d e este m
odo, y reto
r au to
res destacados de la etap a clásica de la disciplina
(en F rancia, p
aulig), la geografía regional - e l entendim
iento y la descripción d e la individualidad re
g io
n a cierta sensibilidad artística: «L
a geografía es u
bién u n
ás elevada del arte del geógrafo es produ cir u
n a b
cio n
p ren
d er los lugares, las áreas y las regiones» (H
art, 1982: 2).
bservación ésta que rem ite a o
tra tercera faceta esencial en la revisión y rei\indicación recientes de la geográfica regional clásica: la o
p o
rtu n
id ad
dios de lugares, a la d em
an d
el auge del turism o y otras
prácticas o coyunturas propicias a tales estudios. S in d
u d
sociación de G eógrafos A
m ericanos, quien h
ra m ás explícita y enfática este argum
ento, y p o
A unque m
uchos geógrafos deberían aprender a hablar a los adm inistradores y a los agentes
con capacidad de decisión, el público general seguirá siendo nuestra audiencia tradicional y m
ás am plia. L
a m
ayoría de la gente tiene curiosidad por el m undo en que vive y está intrigada
por el carácter único que los lugares concretos. Q uiere saber m
ás de lo que ve en la tele\isión o lee en los periódicos sobre dónde y p
o r qué están pasando las cosas, y necesita una tram
a de inform
prenderlo. E s
inconcebible que alguien pueda considerarse suficientem ente educado si no tiene un cono
cim iento básico de las facciones del planeta, de la distribución .Y las interrelaciones de las
principales peculiaridades físicas, bióticas, políticas, sociales y económ icas del m
undo con tem
poráneo. L a
sociedad espera que los geógrafos le proporcionen esa inform ación, en un
m odo organizado sistem
undo, am plio y com
plejo» (H art, 1982: 1 y 19-20; traducción propia).
N o se trata, en m
odo alguno, de despreciar otras finalidades y vías profesionales del geógrafo, em
pezando p o
an sido y siguen siendo, en
num erosos países, u
de los principales estím ulos p
ara el renacer y la renovación de los estudios regionales (e incluso p
ara el ejercicio d e ciertas destrezas tradicionales)Y
S e trata,
m ás bien, de reivindicar el estatus y las posibilidades de u
n o
ás antiguos de la disciplina, posibilidades especialm
ente notables en los países m
ás desarrollados, entre
cu rrid
o en
ocratización \" la descentralización política del E stad
o desarrolladas
onstitución de 1978. u n
id as a las políticas regionales d
e la lJnión E uropea, h
an im
p u
lsad o
considerable· m
ente los estudios regionales orientados a la ordenación del territorio (en especial a escala au to
n ó
ese contexto. q u
e las principales \ias p ara la profe·
sionalización del geógrafo en E
sp añ
ito d
reivindicado y reconocido d e éste, en
tre o
e en tro
iento global e integrado del territorio; la cap
acid ad
n o
cim ien
o a la sociedad; la cap
acid ad
d e diferenciar unidades territoriales a distintas escalas v co
n diferentes criterios, así com
o p ara
lcin a, 1996; Z
oido, 1998). E n
u e explican el increm
ento del conocim iento geográfico aplicado estriba en .la
creciente d em
plejos problem as territoriales \" am
bientales derivados d e las ciegas políticas sectoriales>
y tecnocráticas de ép
o cas anteriores (R
p o
ensión aplicada en los estudios geográficos regionales es m
ás notable aú n
las ap rem
as sociales \' territoriales orientan. en los últim
os decenios, b u
en a parte d
e la investigación d
e los E ncuentros d
e G eógrafos d
T R
A T
A D
O D
E G
E O
G R
A F
íA H
U M
A N
an d
ación territorial.
