el libro de bolsillo biblioteca de autor albert...

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3460658 Estrenada en 1949, LOS JUSTOS desarrolla dramáticamente, en el ámbito histórico de la Rusia zarista, algunos de los temas que obsesionaron a Albert Camus (1913-1960) a lo largo de su vida y que atraviesan como hilo conductor toda su obra. La contraposición entre el idealista Ivan Kaliayev y el implacable Stepan Fedorov arroja luz sobre el dilema moral implícito en todo terrorismo y permite al autor, a través de unos diálogos de gran belleza literaria y densidad ideológica, desplegar la compleja dialéctica del fin y los medios, así como mostrar la opresión y el despotismo implicados objetivamente en la utilización de una violencia subjetivamente justificada. ISBN 84-206-3695-9 El libro de bolsillo Biblioteca de autor Albert Camus

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3460658

Estrenada en 1949, LOS JUSTOS desarrolladramáticamente, en el ámbito histórico de la Rusiazarista, algunos de los temas que obsesionaron aAlbert Camus (1913-1960) a lo largo de su vida yque atraviesan como hilo conductor toda su obra.La contraposición entre el idealista Ivan Kaliayev yel implacable Stepan Fedorov arroja luz sobre eldilema moral implícito en todo terrorismo y permiteal autor, a través de unos diálogos de gran bellezaliteraria y densidad ideológica, desplegar lacompleja dialéctica del fin y los medios, así comomostrar la opresión y el despotismo implicadosobjetivamente en la utilización de una violenciasubjetivamente justificada.

ISBN 84-206-3695-9 El libro de bolsilloBiblioteca de autor

Albert Camus

Los justos

Biblioteca Camus

Albert

CarnusLos justosObra en cinco actos

El libro de bolsilloBiblioteca de autorAlianza Editorial

TÍTULO ORIGINAL: Les fustes (1949)TRADUCTOR: Mauro Armiño

Primera edición en «El libro de bolsillo»: 1982Quinta reimpresión: 1996Primera edición, con nueva traducción, en «Biblioteca de autor»: 1999

O love! O life! Not life but love in death

Romeo y Julieta (acto V, escena V)

Diseño de cubierta: Alianza EditorialProyecto de colección: Odile Atthalin y Rafael CeldaFotografía de San Petersburgo 1906

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, queestablece penas de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizacionespor daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comuni-caren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o sutransformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporteo comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.

Éditions Gallimard, 1950de la traducción: Mauro Armiño, 1999Alianza Editorial, S. A., Madrid, 1982,1986,1988,1990,1995,1996,1999Juan Ignacio Lúea de Tena, 15, teléf. 91 393 88 88; 28027 MadridISBN: 84-206-3695-9Depósito legal: M. 37.154-1999Compuesto e impreso en Fernández Ciudad, S. L.Printed in Spain

Los justos se representó por primera vez el 15 de di-ciembre de 1949 en el Théátre Hébertot (dirigidoporJacques Hébertot), con puesta en escena de PaulCEttly, y decorado y vestuario de De Rosnay.

Personajes Acto primero

DORA DULEBOVLA GRAN DUQUESAIVÁN KALIAYEVSTEPAN FEDOROVBORIS ANNENKOVALEXIS VOINOVSKURATOVFOKAEL GUARDIÁN

El piso de los terroristas. Por la mañana.

(Se alza el telón en medio del silencio.DORA y ANNENKOV están en escena,inmóviles. Se oye el timbre de la entra-da, una vez. ANNENKOV hace un gestopara detener a DORA, que parece que-rer hablar. Vuelve a sonar el timbre dosveces, una tras otra.)

ANNENKOVEs él.

(Sale. DORA espera, sin moverse. AN-NENKOV vuelve con STEPAN, al quetrae por los hombros.)

ANNENKOV¡Es él! Aquí está Stepan.

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12 Los justos Actol 13

DORA (Se acerca a STEPAN 7 le coge la mano.)¡Qué alegría, Stepan!

STEPANHola, Dora.

DORATres años ya.

STEPANSí, tres años. El día que me detuvieron, iba a veros.

DORANosotros te esperábamos. Pasaba el tiempo y micorazón se encogía cada vez más. Ni siquiera nosatrevíamos a mirarnos.

ANNENKOVUna vez más, tuvimos que cambiar de piso.

STEPANLosé.

DORA¿Y allá, Stepan?

STEPAN¿Allá?

DORAEn la cárcel.

STEPANLa gente escapa.

ANNENKOVSí. Nos alegramos mucho cuando supimos quehabías conseguido llegar a Suiza.

STEPANSuiza es otra cárcel, Boria.

ANNENKOV¿Qué dices? Por lo menos son libres.

STEPANLa libertad es también una cárcel mientras haya unsolo hombre esclavizado en la tierra. Yo era libre yno dejaba de pensar en Rusia y en sus esclavos.

(Silencio.)

ANNENKOVMe alegra mucho, Stepan, que el partido te hayamandado aquí.

STEPANEra preciso. Me ahogaba. Actuar, actuar por fin...(Mira a ANNENKOV.) Lo mataremos, ¿verdad?

ANNENKOVEstoy seguro.

14 Los justos

STEPANMataremos a ese verdugo. Tú eres el jefe, Boria, yyo te obedeceré.

ANNENKOVNo tengo necesidad de tu promesa, Stepan. So-mos todos hermanos.

STEPANSe precisa disciplina. Lo he comprendido en lacárcel. El partido socialista revolucionario nece-sita disciplina. Disciplinados, mataremos al granduque y derribaremos la tiranía.

DORA (Acercándose a él.)Siéntate, Stepan. Debes estar cansado, después deese largo viaje.

STEPANNunca estoy cansado.

(Silencio. DORA va a sentarse.)

STEPAN¿Está todo listo, Boria?

ANNENKOV (Cambiando de tono.)Desde hace un mes, dos de los nuestros estudianlos desplazamientos del gran duque. Dora ha reu-nido el material necesario.

Actol 15

STEPAN¿Está redactada la proclama?

ANNENKOVSí. Toda Rusia sabrá que el gran duque Sergio hasido ejecutado con bomba por el grupo de com-bate del partido socialista revolucionario paraapresurar la liberación del pueblo ruso. Y la corteimperial sabrá también que estamos decididos aejercer el terror hasta que la tierra sea devuelta alpueblo. ¡Sí, Stepan, sí, todo está listo! Se acerca elmomento.

STEPANY yo ¿qué debo hacer?

ANNENKOVPara empezar, ayudarás a Dora. Schweitzer, al quesustituyes, trabajaba con ella.

STEPAN¿Ha muerto?

ANNENKOVSí.

STEPAN¿Cómo?

16

DORAUn accidente.

Los justos

(STEPAN mira a DORA. DORA apartala vista.)

STEPAN¿Y luego?

ANNENKOVLuego, ya veremos. Debes estar preparado parasustituirnos, llegado el caso, y mantener el enlacecon el Comité central.

STEPAN¿Quiénes son nuestros camaradas?

ANNENKOVHas conocido a Voinov en Suiza. Confío en él, apesar de su juventud. A Yanek no lo conoces.

STEPAN¿Yanek?

ANNENKOVKaliayev. También le llamamos el Poeta.

STEPANNo es un nombre para un terrorista.

Actol 17

ANNENKOV (Riendo.)Yanek piensa lo contrario. Dice que la poesía esrevolucionaria.

STEPANSólo la bomba es revolucionaria. (Silencio.) Dora,¿crees que podré ayudarte?

DORASí. Sólo hay que tener cuidado de no romper eltubo.

STEPAN¿Y si se rompe?

DORAAsí fue como murió Schweitzer. (Una pausa.)¿Por qué sonríes, Stepan?

STEPAN¿Estoy sonriendo?

DORASí.

STEPANMe pasa algunas veces. (Una pausa. STEPAN pare-ce reflexionar.) Dora, ¿bastaría una sola bombapara hacer saltar esa casa?

1 8 Los justos

DORAUna sola, no. Pero causaría grandes estragos.

STEPAN¿Cuántas se necesitarían para hacer saltar Moscú?

ANNENKOV¡Estás loco! ¿Qué quieres decir?

STEPANNada.

(Suena el timbre una vez. Escuchan yesperan. El timbre vuelve a sonar dosveces. ANNENKOV pasa a la antesalayregresa con VOINOV.)

VOINOV¡Stepan!

STEPANHola.

(Se estrechan la mano. VOINOV se di-rige hacia DORAJ la besa.)

ANNENKOV¿Ha ido todo bien, Alexis?

VOINOVSí.

Actol 19

ANNENKOV¿Has estudiado el recorrido desde el palacio alteatro?

VOINOVAhora puedo dibujarlo. Mira. (Dibuja.) Recodos,estrechamientos de calles, atascos... el coche pa-sará debajo de nuestras ventanas.

ANNENKOV¿Qué quieren decir esas dos cruces?

VOINOVUna placita donde los caballos reducirán la mar-cha y el teatro donde se detendrán. En mi opi-nión, son los sitios mejores.

ANNENKOV¡Dame!

STEPAN¿Y los soplones?

VOINOV (Titubeando.)Hay muchos.

STEPAN¿Te impresionan?

VOINOVNo me siento a gusto.

20 Los justos

ANNENKOVNadie está a gusto con ellos delante. No te preo-cupes.

VOINOVNo tengo miedo. Pero no me habitúo a mentir,eso es todo.

STEPANTodo el mundo miente. Lo que hace falta es men-tir bien.

VOINOVNo es fácil. Cuando era estudiante, mis camara-das se burlaban de mí porque no sabía disimular.Decía lo que pensaba. Terminaron por echarmede la Universidad.

STEPAN¿Por qué?

VOINOVEn la clase de historia, el profesor me preguntócómo había construido Petrogrado Pedro elGrande.

STEPANBuena pregunta.

VOINOVA sangre y latigazos, le contesté. Me expulsaron.

Actol 21

STEPANY luego...

VOINOVComprendí que no bastaba con denunciar la in-justicia. Había que dar la vida para combatirla.Ahora soy feliz.

STEPANY sin embargo ¿mientes?

VOINOVMiento, sí. Pero dejaré de mentir el día en que tirela bomba.

(Llaman. Dos timbrazos, luego unosolo. DORA corre a abrir.)

ANNENKOVEs Yanek.

STEPANNo es la misma señal.

ANNENKOVA Yanek le divirtió cambiarla. Tiene su señal propia.

(STEPAN se encoge de hombros. Se oyea DORA hablar en la antesala. EntranDORAJX KALIAYEV, cogidos del brazo.KALIAYEV ríe.)

22 Los justos

DORAYanek. Éste es Stepan, que reemplaza a Schweitzer.

KALIAYEVSé bienvenido, hermano.

STEPANGracias.

(DORA y KALIAYEV van a sentarsefrente a los otros.)

ANNENKOVYanek, ¿estás seguro de que reconocerás la calesa?

KALIAYEVSí, la he visto dos veces, con tiempo. ¡Que aparez-ca por el horizonte y la reconoceré entre mil! Heanotado todos los detalles. Por ejemplo, uno delos cristales de la linterna está desportillado.

VOINOV¿Y los soplones?

KALIAYEVA montones. Pero somos viejos amigos. Me com-pran cigarrillos. (Ríe.)

ANNENKOV¿Ha confirmado Pavel la información?

Actol 23

KALIAYEVEl gran duque irá esta semana al teatro. Dentro deun rato, Pavel conocerá el día exacto y entregaráun mensaje al portero. (Se vuelve hacia DORA yríe.) Estamos de suerte, Dora.

DORA (Mirándole.)¿Ya no eres vendedor ambulante? Ahora te hasconvertido en un gran señor. Qué guapo estás.¿No echas de menos tu zamarra?

KALIAYEV (Ríe.)Es cierto, estaba muy orgulloso de ella. (A STEPANy ANNENKOV.) He pasado dos meses observandoa los vendedores ambulantes, y más de un mesejercitándome en mi cuarto. Mis colegas nuncahan sospechado lo más mínimo. «Un gran tipo,decían. Sería capaz de vender los caballos delzar.» Y a su vez trataban de imitarme.

DORANaturalmente, tú te reías.

KALIAYEVSabes de sobra que no puedo dejar de hacerlo.Este disfraz, esta vida nueva... Todo me divertía.

DORAA mí no me gustan los disfraces. (Muestra su ves-tido.) ¡Y encima estos desechos lujosos! ¡Ya podía

24 Losjustos

Boria haberme encontrado otra cosa! ¡Una actriz!Si yo soy muy sencilla.

KALIAYEV (Ríe.)Estás tan bonita con ese vestido.

DORA¡Bonita! Me gustaría estarlo. Pero no podemospensar en esas cosas.

KALIAYEV¿Por qué no? Siempre tienes tristes los ojos,Dora. Hay que ser alegre, hay que ser orgullo-sa. La belleza existe, la alegría existe. «En loslugares tranquilos donde mi corazón te anhe-laba...

DORA (Sonriendo.)Respiraba yo un eterno verano...»

KALIAYEV¡Oh! Dora, te acuerdas de esos versos. ¿Sonríes?¡Cómo me alegro!...

STEPAN (Cortándola.)Estamos perdiendo el tiempo. Supongo, Boria,que hay que avisar al portero.

(KALIAYEV le mira sorprendido.)

Actol 25

ANNENKOVSí. ¿Te importa bajar, Dora? No olvides la propi-na. Después Voinov te ayudará a reunir el mate-rial en el cuarto.

(Salen cada uno por un lado. STEPANse dirige hacia ANNENKOV con pasodecidido.)

STEPANQuiero tirar la bomba.

ANNENKOVNo, Stepan. Ya están designados los que tienenque lanzarla.

STEPANTe lo suplico. Ya sabes lo que eso significa para mí.

ANNENKOVNo. Las normas son las normas. (Un silencio.)Tampoco yo la tiro, y tengo que esperar aquí. Lasnormas son duras.

STEPAN¿Quién tirará la primera bomba?

KALIAYEVYo. Voinov tira la segunda.

26 Los justos

STEPAN¿Tú?

KALIAYEV¿Te sorprende? ¡Así que no confías en mí!

STEPANHay que tener experiencia.

KALIAYEV¿Experiencia? Sabes muy bien que sólo se tira labomba una vez y que luego... Nadie la ha tiradonunca dos veces.

STEPANHay que tener una mano firme.

KALIAYEV (Mostrando su mano.)Mira. ¿Crees que va a temblar?

(STEPAN se aparta.)

KALIAYEVNo temblará. ¡Vamos! Con el tirano delante demí, ¿voy a dudar? ¿Cómo puedes pensarlo?Y sime tiembla el brazo, sé un medio de matar al granduque con toda seguridad.

ANNENKOV¿Cuál?

Actol 27

KALIAYEVArrojarse bajo las patas de los caballos.

(STEPAN se encoge de hombros y va asentarse al fondo.)

ANNENKOVNo, eso no es necesario. Habrá que intentar la hui-da. La organización te necesita, debes cuidarte.

KALIAYEV¡Obedeceré, Boria! ¡Qué honor, qué gran honorpara mí! ¡Oh, seré digno de él!

ANNENKOVTú, Stepan, estarás en la calle mientras Yanek yAlexis vigilan la llegada de la calesa. Pasarás cadacierto tiempo delante de nuestras ventanas yconvendremos una señal. Dora y yo aguardare-mos aquí el momento de lanzar la proclama. Sitenemos un poco de suerte, el gran duque seráabatido.

KALIAYEV (Muy exaltado.)¡Sí, yo le abatiré! ¡Qué felicidad si tenemos éxito!Pero el gran duque no es nada. ¡Hay que golpearmás arriba!

ANNENKOVPrimero el gran duque.

28 Los justos

KALIAYEV¿Y si es un fracaso, Boria? Mira, habría que imitara los japoneses.

ANNENKOV¿Qué quieres decir?

KALIAYEVDurante la guerra, los japoneses no se rendían. Sesuicidaban.

ANNENKOVNo. No estoy pensando en el suicidio.

KALIAYEV¿En qué, entonces?

ANNENKOVEn el terror, de nuevo.

STEPAN (Hablando desde el fondo.)Para suicidarse, hay que quererse mucho. Un ver-dadero revolucionario no puede quererse.

KALIAYEV (Volviéndose vivamente.)¿Un verdadero revolucionario? ¿Por qué me tratasasí? ¿Qué te he hecho?

STEPANNo me gustan los que entran en la revoluciónporque se aburren.

Actol 29

ANNENKOV¡Stepan!

STEPAN (Levantándosey avanzando hacia ellos.)Sí, soy brutal. Pero para mí, el odio no es un jue-go. No estamos aquí para admirarnos. Estamosaquí para triunfar.

KALIAYEV (En tono muy suave.)¿Por qué me ofendes? ¿Quién te ha dicho que yome aburría?

STEPANNo sé. Cambias las señales, te gusta hacer el papelde vendedor ambulante, dices versos, quieresarrojarte bajo las patas de los caballos, y ahora elsuicidio... (Lo mira.) No confío en ti.

KALIAYEV (Dominándose.)Tú no me conoces, hermano. Amo la vida. No meaburro. Entré en la revolución porque amo la vida.

STEPANYo no amo la vida, sino la justicia, que está porencima de la vida.

KALIAYEV (Con un esfuerzo visible.)Cada uno sirve a la justicia como puede. Hemosde aceptar que somos diferentes. Hemos de que-rernos, si podemos.

30 Los justos

STEPANNo podemos.

KALIAYEV (Estallando.)Entonces, ¿qué haces a nuestro lado?

STEPANHe venido para matar a un hombre, no para que-rerle ni para proclamar su diferencia.

KALIAYEV (En tono violento.)Tú no lo matarás solo ni en nombre de nada. Lomatarás con nosotros y en nombre del puebloruso. Ésa es tu justificación.

STEPAN (En el mismo tono.)No la necesito para nada. Ya quedé justificadouna noche, y para siempre, hace tres años, en lacárcel. Y no soportaré...

ANNENKOV¡Basta! ¿Estáis locos? ¿Os acordáis de quiénes so-mos? ¡Somos hermanos, confundidos los unos enlos otros, dedicados a la ejecución de los tiranos,para liberar él país! Matamos juntos, y nada pue-de separarnos. (Silencio. Los mira.) Ven, Stepan,debemos convenirlas señales...

(STEPAN sale.)

Actol 31

ANNENKOV (A KALIAYEV.)No pasa nada. Stepan ha sufrido. Yo hablaré conél.

KALIAYEV (Muy pálido.)Me ha ofendido, Boria.

(Entra DORA.)

DORA (Al ver a KALIAYEV.)¿Qué pasa?

ANNENKOVNada.

(Sale.)

DORA (A KALIAYEV.)¿Qué pasa?

KALIAYEVYa hemos chocado. No me quiere.

(DORA va a sentarse, en silencio. Unapausa.)

DORACreo que no quiere a nadie. Será más feliz cuandotodo haya acabado. No estés triste.

32 Los justos

KALIAYEVEstoy triste. Necesito que todos vosotros me que-ráis. Lo dejé todo por la Organización. ¿Cómosoportar que mis hermanos se aparten de mí? Aveces tengo la impresión de que no me compren-den. ¿Es por culpa mía? Sé que soy torpe, lo sé...

DORATe quieren y te comprenden. Stepan es distinto.

KALIAYEVNo. Sé lo que piensa. Ya lo decía Schweitzer: «De-masiado extraordinario para ser revolucionario».Querría explicarles que no soy extraordinario.Me creen un poco loco, demasiado espontáneo.Sin embargo, creo como ellos en la idea. Comoellos, quiero sacrificarme. También yo puedo serhábil, taciturno, disimulado, eficaz. Sólo que lavida sigue pareciéndome maravillosa. ¡Amo labelleza, la felicidad! Por eso precisamente odio eldespotismo. ¿Cómo explicárselo? ¡La revolución,desde luego! Pero la revolución por la vida, paradar una oportunidad a la vida, ¿comprendes?

DORA (Con ímpetu.)Sí... (Más bajo, tras un silencio.) Y sin embargo,vamos a matar.

KALIAYEV¿Quién, nosotros?... Ah, quieres decir... No es lomismo. ¡Oh, no, no es lo mismo! ¡Además, noso-

Actol 33

tros matamos para construir un mundo en el quenadie vuelva a matar nunca! Aceptamos ser cri-minales para que la tierra se cubra por fin de ino-centes.

DORA¿Y si no sucediese eso?

KALIAYEVCalla, sabes bien que es imposible. Stepan tendríarazón entonces. Y habría que escupir a la cara dela belleza.

DORALlevo más años que tú en la Organización. Y séque nada es sencillo. Pero tú tienes fe... Todos ne-cesitamos fe.

KALIAYEV¿Fe? No. Sólo uno la tenía.

DORATú tienes fuerza de ánimo. Y dejarás todo a unlado para llegar al final. ¿Por qué has pedido tirarla primera bomba?

KALIAYEV¿Puede hablarse de la acción terrorista sin parti-cipar en ella?

34 Losjustos

DORANo.

KALIAYEVHay que estar en primera línea.

DORA (Queparece meditar.)Sí. Está la primera línea y está el último momen-to. Debemos pensar en ello. Ahí está el valor, laexaltación que necesitamos... que necesitas.

KALIAYEVDesde hace un año, no pienso en nada más. He vi-vido hasta aquí para este momento. Y ahora séque querría morir en ese lugar, junto al gran du-que. Perder mi sangre hasta la última gota, o ar-der de una sola vez, en la llama de la explosión, yno dejar nada a mis espaldas. ¿Comprendes porqué he pedido tirar la bomba? Morir por la idea esla única forma de estar a la altura de la idea. Ésaes la justificación.

DORATambién yo deseo esa muerte.

KALIAYEVSí, es una felicidad que se puede envidiar. Por lanoche, a veces doy vueltas y más vueltas en mi jer-gón de vendedor ambulante. Me atormenta unaidea: ellos han hecho de nosotros unos asesinos.

Acto! 35

Pero al mismo tiempo pienso que voy a morir, yentonces mi corazón se calma. Sonrío, ¿sabes?, yvuelvo a dormirme como un niño.

DORAEstá bien así, Yanek. Matar y morir. Pero, en miopinión, hay una felicidad todavía mayor. (Unapausa. KALIAYEV la mira. Ella baja la vista.) El ca-dalso.

KALIAYEV (En tono febril.)He pensado en él. Morir en el momento del aten-tado deja algo sin acabar. Entre el atentado y el ca-dalso, en cambio, hay toda una eternidad, quizá laúnica, para el hombre.

DORA (Con voz acuciante, cogiéndole las manos.)Ésa es la idea que debe ayudarte. Pagamos más delo que debemos.

KALIAYEV¿Qué quieres decir?

DORAEstamos obligados a matar, ¿no es cierto? ¿No sa-crificamos deliberadamente una vida, una solavida?

KALIAYEVSí.

36 Los justos

DORAPero ir hacia el atentado y luego hacia el cadalso,es dar dos veces la vida. Pagamos más de lo quedebemos.

KALIAYEVSí, es morir dos veces. Gracias, Dora. Nadie pue-de reprocharnos nada. Ahora estoy seguro de mí.(Silencio.) ¿Qué te pasa, Dora? ¿No dices nada?

DORAQuisiera seguir ayudándote. Sólo que...

KALIAYEV¿Qué?

DORANo, estoy loca.

KALIAYEV¿Desconfías de mí?

DORA¡Oh, no, querido, desconfío de mí! Desde lamuerte de Schweitzer, a veces se me ocurren ideasraras. Además, no soy yo quien debe decirte loque será difícil.

KALIAYEVMe gusta lo difícil. Si me aprecias, habla.

Acto! 37

DORA (Mirándole.)Lo sé. Eres valiente. Eso es lo que me preocupa. Teríes, te exaltas, caminas al sacrificio lleno de fer-vor. Pero dentro de unas horas, habrá que salir deese sueño, y actuar. Quizá sea preferible hablar deeso antes... para evitar una sorpresa, un desfalle-cimiento...

KALIAYEVNo tendré desfallecimientos. Dime lo que piensas.

DORABueno, el atentado, el cadalso, morir dos veces,eso es lo más fácil. Basta con tener valor. Pero laprimera línea... (Se calla, le mira y parece dudar.)En primera línea, vas a verle...

KALIAYEV¿A quién?

DORAAl gran duque

KALIAYEVSólo un segundo.

DORA¡Un segundo en el que lo mirarás! ¡Oh! Yanek, tie-nes que saber, tienes que estar prevenido! Unhombre es un hombre. Quizás el gran duque tie-

38 Los justos

ne unos ojos compasivos. O quizá le veas rascarsela oreja o sonreír alegremente. Quién sabe, tal vezse haya hecho un corte al afeitarse. Y si en ese mo-mento te mira...

KALIAYEVNo es a él al que mato. Yo mato el despotismo.

DORAPor supuesto, por supuesto. Hay que matar el des-potismo. Yo prepararé la bomba y al sellar el tubo,¿sabes?, en el momento más difícil, cuando losnervios se tensan, sentiré sin embargo una extra-ña felicidad en el corazón. Pero no conozco algran duque, y hacerlo sería menos fácil si, mien-tras la preparo, él estuviese sentado delante de mí.Y tú, tú vas a verle de cerca. Muy de cerca...

KALIAYEV (En tono violento.)No le veré.

DORA¿Por qué? ¿Cerrarás los ojos?

KALIAYEVNo. Pero, gracias a Dios, el odio me llegará en elmomento oportuno, y me cegará.

(Llaman. Un solo timbrazo. Permaneceninmóviles. Entran STEPANJ/ VOINOV.)

Actol 39

(Voces en la antesala. Entra ANNEN-KOV.)

ANNENKOVEs el portero. El gran duque irá al teatro mañana.(Los mira.) Todo tiene que estar listo, Dora.

DORA (Con una voz sorda.)Sí.

(Sale lentamente.)

KALIAYEV (La mira salir y en tono suave, volviéndosehacia STEPAN.)Le mataré. ¡Con alegría!

TELÓN

Acto segundo

Al día siguiente por la noche. En el mismo lugar.

(ANNENKOV está a la ventana. DORAjunto a la mesa.)

ANNENKOVYa están en sus puestos. Stepan ha encendido sucigarrillo.

DORA¿A qué hora debe pasar el gran duque?

ANNENKOVDe un momento a otro. Escucha. ¿No es una cale-sa? No.

DORASiéntate. Ten paciencia.

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42

ANNENKOV¿Y las bombas?

Los justos

DORASiéntate. Nosotros ya no podemos hacer nada.

ANNENKOVSí. Envidiarlos.

DORATu puesto está aquí. Tú eres el jefe.

ANNENKOVSoy el jefe. Pero Yanek vale más que yo y es élquien, tal vez...