13 E l florecim
iento. en los últim
os veinte años. de las geografías de países e incluso de las geografías universales. constatada tanto en
el contexto francófono com o en
el anglo sajón. así com
o la expansión extraordinaria de las revistas o guías turísticas y de viaje, paten te en
m uchos otros países, se inscriben claram
ente en el seno de u
n a d
iudor, 1989; M éndez y M
olinero, 1998).
a m irad
a hacia lo m ejor de la tradición geográfica regional. o hacia la tradición geográ
fica m oderna en
bién. p o
nos de sus valores form ativos, educativos y éticos. U
no de los principales es, sin duda, el valor cívico, hum
anista, que pueden ap o
rtar la lectura y la enseñanza de geografía regional al conjunto de la sociedad. E
l conocim iento de los diferentes territorios y sociedades del
planeta, desde los propios a los m ás alejados y exóticos, o lo que es lo m
ism o, el aprendizaje
y la enseñanza de la diversidad regional de la T ierra, no sólo pueden y deben excitar o satis
facer las curiosidades geográficas d e la sociedad, así com
o increm entar la cultura y las des
trezas m em
el sentido m ás puram
ente enciclopédico. P ueden y
deben servir tam bién p
ara inculcar y fom entar, com
o ya defendieran hace m ás d
e u n
siglo autores com
idal de la B lache, actitudes d
e com
prensión, respeto y tolerancia hacia los grupos, culturas y sociedades distintas de la propia. U
na potencialidad odesideratum que h
an subrayado en
tiem pos m
o D ov N
ism o Jo
art (1982), quien h a escrito párrafos apasionados sobre la
contribución que puede ofrecer la geografía regional del m u
n d
que conserva plena vigencia y oportunidad -v
o lv
erem o
o apartado de este cap
ítu lo
el contexto m ás reciente y actual, ante determ
inadas novedades y tensio nes geopolíticas y culturales vinculadas a los procesos de m
undialización. C
laro está que los tem as en que se centren las descripciones de países y d
e lugares n o
toddart, p o
r q u
e la recuperación del espíritu de la geografía regional clásica se haga desde u
n a posición éticam
ente preocupada y com
as actuales de la supenlÍvencia hum ana. N
o se trata,
ilustrativos d e las tendencias principales de la disciplina en
este espacio, celebrados desde 1 '187 con periodicidad bianual, reflejan bien el predom
inio, entre las contribuciones de tipo regional, de los tem as socialm
ente relevantes: estudios sobre desequilibrios interterritoriales, propuestas de regionalización p
ara la planificación y el desarrollo, análisis de «regiones p
ro b
pactos espaciales de las crisis v procesos d e reestructuración
productiva recientes en áreas concreta.~, etc. 13. E
n su
l1eam ericana a principios d
e la década pasada, R onald A
bler, M
aban a reflexionar sobre u n
contraste no poco significativo en este sentido: la escasa proyección pública (prácticam
ente nula fuera de los círculos universitarios) de las m ás de L(lO
O publicaciones acadé
stados U nidos v el incontestable éxito popular del N
atianal C zeagraphic M
cuya tirada m ensual superaba, en
aquel entonces, a nivel m undial, los diez m
illones d e ejem
actualm ente, según los datos d
e 2003 de la F ederación lntem
acional de P rensa P
eriódica, en los 9,5 m
illones (de los que 8 ".resp
o n
d en
arcus \' O lson, 1992). A
fecha d e 2004 la revista se publicaba va en 27
idiom as, incluido el castellano (las ""n
tas d e las ediciones en idiom
as distintos del inglés suponían u n
25 % del total);
ism a S
docum entales, se recibía en 160 m
illones d e
n todo caso, y sin án im
o de asim
n d
o académ
arcus v O lson resaltaban el evidente destase en
tre la geografía practicada en la uni\'ersidad v la d
em an
d a externa de saber geográfico v' proponían sal\'3rlo, en
tre otras estrategias, m ediante la
re\'Ílalil.adún del g én
"m regional. E
H el á
m b i t o e ~ p a ñ o L H
oracio C apel (2003: 102) se lam
entaba recientem ente de que
los jóvenes licenciados de geogratía, tO fm
ados en unos planes que h
an reducido de m
anera notable el peso de la tf'ddición hum
anista, hubieran perdido, por lo general. la ~ a p a c i d a d de <
presentar rápidam ente v de u
n a form
a form ación cada vez m
ás especiali?.a. da, porque car",cen m
uchas ,""ces d e cultura general y porque frecuentem
ente no saben escribir», relegando cada \'ez m
ás este tipo de funciones al petiodism o y reduciendo la <
,isibilidad p ú