DORAEl riesgo es igual para todos. Para el que tira ypara el que no tira.

ANNENKOVEn última instancia el riesgo es el mismo. Peropor ahora, Yanek y Alexis están en la línea de fue-go. Sé que no debo estar con ellos. A veces sin em-bargo tengo miedo de aceptar con demasiada fa-cilidad mi papel. Después de todo, es cómodoverse obligado a no tirar la bomba.

DORA¿Y aunque así fuera? Lo esencial es que hagas loque hay que hacer, y hasta el final.

Acto 11 43

ANNENKOV¡Qué tranquila estás!

DORANo estoy tranquila: tengo miedo. Hace tres añosque estoy con vosotros, hace dos que fabrico lasbombas. He cumplido todas las órdenes y creo nohaber olvidado nada.

ANNENKOVPor supuesto, Dora.

DORABueno, pues hace tres años que tengo miedo, esemiedo que apenas si te deja mientras duermes, yque encuentras totalmente fresco por la mañana.De modo que he tenido que acostumbrarme. Heaprendido a estar tranquila en el momento en quetengo más miedo. No hay de qué estar orgullosa.

ANNENKOVAl contrario, enorgullécete. Yo, en cambio, no hedominado nada. Sabes que echo de menos lostiempos de antes, la vida brillante, las mujeres...Sí, me gustaban las mujeres, el vino, aquellas no-ches que no acababan nunca.

DORAMe lo sospechaba, Boria. Por eso te quiero tanto.Tu corazón no está muerto. Hasta si todavía de-

44 Losjustos

sea el placer, eso es preferible a ese horrible silen-cio que a veces se instala en el lugar mismo delgrito.

ANNENKOV¿Qué estás diciendo? ¿Tú? No es posible.

DORAEscucha.

(De repente DORA seyergue. Un ruidode calesa, luego el silencio.)

DORANo. No es él. Me late el corazón. Ya lo ves, todavíano he aprendido nada.

ANNENKOV (Se acerca a la ventana.)Atención. Stepan hace una seña. Es él.

(Se oye, en efecto, un rodar distante decalesa, que se acerca más cada vez,pasa bajo las ventanas y empieza aalejarse. Largo silencio.)

ANNENKOVDentro de unos segundos...

(Escuchan.)

Acto 11 45

ANNENKOV¡Qué largo!

(DORA hace un gesto. Largo silencio.Se oyen campanas, a lo lejos.)

ANNENKOVNo es posible. Yanek ya habría tenido que tirar labomba... la calesa debe haber llegado al teatro. ¿YAlexis? ¡Mira! Stepan vuelve sobre sus pasos y co-rre hacia el teatro.

DORA (Abalanzándose hacia él.)Han detenido a Yanek. Lo han detenido, seguro.Tenemos que hacer algo.

ANNENKOVAguarda. (Escucha.) No. Se acabó.

DORA¿Cómo ha ocurrido? ¡Yanek, detenido sin haberhecho nada! Estaba dispuesto a todo, lo sé. Que-ría la cárcel, y el proceso. ¡Pero después de habermatado al gran duque! ¡No así, no, así no!

ANNENKOV (Mirando fuera.)¡Voinov! ¡Deprisa!

(DORA va a abrir.)(Entra VOINOV, con la cara descom-puesta.)

46 Losjustos

ANNENKOVDeprisa, Alexis, habla.

VOINOVNo sé nada. Yo estaba esperando la primera bom-ba. He visto al coche doblar la esquina y no ha pa-sado nada. He perdido la cabeza. He creído que enel último momento, tú habías cambiado nuestrosplanes, he dudado. Y luego, he corrido hasta aquí.

ANNENKOV¿Y Yanek?

VOINOVNo le he visto.

DORALo han detenido.

ANNENKOV (Que sigue mirando fuera.)¡Ahí está!

(El mismo juego escénico. Entra KALIA-YEV, con el rostro cubierto de lágrimas.)

KALIAYEV (Totalmente extraviado.)Perdonadme, hermanos. No he podido.

(DORA avanza hacia él y le coge lamano.)

Acto 11 47

DORANo pasa nada.

ANNENKOV¿Qué ha ocurrido?

DORA (A KALIAYEV.)No pasa nada. Hay veces que, en el último mo-mento, todo se viene abajo.

ANNENKOVPero eso no es posible.

DORADéjale. No eres el único, Yanek. Schweitzer tam-poco pudo la primera vez.

ANNENKOVYanek, ¿has tenido miedo?

KALIAYEV (Sobresaltándose.)Miedo, no. ¡No tienes ningún derecho!

(Llaman con la señal convenida. VOI-NOV sale tras un gesto de ANNENKOV.KALIAYEV está postrado. Silencio. En-íraSTEPAN.)

ANNENKOVPero ¿qué ha pasado?

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STEPANHabía niños en la calesa del gran duque.

ANNENKOV¿Niños?

STEPANSí. El sobrino y la sobrina del gran duque.

Los justos

ANNENKOVEl gran duque debería ir solo, según Orlov.

STEPANTambién estaba la gran duquesa. Era demasiadagente, supongo, para nuestro poeta. Por suerte,los soplones no han visto nada.

(ANNENKOV habla en voz baja conSTEPAN. Todos miran a KALIAYEV, quealza los ojos hacia STEPAN. )

KALIAYEVYo no podía suponer... Niños, sobre todo niños.¿Has mirado a los niños? Esa mirada grave que aveces tienen... Nunca he podido sostener esa mira-da... Y sin embargo, un segundo antes, en la oscu-ridad, en el rincón de la placita, estaba feliz. Cuan-do han empezado a brillar a lo lejos las linternas dela calesa, mi corazón se ha puesto a latir de alegría,te lo juro. Latía cada vez con más fuerza a medida

Acto 11 49

que aumentaba el ruido de la calesa. Provocaba elmismo ruido en mí. Me daban ganas de saltar.Creo que me reía. Y decía «sí, sí»... ¿Comprendes?(Aparta la mirada de STEPAN^ recupera su actitudabatida.) Corrí hacia ella. Y fue en ese momentocuando los vi. Ellos no reían, no. Estaban muy tie-sos y miraban al vacío. ¡Qué aire tan triste tenían!Perdidos en sus trajes de gala, con las manos sobrelos muslos, el busto rígido a cada lado de la porte-zuela. A la gran duquesa no la vi. Sólo los vi a ellos.Si me hubiesen mirado, creo que habría tirado labomba. Para apagar por lo menos aquella miradatriste. Pero seguían mirando hacia delante. (Le-vanta los ojos hacia los demás. Silencio. En voz másbaja todavía.) Entonces no sé lo que pasó. Mi bra-zo perdió las fuerzas. Mis piernas temblaban. Unsegundo después, era demasiado tarde. (Silencio.Mira al suelo.) ¿He soñado, Dora? Me pareció queen ese momento sonaban la campanas.

DORANo, Yanek, no has soñado.

(Apoya su mano en el brazo de KALIA-YEV, que levanta la cabeza y ve a todosmirándole. Se levanta.)

KALIAYEVMiradme, hermanos, mírame, Boria, no soy uncobarde, no me he echado atrás. No los esperaba.

50 Los justos

Todo ha pasado demasiado deprisa. Esas dos ca-ritas serias y en mi mano, ese peso terrible. Ha-bía que lanzarlo sobre ellos. Así. Directo. ¡Oh,no! No he podido. (Mira uno tras otro a todos.)En otro tiempo, cuando yo conducía el coche, ennuestra casa, en Ucrania, iba como el viento, notenía miedo a nada. A nada en el mundo, salvo aatrepellar a un niño. Imaginaba el choque, aque-lla cabeza frágil golpeando contra la carretera, alvuelo... (Se calla.) Ayudadme... (Silencio.) Que-ría matarme. He vuelto porque pensaba que de-bía rendiros cuenta, que vosotros erais mis úni-cos jueces, que me diríais si había hecho bien omal, que no podíais equivocaros. Pero no decísnada.

(DORA se acerca a él, hasta tocarlo.KALIAYEV los mira, y con una vozsombría.)

KALIAYEVOs propongo lo siguiente: si decidís que hay quematar a esos niños, esperaré a la salida del teatroy yo solo arrojaré la bomba contra la calesa. Séque no fallaré. No tenéis más que decidir, yo obe-deceré a la Organización.

STEPANLa Organización te había mandado matar al granduque.

Acto 11 51

KALIAYEVEs cierto. Pero no me había pedido que asesinaraa niños.

ANNENKOVYanek tiene razón. Eso no estaba previsto.

STEPANDebía obedecer.

ANNENKOVYo soy el responsable. Tenía que estar todo previs-to y que nadie pudiese dudar sobre lo que teníaque hacer. Sólo tenemos que decidir si dejamosescapar definitivamente esta ocasión o si ordena-mos a Yanek que espere a que salgan del teatro.¿Qué dices tú, Alexis?

VOINOVNo sé. Creo que habría hecho lo mismo que Ya-nek. Pero no estoy seguro de mí. (Más bajo.) Metiemblan las manos.

ANNENKOV¿Y tú, Dora?

DORA (En tono violento.)Yo me habría echado atrás, como Yanek. ¿Puedoaconsejar a los demás lo que yo misma no podríahacer?

52 Los justos

STEPAN¿Os dais cuenta de lo que significa esta decisión?Dos meses de seguimientos, de terribles peligroscorridos y evitados, dos meses perdidos parasiempre. Egor detenido para nada, Rikov ahorca-do para nada. ¿Y habría que volver a empezar? ¿Yotra vez largas semanas de vigilancia y de artima-ñas, de tensión incesante, antes de volver a encon-trar la ocasión propicia? ¿Os habéis vuelto locos?

ANNENKOVDentro de dos días, el gran duque volverá al tea-tro, lo sabes de sobra.

STEPANDos días en los que corremos el riesgo de que noscojan, tú mismo lo has dicho.

KALIAYEVMe voy.

DORA¡Aguarda! (A STEPAN.) Stepan, ¿tú podrías dispa-rar con los ojos abiertos y a quemarropa sobre unniño?

STEPANPodría, si la Organización lo ordena.

DORA¿Por qué cierras los ojos?

Acto 11 53

STEPAN¿Yo? ¿He cerrado los ojos?

DORASí.

STEPANEntonces ha sido para imaginarme mejor la esce-na y responder con conocimiento de causa.

DORAAbre los ojos y comprende que la Organizaciónperdería sus poderes y su influencia si un instantetolerase que unos niños fuesen destrozados pornuestras bombas.

STEPANNo tengo estómago suficiente para esas bobadas.Cuando decidamos olvidar a los niños, ese día se-remos los amos del mundo y la revolución triun-fará.

DORAEse día, la revolución será odiada por la humani-dad entera.

STEPANQué importa si nosotros la amamos con la fuerzasuficiente para imponerla a la humanidad enteray salvarla de sí misma y de su esclavitud.

54 Los justos

DORA¿Y si la humanidad entera rechaza la revolución?¿Y si el pueblo entero, por el que luchas, rechazaque maten a sus hijos? ¿También habrá que casti-garla?

STEPANSi es preciso, sí, y hasta que comprenda. Tambiényo amo al pueblo.

DORAEl amor no tiene esa cara.

STEPAN¿Quién lo dice?

DORAYo, Dora.

STEPANTú eres mujer y tienes una idea desdichada delamor.

DORA (Con violencia.)Pero tengo una idea justa de lo que es la vergüen-za.

STEPANYo tuve vergüenza de mí mismo, una sola vez, ypor culpa de otros. Cuando me azotaron. Porque

Acto 11 55

me azotaron. ¿Sabéis lo que es el látigo? Vera esta-ba a mi lado y se suicidó como protesta. Pero yoseguí viviendo. Ahora, ¿de qué habría de tenervergüenza?

ANNENKOVStepan, aquí todo el mundo te quiere y te respeta.Pero, sean las que fueren tus razones, no puedodejar que digas que todo está permitido. Cente-nares de hermanos nuestros han muerto para quese sepa que no todo está permitido.

STEPANNada de lo que puede servir a nuestra causa estáprohibido.

ANNENKOV (En tono colérico.)¿Está permitido entrar en la policía y llevar undoble juego, como proponía Evno? ¿Lo haríastú?

STEPANSi fuese necesario, sí.

ANNENKOV (Levantándose.)Stepan, olvidaremos lo que acabas de decir, enconsideración a lo que has hecho por nosotros ycon nosotros. Pero recuerda una cosa por lo me-nos. Se trata de saber sí, dentro de poco, hemos detirar las bombas contra esos dos niños.

56 Los justos

STEPAN¡Niños! Es la única palabra que tenéis en la boca.Pero ¿es que no entendéis nada? Por el simple he-cho de que Yanek no ha matado a esos dos, milesde niños rusos seguirán muriendo de hambreaños y años. ¿Habéis visto a niños morir de ham-bre? Yo sí. Y la muerte por bomba es una delicia,comparada con esa otra muerte. Pero Yanek nolos ha visto. Sólo ha visto a los dos perros amaes-trados del gran duque. ¿Es que no sois hombres?¿Vivís sólo el momento? Entonces elegid la cari-dad y curad únicamente el mal de cada día, no larevolución que quiere curar todos los males, pre-sentes y futuros.

DORAYanek está de acuerdo en matar al gran duque,porque su muerte puede anticipar el día en quelos niños rusos dejen de morir de hambre. Y esoya no es fácil. Pero la muerte de los sobrinos delgran duque no impedirá a ningún niño morirsede hambre. Hasta en la destrucción hay un orden,hay unos límites.