b lica. d
"el didactism o estéril de cabos y golfos» que h
a persistido durante largo tiem
po en la im
agen pública de la geografía escolar, ni tam poco de lim
itarse a m o
strar y describir las diferencias entre los lugares, sino d
e que tales descripciones puedan <<identifi car los grandes problem
as geográficos producto de la relación entre el hom bre y el m
edio dentro de las regiones» (S
toddart, 1994: 539). U na llam
ada que enlaza directam ente con la
.tradición ecológica o am biental" de la disciplina en
general, pero tam bién con la tradición
regional m oderna, en
ente vinculada a aquella. L a difusión
entre las instancias políticas y la sociedad civil de u n
a conciencia ecológica, preocupada p o
r la explotación abusiva de ciertos recursos y p
o r los desequilibrios m
edioam bientales, esti
m ula el acercam
iento de los geógrafos físicos y hum anos y la recuperación de viejos tem
as y problem
as sobre los que disertaron extensam ente los clásicos, aunque fuera en u
n contexto
as, 1956). L
a paralela reivindicación del valor form ativo y ético del trabajo de cam
po, de la obser vación directa, del contacto personal con los lugares de estudio --espléndidam
ente com pen
estas inquietudes, con profundas raíces en la tradición m
oderna. G uarda clara conexión con
el acercam iento de algunos de sus fundadores a la naturaleza, al paisaje, com
o escuela de instrucción o, m
ejor aún, de educación integral de los seres hum anos, profundam
ente enraizada en
la geografía clásica.
E n
1983. poco tiem po después del enjundioso discurso presidencial de H
art ante la A so
ciación d e G
hrift en favor
de u n
a "nueva geografía regionah> o «geografía regional reconstruida» (T hrift, 1983), E
l artículo en
icos angloa m
o d
o com
au n
q u
lan tear u
m etodológicos y h
asta tem áticos alejados de los patrones «tradicionales» contaban con
im portantes precedentes,
o r A
rm e G
ente de u n
nes, e incluso intentaban o rd
en ar y sistem
atizar la diversidad de tendencias reconocibles bajo el nue\'o calificativo: la em
ergencia de u n
entonces, u n
n el contexto español. d
o n
óm ez M
lbet, 1994; M
llegar, A
pesar del tiem po transcurrido desde las citadas proclam
as iniciales y de los intentos llevados a cabo con este propósito, lo cierto es que todavía hoy resulta difícil delim
itar unas señas com
partidas p o
r las tendencias de la geografía regional que se han arrogado el califica tivo de «nueva" o han sido calificadas con el m
ism o. E
l m ism
o calificativo de «nuevo>" es
decir, el grado de originalidad de algunas de esas propuestas, ha sido puesto en d u
d a p
o r m
ás de u
o los citados (a los que cabe añadir, m
ás recientem ente, los de G
arcía Á lvarez, 1998,2002: 27-80, 2003a; G
óm ez M
endoza, 2001, F
ando com o referencia principal los trabajos en len
gua inglesa, h an
unes y distintivos de tales corrientes frente a los planteam
ientos corológicos clásicos:
o ciencia social, q u
e se refleja, en tre otros
datos, en la escasa atención m
anifestada a los elem entos d
e tipo físico naturales; en la aper
tu ra teórica consciente hacia disciplinas típicam
ente sociales, co m
pología, la econom ía, las ciencias políticas; o en
la propia conceptuación del hecho regional, com
o se expone inm ediatam
ente. -
ente sociales de los hechos regionales. E n
las nuevas corrientes, los elem
entos q u
e definen la especificidad regional consisten, sobre todo, en rela
ciones sociales m ediadas, a la vez q
u e influidas, p
q u
as regiones se entienden, así, co m
o estructuras y co
r u n
n as instituciones, u
palabras del finlandés A
nssi P aasi, u
áxim os exponentes a nivel internacional d
e la renovación de la geografía regional, frente a la tendencia tradicional «a conceptualizar fenóm
enos y procesos que ocurren dentro y entre las regiones», los geógrafos deberían esforzarse tam
bién en
- L
ular explícitam ente tales supuestos teóri
cos. L o que contrastaría. de acuerdo con los m
entores d e estas nueva., tendencias, con el
carácter em inentem
ente em pírico de la geografía regional clásica y con su
relativa «ende blez» y «pereza» teóricas. Las investigaciones de la nueva geografía regional suelen partir. en este sentido. de u
n capítulo o capítulos de contenido esencialm
ente teórico-m etodológico
p ara p
asar después al correspondiente estudio em pírico o de caso.
- E
n relación con este últim
o aspecto, la atención prestada a las relaciones en tre los proce
sos de distinta escala. Se aspira a hilvanar teorías que p erm
itan la interpretación d
e lo espe cífico y particular de cada región en
el m arco de m
ecanism os de escala m
ás am plia (en
especial, estatales e internacionales), así com o a profundizar en
las relaciones entre las es tructuras (institucionales) y las acciones (individuales), au
n q
o s casos,
lecturas unidireccionales. E l estudio de la singularidad regional cobra, pues. co
m o
u e tenía en
porta no sólo por sí m ism
a. sino tam bién porque tíene efectos
constitutivos sobre los procesos, nonnas y regulaciones que se despliegan sobre am plios
espacios y tiem pos. El estudio de caso [oo.] m
uestra que el m undo es continuam
ente diver so, [pero tam
bién que] esta diversidad no em erge su
i generis. sino a partir de relaciones de escala m
últiple (C astree. 2005, traducción propia).
F inalm
com prom
utilízando la term inología de la E
scuela de F ranckfurt, el desplazam
iento desde u n
interés técnico del conocim
iento hacia u n
interés em ancipatorio. C
ación sobre los hechos del m undo objetivo
(para explotarla com o u
n aparato técnico en el control de la naturaleza y la sociedad), sino
de com prender las dim
ensiones espaciales de las «cadenas» sociales y psicológicas que lim
itan a la sociedad, y de este m odo. ayudar a controlar dichas cadenas y a que las perso
nas se liberen de su control. [S e trata, ha añadido, de esclarecer. desde posturas explícita
m ente C
ríticas] las relaciones de poder derivadas de las prácticas individuales e ins titucionales (Paasi, 1986: 107, traducción propia).
M ás allá de estos rasgos em
inentem ente generales, el p
an o
les de nuevo cu ñ
o rezum
e m o
ás correcto hablar, co m
o advertía a com
40 T
R A
T A
D O
D E
G E
O G
R A
F íA
H U
M A
N A
capítulo. de varias nuevas geografías regionales, o de nuevas tendencias en los estudios geo
gráficos regionales, definidas y diferenciadas, b ien
p o
r los tem as objetos de su atención. o p
o r am
rascu rridos m
ás de quince años desde los prim eros balances efectuados al respecto, algunas líneas
o tendencias se h an
perfilado d e form
n desarrollo espe
cial, co m
ía política, las tendencias político-culturales o. en el
caso de F rancia. la llam
ada geografía corem ática. que tuvo am
plia difusión en los decenios
de 1980 y 1990. A resum
ir tales líneas dedicaré el espacio restante de este apartado. L
a extensión lim itada de este balance obliga. en todo caso. a obviar la continuidad y el
vigor de o tras líneas de investigación regional tradicionales y sólidas. co
m o
p o
kanes. 1997; L uginbühl, 1996; C
abero. 2004) o la geografía económ
ica regional de corte «neoclásico» (A gnew
. 2000a; S ánchez H
etodológica y u n
r del creciente interés político y social. particu larm
ente claro en la U
nión E uropea. C
am en
geografías de corte descriptivo referidas al co n
ju n
undo, a estados concretos o a territorios político-adm
inistrativos en el interior de los estados: geografías de países o de
regiones político-adm inistrativas (caso de las C
om unidades A
utónom as en
E spaña) q
conform an o
b ras colectivas o individuales de síntesis bibliográfica y que, salvo excepcio
nes, m an
ctu ra tI tiroirs típica de las m
onografías clási cas. co
u esta p
o r capítulos sucesivos dedicados a los diversos aspectos de geografía físi
ca y h u
tenido. d e hecho --co
n v
ten cia-, u
n im
pacto lim itado fuera del contexto lingüístico anglosajón y francés y en
todo caso conviven. tanto dentro co
m o
n otras aproxim
ás o m enos renovadas y actualizadas. de origen m
u y
L os estudios regionales de inspiración económ
ico-política conform an u
principales de la nueva geografía regional. Se desarrollan fundam entalm