STEPAN (Con violencia.)No hay límites. La verdad es que vosotros nocreéis en la revolución. (Se levantan todos, menosYanek.) No creéis en ella. Si creyeseis total, com-pletamente, si estuvieseis seguros de que, connuestros sacrificios y nuestras victorias, conse-

Acto 11 57

guiremos construir una Rusia liberada del des-potismo, una tierra de libertad que acabará porabarcar el mundo entero, si no dudaseis de que,entonces, el hombre, liberado de sus amos y desus prejuicios, alzará hacia el cielo la faz de losverdaderos dioses, ¿qué pesaría la muerte de dosniños? Reconoceríais que tenéis todos los dere-chos, todos, ¿me oís? Y si esa muerte os detienees porque no estáis seguros de estar en vuestroderecho. No creéis en la revolución.

(Silencio. KALIAYEV se levanta.)

KALIAYEVStepan, me avergüenzo de mí y sin embargo no tedejaré que sigas. He aceptado matar para acabarcon el despotismo. Pero detrás de lo que dices veoanunciarse un despotismo que, si alguna vez lo-gra instalarse, hará de mí un asesino, cuando yotrato de ser un justiciero.

STEPANQué importa que no seas un justiciero si se hacejusticia, aunque sea por medio de asesinos. Tú yyo, no somos nada.

KALIAYEVSomos algo y lo sabes de sobra, porque, aún hoy,si hablas lo haces en nombre de tu orgullo.

58 Los justos

STEPANMi orgullo es cosa mía únicamente. Pero el orgu-llo de los hombres, su rebeldía, la injusticia en queviven, eso es cosa de todos nosotros.

KALIAYEVLos hombres no sólo viven de justicia.

STEPANCuando les roban el pan, ¿de qué vivirían, sino dejusticia?

KALIAYEVDe justicia y de inocencia.

STEPAN¿Inocencia? Quizá la conozca. Pero he decididoignorarla y hacer que la ignoren miles de hom-bres para que un día tenga un sentido mayor.

KALIAYEVHay que estar muy seguro de que ha de llegar esedía para negar todo lo que hace que un hombreconsienta en vivir.

STEPANYo estoy seguro.

KALIAYEVNo puedes estarlo. Para saber quién de los dos tie-ne razón, si tú o yo, tal vez se necesite el sacrificio

Acto 11 59

de tres generaciones, varias guerras, revolucionesterribles. Cuando esa lluvia de sangre se haya se-cado sobre la tierra, hará mucho tiempo que tú yyo estaremos convertidos en polvo.

STEPANOtros vendrán entonces, y yo los saludo como ahermanos míos.

KALIAYEV (Gritando.)Otros... ¡Sí! Pero yo amo a los que viven hoy en lamisma tierra que yo, y es a ellos a quienes saludo.Es por ellos por los que lucho y admito morir.Mientras que por una ciudad lejana, de la que noestoy seguro, no iré a golpear el rostro de mis her-manos. No aumentaré la injusticia viva con unajusticia muerta. (Más bajo, pero con firmeza.)Hermanos, quiero hablaros francamente y deci-ros por lo menos lo que podría decir el más sim-ple de nuestros campesinos: matar niños es con-trario al honor. Y si un día, estando yo vivo, larevolución llegara a separarse del honor, meapartaría de ella. Si lo decidís, ahora mismo iré ala salida del teatro, pero para arrojarme bajo loscaballos.

STEPANEl honor es un lujo reservado a los que tienen ca-lesas.

60 Los justos

KALIAYEVNo. Es la última riqueza del pobre. Lo sabes de so-bra, y también sabes que hay un honor en la revo-lución. Por él precisamente aceptamos morir. Es élprecisamente el que te mantuvo en pie un día bajoel látigo, Stepan, y el que todavía hoy te hace hablar.

STEPAN (Gritando.)Cállate. Te prohibo que hables de eso.

KALIAYEV (En tono arrebatado.)¿Por qué habría de callarme? Te he dejado decirque yo no creía en la revolución. Es lo mismo quedecirme que soy capaz de matar al gran duquepor nada, que soy un asesino. Te he dejado que lodigas y no te he pegado.

ANNENKOV¡Yanek!

STEPANA veces, matar por nada es no matar suficiente.

ANNENKOVStepan, aquí nadie comparte tu opinión. La deci-sión está tomada.

STEPANEntonces la acepto. Pero repito que el terror no espara los delicados. Somos criminales y hemoselegido serlo.

Acto 11 61

KALIAYEV (Fuera de sí.)No. Yo he elegido morir para que el crimen notriunfe. Yo he elegido ser inocente.

ANNENKOV¡Yanek y Stepan, basta! La Organización decideque el asesinato de niños es inútil. Hay que volvera los seguimientos. Hemos de estar preparadospara empezar de nuevo dentro de dos días.

STEPAN¿Y si los niños siguen estando?

ANNENKOVEsperaremos una nueva ocasión.

STEPAN¿Y si la gran duquesa acompaña al gran duque?

KALIAYEVNo la perdonaré.

ANNENKOVEscuchad.

(Un ruido de calesa. KALIAYEV se diri-ge irresistiblemente hacia la ventana.Los demás esperan. La calesa se acer-ca, pasa bajo las ventanas y desapa-rece.)

62 Los justos

VOINOV (Mirando a DORA, que se acerca a él.)Volver a empezar, Dora...

STEPAN (Con desprecio.)Sí, Alexis, volver a empezar... ¡Pero conviene ha-cer algo por el honor!

TELÓN

Acto tercero

En el mismo lugar, a la misma hora, dos días después.

STEPAN¿Qué hace Voinov? Debería estar aquí.

ANNENKOVNecesita dormir. Y todavía tenemos media horapor delante.

STEPANPuedo ir en busca de noticias.

ANNENKOVNo. Hay que limitar los riegos.

(Silencio.)

ANNENKOV¿Por qué no dices nada, Yanek?

63

64 Losjustos

KALIAYEVNo tengo nada que decir. No te preocupes.

(Llaman.)

KALIAYEVAhí está.

(Entra VOINOV.)

ANNENKOV¿Has dormido?

VOINOVSí, un poco.

ANNENKOV¿Has dormido toda la noche?

VOINOVNo.

ANNENKOVEra necesario. Hay medios.

VOINOVLo he intentado. Estaba demasiado cansado.

ANNENKOVTe tiemblan las manos.

Acto 111 65

VOINOVNo. (Todos le miran.) ¿Por qué tenéis que mirar-me? ¿No se puede estar cansado?

ANNENKOVSe puede estar cansado. Pensamos en ti.

VOINOV (Con violencia repentina.)Había que haberlo pensado anteayer. Si hubiése-mos tirado la bomba hace dos días, ahora no es-taríamos cansados.

KALIAYEVPerdóname, Alexis. He vuelto las cosas más difí-ciles.

VOINOV (En voz más baja.)¿Quién dice eso? ¿Por qué más difíciles? Estoycansado, eso es todo.

DORAAhora, todo irá rápido. Dentro de una hora, estohabrá acabado.

VOINOVSí, habrá acabado. Dentro de una hora...

(Mira a su alrededor. DORA se acerca aély le coge la mano. Él le deja la mano,luego la retira con violencia.)

66

VOINOVBoria, querría hablar contigo.

ANNENKOV¿A solas?

VOINOVA solas.

Los justos

(Se miran. KALIAYEV, DORA y STE-PAN salen.)

ANNENKOV¿Qué pasa? ( VOINOV permanece callado.) Díme-lo, por favor.

VOINOVMe da vergüenza, Boria.

(Silencio.)

VOINOVMe da vergüenza. Tengo que decirte la verdad.

ANNENKOV¿No quieres tirar la bomba?

VOINOVNo podré tirarla.

Acto 111 67

ANNENKOV¿Tienes miedo? ¿No es más que eso? Eso no tieneque dar vergüenza.

VOINOVTengo miedo y siento vergüenza de tener miedo.

ANNENKOVPero hace dos días, estabas contento y seguro.Cuando saliste, te brillaban los ojos.

VOINOVSiempre he tenido miedo. Hace dos días, habíareunido todo mi valor, nada más. Cuando oí ro-dar a lo lejos la calesa, me dije: «¡Ánimo! No esmás que un minuto». Apreté los dientes. Todosmis músculos estaban tensos. Iba a tirar la bom-ba con tanta violencia como si debiese matar algran duque del golpe. Aguardaba la primera ex-plosión para hacer estallar toda esta fuerza acu-mulada dentro de mí. Y luego, nada. La calesallegó a mi lado. ¡Qué deprisa iba! Me pasó. En-tonces comprendí que Yanek no había tiradola bomba. En ese momento, me embargó un fríoterrible. Y de repente, me sentí débil como unniño.

ANNENKOVNo era nada, Alexis. La vida vuelve a fluir ense-guida.

68 Los justos

VOINOV

Hace ya dos días, y la vida no ha vuelto. Hace unrato, te he mentido, no he dormido en toda la no-che. Mi corazón latía con demasiada fuerza. ¡Oh!,Boria, estoy desesperado.

ANNENKOVNo debes estarlo. Todos hemos sido como tú. Notirarás la bomba. Un mes de descanso en Finlan-dia, y volverás con nosotros.

VOINOVNo. Es otra cosa. Si ahora no tiro la bomba, no latiraré nunca.

ANNENKOV¿Y eso qué importa?

VOINOVNo estoy hecho para el terror. Ahora lo sé. Es me-jor que os deje. Militaré en los comités, en la pro-paganda.

ANNENKOVLos riesgos son los mismos.

VOINOVSí, pero se puede actuar cerrando los ojos. No sesabe nada.

Acto 111 69

ANNENKOV¿Qué quieres decir?

VOINOV (En tono febril.)No se sabe nada. Celebrar reuniones, discutir lasituación y transmitir luego la orden de ejecución,es fácil. Uno arriesga la vida, desde luego, pero atientas, sin ver nada. Mientras que permanecer depie cuando cae la noche sobre la ciudad, en mediode la multitud de los que aprietan el paso para en-contrar la sopa ardiendo, unos hijos, el calor deuna mujer, estar de pie y mudo, con el peso de labomba en el extremo del brazo, y saber que dentrode tres minutos, dentro de dos minutos, dentro deunos segundos, hay que tirarla al paso de una ca-lesa resplandeciente, eso es el terror. Y ahora séque no podré volver a empezar sin sentirme vacíode sangre. Sí, siento vergüenza. He apuntado de-masiado alto. Tengo que trabajar en mi puesto. Unpuesto pequeñito. El único del que soy digno.

ANNENKOVNo hay puestos pequeños. La cárcel y la horcasiempre están al final.

VOINOVPero no se ven como se ve al que vamos a matar.Hay que imaginarlas. Por suerte, carezco de ima-ginación. (Se ríe nervioso.) Nunca he llegado acreer realmente en la policía secreta. Extraño,

70 Losjustos Acto 111 71

para un terrorista, ¿verdad? Al primer puntapiéen el vientre, creeré en ella. Antes, no.

ANNENKOV¿Y una vez en la cárcel? En la cárcel se sabe y se ve.Ya no hay olvido.

VOINOVEn la cárcel, no hay ninguna decisión que tomar.¡Sí, eso es, no tomar decisiones! No tener ya quedecirse: «Vamos, te toca a ti, tú, tú decides el se-gundo en que vas a lanzarte». Ahora estoy segurode que si me detienen, no trataré de evadirme.Hasta para evadirse se necesita imaginación, hayque tomar la iniciativa. Si no te evades, son losotros los que conservan la iniciativa. Ellos cargancon todo el trabajo.

ANNENKOVPero algunas veces, trabajan para ahorcarte.

VOINOV (En tono desesperado.)Algunas veces. Pero me resultará menos difícilmorir que llevar mi vida y la de otro en la puntadel brazo y decidir el momento en que precipitaréesas dos vidas en las llamas. No, Boria, la únicaforma que tengo de redimirme es aceptarmecomo soy. (ANNENKOV calla.) Hasta los cobardespueden servir a la revolución. Basta con encon-trar su puesto.

ANNENKOVEntonces todos somos cobardes. Pero no siemprehemos tenido la ocasión de comprobarlo. Haz loque quieras.

VOINOVPrefiero marcharme ahora mismo. Creo que nopodría mirarles a la cara. Pero tú se lo dirás.

ANNENKOVYo se lo diré.

(Avanza hacia él.)

VOINOVDile a Yanek que no es culpa suya. Y que le quiero,como os quiero a todos.

(Silencio. ANNENKOV le da un abrazo.)

ANNENKOVAdiós, hermano. Todo acabará. Rusia será feliz.

VOINOV (Huyendo.)¡Oh, sí! ¡Que sea feliz! ¡Que sea feliz!

ANNENKOVVenid.

(ANNENKOV se dirige a lapuerta.)

(Entran todos con DORA.)

72

STEPAN¿Qué pasa?

Los justos

ANNENKOVVoinov no tirará la bomba. Está agotado. No seríaseguro.

KALIAYEVLa culpa es mía, ¿verdad, Boria?

KALIAYEVMe ha mandado decirte que te quiere.

KALIAYEV¿Volveremos a verle?

KALIAYEVQuizá. Mientras tanto, nos deja.

STEPAN¿Por qué?

ANNENKOVSerá más útil en los comités.

STEPAN¿Lo ha pedido él? ¿Así que tiene miedo?

ANNENKOVNo. Yo he decidido todo.