ente en los países
anglosajones, bajo el im pulso de autores de reconocidos antecedentes o filiaciones m
arxistas y au
oreen M assey, Jo
hil C ooke,
P eter T
ar\'ey; o los estadounidenses R ichard
P eet, E
dw ard S
harf, entre otros. Se centran en las cuestio
nes relacionadas con el desarrollo económ ico y. de m
odo m ás concreto. con el llam
ado desa rrollo desigual; ap
o rtan
u n
cu p
desequilibrios socio-económ icos y espaciales asociados al sistem
a capitalista. P
arten, en g
ía polftica» o «econom ía política
radical» (C urbelo et al., 1989), q
u e critica los postulados d
e las teorías neoclásicas del desa rrollo (y
en general de las llam
adas «teorías de la convergencia») y su tendencia a o
b \iar o
am bién reaccionan frente la «a-espaciali
dad» m anifiesta de buena parte de las teorías m
arxistas tradicionales, de cu ñ
o estructuralista:
anifiestos de esta corriente, el libro colectivo editado p o
r M assey y
A llen en 1984. llevaba el enfático y significativo título de Space m
atters! L
os representantes de estas tendencias tratan de incorporar. asim ism
o. otros sustratos teóricos. extraídos de la sociología (com
o la teoría de la estructuración. de A nthony G
iddens, y la del habitus, de Pi erre B
ourdieu) o de la filosofía de la ciencia (com o el realism
o crítico de
R oy B
haskar). así com o conciliar los enfoques de signo estructuralista con otros m
ás próxi m
enológicas. es decir. a las lecturas del territorio en
térm inos de intencionalidad. vivencias y representaciones colectivas (P
eet. 1998). E
l horizonte de las aproxim aciones geográficas vinculadas a la econom
ía política es plural. aunque en
él caben distinguir. a grandes rasgos. dos m odalidades o líneas de investi
gación de m ayor entidad: de u
n lado. aquella definida. en
u n
a derivado posteriorm ente hacia otros
tem as y ejes prioritarios; de otro, la articulada en
to m
a m
u n
d o
(w orld-system
s approach).
a ) L
pulsaron la prim era de estas líneas -lo
s estudios de
u n
contexto histórico y geográfico concreto: la crisis económ
ica m undial de los decenios de 1970 y 1980 Y
sus des iguales im
eino U nido (M
icas de las grandes m etrópolis industriales se acom
pañó. a nivel local. de cam
bios internos considerables, que afectaron de m an
era especial a ciertos ám bitos de las
ciudades centrales; a nivel subestatal o regional. d e im
portantes procesos de relocalización industrial hacia algunos espacios rurales y periféricos; y a nivel nacional, de la m
odificación de las jerarquías urbanas y la aparición d
e nuevos ejes y regiones em ergentes con u
n a base
anifiesto tam bién la im
portancia y diversidad de las resp
u estas políticas e institucionales d
e ám b
ito local, su
ém ico
interdisciplinario m
uy am plio y dio pie, entre otros, al célebre proyecto de investigación
C U
anera destacada algunos geógrafos. E l objetivo del m
ism o fue exam
ica y social en siete ciudades británicas y asesorar al
gobierno y a las distintas adm inistraciones afectadas en
las políticas a adoptar: de ah í los
citados «estudios de localidades», principal expresión em pírica de esta corriente en
sus pri m
L a perspectiva de la econom
ía política pone el acento en los m
odos en que la" relacio nes sociales de producción. plasm
adas en cad
a área y en cad
a época. afectan a lugares con cretos y. a su vez, se ven afectadas p
o r las caracteristicas propias d
e esos lugares. C ada m
odo de producción o sistem
a económ ico general genera unas determ
inadas estructuras espacia les de la actividad económ
ica. o utilizando la expresión popularizada p o
r M assey (1984). u
n a
determ inada divisíÓ
l1 espacial del trabajo. L os procesos globales o generales se m
anifiestan de m
n núm
ntre ellos cuenta. p o
r supuesto. la dim ensión tem
poral: en la term
inología de M assey.
ico. cad a «tanda de inversión» (ro
w ld
o f
im brica ineludiblem
ente con las divisiones o estratos anteriores y posteriores, enriquecien do la especificidad del lugar. L
a historia del lugar viene a ser. en
esencia, la de los distintos papeles que h
a cum plido en el contexto regional, nacional o internacional de la división
espacial del trabajo; constituye el producto. p o
r ab u
«sedim entación» a lo largo del tiem
po de capas diferentes d e actividades productivas. cada
cual con su organización espacial correspondiente. L
os procesos de circulación de capital operan en lugares distintos. esto es. «en lugares
• que tienen características sociales específicas» (M
assey, 1993). E n
n a construcción social. pero adem
ás las relaciones sociales se construyen sobre el espacio. y
eso m
arca la diferencia». Las regiones. desde esta perspectiva, se conciben
42 T
R A
T A
D O
D E
G E
O G
R A
F fA
H U
M A
N A
I L
e producción en u
n lugar y tiem
po dados. o dicho de otro m
odo. «la organización espacial de los procesos sociales asociados al m odo de
producción». A lgunos autores prefieren hablar m
ás que d e regiones. de «sistem
a" sociales regionalizados» (A
lbet. 1993: 253), que se revelan en la respuesta local específica a los proce
sos capitalistas generales. P
or otra parte, com o categoría de estudio. la región no tiene, desde este punto de vista,
fronteras fijas y absolutas: «los lugares se conciben m ejor com
o redes de relaciones sociales y sus fronteras geográficas varian dependiendo del objeto que se quiera estudiar: el m
ercado inm
obiliario. las relaciones de género, etc.» (M assey. 1993: 145). L
os estudios de localidades se han centrado. bien es cierto. en el análisis de los m
ercados d e trabajo (o «cuencas de em
pleo») en zonas industriales o rurales afectadas por la crisis; en
cóm o éstos han reaccionado a la crisis
económ ica global. y han resaltado la im
portancia de las relaciones locales, de los vínculos de vecindad com
o factores de resistencia y de adaptación en los procesos sociales de estas áreas. L
os enfoques económ ico-políticos h
an proseguido con fuerza en
el decenio de 1990. centrados en
el inagotable tem a del crecim
iento o declive de localidades y en el
contexto de u n
a econom ía cada vez m
ás globalizada y de la facilidad creciente del capital internacional para desplazarse en
el espacio. T hrift (1990-1993, 1998) Y
P eet (1998: 180 y ss.)
han ofrecido nuevos balances sobre la evolución reciente de este enfoque. m ientras que
A llen. M
assey y C ochrane (1998) han dirigido el estudio regional quizá m
ás relevante e ilus trativo del m
ism o en
ethinking the regiol1. U na bril1ante disección de las
transform aciones recientes de la región del sureste de Inglaterra. en la que el análisis espa
cial de las desigualdades sociales vinculadas al m odelo neoliberal de desarrollo se com
bina con el de la sim
bología y las representaciones regionales que lo prom ueven y reproducen.
b ) O
tra m odalidad significativa de la geografía regional de inspiración económ
ico-política es el llam
undo» (w orld-system
analvsis). que tiene su núcleo teórico de partida en los trabajos del sociólogo estadounidense Inm
anuel W allerstein y del equipo diri
gido por él en el F ernand B
raudel C enter; adscrito a la U
niversidad del E stado de N
ueva Y ork. E
l inglés P
eter T aylor (1988. 1994. 1996 y 1999) y el holandés C
ornelis T erlouw
n
sido sus principales adalides dentro de la geografía, sin que falten im portantes obras colectivas
en la m ism
uggett y R obinson, 1996; Johnston, T
aylor y W atts, 2002). P
or lo dem
ás. conviene recordar que las teorías de W allerstein pretenden establecer u
n m
historia. la econom ía y la sociología. L
as revistas R eview
orld System
s R esearch (en 1995), constituyen dos de sus principales vehículos de difusión.
E stam
a aproxim ación de tipo globalista. centrada
en interpretar el funcionam iento del sistem
a m undial. S
influidos p o
r las interpretaciones m arxistas del subdesarrollo. son conocidos: el m
undo con tem
o un único sistem a cohesionado p
o r la extensión global del
capitalism o. que opera a través de u
n a doble explotación. del proletariado p
o r la burguesía y
de la periferia (en esencia. los países subdesarrollados) p o
r el centro (los países m ás desarro
llados): «E sta explotación -a
firm a T
del centro en el sistem
a internacional de E stados. pero tam
bién es institucionalizada a través de la débil estructura económ
ica dom inante en
erlouw . 1992: 12).