Acto 111 73

STEPANA una hora del atentado, ¿nos privas de un hombre?

ANNENKOVA una hora del atentado, he tenido que decidirsolo. Es demasiado tarde para discutir. Yo ocupa-ré el puesto de Voinov.

STEPANMe corresponde a mí por derecho.

KALIAYEV (A ANNENKOV.)Tú eres el jefe. Tu deber es permanecer aquí.

ANNENKOVHay ocasiones en que un jefe tiene el deber de sercobarde. Pero a condición de que demuestre sufirmeza, llegado el caso. Mi decisión está tomada.Stepan, tú me sustituirás el tiempo que haga falta.Ven, debes conocer las instrucciones.

(Salen. KALIAYEV va a sentarse. DORAse dirige hacia él y le tiende una mano.Pero cambia de opinión.)

DORANo es culpa tuya.

KALIAYEVLe he hecho daño, mucho daño. ¿Sabes lo que medecía el otro día?

74

DORARepetía constantemente que era feliz.

Los justos

KALIAYEVSí, pero me dijo que no había felicidad para élfuera de nuestra comunidad. «Estamos noso-tros, decía, la Organización. Y luego, no haynada. Es una orden de caballería.» ¡Qué lástima,Dora!

DORAVolverá.

KALIAYEVNo. Me imagino lo que yo sentiría en su lugar. Es-taría desesperado.

DORAY ahora, ¿no lo estás?

KALIAYEV (Con tristeza.)¿Ahora? Estoy con vosotros y soy feliz como él loera.

DORA (Despacio.)Es una gran suerte.

KALIAYEVEs una suerte muy grande. ¿No piensas como yo?

Acto 111 75

DORAPienso como tú. Entonces, ¿por qué estás tris-te? Hace dos días tu cara estaba resplandecien-te. Parecía como si fueses a una gran fiesta.Hoy...

KALIAYEV (Levantándose, en medio de una gran agi-tación.)Hoy sé lo que no sabía. Tenías razón, no es tansencillo. Creía que era fácil matar, que bastabacon la idea, y el valor. Pero no soy tan grande yahora sé que no hay felicidad en el odio. Todo estemal, todo este mal, en mí y en los otros. El cri-men, la cobardía, la injusticia... ¡Oh!, es preciso,tengo que matarle... ¡Pero llegaré hasta el final!¡Más lejos que el odio!

DORA¿Más lejos? No hay nada.

KALIAYEVEstá el amor.

DORA¿El amor? No, no es eso lo que se necesita.

KALIAYEV¡Oh! Dora, cómo puedes tú decir eso, tú, si yo co-nozco tu corazón...

76 Los justos

DORAHay demasiada sangre, demasiada violencia dura.Los que aman de verdad la justicia no tienen dere-cho al amor. Están en pie como lo estoy yo, con lacabeza alta y los ojos fijos. ¿Qué iría a hacer elamor en esos corazones orgullosos? El amor incli-na suavemente las cabezas, Yanek. Y nosotros, no-sotros tenemos la nuca rígida.

KALIAYEVPero amamos a nuestro pueblo.

DORALe amamos, cierto. Le amamos con un vastoamor sin apoyo, con un amor desdichado. Vivi-mos lejos de él, encerrados en nuestros cuartos,perdidos en nuestros pensamientos. Y el pueblo,¿nos ama el pueblo? ¿Sabe que le amamos? El pue-blo calla. ¡Qué silencio, qué silencio!...

KALIAYEVPero eso es el amor, dar todo, sacrificarlo todo sinesperar nada a cambio.

DORATal vez. Es el amor absoluto, la alegría pura y so-litaria, es aquello que me quema, sí. En ciertosmomentos, sin embargo, me pregunto si el amorno es otra cosa, si puede dejar de ser un monólo-go, y si no hay una respuesta algunas veces. Mira

Acto 111 77

lo que imagino: el sol brilla, las cabezas se incli-nan suavemente, el corazón deja a un lado su or-gullo, se abren los brazos. ¡Ah!, Yanek, si pudie-ra olvidarse, aunque sólo sea una hora, la atrozmiseria de este mundo y terminar dejándose lle-var. Sólo una horita de egoísmo, ¿puedes pen-sarlo?

KALIAYEVSí, Dora, eso se llama ternura.

DORALo adivinas todo, querido, eso se llama ternura.Pero ¿la conoces tú realmente? ¿Amas tú a la jus-ticia con la ternura? (KALIAYEV calla.) ¿Amas túa nuestro pueblo con esa entrega y esa dulzura,o, por el contrario, lo amas con la llama de lavenganza y de la rebeldía? (KALIAYEV sigue ca-llado.) Ya lo ves. (DORA avanza hacia él, y entono muy débil.) Y a mí, ¿me quieres con ternu-ra?

(KALIAYEV la mira.)

KALIAYEV (Tras un silencio.)Nadie te querrá nunca como te quiero yo.

DORALo sé. Pero ¿no es mejor querer como todo elmundo?

78 Los justos

KALIAYEVNo soy cualquiera. Te quiero como soy.

DORA¿Me quieres más que a la justicia, más que a la Or-ganización?

KALIAYEVNo os separo, a ti, a la Organización y a la justicia.

DORASí, pero contéstame, te lo ruego, contéstame. ¿Mequieres en la soledad, con ternura, con egoísmo?¿Me querrías si fuese injusta?

KALIAYEVSi fueses injusta, y si yo pudiese amar, no es a ti aquien querría.

DORANo contestas. Dime únicamente: ¿me querrías sino estuviese en la Organización?

KALIAYEVEntonces ¿dónde estarías?

DORAMe acuerdo del tiempo en que estudiaba. Reía.Entonces era hermosa. Pasaba las horas paseandoy soñando. ¿Me querrías frivola y despreocupada?

Acto 111 79

KALIAYEV (Vacila, y muy bajo.)Me muero de ganas de decirte que sí.

DORA (En un grito.)Entonces dime sí, querido, si lo piensas y si escierto. Sí, frente a la justicia, delante de la mise-ria y del pueblo encadenado. Sí, sí, te lo ruego, apesar de la agonía de los niños, a pesar de losque ahorcan y de los que azotan hasta la muer-te...

KALIAYEVCállate, Dora.

DORANo, hay que dejar hablar al corazón al menos unavez. Espero que me llames, a mí, Dora, que mellames por encima de este mundo envenenado deinjusticia...

KALIAYEV (Brutalmente.)Calla. Mi corazón sólo me habla de ti. Pero dentrode un rato, no deberé temblar.

DORA (Extraviada.)¿Dentro de un rato? Sí, se me olvidaba... (Ríecomo si llorase.) No, está muy bien, querido. Note enfades, no he sido razonable. Es el cansancio.Tampoco yo habría podido decirlo. Te quierocon el mismo amor un poco fijo, en la justicia y

80 Los justos

las cárceles. ¿Te acuerdas del verano, Yanek? Perono, es el invierno eterno. No somos de este mun-do, somos justos. Hay un calor que no es paranosotros. (Alejándose.) ¡Ah, piedad para los jus-tos!

KALIAYEV (Mirándola con desesperación.)Sí, ésa es nuestra parte, el amor es imposible. Peromataré al gran duque y entonces habrá paz, tantopara ti como para mí.

DORA¡La paz! ¿Cuándo la encontraremos?

KALIAYEV (Con violencia.)Al día siguiente.

(Entran ANNENKOV/ STEPAN. DORAy KALIAYEV se alejan el uno del otro.)

'ANNENKOV

¡Yanek!

KALIAYEVAhora mismo. (Respira profundamente.) Por fin,por fin...

STEPAN (Acercándose a él.)Adiós, hermano, estoy contigo.

Acto 111 81

KALIAYEVAdiós, Stepan. (Se vuelve hacia DORA.) Adiós,Dora.

(DORA se dirige hacia él. Están muycerca el uno del otro, pero no tienenque tocarse.)

DORANo, adiós no. Hasta luego. Hasta luego, querido.Volveremos a vernos.

(Él la mira. Silencio.)

KALIAYEVHasta luego... Yo... Rusia será hermosa.

DORA (Con lágrimas.)Rusia será hermosa.

(KALIAYEV se persigna delante del ico-no.)(STEPAN se acerca a la ventana. DORAno se mueve, mirando siempre a lapuerta.)

STEPANQué erguido camina. Me equivoqué, ¿sabes?, al noconfiar en Yanek. No me gustaba su entusiasmo.¿Has visto que se ha persignado? ¿Es creyente?

82

DORANo practica.

Los justos

STEPANSin embargo, su alma es religiosa. Eso era lo quenos separaba. Yo soy más áspero que él, lo sé desobra. Para nosotros que no creemos en Dios, senecesita toda la justicia; si no, es la desesperación.

DORAPara él, la justicia misma es desesperante.

STEPANSí, un alma débil. Pero su mano es fuerte. Valemás que su alma. Lo matará, estoy seguro. Estábien, muy bien incluso. Destruir, eso es lo quehace falta. Pero ¿no dices nada? (La observa.) ¿Lequieres?

DORASe necesita tiempo para amar. Y nosotros apenastenemos tiempo para la justicia.

STEPANTienes razón. Hay demasiado que hacer; hay quedestruir este mundo de arriba abajo... Luego...(En la ventana.) Ya no los veo, han llegado.

DORALuego...

Acto 111 83

STEPANNos amaremos.

DORASi es que seguimos estando.

STEPANOtros se amarán. Viene a ser lo mismo.

DORAStepan, di «el odio».

STEPAN¿Cómo?

DORAEsas dos palabras, «el odio», pronuncíalas.

STEPANEl odio.

DORAEstá bien. Yanek las pronunciaba muy mal.

STEPAN (Tras un silencio, y caminando hacia ella.)Ya comprendo: tú me desprecias. Sin embargo,¿estás segura de tener razón? (Un silencio, y conviolencia creciente.) Estáis todos ahí, escati-mando lo que hacéis, en nombre del innobleamor. ¡Yo en cambio no amo nada y odio, sí,

84 Los justos

odio a mis semejantes! ¿Qué me importa a mí suamor? Lo conocí en el presidio, hace tres años.Y desde hace tres años, lo llevo encima. ¿Quie-res que me enternezca y que arrastre la bombacomo una cruz? ¡No! ¡No! He ido demasiado le-jos, sé demasiadas cosas... Mira... (Se desgarrala camisa. DORA hace un movimiento hacia él.Retrocede ante las marcas del látigo.) ¡Son lasmarcas! ¡Las marcas de su amor! ¿Me despreciasahora?

(Ella se acerca a él y le besa brusca-mente.)

DORA¿Quién podría despreciar el dolor? También tequiero.

STEPAN (La mira y con voz sorda.)Perdóname, Dora. (Una pausa. Se aleja.) Quizásea el cansancio. Años de lucha, la angustia, lossoplones, el presidio... y para terminar, esto.(Muestra las marcas.) ¿De dónde sacaría fuerzaspara amar? Me quedan por lo menos las de odiar.Es preferible a no sentir nada.

DORASí, es preferible.

(Él la mira. Dan las siete.)

Acto 111 85

STEPAN (Volviéndose bruscamente.)El gran duque está a punto de pasar.

(DORA se dirige a la ventana y se pegaa los cristales. Largo silencio. Y luego, alo lejos, la calesa. Se acerca, pasa.)

STEPANSi está solo...

(La calesa se aleja. Una explosión te-rrible. Sobresalto de DORA que escon-de la cabeza entre las manos. Largo si-lencio.)

STEPAN¡Boria no ha tirado su bomba! ¡ Yanek lo ha conse-guido! ¡Lo ha conseguido! ¡Oh, pueblo! ¡Oh, ale-gría!

DORA (Se abalanza llorando sobre él.)¡Somos nosotros los que le hemos matado! ¡No-sotros lo hemos matado! He sido yo.

STEPAN (Gritando.)¿A quién hemos matado? ¿A Yanek?

DORAAl gran duque.

TELÓN

Acto cuarto

Una celda en la Torre Pugachev, en la prisión deButirLPor la mañana.

(Cuando se levanta el telón, KALIAYEVestá en su celda y mira la puerta. En-tran un guardián y un prisionero, quetrae un cubo.)

EL GUARDIÁNLimpia. Y hazlo deprisa.

(Va a colocarse junto a la ventana.)(FOKA empieza a limpiar sin mirar aKALIAYEV. Silencio.)

KALIAYEV¿Cómo te llamas, hermano?

87

88 Los justos

FOKA

Foka.

KALIAYEV¿Estás condenado?

FOKAEso parece.

KALIAYEV¿Qué hiciste?

FOKAMaté.

KALIAYEV¿Tenías hambre?

EL GUARDIÁNMás bajo.

KALIAYEV¿Cómo?

EL GUARDIÁNMás bajo. Os dejo hablar a pesar de la orden. Osea que no hables tan alto. Imita al viejo.

KALIAYEV¿Tenías hambre?

Acto IV

FOKANo, tenía sed.

KALIAYEV¿Y qué pasó?

FOKA

89

Pasó que había un hacha. Acabé con todo. Pareceque maté a tres.

(KALIAYEV le mira.)

FOKABueno, barín, ¿ya no me llamas hermano? ¿Te hasenfriado?

KALIAYEVNo. También yo maté.

FOKA¿A cuántos?

KALIAYEVTe lo diré si quieres, hermano. Pero, respóndeme,lamentas lo que pasó, ¿verdad?

FOKADesde luego, veinte años es muy caro. Te hace quelo lamentes.