A las dos grandes pie7.a5 del sistem
a, expresión de la división espacial del trabajo a nivel m
undial. se añadiría una tercera de tipo interm edio: la de los E
stados de la sem iperiferia.
T aylor considera que el análisis del sistem
a-m undo proporciona una base teórica nueva para
una geografía regional renovada y plantea u n
original m odelo basado en el reconocim
iento de tres grandes esferas em
pÍlicas y escalas espaciales: la escala m undial o de la realidad, sobre la
que opera el capitalism o m
oderno; la escala de la ideología. representada actualm ente p
o r el
la econonúa-m undo; y la escala local o
de la experiencia, el ám bito d
e la vida cotidiana de la m ayoria d
e la población (T aylor. 1994).
E n
ica m undial la que ejerce u
n papel prepon
ediar y hasta contrapesar sus efectos. E l
E stado, p
o r ejem
plo, actúa com o un filtro clave en las interacciones entre la escala global y la
local, reduciendo o potenciando. según lo casos, las influencias d e los procesos globales sobre
la escala local. Las aproxim aciones geográficas en
esta línea inciden sobre todo en explorar las
interrelaciones d e las distintas escalas -la
s form
as en que las lógicas espaciales globales del
capitaIism o actual actúan sobre los estados y sobre las localidades, y v
icev ersa-
biante, d e cad
odelo tem
ario d e las tres grandes divisiones señaladas: centro, periferia y sem
i periferia. L
erlouw resultan, en
ción d e indicadores estadísticos pertinentes, cartografía d
e las divisiones espaciales aludi das. análisis d
e su s rasgos constitutivos y estudios d
e dinám ica a escalas históricas am
plias. A
e las tres escalas citadas, se h an
ido enriqueciendo progresivam
e los procesos y organizaciones interestatales y transnacionales en
el m arco d
e la globalización. P
ad o
p o
form ulaciones m
pliam ente, a p
las geografías descriptivas del m undo. tanto en
los países anglosajones com o en
los ám bitos
francófono e hispano. P ero sus linútaciones o sus olvidos so
n evidentes. y hasta su
s propios defensores h
las escalas regionales subestatales y el sesgo econom
icista q u
im a expresión las cues
tiones relativas al m edio físico, la m
orfología o los factores culturales (T aylor. 1996).
2.2. La perspectiva político-cultural
m en
ñ o
fenom enológico. centradas
en las dim ensiones subjetivas del espacio. en el estudio del espacio desde la vivencia y la
percepción del individuo (esto es, en el lugar o la región vivida. en
la term inología preferida
inados geógrafos políticos p o
r la di m
inadas prácticas y representaciones espaciales. S u
eclosión tiene q
e determ inados planteam
ientos postestructuralistas y postm
o r la o
ente construida» d e los discursos y categorias
; i espaciales y p
er y el poder. S e asocia, asim
ism o, en
en a parte,
f I, i
al notable resurgir d e la geografía política desde finales del decenio d
e 1970, y en cu
en tra o
estím ulo decisivo en
el contexto europeo reciente, con el avance y m ultiplicación q
u e h
ientos políticos d e signo nacionalista
o regionalista (A gnew
. 2000b; P aasi, 2003).
to res y d
e trabajos vinculados a esta perspectiva d e la nueva geo
grafía regional, en especial en
el contexto anglosajón. es y a m
u y
irven et al. (1993) y H erb
y K
i juicio, los estudios em
píricos de A lexander M
urphy (1988), sobre B élgica; A
nssi P aasi (1996), so
b re la K
uecia; o Jo h
T am
e los trab ajo
p o
nucleado. en
o r d
n q
u n
o es la d
iblin.2000). L
os enfoques político-culturales aceptan, a grandes rasgos, el concepto fenom enológico
d e región: la región co
m o
centro de intención, la región com o espacio de vida y espacio
vivido p o
atención se concentra, sin em bargo, no en
las dim ensiones
individuales d e esa vivencia. sino en las colectivas: lo que interesa. sobre todo. es la región
com o territorio socialm
social. co m
o ám
bito de identidad colectiva. M ás aún, interesan las regiones con contenido
político, o en realidad, los m
odos en que esas regiones se h an
construido socialm ente, esto
es, los m ecanism
an convertido en
ám bitos d
u n
m o
m en
to determ
an adquirido sus lím
o éstos se m
m o
pueden, asim
tipo de regiones e identidades regionales (F igura 2).
Form a conceptual
o sim bólica
Form a territorial
Fonna institucional
Rol establecido
FIG U
R A
2.- L
as diferentes facetas del proceso de institucionalización de las regiones. según A nssi Paasi
(1986). El concepto d
e institucionalización regional alude al proceso m ediante el cual una unidad territorial em
erge com
o una parte de la estructura espacial de una sociedad y se convierte en una entidad establecida y reconocida claram
ente en diferentes esferas de la acción y la conciencia colectivas. A electos analíticos. el
proceso de institucionalización de una región puede ser dividido en cuatro lases o facetas. que se interrelacionan y pueden darse en diverso orden, de fonna parcial, etc. a) La asunción d
e la form a territorial com
prende las prácticas por las cuales la región adquiere unas fronte ras o lím
ites exteriores (ya sean fijos o difusos, m ateriales o m
entales), una división u organización territorial
interna, un sistem a de asentam
ientos estructurado funcionalm ente (con sus capitales. su jerarquía, etc.),
b) El desarrollo de la form a conceptual y sim
bólica supone la adquisición de unos sím bolos territoriales que
hacen tangible la existencia de la región para sus habitantes, tales com o el nom
bre regional. la elaboración de los him
nos y enseñas con contenido espacial. la construcción de paisajes y lugares em blem
áticos (com o
sím bolos de identidad colectiva), la identificación de un «otro» o
de unos «otros» que actúen com o referente
de aheridad y estim ulen la m
ovilización de la identidad propia. etc. e) El desarrollo de una form
a institucional alude a aquellas prácticas que crean, reproducen y difunden, a lo largo de generaciones. la im
agen de la región, tales com o la literatura y la prensa regionales. las organiza
ciones, adm inistraciones y asociaciones que usan sím
bolos regionales, la enseñanza de la geografía y de la historia de la propia región. etc. d) El establecim
iento o reproducción de la región com o parte del sistem
a y la conciencia socio-espaciales se refiere a la continuación del proceso de institucionalización una vez que la región ha adquirido una plasm
ación y un reconocim
iento claros (con independencia de que obtenga o no un estatus adm inistrativo propio).
T R
A T
A D
O D
E G
E O
G R
A F
íA H
U M
A N
L os investigadores próxim
os a estos planteam ientos se hacen preguntas del tipo: ¿C
óm o
n a región que no existía se vuelve, en
algún m om
irectam en
o es vista la región p o
r p arte d
o evoluciona ese entendim
n id
ad regional
y de sus lím ites a la organización espacial de la sociedad q
u e la habita? ¿E
xisten, tan to
o fuera de la región estudiada, otras divisiones regionales, o
tras regiones social m
u ed
an am
enazarla? L
n en
énfasis en la historicidad de
las regiones. «L as cuestiones relativas a la esencia de las regiones se convierten en
cuestiones relativas a su
aasi, 1986: 120). L a región n
o es sólo, en
n proceso históricam
an en
ación. E n
regiones, m ás que ser (being), están constituyéndose (b
e co
m in
g ) co
n tin
u am
las prácticas m ateriales y culturales de la sociedad. E
ste interés o enfoque genético, diacró nico, explica la atención concedida a determ
inados agentes, escalas, m o
m en
L os estudios de la nueva geografía regional se h
an cen
trad o
m edia, y en
dos... L a preferencia n
o es casual, pues es a estas escalas (o las d
e tam añ
o superior) d
arato s institucionales, ideológicos y discursivos
vinculados a la construcción de las identidades territoriales. A
unque a m en
en o
r grado, diferencias socio-espaciales ob jetivas, naciones y regiones son, en
la feliz expresión de B enedict A
nderson (1993), «com uni
dades im aginadas»,'4 y resulta pertinente averiguar cuáles so
n los m
ecanism os q
u e crean,
lgunos d e ellos p
arecen especialm
ente relevantes en
la historia que d a origen a la región y h
an requerido d
e los investigadores de esta línea u
n a atención privilegiada: el trazado de las fronteras políticas, el estab