90 Losjustos

KALIAYEVVeinte años. Yo entro aquí con veintitrés y salgocon el pelo gris.

FOKA¡Oh! A ti quizá te vaya mejor. Los jueces, ya sabes,tienen altibajos. Depende de si están casados, ycon quién. Además, tú eres un barín. No es la mis-ma tarifa que para los pobres diablos. Te librarás.

KALIAYEVNo creo. Y no quiero. No podría soportar la ver-güenza durante veinte años.

FOKA¿La vergüenza? ¿Qué vergüenza? En fin, son ideasde barín. ¿A cuántos has matado?

KALIAYEVA uno solo.

FOKA¿Qué decías? Eso no es nada.

KALIAYEVHe matado al gran duque Sergio.

FOKA¿Al gran duque? Eh, ésa sí que es buena. ¡Vaya conestos barines! Dime, ¿es grave?

Acto IV 91

KALIAYEVEs grave. Pero era necesario.

FOKA¿Por qué? ¿Vivías en la corte? Una historia de fal-das, ¿no? Guapo como eres...

KALIAYEVSoy socialista.

EL GUARDIÁNMás bajo.

KALIAYEV (Más alto.)Soy socialista revolucionario.

FOKA¡Vaya una historia! ¿Y qué necesidad tenías de sereso que dices? Si te hubieras quedado tranquilo,todo habría ido bien. La tierra está hecha para losbarines.

KALIAYEVNo, está hecha para ti. Hay demasiada miseria ydemasiados crímenes. Cuando haya menos mise-ria, habrá menos crímenes. Si la tierra fuese libre,tú no estarías aquí.

FOKASí y no. En fin, libre o no, nunca es bueno beberun trago de más.

92 Los justos

KALIAYEVEso nunca es bueno. Pero se bebe porque a uno lohumillan. Vendrá un tiempo en que ya no seráútil beber, en que nadie sentirá vergüenza, ni ba-rín ni pobre diablo. Seremos hermanos y la justi-cia hará transparentes nuestros corazones. ¿Sabesde qué hablo?

FOKASí, eso es el reino de Dios.

EL GUARDIÁNMás bajo.

KALIAYEVNo hay que decir eso, hermano. Dios no puedenada. ¡La justicia es cosa nuestra! (Un silencio.)¿No comprendes? ¿Conoces la leyenda de san De-metrio?

FOKANo.

KALIAYEVTenía una cita en la estepa con el mismo Dios, yhacia allá iba corriendo cuando encontró a uncampesino cuyo carro se había atascado. Enton-ces san Demetrio le ayudó. El barro era espeso, elhoyo profundo. Tuvieron que batallar duranteuna hora. Y cuando aquello acabó, san Demetriocorrió a su cita. Pero Dios ya no estaba.

Acto iv 93

FOKA¿Y qué pasó?

KALIAYEVPues lo que les pasa a los que siempre llegarán tar-de a la cita porque hay demasiadas carretas atas-cadas y demasiados hermanos que socorrer.

(FOKA retrocede.)

KALIAYEV¿Qué pasa?

EL GUARDIÁNMás bajo. Y tú, viejo, date prisa.

FOKANo me fío. Todo esto no es normal. A nadie se leocurre dejarse encarcelar por historias de santosy carretas. Y además, hay otra cosa...

(EL GUARDIÁN ríe.)

KALIAYEV (Mirándole.)¿Qué?

FOKA¿Qué hacen a los que matan a los grandes duques?

KALIAYEVLos ahorcan.

94

FOKA

¡Ah!

Losjustos

.

(Y se marcha, mientras EL GUARDIÁNríe más fuerte.)

KALIAYEVQuédate. ¿Te he hecho algo?

FOKANo me has hecho nada. Por muy barín que seas,sin embargo, no quiero engañarte. Uno charla,pasa el tiempo, como estamos haciendo, pero sitienen que colgarte, no está bien.

KALIAYEV¿Por qué?

EL GUARDIÁN (Riendo.)Vamos, viejo, habla...

FOKAPorque no puedes hablarme como un hermano.Soy yo el que cuelga a los condenados.

KALIAYEV¿No eres tú también un presidiario?

FOKAPrecisamente por eso. Me propusieron hacer esetrabajo, y por cada ahorcado me quitan un año decárcel. Es un buen negocio.

Acto IV 95

KALIAYEVPara perdonarte tus crímenes, ¿te obligan a co-meter otros?

FOKA¡Oh!, no son crímenes, porque está mandado. Yademás, eso les da igual. Si quieres mi opinión, noson cristianos.

KALIAYEV¿Y cuántas veces ya?

FOKADos veces.

(KALIAYEV retrocede. Los otros llegan alapuerta; EL GUARDIÁN empuja a FOKA.)

KALIAYEV¿Así que eres un verdugo?

FOKA (En lapuerta.)Bueno, barín, ¿y tú?

(Sale. Se oyen pasos, órdenes. EntraSKURATOV, muy elegante, con EL GUAR-DIÁN.)

SKURATOVDéjanos. Hola. ¿No me conoce? Yo sí que le co-nozco. (Se ríe.) ¿Ya es usted célebre, eh? (Le mira.)

96 Losjustos

¿Puedo presentarme? (KALIAYEV no dice nada.)¿No dice nada? Comprendo. La incomunicación,¿eh? Es duro, ocho días incomunicado. Hoy he-mos suprimido la incomunicación y tendrá ustedvisitas. Además estoy aquí para eso. Ya le he en-viado a Foka. Extraordinario, ¿verdad? Pensé quele interesaría. ¿Está usted contento? Es bueno vercaras después de ocho días, ¿no?

KALIAYEVTodo depende de la cara.

SKURATOVBuena voz, bien colocada. Usted sabe lo que quie-re. (Pausa.) Si he comprendido bien, mi cara no legusta, ¿verdad?

KALIAYEVSí.

SKURATOVMe decepciona usted. Pero es un malentendido.En primer lugar, la iluminación es mala. En unsótano, nadie es simpático. Por otra parte, ustedno me conoce. A veces, una cara repele. Y luegocuando se conoce el corazón...

KALIAYEVBasta. ¿Quién es usted?

Acto IV 97

SKURATOVSkuratov, director del departamento de policía.

KALIAYEVUn criado.

SKURATOVPara servirle. Pero, en su lugar, yo mostraría me-nos orgullo. Tal vez lo consiga. Se empieza porquerer la justicia y se termina organizando la po-licía. Además, la verdad no me asusta. Voy a sersincero con usted. Usted me interesa y le ofrezcolos medios de obtener gracia.

KALIAYEV¿Qué gracia?

SKURATOV¿Cómo que qué gracia? Le ofrezco salvarle la vida.

KALIAYEV¿Quién se lo ha pedido?

SKURATOVLa vida no se pide, querido amigo. Se recibe. ¿Us-ted nunca ha concedido gracia a nadie? (Unapau-sa.) Piénselo bien.

KALIAYEVRechazo su gracia, de una vez por todas.

98 Los justos

SKURATOVEscuche por lo menos. A pesar de las apariencias,no soy su enemigo. Admito que tiene usted razónen lo que piensa. Salvo en lo del asesinato...

KALIAYEVLe prohibo que emplee esa palabra.

SKURATOV (Mirándole.)¡Ah! Qué frágiles son los nervios, ¿verdad? (Pau-sa.) Sinceramente, querría ayudarle.

KALIAYEV¿Ayudarme? Estoy dispuesto a pagar lo que hayaque pagar. Pero no toleraré sus familiaridadesconmigo. Déjeme.

SKURATOVLa acusación que pesa sobre usted.

KALIAYEVRectifico.

SKURATOV¿Cómo dice?

KALIAYEVQue rectifico. Soy un prisionero de guerra, no unacusado.

Acto IV 99

SKURATOVSi usted quiere... Sin embargo, ha habido destro-zos, ¿no? Dejemos a un lado al gran duque y la po-lítica. Cuando menos, ha habido muerte de unhombre. ¡Y qué muerte!

KALIAYEVLancé la bomba contra la tiranía de ustedes, nocontra un hombre.

SKURATOVDesde luego. Pero fue el hombre el que la recibió.Y eso no le sentó nada bien. Verá, querido amigo,cuando encontraron el cuerpo, le faltaba la cabe-za. La cabeza ¡desaparecida! En cuanto a lo de-más, apenas si han reconocido un brazo y unaparte de la pierna.

KALIAYEVEjecuté un veredicto.

SKURATOVQuizá, quizá. Nadie le reprocha el veredicto. ¿Quées un veredicto? Una palabra sobre la que se pue-de discutir noches enteras. Se le reprocha..., no,no le gustaría la palabra..., digamos un trabajo deaficionado, algo desordenado, cuyos resultados,eso sí, son indiscutibles. Todo el mundo ha podi-do verlos. Pregúntele a la gran duquesa. Habíasangre, ¿comprende?, mucha sangre.

100 Los justos

KALIAYEVCállese.

SKURATOVBueno. Simplemente quería decir que si usted seobstina en hablar del veredicto, en decir que ha sidoel partido y sólo él el que ha juzgado y ejecutado,que el gran duque ha sido muerto no por una bom-ba, sino por una idea, entonces no necesita ustedninguna gracia. Suponga, sin embargo, que volva-mos a la evidencia, suponga que ha sido usted quienha hecho saltar la cabeza del gran duque, y entoncestodo cambia, ¿verdad? Entonces necesitará que leotorguen gracia. Quiero ayudarle. Por pura simpa-tía, créalo. (Sonríe.) Qué quiere, a mí no me intere-san las ideas, a mí me interesan las personas.

KALIAYEV (Estallando.)Mi persona está por encima de usted y de susamos. Puede usted matarme, no juzgarme. Sé desobra a dónde quiere llegar. Está buscando unpunto débil y espera de mí una actitud avergon-zada, lágrimas y arrepentimiento. No conseguiránada. Lo que yo soy no le incumbe. Lo que le in-cumbe es nuestro odio, el mío y el de mis herma-nos. Está a su servicio.

SKURATOV¿El odio? No deja de ser una idea. Lo que no esuna idea es el asesinato. Y por supuesto sus con-

Acto IV 101

secuencias. Me refiero al arrepentimiento y alcastigo. Ahí estamos en el centro. Además, poreso me hice policía. Para estar en el centro de lascosas. Pero a usted no le gustan las confidencias.(Pausa. Avanza lentamente hacia él.) Lo únicoque yo quería decirle es que no debería fingirque olvida la cabeza del gran duque. Si la tuvieseen cuenta, la idea ya no le serviría de nada. Senti-ría vergüenza, por ejemplo, en lugar de estar or-gulloso de lo que ha hecho. Y a partir del mo-mento en que sienta vergüenza, deseará vivirpara reparar. Lo más importante es que usteddecida vivir.

KALIAYEV¿Y si lo decidiese?

SKURATOVGracia para usted y sus camaradas.

KALIAYEV¿Los ha detenido?

SKURATOVNo. Precisamente. Pero si usted decide vivir, losdetendremos.

KALIAYEV¿He comprendido bien?

102 Losjustos

SKURATOVDesde luego. No se enfade otra vez. Reflexione.Desde el punto de vista de la idea, usted no puedeentregarlos. Desde el punto de la evidencia, encambio, es un favor que les hace. Les evita nuevasmolestias y, al mismo tiempo, los libra de la hor-ca. Y por encima de todo, usted obtiene la paz delcorazón. Desde muchos puntos de vista, es un ne-gocio redondo.

(KALIAYEV se calla.)

SKURATOV¿Entonces?

KALIAYEVMis hermanos le responderán dentro de poco.

SKURATOV¡Otro crimen más! Decididamente, es una voca-ción. Bueno, mi misión ha concluido. Mi corazónestá triste. Pero veo que usted se aferra a sus ideas.No puedo separarle de ellas.

KALIAYEVNo puede separarme de mis hermanos.

SKURATOVHasta la vista. (Hace como que sale, y, volviéndo-se.) En ese caso, ¿por qué perdonó la vida a la granduquesa y a sus sobrinos?

Acto IV

KALIAYEV¿Quién se lo ha dicho?

103

SKURATOVSu informador también nos informaba a noso-tros. Por lo menos, en parte... Pero ¿por qué lesperdonó?

KALIAYEVEso no le incumbe.

SKURATOV (Riendo.)¿Eso cree? Voy a decirle por qué. Una idea puedematar a un gran duque, pero le resulta difícil ma-tar a unos niños. Eso es lo que usted descubrió.Entonces, se plantea una cuestión: si la idea no al-canza a matar a los niños, ¿merece que se mate aun gran duque?

(KALIAYEV hace un gesto.)

SKURATOV¡Oh! ¡No me diga nada, sobre todo no me diganada! Ya se lo dirá a la gran duquesa.

KALIAYEV¿La gran duquesa?

SKURATOVSí, quiere verle. Y yo he venido sobre todo paraasegurarme de que esa conversación era posi-ble. Lo es. Amenaza incluso con hacerle cambiar

104 Los justos

de opinión. La gran duquesa es cristiana. El alma,¿sabe?, es su especialidad.

(Ríe.)

KALIAYEVNo puedo verla.

SKURATOVLo lamento, ella insiste. Después de todo, ustedle debe algunas consideraciones. También dicenque desde la muerte de su marido, no está en susano juicio. No hemos querido llevarle la contra-ria. (En la puerta.) Si cambia de opinión, no olvi-de mi propuesta. Volveré. (Pausa. Escucha.) Ahíllega. Después de la policía, ¡la religión! Decidi-damente, le miman. Pero todo guarda relación.Imagine a Dios sin las cárceles. ¡Qué soledad!

(Sale. Se oyen voces y órdenes.)(Entra LA GRAN DUQUESA que per-manece inmóvil y en silencio.)(Lapuerta está abierta.)

KALIAYEV¿Qué quiere?

LA GRAN DUQUESA (Descubriéndose la cara.)Mira.

(KALIAYEV calla.)

Acto IV 105

LA GRAN DUQUESAMuchas cosas mueren con un hombre.

KALIAYEVLo sabía.

LA GRAN DUQUESA (Con naturalidad, pero con unavocecita gastada.)Los asesinos no saben eso. Si lo supiesen, ¿cómopodrían matar?

(Silencio.)

KALIAYEVYa la he visto. Ahora deseo estar solo.

LA GRAN DUQUESANo. También yo quiero mirarte.

(Él retrocede.)

LA GRAN DUQUESA (Se sienta, como agotada.)Ya no puedo estar sola. Antes, si sufría, él podíaver mi dolor. Sufrir era bueno entonces. Ahora...No, no podía estar sola, callarme... Pero ¿conquién hablar? Los otros no saben. Fingen que es-tán tristes. Lo están, una o dos horas. Luego sevan a comer... y a dormir. Dormir sobre todo... Hepensado que debías parecerte a mí. Tú no duer-mes, estoy segura. Y ¿con quién hablar del crimensino con el criminal?

106 Los justos

KALIAYEV¿Qué crimen? Yo sólo recuerdo un acto de justi-cia.

LA GRAN DUQUESA¡La misma voz! Lo has dicho con la misma vozque él. Todos los hombres adoptan el mismo tonopara hablar de la justicia. Él decía: «¡Esto es jus-to!» y los demás debían callarse. Quizá se equivo-caba, quizá te equivocas...

KALIAYEVÉl encarnaba la suprema injusticia, la que hacegemir al pueblo ruso desde hace siglos. Por eso, élúnicamente recibía privilegios. Si yo me equivo-case, la cárcel y la muerte son mi sueldo.

LA GRAN DUQUESASí, tú sufres. Pero a él, lo mataste.

KALIAYEVMurió por sorpresa. Una muerte así no es nada.

LA GRAN DUQUESA¿Nada? (Más bajo.) Es cierto. Te trajeron ensegui-da. Parece que soltabas discursos en medio de lospolicías. Comprendo. Eso debía ayudarte. Yo lle-gué unos segundos más tarde. Lo vi todo. Puse so-bre una camilla todo lo que podía llevar. ¡Cuántasangre! (Pausa.) Yo llevaba un vestido blanco...

Acto IV

KALIAYEVCállese.

107

LA GRAN DUQUESA¿Por qué? Digo la verdad. ¿Sabes lo que hacía doshoras antes de morir? Estaba durmiendo. En unsillón, con los pies sobre una silla... como siem-pre. Dormía, y mientras tú lo esperabas, en la no-che cruel... (Llora.) Ahora ayúdame.

(Él retrocede, rígido.)

LA GRAN DUQUESAEres joven. No puedes ser malo.

KALIAYEVNo he tenido tiempo de ser joven.

LA GRAN DUQUESA¿Por qué te envaras así? ¿Nunca has tenido piedadde ti mismo?

KALIAYEVNo.

LA GRAN DUQUESAHaces mal. Eso alivia. Yo ya solo tengo piedadpara mí misma. (Pausa.) Sufro. Tenías que ha-berme matado con él en lugar de perdonarme lavida.

108 Los justos

KALIAYEVNo ha sido su vida lo que he perdonado, sino la delos niños que iban con usted.

LA GRAN DUQUESALo sé. Yo no los quería mucho. (Pausa.) Son lossobrinos del gran duque. ¿No eran culpablescomo su tío?

KALIAYEVNo.

LA GRAN DUQUESA¿Los conoces? Mi sobrina tiene mal corazón. Seniega a llevar ella misma las limosnas a los po-bres. Tiene miedo a tocarlos. ¿No es injusta? Esinjusta. Él por lo menos quería a los campesinos.Bebía con ellos. Y tú lo has matado. Desde luego,también tú eres injusto. La tierra está desierta.

KALIAYEVEsto es inútil. Usted trata de calmar mi fuerza ydesesperarme. No lo conseguirá. Déjeme.

LA GRAN DUQUESA¿No quieres rezar conmigo, arrepentirte?... Novolveremos a estar solos.

KALIAYEVDéjeme prepararme para morir. Si no muriese,entonces sí que sería un asesino.

Acto IV 109

LA GRAN DUQUESA (Se levanta.)¿Morir? ¿Quieres morir? No. (Se acerca a KALIA-YEV, en medio de una gran agitación.) Debes viviry admitir que eres un asesino. ¿No lo mataste?Dios te justificará.

KALIAYEV¿Qué Dios, el mío o el suyo?

LA GRAN DUQUESAEl de la Santa Iglesia.

KALIAYEVLa Iglesia no tiene nada que hacer aquí.

LA GRAN DUQUESAElla sirve a un señor que también conoció la cár-cel.

KALIAYEVLos tiempos han cambiado. Y la Santa Iglesia haelegido en la herencia de su señor.

LA GRAN DUQUESA¿Elegido? Qué quieres decir?

KALIAYEVSe ha quedado con la gracia para ella y a nosotrosnos ha dejado la tarea de ejercer la caridad.

110 Los justos Acto IV 111

LA GRAN DUQUESA¿A nosotros? ¿A quiénes?

KALIAYEV (Gritando.)A todos los que ustedes ahorcan.

(Silencio.)

LA GRAN DUQUESA (Con dulzura.)Yo no soy enemiga suya.

KALIAYEV (Con desesperación.)Lo es, como todos los de su raza y de su clan. Hayuna cosa más abyecta todavía que ser un crimi-nal, y es forzar al crimen a quien no está hechopara el crimen. Míreme. Le juro que yo no estabahecho para matar.

LA GRAN DUQUESANo me hable como si fuera enemiga suya. Mire.(Va hasta la puerta y la cierra.) Me pongo en susmanos. (Llora.) Nos separa la sangre. Pero puedereunirse conmigo en Dios, en el lugar mismo de ladesdicha. Rece al menos conmigo.

KALIAYEVMe niego. (Avanza hacia ella.) Por usted sólosiento compasión y usted acaba de conmover mialma. Ahora me comprenderá, porque no le ocul-taré nada. Ya no cuento con encontrarme conDios. Pero, cuando muera, seré puntual a la cita

que tengo con los que amo, con mis hermanosque en este momento piensan en mí. Rezar seríatraicionarles.

LA GRAN DUQUESA¿Qué quiere decir?

KALIAYEV (En tono exaltado.)Nada, salvo que voy a ser feliz. Tengo que sosteneruna larga lucha y la sostendré. Pero cuando sepronuncie el veredicto, y esté preparada la ejecu-ción, entonces, al pie del cadalso, me apartaré deusted y de este mundo horrible y me dejaré ir alamor que me llena. ¿Me comprende?

LA GRAN DUQUESALejos de Dios no hay amor.

KALIAYEVSí. El amor por la criatura.

LA GRAN DUQUESALa criatura es abyecta. ¿Qué se puede hacer sinodestruirla o perdonarla?

KALIAYEVMorir con ella.

LA GRAN DUQUESASe muere solo. Él murió solo.

,.

112 Los justos

KALIAYEV (Con desesperación.)¡Morir con ella! Hoy los que se aman deben morirjuntos sin quieren estar unidos. La injusticia se-para, la vergüenza, el dolor, el daño que se hace alos demás y el crimen separan. Vivir es una tortu-ra, puesto que vivir separa...

LA GRAN DUQUESADios une.

KALIAYEVNo en esta tierra. Y yo tengo mis citas en esta tie-rra.

LA GRAN DUQUESAEs la cita de los perros, con el hocico pegado al sue-lo, siempre olfateando, siempre decepcionados.

KALIAYEV (Vuelto hacia la ventana.)Pronto lo sabré. (Pausa.) Pero ¿no es posible ima-ginar ya que dos seres, renunciando a toda ale-gría, se amen en el dolor sin poder darse otra citaque la del dolor? (La mira.) ¿No es posible imagi-nar que la misma cuerda una entonces a esos dosseres?

LA GRAN DUQUESA¿Cuál es ese terrible amor?

KALIAYEVUsted y los suyos nunca nos han permitido otro.

Acto IV 113

LA GRAN DUQUESATambién yo quería a aquel que usted ha matado.

KALIAYEVLo he comprendido. Por eso le perdono el dañoque usted y los suyos me han hecho. (Pausa.)Ahora, déjeme.

(Largo silencio.)

LA GRAN DUQUESA (Irguiéndose.)Voy a dejarle. Pero he venido aquí para llevarle aDios, ahora lo sé. Usted quiere juzgarse y salvarsesolo. No puede. Dios sí podrá, si usted vive. Pedi-ré gracia para usted.

KALIAYEVSe lo ruego, no lo haga. Déjeme morir, o la odiaréhasta la muerte.

LA GRAN DUQUESA (En la puerta.)Pediré gracia para usted, a los hombres y a Dios.

KALIAYEVNo, no, se lo prohibo.

(Corre a la puerta y de pronto se en-cuentra con SKURATOV. KALIAYEV re-trocede, cierra los ojos. Silencio. Mirade nuevo a SKURATOV.)

114 Los justos

KALIAYEVLe necesitaba.

SKURATOVAquí me tiene encantado. ¿Por qué?

KALIAYEVNecesitaba despreciar otra vez.

SKURATOVLástima. Yo venía a buscar mi respuesta.

KALIAYEVAhora ya la tiene.

SKURATOV (Cambiando de tono.)No, todavía no la tengo. Escuche bien. He facilita-do esta entrevista con la gran duquesa para ma-ñana poder publicar la noticia en los periódicos.El relato será exacto, salvo en un punto. Incluirá laconfesión de su arrepentimiento. Sus camaradaspensarán que los ha traicionado.

KALIAYEV (Tranquilamente.)No lo creerán.

SKURATOVSólo ordenaré detener esa publicación si confiesa.Tiene la noche para decidirse.

(Se dirige hacia la puerta.)

Acto IV 115

KALIAYEV (Másfuerte.)No lo creerán.

SKURATOV (Volviéndose.)¿Por qué? ¿Ellos nunca han pecado?

KALIAYEVUsted no conoce el amor que me tienen.

SKURATOVNo. Pero sé que no se puede creer en la fraterni-dad toda una noche, sin un sólo minuto de des-fallecimiento. Aguardaré ese desfallecimiento.(Cierra la puerta a sus espaldas.) No tenga prisa.Soy paciente.

(Permanecen cara a cara.)

TELÓN

Acto quinto

Otro piso, pero del mismo estilo. Una semana des-pués. Es de noche.

(Silencio. DORA pasea arriba y abajopor la habitación.)

ANNENKOVDescansa, Dora.

DORATengo frío.

ANNENKOVVen a echarte aquí. Tápate.

DORA (Que sigue caminando.)La noche es larga. Qué frío tengo, Boria.

(Llaman. Un golpe, luego dos.)

117

118 Los justos

(ANNENKOV va a abrir. Entran STE-PANy VOINOV, que se dirige a DORAJla besa. Ella le mantiene estrechadocontra su cuerpo.)

DORA¡Alexis!

STEPANDice Orlov que podría ser para esta noche. Todoslos suboficiales libres de servicio han sido convo-cados. De modo que él estará presente.

ANNENKOV¿Dónde te reunirás con él?

STEPANNos esperará, a Voinov y a mí, en el restaurante dela calle Sophiskaia.

DORA (Que se ha sentado, agotada.)Será esta noche, Boria.

ANNENKOVNada está perdido, la decisión depende del zar.

STEPANLa decisión dependerá del zar si Yanek ha pedidogracia.

ActoV 119

DORANo la ha pedido.

STEPAN¿Por qué habría visto a la gran duquesa si no espara pedir gracia? Ella ha mandado decir portodas partes que Yanek se había arrepentido.¿Cómo saber la verdad?

DORASabemos lo que ha dicho delante del Tribunal y loque nos ha escrito. ¿No dijo que lamentaba dispo-ner sólo de una vida para arrojarla como un desa-fío a la autocracia? El hombre que ha dicho eso,¿puede mendigar gracia, puede arrepentirse? No,quería y quiere morir. Lo que él hizo, de eso no sereniega.

STEPANHa hecho mal viendo a la gran duquesa.

DORAÉl es su único juez.

STEPANSegún nuestra norma, no debía verla.

DORANuestra norma es matar, nada más. Ahora es li-bre, por fin es libre.

120

STEPANTodavía no.

Los justos

DORAEs libre. Ahora que va a morir, tiene derecho a ha-cer lo que quiera. ¡Porque va a morir, alegraos!

ANNENKOV¡Dora!

DORA¡Pues claro! ¡Si le concediesen la gracia, qué triun-fo! ¿No sería la prueba de que la gran duquesa hadicho la verdad, que Yanek se ha arrepentido yque ha cometido traición? En cambio, si muere, lecreeréis y podréis seguir queriéndole. (Los mira.)Vuestro amor cuesta caro.

VOINOV (Yendo hacia ella.)No, Dora. Nosotros nunca hemos dudado de él.

DORA (Caminando arribay abajo por la habitación.)Sí... Quizá... Perdonadme. Aunque, después detodo, ¿qué importa? Esta noche lo sabremos... Ah,pobre Alexis, ¿qué has venido a hacer aquí?

VOINOVA reemplazarlo. Yo lloraba, estaba orgulloso le-yendo su discurso en el proceso. Cuando leí: «Lamuerte será mi suprema protesta contra un mun-do de lágrimas y de sangre...» me eché a temblar.

ActoV 121

DORAUn mundo de lágrimas y de sangre... Dijo eso, escierto.

VOINOVSí, lo dijo... ¡Ah, Dora, qué valor! Y al final, su grangrito: «Si he estado a la altura de la protesta humanacontra la violencia, que la muerte corone mi obracon la pureza de la idea». Entonces decidí venir.

DORA (Escondiendo la cabeza entre las manos.)Sí, quería la pureza. ¡Pero qué horrenda corona-ción!

VOINOVNo llores, Dora. Ha pedido que nadie llore sumuerte. ¡Oh, le comprendo tan bien ahora! Nopuedo dudar de él. Sufrí por haber sido cobarde.Y luego, tiré la bomba en Tiflis. Ahora no soy dis-tinto de Yanek. Cuando me enteré de su condena,sólo tuve una idea: ocupar su puesto ya que nohabía podido estar a su lado.

DORA¡Quién pudiera ocupar su puesto esta noche! Es-tará solo, Alexis.

VOINOVDebemos apoyarle con nuestro orgullo, como élnos apoya con su ejemplo. No llores.

122 Losjustos

DORAMira. Mis ojos están secos. ¡Pero orgullosa, no,nunca más podré estar orgullosa!

STEPANNo me juzgues mal, Dora. Deseo que Yanek viva.Necesitamos hombres como él.

DORAÉl no lo desea. Y nosotros debemos desear quemuera.

ANNENKOVEstás loca.

DORADebemos desearlo. Conozco su corazón. Así sesentirá tranquilo. ¡Oh, sí, que muera! (Más bajo.)Pero que muera de prisa.

STEPANMe voy, Boria. Ven, Alexis. Orlovnos espera.

ANNENKOVSí, y no tardéis en volver.

OINOV van hacia la puer-ta. STEPAN mira hacia DORA.)

ActoV 123

STEPANVamos a enterarnos. Cuídala.

(DORA está junto a la ventana. AN-NENKOV la mira.)

DORA¡La muerte! ¡La horca! ¡Otra vez la muerte! ¡Ah,Boria!

ANNENKOVSí, hermanita. Pero no hay otra solución.

DORANo digas eso. Si la única solución es la muerte, noestamos en el buen camino. El buen camino es elque lleva a la vida, al sol. No se puede tener fríosiempre...

ANNENKOVTambién eso lleva a la vida. A la vida de los de-más. Rusia vivirá, nuestros nietos vivirán. Acuér-date de lo que decía Yanek: «Rusia será hermosa».

DORALos demás, nuestros nietos... Sí. Pero Yanek estáen la cárcel y la cuerda está fría. Va a morir. Tal vezya haya muerto para que los demás vivan. ¡Ah,Boria! ¿Y si los demás no viviesen? ¿Y si muriesepor nada?

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ANNENKOVCalla.

Los justos

(Silencio.)

DORAQué frío hace. Sin embargo es primavera. En elpatio de la cárcel hay árboles, lo sé. Yanek debeverlos.

ANNENKOVEspera a que sepamos. No tiembles así.

DORATengo tanto frío que tengo la impresión de estarya muerta. (Pausa.) Nos envejece tan deprisatodo esto. Nunca más seremos niños, Boria. Conel primer crimen, la infancia huye. Yo tiro la bom-ba y en un segundo, ¿sabes?, toda una vida esca-pa. Sí, ahora ya podemos morir. Hemos hecho lavuelta del hombre.

ANNENKOVEntonces moriremos luchando, como hacen loshombres.

DORAHabéis ido demasiado deprisa. Ya no sois hom-bres.

ActoV 125

ANNENKOVLa desdicha y la miseria también iban deprisa. Yano hay sitio para la paciencia y la maduración eneste mundo. Rusia tiene prisa.

DORALo sé. Hemos cargado sobre nosotros la desdichadel mundo. También él había cargado con ella.¡Qué valor! Pero algunas veces pienso que es unorgullo que será castigado.

ANNENKOVEs un orgullo que pagamos con nuestra vida. Na-die puede ir más lejos. Es un orgullo al que tene-mos derecho.

DORA¿Podemos estar seguros de que nadie irá más le-jos? A veces, cuando escucho a Stepan, tengomiedo. Quizá vengan otros que, siguiéndonos, secrean autorizados a matar y que no paguen consus vidas.

ANNENKOVEso sería cobarde, Dora.

DORA¿Quién sabe? Quizá eso sea la justicia. Y entoncesya nadie se atreverá a mirarla de frente.

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ANNENKOV¡Dora!

Los justos

(Ella calla.)

ANNENKOV¿Acaso tienes dudas? No te reconozco.

DORATengo frío. Estoy pensando en él, que debe impe-dirse temblar para que no dar la impresión de te-ner miedo.

ANNENKOVEntonces, ¿ya no estás con nosotros?

DORA (Se abalanza hacia él.)¡Oh, Boria, estoy con vosotros! Llegaré hasta el fi-nal. Odio la tiranía y sé que no podemos actuarde otra forma. Pero elegí esto con un corazón ale-gre y sigo en ello con un corazón triste. Ésa es ladiferencia. Somos prisioneros.

ANNENKOVRusia entera está en prisión. Nosotros haremosvolar sus muros en pedazos.

DORADame la bomba que hay que tirar, y verás. Avan-zaré en medio de la hoguera y sin embargo mi

ActoV 127

paso será firme. Es fácil, es mucho más fácil mo-rir por las contradicciones propias que vivirlas.¿Has amado, has amado por lo menos, Boria?

ANNENKOVHe amado, pero hace tanto tiempo que ya no meacuerdo.

DORA¿Cuánto tiempo?

ANNENKOVCuatro años.

DORA¿Cuántos hace que diriges la Organización?

ANNENKOVCuatro años. (Pausa.) Ahora es la Organizaciónlo que amo.

DORA (Caminando hacia la ventana.)¡Amar, sí, pero ser amada!... No, hay que seguircaminando. Uno quisiera detenerse. ¡Camina!¡Camina! Uno quisiera tender los brazos y dejar-se llevar. Pero la sucia injusticia se pega a noso-tros como el engrudo. ¡Camina! Y así estamos,condenados a ser más grandes que nosotrosmismos. Los seres, los rostros, eso es lo que unoquerría amar. ¡El amor antes que la justicia! No,

128 Los justos

hay que seguir caminando. ¡Camina, Dora! ¡Ca-mina, Yanek! (Llora.) Pero para él, la meta estácerca.

ANNENKOV (Tomándola en brazos.)Le concederán gracia.

DORA (Mirándole.)Sabes bien que no. Sabes bien que no la necesita.

(Él aparta la mirada.)

DORAQuizá ya esté saliendo al patio. Toda esa gente re-pentinamente silenciosa, en cuanto él aparece.Con tal de que no tenga frío. Boria, ¿sabes cómose ahorca?

ANNENKOVAl extremo de una cuerda. ¡Basta, Dora!

DORA (Ciegamente.)El verdugo salta sobre los hombros. El cuello cru-je. ¿No es terrible?

ANNENKOVSí. En un sentido. En otro sentido, es la felicidad.

DORA¿La felicidad?

ActoV 129

ANNENKOVSentir la mano de un hombre antes de morir.

(DORA se deja caer en un sillón. Silencio.)

ANNENKOVDora, habrá que partir enseguida. Descansare-mos un poco.

DORA (Extraviada.)¿Partir? ¿Con quién?

ANNENKOVConmigo, Dora.

DORA (Le mira.)¡Partir! (Se vuelve hacia la ventana.) Llega el alba.Yanek ya está muerto, estoy segura.

ANNENKOVSoy tu hermano.

DORASí, eres mi hermano, y todos vosotros sois los her-manos que amo. (Se oye la lluvia. Amanece. DORAhabla en voz baja.) ¡Pero qué horrible gusto tienea veces la fraternidad!

(Llaman. Entran VOINOV y STEPAN.Todos permanecen inmóviles, DORA

130 Losjustos

vacila pero se repone tras un esfuerzovisible.)

STEPAN (En voz baja.)Yanek no ha traicionado.

ANNENKOV¿Orlov ha podido ver?

STEPANSí.

DORA (Avanzando con firmeza.)Siéntate. Cuenta.

STEPAN¿Para qué?

DORACuenta todo. Tengo derecho a saber. Exijo quecuentes. Con todo detalle.

STEPANNo podría. Además, ahora hay que partir.

DORANo, hablarás. ¿Cuándo le avisaron?

STEPANA las diez de la noche.

ActoV

DORA¿Cuando le han ahorcado?

STEPANA las dos de la mañana.

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DORA¿Y ha estado aguardando cuatro horas?

STEPANSí, sin una palabra. Y luego todo se ha precipita-do. Ahora, se acabó.

DORA¿Cuatro horas sin hablar? Espera un poco. ¿Cómoiba vestido? ¿Llevaba su pelliza?

STEPANNo. Iba todo de negro, sin abrigo. Y llevaba unsombrero negro.

DORA¿Qué tiempo hacía?

STEPANNoche cerrada. La nieve estaba sucia. Y luego lalluvia la convirtió en un barro pegajoso.

DORA¿Temblaba?

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STEPANNo.

DORA¿Encontró Orlov su mirada?

STEPANNo.

Los justos

DORA¿Qué miraba?

STEPANA todo el mundo, dice Orlov, sin ver nada.

DORA¿Qué más, qué más?

STEPANDéjalo, Dora.

DORANo, quiero saber. Su muerte por lo menos es mía.

STEPANLe han leído el juicio.

DORA¿Qué hacía mientras tanto?

ActoV 133

STEPANNada. Sólo una vez sacudió la pierna para quitar-se un poco de barro que le manchaba el zapato.

DORA (Con la cabeza entre las manos.)¡Un poco de barro!

ANNENKOV (Bruscamente.)¿Cómo sabes eso?

(STEPAN calla.)

ANNENKOV¿Le has preguntado todo a Orlov? ¿Por qué?

STEPAN (Apartando la vista.)Había algo entre Yanek y yo.

ANNENKOV¿Qué era?

STEPANYo le envidiaba.

DORA¿Qué más, Stepan, qué más?

STEPANEl padre Florenski ha ido a presentarle el crucifi-jo. Se ha negado a besarlo. Y ha declarado: «Ya le

134 Los justos

he dicho que he acabado con la vida y que estoyen regla con la muerte».

•DORA

¿Cómo era su voz?

STEPANExactamente la misma. Sin la fiebre y la impa-ciencia que le conocíais.

DORA¿Parecía feliz?

ANNENKOV¿Estás loca?

DORASí, sí, estoy segura, parecía feliz. Porque sería de-masiado injusto que, tras negarse a ser feliz envida para prepararse mejor al sacrificio, no hayarecibido la felicidad al mismo tiempo que lamuerte. Era feliz y avanzó con calma hacia la hor-ca, ¿no es cierto?

STEPANAvanzó. Alguien cantaba río abajo, con un acor-deón. Unos perros ladraron en ese momento.

DORAFue entonces cuando subió...

ActoV 135

STEPANSubió. Se hundió en la noche. Vagamente se vio lamortaja con que el verdugo lo cubrió por comple-to.

DORAY luego, y luego...

STEPANUnos ruidos sordos.

DORAUnos ruidos sordos. ¡Yanek! Y después...

(STEPAN calla.)

DORA (Con violencia.)¿Y después, te pregunto? (STEPAN calla.) Habla,Alexis. ¿Después?

VOINOVUn ruido terrible.

DORA¡Ay!

(Se arroja contra la pared.)(STEPAN aparta la vista. ANNENKOV,sin un gesto, llora. DORA se vuelve, losmira, pegada a la pared.)

136 Losjustos

DORA (Con una voz cambiada, extraviada.)No lloréis. ¡No, no, no lloréis! Ya veis que es el díade la justificación. Algo se eleva en esta hora quees el testimonio de nosotros los rebeldes: Yanekya no es un asesino. ¡Un ruido terrible! Ha basta-do un ruido terrible para que haya vuelto a la ale-gría de la infancia. ¿Os acordáis de su risa? A ve-ces se reía sin razón. ¡Qué joven era! Ahora debeestar riendo. ¡Debe reír, con la cara contra la tie-rra! (Se dirige hacia ANNENKOV.) Boria, ¿eres mihermano? ¿Has dicho que me ayudarías?

ANNENKOVSí.

DORAEntonces, haz esto por mí. Dame la bomba. (AN-NENKOV la mira.) Sí, la próxima vez. Quiero tirar-la. Quiero ser la primera en tirarla.

ANNENKOVSabes bien que no queremos mujeres en primeralínea.

DORA (En un grito.)¿Soy una mujer ahora?

(Los demás la miran. Silencio.)

VOINOV (Dulcemente.)Acepta, Boria.

ActoV 137

STEPANSí, acepta.

ANNENKOVTe tocaba a ti, Stepan.

STEPAN (Mirando a DORA.)Acepta. Ella se me parece ahora.

DORAMe la darás, ¿no es cierto? Yo la tiraré. Y más tar-de, una noche fría...

ANNENKOVSí, Dora.

DORA (Llorando.)¡Yanek! ¡Una noche fría, y la misma cuerda! Aho-ra todo será más fácil.

TELÓN

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